The Iron Lady

“Watch your thoughts for they become words.
Watch your words for they become actions.
Watch your actions for they become... habits.
Watch your habits, for they become your character.
And watch your character, for it becomes your destiny!
What we think we become”

Siempre es un consuelo pensar, y más en los tiempos que corren, que más allá de la política existen criaturas capaces de sentir lo que el resto de los mortales sentimos, dueños de sus propias zozobras y debilidades, como verse reflejado en un espejo cuando estos deciden desprenderse de sus máscaras de hierro.
Las biografías siempre son un tema candente en el cine.
Películas que están especialmente orquestadas para que el espectador se adentre en la sufrida vida del personaje histórico de turno siempre generan controversia al intentar humanizar los íconos más de lo debido, yendo hacia el lado de la edulcoración excesiva.
Siempre me han gustado las películas sobre la historia de Gran Bretaña, desde las de la Reina Elizabeth I hasta las más actuales y Margaret Thatcher no ha sido excepción.
1980 – 1990 fueron 2 décadas importantes por los cambios geopolíticos y económicos, pero sobre Ronald Reagan y Mikhail Gorbachev, siempre sentí una gran admiración hacia Margaret Thatcher.
En el revisionismo histórico que el cine británico está llevando a cabo, tras los retratos de George VI y de Elizabeth II, se imponía abordar la figura de Margaret Thatcher y completar así la panorámica del siglo pasado.
Junto a Helmut Kohl, Juan Pablo II, y su gran aliado durante toda la década de los años 1980, Ronald Reagan, Margaret Thatcher ha sido una de las figuras históricas más importantes en ayudar al derrumbamiento del telón de acero y de los países comunistas de Europa del Este.
Margaret Hilda Thatcher, Baronesa Thatcher, LG, OM, PC, FRS, de apellido de soltera Roberts; nacida en Grantham, el 13 de octubre de 1925, es una política británica que ejerció como Primera Ministra del Reino Unido desde 1979 a 1990.
Durante su administración, sus estrictas políticas conservadoras, la abolición del poder de los sindicatos y su dura retórica en oposición a la Unión Soviética le valió el apodo de «La Dama de Hierro»
La hija de un tendero de pueblo, había llegado a lo más alto en su país y con ella llegaría el triunfo de una visión políticamente conservadora y revolucionaria a la vez, porque eso de reducir el papel del Estado en la economía sigue siendo hasta ahora algo literalmente revolucionario.
Margaret Thatcher llegó al poder en un momento sumamente difícil para la historia de su país y del mundo occidental.
Llegó en el momento justo para darle la vuelta a una situación desesperada y desesperanzadora.
No es exageración alguna decir que su liderazgo cambió para bien el destino de su país.
Su fe y convicción en los principios conservadores fueron la luz que sacaron a Gran Bretaña de su supuestamente “inevitable” declive.
“I don't think there will be a woman Prime Minister in my lifetime”
Inicialmente una química, luego una abogada, Margaret Thatcher se convirtió en miembro del Parlamento (MP) por Finchley en las elecciones generales de 1959.
Durante su estadía en el Parlamento, criticó fuertemente las políticas fiscales del Gobierno Laborista.
Durante el mandato de Edward Heath, Thatcher fue nombrada Secretaria de Estado de Educación y Ciencia en 1970.
En 1975, pasó a ocupar la dirección del Partido Conservador y líder de la oposición, convirtiéndose en la primera mujer en dirigir un partido político importante en Reino Unido.
Después de triunfar con su partido en las elecciones generales de 1979, Margaret Thatcher se convirtió en la primera mujer en ejercer como Primer Ministro del Reino Unido.
Luego de ingresar en la 10th Downing Street, Margaret Thatcher estaba decidida a revertir lo que percibió como un precipitado declive nacional.
Su filosofía política y económica hizo hincapié en la desregularización, especialmente del sector financiero, flexibilizar el mercado laboral, la privatización o cierre de empresas públicas y la eliminación de subsidios a otras.
Durante sus primeros años de gobierno, la popularidad de Margaret Thatcher declinó notablemente en medio de la recesión y el alto desempleo hasta que la recuperación económica y la victoria en la Guerra de Malvinas en 1982 llevaron a su reelección en 1983.
Llevó adelante una férrea política exterior caracterizada por su oposición a la formación de la Unión Europea y un completo alineamiento con la política exterior de Estados Unidos.
Sin embargo, firmó el Acta Única Europea, que establecía formalmente el mercado único y una cooperación más estrecha en Europa.
Introdujo un cambio socioeconómico radical en Reino Unido, aunque fue criticada por la venta de bienes del Estado y el debilitamiento de los sindicatos.
Margaret Thatcher fue electa para un tercer mandato en 1987, pero su impuesto a la comunidad atrajo la negativa del pueblo y sus puntos de vista sobre la Unión Europea no fueron compartidos por otros miembros de su Gabinete.
Renunció al cargo de Primer Ministro y líder del partido en noviembre de 1990, momento en que fue sucedida por John Major, inmersa en una crisis política y creciente oposición.
Margaret Thatcher tiene un título nobiliario como Baronesa Thatcher, de Kesteven en el condado de Lincolnshire, que le otorga el derecho vitalicio y no hereditario a ser miembro de la Cámara de los Lores.
“My job is to stop Britain going red”
Los logros de Margaret Thatcher son muchos y de gran importancia, como Secretaria Parlamentaria en el Ministerio de Asuntos Sociales promovió la política, desarrollada por su colega James Allason, de vender viviendas municipales en renta a sus inquilinos.
Thatcher fue uno de los pocos miembros del parlamento en apoyar la proposición de Ley de Leo Abse para despenalizar la homosexualidad.
También votó a favor de la proposición de Ley de David Stell para legalizar el aborto en caso de deficiencias psíquicas o físicas de feto o incapacidad de la madre para hacerse cargo del niño.
Según explicaría más adelante, su postura en estos asuntos estaba basada por experiencias propias y sufrimiento ajeno.
Se mostró a favor del mantenimiento de la pena capital (1965) y votó en contra de facilitar los divorcios.
También votó en una ocasión por la prohibición de cacerías de liebres.
En el gabinete de Edward Heath, en su primer mes en la Secretaria del Estado para Educación y Ciencia, forzó a la Administración a cortar el presupuesto de educación.
Suprimió la leche gratuita a las escuelas de entre siete y once años, los laboristas ya habían abolido la leche en la escuela secundaria, lo que produjo una oleada de protestas.
Esto condujo a uno de sus poco favorecedores motes:
«Maggie Thatcher, Milk Snatcher (Maggie Thatcher la roba leche)»
Los documentos del gabinete muestran que ella hablaba en contra del movimiento dentro de gabinete, pero fue forzada a responsabilizarse de los conceptos del colectivo para implementar las posturas de sus ministros.
Como líder de la oposición, el 19 de enero de 1976, Margaret Thatcher hizo un discurso en el ayuntamiento de Kensington en el cual hizo un feroz ataque a la Unión Soviética.
La parte más famosa de su discurso dice:
«Los rusos están inclinados hacía la dominación del mundo, y están adquiriendo rápidamente los medios para convertirse en la nación imperial más poderosa que el mundo haya visto.
Los hombres del Politburó soviético no tienen que preocuparse de los altibajos de la opinión pública.
Ellos ponen las armas antes que la mantequilla, mientras que nosotros ponemos cualquier cosa antes que las pistolas»
En respuesta, el diario del ministro de defensa soviético Krasnaya Zvezda (Estrella Roja) le dio el sobrenombre de The Iron Lady (La Dama de Hierro), el cual fue rápidamente publicitado por Radio Moscú.
Margaret Thatcher se deleitó con el sobrenombre y pronto se convirtió en una asociación con su imagen de carácter inquebrantable y firme.
Así pues, el gobierno laborista de James Callaghan cayó después de una exitosa moción de censura en verano de 1979, y en las elecciones generales de 1979 los conservadores ganaron por mayoría de 44 escaños en la Cámara de los Comunes, y Margaret Thatcher se convirtió en la primera mujer del Reino Unido en ser Primer Ministro.
Al llegar al 10th Downing Street, ella dijo una cita de San Francisco de Asís:
«Donde hay discordia, podemos traer armonía.
Donde hay un error, podemos traer verdad.
Donde hay duda, podemos traer fe.
Y donde hay desesperación, podemos traer esperanza»
Thatcher se convirtió en la primera mujer en ser Primer Ministro el 4 de mayo de 1979 (-1983), con la promesa de invertir el declive económico del Reino Unido y reducir el papel del Estado en la economía.
Pretendía recuperar para el Reino Unido un nivel más alto de influencia y liderazgo en las relaciones internacionales.
Por su ideología y modo de gobernar se la consideraba un alma gemela de Ronald Reagan, elegido en 1980 en Estados Unidos, y en menor grado de Brian Mulroney, elegido en 1984 en Canadá.
Parecía que el conservadurismo podría ser durante un tiempo la doctrina política dominante en la mayoría de los países de habla inglesa en ese momento.
“Defeat…
I do not recognise the meaning of the word!”
El 2 de abril de 1982, Argentina tomó las Islas Malvinas, basándose en los títulos de 1833.
Como este hecho, a los ojos británicos, constituía una invasión de su territorio, la única experimentada desde la Segunda Guerra Mundial, Margaret Thatcher reaccionó con celeridad, enviando a los pocos días del incidente una fuerza naval con la misión de recapturar las islas.
A pesar de la gran dificultad logística que experimentó, la empresa resultó exitosa, hecho que produjo en el Reino Unido una ola de entusiasmo patriótico, que redundó en un innegable aumento de su popularidad como Primer Ministro.
The Falklands War (Falklands es el nombre real que se le da a las Islas Malvinas) fue un conflicto armado entre la República Argentina y el Reino Unido que tuvo lugar en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
La guerra se desarrolló entre el 2 de abril, día del desembarco argentino en las islas, y el 14 de junio de 1982, fecha del cese de hostilidades entre la Argentina y el Reino Unido de la Gran Bretaña, lo que conllevó la reconquista de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido.
La causa fue la lucha por la soberanía sobre estos archipiélagos australes, cuyo descubrimiento es motivo de controversias, ocupados alternadamente entre España, Francia, Argentina y Reino Unido, actualmente.
Argentina considera que se encuentran ocupados por una potencia invasora y los consideran como parte de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Tras una invasión de las Malvinas estaba previsto invadir militarmente también las islas Picton, Lennox y Nueva, y otras hasta atacar al cabo de Hornos, que formaban parte de discusiones territoriales por parte de Argentina y Chile.
El coste final de la guerra en vidas humanas fue de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
Políticamente, la derrota en el conflicto precipitó en Argentina la caída de la Junta Militar que gobernaba el país; en el Reino Unido, por su parte, la victoria en el enfrentamiento ayudó a que el Gobierno conservador de Margaret Thatcher lograra la reelección en las elecciones del año 1983.
Posteriormente fue posible la firma de un tratado en 1984 con Chile.
Un detalle importante en The Falklands War fue el hundimiento del ARA General Belgrano que se produjo el domingo 2 de mayo de 1982, a consecuencia del ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror.
El Conqueror fue el tercero de su clase, los otros dos fueron el HMS Churchill (S46) y el HMS Courageous (S50)
El objetivo principal de esos submarinos fue en la Guerra Fría, con potenciales ataques a otras naves y submarinos, y espiar los movimientos de la fuerza naval de submarinos soviéticos.
El HMS Conqueror no tomó parte en ningún otro conflicto oficial, y fue dado de baja en 1990.
El ARA General Belgrano (antes USS Phoenix y luego ARA 17 de Octubre) fue un crucero de la Armada Argentina hundido con importantes pérdidas humanas en un ataque durante The Falklands War, y fue rebautizado como General Belgrano (C-4), en homenaje al general y abogado Manuel Belgrano, héroe de la independencia de Argentina que había fundado la Escuela de Naútica en 1799.
Es el único barco hundido por un submarino nuclear en tiempos de guerra.
Así sucedió…
El 2 de mayo llegadas las 16.00 (hora en Argentina), Margaret Thatcher se reunía con su gabinete de guerra en la residencia campestre de Checkers, cercana a Londres.
Fue durante esa reunión que se dio la orden al comandante del Conqueror de hundir el crucero.
Los dos torpedos de los tres lanzados que recibió el crucero determinaron su hundimiento con la pérdida de 323 de sus tripulantes.
“We must try to find ways to starve the terrorist and the hijacker of the oxygen of publicity on which they depend”
El segundo mandato de Margaret Thatcher entre 1983-1987, el “Falklands Factor” y las señales de recuperación económica a comienzos de 1983 ayudaron sobremanera a la causa del gobierno.
Y ganó de nuevo, por tercera ocasión, las elecciones generales de 1987 (-1990), en pleno auge económico y en contra de la oposición laborista, partidaria del desarme nuclear unilateral, con una mayoría de 102, un margen más reducido que en las anteriores elecciones y se convirtió en la Primer Ministro que más tiempo ha servido desde Robert Banks Jenkinson, Lord Liverpool (desde 1812 hasta 1827), y la primera en ganar tres elecciones sucesivas desde Henry Temple, Tercer Vizconde de Palmerston en las elecciones generales de 1865.
Y fue la primera mujer europea en desempeñar el cargo de Primer Ministro.
Muchos diarios del Reino Unido le apoyaron, a excepción del The Daily Mirror, The Guardian y The Independent.
En los tabloides era conocida como «Maggie», lo cual inspiró el conocido eslogan de protesta «Maggie Out!», cantado durante este periodo por algunos de sus oponentes.
Durante su tercer mandato se creó un sistema de educación para adultos desempleados que incluía un desempeño de trabajos a jornada completa hecho para el subsidio de paro.
Este trabajo era remunerado con tan solo 10 libras adicionales y se trató de un modelo importado de EEUU.
La gran impopularidad de su política fiscal, económica y financiera, fue el mayor factor de la caída de Thatcher.
Uno de sus últimos actos en ejercicio fue presionar al presidente de los EEUU, George H. W. Bush para desplegar tropas en Oriente Medio para expulsar al ejército de Saddam Hussein de Kuwait.
Bush estaba un poco inquieto por el plan, y fue cuando Thatcher le dijo:
« ¡No hay tiempo para estar inseguro!»
El «asesinato» político de Margaret Thatcher, de acuerdo con testigos como Alan Clark, fue uno de los episodios más dramáticos en la historia política británica.
La idea de un Primer Ministro con un servicio largo, invicto en las votaciones, fueron rechazados por una votación interna del partido.
Sin embargo, por 1990, en oposición a las políticas de Thatcher en los impuestos de los gobiernos locales, la percepción de gobierno del mal manejo de la economía y la división abierta dentro del partido conservador acerca de la integración europea, le hicieron a ella y a su partido que parecieran cada vez más vulnerables políticamente.
El 1 de noviembre de 1990, Geoffrey Howe, uno de los más antiguos y leales partidarios de Thatcher, dimitió de su posición como Vice Primer Ministro en protesta a la política europea de Thatcher.
En su discurso de dimisión en la cámara de los comunes dos semanas más tarde, sugirió que había llegado el tiempo «de considerar su propia responsabilidad al trágico conflicto de lealtad» con el cual él expresó lo que había estado luchando demasiado tiempo.
El 22 de noviembre, justo después de las 9.30 a.m., Margaret Thatcher anunció al Consejo de Ministros que no seria candidata en la segunda votación.
Poco después, su personal hizo público su declaración de dimisión.
Thatcher regresó como una diputada sin cartera, miembro de la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña que no está al frente del partido, por Finchley dos años después de haber abandonado la jefatura del gobierno.
Se retiró de la Cámara en las elecciones de 1992, a los 66 años, argumentando que su salida le daría una mayor libertad para decir lo que pensaba.
En agosto de 1992, Thatcher pidió a la OTAN que detuviera el asalto serbio en Goražde y Sarajevo para finalizar la limpieza étnica durante la Guerra de Bosnia.
Comparó la situación de ahí con los «peores excesos de los nazis», y advirtió que podría haber un «holocausto»
En 1998, Thatcher pidió la liberación del ex dictador chileno Augusto Pinochet cuando España lo ordenó arrestar y trató de juzgarlo por violaciones a los derechos humanos, citando la ayuda que ofreció a Gran Bretaña durante The Falklands War.
En marzo de 2002, el libro de Thatcher, “Statecraft: Strategies For A Changing World”, dedicado a Ronald Reagan, fue publicado.
En el mismo, declaró que no habría paz en Medio Oriente hasta que Saddam Hussein fuera derrocado, que Israel debería negociar tierras por la paz, y que la Unión Europea (UE) era «fundamentalmente irreformable», «un proyecto utópico clásico, un monumento a la vanidad de los intelectuales, un programa cuyo destino inevitable es el fracaso»
Argumentó que Gran Bretaña debería negociar los términos de la membrecía o bien, salir de la UE y unirse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
El libro fue publicado en The Times el 18 de marzo; y el 23 de marzo, Thatcher anunció que, por consejo de sus doctores, cancelaría todos sus discursos previstos y no aceptaría dar ninguno más a partir de entonces.
Thatcher llegó a cobrar 50,000 USD por cada discurso que pronunció.
Su marido, Sir Denis Thatcher murió el 26 de junio de 2003 y fue incinerado el 3 de julio.
Margaret Thatcher le rindió homenaje en The Downing Street Years, relatando que:
«Ser ministro es un trabajo solitario, pero con Denis ahí nunca estuve sola.
Qué hombre.
Qué marido»
En febrero de 2007, Thatcher se convirtió en el primer Primer Ministro vivo en ser honrado con una estatua en las Casas del Parlamento.
La estatua de bronce está justo enfrente de la de su héroe político, Sir Winston Churchill, y fue presentada el 21 de febrero de 2007 con la presencia de la propia Thatcher, quien pronunció un discurso poco frecuente y breve en el vestíbulo de los miembros de la Cámara de los Comunes, diciendo:
«Yo hubiera preferido hierro, pero el bronce hará... que no se oxide»
La salud de Thatcher declinó notablemente durante la década del 2000.
Sufrió varios pequeños accidentes cerebro vascular en 2002 y fue aconsejada por sus médicos de no volver a ofrecer discursos públicos.
Según un libro publicado por su hija Carol en 2008, “A Swim-On Part In The Goldfish Bowl”, Thatcher padece demencia senil aproximadamente desde el 2000.
Según relató, confunde la Guerra de las Malvinas con la de Bosnia, debe recordarle constantemente que su esposo Denis murió hace más de ocho años y no es capaz de hablar durante más de diez minutos porque se pierde y se olvida las frases.
Ella ya no aparece públicamente, debido a sus dificultades para comunicarse y movilizarse.
Margaret Thatcher tiene un puesto privilegiado en la historia de Gran Bretaña y del mundo.
El primer legado de Thatcher fue el desmonte del mito del “Estado Benefactor” como salvaguarda de la sociedad.
Con el lema “El gobierno no es la solución, es el problema”, Thatcher logro convencer a millones de ciudadanos de que el Estado omnipotente y omnipresente, además de amenazar las libertades de los ciudadanos, era corrupto e ineficiente.
Thatcher introdujo en su gobierno profundas reformas económicas y sociales y educo una generación entera de activistas antigubernamentales.
Tenía la visión, el coraje y la fuerza de sus convicciones para encabezar una cruzada por las libertades individuales en un mundo que durante décadas estaba avanzando de manera sostenida y sin vuelta atrás, hacia el socialismo.
Para Thatcher era inconcebible que el Estado paternalista e intervencionista, en aras de proteger a los más débiles, le negara al individuo ser dueño y señor de su persona, de sus bienes y de su vida.
El segundo legado de Thatcher, junto con Ronald Reagan, es el haber acelerado el colapso de la Unión Soviética.
El comunismo, y los regímenes totalitarios que formaban parte de su órbita, tenían los días contados.
Lejos de ser una potencia mundial, la URSS en esencia era un país del tercer mundo con una importante capacidad nuclear.
Los soviéticos no tenían ni siquiera la capacidad de alimentar a sus propios ciudadanos, y si no fuera por los envíos de trigo de los EEUU, posiblemente las hambrunas hubieran sido monumentales: sólo se necesitaba un empujón para derrumbar el imperio y ese empujón se lo dio Reagan con el apoyo de Thatcher.
Los soviéticos, de manera ingenua, se pusieron a emular a los norteamericanos desviando prácticamente la totalidad de sus recursos al gasto militar, principalmente en la llamada “Star Wars”, que en esencia buscaba el control militar del espacio.
El aumento en el gasto militar, en un entorno de precios del petróleo y del gas a la baja, colocó la economía soviética en un callejón sin salida.
El mérito de Gorbachev radica en haberse dado cuenta de que, bajo un régimen comunista de planificación central, ni militar ni económicamente la Unión Soviética tenía la menor posibilidad de sobrevivir.
Así, los cuatro mayores éxitos de la década de los noventa fueron la derrota del comunismo, la libertad para los satélites soviéticos, la primacía de la libre elección de los pueblos y el triunfo del sistema de libre mercado.
En resumen, la victoria de la democracia y del capitalismo.
Estos éxitos no hubieran sido posibles sin la activa participación de esta heroína del siglo pasado:
The Iron Lady: Margaret Thatcher.
La Excelentísima Baronesa Thatcher, miembro de la Orden de la Jarretera, Orden del Mérito, Consejera Privada del monarca, Socia de la Royal Society no tenía un gran ideal a alcanzar, no perdía el tiempo en galimatías interminables ni daba segundas vueltas de rosca a las cosas; ella no prometió el edén, ni paraísos de miel y abundancia, su lema fue defender la economía con mano de hierro, dejando de lado a los débiles, los ilusos y los perezosos:
"El Estado no fue creado para ayudar a los ciudadanos y cada uno es responsable de sí mismo"
A partir de ahí comenzó una época de privatizaciones, de enfrentamientos con los sindicatos y un continuo pulso entre la jauría codiciosa y ávida de poder que no dudaba en hacer lo que fuera por ganarle el pulso no solo a esa dama, sino a todo lo que ella representaba, porque si para ella la economía lo era todo, para los codiciosos lo era aún más, y había que ponerse en ello para garantizar el poder el mayor tiempo posible.
Y ahora estamos viviendo las consecuencias de la avidez del libre mercado, algunos países están aguantando como pueden el vendaval, algunos saldrán más favorecidos que otros, pero todos, en el fondo, cuando analicen su situación, cuando empiecen a mirar hacia atrás, al momento en qué empezó todo y vean la imagen de esa señora hablando enfáticamente ante el mundo, no podrán conciliar esa vitalidad con esta anciana que da la espalda a la cámara y titubea al caminar mientras le cuenta a su marido lo cara que se ha puesto la botella de leche últimamente.
“This is what we believe”
The Iron Lady (2012) es una película dirigida por Phyllida Lloyd y protagonizada por una ENORME Meryl Streep, Jim Broadbent, Anthony Head, Richard E. Grant, Roger Allam, Olivia Colman, Nicholas Farrell, Alexandra Roach y Harry Lloyd.
The Iron Lady está basada en la historia de la política británica Margaret Thatcher y está nominada a 2 premios Oscar como mejor actriz (Meryl Streep, nominación #17) y mejor maquillaje.
En 2010 Meryl Streep fue galardonada como miembro honorario de la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos, siendo la primera vez que dicha academia concede esta distinción a un actor solo como mérito por su trabajo.
The Iron Lady se sumerge en las memorias de un pasado en el que Margaret Thatcher se convirtió en una de las dirigentes políticas más importantes de su tiempo, unos días de poder, tensiones, crisis y crispaciones sociales en los que los sacrificios personales y familiares eran necesarios para alcanzar los objetivos profesionales.
Desde un primer momento, The Iron Lady se desarrolla alrededor de dos pares bien marcados:
Mujer/hombre y deber/ambición.
Es, sobre todo, a partir de estos ejes, donde se intenta explicar las causas de su personalidad y sus contradicciones que la hicieron un personaje tan particular y controvertido.
En un mundo liderado por hombres, Margaret Thatcher debe hacerse fuerte para abogar por la igualdad intelectual, de carácter, de fuerza y de liderazgo entre ambos sexos.
También suele construirse su personaje por oposición a personajes de su mismo sexo, como su propia hija o las mujeres que la cuidan en la actualidad.
La frialdad del caparazón de Margaret es mostrado en torno a su concepción de la era moderna, del gobierno que se preocupa más sobre los sentimientos que por los pensamientos y las ideas.
The Iron Lady también trata de mostrar el lado interior de esta “Dama de Hierro”, cuando la relaciona con sus hijos o su marido, aunque siempre desde el presente y desde el arrepentimiento tal vez, ya que la elección entre su vocación y su familia es mostrada claramente a favor de la primera.
Sin ser un retrato político de esta británica mujer que marco toda una generación, The Iron Lady recuerda más bien a una caduca mujer que añora un pasado glorioso, muy duro y costoso, que le llevo a la cima de lo que ella creía querer.
The Iron Lady no es tan biográfica ni tan histórica como se prevé sino todo lo contrario, un frágil y leve retrato melancólico por el difícil mundo de los hombres en el cual tuvo que luchar para abrirse camino.
Con una última frase, contundente y tajante, que resume con brillantez lo que realmente fue su vida, la soledad fue su alma gemela que la acompañó donde fuera que fuese hasta el final de sus días.
No muy atractiva por su insuficiencia de acontecimientos ministeriales, The Iron Lady es elegante y suave en su perfil de esta Dama de Hierro.
Es mayor el interés por disfrutar de esta gran actriz que es Meryl Streep, que el saber de las argucias de la Primer Ministro británica; curioso no?
La actuación de Meryl Streep es sobrecogedoramente buena y la trama, que viaja continuamente desde una Margaret Thatcher en tiempos actuales, que puede ir a un negocio y no ser reconocida por nadie, a los tiempos de sus inicios en política, su marcadora experiencia familiar y su carácter, determinado desde el inicio y que se muestra en el sin fin de momentos históricos que le tocó afrontar, el descalabro económico inglés, la lucha contra el IRA, la Guerra de las Malvinas o el poderío de los sindicatos que tuvo varias veces su Gobierno al borde del abismo.
The Iron Lady nos muestra a una Margaret Thatcher que padece demencia senil.
En la historia, ambientada en nuestros días aunque va a caballo entre presente y pasado, podemos ver a Thatcher negándose a reconocer la muerte de su marido Denis (Jim Broadbent)
Mantiene varias conversaciones con él en su imaginación recordando los más importantes hechos de su vida como Primer Ministro, desde su juventud hasta su caída en 1991, cuando John Major le arrebata el poder dentro del Partido Conservador.
La vejez del personaje sirve, desde el punto de vista narrativo, como medio para relatar su vida desde que era una adolescente mediante el uso de flashbacks.
De esta forma somos testigos de cómo poco a poco fue abriéndose paso en un competitivo mundo de hombres hasta convertirse gracias a una infinita tenacidad y pasión por el trabajo en Primer Ministro Británica.
Este es quizás el único acierto de The Iron Lady, es decir, mostrar la figura de Thatcher desde un lado humano con la excusa de su vejez y de su Alzheimer, y no hacer de The Iron Lady un simple panfleto político, ya que se centra más sobre el personaje que sobre la historia que lo tocó escribir.
Se muestra la mano de hierro que tuvo para hacer frente a cada batalla que tuvo que dar, para el bien de Gran Bretaña y otras no tanto.
Al final, es el tiempo y la historia la que se encarga de mostrar los hechos sin la carga ideológica con que siempre viene aparejada.
Podremos juzgar (con mucho fundamento) varias de las políticas del thatcherismo, pero sin duda, su protagonista merecía que su historia fuera contada.
Ciertamente las políticas férreas de Thatcher fueron, en un principio, duramente criticadas por la población británica, porque solo trajo consigo caos y anarquía en varios sectores por la alta recesión económica, aunque en el largo plazo se acostumbraron a su mandato gracias a la victoria Británica en las Guerras de las Malvinas, ganando así tres periodos consecutivos en total.
Lo que resulta extremadamente chocante a simple vista es la superficialidad con la que están relatados los diferentes aspectos de la vida política de Thatcher.
Abi Morgan, la guionista, pasa de puntillas en su libreto por los distintos episodios de la vida de la Dama de Hierro sin querer profundizar en ninguno de ellos ni centrándose tampoco en alguno relevante, como es lo común en películas de esta índole.
Éstos no pasan de ser simples bloques temáticos que saltan de uno a otro en pocos minutos para desconcierto del espectador.
Episodios como el de la Guerra de las Malvinas, por ejemplo, tan delicado e importante para la carrera política de Thatcher, es liquidado de un plumazo.
No hay tregua para la reflexión ni para asimilar lo que nos están contando.
Cuando nos queremos dar cuenta ya estamos presenciando otro acontecimiento de su vida política en un formato que hubiera encajado mejor, si se quiere abarcar toda su trayectoria, en una serie televisiva.
En varios puntos se toca el tema de que el pensamiento está por encima los sentimientos o la amabilidad, lo cual puedo entender a la perfección dado la excéntrica personalidad de Thatcher y los disturbios sociales que ocasionaron sus ideas.
La mirada principal que se le puede apreciar diminutamente en The Iron Lady, es el ascenso y determinación de una mujer que estaba decidida a seguir sus ideales en lugar de limitarse al pensamiento de otros, en este caso los hombres.
Es decir, The Iron Lady es feminista porque retrata a Thatcher como un orgullo femenino en lugar de una figura política de gran trascendencia para algunos y una "Dama de Hierro" para otros.
Y es que Margaret Thatcher no sólo tomó esas decisiones porque no le quedaba otro remedio, sino porque consideraba que era lo correcto, y es algo que no termina de reflejar muy bien The Iron Lady, a veces lo hace y otras no.
Con todo lo dicho, estamos ante una película que funciona mejor como construcción de un carácter que como biografía histórica, y también como muestra de una personalidad de hierro a la que le salieron grietas al final de su vida, cuando ya no podía controlar su entorno.
No puedo negar que Meryl Streep le da credibilidad a su personaje, es tal el caso, que podemos compararla con la Thatcher real y veríamos muy pocas diferencias entre su forma de actuar o expresarse.
No sé si Meryl Streep es Margaret Thatcher o si Margaret Thatcher es Meryl Streep; he sido testigo de esos casos raros en que el personaje histórico escoge al actor.
Por tanto, se recomienda ver The Iron Lady en el idioma original, es decir no doblada al español, si no la actuación de Meryl Streep no tendría ningún valor.
Streep es conocida por su virtud en la emulación de diferentes acentos e idiomas; el timbre de voz usado como el tono y el volumen dado a ciertas palabras hacen de su actuación una representación soberbia, encomiable, llegando a la perfección en la caracterización.
En The Iron Lady, ella reproduce el estilo vocal de Margaret Thatcher, tanto desde sus primeros días hasta que se convirtió en Primer Ministro de Gran Bretaña, y después de que ella había tomado clases de dicción para cambiar tanto el tono y la pronunciación de su entrega.
A pesar de los elogios otorgados, Streep ha respondido que la adopción de los acentos es un elemento que se considera simplemente una parte obvia de su tarea en la creación de personajes.
Cuando se le preguntó si los acentos le ayudan a entrar en el personaje, ella respondió:
“Siempre me desconcierta la pregunta...
¿Cómo iba a interpretar un papel hablando como yo?”
Cuando se le preguntó sobre cómo reproduce diferentes acentos, Streep respondió:
“Yo escucho”
Además Streep la presenta como una mujer compleja, intelectual y contradictoria, que no teme en revelar sus ideales y actuar con todo el radicalismo posible en el entorno que la rodea, el ámbito político.
Otro aspecto que resulta novedoso es el maquillaje excepcional que aplicaron al rostro de Streep para hacerla parecer más vieja.
La actriz consigue que sintamos compasión por su personaje, que veamos la realidad de que detrás de un ser tan odiado, por algunos, como Thatcher, no había ni un ángel ni un demonio, sino una mujer de convicciones férreas, de arrojo sin límites, de fuerza descomunal, de entereza admirable.
Virtudes todas que no se le pueden negar a esta mujer, odiada por tantos, pero que Streep, como maravillosa actriz que es, convierte en humana.
Meryl Streep compone una ex-Primer Ministro perfecta.
Se podría decir que hace lo de siempre, dar vida de forma magnífica una persona con todos los detalles, gestos y matices posibles, y lograrlo con la apariencia de que es lo más natural del mundo.
“No mucha gente tiene ese hierro y la ironía del título (del filme) es que nadie es de acero, todos lamentamos cosas, al final de nuestra vida evaluamos el coste de las decisiones que tomamos, esa es la parte que me interesaba”, afirmó la actriz estadounidense.
Se trataba de mostrar, dijo, "el final de su vida y mirarla a través de los lentes de una mujer que rompió moldes" y "ver su vida a través de sus propios ojos al final de la misma, cuando ella hace su propio análisis, un análisis emocional del coste de las decisiones"
The Iron Lady es una película "subjetiva, no una biografía, no aborda una verdad objetiva de los eventos que sucedieron en sus años en el poder.
Es una historia íntima de una persona", agregó.
Los críticos no dudan en anticipar un Oscar para Streep porque imita casi a la perfección la voz, el movimiento del labio inferior y toda la autoridad que hizo famosa a la política conservadora, si bien la actriz admitió que no tuvo mucho tiempo para preparar su interpretación por razones familiares.
Al serle preguntada si siente que tiene algo en común con Thatcher, Streep dijo que comparte algo del carácter "implacable" de la ex líder del Partido Conservador, pero nada comparado con su capacidad "para la lectura y para absorber información"
Además, a Streep le interesó ver cómo fue la caída de Thatcher y recordó cuando casi humilló a Geoffrey Howe, el que fuera su ministro de Economía, Exteriores, Líder de la Cámara de los Comunes y al final adversario político e interpretado por Anthony Head, durante una reunión de gabinete al detectar faltas de ortografía en un documento que le había presentado.
La escena de Howe retrata bien a una primera ministra al final de su carrera política.
"Demasiado Thatcher", dijo Streep al referirse a la seguridad personal que tenía ya la política.
"Cuando reducimos a nuestro adversario a algo menos que estatua humana entramos en un terreno muy peligroso", añadió.
El tono intimista y unos notables efectos de maquillaje que la hacen envejecer cuando es preciso permiten a esta sobresaliente actriz crear a la persona de Margaret Thatcher tanto adulta como anciana de una forma espectacular.
Sin embargo, no falta humanidad en el personaje de Thatcher porque Meryl Streep es capaz de eso y de mucho más.
Suya es The Iron Lady cuando la directora decide darle voz y memoria para recordar su pasado desde la ancianidad y cuando habla con el difunto Denis Thatcher.
Son momentos cargados de personalidad y hondura, aunque no de excesivo sentimiento, en los que la mujer siente por primera vez que necesita la compañía de su marido y recuerda cómo la hija de un tendero se fue a Oxford y luchó cada día en una guerra de hombres por su país.
El comienzo de The Iron Lady con esa mujer senil que vive en otra realidad, lo mismo que cada uno de los regresos al presente, en menor medida por reiterativos, convence a un espectador que se rinde ante el despliegue interpretativo de Streep, pero que pierde el interés cuando el cronista es quien asume la voz narrativa.
Para la preparación de su personaje, Streep asistió en enero a una sesión parlamentaria en la Casa de los Comunes, para poder observar a los parlamentarios británicos en acción.
La actriz intentó reunirse con la ex-Primer Ministro, pero cedió ante su negativa, ya que actualmente Margaret Thatcher sufre un tipo de demencia, según afirmó la hija de ésta, Carol, en sus memorias.
Se han escuchado diversas voces críticas sobre la película The Iron Lady.
Los hijos de Thatcher, afirmaron que se trataba de una "fantasía de izquierdas"
Sin embargo, el escritor Charles Moore, que actualmente se encuentra escribiendo la biografía autorizada de Thatcher, declaró que la interpretación de Streep es "asombrosamente brillante", porque captura la presencia de la ex primera ministra, su aislamiento en tanto que mujer en el poder, su ambición, y también el precio que tuvo que pagar.
Jim Broadbent tiene también sus momentos de chispa, encarnado al marido de la Dama de Hierro y el grupo de secundarios, entre los que se encuentran los actores Anthony Head, Richard E. Grant y Iain Glen, apenas tiene minutos ni para dejar más o menos claro a quién se supone que interpretan.
Por otro lado, lo que en primer plano se maneja aquí es el lo mal parada que queda la imagen de la mujer ante la situación de poder y comparación frente al hombre.
Si bien es un tema muy machista, The Iron Lady trata de la misma manera; de forma machista.
La mujer deja toda su familia por el poder, porque ese es su lugar, junto a la familia.
“I never hugged him, I bombed him”
The Iron Lady trata sobre el poder y el precio que hay que pagar por él, en un retrato sorprendente e íntimo de una mujer extraordinaria y compleja.
Thatcher rompió las barreras de género y clase social en su ascenso desde sus humildes comienzos como hija de un comerciante hasta convertirse en líder del Partido Conservador y más tarde Primer Ministro.
El Primer Ministro británico, David Cameron, elogió la actuación de Streep, pero criticó la representación de Thatcher como una mujer frágil y anciana y sugirió que The Iron Lady no debía haberse estrenado estando ella aún con vida y sufriendo demencia.
Gabriela Michetti, una argentina legisladora de la oposición, afirmó que The Iron Lady humaniza a Thatcher.
"Muestra el contraste entre su debilidad y su firmeza rozando la crueldad", afirmó Michetti cuando terminaron los créditos.
"Puedes ver su juventud, lo mucho que luchó contra los obstáculos en un mundo de hombres y como hija de un comerciante... es la primera vez que la veo de esta manera", agregó.
En los círculos cercanos a Thatcher consideran que The Iron Lady insiste demasiado en el deterioro mental que afecta a la ex-Primer Ministro desde hace años.
Por otro lado, desde los sectores más liberales aseguran que The Iron Lady es un retrato dulcificado de Thatcher.
El primer ministro británico, David Cameron, que dijo haber visto The Iron Lady, insistió en que ha sido prematuro hacer la cinta pero reconoció que la interpretación de Streep es “fantástica”
“Uno no puede dejar de preguntarse:
¿Por qué tenemos que tener esta película ahora?
Es un filme más de la vejez y los elementos de la demencia que sobre una increíble Primer Ministro”, afirmó.
Como consecuencia de The Iron Lady, las tensiones entre el Reino Unido y Argentina han resurgido en los últimos meses por la búsqueda de petróleo en las islas Malvinas.
La decisión británica de enviar uno de sus buques de guerra más sofisticado a las islas también ha abierto viejas heridas, a pesar de que parece imposible un nuevo conflicto armado.
Para las nuevas generaciones, Margaret Thatcher es la desconocida que es imprescindible conocer.
Su mensaje sigue estando tan vigente hoy como entonces porque los principios conservadores de libertad y autogobierno que ella propugnó y defendió en su época siguen representando la mejor esperanza de futuro para las nuevas generaciones.
Margaret Thatcher fue una política de temple, sin medias tintas y valiente en un mundo dominado por hombres, lo cual hacía su labor aún más difícil.

“It used to be about trying to do something.
Now it's about trying to be someone”


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