The Wolf Of Wall Street

“This right here is the land of opportunity.
This is America.
This is my home!
The show goes on!”

Jordan Belfort, fue uno de los personajes más extremos que ha dado Wall Street.
Llegó al mundo de las finanzas de New York, en 1987, dispuesto a comerse el mundo.
Sólo un año después de empezar a trabajar como “broker” o “corredor de bolsa”, se hizo con el control de Stratton Oakmont, una de las agencias de corredores, con más éxito de la época, conocida por operar como una “boiler room” o “cuarto de calderas”; un call center en el que se vendían bonos basura, utilizando todo tipo de técnicas injustas, deshonestas, y en su mayoría, fraudulentas.
Wall Street, es el nombre de una estrecha calle neoyorquina, situada en el bajo Manhattan, entre Broadway y el East River; considerado el corazón histórico del distrito financiero, es el principal y permanente hogar de La Bolsa de Valores de New York.
El término, es usado para hacer referencia, tanto al mercado financiero estadounidense, como a instituciones financieras.
Curiosamente, la mayoría de las firmas financieras de la metrópoli, no cotizan en Wall Street, sino en otros mercados más específicos o pequeños en Manhattan.
Jordan R. Belfort, actualmente, es un conferencista, y antiguo “broker” con autorización para asesorar, o realizar directamente, inversiones o transacciones de valores en los mercados financieros.
Es célebre, por haber sido acusado, y declarado culpable, por manipulación del mercado de valores, lavado de dinero, y otros delitos relacionados con las altas finanzas.
Belfort, oriundo de Long Island, New York, era la antítesis de lo que es en el presente.
Más bien, un villano de cuello blanco, famoso por sus excesos, que terminó en la cárcel, por orquestar uno de los fraudes más grandes de la historia en Estados Unidos.
Belfort nació en el seno de una familia judía de clase media, y desde muy temprana edad, dice en sus memorias, se obsesionó con la idea de amasar una fortuna, y vivir rodeado de los lujos que tanto escaseaban en su casa.
Su primera aventura empresarial, cuando aún estaba en el colegio, fue vendiendo paletas durante el verano, en las playas de la localidad.
En solo una temporada, el joven, entonces de 17 años, amasó sus primeros $20.000, con los que pensó financiarse una carrera como dentista, pues tenía la impresión, de que en esa profesión se ganaban millones.
Pero la ilusión le duró poco.
En su primer día de clases, el decano de la facultad lo desinfló, cuando les dijo a los estudiantes, que La Era Dorada de La Dentistería, ya había pasado, y que si pensaban enriquecerse, habían escogido la carrera equivocada.
Al día siguiente, Belfort se retiró de la universidad, y decidió montar un negocio de venta de pescado, que si bien le daba para vivir, no prometía la fortuna con la que soñaba.
En esas andaba, cuando escuchó la historia de un joven del barrio, que se había empleado como corredor de bolsa en Wall Street, y desde entonces, se daba la gran vida.
En su libro, Belfort recuerda ese instante, como el que cambió todo.
Pronto, abandonó su precario negocio, y se empleó como aprendiz en L.F. Rothchild, una respetada firma de corredores, que terminó en bancarrota al cabo de los años, comenzando su carrera como corredor de bolsa, y quebrando en 1988.
Pero, el ambicioso Belfort aprendió la mecánica de los mercados, y fundó la franquicia Stratton Securities, otra firma de corredores, que negociaban con bonos y valores.
A los pocos meses, había recolectado tanto capital, que pudo comprar toda la empresa, a la que rebautizó Stratton Oakmont.
En la década de 1990, fundó, junto a Danny Porush, la firma de corretaje Stratton Oakmont, empresa que funcionaba como una “boiler room” que vendía acciones a centavo, y estafaba acciones fraudulentas a los inversores.
Según admite el propio Belfort, en sus comienzos, Stratton Oakmont arrancó con intenciones honestas.
“Queríamos hacer plata, pero jugando limpio.
Pero Wall Street te va deformando, y se va perdiendo la sensibilidad.
En un abrir y cerrar de ojos, la gente se convirtió en números.
Tenía solo 25 años, y perdí el norte”, sostiene Belfort, en una entrevista que le concedió a la revista Business Week.
En los años que siguieron, Stratton se convirtió en una máquina de hacer dinero, a través de métodos fraudulentos.
De hecho, sobre ese período, ya existe otra famosa película, “Boiler Room” que llegó al cine en el 2000, y está dedicada también, a Jordan Belfort y su empresa.
Básicamente, el esquema era, comprar grandes paquetes de acciones baratas de compañías con poco futuro, y a su vez, vender acciones de esa misma empresa a clientes, que ubicaban a través de la guía telefónica.
Cuando las ventas habían disparado el valor de las acciones, Belfort vendía todas las suyas en el mercado, recogiendo enormes dividendos, pero provocando un desplome de su valor, que dejaba a sus clientes, sin un solo dólar.
A mediados de los 90, Stratton contaba con más de 1.000 corredores de bolsa, que también se enriquecían con las maniobras.
En un momento dado, el propio Belfort, alcanzó a amasar más de un billón de dólares, mientras su firma era reconocida, como de las más grandes y poderosas en el centro de Manhattan.
Pero con los millones llegaron los excesos, que son casi objeto de leyenda.
Antes de cumplir los 30 años, “El Lobo” ya contaba con una mansión a las afueras de New York, avión y helicóptero privados, y hasta un yate de 256 pies, que le había pertenecido a la célebre diseñadora francesa, Coco Chanel.
Durante sus años como presidente de Stratton, Belfort llevó un convulso estilo de vida, con continuas fiestas, y una fuerte adicción a las drogas, destacando la metacualona.
La metacualona, es un medicamento sedante-hipnótico, similar en sus efectos a un barbitúrico, un depresivo general del sistema nervioso central.
Su uso extensivo, ocurrió durante la década de 1960 y 1970, como un hipnótico, para el tratamiento del insomnio, y como sedante y relajante muscular.
También, ha sido usada ilegalmente, como droga recreativa, comúnmente conocida como Quaaludes, Sopors, Ludes, o Mandrax, principalmente en la década de los 1970, en EEUU/Canadá, dependiendo del fabricante.
La metacualona producida clandestinamente, sigue siendo incautada por agencias gubernamentales, y de policía por todo el mundo.
Los efectos de la metacualona, pueden incluir:
Euforia, somnolencia, reducción la frecuencia cardiaca, disminución de la respiración, aumento de la excitación sexual, o afrodisíaco, y parestesia, adormecimiento de los dedos, y dedos de los pies.
En dosis más grandes, puede provocar depresión respiratoria, trastornos del habla, dolor de cabeza, y fotofobia, o excesiva sensibilidad a la luz.
Una sobredosis, puede provocar:
Delirium, convulsiónes hipertonia, hiperreflexia, vómitos, insuficiencia renal, coma, y muerte, a través de paro cardiaco, o paro respiratorio.
Se asemeja a la intoxicación por barbitúricos, pero con dificultades motoras mayores, y una menor incidencia de la depresión cardiaca, o respiratoria.
La toxicidad, es tratada con diazepam, y a veces otros anticonvulsivos.
Con ello, Belfort se volvió muy adicto.
Dicen que, en sus fiestas, la cocaína se servía en bandejas, y abundaban las prostitutas más cotizadas de la ciudad.
En ocasiones, armaba en hoteles, bacanales que duraban hasta 3 días, y en las que se gastaba hasta $700.000 por noche.
Fue en esa época, cuando se divorció de su primera esposa, y se casó con la supermodelo, Nadine Caridi.
Y también, los años en los que terminó hundiendo su lujoso yate durante unas vacaciones en Italia, al ordenarle al capitán, salir a navegar en medio de una tormenta.
Por su parte, Stratton Oakmont, llegó a emplear a más de 1000 corredores de bolsa, y participó en la emisión de nuevas acciones por valor de más de $1,000 millones, de unas 35 empresas, incluyendo una oferta pública de venta (OPV) fraudulenta de la empresa de calzado Steve Madden Ltd.
Los escandalosos rumores sobre su vida privada, y las numerosas quejas que llegaban de clientes que se sentían estafados, provocó una investigación, en 1998, del Securities and Exchange Commission (SEC) contra Stratton Oakmont y Belfort.
La firma, fue clausurada, y el segundo, acusado de un fraude que ocasionó pérdidas superiores a los $200 millones.
El regulador financiero y Securities Commissioner por Alabama, Joseph Borg, formó un grupo de trabajo multiestatal, que llevó al procesamiento de Stratton, después de que su oficina recibiera continuas quejas de clientes de la firma.9
Belfort fue acusado formalmente, en 1998, de:
Fraude de valores, lavado de dinero, y manipulación del mercado de valores.
Tras colaborar con el FBI, fue encarcelado en una prisión federal durante 22 meses, condenado por “Pump and dump”, lo que se tradujo en una pérdida de $200 millones para los inversores.
Cabe decir que “Pump and dump” o “inflar y tirar”, es un tipo de fraude que consiste en, difundir un rumor con el fin de inflar, artificialmente, el precio de unas acciones, a través de afirmaciones positivas falsas, erróneas, o exageradas, con el fin de vender esas acciones, compradas previamente a un precio muy inferior, a un alto precio.
Una vez que los operadores del esquema, venden sus sobrevaloradas acciones, el precio cae, y los inversores pierden su dinero.
En sus mejores momentos, cuando Jordan era el amo del corral de Wall Street, presumía de ganar más de $50 millones al año.
Y aunque parezca, era verdad.
En un sólo día, conseguía embolsarse algo más de $12 millones, en 3 minutos.
Ganaba tanto dinero, que la mafia le colocó observadores, para que aprendieran como era posible ganar tanto dinero, en tan poco tiempo.
Una auténtica locura.
Pero sus excesos, llamaron la atención del FBI, esos a los que despachó una vez tirándoles billetes.
Su caída fue tan estrepitosa como su ascenso, al ser imputado por estafa y blanqueo de dinero.
Belfort reconoció los cargos, y se mostró dispuesto a colaborar con el FBI.
El golpe de cambio llegó, cuando Belfort empezó a desesperarse, y a contrabandear dinero fuera del país.
Los fondos terminaron en cuentas de bancos suizos, donde se los lavaba.
Y el lavado de dinero, era justamente, el área de experiencia del agente Gregory Coleman.
“La palanca que usamos para abrirlos, fue la evasión de impuestos”, explica.
“Pudimos conseguir algunos testigos, que estaban ayudando a contrabandear el dinero, para proveernos de información.
Usamos esa información, para ir a las autoridades suizas, y que nos dieran más información sobre los banqueros que Belfort utilizaba en Ginebra.
Nos llevó tiempo, porque el secreto bancario de Suiza, era aún muy robusto, y tuvimos que convencer a las autoridades, que esa clase de conducta, era algo sobre lo que nos tenían que informar.
Eventualmente, conseguimos que cooperara el banquero suizo de Belfort”, dijo.
Al fin, con evidencia concreta, Belfort y su socio Danny Porush, fueron arrestados en septiembre de 1998, y persuadidos de colaborar con la investigación.
Belfort tuvo que comprometer $10 millones para su fianza, fianza en forma de joyas, que llegaron a La Corte en un auto blindado, con guardias armados.
Belfort tuvo que indemnizar con $110,4 millones a sus antiguos clientes.
Y tras varios años de negociaciones con las autoridades, fue condenado a 4 años de cárcel, y a pagar esos $110,4 millones en restituciones.
La sentencia, fue posteriormente reducida a 22 meses, por cooperar con la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC) identificando a sus socios, y otras empresas que utilizaban métodos fraudulentos similares a los de Stratton.
El acuerdo prevé a su vez, que Belfort entregue el 50% de sus utilidades anuales, hasta que termine de pagar los $110 millones que les debe a sus antiguos clientes.
De estos, ha pagado solo $11 millones, pero ha prometido entregar hasta el ciento por ciento de todas las utilidades que le entren por la película recién estrenada “The Wolf Of Wall Street” (2013), y por las ventas de sus libros.
Belfort conoció en la cárcel, a Tommy Chong, quien lo animó a escribir sus historias y publicarlas; y tras su salida de prisión, su amistad se mantuvo.
Jordan Belfort, ha escrito 2 libros autobiográficos:
“The Wolf Of Wall Street” y “Catching The Wolf Of Wall Street”
La notoriedad alcanzada por la empresa, desde finales de la década de 1990, inspiró las películas:
“Boiler Room” (2000), y “The Wolf Of Wall Street” (2013)
Jordan Belfort, actualmente se gana la vida hoy, dictando conferencias sobre la ética de un buen vendedor, y dando discursos sobre superación personal.
Una buena vida, hay que decir, pues por cada charla, que no dura más de una hora.
Tiene 3 hijos, va a la iglesia todos los domingos, y se acuesta antes de las 9 de la noche, pues la vida nocturna, hoy, poco le atrae.
Belfort reconoció que, en los 90, era emocionalmente inmaduro, inseguro, y tenía una predisposición a buscar la gratificación instantánea:
“Mis figuras a seguir eran Gordon Gekko, el personaje de Michael Douglas en “Wall Street” (1987) y el Richard Gere de “Pretty Woman” (1990)
Quería siempre lo mejor, la suite presidencial, el Ferrari, una casa en la playa, la rubia más despampanante, el vino más caro, un yate…
Quería ser el rico de Wall Street definitivo”
Hoy, irónicamente, Jordan Belfort dicta cursos, en los que enseña los métodos que lo hicieron un gran estafador, pero desde una óptica completamente diferente.
“No hay nada de malo en saber, cómo se vende un producto, un servicio, o a uno mismo.
Sin embargo, yo alguna vez usé este método, por las razones equivocadas, y me perdí en el camino.
Afortunadamente, regresé a mis raíces, y hoy entiendo que la mejor manera de ser exitoso en este negocio, es ser ético.
Entre más se es, mejor te va”, dice Belfort, al iniciar una de sus famosas conferencias.
O, como dijo alguna vez:
“Para vender, sigo siendo un lobo, solo que ahora, ya no me escondo en una piel de oveja”
El yate, los autos, la esposa supermodelo, y la fortuna, ya no existen.
Belfort, padre de 3 hijos, vive ahora en una modesta casa de 3 dormitorios, en un suburbio de Los Angeles, relativamente económico.
En sus seminarios, los asistentes son instruidos en una técnica de venta que él llama “Straight Line” o “Línea recta”:
Un set de reglas predeterminadas, para ir desde el primer contacto al cierre de una venta.
Es, según ha dicho, más o menos el mismo sistema que les enseñó a sus empleados, para presionarlos a comprar acciones de las firmas sin valor, que una vez promovió.
Se le han pagado hasta $30 mil por una hora de su sabiduría.
Tenía un muy buen pasar, pero sus ingresos, eran sólo una fracción de la vasta riqueza que disfrutó; una orden de La Corte, lo obliga a pagar un 50% de sus ganancias actuales, a un fondo de compensación para sus cientos de víctimas.
Belfort asegura, que se ha reformado por completo, y de los viejos tiempos, sólo conserva un reloj Bulgari, de $9,000, y el cuadro que tenía en el dormitorio de su antiguo yate.
“Sé que algunas personas dirán:
“Es un tipo malo, podrido hasta las entrañas.
Espero que arda en el infierno”, confesó Belfort en una entrevista con el New York Times.
“Pero las personas, tienen derecho a redimirse.
He cometido algunos errores terribles.
Pero un leopardo, puede cambiar sus manchas”
Hay un dicho entre los traficantes de droga, que forma parte de la sabiduría popular, dice algo así como:
“Nunca te drogues con lo que trafiques”, y eso fue exactamente, lo que Belfort hizo, haber llegado a un momento, en el que se encontraba tan drogado con su propio éxito, con su propio sueño de éxito, con el éxito de otros, con la idea de la impunidad, del poder absoluto que lo rodea… y eso lo ve en los que le compran, sus empleados que compran su modelo de éxito millonario instantáneo, es en ellos que ve los frutos, y quiere volver a ser como ellos:
Inocente y absurdamente rico, por eso sigue, y esa es su perdición.
“My name is Jordan Belfort.
Not him. Me.
That's right.
I'm a former member of the middle class raised by two accountants in a tiny apartment in Bayside Queens.
The year I turned 26 as the head of my own brokerage firm, I made 49 million dollars, which really pissed me off because it was three shy of a million a week.
No, no, no.
My Ferrari was white like Don Johnson's in Miami Vice, not red”
The Wolf Of Wall Street es una película dramática, del año 2013, dirigida por Martin Scorsese.
Protagonizada por Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaughey, Jean Dujardin, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Bernthal, Jon Favreau, Ethan Suplee, Margot Robbie, Cristin Milioti, Katarina Cas, Joanna Lumley, Spike Jonze, Jordan Belfort, Chris Kerson, Shea Whigham, entre otros.
El guion fue escrito por Terence Winter, basado en las memorias “The Wolf Of Wall Street” del mismo Jordan Belfort.
The Wolf Of Wall Street representa la tercera vez que Scorsese ha llevado a cabo una película, centrándose en las vivencias de un individuo con una moral más que cuestionable, y reprochable, y ha llevado a cabo, ni más ni menos, que 3 veces una estructura basada en ese mismo patrón:
Ascenso, apogeo y declive; con personajes que se encuentran arriba, y que vemos cómo caen al vacío.
Tema que tenía un tanto abandonado, y que recupera majestuosamente, esta vez, en un claro, y oportuno tono de comedia.
The Wolf Of Wall Street, cuenta la historia de un agente de bolsa de New York, Jordan Belfort, que se niega a cooperar en un caso de fraude de títulos, que involucra la corrupción en Wall Street, el banco comercial, e infiltración de la mafia.
Aunque el propio Belfort ha dicho, que The Wolf Of Wall Street tiene varios “adornos” más propios de Hollywood, que de la vida real; reconoce que en buena parte, es un fiel reflejo de una época que quisiera olvidar:
“Todavía me enojo, cuando recuerdo lo bajo que caí.
Pero también he entendido, que uno no es el pasado, sino el presente.
Hoy soy otra persona, y trato todos los días, de ser un mejor ser humano”, dice este cincuentón que reside en California.
The Wolf Of Wall Street es la 5ª colaboración entre Scorsese y DiCaprio; y obtuvo 5 nominaciones al Premio Oscar, incluyendo:
Mejor película, director, actor principal (Leonardo DiCaprio), actor secundario (Jonah Hill), y guión adaptado.
Scorsese, logra recrear un universo de dinero, drogas, y sexo, con descaro y sin ambigüedades, mezclando ritmo frenético, con momentos pausados.
De todas las películas de Scorsese que he visto, The Wolf Of Wall Street, es sin duda, la más salvaje y excesiva; llena de escenas donde se muestra a personajes consumiendo las más diversas drogas, y en múltiples actos sexuales, lo que explica la restricción para menores de 18 años.
En palabras de Scorsese, The Wolf Of Wall Street es un relato sobre el poder absoluto.
En parte por ello, Marty no juzga a los personajes, e invita al espectador, a reflexionar sobre como actuarían ellos, si vivieran las mismas situaciones que le toca atravesar a Belfort.
Sin embargo, The Wolf Of Wall Street aborda con cinismo crítico, la idea del “Sueño Americano” y el “modus operandi” del mundo financiero.
The Wolf Of Wall Street es una película llena de avaricia, personajes ambiciosos, la subida, la caída, estilo gánster, narración en “voice over”, ángulos de cámara exagerados, drogas, sexo, “femme fatales”, lavado de dinero, prostitutas, fiestas alocadas, crimen, y todo lo que se pueda ver en la orbe criminal.
Además, con una musicalización, cargada de adrenalina.
Los criminales de The Wolf Of Wall Street no son gánsteres comunes, sino corredores de bolsas, y Scorsese deja atrás la mafia, las pistolas, y las muertes.
The Wolf Of Wall Street nos cuenta la historia de Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio), un corredor de bolsas que empieza trabajando en el fondo de Wall Street, bajo la tutela de Mark Hanna (Matthew McConaughey), el cual es cancelado con la caída de la bolsa en 1987.
Cuando eso ocurre, pretende escalar; crea su propia compañía, Stratton Oakmont, con Donnie Azoff (Jonah Hill), un personaje basado en Danny Porush, y se embarcan en una odisea financiera, en un mundo donde los corredores de bolsas y los buscadores de inversionistas, son víctimas de acciones oscuras, carentes de moral.
Belfort, se convierte en una verdadera máquina de ganar dinero, a través de métodos fraudulentos e ilegales.
Gracias a su labia, el protagonista es capaz de transmitir su entusiasmo a todos sus empleados, lo que hace de su compañía, un lugar similar a una selva, donde el sexo, las drogas, y el dinero, corren por partes iguales.
Al poco tiempo, Belfort se ha casado con una hermosa mujer, llamada Naomi Lapaglia (Margot Robbie), personaje basado en Nadine Caridi, y se compra una enorme casa, y gana más dinero del que puede gastar.
Pero no todo es tan perfecto en su vida, ya que sus métodos no tardan en llegar a oídos del FBI, donde el agente Patrick Denham (Kyle Chandler), personaje basado en el agente del FBI, Gregory Coleman, se comprometerá a atraparlo a él, y a sus socios.
Así de simple, The Wolf Of Wall Street sintetiza la corrupción del “Sueño Americano” de una manera extravagante, y lo hace con un sentido de humor sádico, y muy negro.
Todas las escenas de escapadas, orgías, salvajismos, locuras, y derroches que rodea el bajo mundo de Wall Street; muestra lo que hacen estos corredores de bolsa, con el dinero de los “clientes”
El personaje principal, no es solamente una representación del verdadero corredor de bolsa, en cuya vida está basada The Wolf Of Wall Street, sino también, un arquetipo del hombre exitoso del mundo capitalista.
Pese a su inmoral forma de ganar dinero, Belfort es visto por varias personas, como un modelo a seguir, y eso es lo que nos termina advirtiendo la obra.
Así pues, The Wolf Of Wall Street, sigue el ascenso y caída de un tipo despreciable, ruin, y sin escrúpulos, que prosperó en las feroces aguas de la bolsa de New York, exprimiendo hasta el último centavo de sus clientes, a ritmo de coca, orgías, y coches de lujo.
Pero lo hace de una forma tan endiabladamente adictiva, que es imposible no dejarse arrastrar por el hipnótico carisma de este “Robin Hood” del Siglo XXI, que robaba a los pobres, para seguir robando a los ricos.
Cargada de cinismo y humor negro, Martin Scorsese ignora los puntillismos de las cifras de mercado, y los mecanismos de la bolsa, para centrarse en lo que realmente importa:
El sórdido carrusel de excentricidades y abusos, de un panda de indeseables cegados por la droga, y cuantías indecentes de dinero:
“¿Que importa como lo ganábamos?”, exclama Belfort, al interrumpir su exposición.
“Lo que importaba es que éramos asquerosamente ricos”
No me parece que The Wolf Of Wall Street, busque a toda costa, ser una disección de una sociedad, en la que casi todo el mundo quiere ganar dinero fácil y rápido.
Cierto, se aborda esta cuestión, mas considero que el guión de Terence Winter, se centra en narrarnos la vida de excesos, en la que se involucra Jordan Belfort, y la mayoría de las personas que lo rodean, la moralidad brilla por su ausencia, y si acaso, tan sólo la encontramos en la primera mujer del protagonista.
“I was making so much money, that I didn't know what to do with it”
El prestigioso cineasta Martin Scorsese, ha llevado a la gran pantalla, la historia basada en hechos reales, del corredor de bolsa neoyorquino, Jordan Belfort; empezando por “El Sueño Americano”, hasta llegar a la codicia corporativa a finales de los 80, cuando Belfort pasa de las acciones especulativas y la honradez, al lanzamiento indiscriminado de empresas en Bolsa y la corrupción.
Su enorme éxito y fortuna, cuando tenía poco más de 20 años, como fundador de la agencia bursátil, Belfort le valió el mote de “El Lobo de Wall Street”
Dinero, poder, mujeres, drogas, las tentaciones abundaban, y el temor a la ley, era irrelevante.
Jordan y su manada de lobos, consideraban que la discreción, era una cualidad anticuada; nunca se conformaban con lo que tenían.
The Wolf Of Wall Street viene a ser, lo que podríamos llamar, una versión aburguesada de la obra maestra que responde al nombre de “Casino” (1995), obra del mismo Martin Scorsese, que actualmente muestra, algunos de esos síntomas de que la edad no perdona a nadie.
Puede ser aquello que llaman “sugestión”, pues el propio realizador, es quien ha revelado sentirse cansado; o puede ser que su trabajo, simplemente refleje el estado emocional de la persona que se esconde detrás del nombre.
Para dar vida al patriarca de esta “Sodoma y Gomorra” bursátil, Scorsese cuenta con la complicidad de un Leonardo DiCaprio fuera de sí.
Completamente desatado, el actor da lo mejor de sí mismo, con su histriónica personificación de un líder monetario, embarcado en una perpetua borrachera de dígitos, poder, y sustancias psicotrópicas.
La constante adicción a un subidón de 8 dígitos, es la única meta de un “Lobo de Wall Street” intoxicado por una visión hipertrofiada del “Sueño Americano”, en el que ganar más dinero, es el único objetivo de ganar dinero.
Scorsese le dijo a DiCaprio antes del rodaje, que simplemente se divirtiera, y lo diera todo, y DiCaprio cumple más de lo esperado, pues no sólo convence, brilla en cada plano; convirtiéndose con su actuación, en un hacedor de emociones explosivas; donde las ambiciones estrafalarias, el egocentrismo, el oportunismo, la arrogancia, y la vanidad excesiva, lo llevan a los límites de una vida exorbitantemente cara.
Es un tipo que vive “la vida loca” con todo el dinero que tiene, sin importarle nada.
Una interpretación verdaderamente provocativa; con la fuerza que emplea en los discursos motivacionales, lo acercan a la figura de un verdadero “predicador”, y de hecho, la reacción de los empleados, no difiere de la que se puede observar en un templo evangélico, al levantar las manos, y cerrar los ojos, mientras la persona que está adelante, los está “evangelizando”
Jordan Belfort, y su excéntrica y deliciosamente divertida personalidad, con sus dotes de mando, su liderazgo, y su portentosa presencia en pantalla, ilustran a las mil maravillas, la inexistente idea para cualquier oficinista, de que existe “el jefe perfecto”
“Me da igual lo que sean.
Sólo necesito que vivan igual que yo”
Eso es lo que dice Belfort a sus empleados, y para ellos, si tiene que construir una tarima flotante, y hablar con un micro 4 veces, a modo de orador, para aullar y motivar a sus lobos, lo hace, y si tiene que armar una súper fiesta semanal, que incluya cabaret masculino, strippers, monos que sirvan champan, confeti, y prostitutas, pues lo hace también.
Jamás se había visto un DiCaprio desbocado en un avión, bailando como si fuera un “break dancer”, hasta las cejas de drogas, o arrastrado en el suelo, sufriendo de parálisis cerebral, en una de las mejores escenas de la historia de las películas cómicas, sin lugar a dudas.
Para acompañarle, DiCaprio cuenta con un séquito de “descerebrados”, en cuyas manos quedaba la responsabilidad de manejar el dinero de sus clientes.
De entre ellos, destaca un Jonah Hill descomunal, como compadre de fechorías financieras de Belfort.
Juntos, y con la ocasional colaboración de gente como Jon Bernthal en el papel de Brad Bodnick, o Rob Reiner como Max Belfort, consiguen los más impagables momentos.
Donnie Azoff (Jonah Hill), la mano derecha de Jordan para todo, es un personaje de lo más desternillante que ha podido dar el cine.
Tiene un sinfín de escenas, gestos, frases, y sobre todo, comportamientos que rozan incluso lo obsceno.
El personaje, debido a la hilarante comicidad que desprende Jonah Hill allá por donde va, le viene como anillo al dedo, pues se trata de un tipo desenfadado, que le encanta irse de farra, ponerse hasta la córnea de todo lo malo, y que por supuesto, es tremendamente divertido.
Una actuación inolvidable que, además de encumbrarle como una de las mejores colaboraciones secundarias del año, muy probablemente, engrandece aún más a su “fellow” Leonardo DiCaprio, en su interpretación.
Las escenas del avión, o sobre todo la de los Lemmons, son sencillamente brutales.
Como suele ser habitual en el cine de Martin Scorsese, The Wolf Of Wall Street cuenta con un impecable “cast”; repleto de secundarios que derrochan carisma.
Desde la exuberante Margot Robbie, en su rol caza-fortunas, hasta un colosal Matthew McConaughey, cada uno de los rostros que pasa por la pantalla, parece entregado a esta demencial feria de las vanidades, en el que el dinero fluye con la irresistible obscenidad de cuerpos de supermodelos, perfilados con cirugía láser, y yuppies de narices espolvoreadas.
A lo largo de las 3 horas que dura, The Wolf Of Wall Street ofrece momentos tan notables como, por ejemplo:
El intento de soborno del personaje de Kyle Chandler, por parte de DiCaprio, o el intento desesperado, y bajo el efecto de las drogas, por parte del propio DiCaprio, de llegar a casa, a tiempo de evitar que se produzca una llamada comprometedora.
Momentos que de por sí, justifican su visionado, tanto como de breves son los 5 minutos en pantalla, de Matthew McConaughey, y su masturbatorio discurso.
The Wolf Of Wall Street es una odisea de desnudos integrales, y de lenguaje vulgar, y por supuesto, una espectacular idea general y extendida, de lo que fue la multimillonaria vida de Jordan Belfort, como el que presenta a DiCaprio en la última escena, cuyo cameo, no hace sino aumentar los rumores, de que es falso eso de que, no cobra ni un centavo de los ingresos, a pesar de aportar la base de la misma, gracias a su autobiografía.
Pues corrió la noticia, de que cuando Martin Scorsese hizo el pase de The Wolf Of Wall Street, para los académicos de Hollywood, recibió críticas negativas, por la forma en la que se había retratado el ab/uso de drogas, y el sexo.
El autor de la autobiografía, Jordan Belfort, parecía compartir dicha visión.
Pero:
¿No será pavor a la lúcida y atrevida mirada que Scorsese ha ofrecido, lo que hace revolver las tripas de algunos “puritanos” e “inocentes” miembros de La Academia?
Y, como decía Billy Wilder:
“Si quieres decir la verdad, se divertido, o te matarán”
Y eso ha hecho Scorsese, mostrándonos el patetismo que vive Belfort, con una mirada satírica, y caricaturesca.
La imagen, limpia y resaltando los colores, la personalidad de los personajes, el morbo de la trama, su explosividad, y su trepidante ritmo, hacen de la historia, una obra rayando la narraciones “pulp”; pero los gánsteres, han sido sustituidos por los “brokers”, que son los que comenzaron a manejar “el cotarro” en la década de los 90, y nos han llevado a la quiebra en el siglo XXI.
Las acciones presentadas en The Wolf Of Wall Street, per se moralmente reprochables, lo único que causan en el espectador, es risa y comentarios graciosos, entre otras reacciones, que uno puede considerar “positivas”
Por ejemplo:
El efecto de drogas ilegales, estafas a miles de personas, discursos fascistas que dejarían chico a cualquier dictador de pacotilla de este lado del mundo, y principalmente, la objetualización de la mujer en todo contexto de la historia.
Todo esto, es causa de risas, chistes, y principalmente, entretención...
La escena de 15 minutos, en que Leonardo DiCaprio se arrastra, y conduce su Ferrari, con el cerebro completamente paralizado, es desternillante, y ni que hablar de la secuencia de “Popeye” con Lemmons, jamás creí que vería al ídolo de infancia, siendo utilizado de una manera tan desvergonzada.
Y la culpa no es solo la de Jordan Belfort, si no que nuestra también, nos sentimos culpables, al disfrutar de eso; pero también, una satisfacción por la destrucción de la vida de Belfort.
La catarsis de un espectador sádico, la catarsis no viene a arruinar lo que fue una experiencia agradable, sino lo contrario, viene a aumentar la tensión, a entregar el momento esperado del fracaso, porque sabemos que, después de todo esto, él no podría llegar a quedar impune, y sabemos que llegará el momento, en que se le acabará la fiesta, casi literalmente, pues uno de los elementos más interesantes, es la forma en que filma y encuadra las fiestas.
Pero antes de que eso pase, nada nos impide disfrutar de una temporada en el infierno, y quién nos dice que el infierno tiene que ser necesariamente malo.
El problema de The Wolf Of Wall Street, es que a veces se asemeja demasiado a una comedia gamberra, de tal modo que al espectador, le da la impresión de que está asistiendo al visionado de, por ejemplo, una cinta similar a “The Hangover” (2009)
Ello, se hubiera solucionado, con un metraje más ajustado, y desarrollando otras tramas, como la investigación del FBI, o sobre todo, la relacionada con las consecuencias que el comportamiento de Belfort tiene en su familia, una circunstancia que tan sólo se aborda de forma magnífica en el último tramo, con golpes bajos y demasiado gráficos.
En su contra, pueden usarse argumentos como la duración de pasajes tan tragicómicos, como el accidentado colofón con los Lemmons 714, o que al final de su epopeya, no quede claro si Scorsese, pretende firmar una sátira de tan controvertido personaje, o exaltar sus logros.
Lo cierto es que The Wolf Of Wall Street, es y se hace larga, y bastante, algo que pasadas las 2 horas, empieza a pesar de cara a un tramo final, en donde el cansancio empaña lo que no deja de ser una película modélica, salpicada de escenas notables, pero carente de agresividad o mala fortuna.
Esas 3 horas, excesivas como película en su actual distribución, pero tal vez no tanto siendo 4, y como mini-serie, ojo al “Complejo Watchmen” lo llaman, son la causa de lo que sería el auténtico hándicap, un montaje obra de quién si no, Thelma Schoonmaker, al que más que energía, le falta trabajo.
Lo que a mí me sucede con este tipo de películas sobre estafadores, que viven al límite de la ley, aprovechándose de la ingenuidad de las personas, es que lo detesto; pues Jordan Belfort sería, sin exagerar, la típica persona a la que encerraría de por vida, para que no volviera a ver la luz del día.
Sé que puede parecer muy exagerada mi postura, pero no puedo con la corrupción, y más con la inmoralidad frente a las personas que aniquilan despiadadamente, a otras personas, haciéndoles creer que son de fiar.
Me parece terrorista, inclusive.
Poco que objetar, para una película tan desmadrada como necesaria, ahora que sabemos lo que hacían con nuestro dinero, todos aquellos “popes financieros” a los que tan felizmente se los entregábamos.
“Fuck you, U.S.A.
Fuck you, U.S.A.
Fuck you!
Fuck you!”
Dado que la naturaleza del capitalismo de libre mercado, y la banca corporativa mundial dictamina que:
“Hay que ganar dinero, y subir hacia la cima a toda costa”, es posible que el realizador Martin Scorsese, utilice la figura de Jordan Belfort, como un “Robin Hood”; es decir, una especie de héroe de la industria financiera, porque él, en realidad, enriquecía a los suyos, con transacciones ilegales.
¿The Wolf Of Wall Street glorifica a los criminales?
Claro que sí, Marty siempre lo hace, también se puede ver, cómo la relación que el protagonista tiene con su esposa, se desmorona a la par con El Imperio que ha creado, en una tragedia familiar, que se encuentra muy presente en la filmografía de Scorsese, y aunque el estilo de la dirección está en su pico, esta vez la disfraza como una sátira, hacia el mundo financiero.
Y es que Scorsese, se ha pasado la vida retratando mala gente, es un maestro en mostrarnos lo peor del ser humano:
Psicópatas, mafiosos, y ahora, corredores de bolsa.
Una colección de hijos de puta, a los que siempre trata con cierto cariño.
Junto con otro especialista en describir gentuza, como es Terence Winter, guionista de “The Sopranos”, firma una nueva Obra Maestra, la enésima en su filmografía.
Por su parte, Scorsese nos presenta, la vida de esta persona, las decisiones que tomó, y las ganancias y perjuicios que derivaron de ellas.
No es necesario que nos diga explícitamente “esto es malo”, ya que se infiere de las cosas que el protagonista pierde, al final.
The Wolf Of Wall Street parte diciendo, que Belfort ve el dinero, como una adicción, y en la última escena, se aclara que él no es el único adicto en esta sociedad.
Lo que el protagonista busca, es obtener la mayor cantidad de dinero, para alcanzar un cierto estatus.
Pero la forma en la que obtendrá las ganancias, no debe exigir demasiado esfuerzo, ya que la idea es, diferenciarse de las personas comunes y corrientes.
Así, cuando la historia de Belfort estaba sucediendo, Scorsese preparaba “Goodfellas” (1990)
Ahora, las mafias están en los bancos, y en la Bolsa.
Ya no se hacen trapicheos, en callejones oscuros, ni se amenaza a nadie si se retrasa con el pago.
Ahora directamente, se le roba desde el teléfono, un ladrón sin rostro, aquel que está dentro del sistema, el terrorista del siglo XXI, y que tantas ficciones ha ido generando a lo largo de estos años.
Scorsese pone la cara, a uno de ellos, al “Lobo de Wall Street”
The Wolf Of Wall Street es entonces, una apología de lo prohibido:
Dinero, prostitutas, infidelidades, estafa, fraude comercial, drogas, yates, cochazos, mansiones, aviones, orgías, etc.
Belfort es un gañán, un embaucador capaz de vender cualquier cosa, gracias a su don de la elocuencia.
La única forma de hacerse millonario, de triunfar, y salir en la portada de los periódicos, es siendo un mentiroso, y un ladrón.
Y nos viene a decir Scorsese:
Sólo haciendo el mal, te puedes hacer rico.
Y ello tiene sus consecuencias, a nivel económico, familiar, laboral, etc., como quiere dejar bien claro, en su desenlace.
¿Cuál es el problema?
Que estos “lobos” no cumplen la condena que realmente se merecen.
La debacle del Imperio del Dólar, a través del febril frenesí de los 90, antes de que nos diéramos cuenta de que estábamos entregando nuestra confianza a los tipos que nos robaban a 2 manos.
Con todo, hay una moraleja aquí:
¿Es el dinero bueno?
¿Se necesita más?
The Wolf Of Wall Street representa la avaricia, en la cultura estadounidense, de una forma levantisca, y nos dice que los excesos, vienen con consecuencias.

“Let me tell you something.
There's no nobility in poverty.
I've been a poor man, and I've been a rich man.
And I choose rich every fucking time”



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