La Caza

Terminando de ver “La Caza” (1966) de Carlos Saura con Ismael Merlo, Alfredo Mayo, José María Prada, Emilio Gutiérrez Caba, Violeta García, Fernando Sánchez Polack, Violeta García y María Sánchez Aroca.
Película de suspense española que sigue a 3 viejos amigos y a un joven que se juntan para cazar conejos en un terreno en el que hubo combates durante La Guerra Civil Española, allí bajo El Sol, resurgen tensiones que llevan a un desenlace trágico.
Este es el 3° largometraje de Saura, y con ella se consagra como uno de los mejores directores españoles, siendo una obra maestra y de culto indiscutible; donde muestra las miserias de personajes amorales; pero sobre todo rodada en un período cultural difícil, donde la enorme censura del régimen político del General Francisco Franco exacerbó el ingenio e imaginación de los guionistas, haciendo uso sutil del simbolismo al incluir temas provocadores y polémicos e interpretada por actores conocidos y prestigiosos, filmado todo de manera agria, seca y realista, tanto en la atmósfera como en el diálogo; por lo que se reflejan relaciones de dominación y sumisión, entre personajes y entre géneros; así, lo más evidente es la reproducción de esquemas machistas, donde los personajes masculinos representan lo activo, los elementos femeninos/animales, lo pasivo.
Incluso cabe la posibilidad que la violencia que ejercen estos hombres contra los elementos pasivos sea en realidad una manera de compensar las dudas que sienten acerca de su propia virilidad.
Así, la fuerza de la película reside en la contradicción de presentar a unos personajes atrapados en su pasado, en unos paisajes amplios con gran profundidad de campo, que lo hace irónicamente claustrofóbica.
José (Ismael Merlo) es de carácter violento, separado y ahora liado con una mujer mucho más joven que él, convocó la caza para pedir dinero a Paco (Alfredo Mayo), presumido y altanero, que goza de una buena posición social gracias a haberse casado con una mujer rica.
Luis (José María Prada), es un hombre triste, alcohólico y suficientemente convencido de su inferioridad respecto a sus compañeros, es el más culto de todos y siente la necesidad de evadirse de la realidad perdiéndose en las ficciones fantásticas; y Enrique (Emilio Gutiérrez Caba), el cuñado de Paco, representa al español criado y adoctrinado conforme a los ideales de La Dictadura, es el ignorante de la historia a la que estaba sometido el público de la película en el momento de su estreno.
Todos ellos componen un vivo retrato del egoísmo, la ignorancia y la mezquindad común de la población española del Franquismo y, al mismo tiempo, muestran las preocupaciones y características de la época en la que se encuentran.
Un detalle del filme es el uso de la voz “en off” y el rompimiento de la cuarta pared para que cada personaje sea conocido por el espectador, subrayando la importancia de lo que se expresa en ese instante; dando lugar a situaciones de reflexión y confrontación de personajes en decadencia, en busca de catarsis o reflejo violento de sus ansias ocultas.
También el filme está lleno de simbologías que pueden dar lugar a interpretaciones varias:
Los cuerpos no idealizados, sudorosos, las arrugas de los actores, el cansancio físico; las dudas sobre sí mismos, la vejez y la falta de experiencia; la reafirmación de la hombría, la exhibición de lo masculino en la preparación de las armas, que insiste en el simbolismo fálico de estos objetos; la comparación de las mujeres con los animales…
De hecho, el primer título de la película era “La Caza del Conejo” que suele creer que La Censura lo prohibió por la alusión sexual que se puede ver…
El elemento femenino del maniquí como un esquema de cuerpo de mujer sin piernas, brazos y cabeza; siendo reducida a sus atributos tradicionales como el pecho y las caderas; haciéndola una mujer mutilada y usada solo para el sexo, donde el patriarcado le niega toda posibilidad de identidad propia, de movimiento y autonomía.
El disparo al maniquí, la quema de las revistas porno y la quema del maniquí representa la dominación masculina y de la cosificación del elemento femenino; pero también hay alusiones al Apocalipsis y a las premoniciones, como el dedo cortado del inicio o la misma caza del más débil; o bien, el escenario recuerda al valle de huesos secos de Ezequiel.
Total, estos hombres tienen grandes cargas en sus conciencias, que son reacios a admitir, y lo pagarán caro; en contraste, el hombre más joven que no estuvo involucrado en La Guerra Civil, ni en negocios turbios, es el elemento ingenuo y abierto.
Sin olvidar la partitura musical atmosférica de Luis De Pablo, que compone una banda sonora emocionante llena de sonidos de batería y piano; que ayuda a crear todo los simbolismos:
Conejos son los republicanos; los hurones son los nacionalistas; el maniquí es la inutilidad de la mujer durante el franquismo; Enrique es la esperanza, la nueva generación, no estropeada por la guerra; el libro de ciencia ficción es la realidad demasiado difícil de soportar; el arma alemana recuerda la guerra ya que España y Alemania eran aliados; el calor es la ruina de España; el esqueleto es la brigada internacional y las personas que murieron en la guerra; el dinero es el terrible estado de la economía española durante La Era Franquista, etc.
Sobre el final, es la huida de la inocencia de la malignidad, la envidia, el oportunismo y la discriminación.
“La mejor caza es la caza del hombre”
RECOMENDADA.



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