Notes on a Scandal

“Loneliness can turn one into a monster”

Llegando la tercera edad, entra también el sentimiento de soledad, aislamiento, y ausencia de relación.
Vivimos en ciudades que acogen a millones de personas, pero todos, en un momento o en otro, ansiamos compañerismo, añoramos la presencia de alguien a quien recurrir, y con el que relacionarnos en algún nivel... en cualquier nivel.
Después de unos cuantos artículos sobre películas LGBT, hoy vamos a adentrarnos en el mundo de las mujeres.
Mejor dicho, en el mundo lésbico.
Es curioso, como casi siempre en las películas más comerciales, los gays interpretan los amigos simpáticos del protagonista de turno, o de marginados, pero es que la peor parte, sin lugar a dudas, se la llevan los personajes femeninos que interpretan lesbianas…
No hay más que mirar unas cuantas películas, siempre referido al ámbito comercial, no al cine independiente, para darse cuenta de que las lesbianas, en el cine porno heterosexual, son el perfecto preámbulo, para que luego llegue el “macho”; pero en las historias cotidianas, ellas están vistas como mentes retorcidas, manipuladoras, y perversas.
¿Qué mal, no?
“One Woman's Mistake Is Another's Opportunity...”
Notes on a Scandal es un drama del año 2006, dirigido por Richard Eyre.
Protagonizada por Judi Dench, Cate Blanchett, Bill Nighy, Andrew Simpson, Phil Davis, Michael Maloney, Juno Temple, Max Lewis, Joanna Scanlan, Julia McKenzie, Shaun Parkes, Tom Georgeson, Emma Kennedy, Syreeta Kumar, entre otros.
El guión es de Patrick Marber, basado en la novela “Notes on a Scandal”, de la autora británica, Zoë Heller, publicada en 2003; inspirada en un caso similar, ocurrido pocos años atrás.
Notes on a Scandal es un drama a partir del amor, de los amores imposibles, de las relaciones humanas que, a veces, se tornan difíciles, y que son difícilmente explicables.
También, su lado oscuro, y menos poético:
La posesión, los celos, los errores, las infidelidades, el aburrimiento frecuente en el seno de la institución, que se supone, inventada para preservarlo.
Como curiosidad, con la novela de Zoë Heller, la protagonista, Barbara Covett, se convirtió en uno de los narradores indignos de confianza, más fascinantes de la literatura contemporánea.
Con un guión completísimo, muy bien dirigido, y una historia que suscita polémica, emana cierta intriga, y no le faltan momentos sensuales, avanza poco a poco, hacia un final insospechado, derivado de:
Las infidelidades, relaciones sexuales entre profesores y alumnos, siendo el alumno, un menor de edad; la obsesión, y el acoso.
Notes on a Scandal, obtuvo 4 nominaciones al Oscar:
Mejor actriz (Judi Dench), actriz de reparto (Cate Blanchett), guión adaptado, y banda sonora original.
Se rodó principalmente en Eastbourne, una histórica localidad costera, a las afueras de Londres.
Las vueltas y revueltas del relato, quedan anotadas en el amargo diario de Barbara Covett (Judi Dench), una despótica y solitaria profesora, que gobierna su aula con mano de hierro, en una escuela pública secundaria, situada en Londres, la cual se cae a pedazos.
Con la excepción de su gata, Portia, Barbara vive sola, sin amigos ni confidentes.
Pero su mundo cambia, cuando conoce a la nueva profesora de arte de la escuela:
Bathsheba “Sheba” o “Bash” Hart (Cate Blanchett)
Sheba parece ser el alma gemela, y la leal amiga que Barbara siempre ha estado buscando.
Aunque, cuando descubre que Sheba mantiene una tórrida relación con uno de sus jóvenes alumnos, Steven Connolly (Andrew Simpson), su naciente relación, da un ominoso giro.
Entonces, Barbara amenaza con revelar el terrible secreto de Sheba, al esposo de ésta, Richard Hart (Bill Nighy), y al mundo entero; sin embargo, son los propios secretos, y las siniestras obsesiones de Barbara, los que salen a primer plano estrepitosamente, exponiendo a la luz, los engaños que se ocultan en el núcleo de las vidas de las mujeres.
Notes on a Scandal posee una impresionante economía de medios, capaz de proporcionar toda clase de aristas, sórdidas y escandalosas, cuya premisa es la manipulación, la seducción, y el horror de la prensa amarillista, como epílogo, y la doble moral de los medios de comunicación, en relación al  morbo, y al escándalo ajeno.
En resumen, nos encontramos con una mujer mayor, enamorada de una joven, el por qué, es evidente:
Ni siquiera deberíamos tener que recurrir a la marchita soledad de la vieja, simplemente al amor, a un amor pasional, que desemboca en “locura maravillosa”, cuando es compartido, y en “locura enfermiza”, cuando no es correspondido.
Por otro lado, una mujer joven, hastiada de su matrimonio con un hombre que le dobla la edad, y que repite en ella, lo que ella vivió con 20 años, el deseo carnal con un adolescente, por cierto, penado por la ley...
Y, sin embargo, el punto de vista de Notes on a Scandal, acaba mediante el tratamiento de una cámara puesta al servicio del “thriller”, de aniquilar a la anciana que es presentada, en el término, como una simple depredadora sentimental sicópata.
En un modo magistral, a uno lo deja con ira, pena, y culpa, y les aseguro, que nadie ha visto Notes on a Scandal, sin decir nada inmediatamente después de que termina, o al menos, nadie la ha visto, y no se ha quedado con las ganas de decir algo.
Nada mejor que una película que genera opinión y sentimientos encontrados, y fuertes.
“Judas had the grace to hang himself.
But only according to Matthew the most sentimental of the Apostles”
El cáncer de la soledad, que se expande hasta los límites más insospechados de la amargura, y la obsesión, la necesidad de un acompañante, el deleite de satisfacer nuestras propias necesidades egocéntricas, todo está sutilmente observado, y ácidamente criticado por la escritora británica, Zoë Heller, cuya obra “Notes on a Scandal”, es la base de este enigmático, y brillante filme.
La narración, comienza con Barbara, y va a terminar con ella, que es quien dictamina los tiempos, y los ritmos.
Incluso, puede decirse que la apuesta de Notes on a Scandal, pasa por atrapar al espectador desde su “no carisma”:
Barbara, no derrama ni una gota de simpatía, pero tampoco pasa desapercibida.
El conflicto principal de la historia, por su parte, también es una herramienta que se utiliza para permitirle a la protagonista, conducirse hacia su meta, atrapar su objeto de deseo, endurecer sus vínculos.
Notes on a Scandal, cuenta la transición de una relación que, prácticamente es unilateral:
De Barbara.
Primero, toma forma de una amistad, luego una especie de enamoramiento, más tarde odio, y después posesión y destrucción de lo amado.
Nadie pensaría, que en la tercera edad, alguien fuera capaz de tener unos pensamientos, y organizar unos planes tan psicóticos, debido a una amargada y frustrada vida, en la que intentas, una y otra vez, seguir el mismo camino, y conseguir el mismo objetivo, pero nunca con final feliz, a modo de un bucle de auto y destrucción de todo lo que se encuentra en el camino.
El escenario del trágico melodrama, es un instituto de Londres, al que se incorpora como profesora de arte, Sheba:
Mujer casada y con 2 hijos, uno de ellos, con Síndrome de Down.
Su sensibilidad y belleza, despiertan pronto la atracción de Barbara:
Madura y ejemplar maestra, temida, y respetada por todos, que inicia movimientos de aproximación a su joven colega.
No es la única, pues uno de los alumnos, también se enamora de manera adolescente, de la novata profesora, la cual, en su ingenuidad y debilidad, acaba cediendo a sus requerimientos de intimidad.
Cruces de confidencias y celos, deseos y desaires, mentiras y chantajes, se suceden en un triángulo de egoísmos e irresponsabilidades, de quienes piensan que su actuación, es sólo una cosa privada, sin repercusiones en el entorno.
Ésa es la sibilina, sugerente, y engañosa premisa, con que Barbara atrapa a su bella víctima, cuando obtiene de ella la confesión de sus escarceos con el joven adolescente:
“No lo denunciará, porque son cosas privadas, y a nadie le interesan, ni tienen por qué enterarse”, le dice.
La trampa está tendida, y la nueva “Eva”, come de la manzana, para aliviar su conciencia de culpa, para tener el consuelo de la amiga que escucha torcidamente, para seguir en su mundo de ensoñación, y de mentira.
“En los viejos tiempos, confiscábamos cigarros, y revistas porno.
Ahora son cuchillos, y piedras de cocaína…
Ahí vienen, una vez más, los proletarios pubescentes, futuros plomeros, y dependientas, y sin duda, un futuro terrorista también…”, esos son los duros comentarios de la educadora Barbara, respecto a sus alumnos, en un trabajo actoral impresionante de Dame Judi Dench, en un filme en el que su realizador, el también inglés, Richard Eyre, traza un itinerario de engaños y deseos ocultos, transformando un sórdido drama, en una suerte de “thriller” hormonal, que involucra un triángulo amoroso, compuesto por:
Sheba Hart, una profesora, aún joven y atractiva; su “amante pubescente”, de 15 años; y una maestra solitaria y frustrada, que a duras penas, oculta las pasiones lésbicas, que vierte en su diario íntimo, mientras se enamora poco a poco, de quien considera su contraparte, y olvida poco a poco a su antiguo amor:
Otra profesora joven, que tuvo que renunciar al colegio, aterrorizada por el acoso que Barbara ejercía sobre ella...
Casi todo el complot, se enfoca en los encuentros de sexo ilícito entre Sheba, y un estudiante de 15 años.
Desde el momento en que Covett descubre esa relación, sabemos que hemos entrado en el territorio de “Fatal Attraction” (1987)
Lo que comienza como una amistad, se convierte en una cínica persecución, con resultados devastadores.
Las 2 actrices, son fenomenales, y con ellas, todos en el elenco brillan, por el alto nivel de realismo de sus actuaciones, pero la malicia siempre es un tema difícil, y aquí tenemos un banquete de un tórrido escándalo, y traiciones destructivas.
El guionista, construye un ácido retrato de la frustración sexual, en el que caben las ansias de una educadora, que desea salir un poco de la rutina familiar que la asfixia; y las de la envejecida y estricta profesora, que destila ironía y menosprecio, y que llama a sus alumnos “torres de testosterona”, la escena de la muerte de la mascota es brillante, y cuyas armas de seducción, son el acoso y el chantaje emocional, y que no se tienta el corazón, para cubrir de escándalo, al objeto de su malogrado amor, luego de descubrir su amasiato con un adolescente calenturiento, y en el fondo machista, que intenta a su vez, ganarse a su profesora Sheba, haciéndose pasar por un joven incomprendido, y maltratado, con un hogar en crisis...
En ese sentido, Notes on a Scandal, no se permite sutilezas, y eso lo coloca muy por arriba de tramas morales muy similares.
¡La actuación de la maestra con el joven, es de verdadero escándalo!
Es decir, no ahorra detalles, al presentar a Sheba como una mujer frágil emocionalmente, pero al mismo tiempo irresponsable, que con su comportamiento infantil, no sólo atrae la desgracia a su familia, y a ella misma, sino a la del propio jovencito, con el que establece una aventura, puramente sexual.
Lo interesante es que los monstruos del relato, ya no son unos sicópatas asesinos, sino una mujer que avanza hacia la tercera edad, una dulce y soñadora profesora, con un hogar casi perfecto; y un muchachito de la clase baja inglesa:
Es decir, personajes cotidianos y reales.
Cada una de las mujeres, mendigas de afecto, y sobradas de soledad, se mueven por la necesidad, pero también con una asombrosa falta de escrúpulos, y de conciencia moral.
Una de ellas, Barbara, lleva una larga vida de represión puritana, encerrada en sí misma, de vuelta de casi todo, protegida con una máscara de rectitud.
Es la amargura de la misma “voz en off”, que desde los primeros planos “se dirige” a su diario, y al espectador, para decirle que muchos se le acercan para contarle sus secretos, y que en cambio, ella sólo puede hacerlo en ese cuaderno.
Es la siniestra existencia solitaria, sólo una gata aguanta su compañía, con un pasado turbio, que ha dejado sus trastornos y heridas emocionales.
Uno de los puntos apasionantes del relato, es que mucho se relata desde los pensamientos de Barbara, en forma de “voz en off”, cuando se escucha la voz del personaje, sin que esté hablando, gracias a lo cual, uno realmente aprecia el enfermizo pensamiento de una anciana que ha vivido sola, rechazada por su lesbianismo, conviviendo sólo con gatos, y tratando de enseñar a jóvenes, que no les interesa aprender nada nuevo.
Todo se torna una situación desesperante, y a momentos, dan ganas de matar a la vieja de mierda.
La otra mujer no es muy distinta, como recalca la propia Barbara al decirle de manera interesada, que “somos personas con muchos parecidos”
Efectivamente, tampoco Sheba es dueña de sus sentimientos, y alberga cierta sensación de insatisfacción, porque la familia no ha colmado sus anhelos y expectativas...
También ella tiene su “rincón” artístico, al que se retira a vivir en su mundo egocéntrico:
Una y otra, recrean y tergiversan la realidad, según sus sensaciones interiores, y sus deseos, alejándose de su auténtica vida, y protegiéndose de sí mismas, en una huida hacia adelante.
Inquietante, y ambigua mezcla de drama moral y “thriller”, con polémicos elementos de pedofilia, y lesbianismo, sostenido sobre todo, como cité, por el trabajo y el prestigio de sus protagonistas, más que por una sólida intriga dramática, inspirada en asuntos cotidianos, típicos de los periódicos tabloides.
Desde la producción:
“Lo vi como un relato de amistad, e intoxicación sexual.
Una historia de 2 obsesiones, de un par de mujeres atrapadas en sus propias pasiones, autodestructivas, e incontrolables.
Todo el mundo quiere a Judi Dench, y las personas suelen identificarla con esa persona generosa, bella, y brillante, que a menudo encarna a reinas, y que tiene una enorme dignidad personal.
De modo que, experimentar el lado cáustico, y más bien miserable de ella, sería una impresión maravillosa, y vigorosa.
Quiero decir que, su retrato de Barbara, sigue siendo profundamente vulnerable, pero ésta no es una mujer agradable, y creo que, desde el punto vista del espectador, ver a Judi, dándole vida, será muy refrescante” dijo Richard Eyre.
A Zoë Heller, le pareció que, dando el papel a Blanchett, se lograba una misteriosa proximidad a la forma como había ella imaginado siempre que sería Sheba, como persona:
“Cate se aproxima tanto, como es humanamente posible, a la encarnación de lo que yo tenía en mente.
Era como tener un sueño y, acto seguido, verlo representado ante tus ojos”
Resume Eyre:
“Hay algo a la vez cómico, espantoso, y terriblemente humano, acerca de este engaño que sufre Barbara, esperando tener una amistad profunda, e imperecedera con Sheba.
Y los sentimientos de Barbara hacia Sheba, son análogos a los de Sheba hacia Steven, el alumno.
Ninguna de estas 2 mujeres, tiene el control, como no lo tiene ninguno de nosotros, cuando nos enamoramos”
Y es que La Dench está inmensa:
Maliciosa, perversa, lianta, y encima, frígida, porque ella no para de intentar montarse a Cate Blanchett.
Un acontecimiento también muy oscuro y perverso, para qué vamos a negarlo, donde Cate se rinde a los encantos de un quinceañero, lo que servirá para que la perversa vieja chantajee, y le haga la vida imposible a “su amiga”, con el fin de intentar conquistar esa belleza inaccesible, ¡para una señora de su edad!
Su interpretación, es simplemente magistral.
Lo hace también que dan ganas de matarla, y con sus pensamientos, maravillosamente narrados dentro de un guión impecablemente escrito, más que estructurado, y con sus gestos, con sus miradas y actos, te indica incluso, que está pasando por su mente en ese momento.
La vieja amargada que representa, se ilumina con cada gesto amable de Sheba, con cada invitación, con cada charla.
La protagonista, se beneficia, sin dudas, del hecho de que no hay narrador externo en esta historia; pues la narradora es ella.
La versión de esta historia, es la suya.
Tal vez por eso, la creación del romance, entre el personaje de Blanchett, y el de Simpson, se desarrolla tan de puntillas, y los motivos que mueven a la joven profesora, solo pueden ser entendidos, cuando ella los cuenta.
El suyo, es un personaje que se ahoga, cosa que, aunque nos llegue de forma secundaria, y algo escondida, aflora a través de sus conversaciones con la anciana profesora, y de la visión asfixiante de su familia, situación que Barbara comprende bien, y del cual se aprovecha.
El mejor momento entre ambas, sin duda, es la pelea final, con diálogos fuertes e hirientes, a como debe ser.
Sheba, como mujer de talante trágico, rodeada por un contexto igualmente denso... y una curiosidad:
Sheba, se escribe así, pero se pronuncia “Shiba”, o bien “Shiva”, que para la mitología hindú, era el dios del erotismo y la destrucción del universo.
Por otra parte, la elección de Andrew Simpson, era sin duda, la decisión correcta:
“No pretendíamos dar el papel a un actor irlandés, pero es que, lisa y llanamente, él era el mejor actor que vimos para el papel”, explica Richard Eyre.
“También creo que en su condición de irlandés, hay algo que es muy bueno para el personaje:
Hay una vena poética, que encaja perfectamente en las fantasías de Sheba, y en sus justificaciones para enamorarse de él.
Sabíamos que Andrew, se enfrentaría a uno de los mayores retos.
Pero era tan enormemente escrupuloso, tenía tan buen fondo, tanta inteligencia, y tan inmenso talento, que confiábamos en que estaría a la altura”, dijo.
A lo que Blanchett añade:
“Desde el momento en que le conocí, Andrew mostró un enorme autodominio, y una asombrosa concentración.
En el papel de Steven, recorre la frontera que separa la inocencia de la madurez, de forma que no permite que el público las distinga fácilmente”
En cuanto a la extremadamente improbable ocasión de rodar escenas de amor con Cate Blanchett, Simpson observa que, pasada la emoción inicial, rápidamente las consideró como nada más que otro aspecto exigente del trabajo.
“Después de 20 tomas, uno deja de considerarlo como un encuentro lleno de pasión”, dice, riéndose.
“Y todos se portaron tan profesionalmente, que nada resultaba violento”
Al cierre de Notes on a Scandal, como siempre, un final abierto, que nos ayuda a entender que, tras la muerte de la anterior pasión, una nueva obsesión está comenzando…
No obstante, Notes on a Scandal tiene sus aristas, y algo de trampa en el “casting”
Nos cae mal, la lesbiana vieja, porque en el fondo, es una hijaputa, que hace la vida imposible a Cate, pero también, porque es una fantasiosa y perversa lesbiana, que sólo busca conseguir como sea, el cariño de alguien que simplemente no está a su alcance.
En una narración, donde el énfasis trágico era tan importante, para convencer hablando de temas tan delicados como la pederastia, la mujer infiel, o la homosexualidad, esta última no tan maltratada en el guión, la mayor parte del metraje, se pierde a base de insistir de forma falsamente sutil, sobre la caracterización de una, u otra protagonista, e ignorando a personajes vitales, como al adolescente Steven Connolly, o el marido de Sheba, Richard Hart.
Eyre, ha filmado las polémicas escenas de sexo, no explícito, entre mujer madura y chico adolescente, que consiguen su efecto perturbador, aunque el escándalo sería, por alguna oscura razón, incomparable, si el maduro fuera hombre, y la adolescente mujer, o ambos hombres…
Lo que resulta difícil, a pesar de la situación evasiva del ambiente familiar que podría buscar su personaje, en una relación tabú, todas las relaciones mantenidas en Notes on a Scandal, son o tabú, o desiguales de algún modo; es creer en la atracción sentida por Cate Blanchett, hacia un chaval quinceañero, sin demasiado atractivo físico, ni psicológico, aunque se recalca como justificación, su madurez y, en momento puntual, su habilidad artística…
Todo ello, no resulta del todo satisfactorio, ya que está manifestado con aspectos muy superfluos.
Igualmente sucede con la familia de Cate, y con los propios caracteres principales, siempre a excepción, del incorporado monstruo creado por Dench.
No existe una profundización más allá de las aserciones de Judi, en la escritura de su diario, compartida “en off” con el espectador.
Sin embargo, tal participación en sus introspecciones sobre la gente que le rodea, y sus crecientes ansias de acercamiento a una Cate Blanchett, víctima de su propio candor sentimental, y calor corporal, nos acercan con penetración al personaje interpretado magistralmente por la gran actriz británica, provocando que esa intrusión, y penetración emocional, sublime una sencilla, y recomendable historia de mujer madura insatisfecha, en busca legítima de felicidad y compañía; que a pesar de su amargura, mantiene la esperanza de encontrar el verdadero amor, sea hallado en su centro laboral, o en un banco, con hermosas vistas, pero cueste lo que cueste, arriesgándolo todo... muy mal.
Lo que me resulta curioso, es el tratamiento que la historia acaba dando a la solterona, podrida en su soledad, y que me recuerda a la injusticia de otro personaje, el interpretado hace algunos años por Glen Close en “Fatal Attraction” (1987) de Adrian Lyne.
No quiero comparar las cintas, la que nos ocupa es, sin duda, mucho más compacta que la anterior; pero sí sus personajes.
En aquella, Glen Close es una mujer enamorada, a la que la malévola lógica de la industria hollywoodiense, acabó convirtiendo en asesina, a pesar de que sus razonamientos, podrían ser entendidos como, el de una simple, amante usada, y abandonada…
Mientras Notes on a Scandal mantiene la tensión durante todo el metraje, pero se escora, ¿para dar carnaza al público?, finalmente, hacía la irremisible culpabilidad de la anciana, dejando sin, prácticamente analizar, salvo por la sentencia judicial, la culpabilidad de la joven Cate Blanchett, que se ha liado con su joven pupilo de 15 años.
¿La hiena volverá a atacar?
Si lo hiciera, demostraría que, a pesar de las consecuencias, nunca se dará por vencida, sus sentimientos siempre serán más potentes que su raciocinio.
Porque al fin, si sufres, estás viva.
Porque al fin, la esperanza es lo último que se pierde...
En resumidas cuentas, estamos ante nuevos “juegos secretos” y “retratos de una obsesión”, que buscan paliar el vacío existencial, y el hedonismo amoral que inunda la sociedad posmoderna.
Una historia de afectos equivocados, de quienes viven “perdidos en Londres”, entre confidencias de “amistades peligrosas”, y complicidades de “secretos compartidos”, con quien se esconde tras la máscara, con el dardo de la palabra que humilla, y busca venganza, siempre dispuesto, con familias rotas por la imprudencia, o la dejadez, y con miradas de cine, que se mueven entre la ambigüedad, y la complacencia.
Un dato curioso de producción, es que todas las prendas que se utilizan para Notes on a Scandal, fueron adquiridas en tiendas del centro, o en tiendas de segunda mano de Londres, en las que se buscaba exactamente, los toques adecuados, y que fueron usados reiteradamente en el metraje, para dar la sensación de realismo.
Por último, la banda sonora es de Philip Glass, muy ajustada a la evolución de la historia, además de ser una perfecta compañera de viaje, para los complejos sentimientos que se dan cita en la pantalla.
“This last month has been the most delicious time of my life.
Of course we have had our ups and downs.
The pressure is intense when two women share their lives.
But, oh, but what marvelous intensity it is!
Circumstances are not always ideal”
Esta personalidad que en el cine, sabe acoger íntimamente a sus protagonistas, y darles el trato que se merecen, en esta ocasión, se centra en el análisis a la introspectiva del ser humano, y el hecho de que somos seres gregarios, sin embargo, se explaya a diversos límites, para experimentar y darnos a entender el significado de ciertas asociaciones, más cercanas o lejanas a la amistad.
Para los puritanos ingleses, dotados, sin embargo, de toda una estructura de prensa sensacionalista, detalle que recoge Notes on a Scandal, los encuentros sexuales, entre una profesora y un alumno de 15 años, rozan la brujería medieval.
Sin ser tampoco un hecho de perdonable consciencia, cosas mucho más graves pueblan las noticias cada mañana y, de aquí a unos años, el incidente será puramente anecdótico.
Notes on a Scandal es también una acertada aproximación a 2 caracteres, y 2 formas de ver la vida, desde el punto de vista emocional, pero también, desde el punto de vista social.
Porque los juicios que emite el personaje de Judi Dench, sobre las diferencias sociales, raciales, y económicas de la actual Gran Bretaña, son de los más tajantes que se han oído últimamente.
Notes on a Scandal, es también una interesantísima reflexión sobre la soledad, la soledad real, y la soledad sentida, ambas igual de dolorosas.
Los dramas psicológicos que acá se desarrollan en paralelo, son potentes, pues habla acerca de las máscaras, como las de Barbara, con su soledad y aparente frialdad, que oculta su verdadera sensibilidad; de Sheba, que se muestra cálida y correcta, escondiendo su casi completo desencanto con el matrimonio, y la maternidad; que habla de la mentira, tanto individual como colectiva, y el daño que esta puede llegar a causar.
La palabra que peor se relaciona con Notes on a Scandal, es indiferencia, y muestra una vez más, que los secretos, pueden tener consecuencias catastróficas para todos aquellos que se encuentran relacionados.
Por tanto, Notes on a Scandal representa un retrato humano de la visión a la introspectiva, cimentada en aquellos sentimientos, tanto íntimos como egoístas, que son sustentados, y justificados en la parte bondadosa del ser humano, una recomendable producción, para la inspección frente al espejo, la sociedad, y el pensamiento.

“I knew who you were when we met.
You were young.
I knew it might get tough, but I was prepared.
You're a good mother, but at times you've been a fucking lousy wife.
Why didn't you come to me?
You could have told me how lonely you were.
You never trusted me to help you.
I'm not saying I was so fucking fabulous, but I was here”



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