The Trial Of The Chicago 7

 Terminando de ver “The Trial Of The Chicago 7” (2020) de Aaron Sorkin con Yahya Abdul-Mateen II, Sacha Baron Cohen, Daniel Flaherty, Joseph Gordon-Levitt, Michael Keaton, Frank Langella, John Carroll Lynch, Eddie Redmayne, Noah Robbins, Mark Rylance, Alex Sharp, Jeremy Strong, entre otros.

Drama judicial en tono de comedia que sigue a los llamados “7 de Chicago”, un grupo de manifestantes contra La Guerra de Vietnam acusados de conspiración y cruzar fronteras estatales con la intención de incitar disturbios en La Convención Nacional Demócrata de 1968 en Chicago; por lo que esta película retrata el juicio simulado que tuvo lugar.

Con un presupuesto de $35 millones, solo ha recaudado en taquilla unos $107 mil…

¿Por qué?

La Pandemia De COVID-19 provocó que el filme sea estrenado en pocos cines, siendo la plataforma NETFLIX el medio ideal para comercializarla; de todos modos, Aaron Sorkin ha hecho una película apasionante desde la base histórica, iluminadora por los hechos que retrata y mordaz al compararla con la actualidad, tan erudita como su mejor trabajo y siempre basada ante todo en la historia y el personaje; y en el fondo se trata tanto del derecho constitucional estadounidense a protestar como de la justicia, lo que lo hace increíblemente relevante para nuestros tiempos.

Técnicamente, Sorkin logra “masterizar” los saltos del tiempo, combinados con diálogos compartidos en una narrativa dinámica, inteligente y muy entretenida para contar una historia que, si no es por el vestuario, bien pudo haber ocurrido en el 2020; y a diferencia de gran parte del trabajo anterior de Sorkin, el diálogo en esta película es menos grandioso y más sencillo. 

Aquí hay menos pirotecnia y más desparpajo, pero esto no es negativo, en lo absoluto, porque es el retrato perfecto de un juicio que resultó ser un punto bajo en la historia de la jurisprudencia estadounidense. 

Eso sí, se requiere no perderse los primeros 20 minutos para entrar en contexto; y es que hay que dejar claro que esto no es un documental; es una dramatización de eventos en tono de “parodia” que resuena con gran poder al tiempo que contiene verdades esenciales; es la representación circense de un evento real rayando también lo circense, pues se trata de la locura teatral de la guerra en la sala de un tribunal, sobre cómo el gobierno de EEUU no se detendría ante nada, incluidos los flagrantes intentos de manipular al jurado; y sobre la política, a la vez planificada y espontánea, de cómo se desarrollaron las protestas de Chicago.

Por otro lado, para llegar al gran público, preocupa que las generaciones que no vivieron esta época, ahora piensen en esto como “la versión de lo sucedido”

Estos es una interpretación, por lo que la película no hace justicia a la intensa pasión moral, el humor irreverente y la dedicación visceral de estos acusados y sus abogados; por lo que Sorkin juega con bastante libertad con los personajes y los eventos para asegurarse de que su guión de relojería golpee exactamente los ritmos correctos en el orden correcto, siempre apuntando a La Administración nefasta de Donald Trump.

Del reparto, nadie sobresale, salvo Frank Langella, y son mostrados como “grupo de personajes”:

Joseph Gordon-Levitt es sólido como el principal Fiscal Federal que, a regañadientes, asume la tarea de intentar poner a los manifestantes radicales tras las rejas, y al final logra redimir su ética y moral. 

El comportamiento modesto y realista del oscarizado Mark Rylance, lo convierte en un candidato bastante peculiar para interpretar al abogado defensor William Kunstler, el famoso abogado defensor conocido por su franca oratoria en La Corte y sus payasadas publicitarias. 

Pero el filme es de Frank Langella, impecable como Julius Hoffman, el juez que presidió este juicio, y cuyo temperamento combustible y tenues facultades mentales lo convirtieron en un blanco listo para el ridículo de muchos, incluidos los involucrados en el caso… y él tiene la esencia para El Oscar como Actor de Reparto.

El oscarizado Eddie Redmayne es excelente como Tom Hayden, el manifestante y acusado más pragmático pero igualmente apasionado, pero se le nota algo eclipsado por Sacha Baron Cohen y Jeremy Strong, estelares y roba escenas como los acusados Abbie Hoffman y Jerry Rubin, respectivamente. 

Finalmente, Yahya Abdul Mateen II es elocuente como Bobby Seale, cofundador del Partido Black Panther, y el único acusado afroamericano en el caso, que bien recuerda a todos los atropellos que ha cometido la policía recientemente contra ciudadanos negros estadounidenses.

Como punto “negro”, hay falta de personajes femeninos; pero se perdona por el hecho que retrata, pues la lucha por los derechos civiles de los 60s la forjaron hombres en su mayoría más militante.

Si bien es cierto, hay detalles discretos sobre el juicio que esperaba que cubriera la película, como por ejemplo, no se mencionan los muchos apodos coloridos de Bobby Seale que le asignó al juez; se menciona al poeta Alan Ginsberg solo como un compañero manifestante, cuando de hecho también fue llamado como uno de varios testigos famosos; también lo fue la música Judy Collins, que comenzó a cantar una canción pacifista durante su testimonio. 

Estos, sin embargo, son descuidos menores porque la esencia fundamental de este circo de un juicio está efectivamente capturada en la película. 

También captura de manera experta el cisma dentro de la izquierda estadounidense, y de cómo los idealistas y pragmáticos a menudo se enfrentaron incluso en la década de 1960. 

En definitiva, es un filme conmovedor, aterrador e instructivo para analizar y reflexionar sobre el mundo de hoy, no es casual que haya una consigna que se repite en todo el metraje:

“¡El mundo nos mira!”

RECOMENDADA.




Comentarios

Entradas populares