Betoniyö

Terminando de ver “Betoniyö” (2011) de Pirjo Honkasalo con Johannes Brotherus, Jari Virman, Anneli Karppinen, Juhan Ulfsak, Iida Kuningas, entre otros.

Drama finés, basado en la novela del mismo nombre, escrita por Pirkko Saisio y publicada en 1981, aunque adaptada a los tiempos modernos; sigue a un adolescente de 14 años de un sofocante barrio pobre de Helsinki cuando recibe algunas lecciones de vida imprudentes de su hermano mayor, que pronto será encarcelado...

Lo aprendido le traerá al joven graves e irreversibles consecuencias.

La trama de los hermanos es bien conocida en Hollywood, pero aquí está completamente sin maquillaje, con un joven que quiere desesperadamente otro significado en la vida después de dejar la infancia; y que está empezando a descubrir su homosexualidad... donde la vida destructiva es tan seductora que la dignidad significa ceder a lo que se presente.

Es un drama fuerte porque es muy realista; y no hay un gran mal aquí, solo un mal camino que conduce al Infierno o algo antes de eso; pues se trata de una película muy dura, un drama existencialista, donde el protagonista se verá abocado al lado más cruel de las personas, a una existencia sórdida y desalmada, envuelta en el caos, la suciedad y el ruido; como una reflexión cruda y profunda sobre la semilla de la misantropía, y esa herencia de miedo y odio que las generaciones pasadas pueden engendrar fácilmente, incluso con hechos y palabras que no comprenden bien, en generaciones sucesivas.

El titulo se traduce como “Noche de Hormigón” en alusión al encierro mental donde la película viene a mostrar una mirada al malestar adolescente, la decadencia urbana y los sueños fallidos; pera también trata sobre el lenguaje visual y el alma, de ahí que técnicamente el filme tiene elementos de gran valor.

La directora experta en documentales, Pirjo Honkasalo, usa a sus actores como si los tocara como instrumentos y dirige de manera asombrosa; tanto que el filme se convierte en algo más que desesperanza, en una desconcertante visión misantrópica se predice la extinción del hombre, con escorpiones y otros animales de orden inferior ocupando nuestro lugar.

Este tema sombrío de la desesperanza, se captura de manera efectiva en imágenes monocromáticas, donde se acentúa el contraste entre la luz y la oscuridad, con un poco de gris en el medio.

Algunas de las escenas se presentan como visiones de pesadilla, sin posibilidad de escape; ya sea que esté atrapado en un vagón de tren después de que el tren descarrilara y se hundiera en un río profundo, o si causó un daño grave e irreversible a alguien, es un destino ya escrito donde no hay escapatoria ni en la realidad ni en el sueño, y la pesadilla se vuelve real.

La banda sonora, en su mayoría de naturaleza clásica, se suma efectivamente al ambiente sombrío de la película; pero los puntos fuertes de esta película son la excelente e inusual narrativa, y especialmente la excelente cinematografía, crédito de Peter Flinckenberg, que se suma el tono sombrío, siniestro y ocasionalmente claustrofóbico, lleno de espejos, ventanas, reflejos… simbolismos de un cuerpo y una mente fraccionados.

Este enfoque poético monocromático, también le da a la película una superficie visualmente impresionante, y un realismo descarnado que recuerda al cine surrealista de los años 50.

De ahí que la ex directora de fotografía convertida en directora de documentales impregna el material con fuertes corrientes homoeróticas y de una palpable sensación de fatalidad inminente.

Del reparto, todos los 90 minutos recaen en Simo, el personaje de Johannes Brotherus, que ofrece una magnífica actuación como el atribulado, vulnerable e ingenuo adolescente, donde muy a menudo sus conflictos emocionales internos se pueden ver en su rostro mientras trata de aceptar su propia identidad.

También su hermano, Ilkka en Jari Virman, es el culpable de convertir la vanidad y el pesimismo de vivir en una filosofía a través de una historia sobre los escorpiones como la única especie sobreviviente en un próximo día apocalíptico, hablando de la humanidad codiciosa y la amenaza nuclear; en un claro contraste con un fotógrafo, que es la personificación de la alegría y el amor en la vida, un “pervertido” y “pedófilo” homosexual, que simboliza la búsqueda de Simo de una vida significativa en su juventud, pero resulta que su mente elástica está fundamentalmente infectada, debido a su forma de vida; y comete un asesinato que gira en “alegría y esperanza”

Pero de camino a casa, un taxista le ofrece llevarlo...

Ese taxista es el espejo de sí mismo mientras ve que su vida pasa ante sus ojos desde el joven inocente con sus risas hasta su reciente crimen, e intenta escapar de su caída, de ahí que abre la puerta mientras el auto sigue moviéndose, tal vez suicidio... y él mismo dice:

“No vuelvas a hacer eso nunca”

Al final, se da cuenta del monstruo en el que se ha convertido.

“Se acercan los escorpiones, se acerca el fin.

Si aún esperas que nunca serás libre.

Y si tienen suficiente se matan a golpes”

El filme es entonces una simple mirada sobre la inocencia perdida de un adolescente, siguiendo caminos filosóficos y simbólicos; y cómo crecer en una familia problemática puede afectar fundamentalmente la formación de su carácter y su presencia/ausencia en una sociedad; por ello el filme es significativo, artístico y declaratorio; aun con ese B/N y ese estado de ánimo nihilista y desesperado como pocas otras, es una película sin esperanza:

“Si estás libre de esperanza, estás libre de todo”

RECOMENDADA.




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