Jonas

Terminando de ver “Jonas” (2018) de Christophe Charrier con Félix Maritaud, Nicolas Bauwens, Tommy Lee Baïk, Aure Atika, Marie Denarnaud, Ilian Bergala, David Baïot, Mahault Mollaret, entre otros. 

Película de suspense francés de temática gay, que sigue 2 momentos de la vida de Jonas, se entrelazan, cada uno reflejando el otro:  

En 1995, cuando era un adolescente reservado, y 18 años después, como un atractivo e impulsivo treinta y tantos, que buscaba el equilibrio en su vida.  

Por los “flashbacks” nos damos cuenta que el hombre inestable y destructivo, lleva dentro de sí el trauma secreto del drama que vivió cuando era adolescente...  

Así, consumido por la culpa, Jonas finalmente decide enfrentarse a los demonios de su pasado. 

Es esa yuxtaposición de las 2 líneas de tiempo lo que permite a la audiencia saber fácilmente que sucedió algo horrible, que hizo que el Jonas adulto fuera como es.  

Esta es una historia inquietantemente trágica y cercana del amor joven y la inocencia rota; un drama conmovedor y cargado de emociones, con una calidad mucho más alta de lo que normalmente esperarías de una película hecha para televisión. 

De hecho, este es el primer largometraje, del director, que logró capturar una hermosa cinematografía, con actuaciones admirables, una historia amarga, y una narración inspirada. 

El guión, tremedamente bien armado, muestra una historia sobre la caída, el secreto y la lucha por sobrevivir; un retrato conmovedor sobre las edades y experiencias de un joven en guerra con su pasado.  

Por ello sus cualidades como la profundidad, una buena y misteriosa historia que se desarrolla lentamente frente a tus ojos, y por supuesto, nuestros problemas homosexuales que esperan ser despejados en una cola larguísima, esta vez golpean directo en el corazón sin ninguna superficialidad; y todo gracias a que los personajes son fieles a la vida, y no hay estereotipos, una actuación pura, como debería ser.   

En el papel de Jonas, Félix Maritaud es fundamental, porque la mayor carga dramática cae sobre él; y de esta manera, Maritaud saca partido a la expresividad no verbal, mostrando los claroscuros que recorren la naturaleza de su personaje. 

Además, tiene ese toque sórdido y de pena crónica en su forma de transmitir, que dota a su personaje de unas aristas que no son desarrolladas en el guión. 

Siempre es un placer verlo en sus películas, porque él logra darle mucha personalidad a sus papeles. 

Mientras el Jonas adolescente recayó en Nicolas Bauwens, que tiene una naturalidad ante la cámara que crea un efecto hipnótico hacia el espectador.  

Además, sabe utilizar perfectamente la intensidad de la expresividad, lo que hace de él una de las mejores interpretaciones de la película. 

Por otro lado, Tommy-Lee Baïk como Nathan se queda a medio gas, y ofrece un trabajo actoral que no termina de desarrollarse de una manera orgánica; por lo cual, aunque hay cierta química entre ambos actores, la energía entre ellos no forma un combo espectacular, sino que se ve la diferencia entre los 2.  

Por último, destacar el gran trabajo de Aure Atika, la madre de Nathan que en apenas en unas escenas muestra la evolución interpretativa en su personaje; inclusive Ilian Bergala como Leo, logra darle brillo a su papel que se desarrolla conforme avanza el metraje. 

Sobre el final... parece un poco apresurado y abrupto; y confieso que nos gustaría pasar un poco más de tiempo explorando los sentimientos de Jonas en ambas líneas de tiempo, después de la gran revelación y antes de la escena final dulce pero triste, pero esto probablemente se debió a las limitaciones de tiempo de la televisión; y en cualquier caso, sirve para demostrar lo rápido que la vida puede dar un giro inesperado.  

Mi única otra queja es que, si bien todo el elenco hace un excelente trabajo, Jonas, Nathan y sus compañeros de clase son demasiado mayores para ser estudiantes de 9°... 

Y sobre la temática, el ser gay de los personajes principales, no es tanto un problema aquí; aunque las escenas durante la escuela secundaria al principio parecen ir de esa manera, se trata básicamente de un amor adolescente como cualquier otro; porque la premisa principal es tener que vivir con un sentimiento abrumador de culpa y vergüenza, a causa de un terrible incidente que afectó a la persona en la que en ese momento estaba enfocado todo su nuevo y esperanzador amor. 

Por ello, esta película es una exploración interesante del trauma profundo que afecta la salud psicológica en la edad adulta; y trata más de cómo un incidente en la adolescencia, cómo algunas personas en ese momento, van a determinar su reacción emocional a eventos posteriores en esos años que conducen a su adultez, incluso a su mediana edad. 

Son eventos que nos persiguen en el momento más indiferente o irrelevante de la vida, de ahí que el filme se hace cercano e intimista, porque gracias a la narrativa y a los personajes, el mensaje llega al espectador. 

Y puede ser por eso que el director deja hasta las últimas escenas para que el espectador junte todas las piezas, y luego nos haga gritar por respuestas y resoluciones que para los créditos finales sabemos que nunca llegarán, y dejamos la película, como todos los personajes, con un sentido de esperanza, teñido de desesperación. 

“Yo soy Álvaro” 

RECOMENDADA 




Comentarios

Entradas populares