Macario

“Hay que tener consideraciones con los muertos, porque pasamos mucho más tiempo muertos que vivos”

La fascinación por la muerte, ha ocurrido a través de la historia de la humanidad, caracterizada desde por obsesiones con la muerte, hasta con todo aquello relacionado con la vida después de la muerte...
En tiempos pasados, la sociedad creaba cultos alrededor de la muerte y su figuración:
Anubis, Osiris, Hades y La Santa Muerte, tienen todas ellas una gran cantidad de seguidores.
A La Santa Muerte o la personificación de la muerte, se le rinde culto a día de hoy en México y otros países de América Central; y el Día de Muertos, 2 de noviembre, es la celebración de La Muerte.
Así pues el paso de la vida a la muerte es un momento emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia.
Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte, que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella.
México es un país rico en cultura y tradiciones; y uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación, es la concepción que se tiene sobre la vida, la muerte, y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
El Día de Muertos, es una celebración tradicional mexicana, que honra a los ancestros; y se celebra principalmente los días 1 y 2 de noviembre, coincidiendo con las celebraciones católicas de Día de Los Fieles Difuntos y Todos Los Santos.
En el 2008, La UNESCO declaró la festividad, como Patrimonio Cultural Inmaterial de La Humanidad de México.
El culto a la muerte en México no es algo nuevo, pues ya se practicaba desde La Época Precolombina; así mismo, en El Calendario Mexica, que se localiza en El Museo de Antropología, se puede observar que entre los 18 meses que forman este calendario, había por lo menos 6 festejos dedicados a los muertos.
Posteriormente, los evangelizadores cristianos de tiempos coloniales, aceptaron en parte las tradiciones de los antiguos pueblos mesoamericanos, fusionándolas con las tradiciones europeas, para poder implantar el cristianismo entre dichos pueblos.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México, son entonces anteriores a la llegada de los españoles; y hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca.
Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones desde La Época Precolombina, y entre los pueblos prehispánicos, era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos, y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
¿Habrá quien escriba sobre esos temas?
Quizás una de las figuras más sorprendentes de la literatura moderna, es la del enigmático autor Bruno Traven, quien a pesar de haber sido un exitoso escritor durante su vida, a la fecha, los detalles de su vida permanece en el misterio.
Mejor conocido por haber escrito la novela “Der Schatz der Sierra Madre” (1927), base de la clásica cinta “The Treasure Of The Sierra Madre” (1948) de John Huston; en general, sus escritos pueden describirse mejor como “novelas de aventuras proletarias”, que cuentan sobre viajes exóticos, aventureros ilegales e indios; y lo que sí se sabe con seguridad, es que en algún un momento de su vida, Traven viajó a México, y quedó fascinado por la rica cultura de ese país, así como por su belleza natural y sus complicados problemas sociales; viéndose influido por La Revolución Mexicana; y escribe sus primeras novelas.
Ya la primera le vuelve famoso, no sólo en su natal Alemania, sino en el resto del mundo; y la mayoría transcurren en México, y narran insurrecciones de oprimidos contra sus opresores con un estilo directo y sencillo, pero una gran sensibilidad antropológica, cultural, social y moral; pero a diferencia de gran parte de la aventura o la ficción occidental, los libros de Traven no solo se caracterizan por una descripción detallada del entorno social de sus protagonistas, sino también por la presentación coherente del mundo desde la perspectiva de los “oprimidos y explotados”; porque sus personajes provienen comúnmente de las clases más bajas de la sociedad, del proletariado o del lumpen proletariado; y son más antihéroes que héroes, y a pesar de eso, tienen esta fuerza vital primaria que los obliga a luchar.
En su presentación de opresión y explotación, Traven no se limitó a la crítica del capitalismo; y en el centro de su interés, había más bien persecuciones raciales de los indios mexicanos.
Estos motivos, que son principalmente visibles en las novelas de la jungla, fueron una novedad completa en la década de 1930.
La novela publicada en alemán como “Der Dritte Gast” (1950), literalmente, “El Tercer Huésped”, y en inglés como “The Healer” o “El Curandero”; popularmente conocida como “Macario” es otro de sus trabajos más populares, y es además la base para una de las películas mexicanas más fascinantes y bellas, realizada por Roberto Gavaldón, que tiene lugar durante la víspera de un Día de Muertos; una obra que destaca por la obsesión del hombre con la muerte y sus distintos significados que tiene para muchos de nosotros.
“Trato tan poco a los hombres… cuando llego no hay nada que decir ni tiempo para decir nada...”
Macario es una película de fantasía mexicana, del año 1960, dirigida por Roberto Gavaldón.
Protagonizada por Ignacio López Tarso, Pina Pellicer, Enrique Lucero, Mario Alberto Rodríguez, José Gálvez, José Luis Jiménez, entre otros.
El guión es de Roberto Gavaldón y Emilio Carballido, basado en la novela “Der Dritte Gast” de Bruno Traven, que forma parte de una trilogía anticapitalista que la componen:
“Rosa Blanca” y “Días de Otoño”; y basada en la historia de los hermanos Grimm, “Der Gavetter Tod”, que trata sobre acontecimientos en la relación de un indígena con La Muerte, y de lo efímera que puede ser la ansiada felicidad.
Cabe destacar que la vida del escritor B. Traven, está rodeada de un halo de misterio y fantasía al igual que la película.
En Macario podemos ver la transformación que sufre la especie humana debido a la ambición, el placer que siente por lo utópico, y la pena causada por la decepción; siendo una gran historia contada con sencillez, con una moraleja con un toque fantástico, y un cuento que enseña que es muy cierto aquel viejo adagio:
“Ten cuidado con lo que desees, porque se puede cumplir”
Para cuando Gavaldón realizó Macario, era uno de los directores mexicanos más reconocidos en el extranjero; y pesaban en él diversas candidaturas a los premios de dirección en festivales de cine como los de Cannes y Berlín, y casi 3 décadas como exitoso realizador cinematográfico en los campos de dirección y guionismo, realiza esta película, que fue exhibida en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y nominada a La Palme d’Or, el cual no ganó, pero fue congratulado con el premio a La Mejor Fotografía para Gabriel Figueroa.
Como dato curioso, se dice que cuando la película fue mostrada, los críticos no entendieron la aparición de los 3 personajes misteriosos, por lo atípico de su vestimenta, hasta que después se les explicó que representaban.
Macario fue ganadora de numerosos premios, por sus valores de producción, y fue la primera película mexicana en ser nominada al Oscar como mejor película en lengua extranjera; perdiendo ante uno de los mejores directores del mundo; Ingmar Bergman, que obtendría el primero de sus 3 premios Oscar dentro de esta categoría.
Macario perdió contra “Jungfrukällan”, curiosamente, Bergman en la cinta “Det Sjunde Inseglet” (1957), trato con cierta similitud el tema de la muerte.
Aunque tras su estreno, Macario no fue tan bien recibido en su país de origen, pues se le consideró como una cinta artificial y nacionalista diseñada para ganar premios extranjeros; quizás sí se pueda acusarla de explotar un poco el folklor mexicano, pero aun así, Macario es un innegable logro de gran técnica y valor artístico; llena de simbolismo y poseedora de un impresionante trabajo de fotografía, Macario permanece como uno de los mejores filmes de Roberto Gavaldón, y una de las últimas gemas con vestigios de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano, el cual, para 1960, ya estaba enfrentando un declive; al tiempo que es un sorprendente ejemplo, y definitivo clásico del género de fantasía.
La cinta se rodó en locaciones de Las Lagunas de Zempoala en Morelos; la ciudad de Puebla, y Taxco, Guerrero; así como en las famosas Grutas de Cacahuamilpa en Guerrero.
La cinta se ambienta en la época del virreinato de La Nueva España del siglo XVIII, durante la víspera de un Día de Muertos.
Ubicada en México durante El Periodo Colonial, Macario (Ignacio López Tarso) es un humilde leñador de origen indígena, que se dedica a vender leña en el pueblo.
Harto de una vida de privaciones y apuros, manifiesta que su mayor anhelo es poder comerse él solo un pavo, sin tener que compartirlo con nadie.
Esto porque siempre ha tenido que sacrificar su comida para que su numerosa familia pueda tener que comer.
En la víspera de la celebración del Día de Muertos, su esposa (Pina Pellicer) se roba un pavo, y lo esconde de sus hijos, pues está decidida a hacer realidad el sueño de su esposo.
A la mañana siguiente, ella da a Macario el pavo, para que lo pueda comer a solas.
En lo profundo del bosque, Macario está a punto de disfrutar su deseado alimento, cuando se le van apareciendo 3 extraños sujetos, quienes le piden compartir su pavo:
El Diablo (José Gálvez), Dios (José Luis Jiménez), y La Muerte (Enrique Lucero)
Macario rechaza las solicitudes de los primeros 2, pero acepta al tercero.
A cambio de la comida, La Muerte le da a Macario un agua con el poder de curarlo todo.
A partir de un incidente familiar, en que Macario salva a su hijo de morir, usando el agua, se corre la voz de su “poder” entre el pueblo, y la situación económica del modesto campesino, se transforma de la noche a la mañana.
Mientras algunos se aprovechan económicamente de su “poder”, la fama de Macario llega a oídos de La Santa Inquisición por considerarlo un brujo-charlatán, y deciden encerrarlo, pero al demostrar su poderío, y al ver que uno de los hijos del Virrey está a punto de morir, deciden darle una oportunidad.
Para poder salvarse, Macario necesita que el niño no muera…
Al ver que La Muerte aparece a la cabeza del enfermo, que simboliza que no se puede hacer nada, pues si apareciera en los pies es que el enfermo se salva; Macario decide escapar en donde lamentablemente volverá a encontrarse con La Muerte…
El final es impactante, y uno de los más cuidados cinematográficamente hablando, dentro del cine mexicano, esas escenas dentro de Las Grutas de Cacahuamilpa son de los más memorables.
Macario no ha envejecido, sus efectos especiales lucen bien, y la película mantiene su espeluznante atmósfera de fantasía oscura, un encanto sobrenatural que podría definirse mejor como magia que la vuelve cautivante.
La belleza de las imágenes de Figueroa, a la par del maravilloso trabajo del elenco, se conjugan bajo la mano de Gavaldón, resultando en un filme poderoso y fascinante; y su encanto reside en la alegría con la que pasa de ser una historia solemne y triste sobre la miseria y la futilidad a una comedia animada, sazonada con observaciones ingeniosas, que a su vez se vuelve una historia cómica de terror; al tiempo que combina realismo mágico, y elementos del folclore del movimiento indianista de México, logrando resultados que son a la vez cómicos y emotivos; y toma para sí, la estructura de un cuento, de una parábola bíblica, y de un relato surrealista donde la cruda realidad y la imaginación más desbordante se dan la mano de forma equilibrada; inclusive se ve algo de Charles Dickens ambientado en México.
El resultado es una película exótica, cercana y humana, un lapidario ejemplo del poder igualitario e ineludible de la muerte, y una historia de tono crítico que disecciona las flaquezas de la sociedad mexicana:
La superstición, las diferencias de clases, los pocos recursos de ciertos aldeanos frente a la opulencia de “los señores”, el lado miserable del ser humano, la prosaica tendencia a utilizar lo milagroso como mera fuente de enriquecimiento, etc.
El Hollywood de la época, obsesionado con el péplum y los grandes mensajes espirituales, aplaudieron de forma atinada una película poco reivindicada al otro lado del charco, que merece una revalorización.
“Es el momento del reposo y del juicio”
En la filmografía mexicana denominada “clásica”, despunta Macario como una de sus obras más carismáticas, siendo una película muy querida por el pueblo mexicano, al abarcar un tema tan arraigado a sus tradiciones como es el culto a los muertos y a la propia muerte, a la que se respeta y se rinde pleitesía de una manera conmemorativa y festiva a través de la celebración del Día de Muertos.
El director, Roberto Gavaldón, dio al cine mexicano una de sus obras más insignes, y todavía ahora resulta una obra tremendamente moderna, abierta a muchas lecturas; y a 50 años de su exhibición inicial, Macario demuestra que tanto Gavaldón, como su equipo de trabajo, estaban muy adelantados para su tiempo, porque con este filme logran un relato convincente, con sólidas actuaciones, y una producción impecable.
Macario se aleja un poco de lo que estaremos viendo de la filmografía de Gavaldón en New York:
El melodrama urbano tipo “noir” y algunos bien podrían catalogar este filme, en el rubro del “fantástico rural” o simplemente “folclórico”, como fue descrito en su momento, pero lo trascendente es que tiene una magia universal que sigue intacta, y bien la historia podría ocurrir en cualquier lugar del mundo; por lo que permite al espectador razonar varios elementos:
Uno de los más importantes, es que la ambición por lo mundano, puede hacer que el hombre tropieza con el alejamiento de los amados; y la otra es traer a la meditación, cómo es que se van construyendo cada una de las tradiciones y costumbres en México, y reflexionar hasta qué punto, el fanatismo se confunde con la superstición, y entonces se olvida lo religioso;  a la vez, como una de las cintas mexicanas de mayor crítica a la superstición, a los intereses del mundo y a las clases social; y por un lado, hay quienes abusan de los pobres, y con ello aumentan sus riquezas; y por otro, la gente muere de hambre.
Por ello, Macario refleja el sentido costumbrista de un México popular en El Día de Muertos, que es un encuentro con una cultura que se ha edificado desde hace centurias, tal vez, con muy poca reflexión sobre el asunto de la muerte…
Pero es una obra excepcional de la que llamamos Época de Oro del Cine mexicano; un pedazo de arte de esos que duran para la posteridad, y que debe ser revisitada por cualquier cinéfilo que se jacte de serlo.
El producto en conjunto resulta un planteamiento filosófico qué contiene una puesta en escena onírica, un carácter irreal, y una tenebrosidad bien manejada; donde se destaca la ambientación del México colonial, con una estupenda fotografía en blanco y negro, firmada por el maestro Gabriel Figueroa; y especial atención a la dramática ambientación obtenida con la acertada banda sonora compuesta por Raúl Lavista.
La película empieza como cualquier otra:
Conforme se empieza a desarrollar la historia, es como va agarrando el toque mexicano, muy apegada a lo que sucede en la vida diaria, los personajes se van desarrollando conforme avanza la historia, y van reflejando distintas ideologías y formas de pensar del mexicano.
A lo largo de la trama, se hacen constantes referencias religiosas al cristianismo, a los paisajes del pintor José María Velasco, vueltos a la vida con la fotografía de Figueroa; y todo comienza con esos créditos gigantes antiguos en el México post-colonial.
A simple vista se puede deducir, que están en plenas festividades del Día de Muertos, en Taxco, Guerrero, siendo un campesino, llamado Macario, el protagonista que a pesar de su pobreza, es un hombre honesto, que vive en una casita de paja.
Este personaje, es uno de esos leñadores que trabajan todo el día desde antes de amanecer, hasta el anochecer con un solo sueño:
Comerse un pavo entero sí solo, sin tener que convidar siquiera un poco de su manjar, ese era desde que recuerda, el más ferviente deseo de Macario, puesto que mantener a 5 hijos con un sueldo de 2 reales al día, le daba poca oportunidad de probar bocado decente si quiera; por lo que vive auto atormentándose, soñando con poder comerse un pavo él solo.
Ésta es la metáfora de poder complacerse a sí mismo por una vez en su vida antes de vivir para toda su familia, esa añoranza es la que al mismo tiempo le provoca culpa.
Su esposa también trabajaba en el día, lavaba ropa ajena, y así lograba juntar unos centavos; y sabiendo el deseo de Macario de comerse un guajolote, ella consiguió la forma de poder prepararle uno.
Un día, Macario se sentó la mesa como todos los días, pero su esposa le dijo que tomara su banquete, y se fuera al bosque a comérselo él solo, pues sus hijos despertarían, y le pedirían un pedazo; y su esposa sabía que él quería esa delicia para sí mismo, sin la intención de compartirlo.
Macario le soltó una mirada de infinito agradecimiento, y salió corriendo del jacal en busca de un buen lugar para comerlo.
Al poco tiempo llego un señor vestido de charro, y él lo miro al haberle pedido un pedazo de aquel delicioso manjar que tenía a sus pies, pero Macario lo negó, y el charro Diablo le ofrece las espuelas de plata de sus botas, pero Macario responde que no tiene caballo…
Luego, le tienta con unas monedas de oro del pantalón, pero el campesino dice que todos creerían que las robó, y que le cortarían las manos por ladrón.
Entonces le ofrece todo el bosque; a lo que Macario responde que si le cedieran el bosque, él seguiría siendo pobre, y debería continuar cortando la leña.
Y además, el bosque no es suyo “sino de Dios”
Entonces, El Diablo se volatiliza.
Luego, llegó un viejecito que le dijo que si le daba de comer, pues él llevaba un muy largo viaje; pero Macario le negó el pedazo de pavo.
Él era el mismísimo Dios, bajo la forma de un humilde y decrépito anciano.
Tampoco a Dios le cede el pavo, pues el pobre campesino argumenta que él ya lo posee todo, y que nada necesita, que sólo quiere ponerle a prueba, y ver un gesto de su parte.
Después, y por último llegó una persona muy delgada, con una túnica muy oscura y un sombrero de paja; y también le pidió un poco…
Al fin, Macario le dijo que sí, y el extraño se sentó frente a él, y se conocen mientras cada uno disfruta de su mitad del pavo; y el sujeto le pregunta por qué a é si lo dejo comer, y a los otros no…
Macario le explica que sabía que si él le aceptaba algo a esos 2 extraños, no podría disfrutar su pavo solo, y él se da cuenta que cada uno representaba a las más grandes figuras de ese tiempo:
El Diablo, Dios y La Muerte.
El campesino se da cuenta además, de que nadie escapa ante el ineludible designio de La Muerte, y le confiesa a su interlocutor, que también aceptó convidarle, para retrasar así su propia muerte.
En este punto, el filme se convierte tras diversos acontecimientos en una fábula moral sobre lo ineptitud del dinero, los momentos de felicidad que otorga la vida, la peligrosidad que representa jugar con el destino, y el fracaso de la humildad en un mundo artificioso movido por el poder, la religión y la autoridad.
Tras el festín, y para recompensarle por su generoso gesto, La Muerte hace brotar del suelo un chorro de agua con propiedades curativas, capaz de sanar a personas gravemente enfermas.
Macario vacía su cantimplora, y la llena con ese agua nueva.
Sin embargo, el uso de ese milagroso remedio tiene una condición:
Si Macario ve, en el momento de proporcionar el agua al enfermo, que La Muerte está a los pies de su cama, la persona que beba el agua sanará...
Pero si la ve en la cabecera, no hay ya nada que hacer; esa persona está acabada sin remedio.
Macario regresa a su casa, y pronto se le presenta la oportunidad de usar su agua curativa; de la que una sola gota basta para que un moribundo recupere la salud.
El primero al que puede socorrer, es uno de sus hijos, quien yacía inconsciente tras caer en un pozo.
Luego, a algunos vecinos de su poblado; entre ellos, la esposa del acaudalado don Ramiro (Mario Alberto Rodríguez)
Éste pretende hacer negocio a costa de las facultades de Macario, y prepara una lista con los nombres de amigos y conocidos enfermos y ricos, para cobrarles a cambio de su curación.
Poco a poco va creciendo la fama de Macario como curandero a nivel local, e incluso en todo el virreinato; y los enfermos acuden masivamente a solicitar las atenciones de Macario, y éste, en la mayor parte de las ocasiones, logra sanarlos, sólo le es imposible cuando La Muerte se aparece en la cabecera de la cama del paciente...
El éxito del antes humilde campesino es tal que deja sin trabajo al médico del lugar, y también al enterrador…
Inicialmente, Macario no desea cobrar a la gente, pero los lugareños le traen comida y dinero por iniciativa propia; así, Macario deja de ser pobre, y como ahora vive en la abundancia, comparte lo que gana con los más desfavorecidos.
Sin embargo, el agua curativa no es ilimitada, y pasado un tiempo, está a punto de agotarse.
Para empeorar las cosas, un día aparecen las autoridades de La Inquisición, quienes acusan a Macario de practicar hechicería…
En muchos filmes de Roberto Gavaldón, la muerte y el destino juegan papeles fundamentales en sus tramas, y en Macario esto es llevado a su extremo más simbólico.
Como es usual en sus filmes, la hechura de Macario es técnicamente impecable, aunque este filme en particular, prueba que Gavaldón no era solo un eficiente artesano, sino un realmente interesante y consagrado artista, digno de ser considerado entre los más grandes directores de cine mexicano.
Como en la novela, Macario es fuertemente simbólico, con la imaginería mexicana respecto a la muerte, jugando un papel importante en la creación de la poderosa atmósfera de fantasía que tiene el filme, una escena particularmente brillante, es la pesadilla de Macario, que muestra influencia del surrealismo de Luis Buñuel.
El filme en general, camina la delgada línea entre el realismo, reflejado en la relación entre clases sociales, y la fantasía total, por lo que podría decirse que la película se relaciona al realismo mágico.
Adaptada por el escritor Emilio Carballido y el mismo director, Roberto Gavaldón, la película permanece relativamente fiel a la historia de Traven, que era una adaptación del cuento de hadas alemán “Der Gavetter Tod”, y mantiene la mezcla de realismo y fantasía oscura que está en el centro de la novela; pero difiere de la trama en que en el libro, La Muerte parece conocer el curso de los acontecimientos que conducirán a la caída de Macario:
“Una vez que los hombres lo sabrán, no podrás parar”, y que La Muerte permitirá un último favor, en agradecimiento por restaurar la energía de La Muerte por otros 100 años, salvando a la familia de Macario y al propio Macario de la deshonra pública traída por el veredicto de La Inquisición.
Como la fábula de Traven, el guión de Macario está lleno de simbolismo, enriquecido por los detalles sobre la cultura mexicana y su tradicional celebración del Día de Muertos.
No sólo el filme comienza precisamente en las fiestas del Día de Muertos, sino que se establecen ciertos paralelos entre la tradición mexicana y la trama del filme, particularmente la personificación de La Muerte, no como enemigo, sino como compañero, como un amigo con quien compartir la comida.
El anticapitalismo usual de Traven, permanece intacto en el guión de Carballido y Gavaldón, el cual juega con la diferencia de clases entre la pobre familia de Macario y la rica casa de don Ramiro.
La ironía con la que trabajan el tema del egoísmo, resulta completamente metafórica, puesto que el hambre que siente uno de los personajes es capaz de olvidar las necesidades de los hijos, de la esposa, sin olvidar que el hurtar está presente; además de presentar a 3 personajes de la existencia humana:
Primero el mal reflejado en la soberbia; en segundo lugar, el bien en una figura sensible y humildad; y finalmente el proceso por el que todo ser humano tiene que pasar:
La Muerte; que no es un enemigo, sino un aliado para Macario; no necesariamente una fuerza del mal, sino un elemento de equilibrio.
Macario es sólo capaz de torcer un poco ese equilibrio, pues La Muerte es despiadada y el destino inamovible.
Algo interesante, es que la verdadera fuerza maligna en la trama proviene de los hombres, en la forma de la envidia que sienten por el éxito de Macario como curandero; y de nuevo, el anticapitalismo de Traven se hace presente:
El mal es el sentimiento humano de la envidia.
Por lo que Macario tiene un significado absoluto, que la muerte llega cuando menos te lo esperas, y de la forma más accidental.
En este ejemplo, a Macario se le concede su último deseo, en un sueño que será un punto de inicio para él y su familia, “una nueva vida”, mucho mejor y más digna sin tantas calamidades, y en su sueño que lo vive de una manera real y tangible como son los sueños, pero:
¿Podrá Macario aceptar también su destino final, la muerte?
La película sugiere que Macario se horroriza ante tal destino, finalmente también aparece La Muerte con la que había pactado previamente, que tratará de evitar a toda costa sin poder conseguirlo, pero con la suerte de que a Macario se le concede su último deseo, ver a su familia feliz, y comerse la mitad de su pavo.
Es la vida entonces, un destino curioso y misterioso que debemos recorrer para bien o para mal, y confrontarnos con nosotros mismos, una cita ineludible con la muerte dentro de una hora, un día, un año, una década...
Parte de la película se desarrolla en Día de Muertos, y se puede ver como aprovechan tanto esta temática; tan solo en el aspecto visual veremos excelentes ambientes donde descansan las llamas de los vivos, cementerios adornados con ostentosas ofrendas, hay incluso una breve escena de marionetas de esqueletos controlados por nuestro protagonista, robando y teniendo un festín…
¿Se le puede llamar egoísmo el comerse solo un pavo, teniendo una familia hambrienta?
Sus hijos viven a frijoles, y una vez que tiene un pavo, Macario decide comérselo solo, por gula, por egoísmo, por llevar una vida sufrida, por dar y dar y nunca recibir nada a cambio.
Lo cierto es que después se le aparecen el mismísimo Diablo, Dios y La Muerte, como producto de la culpa que le genera saber el acto de egoísmo que está cometiendo, lo lleva a convidarle solo a La Muerte, que fue el único que no le pidió nada a cambio, solo tenía hambre.
No solo eso, sino que La Muerte le regala un agua curativa, y Macario no tiene la peor idea que sacar réditos económicos de esto, y jugar con la muerte, ahí está la moraleja.
¿Qué otra cosa esperabas de la muerte?
Más que el deseo o simple instinto de satisfacer las necesidades más básicas, la causa primigenia de la tragedia, es esa irresponsabilidad que rompe el equilibrio cósmico; así pues, la robada de un pavo desbalanceará el orden sideral, y aunque no justifique la injusticia social que abunda en la película; las consecuencias de este descalabro devienen hondas para los pobres mortales.
Y como cualquier desvarió que se torna en certeza, Macario, siendo un buen tipo, palpará cómo el poder que está más allá de todo conocimiento, desborda cualquier posibilidad humana y se lo traga.
La misma lección resuena tan insoportable que prefiere desaparecer con él a la otra vida.
Poco importa si todo lo visto es una ensoñación más de un Macario en su delirio de hambruna, o si las largas vicisitudes del personaje son hechos reales, básicamente porque desvelar el misterio implicaría dar respuesta a cuestiones tan inalcanzables como la existencia de un más allá.
Fresca y muy ligera, se así narra una historia que llega al corazón, gracias sobre todo, a la humildad y honradez del personaje protagonista; y evita caer en una pomposa demostración de poderes milagrosos, y cuando llega a la parte más melodramática, mantiene ese tono optimista que la caracteriza; aun teniendo que batallar el incomprendido curandero contra aquellos que pretenden ser un ejemplo para la sociedad, quienes demuestran ser por enésima vez, los más hipócritas y mezquinos.
En lo técnico, el legendario cinefotógrafo, Gabriel Figueroa, hace uno de sus mejores trabajos en esta película, capturando sobrecogedoras imágenes de gran belleza sobrenatural, que aumenta la atmósfera oscura de la fábula de Gavaldón.
En lo que a escenografía y vestuario se refiere, Macario es muy preciso, se sitúa en una época histórica pretérita de forma infalible.
Cómo se ha recreado el ambiente mexicano de aquel entonces, sin duda algo que ayuda aún más a familiarizar al espectador con la historia narrada, y con la película que la narra; y evidentemente, una producción mexicana de los años 60, en un género a menudo tan visual como el fantástico, puede resultar excesivamente ingenua y poco elaborada para el espectador actual; y como mero ejemplo de la escasez de medios, puede citarse por ejemplo, la forma escogida para representar a Dios y al Diablo, apariciones que también experimentará Macario en ciertos momentos del film.
En otras escenas, estas carencias intentan suplirse echando mano de juegos de luces y sombras bastante efectivos y creativos, imaginería onírica como la que constituye un sueño tenido por Macario, o secuencias elaboradas de manera artesanal, como la de las velas donde se sitúa el escenario del desenlace de la historia.
Aunque la fotografía de Figueroa es verdaderamente de lo mejor del filme, cabe destacar que el elenco también hace un maravilloso trabajo en dar vida a los personajes de Traven.
Sorprende como esas buenas interpretaciones, contribuyen a que el espectador se aventure en la historia, se asombre con ella, y porte enorme empatía hacia los personajes y lo que deben vivir.
Si hablamos de personajes, las formas con las cuales El Diablo, Dios y La Muerte están caracterizados, son muy ingeniosas y creativas.
Y no meramente la forma, sino también, la personalidad de cada uno.
De los actores, 1960 probó ser un año importante en la carrera del actor Ignacio López Tarso, pues fue cuando obtuvo sus primeros roles importantes en “La Sombra del Caudillo” y ésta película.
Como el protagonista, Macario, López Tarso muestra un gran carisma natural, y una fuerte presencia en su papel, así como una gran expresividad.
Aunque en un par de veces su trabajo se siente un poco teatral, en Macario ya muestra porque luego sería considerado como uno de los mejores actores mexicanos; y el mejor intérprete de Shakespeare en la historia de México, tanto que está entre los mejores del mundo; siendo muy interesante que Macario era retratado como un hombre inteligente y con múltiples facetas, que es lo contrario de muchas representaciones de personas indígenas en este tiempo.
También es interesante que La Muerte también es un hombre pobre y probablemente indígena, y que trató a Macario con honestidad y amabilidad a pesar del hecho que iba a terminar con su vida muy pronto…
Macario fue también el primer papel en cine de Pina Pellicer, y uno de los mejores de su corta carrera, pues se suicidaría 4 años después, con apenas 30 años de edad, presuntamente a causa de una depresión.
Su trabajo está tan lleno de naturalidad, que se vuelve fuertemente emotivo a pesar de su limitado tiempo en pantalla.
Macario fue la 2ª película de Pina Pellicer, aunque fue la primera en estrenarse. Como curiosidad, Pina Pellicer debutó en Hollywood, y fue nada menos que siendo aprobada por Stanley Kubrick para ser el interés romántico de Marlon Brando en “One-Eyed Jacks” (1961), un western atípico que acabó dirigiendo y protagonizando el propio Brando, con un reparto que incluía a Karl Malden, Ben Johnson, y la también estrella mexicana, Katy Jurado.
La producción comenzó en octubre de 1958, pero debido a desacuerdos entre Brando y Kubrick, así como con el guión de Sam Peckinpah, los 2 últimos terminaron abandonando el proyecto, y Brando comenzó a hacerse cargo del rodaje, por lo que en lugar de durar 6 semanas, terminó durando 6 meses, hasta abril de 1959.
Por lo que Pina volvió a México en esas fechas, y para junio de ese año, comenzó a participar en la filmación de Macario de Roberto Gavaldón.
El personaje de Pina Pellicer en la película de Gavaldón, es el de la sufrida esposa del protagonista, que lejos de ser un mero florero, nos es presentado como una mujer fuerte y decidida, que es en ocasiones, la conciencia de Macario, que llega a pedirle que abandone la nueva vida de lujo para volver a su humilde cabaña; y siendo en muchos aspectos, la verdadera “heroína” del film, ya que en momento alguno, y a diferencia de su marido, la vemos lamentarse por nada, y ni siquiera llegaremos a conocer su nombre, siendo ella quien roba un pavo a una familia adinerada, para “darle de comer a su esposo”, desatando todos los acontecimientos.
¿Acaso ella es Eva en este Edén costumbrista mexicano?
En las críticas de la película, este hecho fue calificado como notable, ya que no era muy común, que la mujer indígena en sus papeles en el cine llevara en muchos momentos el peso de la trama, pues el papel de mujer sacrificada era más típico en el cine de la época.
Enrique Lucero completa el elenco con un espeluznante trabajo como La Muerte, que se aparece como un pobre y desnutrido pastor.
La Muerte es abordada con dosis iguales de sobriedad y sentido del humor, sin el acartonamiento que desafortunadamente es visible en el resto del cuadro de actores.
La interpretación del actor, fue tan acertada que varias décadas después, seguía siendo recordada como una de las grandes actuaciones del cine mexicano; siendo él un actor protegido del director Enrique Gavaldón, que a finales de ese mismo año, daría un salto de calidad excepcional apareciendo en “The Magnificent Seven” (1960), iniciando una carrera espectacular como actor de carácter y extra en películas de Hollywood muy importantes.
También hay que destacar el gran trabajo del marionetista Pepé, de quien no he podido encontrar datos fehacientes.
El final de la historia, deja al espectador la duda de si todo fue un sueño de Macario antes de morir, o un breve preámbulo maligno de La Muerte para jugar con él… y entre las mejores escenas, deben ser destacadas ante la desesperación de Macario al ver a La Muerte en la cabecera de la cama del hijo del virrey, le dio la vuelta a ésta para que así estuviesen a sus pies, a lo que la muerte volvió a cambiarse de sitio para volver a ponerse en la cabecera; parecen de un humor negro buenísimo del más puro estilo del ya nombrado Buñuel.
La escena del calabozo, cuando a Macario las autoridades inquisitoriales le instan a que prediga allí las próximas muertes entre los condenados, y para asombro de todos, el que está a punto de morir, es el individuo menos pensado… así como también la secuencia de la gruta hacia el final, cuando La Muerte le muestra a Macario, la multitud de velas que allí se consumen, cada una representa una vida, y cuando la vela se apaga, la persona muere.
Macario se da cuenta, de que también su propia vela está allí…
La escena en la que Macario visita La muerte en la cueva con las velas, que cada uno de ellos representa una vida humana, inspiraría una escena similar en la película animada “The Book Of Life” (2014)
Ambas películas usan El Día de Muertos como tema principal; y también tiene resonancias en la oscarizada película de animación “Coco” (2017) del estudio estadounidense PIXAR, que transcurre íntegramente durante las celebraciones de Día de Muertos en un poblado ficticio, similar a un pueblo del Estado de Michoacán de México, llamado “Santa Cecilia”, donde se puede ver que Macario es uno de los personajes… en un filme que se convirtió en pocas semanas, en la película más vista en la historia de México.
Por último, la banda sonora de Raúl Lavista, tenue y misteriosa, contribuye a acentuar los pasajes tenebrosos del relato, especialmente en los tramos donde aparecen La Inquisición, y el personaje de La Muerte.
“Esta es la humanidad.
Aquí ves arder las vidas tranquilamente.
A veces soplan los vientos de la guerra, los de la peste y las vidas se apagan por millares al azar”
La estatuilla de Los Premios de La Academia, mejor conocidos como Oscar, figura a un caballero empuñando una espada; el cual mide 34cm y pesa 3.85kg
Su base es de mármol negro, y está bañada en oro de 24 quilates...
Se dice que la persona que posó para dicha estatuilla, fue nada más y nada menos, que el actor mexicano, Emilio “El indio” Fernández.
La historia cuenta, que “El Indio” accedió a hacerlo, porque se lo pidió Dolores del Río, quien estaba casada con el magnate cinematográfico, Cedric Gibbons.
Pero en los Oscar, México ha presentado al menos 50 películas a consideración; y 8 filmes mexicanos han sido nominados por La Academia para El Oscar a La Mejor Película Extranjera.
Arturo Ripstein ha representado a México 5 veces, más que cualquier otro director mexicano, aunque nunca recibió una nominación; y la primera vez que México estuvo dentro de los Premios Oscar, fue gracias a Anthony Quinn, quien ganó en la categoría de Mejor Actor de Reparto en 2 ocasiones:
“¡Viva Zapata!” (1952) y “Lust for Life” (1956), siendo también nominado 2 veces más para Mejor Actor por las películas:
“Wild Is the Wind” (1957) y “Zorba The Greek” (1964)
En 1954, Katy Jurado fue nominada a Mejor Actriz de Reparto por la película “Broken Lance” del director Edward Dmytryk.
Jurado no ganó el premio, pero el argumento del filme sí se llevó la estatuilla.
Para La Mejor Película de Habla No Inglesa, es la categoría en la que México ha tenido más nominaciones, y ha presentado películas desde 1957 con “Torero” de Carlos Velo, pero solo fue considerada, no nominada; y luego con “Nazarín” (1959) de Luis Buñuel, bajo los mismos resultados; siendo Macario, la primera cinta mexicana en ser nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera.
Y es que La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos reconocía, a partir de la ceremonia de 1948, premiando a lo mejor de 1947, a las películas producidas en otros países que tuvieran una calidad fílmica sobresaliente, así fueran de corrientes distintas a lo que se acostumbraba realizar en Hollywood.
Se otorgaba una estatuilla al director de la película, y para aquellos años de premiación, no hubo una categoría específica en competencia ni filmes nominados, únicamente se mencionaba a la cinta que los votantes académicos consideraban la “mejor” realizada en lengua extranjera.
Sería hasta la ceremonia de 1957, premiando a lo mejor del año anterior, cuando se crearía oficialmente la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera, también llamada Mejor Película en Lengua No Inglesa, o simplemente Mejor Película Extranjera.
En las nominaciones de 1961, contendieron en esta categoría, además de la mexicana Macario, las cintas:
“El Noveno Círculo” de Deveti Krug y France Štiglic, de Yugoslavia; “Kapò” de Gillo Pontecorvo, de Italia; “La Vérité” de Henri-Georges Clouzot, de Francia.
De ellas, “El Noveno Círculo” estuvo nominada a La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y “La Vérité” ganó en empate un premio especial dedicado a galardonar a La Mejor Película Extranjera en Los Globos de Oro, junto con “Jungfrukällan” de Suecia, que fue la que finalmente obtuvo el codiciado Oscar en esta categoría.
La cinta es dirigida por Ingmar Bergman, y constituye otro magnífico ejemplo de cómo se pueden tratar los temas más serios del mundo:
La religión, la muerte, la venganza, el amor, sin resultar pesado ni cargante, como si se contara un cuento a un niño.
Y dentro de la historia cinematográfica de México, al menos 8 cintas han sido nominadas, incluida Macario:
“Ánimas Trujano” (1962), “Tlayucan” (1963), “Actas de Marusia” (1976), “Amores Perros” (2001), “El Crimen del Padre Amaro” (2003), “El Laberinto del Fauno” (2007), y “Biutiful” (2011)
Con el paso de los años, el trabajo de las producciones dirigidas por mexicanos, ha sido reconocido y ha llegado al nivel de producciones dirigidas por estadounidenses, para nominarlos a la par en la categoría más importante de la noche de Los Oscar:
La Mejor Película.
Del director Alfonso Cuarón, “Gravity” (2013) marcó un antes y un después en los efectos especiales, al hablar sobre una dramática misión al espacio a bordo del Explorer, la cual obtuvo 10 nominaciones, incluyendo las categorías de:
Mejor película, director y actriz, siendo éste el primer director mexicano en recibir la estatuilla de Mejor Director, además del Oscar a:
Mejor Fotografía (Emmanuel Lubezki), Mejor Montaje, Mejor Banda Sonora, Mejor Edición (Alfonso Cuarón y Mark Sanger), Mejor Edición de Sonido, Mejor Mezcla de Sonido y Mejores Efectos Visuales.
En 2014, Alejandro González Iñárritu dirigió “Birdman”, la historia de un actor famoso por interpretar un personaje de un comics, pero que ahora intenta regresar a la fama en una obra de teatro.
Obtuvo 10 nominaciones de La Academia, incluidas las categorías de:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Original y Mejor Fotografía, las cuales ganó.
La película de Alejandro González Iñárritu, “The Revenant”, la cual habla acerca de la venganza sobre un cazador que es atacado por un oso, y abandonado por sus compañeros de viaje; obtuvo 12 nominaciones en Los Premios Oscar de 2015, incluidas las categorías de:
Mejor película, director, actor y actor de Reparto; sin embargo, sólo ganó 3 estatuillas en la categoría de:
Mejor Director, Mejor Actor (Leonardo DiCaprio) y Mejor Fotografía, donde el mexicano Emmanuel Lubezki recibió la estatuilla.
Las otras películas que recibieron reconocimiento fueron:
El Laberinto del Fauno” de Guillermo del Toro, y “Children of Men” de Alfonso Cuartón; sin embargo, la historia de México en estos premios, no inició en esos años, ya que desde los años 60 ha figurado en la fila de sus nominados.
Gabriel Figueroa fue el primer mexicano nominado en la categoría de Mejor Fotografía por su trabajo en “The Night Of The Iguana” (1965)
Pero fue Emmanuel Lubezki el primer mexicano ganador de la categoría, aunque primero fue nominado al Oscar por primera vez en 1996, por su trabajo en “A Little Princess”, y después fue nominado en 2000 por “Sleepy Hollow”, en 2006 por “The New World”, en 2007 por “Children of Men”, y en 2012 por “The Tree Of Life”
Siendo Lubezki, el único mexicano que ha ganado 3 veces consecutivas un Oscar por:
“Gravity”, “Birdman” y “The Revenant”
Antes de llevarse la máxima estatuilla por “Gravity”, Alfonso y Carlos Cuartón, fueron nominados por Mejor Guión Original por “Y tu mamá también” en 2003, mismo año en el que  Salma Hayek fue nominada a Mejor Actriz por “Frida”
Adriana Barraza fue nominada a Mejor Actriz de Reparto en 2007, por su actuación en “Babel”, y 5 años después, Demián Bichir fue nominado a Mejor Actor en 2012 por su papel en “A Better Life”
Guillermo del Toro, hizo historia al marcar un récord con las 13 nominaciones a los Oscar, de las que se llevó 4 premios, siendo todavía insuperables las 8 estatuillas que ganó Cuarón con “Gravity”, como la película con más Oscar recibidos en la historia de México en tales premios.
Así, la presencia de mexicanos suma más de 40 nominaciones dentro de los premios Oscar, en donde las participaciones de mexicanos en diferentes categorías han sido reconocidas; y se contabilizan más de 20 estatuillas para mexicanos, de los cuales, 2 corresponden a una producción mexicana.

“No rindáis tributo a los dioses fugitivos.
El mundo cambia y las fes permutan, pero desde el principio de los tiempos, sólo ha existido una única deidad verdadera.
Y en el umbral, sólo veremos sus ojos a la cabecera de nuestro último pasaje.
Cuando nacemos, ya tenemos nuestra muerte escondida en el hígado, en el estómago o en el corazón, que algún día va a pararse.
También puede estar escondida afuera, sentada en un árbol que todavía no crece, pero que va a caerte encima cuando seas viejo”



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