Orlando

“She's lived for 400 years and hardly aged a day; but, because this is England, everyone pretends not to notice”

“Orlando: A Biography” (1928) es una novela de Virginia Woolf, una escritora inglesa, considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional; y también pionera en el uso de la corriente de la conciencia como dispositivo narrativo.
Sus novelas, son altamente experimentales, con una narrativa, a menudo sin incidentes y algo común, es refractada, y en ocasiones casi disuelta, en la conciencia receptiva de los personajes.
El lirismo intenso y el virtuosismo estilístico, se fusionan para crear un mundo sobreabundante con impresiones auditivas y visuales; y la intensidad de la visión poética de Virginia Woolf, eleva los escenarios ordinarios, a veces banales, a menudo en ambientes de guerra de la mayoría de sus novelas.
La ficción de Woolf, ha sido estudiada por su penetración en muchos temas incluyendo la guerra, la neurosis de guerra, la brujería, y el papel de la clase social en la sociedad moderna británica contemporánea; y la obra novelística de Virginia, recibe influjos de Marcel Proust, James Joyce, Dorothy Richardson, Katherine Mansfield y posiblemente Henry James.
Lo que le es realmente característico de “Orlando: A Biography”, y la hace prominente entre sus contemporáneos, es precisamente que trató de hallar un camino nuevo para la novela, apartándose y dejando de lado el realismo imperante, y abandonando la convención de la historia así como la tradicional descripción de los personajes; y se distingue del resto de novelas, al intentar representar a una persona real, hacer “una biografía”, como dice el subtítulo; por lo que se trata de una obra en parte biográfica, basada en la vida de Vita Sackville-West, que era una aristócrata y escritora con la que Woolf tuvo una relación amorosa a finales de los años 20, de hecho, la novela “Orlando: A Biography” está dedicada a Sackville.
Woolf se inspiró en el “Orlando Innamorato” (1483) de Matteo Maria Boiardo y el “Orlando Furioso” (1532) de Ludovico Ariosto; y también tomó en cuenta la obra de Vita Sackville-West, “Knole and The Sackvilles”; por lo que “Orlando: A Biography” se la considera una de sus novelas más accesibles, y por ello la de mayor éxito de la autora en vida; tanto que ha influido mucho estilísticamente, y se la considera importante en la literatura en general, sobre todo en la literatura inglesa en forma satírica, en la escritura femenina y los estudios de género en particular.
La obra es un jugueteo de gran espíritu inspirado en la tumultuosa historia familiar de la amante y amiga íntima de Woolf, la poeta y novelista aristocrática Vita Sackville-West, que junto a Woolf eran miembros del Bloomsbury Group, que era conocido por sus opiniones liberales sobre la sexualidad.
Nigel Nicolson , el hijo de Sackville-West, escribió:
“El efecto de Vita en Virginia, está contenido en Orlando, la carta de amor más larga y encantadora de la literatura, en la que explora a Vita, teje dentro y fuera de los siglos, la arroja de un sexo a otro, juega con ella, la viste con pieles, encajes y esmeraldas, se burla de ella, coquetea con ella, cae un velo de niebla a su alrededor”
Y es por ello que en esta novela se tratan temas considerados tabúes en su época, tales como la homosexualidad, la sexualidad femenina, además del papel de la mujer dentro de una sociedad y como creadora literaria.
Todos estos temas se presentan contextualizados en distintos períodos históricos:
Desde El Período Isabelino, pasando por El Período Victoriano, hasta llegar a la época moderna en los albores del siglo XX.
Aunque la autora presenta la obra como una biografía, en realidad se trata de una parodia de este género literario, y de manera especial de la tradición que ya existía en El Reino Unido en este tipo de género en El Período Victoriano, en el que predominaban los autores, y en el que los personajes históricos objeto de dichas obras, eran los hombres; con lo que esta obra aporta una visión especialmente crítica del papel asignado a la mujer, no sólo dentro de las sociedades machistas imperantes durante los casi 4 siglos por los que trascurre la obra, sino también dentro del mundo literario, un sector prácticamente reservado sólo para hombres.
Así, “Orlando: A Biography” intenta representar el personaje de una persona real, consolar a Vita por ser mujer, y por la pérdida de su hogar ancestral, Knole House, en Kent; aunque es también un tratamiento satírico de Vita y su obra.
En “Orlando”, las técnicas de los biógrafos históricos se ridiculizan; el personaje de un pomposo biógrafo se asume que es una burla.
Como dato, la obra fue traducida al español por Jorge Luis Borges; y consta de 6 capítulos numerados, y cuenta con numerosas ilustraciones, la mayoría fotografías de la propia Vita Sackville-West; y describe las aventuras de un poeta que cambia de sexo, de hombre a mujer, que vive durante siglos, conociendo a las figuras clave de la historia literaria inglesa.
El héroe epónimo, nace como un noble masculino en Inglaterra durante el reinado de Elizabeth I; sufre un misterioso cambio de sexo a la edad de unos 30 años y vive durante más de 300 años en los tiempos modernos, sin envejecer perceptiblemente.
Como adolescente, el apuesto Orlando sirve de page en La Corte Isabelina, y se convierte en “el favorito” de la anciana Reina.
Después de su muerte, se enamora profundamente de Sasha, una Princesa esquiva y algo salvaje en el entorno de La Embajada Rusa.
Este episodio, de amor y patinaje sobre hielo en el trasfondo de la célebre Feria de Escarcha celebrada en el congelado río Támesis durante La Gran Escarcha de 1608, cuando “las aves se congelaron en el aire y cayeron como piedras al suelo”, inspiraron a algunas de las mujeres de Virginia Woolf.
El derretimiento del hielo, coincide con la infidelidad de Sasha y la repentina partida hacia Rusia; así, el desolado Orlando vuelve a escribir “The Oak Tree”, un largo poema que comenzó y abandonó en su juventud.
Él se encuentra posteriormente entreteniendo a un malicioso poeta, Nicholas Greene, quien procede a encontrar fallas en la escritura de Orlando; y más tarde, Orlando se siente traicionado, al enterarse de que ha sido acosado en uno de los trabajos posteriores de Greene.
Un período de contemplación del amor y la vida, lleva a Orlando a apreciar el valor de su hogar señorial ancestral, que procede a decorar generosamente.
Allí, él es el anfitrión de la población.
Ennui se pone en marcha, y Orlando se siente acosado por una pretendiente persistente, La Archiduquesa Harriet, alta y algo andrógina, que lleva a Orlando a buscar una manera de salir del país; y es nombrado por El Rey Carlos II como Embajador en Constantinopla.
Allí, Orlando cumple bien con sus deberes, hasta que una noche de disturbios civiles y asesinos, se queda dormido por un período de días, y otros no pueden despertarlo.
Finalmente Orlando se despierta para descubrir que se ha metamorfoseado en una mujer, es la misma persona, con la misma personalidad e intelecto, pero en el cuerpo de una mujer.
Aunque el narrador de la novela profesa estar perturbado y aturdido por el cambio de Orlando, el ficticio Orlando acepta con complacencia el cambio...
A partir de aquí, las inclinaciones amorosas de Orlando cambian con frecuencia, aunque se mantiene biológicamente femenina.
La ahora, Lady Orlando escapa de forma encubierta a Constantinopla en compañía de un clan gitano; y adopta su forma de vida hasta que su conflicto esencial con su educación, la lleva a regresar a casa.
Sola en el barco de regreso a Inglaterra, con su ropa femenina, un incidente ocurre casi con la muerte de un marinero, donde se da cuenta de la magnitud de convertirse en mujer; y concluye que tiene una ventaja general, declarando:
“¡Alabado sea Dios, soy una mujer!”
De vuelta en Inglaterra, Orlando es nuevamente acosada por La Archiduquesa, que ahora se revela como un hombre, El Archiduque Harry; y Orlando evade sus propuestas de matrimonio; y pasa a cambiar los roles de género, vistiéndose alternativamente como hombre y mujer.
Orlando se compromete enérgicamente con la vida en los siglos XVIII y XIX, celebrando cortes con grandes poetas, especialmente Alexander Pope.
El crítico Nick Greene, aparentemente también intemporal, reaparece y promueve la escritura de Orlando, prometiendo ayudarla a publicar “The Oak Tree”; y gana una demanda por su propiedad, casándose con un capitán de mar, Marmaduke Bonthrop Shelmerdine; que al igual que Orlando, él no está conforme con el género, y Orlando atribuye el éxito de su matrimonio a esta similitud.
En 1928, publica “The Oak Tree”, siglos después de iniciarlo, y gana un premio.
Al final de la novela, el esposo de Orlando vuela sobre la mansión en un avión, que flota sobre Orlando hasta que Shelmerdine salta al suelo.
Un pájaro callejero vuela sobre su cabeza, y Orlando se regocija:
“¡Es el ganso!
¡El ganso salvaje!”
La novela termina con el golpe final de la medianoche del jueves 11 de octubre de 1928, el día en que se publicaría la novela.
En definitiva, pasó el tiempo, hasta que llega La Revolución Industrial con sus trenes y fábricas, tras lo cual Orlando se topará con El Período Victoriano, un período más oscuro aún para los derechos de la mujer con su amoralismo exacerbado, pero es entonces cuando conoce a su esposo, un aventurero librepensador con el que mantendrá una relación en la que no se sabía quién era el hombre, y quién la mujer.
Ya en el siglo XX, La Primera Gran Guerra marca el último capítulo de la obra, en el que aparecen Orlando, su hijo carnal y su hijo literario, “The Oak Tree”, en el que trabajó a lo largo de 300 años, y que le reportará un gran éxito en este nuevo siglo.
En la novela, Virginia Woolf satiriza la fascinación de Sackville-West con los romaníes, ya que es la caravana romaní en Los Balcanes, la que primero acepta a Orlando como mujer, y se insinúa que fue un hechizo lanzado por la bruja romana que Orlando contrajo matrimonio lo que causó la transformación de Orlando en mujer.
La bruja romaní, se llama Rosita Pepita, que también era el nombre de la abuela de Sackville-West, una bailarina española.
Sin embargo, Orlando, independientemente de su sexo, sigue siendo un aristócrata inglés, y no puede realmente adaptarse al estilo de vida nómada de la caravana romaní, ya que deambula por Los Balcanes y Anatolia, como en la vida real Sackville-West fantaseaba con unirse a una caravana romaní, pero realmente no deseaba renunciar a la vida estable de la aristocracia por vivir en la pobreza y ser objeto de odio popular como los romaníes, que eran y son un pueblo que no pertenece a ninguna parte.
En la novela, Woolf también satiriza a la cultura británica, en el sentido de que se permitió “la inversión” como se llamaba al lesbianismo, que siempre se presentaba como una alegoría fantástica, que solo fuera real en el sentido de que el libro trataba sobre Sackville en Occidente, pero no podía ser realista.
Y es que Woolf también pretendía que la novela fuera una compensación por la sensación de pérdida que a menudo sentía Sackville-West, quien perdió su querido hogar Knole en la infancia, que fue a un primo, y que ella habría heredado si hubiera sido un hombre; sobre su necesidad de ocultar su sexualidad, y sobre el infeliz final de su relación con Violet Trefusis, en 1920.
Porque en el libro, Orlando como mujer gana el control de su patrimonio familiar, que se parece mucho a Knole.
Del mismo modo, Trefusis aparece en la novela como La Princesa Rusa, Sasha, a quien Orlando ama sinceramente, pero la responsabilidad por el fracaso de la relación recae completamente en ella, mientras que en la vida real, Sackville-West sabía que la historia que usó como una razón para terminar su relación con Trefusis, a saber, ella se había acostado con su esposo, El Comandante Dennys Trefusis, era casi seguro que era falso.
La imagen de Sackville-West que Woolf presenta como su alter-ego, Orlando, no fue completamente positivo como Woolf sólo sentía desprecio por las habilidades de alfabetización Sackville-West, con respecto a ella como una escritora mediocre.
Por otra parte, la imagen recurrente del ganso gris que Orlando persigue, pero nunca captura a lo largo de los siglos, es una alegoría de la capacidad de escribir una novela realmente genial que Sackville-West deseaba hacer, pero nunca logró.
Quizás, afortunadamente para ella misma, una desconcertada Sackville-West nunca entendió de qué era un símbolo el ganso, escribiéndole a su esposo Harold Nicolson:
“¿Qué significa el ganso?
¿La fama, el amor, la muerte, el matrimonio?”
Para Woolf, a menudo se sentía herida por la promiscuidad y la infidelidad de Sackville-West, y Orlando le permitió tener una versión más idealizada de Sackville-West, que le pertenecería para siempre; por ello se ha dicho que el libro trata sobre la imposibilidad de representar la experiencia femenina en su totalidad, ya que un tema recurrente del libro, es la incapacidad de Orlando para describir adecuadamente las emociones, las personas, e incluso los sucesos banales como una puesta de Sol; y a lo largo del libro, Orlando no puede describir a Sasha o la naturaleza, así como el biógrafo no puede escribir correctamente una descripción de Orlando, y el amor que Orlando siente por Shelmerdine, se conoce como indefinible.
De hecho, esta ambigüedad retórica que usaba Woolf, era un comentario sobre “el amor que no se atrevía a decir su nombre”, ya que el libro estaba destinado a celebrar su amor por Sackville-West, y al mismo tiempo, disfrazarlo, a pesar de que las 2 mujeres eran inmunes de ser procesadas por las autoridades, recordar que la homosexualidad, pero no el lesbianismo, fue ilegal en Gran Bretaña hasta 1967.
De esa manera, Woolf pretendía que el libro fuera terapéutico, para abordar la sensación de pérdida que sentía Sackville-West y ella misma, para proporcionar una chispa de esperanza para evitar que se ahogara; no es casual que llamara a su diario “un gran mar de melancolía”
También, Woolf a menudo criticaba la historiografía británica, que en ese momento estaba relacionada en gran medida con la historia político-militar, a la que acusaba de descuidar la vida de las mujeres, que con la excepción de líderes como Elizabeth I, Anne, y Victoria, eran casi totalmente ignoradas.
Por ello, la novela se desarrolla en varias épocas de la historia británica, a saber, El Renacimiento, La Restauración, La Ilustración, El Romántico, El Periodo Victoriano y el presente; y Woolf utiliza las distintas edades para burlarse de las teorías de la historia.
Así, cuando Orlando era un hombre, no dudó en mostrar su manuscrito para “The Oak Tree”; pero como mujer, ella constantemente lo oculta cuando llegan visitantes, como se supone que Jane Austen hizo con los manuscritos para sus libros, que era la manera de Woolf de satirizar el comportamiento diferente que se espera de escritores masculinos y femeninos.
Al mismo tiempo, Woolf, aunque criticaba muchos aspectos de la vida británica, sentía una profunda afinidad en su país, donde el pasado parecía vivir de muchas maneras.
Que el siglo XIX comienza con una fuerte tormenta, y en todas las escenas ambientadas en La Época Victoriana siempre parece estar lloviendo, reflejando la visión de Woolf de esa Era en la historia británica, ya que fue con La Era Edwardiana que ese sol vuelve a Orlando… o que fue en Constantinopla donde Orlando se convirtió en mujer, refleja el estado de la ciudad en el siglo XVII, como un crisol de culturas con una población mixta de turcos, griegos, armenios, judíos sefardíes, circasianos, sudaneses y otros pueblos de todo el otomano.
Imperio, en definitiva, un lugar sin identidad fija que existía la mitad en Europa y la mitad en Asia, haciendo de la ciudad, el escenario perfecto para la transformación.
Además, los griegos habían fundado Constantinopla como Bizancio en el siglo VII a.C.; se había convertido en la capital del Imperio Romano en el año 324 d.C., cuando El Emperador Constantino “El Grande” cambió su nombre a la ciudad por su nombre actual; y durante siglos, había sido visto como un bastión del cristianismo contra el islam; que fue tomada por los otomanos en un asedio en 1453, convirtiéndose en la capital del Imperio Musulmán más poderoso del mundo; y pasó a llamarse Estambul en 1924, convirtiendo a la ciudad en una metáfora para cambiar las identidades, ya sean nacionales, culturales, religiosas, de género, étnicas o sexuales; y ya en el siglo XVII, Constantinopla era la ciudad más grande de Europa, y una de las más ricas.
Que la transformación de Orlando se produzca durante los disturbios anticristianos de la población musulmana de Constantinopla, es el ataque de Woolf contra El Imperialismo Británico; pues en la segunda mitad del siglo XVII, El Imperio Otomano estaba en declive, mientras que El Imperio Británico estaba en ascenso, que es el momento preciso en que Orlando cambia de sexo.
Woolf creía que “la cuestión oriental” como rivalidad imperial por el control de Constantinopla, “la ciudad de todo el deseo del mundo”, ya que se encuentra en un lugar estratégico donde Europa y Asia, se encuentran para ser una de las principales causas de La Primera Guerra Mundial, y al fechar la transformación de Orlando en el momento en que El Imperio Otomano comenzó a declinar, fue un punto político.
Y es que una de las principales justificaciones para El Imperio Británico fue la supuesta necesidad de proteger a las mujeres blancas de ser violadas por hombres no blancos; y que Lady Orlando escaque de Constantinopla sin un hombre que la proteja, fue un ataque a esta teoría.
Entre otros elementos, encontramos aspectos de la vida de Vita en muchas partes del libro, y en última instancia, Sackville-West a menudo se quejaba en sus cartas, de que Woolf estaba más interesada en escribir una fantasía sobre ella, que en devolverle sus gestos de afecto en el mundo real.
Por otra parte, la novela está escrita siguiendo un formato de biografía, pero obviamente haciendo una mofa de los convencionalismos de la biografía de la época:
La referencia al tiempo y al trascurso del mismo no es precisa; Woolf comenta en varias partes de la obra lo que debe hacer un buen biógrafo y lo que no, siempre optando por lo que se supone es lo que debe ser el papel del buen biógrafo.
Y claro está, la autora transmite el mensaje de que el sexo y los papeles de sexo que se deben asumir son completamente ridículos y artificiales.
Orlando no dejó de ser la misma persona al convertirse en mujer, pero tuvo que soportar todo el peso que significaba pertenecer al “sexo débil”
Por ello se dice que Woolf no se embarcó en este proyecto como un trabajo serio, sino como unas “vacaciones de escritor”; y esta innovadora aproximación a la creación literaria, no sólo le permitió por primera vez, vender sus libros en una mayor cuantía y lograr cierto reconocimiento por parte del gran público, sino que nos otorgó una gran obra, escrita con una prosa elegante, y una historia que es a su vez jovial y rompedora con las convenciones de la época; considerada hoy todo un clásico feminista, el libro ha provocado ensayos de estudiosos de la escritura de las mujeres y de género, y de los estudios transgénero; no es causal que la novela haya sido adaptada para teatro y cine.
En 1989, el director estadounidense, Robert Wilson y el escritor Darryl Pinckney, colaboraron en una producción teatral; y posteriormente fue llevada al cine.
If I were a man...
Orlando es una película de fantasía, del año 1992, escrito y dirigido por Sally Potter.
Protagonizado por Tilda Swinton, Billy Zane, Lothaire Bluteau, Quentin Crisp, John Wood, Charlotte Valandrey, Heathcote Williams, Toby Jones, entre otros.
El guión está basado en la novela de Virginia Woolf, “Orlando: A Biography” (1928), que trata el tema de la ambigüedad sexual como uno de los ejes de la obra, nada extraño teniendo en cuenta la atormentada relación de la autora con su propia sexualidad en una época en la que el lesbianismo no eran ni siquiera contemplado por la sociedad; por lo que Orlando tiene una narración de corte fantástico; y ante todo es la historia de una evolución personal, más bien una gestación, que dura varios siglos.
De gran fuerza estética, la película aborda un recorrido sexual por 4 siglos en la historia de Europa desde una perspectiva feminista; al tiempo que la directora Sally Potter nos ofrece una barroca y operística puesta en escena.
Se cuenta que Potter y Tilda Swinton, comenzaron a colaborar en el proyecto antes de que se escribiera un guión; y esta colaboración duró 5 años antes de que la película comenzara a rodarse; por su parte, Potter eligió filmar gran parte de la Constantinopla del libro en la ciudad aislada de Khiva, en Uzbekistán, e hizo uso del bosque de columnas talladas en la mezquita de Djuma, que data del siglo XVIII, para recrear la ambientación; pero su logro está en la amplitud de los notables intereses de Virginia Woolf, no solo en el lenguaje y la literatura, sino también en la historia, la naturaleza, el clima, los animales, la relación de los sexos y la naturaleza misma de los sexos; por ello los críticos elogiaron la película, y particularmente aplaudieron su tratamiento visual de la configuración de la novela de Woolf; tanto que estuvo nominada al Premio Oscar en mejor dirección artística y vestuario.
Orlando cuenta la historia de un viaje a través del tiempo, de alguien que vive por el espacio de 400 años, primero como hombre y más tarde como mujer.
De joven, Orlando (Tilda Swinton) recibe el encargo de sus padres de seducir a La Reina Elizabeth I de Inglaterra (Quentin Crisp); y es porque él es un hombre de nobleza ideal, que comienza su búsqueda de amor, poesía, un lugar en la sociedad y un significado en la vida, en y alrededor de La Corte de la Inglaterra histórica, a finales del siglo XVI; y con la bendición de la vida eterna de La Reina, le permite una búsqueda filosófica larga y profunda, acompañada de las características de la vida noble inglesa con un buen gusto por la ironía.
Ambos lados de la moneda, se muestran cuando Orlando, en parte cansado y disgustado con la forma en que los hombres piensan y actúan, regresa de su embajada en El Lejano Oriente como, exactamente la misma persona, y mucho menos de su sexo.
Orlando, ahora es una mujer de la nobleza ideal, que continúa su viaje para darse cuenta de la verdad sobre la vida, el amor y el acercamiento del propio sexo a finales del siglo XVIII en Inglaterra.
Para alguien que vivió 400 años y no ha envejecido ni un día, encontrando humanidad, se olvida la necesidad de lo andrógino como la clave de la felicidad propia y de la de su hija.
La adaptación de Sally Potter al Orlando de Virginia Woolf, no solo cuenta la historia con un diseño visual brillante, sino que también intenta extender la trama como lo haría Woolf, si hubiera vivido hasta finales del siglo XX; y nos muestra a un Orlando como una criatura melancólica e independiente, un ser ambiguo e inmortal que, con el paso de los siglos, pasa de hombre a mujer, mientras bucea en los misterios de la vida, el arte y la pasión.
Elegante en todas las áreas, especialmente en el diseño de vestuario, que maneja la ganadora del Premio de La Academia, Sandy Powell, y el diseño decadente de toda la producción; la película recae en los hombros del papel principal, Tilda Swinton, que es sorprendentemente hermosa, y aporta energía y pasión al personaje en cada escena; y aunque en un papel pequeño, este es el mejor trabajo de pantalla de Billy Zane como Shelmerdine, el perseguidor de la libertad; sin olvidar otras actuaciones destacadas, que incluyen a Charlotte Valandrey como una mujer luminosa a la que Orlando adora, y Quentin Crisp, excepcional al comienzo de la película como La Reina Elizabeth I; pero sobre todo, el filme es un alegato directo al papel de la mujer, en contraposición al hombre, desde la nobleza, en distintos momentos de la historia británica.
“You might choose not to be a real man at all.
Say, if I were a woman...”
El cine se caracteriza por narrar fábulas, con la preeminencia de la imagen sobre la palabra; y no está anclado a la lógica argumental, como otros lenguajes; y de esa libertad audiovisual nace su magia, que lleva cautivando a generaciones; por lo que Orlando puede ser definida de muchas formas, aunque nunca dirán que es una película común, ya que difícilmente puede ser comparada con cualquier otra que hayan visto hasta la fecha, algo que es un arma de doble filo.
Lo cierto es que llevar a la gran pantalla la magnífica novela de Virginia Woolf, que a pesar de ser un relato no muy extenso, posee una riqueza rara vez encontrada en otro similar, es una tarea poco menos que imposible, algo que quien lo haya leído entenderá rápidamente; pero lejos de achicarse por ello, la directora Sally Potter escribe el guión, y la plasma en un trabajo atípico, en el que su enorme rareza es a la vez uno de sus principales problemas, y una de sus grandes virtudes.
Potter es actualmente un mito a la hora de hablar de cine independiente feminista; porque sus películas reflejan un nuevo lenguaje cinematográfico, una nueva forma de mirar y una nueva forma de sentir; y además de cineasta, es también coreógrafa, bailarina y compositora; y cuando lanzaron su tratamiento por primera vez en 1984, los profesionales de la industria le dijeron a Potter que la historia era “inamovible, imposible, demasiado costosa y, en cualquier caso, no interesante”
Sin embargo, en 1988 comenzó a escribir el guión y recaudar dinero…
El resultado fue la estructura de la película, montada como un viaje a través del tiempo que se ordenan bajo distintos títulos como:
Muerte, Sexo, Política, Poesía...
Esta estructura cinematográfica, se aleja también del cine dominante que trata de crear un espectro narrativo lineal, en el que no haya elementos que puedan molestar a la audiencia como elementos pasivos observantes; por lo que Sally, al contrario de esta tendencia, apela a la audiencia, y lo hace a través de diferentes métodos; por ejemplo, poner títulos a las épocas que transcurren en la película; y propone un título con una definición visual, donde es el espectador el que decodifica estas imágenes, y elabora su propio significado, donde la feminidad emerge de todos los poros del film, y no solo por la representación del género que ofrece el/la protagonista, sino también porque la película ofrece una mirada diferente sobre el tema que trata:
El género mismo.
Así, la estructura temporal de la película, dividida en bloques que marcan una madurez existencial, pero también los grandes temas vitales, quedan en un segundo plano, supeditado todo al referente visual de una obra inmensamente bella; que para disfrutarla, es necesario tener una mente abierta, con la capacidad de empaparse de nuevas ideas y conceptos, de disfrutar de la belleza por el simple hecho de serla, y de aceptar que cada cual sacará sus propias conclusiones, no teniendo porque ser las nuestras más acertadas o mejores que las de cualquier otro.
Si es así, este trabajo tiene la capacidad de hacerte flotar a través de 4 siglos, de asistir a la evolución de la vida junto a la de nuestro personaje, de mostrar costumbres en constante cambio a través de diferentes épocas, todo ello de una forma hipnotizante, y ciertamente hermosa y extraña a la vez; pero muy rice en reflexión, al evidenciar cuanto hemos cambiado como sociedad.
Por ello hay que destacar la fotografía de Alexei Rodionov, capaz de embelesarnos con sus imágenes de forma constante, algo que da gran parte de su frescura a la película; igualmente destacable es el trabajo de Sandy Powell y Dien van Straal en el diseño de vestuario, un trabajo complejo y brillante a partes iguales; y el de Michael Buchanan y Michael Howells en la dirección artística, igualmente meritorio.
La historia comienza en La Era Isabelina , poco antes de la muerte de La Reina Elizabeth I, en 1603.
En su lecho de muerte, La Reina promete a un joven andrógino llamado Orlando, una gran extensión de tierra, y un castillo construido sobre ella, junto con un generoso regalo monetario; que tanto Orlando como sus herederos conservarán la tierra y la herencia para siempre, pero Elizabeth solo se la legará si acepta una orden inusual:
“Que él no se desvanezca, no se marchite, no envejezca”
Orlando asiente, y reposa en un espléndido aislamiento en el castillo durante un par de siglos, tiempo durante el cual se mete en la poesía y el arte.
Sus intentos de hacerse amigo de un poeta célebre, sin embargo, son contraproducentes cuando el poeta ridiculiza sus versos.
Orlando, luego viaja a Constantinopla como embajador inglés en El Imperio Otomano, y casi muere en un accidente…
Al despertarse a la mañana siguiente, aprende algo sorprendente:
Se ha transformado en una mujer…
La ahora, Lady Orlando, llega a su hogar con su vestimenta del Medio Oriente, solo para enterarse de que enfrenta varios juicios inminentes, argumentando que Orlando siempre fue una mujer y, por tanto, no tiene derecho a la tierra ni a ninguna de las herencias reales que La Reina le tenía prometido.
Los 2 siglos siguientes, agotan a Orlando:
El caso judicial, la mala suerte en el amor y las guerras de la historia británica, eventualmente llevan la historia a la actualidad, es decir, a principios de los 90:
Orlando ahora tiene una hija pequeña, y está buscando un editor para su libro.
El editor literario que juzga el trabajo como “bastante bueno”, está representado por Heathcote Williams, que es el mismo actor que interpretó al poeta que, anteriormente en la película, denigraba la poesía de Orlando.
Habiendo vivido una existencia muy extraña, Orlando, relajándose con su hija, y soñando filosóficamente bajo un árbol, finalmente ha encontrado un nicho tranquilo.
El reto que se planteó Sally Potter para su 2º largometraje, es más que meritorio:
Llevar a la gran pantalla, una de esas novelas “inadaptables”; y hacerlo sin necesidad de traicionar más de lo necesario el original literario.
Así, el Orlando cinematográfico, como el libro de Virginia Woolf que lo inspira, es una película ambiciosa y heterodoxa, que atraviesa siglos de la historia de Gran Bretaña de la mano de un protagonista que cambia de sexo inopinadamente a mitad del relato; pero Potter se las arregla para conservar el espíritu moderno, transgresor, y al mismo tiempo, extraño de la novela de Woolf; pues Orlando va un paso más allá a la actualización postmoderna del cine de época británica que había realizado Peter Greenaway; y la película surca diferentes épocas para cuestionarse y apelar al espectador a través de las constantes miradas del protagonista a cámara, sobre aquello de inmutable y aquello de construido que definen la identidad sexual, el amor, el poder y el arte en relación con el tiempo histórico.
La directora describió su enfoque de la siguiente manera:
“Mi tarea, era encontrar una manera de permanecer fiel al espíritu del libro y a las intenciones de Virginia Woolf, a la vez que soy implacable con cambiar el libro de cualquier forma necesaria para que funcione de forma cinematográfica...
Los cambios más inmediatos, fueron estructurales.
La trama se simplificó y se eliminaron todos los eventos que no contribuyeron significativamente a la historia de Orlando”
Por ello, las referencias en el texto son numerosas, y se recogen sucintamente en la cinta, como el travestismo shakesperiano, donde Shakespeare gravita sobre la intención de la película desde el mismo título; o la poesía épica, artúrica, que ofrecen cierto paralelismo, con el personaje protagonista como una suerte de ser mitológico y simbólico a través de épocas que avanza con la inmortalidad de la letra impresa; por tanto, no preguntándose por qué el personaje no envejece, ya que ese de el “macguffin” como lo diría Hitchcock; sin embargo, la película contiene algunos anacronismos no presentes en la novela, por ejemplo:
A la llegada de Orlando a Constantinopla hacia el año 1700, Inglaterra se conoce como una “tierra verde y agradable”, una línea de la Jerusalén de William Blake, que en realidad no se escribió hasta 1804.
También, Orlando recibe un regalo para celebrar el nuevo siglo de parte de La Reina Anne, quien de hecho aún no había tenido éxito en el trono.
Potter argumentó que “mientras que la novela podría resistir la abstracción y la arbitrariedad, como el cambio de sexo de Orlando, el cine es más pragmático.
Tenía que haber razones, aunque fueran endebles, para impulsarnos a lo largo de un viaje basado en una especie de suspensión de incredulidad.
Por tanto, La Reina Elizabeth le otorga “la larga vida de Orlando” mientras que en el libro permanece sin explicación.
Y el cambio de sexo de Orlando en la película, es el resultado de haber alcanzado un punto de crisis:
Una crisis de identidad masculina”
Al final, Orlando tiene una hija, mientras que en la novela tuvo un hijo...
Por otra parte, Potter ha dicho que pretendía que Orlando rompiera la cuarta pared, para que fuera un equivalente a las direcciones directas de Woolf a sus lectores, y que este era su intento de convertir el ingenio literario de Woolf en un humor más cinematográfico.
Sin embargo, quedó una similitud obvia:
La película termina en su actualidad, 1992, al igual que la novela de Woolf termina en su actualidad, 1928.
Por otra parte, el paralelismo entre el Orlando cinematográfico y la sociedad contemporánea se trasluce en numerosas ocasiones.
Tras el cambio de sexo, la protagonista pierde sus propiedades y riqueza, además de sus antiguos privilegios.
“Existen países en los que las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase.
Se les niega cualquier derecho”, dijo la directora; y el tinte feminista, gira en torno a la pérdida de la casa de Orlando, que no puede poseer sus propiedades porque es mujer, o la charla con Pope y compañía.
El libro, prácticamente viene a decir que todos somos personas, seamos hombres o mujeres, y que los roles que se supone que tiene cada cual según su sexo, son absolutamente estúpidos, así como que la sexualidad es bastante relativa.
En todo caso, la tesis, aunque la novela esconde más y mejores intenciones, podría ser la denuncia del dualismo de género, hombre-mujer como algo artificial, educacional, político o de convivencia, obviando las evidentes diferencias biológicas y el ensalzamiento de la autoafirmación de una condición humana superadora de esas cortapisas culturales y hetero-patriarcales.
Del reparto, la elección es otro de los grandes aciertos en esta atípica obra, destacando sobre todo la excelente Tilda Swinton para el papel de Orlando, una criatura que nace hombre, y cuya constante evolución convertirá a la postre en mujer, en el aspecto literal de la palabra, algo para lo que el físico de la brillante actriz, y su buen hacer ante las cámaras, se antoja fundamental.
Se cuenta que Potter vio a Swinton en el Manfred Karge, interpretar a hombre, y dijo que “había una profunda sutileza sobre la forma en que ella asumía el lenguaje corporal masculino, y manejaba tanto la masculinidad y la feminidad”
Mientras que en las palabras de Potter, Quentin Crisp era “La Reina de Las Reinas”, particularmente en el contexto de la política de Virginia Woolf, y por tanto, apto para interpretar a la anciana Elizabeth; y junto a ellas destacan nombres como John Wood, un antiguo amigo que le declarará su amor tras su transformación en mujer; Lothaire Bluteau como un príncipe del lejano oriente con el que tratará en uno de sus viajes; y Billy Zane, el joven con el que conocerá los placeres del amor y el sexo, tras convertirse en doncella.
El nivel es bastante bueno en todos ellos, como en el resto del reparto.
Como dato para el espectador, a medida que Orlando progresa a lo largo de los años, durante la nueva encarnación, la actriz Tilda Swinton cambia de color los ojos; y para ayudar a encontrar al personaje de Orlando, Sally Potter y Tilda Swinton alquilaron algunos disfraces de Bermans & Nathans en Londres, e hicieron una sesión de fotos.
La mirada de Orlando a la cámara fue uno de los aspectos clave del personaje que surgió de esa sesión fotográfica.
Jessica Swinton , quien interpretó a la hija de Orlando, es la sobrina de la vida real de Tilda; al tiempo que este significó el debut en el cine de Toby Jones.
Y a pesar de que recibe la segunda facturación, Billy Zane tiene menos de 12 minutos de pantalla, y es mostrado al final; así como el icono gay, Jimmy Somerville, ofrece algo de la música, y aparece en un cameo como un ángel cantarín.
Por último decir que Sally Potter coescribió la banda sonora con David Motion, que es muy buena, algo de electrónica y música contemporánea, tanto en voces como en coros.
“Orlando, to me you were and always will be, whether male or female, the pink, the pearl, and the perfection of your sex”
Re descubierta, Virginia Woolf es hoy conocida por sus contribuciones a la literatura del siglo XX, y sus ensayos, así como por la influencia que ha tenido en la crítica literaria, particularmente feminista; con varios autores afirmando que su trabajo fue influenciado por ella, entre ellos:
Margaret Atwood, Michael Cunningham, Gabriel García Márquez, y Toni Morrison.
Porque La Woolf está considera como pionera de los escritores modernistas, usando la corriente de la conciencia como un recurso narrativo, junto a contemporáneos como, Marcel Proust, Dorothy Richardson y James Joyce.
Si bien la reputación de Woolf fue máxima en la década de 1930, disminuyó considerablemente después de La Segunda Guerra Mundial; siendo el crecimiento de la crítica feminista en la década de 1970, la que la ayudó a restablecer su reputación, y se convirtió en uno de los temas centrales del movimiento de crítica feminista; por lo que desde entonces, sus obras han atraído mucha atención y comentarios generalizados sobre “el feminismo inspirador”; tanto que han sido traducidas a más de 50 idiomas.
De hecho, una gran cantidad de literatura está dedicada a su vida y obra, y ha sido objeto de obras de teatro, novelas y películas.
En definitiva, Virginia Woolf se conmemora hoy por estatuas, sociedades dedicadas a su trabajo, y un edificio en La Universidad de Londres.
Cuando antes ella era repudiada por ser lesbiana, ahora su obra es leída en todo el mundo.

“Same person.
No difference at all... just a different sex”



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