Tea with Mussolini

“A story of civilized disobedience”

En el periodo de La Segunda Guerra Mundial, existió un pequeño grupo de ancianas inglesas que vivían en Florencia en los años 1930 y 1940; al que se les dio el nombre de “Scorpioni” porque eran conocidas por su gran humor; y una de ellas, era una institutriz inglesa llamada Mary O'Neill.
Cuando comenzó La Segunda Guerra Mundial, las damas fueron arrestadas en San Gimignano; per antes pasaban sus días en El Gran Caffé Doney, que era una cafetería muy inglesa en Via Tornabuoni, en Florencia, establecida a finales del siglo XIX.
Doney, fue favorecido por la aristocracia y la clase media alta , particularmente por los ciudadanos británicos que vivían en Florencia; siendo fundada como una tetería y pastelería por Gasparo Doney, un noble y oficial francés, que fue “exiliado” por la familia después de la derrota de Napoleón; y al llegar a Florencia, se dedicó a importar especialidades francesas, para luego abrir un primer restaurante en Via del Castellaccio.
Fue después de un corto tiempo, que su éxito le permitió mudarse a Tornabuoni, en el momento llamado Via dei Legnaiuoli; por lo que El Caffè Ristorante Doney, fue creado en el siglo XIX, pero por el yerno de los Doney, el italiano-inglés Giacomo Thompson, en el patio de La Palazzina Reale della Cascine, donde a sus expensas había construido un moderno techo de hierro y vidrio, donde se encontraba el salón principal.
En las primeras décadas del siglo XX, El Caffè alle Cascine se cerró, y el restaurante en Via Tornabuoni permaneció, en El Palazzo Altoviti Sangalletti, que tomó el nombre de Gran Caffè, aunque a menudo se llamaba “Caffè delle Colonne” por las 4 columnas que soportaban las bóvedas de la sala.
Decorado con frisos dorados sobre un fondo blanco, era famoso por la calidad del helado y el chocolate caliente, siendo muy popular entre la burguesía, los aristócratas, los políticos y los escritores florentinos; y al estar ubicado a poca distancia del Consulado Británico, en Lungarno Corsini; fue muy popular entre la comunidad florentina inglesa que había encontrado un lugar de reunión animado aquí.
Cuando Benito Mussolini atacó a Abisinia, actualmente Etiopía, los británicos expresaron su desaprobación pública; y esto llevó a algunos brotes de violencia fascista en El Gran Caffé Doney en 1935 y 1936; y entre los clientes más famosos estaban la socialista Violet Trefusis, que era una conocida de Mussolini, y un grupo de ancianas inglesas llamadas “Las Scorpioni”
Trefusis era una “socialité” y autora inglesa, recordada principalmente por su larga relación con la poeta Vita Sackville-West, que las 2 mujeres continuaron después de sus respectivos matrimonios.
Mientras que Victoria Mary Sackville-West, Lady Nicolson, CH; generalmente conocida como Vita Sackville-West, fue diseñadora de jardines inglesa; y una exitosa novelista, poeta y periodista, además de prolífica escritora y diarista; tanto que ella fue la inspiración para la protagonista andrógina de “Orlando: A Biography” de su famosa amiga y amante, Virginia Woolf.
También, a las “Scorpioni” les gustaba visitar La Galería Uffizi, y El Cementerio Inglés de Florencia.
Como dato, a este grupo de mujeres se las menciona en las memorias de la escritora Violet Trefusis, y también en las del director Franco Zeffirelli, que las describió “cuidando de él como un joven huérfano en Florencia”
Posteriormente, las damas fueron llevadas a un campo de internamiento por las fuerzas italianas, y Zeffirelli nunca las volvió a ver... pero él recordó que “la líder del grupo era una vieja viuda que a menudo actuaba de manera egoísta, pero era tan rica y poderosa, que nadie se atrevía a quejarse o enfrentarla”
“The love affair between the artistically-inclined English community and Florence was soon to be overshadowed by the clouds of war.
But at the moment the sun is still shining on the squares and statues, and the dictator Mussolini is the gentleman who makes the trains run on time”
Tea with Mussolini es una comedia del año 1999, dirigida por Franco Zeffirelli.
Protagonizada por Cher, Judi Dench, Joan Plowright, Maggie Smith, Lily Tomlin, Charlie Lucas, Baird Wallace, Massimo Ghini, Paolo Seganti, Michael Williams, entre otros.
El guión es de John Mortimer y Franco Zeffirelli; y es una película semi-autobiográfica, pues narra la historia de Luca, un niño italiano ilegítimo que es criado por damas británicas y estadounidenses, antes y durante La Segunda Guerra Mundial.
El filme nace del interés de su realizador, Franco Zeffirelli, por revisitar su propio pasado, identificando su mirada en Luca; por lo que reunió a un elenco de actrices reconocidas que compensaron la marcha del proyecto, que por problemas de agenda, de las inicialmente previstas Angela Lansbury y Vanessa Redgrave, que no lograron actuar.
Fue cuando se estrenó la película, que los críticos se ensañaron contra ella, tildándola de “acaramelada, narcisista y complaciente”; y sin embargo fue un éxito de taquilla, pues contó con un presupuesto de $12 millones, finalmente recaudó un total de $45 millones.
Rodada en Florencia, San Gimignano y Cinecittà; la acción tiene lugar en Florencia y localidades próximas, entre 1935 y 1943; por lo que nos lleva a Florencia, cuna del arte y la civilización occidental, en una época en la que sólo era visitada por intelectuales y estudiantes.
También son los años en los que el fascismo crece sin que nadie pueda adivinar hasta dónde…
Luca Innocenti (Charlie Lucas/Baird Wallace), es el hijo de una modista y un próspero empresario textil, llamado Paolo Guarnieri Innocente (Massimo Ghini), que al morir su madre, cuando tiene 7 años, es rechazado por el padre, y tomado en custodia por Mary O'Neill (Jean Plowright), una mujer inglesa de avanzada edad, y secretaria del padre de Luca.
Ella forma parte de un grupo de mujeres anglosajonas con mucha clase, que quedan de forma habitual para tomar el té, y que aman la cultura.
Apasionada y entusiasta, Mary le inculca desde su temprana edad una pasión por Shakespeare y las artes en general, y de esa manera, Luca, cada vez más en contacto con la colonia inglesa, cuya figura dominante es la viuda del ex embajador de Gran Bretaña, se convierte en un perfecto “gentleman”
Así pues, las damas en cuestión, tratan de impregnar a Luca del amor que profesan a la cultura italiana y, en especial, a la de Florencia.
En el caso de Lady Hester Random (Maggie Smith), la auténtica “alma mater” del grupo de féminas, amén de su querencia por todo lo relativo a la cultura transalpina, vive obsesionada con la idea de que mantiene una relación especial con el dictador Benito Mussolini (Claudio Spadano); pues su llegada al poder las desconcierta hasta el punto de que deciden reunirse personalmente con él, para asegurarse de que el fascismo no perjudicará sus intereses.
Sin embargo, su perspectiva no tardará en cambiar.
En una escena, que da título al film, vemos a estas señoras de la alta sociedad desplazarse a Roma y plantearle al Duce sus inquietudes; y regresan a Florencia con la promesa de Mussolini “que nada les pasará”
Pero la guerra ya está en marcha y, aunque Benito Mussolini prometió lo contrario, el prejuicio contra los extranjeros cada vez se expresa con más fuerza; y los ingleses no son la excepción:
Cuando Il Duce declara la guerra a Gran Bretaña, nuestras damas son forzadas a exiliarse en un pueblo de provincias, mientras el joven Luca pasa a engrosar las filas de La Resistencia.
Hay otro personaje que pulula por la historia sin encontrar nunca del todo su lugar:
Elsa Morganthal Strauss-Armistan (Cher), en el rol de una “nueva rica” yanqui odiada por las inglesas, y secretamente amada por Luca, que desde las sombras ayuda a huir del país a los judíos, ella lo es, y a sobrellevar “el exilio interno” a las damas.
Además de ser una película sobre y para señoras de alta sociedad, Tea with Mussolini es autobiográfica, pues en ella están contenidas la niñez y juventud de su director, Franco Zeffirelli; y con una similitud sospechosa con el inicio de “A Room with a View” (1985), el fascismo, los totalitarismos, el amor por el arte, la lucha por la defensa de la libertad, y sobre todo y por encima de todo, el amor a una ciudad hermosísima como es Florencia; la película constituye una invitación a gozar del arte, con pinturas murales de Siena, edificios monumentales de Florencia, pintura moderna de los 30 que colecciona Elsa… donde la afición del grupo de amigas por el arte subraya la invitación visual con reiteradas sugerencias que culminan en la cadena humana alrededor de las torres de San Gimignano para evitar su destrucción por los nazis en su retirada.
Así, la película muestra la insensatez y la miseria moral de la xenofobia general del fascismo contra ingleses, americanos, judíos, etc., a quienes somete a vejaciones físicas y psicológicas, y a reclusión o persecución.
Contra la xenofobia, se alza la dignidad y la solidaridad de quienes con riesgo de la propia vida, ayudan a huir a los amenazados de muerte, como Elsa Morganthal, personaje inspirado en Peggy Guggenheim.
Y entre los jóvenes de la resistencia se encuentra Luca, de 14 años.
La película, está punteada de humor, que rodea la figura delirante de Hester Random, y está presente en escenas de gran dramatismo, como la defensa de las torres.
Por lo que es incorrecto e inoportuno el tratamiento chistoso de la homosexualidad de la periodista estadounidense Georgina “Georgie” Rockwell (Lily Tomlin), pero queda como un personaje de descanso ante tanto drama, como el mismo personaje de Judi Dench.
En definitiva, la obra exalta La Toscana, para muchos, la región de mayor belleza de Italia en todos los sentidos, y la defensa de ese lugar.
“Better let me tell you about the girls!”
Siempre resulta gratificante recorrer la filmografía de un director, y encontrar en ella alguna película singular, una cinta personal que se aparta premeditadamente de lo habitual, que incluso puede recurrir a la propia vida del autor, o a sus aficiones más queridas, para presentarlas en pantalla como si de un manifiesto, testamento o diario íntimo se tratara, con el objetivo de dejarlo registrado para la posteridad.
Todo esto se nos antoja que haya sido la intención de Franco Zeffirelli en su mejor película hasta la fecha; y quien haya leído su autobiografía, advertirá que en este film, el autor reconstruye libremente importantes tramos de sus primeros años.
Efectivamente, el discípulo de Luchino Visconti traslada a Tea with Mussolini, momentos de su vida, y de su particular visión de la política y la historia contemporáneas, representativa, además de cierta tipología de italianos “cosmopolitas”, muy afines a la cultura anglosajona, a la que Italia debe mucho en lo que hace a la preservación del pasado.
Y es que, aunque Franco Zeffirelli parece que en Tea with Mussolini se aleja de la ópera, sin embargo, lo que realmente fabrica es un homenaje a la lengua inglesa, a los clásicos, con Shakespeare a la cabeza, al que aprendió a admirar y querer desde la infancia, y al arte en general siempre presente en su Florencia natal.
Es decir, Zeffirelli acierta con la narrativa, con las intérpretes y con una forma de rodar muy británica, casi podríamos decir cercana a James Ivory; y sobre todo en la primera parte, cuando el grupo aún vive en el final de la década de los 30 como si sus relojes se hubieran detenido en los felices 20, con una venda en los ojos.
Y como muchos en aquella época, los que querían vivir sin creerse lo que parecía inevitable, la guerra más sangrienta de la historia estaba por venir...
Obviamente, en una película tan personal, no podían dejar de aparecer los aciertos y los defectos que caracterizan a este artista polifacético, a veces sorprendente; y efectivamente, aquí hay preciosismo visual, notable vestuario, deliciosa escenografía y una acertada dirección de actores; pero también encontramos un guión desparejo, que no evita momentos sentimentales que, en un par de ocasiones, amenazan con hacer naufragar esta gran producción.
Estamos a las puertas de La Segunda Guerra Mundial, e Italia está bajo el dominio de Mussolini.
Florencia es una ciudad hermosa consagrada al arte y acogedora, que ha sumado a sus ciudadanos numerosos ingleses que han encontrado en este entorno su hogar ideal.
Pero en la relativa calma y armonía reinante, hay una sombra que aparece para romper la apariencia de paz, la guerra; que generará una discordia que obligará a todos los extranjeros a renunciar a su remanso de belleza y armonía.
La película comienza en 1935 en Florencia, Italia, donde un grupo de cultas inglesas expatriadas, llamadas “Los Escorpiones”, se reúnen para tomar el té todas las tardes.
El joven Luca, es el hijo ilegítimo de un hombre de negocios italiano que muestra poco interés en la educación de su hijo.
La madre del niño, una modista, ha muerto recientemente; y Mary Wallace, quien trabaja como secretaria del hombre, se acerca para cuidarlo, y busca apoyo en sus amigas de Scorpioni, incluida la excéntrica artista Arabella (Judi Dench)
Juntos, enseñan a Luca muchas lecciones sobre la vida, y especialmente sobre las artes.
Elsa Morganthal, es una joven viuda estadounidense, rica y descarada, a la que la matrona de las “Scorpioni”, Lady Hester Random, apenas tolera, y establece un fideicomiso financiero para Luca cuando se entera de la muerte de su madre, a quien quería, y a quien Elsa aún debe dinero por sus servicios de confección…
Un día, cuando las damas están en un restaurante para tomar el té de la tarde, es vandalizado por los fascistas, lo que refleja la posición cada vez más incierta de la comunidad de expatriados.
Por lo que Lady Hester, viuda del ex embajador de Gran Bretaña en Italia, conserva una admiración en Benito Mussolini, y se encarga de visitarlo, recibiendo sus sinceras garantías de seguridad, y cuenta con orgullo su “té con Mussolini”
Pero la situación política continúa deteriorándose, y las “Scorpioni” encuentran que su estatus y libertades disminuyen.
El padre de Luca decide que el futuro de Italia está con Alemania en lugar de Gran Bretaña, y envía a Luca a un internado austriaco.
Pasados 5 años, Luca regresa a Florencia con la intención de utilizar el fondo fiduciario de Elsa para estudiar arte; y encuentra que la mayoría de los ciudadanos británicos están huyendo del país, anticipando la declaración de guerra de Mussolini a Gran Bretaña, y que Mary se ha mudado con Lady Hester y las demás, ahora detenidas; por lo que llega a la casa, junto al nieto de Hester, Wilfred (Paul Checker), disfrazado de mujer joven por su seguridad, pero son detenidos y subidos a un camión de transporte, que él sigue hasta la cercana ciudad toscana de San Gimignano.
Debido a que Estados Unidos no está en guerra, Elsa y su compatriota estadounidense, Georgie Rockwell, una arqueóloga abiertamente lesbiana, sigue siendo libre; Elsa usa a Luca para entregar pedidos y fondos falsificados para que las damas se muden de sus aposadumbrantes barracas a un hotel de clase alta.
Creyendo que el mismo Mussolini emitió las órdenes, Lady Hester está encantada, blandiendo con orgullo la foto del periódico de su “té con Il Duce”; pero a medida que avanza la guerra, aumenta la opresión de los judíos, y Elsa que es judía, está protegida de alguna manera por su ciudadanía y riqueza, y proporciona a un grupo de judíos italianos pasaportes falsos, alistando a Luca para entregarlos.
Sin embargo, Luca se pone celoso cuando Elsa forma una alianza romántica con Vittorio (Paolo Seganti), un abogado italiano astuto…
Cuando los Estados Unidos entran a la guerra en 1941, Elsa y Georgie se internan con las mujeres británicas; Elsa se enamora del plan de Vittorio para malversar su colección de arte y dinero, lo que la entregaría a La Gestapo alemana en una escapada falsa a Suiza.
Luca es consciente de la decepción, pero no le dice a nadie por celos a pesar de Elsa.
Mary se entera de ello con el vendedor de arte de Elsa, (Mino Bellei), y regaña a Luca.
Su actitud cambia, y le da dinero de su fondo fiduciario a los miembros del movimiento de resistencia italiano, a la que se ha unido Wilfred.
Elsa aún se niega a creer la traición de Vittorio y, en última instancia, solo está convencida cuando Lady Hester, informada por Mary y Luca de lo que Elsa ha hecho en secreto para todos ellos, se arrepiente de su desprecio por Elsa, y le ofrece su gratitud y ayuda.
Elsa consiente en un plan de escape tramado por Mary, Luca y Wilfred; y antes de que ella se vaya, Elsa le cuenta a Luca cómo una vez ayudó a su joven madre a pasar por su embarazo, permitiéndole así, estar allí para ella.
En julio de 1944, a medida que el ejército británico avanza hacia San Gimignano, Arabella defiende frenéticamente sus frescos amados de la demolición por parte de las tropas alemanas, y se une heroicamente en la línea de fuego por Georgie y las mujeres inglesas, incluida Lady Hester; y se salvan cuando los alemanes reciben órdenes de retirarse, dejando intactas a las mujeres y las torres.
La ciudad se regocija cuando llegan los escoceses, y Luca ahora es el intérprete italiano de su comandante.
El comandante tiene órdenes de evacuar a “Las Scorpioni”, pero Lady Hester se niega a cooperar, y resolvió que reanudarán sus vidas anteriores en Italia.
Mary está encantada de ver que Luca, ahora en uniforme británico, se ha convertido en “el caballero inglés” que su padre deseaba que se convirtiera.
Los textos de cierre, explican los destinos, en su mayoría felices, de los personajes, concluyendo con la observación de que Luca se convirtió en artista, y “ayudó a hacer esta película”, en otras palabras, como escritor y director.
El realizador, Franco Zeffirelli, se inspiró supuestamente en su propia biografía a la hora de retratar el ambiente de la comunidad anglosajona que residía en la Florencia de los años 30, donde las protagonistas son el último eslabón de esa apasionada historia de amor entre la fría Gran Bretaña y la cálida Italia que escritores como E.M. Foster plasmaron tan bien en sus novelas.
Como si los personajes de “A Room with a View” se hubieran acabado instalando en La Toscana, estas señoras que residen en Florencia viven encantadas de disfrutar de las ventajas de Italia, eso sí, sin mezclarse apenas con la población local, excepto por lo que respecta al joven protagonista, el alter ego del director.
Su aislamiento, provoca que ni tan siquiera vean la ascensión del fascismo como un peligro, convencidas de la inmunidad que les otorga su pasaporte.
Así Zeffirelli dibuja un retrato de grupo tan vivaracho como tópico:
Las inglesas disfrutan del modo de vida italiano, sin dejar de tomar el té puntualmente a las 4pm
Es, por tanto, un retrato coral, donde las mujeres son las protagonistas, personajes femeninos muy ricos en matices, brillantemente expuestos por el realizador italiano, emulando al mejor George Cukor, y sintiéndose muy a gusto con el reto.
Por su parta, “Las Scorpioni”, que así llaman al grupo de viejas aristócratas, viven en Florencia, de forma inocente, ajenas a un mundo a punto de estallar, y convencidas de su inmunidad gracias a una tarde en la que Il Duce las invitó a tomar el té… pero pronto se darán cuenta de que las promesas del dictador eran vanas, y sentirán muy de cerca el drama bélico cuando queden recluidas a la fuerza, como si fueran, que lo son, prisioneras de guerra.
La trama es original, pero la calidad de la cinta viene a raíz de las actuaciones.
Todas las actrices están estupendas:
Maggie Smith es la líder del grupo, la más ingenua de todas, pero también la más enérgica, como la propia Inglaterra de Chamberlain que se creía, o hacía la vista gorda, a todas las mentiras de Hitler, y no reaccionaba a sus conquistas hasta que invadió Polonia; Joan Plowright es la que aporta el punto de vista de la narración junto al niño que protege, el alter ego del propio Zeffirelli; Cher es la estadounidense, la que simboliza la vida despreocupada del otro lado del charco, pero también la realidad y la tragedia del conflicto al ser judía; Lily Tomlin, da vida a una arqueóloga lesbiana que ejerce como tal sin ningún prejuicio, adelantándose a su época, y dejando que el director opine sobre esta cuestión; y, finalmente, Judi Dench, encarna a una enamorada del arte, que antepone su propia vida para defender la belleza, otra de las constantes en la vida del cineasta, un director consagrado a la representación artística, en particular a la escena.
De esa manera, en esta película encontramos una “instrucción coral”, ya que Luca, el discípulo, va a recibir formación no solo de Elsa, sino también de todas aquellas personas que le rodean, y en especial de su principal protectora, Mary Wallas, que gracias a su amor altruista y ejemplo, va a ser el referente que va a imbuir en Luca la semilla del “darse a los demás”
Y de Arabella, una restauradora rebelde, amante del arte y de los animales, que le va a indicar el sendero y el privilegio de elegir el sentirse parte de un Plan Divino.
Ella sembrará en Luca el amor por el arte, la belleza y la expresión de la forma en honor a La Divinidad.
Pero la instructora principal es Elsa:
Ella es una gringa, rebelde, independiente, segura de sí misma, con un gran amor y compasión, que despierta la pasión en los hombres y la envidia en las mujeres, porque ella hace ni más ni menos que lo que quiere hacer, algo que los demás no están dispuestos o no se atreven por miedo.
Sin embargo, la gran compasión que será capaz de llevar adelante durante todo el recorrido de esta mujer, le hará ganarse el amor y el respeto de todos:
De su alumno, de amigos y de enemigos, incluidas las terribles “Scorpioni”, las damas inglesas que tanto rechazo sienten hacia ella.
Elsa, no es una pedagoga profesional, así que su método de enseñanza es un tanto “anárquico”, como ella misma; y tiene las cosas claras, también quiere que las tengan así de claras el resto de los que la acompañan.
Según sus propias palabras, ante la duda de conseguir algo que necesite, ella dice:
“No quiero que lo intentes, quiero que lo consigas”; o “cuando quiero algo de verdad, no para hasta conseguirlo”
Ella tiene claro que cuando quiere algo va a por ello sin dudarlo, y sin parar hasta obtenerlo, y será algo que inculcará a su discípulo Luca, y es que “nunca hay que rendirse”
Hace que Luca piense, reflexione:
“El arte te obliga a sentir, te obliga a pensar”, es decir, no hay que lanzarse por las cosas sin antes reflexionar cómo obtenerlas.
También le indica que todo en esta vida hay que empezarlo por el principio.
Luca quiere experimentar el arte, pero no ha adquirido la técnica necesaria, y Elsa le conmina a que lo haga:
“Tienes que conocer lo básico antes de lanzarte y experimentar”, antes de escribir hay que conocer qué son las letras.
Todo lleva su orden, y hay que seguirlo.
Por otro lado, gracias a su gran generosidad, da todo lo que tiene por hacer felices a los demás; y será el ejemplo para que Luca también dé todo lo que tiene para un bien mayor, para ayudar a La Resistencia que lucha contra los alemanes.
Si ella es capaz de darlo todo, incluso a los que le hacen mal, como en el caso de “Las Scorpioni”, con mucha más razón podrá él dar el dinero que tiene para ayudar a los que tienen que escapar de los alemanes.
Y para terminar, todo en esta vida tiene un comienzo y tiene un final.
La relación instructor/discípulo es muy hermosa, y puede durar toda la encarnación, o puede que no sea así, y haya que separarse en el plano físico, porque cada uno debe seguir caminos independientes.
Aquí Luca va a aprender la lección del “desapego”, aparte de recibir en la despedida, la última y valiosa lección de Elsa:
“No hagas caso a lo que digan los demás, escucha a tu corazón.
Si yo no te hubiera ayudado a ti, tú no podrías ayudarme a mí ahora”
Es decir, el Karma siempre vuelve, y las deudas de amor se deben pagar, del mismo modo que las buenas acciones generan el Dharma, o el buen resultado de la correcta acción.
En lo técnico, el filme deleita por el cuidado de los detalles de época, es cierto que la realidad es, y fue más dura, pero este cine es capaz de facilitar a quien conoce historia, poder evocarla con cierta tranquilidad melancólica; y a quien desconoce, despertar más curiosidad que susto, para adentrarse en una de las tantas facetas del alma burguesa, desarrollándose en una de las tantas tragedias del siglo XX.
En efecto, Tea with Mussolini es una historia de aprendizaje basado en el respeto a la cultura, el compromiso político, y por descontado, en cierto desencanto hacia la realidad.
En ese sentido, una secuencia que muchos acusaron de vanidosa, una de las damas estadounidense, Elsa, canta para todo el público “Smoke Gets in Your Eyes”, poniendo de relieve el hecho de que algo niebla la vista de todos los personajes que depositan su confianza en personas que no la merecen de modo alguno.
Ese desengaño, en efecto acarreará para sus protagonistas experiencias intensas que la cámara de Zeffirelli registra sin dificultad, como la redada de Los Camisas Negras en Florencia; el momento en el que Arabella ve cómo su perro se escapa de sus manos, y acaba en las de Luca; la secuencia en la que Luca entrega un pasaporte falso a una mujer judía… que les harán tomar conciencia de su situación personal, adquiriendo una postura vital que hunde sus raíces en la defensa de la cultura.
Al respecto, Zeffirelli diseñó una secuencia que supone una declaración de intenciones:
Las 3 damas inglesas se atan a una torre repleta de cuadros que el régimen nazi pretende volar con una bomba, perfectamente coherente con otras ya vistas a lo largo del metraje, como la secuencia en la que Luca y su tutora representan con unas marionetas la obra “Romeo y Julieta”; o el momento en el que Arabella enseña a Luca por primera vez La Galería de Arte de Florencia; y que Zeffirelli filma con un escueto plano general que muestra la belleza de un lugar que deslumbra al pequeño.
El tono de ligero costumbrismo del film, se torna más y más evidente a medida que evoluciona la historia; y que el fascismo quede fuera de campo, se entiende al principio como forma de subrayar el aislamiento en que viven las protagonistas.
Pero una vez que Italia, y después Estados Unidos, entran en guerra, el registro no varía demasiado; y con la excusa de centrarse en un círculo cerrado de residentes extranjeras, la visión histórica que Zeffirelli ofrece de su propio país acaba resultando revisionista, pero inconclusa:
No se explicitan verdaderos peligros ni amenazas, los anglosajones parecen los únicos interesados en preservar el patrimonio histórico de Italia, y los italianos no son víctimas de sufrimiento alguno.
Como dato, Lady Hester Random, se basa en un residente real de Florencia que Zeffirelli conoció en su infancia; y que él la menciona, junto a un par de otras damas de “Scorpioni” en su autobiografía:
“No recuerdo si se llamaba Hester, pero recuerdo a esta terrible y fantástica mujer.
Era la viuda de la comunidad.
Recuerdo las muchas cosas extravagantes que hizo, porque podía permitirse el lujo de ser arrogante y mandona”
Y si en algo se destaca es en unas estupendas actuaciones, no habiendo una figura central, pues incluso Luca, interpretado por Charlie Lucas cuando niño y Baird Wallace cuando adolescente, se convierte en un observador de una particular historia, la de Zeffirelli, en un período histórico particular; por lo que el director se apoya en un reparto compuesto por las grandes damas británicas de la actuación:
Joan Plowright, Judi Dench y una Maggie Smith que a veces da la sensación de estar interpretando el mismo papel desde hace décadas.
Los 2 personajes estadounidenses, la extravagante millonaria que encarna Cher y la arqueóloga lesbiana a quien da vida Lily Tomlin, otra elección de “casting” de lo más original... representan la modernidad frente a la rigidez inglesa, el nuevo imperio anglófono que dominará el mundo.
Otro dato es que Chris Larkin, quien interpreta al comandante Gibson, es el hijo de Maggie Smith; y que 30 años antes, La Smith protagonizó la oscarizada “The Prime of Miss Jeam Brodie” (1969), como otra mujer equivocada que adoraba a Mussolini.
Por su parte, Cher ha declarado que la única razón por la que asumió el papel de Elsa, fue porque Franco Zeffirelli dijo que solo podía verla a ella y a ninguna otra actriz en el papel; y aunque también se le conoce como cantante, esta fue la primera vez que la actriz Cher cantó en una película.
Michael Williams, que interpreta al Cónsul Británico, estuvo casado con Judi Dench en la vida real, y murió poco después de que se terminó la película; por lo que esta película marca su última aparición en pantalla.
El perro de Arabella, Nikki, es en realidad el perro de Zeffirelli.
Las escenas de combate al final, son clips de la película “A Bridge Too Far” (1977)
Como dato, la escena del té con Mussolini, termina con él forzando a la reportera a tener sexo, es decir, la viola; la escena no aparece en muchas copias del filme.
Por último, la banda sonora es interpretada por La Orquesta Sinfónica de Roma, aporta melodías de sabor italiano de los años 30, de corte meloso, coherente con el clima que preside la vida de “Las Scorpioni”
“You might love art, but art certainly doesn't respond to your affections”
La peripecia vital de Franco Zeffirelli, ya desde su ilegítimo nacimiento, se diría novelesca, más propia de un inquieto personaje del Renacimiento.
Artista de enorme sensibilidad, ha cultivado la escenografía, el teatro, la ópera, el cine, a través de obras inmortales que encierran las grandes cuestiones que interesan al ser humano en la perpetua búsqueda de sí mismo.
El cineasta, ha fallecido a los 96 años, tras varios meses de enfermedad en que se fue apagando…
Y es que Gianfranco Zeffirelli quedó marcado por sus singulares orígenes:
Nació en Florencia en 1923, fruto de una aventura amorosa escandalosa, la relación adúltera entre Ottorino Corsi, comerciante de sedas, y Alaide Garosi, que acudió al funeral de su marido llevando a la criatura en sus entrañas.
Debido a la ilegítima relación, el recién nacido fue registrado civilmente con el apellido “Zeffirelli”, mal anotado de “Zeffiretti”, palabra que significa algo así como “ligeras brisas” y que se menciona en la ópera “Cosi Fan Tutte” de Mozart, toda una premonición de su posterior dirección de formidables montajes operísticos.
La muerte de la madre cuando apenas tenía 6 años, propició que fuera puesto al cuidado de un grupo de mujeres inglesas expatriadas de su país, y establecidas en Florencia, que eran conocidas como “Scorpioni” por su afición a un humor punzante.
Las vivencias del pequeño con este singular grupo, que le facilitó una educación liberal y el amor a William Shakespeare, y sobre todo con Mary O’Neill, tendría años después fiel reflejo en su película de trazos autobiográficos “Tea with Mussolini” (1999)
Y es que él nunca tendría una relación fácil con su padre, alguien que le daba miedo, que mantenía múltiples relaciones amorosas, y que le reconocería tardíamente.
Así, desde joven, Zeffirelli cultiva su gusto por el arte, propiciado también por el entorno de una ciudad monumental que invita a ello, como es Florencia.
Se matricula en La Academia de Bellas Artes, y también en la universidad, donde estudia arte y arquitectura.
Pero su formación va a continuar de otro modo, inesperado, con el estallido de La Segunda Guerra Mundial.
Se trata de la universidad de la vida, la de la confrontación y la adhesión a unos ideales.
El futuro cineasta, no comulga con las ideas del fascismo, y combate primero con los partisanos, y luego con los aliados, con los que ejerce de eficaz intérprete; y la paz le permite retomar su formación artística con ánimos redoblados.
Apasionado, vital e hipersensible, la belleza le atrae en todas sus manifestaciones.
Ver “Henry” (1945) de Laurence Olivier, no sólo le confirma en su amor por Shakespeare, sino que es un estímulo para su futura dedicación en la dirección teatral y fílmica, para la que se prepara trabajando en la radio, y en representaciones teatrales universitarias.
Además, le encantan los decorados, escenarios y vestuarios, y se prepara concienzudamente en este terreno, aprendiendo de grandes profesionales de la época, como Gino Sensani, Mario Chiari y Maria De Matteis, ayudando en la escenificación de distintas óperas y obras de teatro.
Tiene su primera experiencia de cine, como ayudante de dirección de Luchino Visconti en 1948, y repetirá este mismo rol en otras producciones.
Mientras que en ópera, donde debuta en 1953, tiene la dicha de dirigir a la diva Maria Callas en 1958 en un montaje de “La Traviata”
Podrá llamarla con orgullo amiga, y le dedicaría una película biográfica, su último largometraje, “Callas Forever” (2002)
La ópera se convertiría en punto de partida de muchas de sus películas, con grandes de la lírica como Plácido Domingo y Teresa Stratas, son exquisitas; y en lo relativo al teatro, ya a finales de las década de los 40, se atreve en el escenario con Shakespeare, Tennessee Williams y Anton Chejov.
Zeffirelli también produjo filmes de contenido religioso que fueron muy elogiados y criticados, y en muchas obras, quizás de fondo latían las propias inclinaciones, dudas y padecimientos, quien ya anciano reconocía su homosexualidad, algo de lo que no ha alardeado nunca, generando incomprensiones por un extremo u otro; y como autor de su propia autobiografía, reconocido con títulos honoríficos civiles en Italia y Reino Unido, es creador de La Fondazione e il Centro per le Arti dello Spettacolo en su ciudad natal, que incluye un museo, su archivo, y valioso material para el estudio y la promoción de vocaciones artísticas.
Con Zeffirelli, definitivamente termina en Era de gran calidad de producción cinematográfica.

“We live in an age of great dictators”



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