Hush... Hush, Sweet Charlotte

“Don't tell anyone what happened in the summer house!”

El suspenso psicológico, o “thriller psicológico”, es un subgénero de suspenso que generalmente tiene como tema central, un enfrentamiento o “juego” entre los personajes, más mental o psicológico, que físico, en el que la inteligencia o los aspectos intelectuales y/o mentales tienen una gran importancia.
En términos de clasificación, la categoría es un subgénero de la categoría de “thriller” más amplia, con similitudes con la ficción gótica y de ficción en el sentido de tener a veces un “sentido disuelto de la realidad”, ambigüedad moral, y relaciones complejas y torturadas entre obsesivos y patológicos.
Los “thrillers psicológicos”, a menudo incorporan elementos o se superponen con el misterio, el drama, la acción y el horror, especialmente el horror psicológico; y por lo general son libros o películas; de hecho las novelas, han sido fuente de grandes éxitos cinematográficos de este género.
El novelista estadounidense, Henry Farrell, cultivó con notable acierto el género del “grand guignol”, relatos ambientados en pequeñas comunidades cerradas, en los que sus personajes, turbulentos y desequilibrados, se movían acuciados por la ambición y el crimen, un género no exento de dosis de humor negro, y siempre propenso al escalofrío.
La expresión “Hush, Hush” es un término de la lengua inglesa, que puede significar “silencio, silencio” o bien “esto es secreto”, “no lo digas”, “top secret”...
“Why wouldn't I tell him that his pure, darling little girl was having a dirty little affair with a married man?”
Hush... Hush, Sweet Charlotte, es una película de suspense y terror, del año 1964, dirigida por Robert Aldrich.
Protagonizada por Bette Davis, Olivia de Havilland, Joseph Cotten, Agnes Moorehead, Cecil Kellaway, Victor Buono, Mary Astor, George Kennedy, William Campbell, William Marshall, Bruce Dern, entre otros.
El guión es de Lukas Heller y Henry Farrell, de su historia corta llamada “What Ever Happened to Cousin Charlotte?”
Farrell, fue un novelista y guionista, mejor conocido como el autor de la famosa historia de terror gótico, “What Ever Happened to Baby Jane?”
Por su parte, el director Robet Aldrich, intentó seguir en 1964, el mismo éxito con un guión original realizado por Lukas Heller, el mismo que adaptó el de Baby Jane, pero añadiendo matices de puro terror psicológico a la nueva historia; repitiendo equipo técnico, artístico y creativo, que ya trabajó con él 2 años antes; el director estadounidense, volvió a demostrar su capacidad para contar historias cotidianas, con trasfondo oscuro y de cierta locura, y afirmar su talento a la hora de dirigir estrellas; al tiempo de la sofisticación al plasmar el fiel retrato de una época.
Ambas, ésta y la de Jane, son películas de terror disfrazadas de melodramas, que hunden sus raíces en el realismo sucio del “American Gothic”, como retratos de la locura.
Ese regreso a la monstruosidad de la psique femenina que hace el realizador, se muestra en una infinidad de detalles:
El recuerdo de un atroz asesinato; el clavecín que, en medio de la oscuridad, empieza a tocar solo una canción de amor, con aires de nana infantil; los cadáveres que regresan cubiertos de fango, del más allá...
El filme cuenta un aura tétrica que rodea a los personajes, sometidos a la conciencia del pasado, de igual forma que Baby Jane Hudson y su hermana Blanche, estaban consumidas por el miedo a envejecer, y en definitiva, por la nostalgia.
Hush... Hush, Sweet Charlotte obtuvo 7 nominaciones al Oscar:
Mejor actriz de reparto (Agnes Moorehead), dirección artística B/N, fotografía B/N, diseño de vestuario B/N, montaje, banda sonora y canción.
La película fue filmada en Houmas House Plantation & Gardens, fuera de las ciudades de Darrow y Burnside, en Louisiana, justo al sur de Baton Rouge.
Hoy, la casa y los jardines están abiertos a las excursiones.
La acción se desarrolla en Hillis House, en Hillisport, Louisiana; a lo largo de 10 días de 1964, con un “flashback” inicial situado en 1927.
En el presente, El Estado intenta expropiar una plantación, para construir una autopista.
La propiedad le pertenece a Charlotte Hollis (Bette Davis), una rica solterona del Sur, que vive con su ama de llaves, Velma (Agnes Moorehead)
Ella lleva 30 años recluida allí, llorando la muerte del hombre amado, un hombre casado llamado John Mayhew (Bruce Dern), por lo que pide ayuda a su prima, Miriam Deering (Olivia de Havilland), y a su viejo amigo y Doctor, Drew Bayliss (Joseph Cotten)
Hush... Hush, Sweet Charlotte, es uno de los trabajos más perturbadores y desconcertantes de la época, por tener una mezcla de drama sureño y terror psicológico clásico, bajo una dirección, puesta en escena, fotografía y ambientación formidables; donde hay una atmósfera notable, dada por el impecable blanco y negro, y el uso inteligente de las sombras, propias del expresionismo alemán, que da la impresión que se tratara de un filme negro.
Los diálogos son inteligentes, y son disparados con muchísima gracia, y si bien la resolución del misterio tiene algo de artificial, al menos la ejecución de la intriga resulta impecable.
“You're my favorite living mystery”
El filme “What Ever Happened to Baby Jane?” (1962), fue un éxito arrollador, y el estudio inmediatamente comenzó a presionar al director Robert Aldrich, para que generara algún tipo de secuela.
Ciertamente Hush... Hush, Sweet Charlotte, no es una continuación directa, pero sí una re-imaginación de la fórmula:
Otro elenco de antiquísimas divas de Hollywood, casi en estado de retiro, que se degenera y destroza en la pantalla, con sangre y locura.
Aldrich, regresó con su escritor Lukas Heller, su equipo técnico, el actor Victor Buono, y la dupla principal de Baby Jane, Joan Crawford y Bette Davis.
Lo que ya sabía Aldrich, por su experiencia en Baby Jane, es que ambas divas se odiaban, y rodar con ellas se convertiría en una interminable tortura testicular.
Hablando técnicamente, Hush... Hush, Sweet Charlotte, está rodada en glorioso blanco y negro, para que no resalte demasiado la sangre, pero también para sumergir a la mansión en la oscuridad, y crear una atmósfera insana y amenazante.
Usa también gran cantidad de planos de visión forzada, cenitales, angulaciones etc., jugando con el espectador en los momentos de mayor tensión, para apoyar el estado de incomodidad, demostrando una notable maestría en la puesta en escena.
Aldrich juega hábilmente con efectos clásicos, luces y sombras, claros de contornos marcados, determinan la esencia de cada imagen.
Interiores rodados en blanco y negro, con fuertes contrastes, constituyen el decorado de un acontecimiento escalofriante, que reforzado por los sonidos que los envuelven, crean una fantasmagórica atmósfera.
Estamos en el año 1927.
La adolescente Charlotte Hollis, se ha enamorado del joven John Mayhew, y está dispuesta a todo para defender su amor frente a su estricto padre, Big Sam Hollis (Victor Buono)... aun cuando Mayhew sea un hombre casado.
Pero las cosas se salen de control, cuando Mayhew aparece ferozmente asesinado en el patio de los Hollis, y todas las pruebas parecen inculpar a Charlotte.
Ahora han pasado 37 años, y Charlotte se ha convertido en una cincuentona perturbada y amargada, enclaustrada en la gigantesca mansión Hollis que perteneciera a su padre.
Pero la propiedad ha sido incautada por El Estado, ya que se proponen trazar una autopista que la atraviesa, y Charlotte no se resigna a abandonarla.
Es por ello que ha llamado a su prima Miriam, la cual ha acudido a ayudarla con las ríspidas relaciones que mantiene con las autoridades, las cuales desean desalojarla a toda costa.
Pero con la llegada de Miriam, las cosas han comenzado a salirse de control, y Charlotte ha comenzado a ver el cadáver de su novio rondando por la mansión...
Después de tantos años, y ante tanta presión sufrida...
¿Charlotte habrá cruzado el límite entre la cordura y la demencia?
Hush... Hush, Sweet Charlotte posee un inicio muy directo, que nos lleva al despacho del padre de Charlotte, donde éste mantiene una acalorada conversación con el amante de su hija, un hombre casado.
A partir de ahí, somos testigos de uno de los mejores ejercicios de cine de terror psicológico, aunque la película en sí no se limite a dicho género; y se trata de una sucesión de escenas que terminan con un asesinato que marcará tanto al personaje de Bette Davis, como a la película en sí misma.
La crudeza de las imágenes, poseen un toque “gore” inesperado que sorprende para la época.
Posteriormente, ya con una Charlotte entrada en años, viviremos su lucha, su férrea negativa a abandonar su casa, la cual le ha sido expropiada para construir un puente en la autovía.
Su locura, la que todos sus vecinos creen ver, se desdibuja en numerosos momentos, sobre todo hasta la llegada de su prima, personaje ambivalente del cual se desconocen sus intenciones hasta que avanza la trama.
Pese a manejar elementos de suspense y terror similares a los de “What Ever Happened to Baby Jane?” (1962), la nueva película ya no contaba con el factor sorpresa de recuperar a una vieja estrella como Bette Davis, y situarla en una historia inquietante y alejada de su imagen.
Al contrario, la repetición de la fórmula obligaba a que el guión de Lukas Heller y Henry Farrell, autor de la novela original en ambos casos, no cayese en la manida historia de una pobre inocente a la que intentan hacer enloquecer; Aldrich solventa sus tópicos y lo previsible de sus giros mediante una dirección magnífica, experimentando con zooms y ángulos de cámara extremos, en función del suspense de la historia, e introduciendo una secuencia pre-créditos, característica de su cine, en la que resuelve el crimen sucedido en 1927, utilizando un blanco y negro contrastado y agobiante, que hace comprender mejor la locura de Charlotte, y el ambiente sureño que le rodea, y que será esencial para los juegos de luces y sombras en las escenas más truculentas, donde precisamente la música de De Vol, resulta más arriesgada y original.
A lo largo de la película, podemos apreciar el inexorable proceso de decadencia que ha sufrido la familia Hollis, entre ambos momentos a través de un mecanismo que, de alguna manera, ya empleó Aldrich con el propio cine en “What Ever Happened to Baby Jane?” (1962)
El declive familiar queda sutilmente de manifiesto por el progresivo deterioro del poder simbólico de los sucesivos soportes en los que aparecen representados los componentes de la familia Hollis:
Pasan del cuadro a la portada de un “pulp magazine”
A su vez, este lúcido tránsito está íntimamente ligado a la popularización y espectacularización sufrida por los “mass media” a lo largo del siglo XX.
En el prólogo, se insiste en mostrarnos una serie de cuadros de familia que se insertan dentro de la rancia tradición del retrato burgués, que se remonta a los pintores flamencos del siglo XV, sancionando canónicamente con este gesto la posición social de la familia, y su incuestionable prosperidad económica.
Sin embargo, con el asesinato por descuartizamiento del amante de Charlotte, comprobamos que la familia pierde el poder de disposición sobre su propia imagen y, gracias al consiguiente escándalo generado, se “democratiza” pasando al dominio público a través de la prensa.
Por esta razón, sus retratos fotográficos son reiteradamente publicados por los periódicos, junto a grandes, y cada vez más sensacionalistas, titulares sensacionalistas y amarillistas.
Curiosamente, el retrato fotográfico del padre, es el único exactamente igual a su retrato pictórico; probablemente, esta degradación de su imagen pública fuera una de las razones de su temprana muerte.
Años después, nos encontramos con que Charlotte, la única descendiente directa de la estirpe, va a ser literalmente desahuciada de su gran mansión sureña, pero también con que se halla completamente desposeída del dominio sobre su imagen, hasta el punto de que sufre un agresivo asalto fotográfico por parte de un paparazzi en la propia puerta de su casa.
El desgaste sufrido es de tal magnitud, que Charlotte ha dejado de ser persona, para convertirse en personaje de ficción, en carne irreal de imaginario pop.
En estas condiciones, el único espacio que le queda a su imagen degradada, radica en alimentar el inconsciente fantástico local, así como contribuir a ilustrar macabras portadas de revistas populares.
De prolongarse hasta la actualidad, el siguiente estadio lógico habría sido su conversión en una celebridad “trash”, mostrando voluntariamente su intimidad en un programa de telerrealidad, Youtube o Twitter.
El paulatino proceso de pérdida del dominio sobre la propia imagen, nos permitiría extender la lectura de este fenómeno a la desposesión e incansable circulación planetaria de su intimidad e imagen que sufren los actores hollywoodienses, y las “celebrities”, convertidos en epítome del fetiche popular; cuya privacidad e imagen ya no les pertenece, sino a la industria y al público, que los examina, imita y canibaliza.
Un vago eco de este disparate, se muestra en la escena final, cuando una multitud de vecinos se concentra para ver partir a Charlotte encerrada en un coche, a modo de pecera de cristal, perennemente sometida al banal e incansable escrutinio de sus conciudadanos…
Lo que no se sabía de Hush... Hush, Sweet Charlotte,  era el tras bambalinas de su producción; pues ahora la sangre llegaría al río...
Joan Crawford, contratada para esta “secuela”, apenas llegó a completar 4 días de rodaje en el set, mientras Bette Davis le hizo una guerra despiadada, desde indirectas y cotilleos con el resto del equipo de rodaje sobre intimidades de la Crawford, hasta la instalación de máquinas expendedoras de Coca Cola en el set, sabiendo que la Crawford era accionista principal, esposa de un alto ejecutivo de la empresa, y cara visible de Pepsi Cola; siguiendo con campañas de prensa e interminables guerras de nervios.
Al 5° día, la Crawford se quebró emocionalmente, y se internó en un hospital, entrando toda la producción del filme en crisis, y disparando los costos más allá de la estratósfera.
Tal es así que no pasó mucho tiempo antes que Aldrich se viera forzado a despedir a la Crawford, e ir a Suiza a buscar su reemplazo:
Olivia de Havilland, la cual era “casualmente”, amiga de la Davis.
Después de estar en el hospital durante 5 semanas, Joan Crawford regresó a trabajar el lunes, 20 de julio de 1964.
El primer día, después de 3 horas de maquillaje, entró en el escenario, donde fue recibida con aplausos y abrazos del elenco y el equipo.
Bette Davis, también se unió en la bienvenida, y entregó a Joan una rosa roja perfecta…
En el segundo día, Davis anunció durante una escena entre Crawford y Joseph Cotten, que quería eliminar algunas líneas.
“Estoy cortando un poco de diálogo”, dijo Bette, empuñando un gran lápiz rojo, y sacando grandes trozos de diálogo de la escena de Joan.
“Miriam no los necesita; y tú, señor Cotten, espero que no te importe”
Joan, abandonó su profesionalismo, y se dio la vuelta y se fue a su camerino…
Después de este incidente, ella fue incapaz de trabajar un día completo sin sentirse cansada; y durante el rodaje, dejó de hablarse con Robert Aldrich, al punto que mandaba a su peluquero con los mensajes que quería darle al director.
Robert Aldrich, por su parte, tuvo que tomar 3 aviones, un tren y un taxi por un sendero de cabras para llegar a la casa de Olivia de Havilland, que estaba en las montañas de Suiza.
Le tomó 4 días convencerla de que reemplazara a Joan Crawford; y cuando Olivia de Havilland estuvo de acuerdo en hacer la película, Robert Aldrich llamó a Bette Davis, para darle la buena noticia.
También le pidió que mantuviera la noticia en secreto, “Hush… Hush”, hasta que regresara en 2 días, cuando legalmente informaría a Joan Crawford, y a su abogado por carta.
Sin embargo, Bette no le hizo caso, y llamó a su agente de prensa, Rupert Allan, que inmediatamente filtró la historia a la prensa.
Joan Crawford estaba hirviendo cuando leyó que Robert Aldrich la había reemplazado con Olivia de Havilland; y dijo:
“Creo que apesta”; y sentía que Bette Davis estaba manipulando al director:
“Ella está prácticamente dirigiendo la película, justo delante de mí, así que Dios sabe qué más hace a mi espalda.
Podría terminar en el piso de la sala despedazada”
Por otro lado, Hush... Hush, Sweet Charlotte es la 2ª película en que Olivia de Havilland suplanta a Joan Crawford; antes de este filme, ella lo hizo en “Lady in a Cage” (1964) cuando Crawford lo declinó.
Y como no había tiempo para rehacer los trajes de Miriam, muchas de sus ropas provenían del armario personal de Olivia de Havilland.
Ciertamente Hush... Hush, Sweet Charlotte no es tan pulida como Baby Jane; aunque la idea es similar:
La protagonista es culpada de algo horroroso que ocurrió en su juventud, lo cual la sigue como un estigma el resto de su vida, y resurge ahora en su vejez; y la ejecución es notable, pero cerca del final, el libreto comienza a mostrar un par de desprolijidades importantes, además que el clímax tiene cierto tufillo a reciclado y forzado que mezcla “Sunset Boulevard” (1950) con “Diabolique” (1955)
Los últimos 5 minutos, no son totalmente satisfactorios, pero a esa altura del partido, ya tiene se ha mostrado buen cine y grandes actuaciones.
La Davis, se devora todas las escenas con una energía formidable, sea como demente o como penosa víctima de las circunstancias.
Por el otro lado está Agnes Moorhead, como una deliciosa mucama media loca, que es mucho más despierta de lo que parece; y el broche de oro lo pone Olivia de Havilland, con una actuación muy diferente a su repertorio, intensa e inteligente, y sobre todo, mala.
Las 3 transmiten millones de sensaciones, ya sea en los momentos de sutileza, en donde deben comunicar algo con su mirada, o en las secuencias de descontrol, en donde liberan lo más salvaje de su personalidad.
El otro que aporta una gran actuación, es Victor Buono, en la larga introductoria, como el durísimo padre de la Davis.
Pero es colosal el mano a mano, entre las 2 primas en la ficción, y amigas en la vida real, aunque aquí no demuestren ni lo uno ni lo otro.
Una, la inimitable Bette Davis, que una vez más nos ofrece otra interpretación rayando la perfección, la de Charlotte Hollis, un personaje bello, pero enfermizo y desequilibrado, que ha vivido los últimos 30 años en un auténtico infierno, ya que todo el pueblo siempre le ha considerado culpable de un asesinato que ella nunca cometió…
Otra, la siempre sensacional Olivia de Havilland, exactamente, esa que todos están pensando, la dulce y triste Melanie Hamilton de “Gone With The Wind” (1939), como Miriam Deering, esa prima de Charlotte que acude para ayudarla, en los momentos más difíciles de su tormentosa vida, aunque luego esa ayuda se convertirá en... poderosas interpretaciones de estos 2 monstruos sagrados del cine.
También, Hush... Hush, Sweet Charlotte significó la última película de Mary Astor; aunque “Youngblood Hawke” fue en realidad su última producción, en la que Astor trabajó, pero fue estrenada antes.
De las escenas, el asesinato de Bruce Dern al principio del film, lo deja a uno en estado de shock; y si bien el resto de los sobresaltos demora en llegar, hasta el último cuarto del filme; al menos cuando aparecen, son más que competentes.
Al final, se descubre que fue Jewel (Mary Astor) quien mató a John.
Miriam la vio dirigirse al invernadero, y ha hecho pagar a Jewel con creces, su silencio.
El investigador de seguros concluye conjeturas que aciertan de pleno
Jewel mató a John; Miriam lo sabe, y la chantajea hasta que la arruina.
Miriam es quien envía las notas inquietantes y continuas a Charlotte; mientras Drew deja la relación con Miriam.
Más tarde, Drew y Miriam se reconcilian, y trazan un plan para internar a Charlotte en un manicomio, por lo que simulan la muerte de Drew; pero Charlotte les descubre, y les arroja un tiesto desde lo alto de la escalera.
Ambos mueren abrazados, con lo que se descubre el complot, al tiempo que Jewel muere de un infarto.
El investigador ata los cabos, y concluye acertadamente:
Charlotte abandona la mansión que será derruida para que por la plantación pase a ser una autopista.
Pero resulta increíble cómo Miriam y Drew pueden celebrar “su triunfo” mientras Charlotte está en su habitación; en ese sentido me ha parecido una manera demasiado fácil de resolver el nudo argumental...
El desenlace, es la guinda del pastel creado por Aldrich, esclarecedor y consistente, que dejará sensación de justicia con el inestimable personaje de Charlotte.
También tenemos un homenaje a “To Kill a Mockingbird” con los jóvenes tratando de demostrar su hombría, y a la vez esclarecer los misterios del pasado; y otro homenaje a “Sunset Boulevard” (1950), cuando Bette Davis sale de la mansión, como si de una estrella de cine se tratara, rodeada de la multitud que se agolpa para verla, cuando en realidad solo están para ver a un loca asesina, justo lo mismo que la toma final del colosal film de Billy Wilder.
Todo lo anterior, engloba a éste filme en la categoría de películas malsanas, con la locura como principal motor, y que sirvieron de precedente para que en posteriores décadas nos inundaran con “halloweenes”, “pesadillas”, “matanzas en Texas”... pero que por el camino se quedarán los guiones, y solo copiaran la casquería, las angulaciones extrañas de cámara, y la música misteriosa.
Por último “Hush... Hush, Sweet Charlotte”, es una canción popular, con música de Frank De Vol, y letras de Mack David, introducida en esta película.
El título de la canción aparece con puntuación variable en sus diferentes versiones:
Originalmente, la película y la canción no compartían el título, siendo el título de trabajo de la película:
“What Ever Happened to Cousin Charlotte?”
Al parecer, Bette Davis no le gustó el título de trabajo, sentía que falsamente indicaba una secuela de “What Ever Happened to Baby Jane?”
Y la canción, con la lírica de apertura:
“Silencio, silencio, dulce Charlotte”, habiendo sido escrita antes, en el desarrollo de la película, y habiendo sido interpretada por Davis, sugirió que “Hush... Hush, Sweet Charlotte” debería servir como título de la película, y así quedó.
La canción, también funciona eficazmente como tema de la película, de cómo su letra hace referencia de cómo Charlotte se obsesionará con su amor perdido durante la mayor parte de su vida.
La melodía de la canción, se escucha en una caja de música que Charlotte atesora, y es también una característica de la locura a la que Charlotte es sometida, de cómo ella oye la canción tocada en el clavicordio, mientras que ella intenta dormir...
Davis como Charlotte, también se ve tocando la canción en el clavicordio, y cantando la versión más lírica, completa de la canción oída en la película.
La grabación de Al Martino de la canción, sólo se escucha por un coro bajo los créditos finales de la película.
La canción, se escucha en su totalidad como un instrumental de la Orquesta de Frank De Vol, bajo los créditos de apertura de la película, justo antes de que un grupo de jóvenes atormentadores, canta una versión degradada del estribillo, el supuesto asesinato de Charlotte de John Mayhew.
“That murder starts in the heart, and its first weapon is a vicious tongue”
Se dice que diversas películas han sido etiquetadas como “thriller psicológico”, pero por lo general, se refieren a narrativas con entornos domesticados, en los que se suprime la acción, y donde se proporcionan emociones a través de investigaciones de las psicologías de los personajes principales.
La característica de un “thriller psicológico”, es por tanto un marcado énfasis en los estados mentales de sus personajes:
Sus percepciones, pensamientos, distorsiones, y lucha general para captar la realidad.
El “thriller psicológico”, se centra en la historia, en el desarrollo del carácter, la elección y el conflicto moral; el miedo y la ansiedad, impulsan la tensión psicológica de maneras impredecibles; y por su falta de espectáculo y fuerte énfasis en el carácter, han hecho que declinen en popularidad en Hollywood.
Los “thrillers psicológicos” son suspense al explotar la incertidumbre sobre los motivos de los personajes, la honestidad, y cómo ven el mundo.
Así, las películas también pueden causar incomodidad en las audiencias, al privilegiarlas con información que desean compartir con los personajes; y los personajes culpables, pueden sufrir angustia similar en virtud de su conocimiento.
Sin embargo, algunos “thrillers psicológicos” son como un estilo, más bien que un subgénero; por lo que los buenos “thrillers” se centran en la psicología de sus antagonistas, y construyen el suspenso lentamente a través de la ambigüedad.
Los creadores y/o distribuidores o editores de películas que buscan distanciarse de las connotaciones negativas del horror, a menudo clasifican su trabajo como un “thriller psicológico”
La misma situación, puede ocurrir cuando los críticos etiquetan una obra como un “thriller psicológico”, para elevar su valor literario percibido.
Muchos “thrillers psicológicos” han surgido en los últimos años, todos en diversos medios:
Cine, literatura, radio, etc.; a pesar de estas formas muy diferentes de representación, las tendencias generales han aparecido a lo largo de las narrativas. Algunos de estos temas consistentes, incluyen:
Realidad, percepción, mente, existencia o propósito, identidad y muerte.
En “thrillers psicológicos”, los personajes a menudo tienen que luchar una lucha interior.
La amnesia por lo general, es un dispositivo común utilizado para explorar estas preguntas; y el personaje puede ser amenazado con la muerte, obligado a lidiar con la muerte de otros, o falsificar sus propias muertes.
Los “thrillers psicológicos” por tanto pueden ser complejos, y los revisores pueden recomendar una segunda o tercera visualización para “descifrar sus secretos”
Los elementos comunes, pueden incluir personajes comunes, como un detective y asesino en serie, involucrados en un juego de “gato y ratón”
Las novelas de sensación, ejemplos de “thrillers psicológicos” tempranos, se consideraron socialmente irresponsables, debido a sus temas del sexo y violencia.

“Hush, Hush, sweet Charlotte, Charlotte, don't you cry, Chop, Chop, sweet Charlotte, a faithless man must die”



Comentarios

Entradas populares