Starman

“Get ready.
Company's coming”

El cielo siempre ha atraído la atención y los sueños del ser humano… por lo que la exploración espacial designa los esfuerzos en estudiar el espacio y sus astros desde el punto de vista científico, y de su explotación económica.
Estos esfuerzos, pueden involucrar tanto seres humanos viajando en naves espaciales, como satélites con recursos de telemetría o sondas teleguiadas enviadas a otros planetas, orbitando o aterrizando en la superficie de estos cuerpos celestes; pero aún faltaba mucho para que el ser humano pudiera alcanzar el espacio exterior, pero este sueño se hizo realidad, en parte, a través de las ideas de estos visionarios y del trabajo de pioneros.
La sonda espacial Voyager 2, fue lanzada el 20 de agosto de 1977, desde Cabo Cañaveral, en un cohete Titán-Centauro; y es idéntica a su sonda hermana, la Voyager 1.
Ambas sondas, habían sido concebidas inicialmente como parte del programa Mariner, con los nombres de Mariner 11 y Mariner 12, respectivamente; y abandonaron El Sistema Solar, en un viaje sin retorno por El Universo.
A diferencia de su predecesora, la Voyager 2 adoptó una trayectoria diferente en su encuentro con Saturno, sacrificando la cercanía a Titán, pero adoptando un mayor impulso gravitacional en su viaje hacia Urano y Neptuno; y alcanzó su mayor cercanía con estos planetas, en los años 1986 y 1989, respectivamente.
A pesar de que muchos de sus instrumentos se encuentran fuera de servicio, aún continúa inspeccionando los alrededores del Sistema Solar, a la velocidad de 14,8 km/s, por lo que tardará unos 193.000 años en alcanzar la estrella Ross 248, de la que pasará a una distancia de 1,7 años luz.
Situada a una distancia de 106,6 UA, unos 1,595×1010 km; el 2 de noviembre de 2014, Voyager 2 se ha convertido en uno de los objetos más distantes que ha creado el hombre; ya que para el 20 de agosto de 1977, la sonda espacial Voyager 2 dio inicio a una odisea que tenía como misión, explorar los planetas exteriores, para después abandonar El Sistema Solar, y dirigirse hacia las estrellas.
Como dato, la pequeña nave llevaba un disco de oro diseñado por Carl Sagan, con sonidos e imágenes codificadas de La Tierra, que incluían saludos en decenas de idiomas, música, paisajes, costumbres, y en general, las señas de identidad de nuestro planeta, además de coordenadas en código binario, y símbolos para localizar La Tierra, tomando como referencia estrellas vecinas, y sus distancias a nuestro mundo.
Y es que Sagan, además de ser un gran científico, era un romántico incurable, que creía en un contacto interplanetario pacífico entre civilizaciones; por lo que buscó incansablemente indicios de vida extraterrestre, y soñó con que unos hipotéticos “marcianos” estudiasen los rasgos que nos hacen humanos, y desearan venir en son de paz…
Era lógico deducir que, únicamente formas de vida muy avanzadas podrían disponer de tecnología preparada para emprender viajes espaciales tripulados a grandes distancias, así que los que nos visiten, habrán evolucionado hasta niveles a los que nosotros, por ahora, sólo podemos aspirar en la ciencia ficción.
Pero Sagan también sabía lo ofuscados que tendemos a ser…
Como conservamos aún los restos primigenios de antepasados irracionales o mucho menos racionales que en la actualidad, cargamos instintos depredadores, agresividad, territorialidad, competitividad y desconfianza; atributos que no contribuyen a prever una bienvenida muy cordial a turistas que llegaran desde la otra punta de la galaxia.
Así, Voyager 2 sigue volando más rápido que una bala, y su débil voz todavía nos llega desde muchos miles de millones de kilómetros de distancia, portando un pedazo de la humanidad para llevar nuestros deseos de contacto a quienes pudieran recibirlos, si la obstinada nave resiste el alucinante periplo hasta el esperanzado encuentro; y se espera que siga transmitiendo mensajes de radio, por lo menos hasta el año 2025.
“He has traveled from a galaxy far beyond our own.
He is 100,000 years ahead of us.
He has powers we cannot comprehend.
And he is about to face the one force in the universe he has yet to conquer.
Love”
Starman es una película de ciencia ficción y fantasía, del año 1984, dirigida por John Carpenter.
Protagonizada por Jeff Bridges, Karen Allen, Charles Martin Smith, Richard Jaeckel, Tony Edwards, Robert Phalen, entre otros.
El guión es de Bruce Evans y Raynold Gideon, que estaba siendo desarrollando en Columbia Pictures, al mismo tiempo que otro guión sobre una visita de alienígenas... por lo que el estudio no quería hacer ambos, así que el jefe del estudio, tuvo que elegir qué película hacer; y decidió hacer esta, dejando el otro guión, a un estudio rival.
El otro guión era para “E.T.: The Extra-Terrestrial” (1982)
Después de que el filme de Spielberg se convirtió en un gran éxito, al parecer, Starman se sentó en el estante durante casi 3 años, antes de que el estudio Columbia Pictures, acordara liberarlo; por lo que en general, pasó 5 años en desarrollo, contando con al menos 6 directores desde el desarrollo hasta la producción, y fueron los siguientes:
Mark Rydell, Adrian Lyne, John Badham, Tony Scott, Peter Hyams y finalmente, John Carpenter.
El escritor Dean Riesner, escribió 7 reescrituras sin acreditar del guión de la película, trabajando con esos 6 directores diferentes.
Los escritores, Diane Thomas y Edward Zwick, también escribieron para la película, sin acreditar; y según Riesner, no obtuvo un crédito de pantalla porque “El Gremio de Escritores, en su infinita sabiduría, decidió que yo no contribuí al 50% del guión”
Posteriormente, Starman inspiró una corta serie de televisión del mismo nombre, estrenada en 1986, que solamente duró una temporada; y para sorpresa de muchos, ya intuía la posible clonación humana a través de los vestigios o partes de un ser vivo, en este caso, un mechón de pelo, que es aprovechado para la creación, y posterior desarrollo de un humano adulto en segundos…
Como dato, Starman representa un raro caso, en el que una película del género de ciencia ficción, recibió una nominación al Premio de La Academia en actuación, al mejor actor (Jeff Bridges), haciendo de Starman, la única película de John Carpenter, en recibir una nominación al Oscar.
La acción tiene un preámbulo:
Lanzada en 1977, la sonda espacial Voyager 2, portaba un disco fonográfico dorado con un mensaje de paz, invitando a las civilizaciones extraterrestres, a visitar La Tierra.
La sonda, es interceptada por una nave alienígena, que luego envía un pequeño buque explorador, para establecer el primer contacto con nuestro planeta.
Pero cuando derriban la nave espacial, en Wisconsin, un ser del espacio exterior, llega a la remota cabaña de una joven viuda, Jenny Hayden (Karen Allen), y allí toma la apariencia de su difunto marido, Scott Hayden (Jeff Bridges)
El extraterrestre, convence a Jenny para que le lleve a Arizona, ya que si no llega a su nave nodriza antes de 3 días, morirá.
Al mismo tiempo, los agentes del gobierno quieren capturar al hombre de las estrellas, vivo o muerto.
Lo que inicia como una obra de ciencia ficción, termina convirtiéndose en un drama poco común de la mano de la cuidadosa dirección de John Carpenter.
Y es que filmes como este hacen falta actualmente, filmes osados que puedan darnos la posibilidad de soñar en medio de efectos especiales.
Soñar con una historia de amor imposible, y soñar con la extrema posibilidad de vida inteligente en otros planetas; lo que lo hace uno de los filmes más completos y recordados de su director, que filma con humildad pero mucha convicción, una triste historia sin final feliz, sin grandes secuencias de acción, y sin darle concesiones al espectador.
¿Habrá alguien allá arriba… para mí?
“Love is, um, it's when you care more for someone else than you do yourself”
La raza humana, cuando peor está, es capaz de sacar lo mejor de sí mismo.
En plena “Guerra de Las Galaxias” y “La Guerra Fría”, hubo mucha gente comprometida que se rebeló mediante el arte contra el progresivo enfrentamiento bipolar de nuestro planeta...
El cineasta John Carpenter, confesó que la razón principal por la que dirigió Starman, se debió al desastre de taquilla de “The Thing” (1982); por lo que necesitaba hacer una película que fuera totalmente el opuesto, para asegurar su empleabilidad en Hollywood; y estaba muy entusiasmado con la oportunidad de mostrar el lado más bello de EEUU.
El productor Larry J. Franco, comentó:
“Hay una gran cantidad de películas hoy en día, que se centran en las cosas que están mal en EEUU.
Teníamos una oportunidad con Starman, para mostrar su lado bueno... su belleza y el potencial de su gente”
Por tanto, Carpenter utilizó el país como el propio escenario, de modo que el elenco y el equipo viajaron de Los Ángeles a Las Vegas, luego Winslow, Meteor Crater, y Monument Valley, Arizona; al este de Nashville, Chattanooga, y Manchester, Tennessee, el norte de New York, y Washington, DC; y regresó a California para completar la filmación en los estudios de Burbank.
Pero un aspecto interesante de los lugares de rodaje, fue un desafío, ya que los lugares de rodaje elegidos, no sólo se utilizan para ser de sí mismos, también se utilizaron para “doblar” otros lugares que estaban en otros estados, y en algunos casos, a miles de kilómetros de distancia.
Estos incluyen Nevada para Nebraska; Los Ángeles para Wisconsin; Barstow para Arizona; Nevada para Colorado; y Nashville para Wisconsin.
Por otra parte, el director se inspiró en las relaciones de los personajes que llegaron a conocerse mientras hacían un viaje, en películas tales como:
“The 39 Steps” (1935), “The Defiant Ones” (1958) e “It Happened One Night” (1934), por lo que el escritor Dean Riesner, eliminó los elementos políticos de la historia, lo que él había llamado “implicaciones políticas pesadas”, a petición del director.
Riesner también sacó algunos de los elementos más extravagantes de la historia, como la escena donde el Starman hace su metamorfosis en forma humana replicante, a través de la clonación genética.
Por su parte, el productor Michael Douglas, no podría haber estado más satisfecho con la elección de John Carpenter para dirigir la película, y dijo:
“John es una gran opción para Starman, tiene un gran sentido del estilo, y se ocupa de la acción magistralmente.
Sabía que estaba deseando dirigir una película que es esencialmente una historia de amor, que depende exclusivamente de manejar las relaciones entre las personas, y su desarrollo del carácter”
Y es que Carpenter fue conocido en su mayor parte, por su gran éxito como director de películas de terror, como “Halloween” (1978), “The Fog” (1980) y “Christine” (1983), y tuvo la oportunidad de flexionar nuevos músculos con Starman.
Douglas agregó:
“Por supuesto, la gente no ha visto este lado de John, y se sorprenderán de ver cómo maneja una historia de amor, una comedia, un romance tierno, y una emocionante aventura”
Así se nos dice que en el año 1977, se lanzó un disco de oro que contenía información de los humanos en la sonda del Voyager 2, con la esperanza de que alguna especie alienígena, pudiera tomar la información, y venir en paz.
Starman pinta la posibilidad hecha realidad, cuando una especie alienígena llega a La Tierra, y se convierte en el esposo fallecido de una chica afortunada.
Esta transformación, refleja la escena más memorable de la película, en la que un bebé se convierte en hombre en segundos.
El bebé, toma la forma del esposo fallecido de la chica; y ella ve en él a su esposo reencarnado; y él ve en ella, la posibilidad de aprender más sobre La Tierra.
El resultado, es una historia de amor preciso e imposible, que se desarrolla entre ambos personajes, por medio de un viaje de carretera para regresar a su nave y así a su planeta.
A través de sus nuevos ojos humanos, el extraterrestre observará toda la crueldad de un planeta violento y hostil, poblado por una raza de criaturas viles y deleznables; y con la fuerza de sus actos, el alienígena demostrará ser mucho más humano que los habitantes de La Tierra.
De Jenny aprende la fragilidad de nuestra especie, la dependencia emocional y el sentimiento de pérdida, pero gracias a ella, también descubre el poder del amor incondicional.
Juntos emprenden una huida, y un aprendizaje para dejar atrás a los siniestros agentes del gobierno, y al ominoso ejército de EEUU.
Ella, encarnando todos los rasgos de la compasión, tratará de ayudarlo en su desesperado regreso al hogar, y por el camino, algunos momentos mágicos, como la escena del ciervo, por ejemplo, apuntalan el tono conmovedor de esta obra.
Todo esto sin involucrar la posibilidad de un ataque...
Igual, los políticos lo toman como una amenaza cuando un cae meteorito en La Tierra, pero:
¿Es solo algo que debe existir en las películas?
Ni hablemos del descubrimiento de América, o la segunda venida de Cristo…
Aceptamos la historia con un final excelente, que rompe cualquier fruncido de ceño por acabar de ver una película que cuenta la historia de amor entre un extraterrestre y una humana; más si en la narrativa detrás del Starman, da a Jenny la última esfera de plata, para dar a su bebé, y que él sabrá qué hacer con él.
La esfera de plata, diría a su hijo acerca de quién es su padre, y de dónde viene; y que Jenny debe dar la esfera de plata a su hijo cuando sea mayor, y cuando llegue el momento adecuado.
Este periplo, Carpenter lo narra de una forma sencilla, puramente clásica y ágil, de tal manera que los acontecimientos se desencadenan en un suspiro.
Hay imágenes de gran belleza visual, donde destacan los efectos visuales a cargo de Industrial Light & Magic, sin ser demasiados, como la escena de amor entre los protagonistas, o esa emotiva despedida, pero en conjunto, la trama quizás peque de excesivamente simplista; aunque no logísticamente.
Según el coproductor Barry Bernardi:
“Hay algunas cosas asombrosas acerca de Starman, incluyendo un dramático final con 16 helicópteros transportados por el aire sobre un cráter de meteoro; un incendio forestal enraizado en Tennessee, para crear el efecto de la nave espacial estrellada, y un bloque de carretera masiva en Nevada, que requirió el cierre de una autopista interestatal durante 3 días para completar el rodaje”
Pero Starman está hecha con severa comodidad, y nunca se pierde la perspectiva para el director, quien sabe filmar a 2 actores con química que pueden convencernos de una historia amorosa entre 2 especies distintas.
Karen Allen fue probablemente, la actriz más infravalorada por crítica y público de los años 80, era una gran intérprete, extremadamente natural, y de físico corriente pero atractivo, con una ambigua e interesante mezcla de mujer fuerte y sensible al mismo tiempo.
Su talento, ya lo había demostrado en “Indiana Jones” de 1981 y, curiosamente, su imagen y perfil, era enormemente similar al de Margot Kidder, la periodista Lois Lane de “Superman”
Eran otros tiempos, que buscaban la naturalidad y una marcada feminidad, con carácter, pero algo asexual, en los “castings” de actrices del cine de Hollywood como Carrie Fisher, Sigourney Weaver, Diane Keaton, Sissy Spacek, etc.
Y en Starman, los elogios y nominaciones al Oscar, se los llevó un correcto Jeff Bridges, por su papel de extraterrestre con movimientos de robot.
El actor, estudió ornitología y el comportamiento de las aves para prepararse para su papel de alienígena en forma humana; y dijo que utilizó los repentinos movimientos bruscos de la cabeza, entre otros matices y manierismos, de las aves para su personaje.
Bridges pensó, que el alienígena no tendría características humanas, y estar encerrado en un cuerpo humano, actuaría con instintos animales primitivos básicos.
Como dato, el personaje visitante, “Starman”, no tiene nombre propio, y se factura en los créditos como tal; sin embargo, la forma humana que él toma, tenía un nombre real:
Scott Hayden, así como el nombre del planeta natal del Starman, nunca se revela.
Por otro lado, la verdadera forma del Starman, es simplemente una bola de luz, y parece que su especie está hecha de energía; y encarnado por Bridges, es un papel magnífico, que muestra ternura, empatía, alienación, y compasión por todos los poros.
Su interpretación es capaz de llevar a la sorpresa inesperada, a la alegría, la nostalgia y a la bondad humana, curiosamente entrelazadas, en un viaje al más típico estilo “road movie”, encontrándose con un variado número de personas, la mayoría amigables y entusiastas, que enseñan a crear su propia personalidad al alienígena protagonista.
La huida, impuesta por los perseguidores del gobierno para encontrarlo, lleva al más profundo entendimiento del personaje de Karen Allen, por quien aparentemente es su marido fallecido, poseído por un alienígena que únicamente es un explorador bienintencionado, que logrará enamorar a su compañera en un viaje de conocimiento humano para los 2, a través del sentimiento más apreciado por el hombre:
El amor.
Atención a las reflexiones finales de Bridges en la cafetería, antes de marcharse, y dejar sorprendido tanto a su científico perseguidor, Mark Shermin (Charles Martin Smith) como a su enamorada, una Karen Allen maravillosa, especial, y que pasaba por su mejor momento cinematográfico.
Allen consigue que esta entretenida cinta fantástica, merezca la pena verse.
Nada hay novedoso, tampoco nada especialmente malo, en este pasable ejemplo del cine comercial de los 80, en una historia que capta al público con su intriga inicial y un final emocionante, donde no falta el ejército, las agencias del gobierno y los matones de “La América Profunda”; y como secundarios de renombre:
Charles Martin Smith, interpreta a un científico bienintencionado; y Richard Jaeckel, a un despiadado funcionario gubernamental.
De hecho, el mismo director, John Carpenter, sin acreditar, hace un cameo como un hombre en un helicóptero.
En el fondo, el filme por momentos se torna incongruente:
Por un lado, se invita a otras inteligencias a visitar nuestro planeta, ya ello suena bastante licencioso; y por el otro, se da un violento recibimiento al visitante, como si de una cacería feroz se tratase.
Con Starman, el director nos enfrenta de nuevo a la posibilidad de no ser los únicos en este Universo infinito, sólo que en esta ocasión, plantea el conflicto otorgando la condición de amenaza al género humano.
Siendo nosotros los monstruos, salen a relucir todas las incomodidades de nuestra presunta “sociedad civilizada”
Carpenter, situará nuestro punto de vista próximo al suyo en todo momento, usándole como excusa para describir un mundo muy mal diseñado, gris, rutinario y violento, cuyos habitantes conviven en soledad, acuciados por sus miedos, sus complejos y su fragilidad.
El relato, se estructurará en torno a la huida de Jenny con el alienígena que ha tomado el aspecto de su marido muerto, superado su miedo inicial y su estremecimiento al volver a hablar y tocar a un ser idéntico a su amor perdido.
Durante el irregular camino, Jenny, el hombre de las estrellas, y el espectador, ensancharán sus conciencias, se enfrentarán al vacío de la muerte, y comprenderán cuánto de luminoso, y de siniestro, se encuentra en el interior de cada uno de nosotros.
La mirada de Carpenter, más emocionante que nunca, narra con serenidad, pero también con pasión, esta historia sencilla e inolvidable, cargada de crítica, pocas veces analizada, por lo que da gusto ver la lucidez con la que Carpenter nos retrata como unos niños incapaces de aceptar que no estamos solos en el universo, y que las armas, más que salvarnos, destruyen nuestras opciones de avanzar como civilización.
Pero además, Starman es una desgarradora historia de amor truncado, que a su vez, lejos de redimir a la especie humana por su capacidad de amor, nos describe como unos seres dependientes y frágiles, dignos de toda conmiseración.
La vuelta a casa... y pese a las evidentes similitudes con el film de Spielberg, la comparación de ambos filmes se antoja innecesaria; no obstante, contiene algunas similitudes con “The Terminator” (1984):
Llegar con una luz brillante; personaje titulado que llega desnudo y con una cara estoica; ambos personajes titulares, salen de una explosión, y tienen cabello largo.
Además, Starman y The Terminator, fueron lanzados el mismo año, utilizándose aquí también algunos efectos especiales muy adelantados para su tiempo, realizados en parte por el famoso Rick Baker.
Pero también contiene errores y anacronismos, por lo que es incomprensible, que en el disco que se mandó al espacio con 300 palabras para que los extraterrestres aprendieran a hablar, no esté la palabra amor, y el Starman preguntase por ella…
Sin embargo, es un raro ejemplo de una película importante, dirigida por John Carpenter, cuya partitura no fue compuesta por él, sino por Jack Nitzsche.
Como curiosidad, “Starman” es también el nombre de una canción cantada por David Bowie, pero la melodía no se usó para esta película.
La canción, fue lanzada por primera vez en abril de 1972, y fue una inclusión tardía para el álbum de Bowie “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars”
La canción, sin embargo, no fue incluida en la película “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars” (1973) tampoco.
Bowie, como Jeff Bridges en esta película, también interpretó a un visitante extraterrestre, en “The Man Who Fell to Earth” (1976), de Nicolás Roeg, que había sido producida y estrenada unos 8 años antes.
“It is beautiful.
Not like this, but it is beautiful.
There is only one language, one law, one people.
There is no war, no hunger.
The strong do not victimize the helpless.
We are very civilized, but we have lost something, I think.
You are all so much alive, all so different”
El término “vida extraterrestre”, se refiere a las muchas formas de vida que puedan haberse originado, existido o existir todavía en otros lugares del universo, fuera del planeta Tierra.
Una porción creciente de la comunidad científica, se inclina a considerar que pueda existir alguna forma de vida extraterrestre en lugares donde las condiciones sean propicias, aunque generalmente se considera que probablemente, tal vida exista solo en formas básicas.
Una hipótesis alternativa, es la panspermia, que sugiere que la vida podría surgir en un lugar, y después extenderse entre otros planetas habitables.
Estas 2 hipótesis, no son mutuamente excluyentes.
Se especula con formas de vida extraterrestre que van desde bacterias, que es la posición mayoritaria, hasta otras formas de vida más evolucionadas, que puedan haber desarrollado inteligencia de algún tipo.
La disciplina que estudia la viabilidad y posibles características de la vida extraterrestre, se denomina “exobiología”
Pero debido a tal falta de pruebas a favor o en contra, cualquier enfoque científico del tema, toma siempre la forma de conjeturas y estimaciones.
Aunque cabe notar, que el tema posee también una gran cantidad de teorías informales y paracientíficas, que exceden con facilidad los criterios de cualquier epistemología científica, por ejemplo, haciendo afirmaciones infalsables, y son por tanto, consideradas seudociencias.
Los descubrimientos recientes de planetas fuera de nuestro Sistema Solar, están despertando la posibilidad del descubrimiento de vida extraterrestre; pero es posible que sea descubierta aquí, en nuestro Sistema Solar, pues Europa, el satélite natural de Júpiter, es una fuerte candidata a poseer organismos vivos.
Esto es porque se sabe que, bajo una capa de hielo, probablemente exista un mar extraterrestre que pueda albergar seres vivos.
Todas estas posibilidades son bastantes esperanzadoras, incluyendo el plan reciente de los EEUU, de enviar a seres humanos a Marte.
Esto podría ser un paso importante para descubrir, si allí ya hubo vida, o no; pero a lo largo del tiempo, se han producido también una serie de iniciativas en sentido contrario:
No buscar la señal de una posible inteligencia extraterrestre, sino informar de nuestra presencia, a potenciales civilizaciones que estén a la escucha.
La primera fue el llamado Mensaje de Arecibo, lanzado en 1974, en dirección al cúmulo de estrellas de M13.
A bordo de las sondas Pioneer 10, en dirección a la estrella Aldebarán; y Pioneer 11, en dirección a la constelación de Aquila; se encuentran sendos mensajes destinados a una posible civilización extraterrestre que pudiese interceptar las sondas.
Lo mismo ocurre en el caso del Disco de Oro de las Voyager, en las sondas Voyager 1, en dirección a la constelación de Ofiuco; y Voyager 2, en dirección a la estrella Ross 248.
En los mismos, se incluían saludos en 55 idiomas de nuestro planeta, imágenes y sonidos terráqueos, una selección musical, etc.
Carl Sagan dijo que “la nave espacial, y el registro, solo serán encontradas si existen otras civilizaciones capaces de viajar en el espacio interestelar.
Pero el lanzamiento de esta botella dentro del océano cósmico, dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta”
Así, el registro es más visto como una cápsula del tiempo, o como algo simbólico, en lugar de un serio intento de comunicarse con la vida extraterrestre.
Más recientemente, en 2008, un equipo de científicos ucranianos, ha enviado mensajes en dirección al sistema Gliese 876.
El 5 de febrero del mismo año, La NASA transmitió la canción “Across The Universe” de la banda británica The Beatles, en dirección a la estrella Polaris que se encuentra a 431 años luz de La Tierra, utilizando una antena de 70m en el DSN's a las afueras de Madrid, con el fin de celebrar el 50° aniversario de La NASA, el 45° aniversario de la Deep Spacial Network (DSN), y el 40° aniversario de la canción.
No obstante, varios científicos del SETI, han advertido que tratar de contactar con hipotéticas civilizaciones extraterrestres, enviando transmisiones de radio al espacio, es imprudente, acientífico, falto de ética, y potencialmente catastrófico.
Total, cada día estamos más globalizados, y seguimos con tantas guerras, y más, que cuando estábamos más diversificados... pero siempre hay esperanza al ver las estrellas.

“All I Have to Do Is Dream”



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