Sound of Metal

Terminando de ver “Sound of Metal” (2019) de Darius Marder con Riz Ahmed, Olivia Cooke, Paul Raci, Lauren Ridloff, Mathieu Amalric, entre otros.   

Drama cuya trama y personajes principales se basan en la docuficción inacabada de Derek Cianfrance llamada “Metalhead”, en la que el baterista de un dúo de heavy metal se vuela los tímpanos, y debe aprender a adaptarse a un mundo de silencio; de esa manera, esta producción sigue a un baterista de una banda de heavy metal cuando, súbitamente, pierde la audición, lo que lo pondrá en un terrible dilema existencial; así, Ruben dará la lucha por encontrar sentido a la locura, la paz en el caos, y la esperanza en medio de la triste monotonía de la vida diaria; y nosotros cono espectadores seremos participes de esa vida silenciada a través del sonido, de lo que no oye Ruben, por lo que el filme está lleno de matices sensoriales, por ello, se requiere que el espectador capte los matices en las sutilezas y las miradas, sobre todo en lo que no se dice/escucha; por lo que se requiere paciencia... no desesperación.  

Y es que la película gira en torno a la forma en que se aprende a aceptar los desafíos que se presenta la discapacidad auditiva, a través del descubrimiento de quién es realmente en la perspectiva de injerto de vida, significado y propósito del ser, de ahí el conflicto de “quién soy yo ahora”  

Para la producción, decir que se rodó en 4 semanas, y representa el debut como director de Darius Marder, en una mirada evocadora a las experiencias de la comunidad sorda, sin romantizar la sordera, abogando por la aceptación de una nueva realidad y por abrazar la inevitabilidad de un cambio impredecible.  

Como dato, el título es un guiño increíblemente inteligente y sutil, no solo al hecho de que Ruben y su novia forman una banda de metal, sino que, en última instancia, la audición que “se restaura” no suena como que había esperado, y todo tiene un sonido metálico... de ahí que el proceso inmersivo en la película recaiga en el diseño de sonido agresivo y casi experimental, que contribuye en gran medida a ponernos en la cabeza de Ruben, y junto a la soberbia interpretación de Riz Ahmed, nos hace comprender su personaje con una claridad que el mismo Ruben elude.  

Por eso, “Sound of Metal” cobra vida gracias a su apasionada interpretación, que funciona precisamente como escaparate, y bajo la dirección de Marder, finalmente lo hace brillar, y no solo porque tiene buena apariencia, siempre es intenso sin irse al extremo y, lo más importante, siempre hizo que te preocupes por él.  

Como dato, para prepararse para la película, Ahmed tomó 6 meses de lecciones de batería y aprendió ASL, el lenguaje de señas estadounidense; y se nota porque él mantiene el suspenso del drama en juego, incluso cuando se empuja a circunstancias artificiales durante el prolongado acto final, y finalmente se sumerge en el melodramático... y es que si bien hizo falta que el personaje mostrara registros más humanos, hay mucha contención digna de elogio por no cruzar esa línea.  

Otro que se roba la pantalla es Paul Raci como Joe, el fundador del centro de rehabilitación para sordos, que no es realmente sordo pero sus padres lo eran; además, cabe señalar que él es una figura prominente en la comunidad de sordos como CODA (Child of Deaf Adults), y miembro de Hands of Doom, una banda que actúa en ASL.   

Pero sobre todo hay que elogiar la dirección y el diseño del audio de esta película.   

Está claro que se pensó mucho en cómo utilizar el sonido, y los realizadores hicieron un inmenso esfuerzo para utilizar un diseño de sonido meticulosamente pensado para que el espectador experimente las dificultades de perder la audición, la capacidad de encontrar alegría en la vida a pesar de la pérdida auditiva, así como la realidad de los implantes cocleares; de ahí que la desactivación del subtitulaje también sea importante porque los realizadores quisieron llevar a las personas oyentes a la experiencia de aquellos que son sordos o con problemas de audición, quienes también requerirían subtítulos para cualquier película o programa de televisión.  

Te sientes mucho como si estuvieras viviendo en el espacio mental de Ruben.    

En muchos puntos a lo largo de la película, escuchamos las cosas exactamente como lo hace Ruben, ya sea que eso signifique no escuchar nada en absoluto, sonidos muy apagados, o el sonido metálico de sus implantes cocleares ,y hace que sea aún más fácil empatizar con su lucha, y quizás entender sus motivos y elecciones, incluso si no son necesariamente los que elegiríamos nosotros mismos si estuviéramos en su lugar.  

Si bien se le pueden achacar algunas cosas, que suceden muy rápido, por ejemplo, cuando Ruben recibe implantes cocleares bilaterales simultáneos, y se le da de alta instantáneamente...  

En realidad, se evaluaría su idoneidad, incluido su compromiso de aprender a procesar los nuevos sonidos; por lo que se esperaría que comenzara el trabajo después de la activación, y se le informaría de las diferencias entre la audiencia pasada y la nueva experiencia por adelantado...  

Pero eso no sucede aquí...   

Eso sí, se elogia la decisión de centrarse en alguien cuya existencia entera gira en torno a un mundo de sonidos, que pierde aquello que define su vida, le da al espectador una pausa para considerar cómo puede ser la vida cuando aprendemos a aceptar y dejar ir; pues hay mucho más en la vida que los pequeños rincones de la existencia en los que vivimos, y esta película pinta esa realidad con una empatía tremenda y una franqueza que los realizadores menores evitarían.  

Y como saben, “todos aquí comparten la creencia de que ser sordo no es una desventaja... no es algo que arreglar...  

Es muy importante por aquí.   

Todos estos niños... todos nosotros, debemos recordárselo todos los días”  

Ese es un mensaje no desesperanzador, por el contrario, y muy sorprendentemente es un mensaje de aceptación de una nueva realidad tan irreversible que supera a cualquiera pero que jamás significa el fin de una vida.  

En definitiva, “Sound of Metal” nos muestra aspectos que no habíamos tenido en cuenta en nuestra vida, en valorar los sentidos que tenemos; en como la adicción puede acabar con la vida de cualquiera en un instante, y cómo algunas relaciones pueden servir simplemente a un propósito a corto plazo, pero en última instancia deben dejarse ir...  

Es claro está, es importante cómo el filme ilumina aspectos de la comunidad de sordos que pocos tienen la oportunidad de ver.    

 Sobre el final:  

¿Ruben finalmente aceptó que su sordera no era necesariamente la discapacidad que le puso fin a su vida que él pensó que era?   

¿Está dedicado a trabajar para mejorar su audición con el implante?   

¿Se siente culpable por la forma en que dejó las cosas en el centro de rehabilitación?   

¿Siente que cometió un error al someterse a la cirugía?  

Siento que el final insinúa que el último de ellos es cierto...  

Quizás si se hubiera quedado en la rehabilitación y hubiera aprendido a aceptar su sordera, habría encontrado esa paz interior que Joe trataba de ayudarlo a encontrar; seguía dándole a Ruben las herramientas que necesitaba, y Ruben seguía negándose a usarlas...  

Hubo un punto en el que Ruben incluso se dio cuenta de que podía mantener el ritmo y aún tocar la batería sin escuchar la música, y está enseñando esta habilidad a una clase de niños sordos, pero nuevamente, la incapacidad de Ruben para ver más allá de su deseo inmediato de obtener esos implantes, lo deja incapaz de hacerlo.   

Por tanto, la lección es:  

Si trabajas duro, tienes éxito, entonces un día puedes perderlo todo en un segundo, y si trabajas más duro, puedes darte cuenta de que todo en realidad no es nada.   

“¿Has tenido algún momento de quietud?”  

RECOMENDADA.  




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