The Metropolitan Opera: Centennial Gala

“There is a strong temptation to close the eyes”

La Ópera Metropolitana de New York, también conocida simplemente como el Metropolitan, el MET o el Metropolitan Opera House; es una Compañía y Teatro de Ópera ubicado en el Lincoln Center de New York; siendo uno de los más importantes de La Ópera mundial, con un elenco de estrellas norteamericanas e internacionales.
El MET ha realizado estrenos en los Estados Unidos de algunas de las óperas más importantes del repertorio operístico.
Entre las obras de Wagner:
“Die Meistersinger von Nürnberg”, “Das Rheingold”, “Siegfried”, “Götterdämmerung”, “Tristan und Isolde” y “Parsifal” se realizaron por primera vez en Estados Unidos en el MET.
Otros estrenos “americanos” han sido:
“Boris Godunov”, “Der Rosenkavalier”, “Turandot”, “Simon Boccanegra” y “Arabella”
También se han realizado 31 estrenos mundiales, incluyendo:
“La Fanciulla del West” e “Il Trittico”, ambas de Puccini.
Para un mejor entendimiento para su público más variado, en 1995, El MET introdujo los subtítulos, un sistema único de traducción simultánea por el que se puede seguir la ópera en varios idiomas, y de esta forma poder enterarse de la trama de la misma durante la actuación; esos subtítulos se proporcionan para todos los espectáculos del MET en inglés, español y alemán.
En cada temporada del MET, se realizan más de 200 representaciones de ópera en New York, donde más de 800.000 personas asisten a las actuaciones en El Teatro de La Ópera durante la temporada, y millones de personas más viven la experiencia del MET a través de iniciativas de distribución de la señal en cines, o a través del canal Live/HD.
Las entradas de la ópera en el MET tienen precios para todos los bolsillos; y se ofrecen el mismo día de la actuación asientos por $20 de lunes a viernes, y $25 los fines de semana, aunque eso sí, en estos casos es probable que tengas que ver la ópera de pie, en “el gallinero”, la planta más alta.
A partir de esa cantidad, encontrarás entradas de todos los precios, siendo las más caras, las del patio de butacas, que en una buena fila rondarán los $200 o más.
Y para el recuerdo, justo al lado de las taquillas del MET, se encuentra la tienda de regalos, donde podrás comprar desde elementos decorativos o el libreto de la ópera a la que asistes para recordar tu estancia; hasta cuadros o carteles de las óperas más famosas representadas en este teatro.
Y es que el MET es la mayor institución de música clásica de los Estados Unidos, y anualmente presenta unas 220 representaciones de ópera; no es casual que su sede se considerada uno de los principales teatros de ópera del mundo, y uno de los mayores.
La Metropolitan Opera fue fundada en abril de 1880; su primera sede estuvo en el 1411 de Broadway, en la manzana entre las calles West 39th y West 40th, en el Garment District de Manhattan.
El edificio, al que se recuerda actualmente como “The Old MET”, fue diseñado por el arquitecto J. Cleaveland Cady, y abrió sus puertas el 22 de octubre de 1883, con una representación del “Faust” de Gounod.
Pero fue destruido por un incendio el 27 de agosto de 1892.
La temporada se suspendió mientras se reconstruía el edificio; y en 1903, el interior del teatro se renovó completamente, incluyendo los elementos característicos que mantuvo hasta su cierre, como El Auditorio Dorado, El Candelero, El Proscenio Curvado y El Telón de damasco dorado.
Así, la planificación de un nuevo hogar para La Ópera Metropolitana comenzó a mediados de la década de 1920, cuando las instalaciones tras bambalinas de la antigua casa se estaban volviendo sumamente inadecuadas para el crecimiento del repertorio, y el avance de las artes escénicas.
El desarrollo de lo que se convertiría en el Rockefeller Center de hoy, era tener un nuevo Teatro de Ópera con capacidad para 4.000 asientos en su centro, pero los problemas financieros y la siguiente caída del mercado de valores de 1929, pospusieron la reubicación de La Ópera Metropolitana, y el complejo se volvió más comercial.
Con el desarrollo avanzando, John D. Rockefeller, Jr., reemplazó la casa de ópera con un rascacielos de 70 pisos, inaugurado como el Edificio RCA en 1933.
Los arquitectos del New Rockefeller Center, Wallace Harrison, se acercaron unos 20 años más tarde…
La Sociedad Filarmónica de York y el MET, desarrollaron un nuevo hogar para ambas instituciones.
Como arquitecto jefe para el desarrollo del Lincoln Center, Harrison fue elegido para diseñar el nuevo Teatro de La Ópera, que se construirá como la pieza central del nuevo complejo de artes escénicas:
Un emplazamiento de 25 acres y 18 bloques en el Upper West Side, elegido por Robert Moses como un importante proyecto de renovación urbana y limpieza de tugurios.
Después de un largo proceso de rediseños, revisiones e intereses opuestos, proporcionado por el MET que deseaba un diseño más tradicional para su hogar, y los deseos conflictivos de los arquitectos de los otros lugares del Lincoln Center; la construcción del diseño #43 de Harrison en el Metropolitan, El Teatro de La Ópera comenzó en el invierno de 1963, siendo el último de los 3 principales lugares del Lincoln Center que se completara.
Los retrasos en la construcción, debidos a la finalización del vecino Teatro del Estado de New York, en el momento de la inauguración de La Feria Mundial de 1964; dieron como resultado que el sitio de excavación masiva se apodara “Lago Bing” por el entonces Gerente General, Rudolf Bing.
Bing fue la cabeza del MET de 1950 hasta 1972, cuya influencia y poder autocrático, encumbró la normativa de rendimiento del instituto, ampliando su temporada, reanimando las innovaciones en diseño y producción, cesando la exclusión de los cantantes de color, y supervisando el traslado de La Compañía al nuevo edificio en el Lincoln Center en 1966.
Bajo su regencia, cantó por primera vez un cantante afroamericano en el MET, la célebre contralto, Marian Anderson, en 1955 con “Un Ballo in Maschera” de Verdi; y luego otras afroamericanas como:
Leontyne Price y Martina Arroyo.
También, Bing fue instrumental en las carreras de grandes cantantes como:
Zinka Milanov, Leonie Rysanek, Placido Domingo, Renata Tebaldi, Franco Corelli y Roberta Peters.
Y sostuvo una conflictiva relación profesional con muchos artistas, como:
Helen Traubel, Beverly Sills, y en especial con Maria Callas, a quien echó del teatro en 1959.
Pero una de sus favoritas fue la soprano sueca, Birgit Nilsson; y la suiza Lisa della Casa, a quien prefirió por sobre la alemana Elisabeth Schwarzkopf.
Durante su gestión, se estrenaron:
“Vanessa” de Samuel Barber, “Mourning becomes Electra” de Martin Levy y “Anthony and Cleopatra” de Barber, que inauguró El Nuevo Metropolitan Opera, dirigido por su director escénico favorito, Franco Zeffirelli, responsable de varias producciones; y su producción favorita en el MET fue “Die Zauberflöte” diseñada por Marc Chagall.
Durante su gestión, Herbert von Karajan produjo y dirigió “Der Ring des Nibelungen” de Richard Wagner.
Aunque la casa no se abriría oficialmente por varios meses más, la primera presentación pública en el Metropolitan Opera House, fue una actuación de “La Fanciulla del West” de Giacomo Puccini, el 11 de abril de 1966, con Beverly Bower como Minnie, Gaetano Bardini como Dick Johnson, y Cesare Bardelli como Jack Rance.
La producción contó con la asistencia de 3.000 estudiantes de secundaria, y comenzó con la interpretación del Himno Nacional de EEUU; y una serie de pruebas de sonido que incluían un acorde fuerte de la orquesta, y una explosión de una escopeta.
Por su parte, “El Old MET” cerró el 16 de abril de 1966, con una emotiva Gala de Despedida, en la que participaron todos los artistas de La Compañía.
La soprano Zinka Milanov, por tanto tiempo unida a La Compañía, hizo su última aparición en el MET aquella noche.
A pesar de una campaña para preservar el edificio y conservarlo como monumento, “El Old MET” fue finalmente demolido en 1967, y reemplazado por un moderno edificio de oficinas.
El nuevo edificio, se inauguró pues, oficialmente, el 16 de septiembre de 1966, con el estreno mundial de “Anthony and Cleopatra” de Samuel Barber, dirigido y diseñado por Franco Zeffirelli; y coreografiado por Alvin Ailey, protagonizado por Leontyne Price como Cleopatra.
Como edificio, El Teatro se distinguía por su excelente acústica y su elegante interior, mientras que las instalaciones escénicas eran claramente insuficientes para una compañía de ópera de la categoría del MET.
Primeramente, como estructura, el edificio está revestido de travertino blanco, y la fachada Este está adornada con su distintiva serie de 5 arcos de hormigón, y una gran fachada de vidrio y bronce, que se eleva a 96 pies sobre La Plaza.
En los lados Norte, Sur y Oeste del edificio, cientos de aletas verticales de travertino que recorren toda la altura de la estructura, dan la impresión de que la fachada es una masa ininterrumpida de travertino cuando se ve desde ciertos ángulos.
El edificio cuenta con un total de 14 pisos, 5 de los cuales son subterráneos.
En exhibición, en el vestíbulo, y visible a La Plaza exterior, hay 2 murales creados para el espacio por Marc Chagall; y cada uno miden aproximadamente 9,1x11m.
La pared Sur contiene la obra titulada “Triumph Of Music”, mientras que la pared Norte contiene “The Sources of Music”
En 2009, La Junta Directiva del MET, decidió utilizar las pinturas como garantía para un préstamo a largo plazo, que anteriormente dependía del efectivo para el respaldo.
Algunas fuentes estiman el valor de las pinturas en $20 millones…
El vestíbulo de varios pisos, está dominado por una escalera de hormigón y terrazo en voladizo, que conecta el nivel principal con los salones del nivel inferior y los pisos superiores.
La pieza central del vestíbulo, es un conjunto de 11 “candelabros de cristal que se asemejan a constelaciones con lunas brillantes y satélites que se proyectan en todas direcciones”; El Auditorio contiene 21 candelabros que combinan, el más grande de los cuales mide 5,5m de diámetro.
Los candelabros fueron donados por el gobierno de Austria, como reembolso de la ayuda estadounidense durante El Plan Marshall después de La Segunda Guerra Mundial, y fueron diseñados por el Dr. Hans Rath de J.&L. Lobmeyr de Viena.
De los cuales, 12 de los candelabros en El Auditorio están en tornos motorizados, y se elevan hasta el techo antes de las presentaciones, para no obstruir las líneas de visión de la audiencia en los niveles superiores.
En 2008, los candelabros del vestíbulo se desmantelaron, y se enviaron al taller de J.&L. Lobmeyr en Viena, para ser restaurados antes de la temporada del 125 Aniversario del MET.
Los trabajadores volvieron a cablear las piezas, y reemplazaron cualquiera de los 49,000 cristales que estaban rotos o faltaban.
El vestíbulo también contiene esculturas de Aristide Maillol y Wilhelm Lehmbruck, así como retratos de artistas notables y miembros de La Compañía del MET.
Los 3,000 pies cuadrados de terciopelo, cubren las paredes en la parte frontal de los espacios de la casa, con hojas de oro, bronce, mármol italiano y concreto como las superficies arquitectónicas en estos espacios.
Un restaurante ocupa un espacio en el nivel de “Grand Tier”, y también existen espacios para clientes, miembros de gremios y del Metropolitan Opera Club en todos los vestíbulos.
Un restaurante conocido como “Top Of The MET”, que ocupaba un balcón con vista a La Plaza y los vestíbulos de abajo, fue un éxito al abrir, pero se cerró después de una baja asistencia a mediados de los años 70.
El espacio fue diseñado por el propio Harrison, y contó con murales del impresionista francés, Raoul Dufy.
Otros espacios públicos en La Casa de La Ópera, fueron decorados por diseñadores de interiores de la época como:
Angelo Donghia, William Baldwin y L. Garth Huxtable, esposo de la entonces crítica de arquitectura del New York Times, Ada Louise Huxtable, quien al inaugurarse el edificio, sería famoso al decir:
“Hay una fuerte tentación de cerrar los ojos”
El auditorio tiene forma de abanico, y está decorado en oro y burdeos con asientos para 3,794 personas, y 245 posiciones de pie en 6 niveles.
Más de 4.000 cuadrados de pan de oro, cubren el techo abovedado en forma de pétalo del que cuelgan los 21 candelabros de cristal.
Las paredes del auditorio, están revestidas en “kevazingo bubinga”, un palisandro que destaca por su calidad acústica.
Se sabe que el auditorio es acústicamente significativo; ya que se puede escuchar bien una pequeña conversación y momentos tranquilos en la música en la parte superior del “Círculo Familiar”, a unos 45m del escenario.
Como resultado, El Teatro de La Ópera es el único auditorio del Lincoln Center que no se ha reconstruido debido a problemas acústicos.
El proscenio cuadrado de oro, tiene 16m de ancho y 16m de altura.
La cortina principal de damasco de oro tejido a medida, es la cortina de pestañas más grande del mundo.
Sobre el proscenio, hay una escultura de bronce “sin título” de Mary Callery.
El foso de la orquesta es muy grande, y está abierto al auditorio, con capacidad para hasta 110 músicos.
El complejo escénico, es uno de los más grandes y complejos de su tipo en el mundo, extendiéndose 24m de profundidad, desde la línea de la cortina hasta la pared posterior.
Las dimensiones generales del escenario, con espacio de ala, son de 27m de profundidad, y 31m de ancho.
El escenario contiene 7 ascensores hidráulicos de 18m de ancho, con cubiertas dobles; 3 escenarios deslizantes, de espacios grandes a cada lado y detrás del escenario principal, cada uno capaz de mantener un escenario completo; el escenario superior contiene una plataforma giratoria de 18m de diámetro; 103 listones motorizados, o “juegos de líneas” para levantamiento aéreo; y 2 cicloramas completamente envolventes de 30m
El amplio y altamente mecanizado escenario y espacio de soporte, facilita la presentación rotativa de hasta 4 producciones de ópera diferentes cada semana.
El auditorio, solo representa alrededor de ¼ de todo el edificio:
Los espacios de almacenamiento masivo debajo del escenario, permiten el almacenamiento de producción dentro de La Casa de La Ópera, y grandes talleres para la construcción de escenarios, disfraces, pelucas y equipos eléctricos, así como cocinas, oficinas, un comedor de empleados, y espacios de vestuarios para los directores, coros, supernumerarios, ballet, y coros de niños rodean el complejo escénico en varios pisos.
Hay 2 grandes salas de ensayo, situadas a 3 pisos por debajo del escenario; que tienen casi las dimensiones del escenario principal, lo que permite bloquear los ensayos y el espacio para la puesta en escena completa de la orquesta.
De esa manera, en los primeros años de La Compañía, la dirección cambió de rumbo varias veces, representándose primero todas las realizaciones en italiano, incluso “Carmen” de Bizet y “Lohengrin” de Wagner, después todo en alemán, incluso “Aida” de Verdi o “Faust” de Gounod, antes de asentarse finalmente la política de llevar a cabo la mayoría de las obras en su idioma original, con algunas notables excepciones.
La Ópera Metropolitana, se creó como una alternativa a La Academia de Música de New York, dirigida por un círculo restringido a la más alta sociedad neoyorquina.
La nueva compañía, fue dirigida por alguna de las nuevas familias ricas de la época:
Los Roosevelt, Los Vanderbilt, Los Morgan, Los Astor...
El Director de La Compañía fue Henry Abbey, que la puso en marcha a partir de un grupo de cantantes de origen alemán, con bajos costes, entre los que no se encontraba ninguno de los cantantes que más éxito estaban teniendo en los teatros europeos de la época.
La Compañía puso en marcha un repertorio internacional, pero cantado en alemán… y tras el incendio de 1892 ,y la posterior reconstrucción, la dirección fue asumida por Maurice Grau, que consiguió llevar al MET a una primera “Edad de Oro”, con la presencia de cantantes de nivel internacional, como:
Los hermanos Edouard y Jean de Reszke; Lilli Lehmann, Emma Calvé, Nellie Melba, Marcella Sembrich, Milka Ternina, Ernestine Schumann-Heink, Francesco Tamagno, Francisco Viñas o Victor Maurel.
En 1898, La Compañía inició una gira anual de 6 semanas por ciudades de los Estados Unidos, que se mantuvo hasta 1986, cuando se suprimió por problemas presupuestarios.
Desde 1900, se crearon diferentes grupos o “alas” de La Compañía, con cantantes y directores especialistas en los repertorios alemán, italiano o francés.
Desde La Segunda Guerra Mundial, esta distinción se fue desvaneciendo, a medida que los cantantes comenzaban a diversificar su carrera, y emplear menos tiempo enrolados en una única compañía.
De 1900 a 1904, se realizaron las primeras grabaciones en el MET, a cargo de Lionel Mapleson, que utilizó un fonógrafo Edison, y que permitió preservar los únicos testimonios sonoros de artistas como:
Jean de Reszke y Milka Ternina.
Tras el debut, en 1903, de Enrico Caruso, con El Duque de Mantua de “Rigoletto”, comenzó la época del empresario Giulio Gatti-Casazza, de 1908 a 1935; que elevó el nivel y el prestigio del teatro, con la presencia de cantantes como:
Rosa Ponselle, Elisabeth Rethberg, Maria Jeritza, Frida Leider, Amelita Galli-Curci, Lily Pons, Giovanni Martinelli, Beniamino Gigli, Giacomo Lauri-Volpi, Lauritz Melchior, Titta Ruffo, Giuseppe De Luca, Lawrence Tibbett, Friedrich Schorr, Feodor Chaliapin, José Mardones, Tancredi Pasero, y Ezio Pinza, entre otros.
En esta época, Arturo Toscanini y Gustav Mahler dirigieron regularmente en el MET.
El tenor canadiense, Edward Johnson, fue El Administrador General desde 1935 hasta 1950, y consiguió conducir La Compañía durante La Gran Depresión y La Segunda Guerra Mundial, manteniendo el nivel artístico.
Zinka Milanov, Jussi Björling, Alexander Kipnis, Jan Peerce, Richard Tucker, Leonard Warren y Robert Merrill, se presentaron ante el público del MET en esta época, mientras que Kirsten Flagstad reinó como la soprano wagneriana de esta Era.
Kurt Adler, Sir Thomas Beecham, George Szell y Bruno Walter, son algunos de los grandes directores contratados por Johnson.
La etapa de la dirección del austriaco-británico, Rudolf Bing, ha sido la más larga de la historia del MET, de 1950 a 1972.
Bing modernizó la administración y el sistema de venta de entradas, y suprimió la tradicional representación semanal en Filadelfia.
Durante su etapa, La Compañía se trasladó al nuevo Teatro en el Lincoln Center.
Aunque no hubo una dirección musical estable durante esta época, grandes nombres como Kurt Adler, Fritz Stiedry, Dimitri Mitropoulos, Erich Leinsdorf, Fritz Reiner y Karl Böhm, pasaron por el foso del MET en los años 50 y 60.
En 1967, se produjo el debut de Herbert von Karajan, que dirigió “Die Walküre” de Wagner en la producción diseñada por el mismo para El Festival de Pascua de Salzburgo.
En los años siguientes se presentaron el resto de las obras del “Anillo del Nibelungo” en esa producción, pero Karajan solo dirigió “Das Rheingold” y las reposiciones de “Die Walküre” en 1968 y 1969.
Tras la retirada de Bing, el cargo fue pasando por distintos administradores que colaboraron sucesivamente con el director musical, James Levine, que ha sido la guía artística del MET durante el último tercio del siglo XX.
Aunque solo Rafael Kubelik y James Levine han desempeñado el cargo de “Director Musical”, han sido muchos los directores de orquesta que han asumido un papel de liderazgo a lo largo de la historia del MET.
Estos directores establecieron los estándares artísticos, e influyeron en la calidad y el estilo de la orquesta del MET.
Asimismo, en el MET han actuado muchos grandes directores invitados, que no aparecen en esta relación.
Yannick Nézet-Séguin, será el 3º en ostentar el título de “Music Director” a partir de la temporada 2020 – 2021.
De esa manera los directores del MET fueron
De 1885 a 1897, Anton Seidl; de 1884 a 1902, Walter Damrosch; de 1902 a 1915, Alfred Hertz, Director principal de repertorio alemán; de 1908 a 1910, Gustav Mahler; de 1908 a 1915, Arturo Toscanini; de 1915 a 1939, Artur Bodanzky, Director principal de repertorio alemán; de 1924 a 1934, Tullio Serafin; de 1931 a 1971, Fausto Cleva; de 1938 a 1942, Erich Leinsdorf, Director principal de repertorio alemán; de 1942 a 1946, George Szell; de 1943 a 1973, Kurt Adler, Director y Maestro de Coros; de 1945 a 1949, Fritz Busch; de 1949 a 1953, Fritz Reiner; de 1954 a 1960, Dmitri Mitropoulos; de 1957 a 1962, Erich Leinsdorf; de 1973 a 1974, Rafael Kubelik, como “Music Director” al igual que James Levine de 1973 a 2016, siendo también “Music Director Emeritus” desde 2016.
Será Levine, el encargado de celebrar El Centenario de esta magna institución.
“The Metropolitan Opera, of course, is the gold standard in opera”
The Metropolitan Opera: Centennial Gala es un musical del año 1983, dirigido por Kirk Browning.
Protagonizado por John Alexander, Lucine Amara, Martina Arroyo, Kathleen Battle, Ara Berberian, Bianca Berini, Leonard Bernstein, Richard Bonynge, Sesto Bruscantini, Renato Bruson, Grace Bumbry, Montserrat Caballé, José Carreras, Richard Cassilly, John Cheek, Ricardo Costa, Ileana Cotrubas, Barbara Daniels, John Darremcamp, Mariella Devia, Plácido Domingo, Gail Dubinbaum, Mignon Dunn, Rosalind Elias, Pablo Elvira, Simon Estes, Mirella Freni, Thomas Fulton, Linda Gelinas, Nicolai Ghiaurov, Giuseppe Giacomini, Osie Hawkins, Jerome Hines, Marilyn Horne, Timothy Jenkins, Diane Kesling, Jean Kraft, Alfredo Kraus, James Levine, William Lewis, Cornell MacNeil, John Macurdy, Éva Marton, Ermanno Mauro, James McCracken, Johanna Meier, Robert Merrill, Myra Merritt, Leona Mitchell, James Morris, Edda Moser, Carol Neblett, Birgit Nilsson, Jessye Norman, Luciano Pavarotti, Roberta Peters, Paul Plishka, Leontyne Price, John Pritchard, David Rendall, Regina Resnik, Katia Ricciarelli, Neil Shicoff, Joan Sutherland, Ferruccio Tagliavini, Italo Tajo, Kiri Te Kanawa, Andrea Velis, Frederica von Stade, entre otros.
El 22 de octubre de 1983, el Metropolitan Opera House, en el Lincoln Center para las Artes Escénicas de Manhattan, en New York City, celebró un evento de gala, sus primeros 100 años; y muchos de los mejores cantantes del mundo participaron; afortunada y aproximadamente en 4 horas del evento se documentaron, se transmitieron por TV, y luego se transfirieron de manera comercial, primero en VHS, y luego a DVD.
El día real del centésimo aniversario de la primera actuación de MET, con el “Faust” de Gounod, el 22 de octubre, cayó fortuitamente ese año, en sábado; por lo que el MET aprovechó esto para producir lo que debe denominarse “lo último en galas”, con 2 presentaciones separadas:
La primera de 3 horas y media; y una de 5, con más de 70 cantantes; pero todas las partes fueron televisadas en vivo, durante el transcurso de todo el año; siendo un tributo apropiado, pues el MET siempre ha sido considerado, y todavía se considera, principalmente “una casa de cantantes”
La lista de cantantes, incluía a muchos de los más grandes del mundo que han cantado a menudo en él; y reunió a muchos cantantes que a lo largo de los años han tenido una estrecha asociación con La Casa, especialmente Roberta Peters y Jerome Hines; y una buena parte de los cantantes veteranos, cantaron con los cantantes más jóvenes, como Gõsta Winbergh que aún no había hecho su debut; y Jess Thomas que salió de su retiro para cantar con Jessye Norman; o bien, James McCracken que regresó a La Casa después de su célebre paro hace unas pocas temporadas.
La orquesta, incondicional a lo largo de las veladas, y animada por un nuevo contrato firmado 9 meses antes, que se prolongaría hasta 1987; inició tocando la obertura de “The Bartered Bride” bajo la batuta de James Levine, quien hizo la mayor parte de la dirección; y con “Leonore No.3” de Beethoven la segunda parte, a cargo de Leonard Bernstein.
Mientras otros directores como Richard Bonynge, Jeffrey Tate, John Pritchard y Thomas Fulton, realizaron algunos momentos.
Por su parte, destacada, El Ballet y El Coro del MET fueron exhibidos, este último cantando espléndidamente “El Himno al Sol” de “Iris” de Mascagni, una novedad bienvenida que hizo un éxito, y sin duda gratificó al Maestro del Coro, David Stivender, quien la dirigió, ya que Mascagni era uno de sus compositores favoritos.
También se incluyeron algunos artículos populares, es discutible si Sir Rudolf Bing hubiera permitido a James Morris cantar una mezcla de “Man of La Mancha”; y la música operística más nueva cantada, fue el quinteto de “Vanessa” de Samuel Barber, ambas piezas, sin embargo, fueron excluidas del corte para venta comercial, así como otras piezas, pues el evento tuvo una extensión de al menos 8 horas.
En cualquiera de esas ocasiones, entre el dúo de amor de clausura de Eva Marton, primera selección de la noche; y el dúo de amor de Leontyne Price y Pavarotti de “Un Ballo in Maschera”, hubo altibajos y elecciones curiosas, pero el carácter festivo de todo hace olvidar detalles como el estado de las voces, los temas escogidos, las elecciones de dúos y demás; pero sobre todo, se aprecia mucho el ritmo eficiente de todas las etapas, lo que permitió solo una llamada o “cortina”, y mantuvo el espectáculo en movimiento.
No obstante, se nota que hubo tristeza con Jon Vickers por “Peter Grimes”, y muchos creen que hubiera elegido no presentarse, y de los cantantes invitados pero incapaces de estar allí, como:
Renata Scotto, Leonie Rysanek, Christa Ludwig, Franco Corelli, Carlo Bergonzi, Renata Tebaldi, June Anderson, Gwyneth Jones, Elisabeth Schwarzkopf, Giuseppe Di Stefano, o Cesare Siepi, quien dio a La Casa algunas de sus mejores noches en los años 50 y 60.
Lo más destacado fue un afecto cálido por el grupo de cantantes retirados que aparecieron en el escenario para la parte final.
Otro momento conmovedor llegó casi al final, cuando Birgit Nilsson cantó una canción popular sueca, favorita de su predecesora, Christine Nilsson, la anterior Nilsson era “la Margarita en la noche” inaugural del “Faust”
Al final, el escenario repleto de artistas, que habrían convertido a cualquier compañía de ópera de clase mundial al instante, cantó “Feliz Cumpleaños” al MET y a la una de la madrugada, el glorioso día había terminado.
Todo lo anterior fue posible gracias, primeramente al Departamento de Arte a cargo de Marc Chagall en el diseño, sobre todo en el escenario para la escena final de “Die Zauberflöte”; Franco Zeffirelli para el diseño del escenario del Acto II de “La Bohème”
James Levine como Director Musical del The Metropolitan Opera, junto a su equipo:
Charles Riecker, coordinador del concierto de gala; y a sus colegas en la dirección:
David Stivender, Jeffrey Tate, Sir John Pritchard, Leonard Bernstein, Richard Bonynge, y Thomas Fulton.
Al Director de Audio, Jay David Saks; al Productor Ejecutivo, Michael Bronson; al Director de Cine, Kirk Browning; al Director de Iluminación, Gil Wechsler; en la notas del trazador de líneas, Martin Mayer; a todo La Orquesta, Coro y Ballet del MET.
Todo ello fue producido por Clemente D'Alessio, en asociación con Karen Adler.
Pero como se citó, se omitió gran parte de La Gala; pero gracias a la base de datos del MET, se supo que toda La Gala tuvo una duración aproximada de 8 horas, dividida en 2 partes, con las intervenciones de los cantantes, que podemos señalarlos primero por voz:
Sopranos:
Kathleen Battle, Judith Blegen, Grace Bumbry, Montserrat Caballé, Ileana Cotrubas, Loretta di Franco, Mirella Freni, Catherine Malfitano, Eva Marton, Leona Mitchell, Edda Moser, Birgit Nilsson, Roberta Peters, Leontyne Price, Katia Ricciarelli, Elisabeth Söderström, Dame Joan Sutherland, Dame Kiri Te Kanawa, y Anna Tomowa-Sintow.
Mezzo-Sopranos:
Gail Dubinbaum, Marilyn Horne, Diane Kesling y Frederica von Stade.
Tenores:
José Carreras, Giuliano Ciannella, Plácido Domingo, Nicola Gedda, Alfredo Kraus, William Lewis, James McCracken, Robert Nagy, Luciano Pavarotti, Dano Raffanti, y David Rendall.
Barítonos:
Renato Bruson, John Darrenkamp y Brian Schexnayder.
y Bajos:
Ara Berberian, Sesto Bruscantini, Nicolai Ghiaurov, Ruggero Raimondi y Julien Robbins.
De los conductores, nuevamente:
Leonard Bernstein, Richard Bonynge, Thomas Fulton, James Levine, Sir John Pritchard, David Stivender y Jeffrey Tate.
De esa manera se repartió la primera parte de La Gala con:
Marton, Norman, Thomas, Te Kanawa, Jones, McCracken, Lear, Stewart, Crespin, Raimondi, Peters, Morris, Sutherland, Blegen, Von Stade, Cassilly, Norden, Boesch, Malfitano, Kraus, Gedda, Berini, Quilico, Tomowa-Sintow, Battle, Soederstroem, Freni y Domingo.
Con los directores:
Levine, Bonynge, Stivender y Tate.
La segunda parte de La Gala, con:
Caballé, Carreras, Plishka, Giacomini, Merritt, Cheek, Winbergh, Hartman, Cotrubas, Devia, Kraft, Daniels, Elvira, Moffo, Merrils, J. Meier, Elias, Resnik, Alexander, Macurdy, Hines, Amara, Berini, Bumbry, Bruson, Ricciarelli, Lewis, Ghiaurov, Mitchell, Ciannella, Jenkins, Moser, Shicoff, Horne, Nilsson, Price y Pavarotti.
Y los directores:
Bernstein, Levine, Pritchard y Fulton.
Todo quedó en la memoria, irrepetible de los grandes momentos, pues muchas de las estrellas han desaparecido de este mundo; por lo que la emisión de La Gala completa, sería un regalo nostálgico para todos los que no lo vimos en vivo.
“It’s always a privilege to sing at the Met, but this is something very special.
I don’t think there's ever been anything this grand in the history of opera”
Esas son palabras de Luciano Pavarotti, uno de los más grandes tenores de todos los tiempos, y que cerró una Gala junto a Leontyne Price, para celebrar El Centenario de un Teatro que lo hizo Grande a él y a demás colegas; porque una gala de ópera siempre ha sido una excusa maravillosa para escuchar viejos favoritos y nuevos descubrimientos, y también para disfrutar de escuchar quién es quién de entre los cantantes; y La Gala del Centenario del MET en 1983, no es solo una Gala de Ópera, es algo realmente especial, y sería muy difícil ver una gala de ópera de esta magnitud, con la calidad de cantantes y directores, por ello la hace irrepetible.
Técnicamente, toda La Gala está bellamente rodada, y sientes una sensación de calidez y emoción sincera en el lugar; ni hablar del sonido y la calidad de imagen, así como los movimientos de cámara y las luces, todo está a la altura para celebrar 100 años de vida artística.
Como el programa es extenso, se tendría que destacar algunos momentos que quedan a gusto de quien los escuche, pero hubo unos que valen para cualquiera:
Cuando David Stivender subió al podio, y como buen músico ha demostrado habilidades como Maestro de Coro desde 1977, dirigió un extracto de “Iris” de Pietro Mascagni.
Esta ópera rara vez escuchada, del hombre que se hizo famoso con “Cavalleria Rusticana”, tan solo 8 años antes, tuvo su estreno en Roma en 1898, y su primera actuación en América, 4 años después.
Esto no se había realizado en el MET desde 1914.
El extracto, titulado “Preludio e Himno al Sol”, comenzó con una extravagante evocación del sonido orquestal que Stivender realizó muy bien.
Luego, cuando se encendieron las luces del escenario, que mostraban el hermoso escenario de Gunther Schneider-Siemseen para el II Acto de “Arabella” de Richard Strauss, la atención se desvió del pozo al frente del escenario.
Con el extraordinariamente sonoro “Himno”, cantado con un estremecedor impacto por las voces mixtas, Stivender elevó la post “Cavalleria Rusticana” de Mascagni a un nuevo orden de aprecio, y provocó vítores en la concurrida audiencia del teatro.
Y aunque no fue publicado, detrás de las festividades, también estaba el objetivo del MET de recaudar un fondo de dotación de $100 millones, un esfuerzo que avanza bien...
Uno tiene que aceptar la intercesión de la televisión, bajo el patrocinio de Texaco, como un medio para acumular un ingreso indispensable para el futuro del MET; así que El Centenario fue televisado, a diferencia de algunas actuaciones históricas pasadas.
La gala del 16 de abril de 1966, que puso fin a la ocupación del MET de su hogar original en la calle 39 y Broadway, ni siquiera se transmitió…
El seguimiento del 22 de abril de 1972, que puso fin al régimen de Rudolph Bing en el Lincoln Center, se grabó, pero no se transmitió por televisión.
Desde entonces, el concepto de “Live at The MET” ha transformado una posibilidad electrónica en una herramienta de recaudación de fondos:
Cuanto mayor es la audiencia, mayor es la aceptación.
Las metas previas se han centrado en las actividades de una noche, buscando lo mejor de lo mejor en unas pocas horas de desempeño.
Esta vez fue una doble pantalla, con precios altos para cada sesión.
Como todos saben, no hay suficientes cantantes de primer nivel para mostrar en 8 horas y media.
El programa comenzó bien, con la estrella naciente, la húngara Eva Marton cantando “In questa reggia” de la imponente puntuación de Puccini, lo que sugiere que cuando un renacimiento de “Turandot” está en orden, ella es la que debe hacerlo.
Pero la altura de la calidad inmediatamente se desinfló, musicalmente, con una versión ridículamente inadecuada del dúo final del primer acto de “Die Walküre” de Wagner, con Jessye Norman como Sieglinde, y Jess Thomas de sonido débil, una sombra del tenor capaz que fue en 1972, como Siegmund.
Por algo, este segmento no fue comercializado.
Sin duda, la marea subió con un maravillosamente manejado “Bel raggio lusinghier” de “Semiramide” de Rossini por Dame Joan Sutherland, dirigido por su esposo, Richard Bonynge; una “Habanera” de la gentilmente francesa de “Carmen” de Bizet, con Régine Crespin; y el dúo verdiano que concluye con el Acto I de “Otello”, con la vibrante Mirella Freni, y la encarnación del tenorismo tonal, Plácido Domingo.
Y antes de llegar al final del programa completo, el dúo de otra ópera de Verdi, con Leontyne Price y Luciano Pavarotti, que siguieron cantando de forma encantadora “Un Ballo in Maschera” para mostrar por qué tenían que ser los últimos.
Curiosamente nunca habían actuado juntos en el MET…
Y antes de ellos:
La versión espléndida del aria de “Samson et Dalila” de Saint-Saëns, a cargo de Marilyn Horne, que bellamente se giró impulsivamente al final, para abrazar a Risë Stevens, una Dalila históricamente destacada, que estaba sentada entre los cantantes “veteranos” reunidos en el escenario.
Así como el momento tan esperado, el regreso de Birgit Nilsson para interpretar de manera muy especial la narración del I Acto de “Tristan und Isolde” de Wagner.
Ella arriesgó la única repetición del día al anunciarlo como un homenaje al espíritu centenario; y fue una canción corta, y favorita de Christine Nilsson, también de Suecia, que había cantado Marguerite en la primera representación de todas, como la primera Prima Donna del “Faust”, aquel 22 de octubre de 1883.
No hay que olvidar una secuencia de transmisión en la que caminó el gran tenor Nicolai Gedda, ataviado con elegante corbata negra y una chaqueta bien confeccionada, para entregar “Una furtiva lagrima” del “L'Elisir d'Amore” de Donizetti.
Esto completó una secuencia de arte vocal que incluyó un dúo de elegante estilo, como “Romeo et Juliette” de Gounod, en el que el bello arte del tenor español Alfredo Kraus, se asoció con el de la soprano Catherine Malfitano, cuyo padre había sido miembro de La Orquesta del MET, todo un detalle.
¿Qué más se puede añadir?
Solo que la mejor actuación orquestal se produjo cuando Leonard Bernstein caminó para entregar la obertura “Leonora N°3” de Beethoven, adecuada para Viena, donde el compositor creció, y el director ahora pasa gran parte de su tiempo.
Así las cosas, adjunto el programa completo:
Primera parte:
Con un diseño escénico de “Les Mamelles de Tiresias” de David Hockney.
Un agradecimiento a cargo de Anthony A. Bliss
El programa inicia con:
La obertura “The Bartered Bride”
De “Turandot”: “In questa reggia” con Eva Marton.
“Die Walküre”: Acto I “Dueto” con Jessye Norman y Jess Thomas, en su última aparición.
De “Le Nozze di Figaro”: “Dove sono” con Kiri Te Kanawa.
“Carmen”: el quinteto con Isola Jones, Shirley Love, Louise Wohlafka, Charles Anthony, y James Courtney.
De “Otello”: “Dio mi potevi” con James McCracken.
“Porgy and Bess”: “Bess you is my woman now” con Evelyn Lear y Thomas Stewart.
De “Carmen”: “Habanera” con Régine Crespin.
Todo ello conducido por James Levine.
De “Il Barbiere di Siviglia”: “La calunnia” con Ruggero Raimondi.
“Lucia di Lammermoor”: el sexteto con Roberta Peters, Loretta Di Franco, Dano Raffanti, Robert Nagy, Brian Schexnayder y Julien Robbins.
De “Man of La Mancha” un popurrí a cargo de James Morris.
“Semiramide”: “Bel raggio lusinghier” con Joan Sutherland
Todo ello con la conducción de Richard Bonynge.
Luego tenemos un diseño escénico para la ópera “Arabella” de su Acto II, de Günther Schneider-Siemssen.
De “Iris”: “Hymn of The Sun” con El Coro del Metropolitan Opera, bajo la conducción de David Stivender.
“Der Rosenkavalier”: la escena de la presentación de La Rosa, a cargo de Judith Blegen y Frederica von Stade.
“Rise and Fall of the City of Mahagonny”: “When the sky grows brighter” por Richard Cassilly.
“Die Zauberflöte”: el dúo “Papagena-Papageno” con Betsy Norden y Christian Boesch.
“Romeo et Juliette”: “Nuit d'hyménée” con Catherine Malfitano y Alfredo Kraus.
Conducidos por Jeffrey Tate.
Luego vino “L'Elisir d'Amore”: “Una furtiva lagrima” con Nicolai Gedda.
De “Falstaff”: “Reverenza” con Bianca Berini y Louis Quilico.
“Ernani”: “Ernani, involami” con Anna Tomowa-Sintow.
“Der Rosenkavalier”: trío final con Kathleen Battle, Elisabeth Söderström y Frederica von Stade.
Y de “Otello”: el dueto de amor con Mirella Freni y Plácido Domingo.
todos conducidos por James Levine.
De esta parte, el diseñador de iluminación fue Gil Wechsler, y el director de TV, Kirk Browning; en una primera parte de La Gala coordinada por Charles Riecker.
La segunda parte contiene el siguiente programa:
De Beethoven, la obertura “Leonore N° 3” bajo la dirección de Leonard Bernstein, en su última aparición.
Con un escenario del Acto II de “La Bohème” diseñado por Franco Zeffirelli, tenemos:
“Andrea Chénier”: dueto final con Montserrat Caballé y José Carreras.
“Eugene Onegin”: aria del Príncipe Gremin con Paul Plishka.
“La Fanciulla del West”: “Ch'ella mi creda” con Giuseppe Giacomini.
Todos bajo la conducción de James Levine.
De “Don Giovanni”: “Là ci darem la mano” con Myra Merritt y John Cheek.
“La Bohème”: “O Mimì tu più non torni” con Gösta Winbergh en su primera presentación, junto a Vernon Hartman.
“L'Enfant Prodigue”: el aria de Lia con Ileana Cotrubas.
“Lakmé”: “Viens Mallika” con Mariella Devia y Jean Kraft.
“Don Pasquale”: “Signorina in tanta fretta” con Barbara Daniels e Italo Tajo.
Todos bajo la conducción de John Pritchard.
“Der Fliegende Holländer”: “Wie aus der Ferne” con Carol Neblett y Simon Estes.
“Andrea Chénier”: “Ebbene Donnina innamorata” y “Nemico della patria” con Andrea Velis y Cornell MacNeil.
“Aida”: “Fu la sorte” con Martina Arroyo y Mignon Dunn.
“Samson et Dalila”: “Bacchanale” a cargo del Ballet del MET, con Linda Gelinas y Ricardo Costa como solistas, con una coreografía a cargo de Zachary Solov, y un diseño escénico de Robert O'Hearn.
Todos bajo la batuta de James Levine.
“Don Carlo”: el dúo del Acto I con Ermanno Mauro y Pablo Elvira.
“Maytime”: “Sweethearts” con Anna Moffo y Robert Merrill, en sus últimas apariciones.
“Vanessa”: El quinteto con Johanna Meier, Rosalind Elias, Regina Resnik, en su último aparición, John Alexander y John Macurdy.
“La Bohème”: “Vecchia zimarra” con Jerome Hines.
“La Gioconda”: “L'amo come il fulgor del creato!” con Lucine Amara y Bianca Berini en su última aparición.
“Nabucco”: “Donna chi sei” con Grace Bumbry y Renato Bruson.
Bajo la batuta de Thomas Fulton.
Luego tenemos un gran telón de fondo para la escena final de “Die Zauberflöte”
diseñada por Marc Chagall; y la presentación de Invitados Especiales, Horados en La Gala por El Maestro de Ceremonias, Osie Hawkins, muchos de ellos, cantantes retirados, como:
Rose Bampton, Erna Berger, Kitty Carlisle, Helen Jepson, Dorothy Kirsten, Brenda Lewis, Martha Lipton, Zinka Milanov, Patrice Munsel, Jarmila Novotna, Nell Rankin, Delia Rigal, Margaret Roggero, Stella Roman, Bidú Sayao, Eleanor Steber, Risë Stevens, Lorenzo Alvary, Gabor Carelli, Walter Cassel, Ferruccio Tagliavini, George Shirley, Theodor Uppman, Cesare Valletti y Ramon Vinay.
Con ellos como telón de fondo, sentados en el escenario, se cantó:
“Faust”: trío final con Katia Ricciarelli, William Lewis y Nicolai Ghiaurov.
“Madama Butterfly”: dúo de amor con Leona Mitchell y Giuliano Ciannella.
“Rienzi”: “Allmächt'ger Vater” con Timothy Jenkins.
De “L'Italiana in Algeri”: el final de Acto I, con Diane Kesling, Edda Moser, Gail Dubinbaum, David Rendall, John Darrenkamp, Sesto Bruscantini, en su última aparición; y Ara Berberian.
“Les Contes d'Hoffmann”: “Va pour Kleinzach” con Neil Shicoff y Michael Best junto al Coro del MET.
“Samson et Dalila”: “Mon coeur s'ouvre à ta voix” con Marilyn Horne.
“Tristan und Isolde”: Narración y Maldición; así como de “Lillijebjorn”: “I remember when I was seventeen” con un “encore” a cargo de Birgit Nilsson, en su última aparición.
Y por último, “Un Ballo in Maschera”: “Teco io sto” con Leontyne Price y Luciano Pavarotti.
Todos bajo la batuta de James Levine.
El programa concluyó con un “Feliz Cumpleaños” con todos los cantantes en el escenario.
El director de TV de esta segunda parte siguió siendo Kirk Browning, bajo la coordinación de Charles Riecker.
Cabe destacar la ejecución orquestal, exuberante, potente y conmovedora, y El Coro está muy bien equilibrado y canta con total compromiso.
Su interpretación de “Son Io, Son Io La Vita” es extraordinariamente buena.
En cuanto a los directores, todos ellos están en gran forma, sobre todo Leonard Bernstein, quien incluso al final de su carrera, logró realizar una actuación electrizante de Beethoven; y James Levine, quien realmente se encontraba en su mejor momento en “Vinci A Te”
Ni hablar del ballet de “Samson Et Dalila”, el “Bacchanale” también fue sobresaliente; por lo que es realmente difícil elegir un momento favorito entre estos grandes cantantes e interpretaciones, porque hay muchos que se encuentran entre los mejores momentos de ópera que jamás haya experimentado.
Por ejemplo, Eva Marton está en su mejor momento aquí, con una gran voz rica y una presencia sutil y dramáticamente poderosa.
Ella es una de las mejores Turandot, y en “Questa Reggia” no hace nada para cambiar eso.
El “Dovo Sono” de Kiri Te Kanawa es increíblemente hermoso, su tono es radiante y su musicalidad flotando positivamente.
Después de una ausencia de 5 años, James McCracken aún logra derribar la casa con el “Dio mi potevi scagliar tutti i mali” de “Otello”
“La Calunnia” de Ruggero Raimondi es una comedia oscura y sonora, ricamente melodiosa y bien cantada.
El sexteto de “Lucia Di Lammermoor” tiene todo el patetismo y el conflicto de este conjunto en particular que se espera, las notas altas se cantan con facilidad, y el resto de las partes son firmes.
La técnica de la coloratura de Joan Sutherland y las notas altas sin esfuerzo, continúan deslumbrando incluso al final de su carrera en “Bel Raggio” de “Semiramide”
El dúo de Leontyne Price y Luciano Pavarotti de “Un Ballo in Maschera” es extraordinariamente conmovedor y bellamente cantado por ambos, él con un tenor viril, y ella con una soprano que continua siendo “piedra de toque” para muchos.
Frederica Von Stade y Judith Blegen, en “la presentación de La Rosa” de “Der Rosenkavalier”, fue encantadora en todos los sentidos.
Von Stade también une fuerzas con Elisabeth Soderstrom y Kathleen Battle en el trío final de la misma ópera, y tampoco hay reparos.
El dúo “Romeo et Juliette” entre Catherine Malfitano y Alfredo Kraus, es apasionado y adorador.
Nicolai Gedda canta “Una Furtiva Lagrima” con su marca registrada de inteligencia y musicalidad, que “solo los perros oyen”
“Ernani Involami” de Anna Tomowa-Sintow, es rico en vocales y toca un acorde emocional.
“Gia Nella Notte Densa”, de Plácido Domingo y Mirella Freni, es tan tierna que trae lágrimas a los ojos.
Así como Montserrat Caballé y José Carreras literalmente hacen volar el techo con “Vinci A Te”, 2 roles que requieren voces elevadas, y ambos lo hacen con gusto; este dúo es interesante, pues Caballé impulsó la carrera de José.
Ileana Cotrubas canta seductora.
Renato Bruson en “Nabucco” quien canta con su habitual riqueza aterciopelada y presencia dominante; mientras Grace Bumbry ataca el papel asesino de Abigail, y sobresale con gran éxito.
El trío final de “Faust”, con las maravillosas voces de Katia Ricciarelli, William Lewis y Nicolai Ghiaurov es intenso y conmovedor.
Incluso al final de su carrera, la voz de Birgit Nilsson sigue siendo enorme, y la combina con una interpretación emocionalmente compleja como Isolda.
El dúo de “Madama Butterfly” con Giuliano Ciannella y Leona Mitchell llega a la marca correcta, pero uno se pregunta:
¿Por qué Mitchell no lo hizo más grande?
También queda en la retina, un momento único con Anna Moffo y Robert Merrill.
Es agradable, aunque no se los ve en su mejor momento, naturalmente.
Pero sobre todos ellos, a destacar las personalidad sentadas en la parte trasera del escenario, como público honorario, se sentaron 25 de las antiguas estrellas del MET, pareciendo un Jurado en una audición vocal.
Los nombres por sí solos eran lo suficientemente emocionantes; y es que eran tantos grandes artistas del pasado del MET, que optaron por no estar presentes por una razón u otra, pero la vista de estos 25 en escena, se prestó para dar a ese momento, el aura histórica que se requería.
Y valió la pena estudiar esas caras, mientras 2 jóvenes artistas del MET, Leona Mitchell y Giuliano Ciannella, cantaban el dúo nupcial de “Madama Butterfly”
Por otra parte, el enfoque simple y no sentimental de esta Gala fue completamente barrido por fin por 2 mujeres formidables:
Marilyn Horne y Birgit Nilsson, quienes aprovecharon la oportunidad para elevar el nivel emocional dramáticamente.
Después de la suntuosa entrega de Horne de “Mon coeur s'ouvre a ta voix” de Dalila de “Samson Et Dalila”', se acercó y, sin comentarios, se abrazó a Risë Stevens.
No fue necesaria ninguna explicación:
Era el tributo de Horne a la mujer que era propietaria de ese papel de Saint-Saëns durante tantos años; y la audiencia lo amó…
Luego vino La Nilsson a cantar “la narrativa y la maldición” de Isolde de “Tristan und Isolde” con notas altas que sacudían las lámparas del Teatro, y que harían sentir orgullosa a cualquier soprano wagneriana, y mucho menos a una persona de 65 años…
Una fan, decidida a darle un ramo a La Nilsson, luchó brevemente con un acomodador en el pasillo, y lanzó las flores en el escenario, donde ella, en un gesto espontáneo que puede o no haber sido intencionalmente ingenioso pero ciertamente tenía sentido, entregó El Homenaje al apuntador.
La Nilsson había perdido algo vocalmente, por supuesto, pero no su astuto sentido teatral; como una repetición, cantó en sueco una canción que identificó como “Recuerdo cuando tenía 17 años”
Eso, dijo, era una favorita de su gran predecesora sueca, Christine Nilsson, quien cantó Marguerite en el “Faust” que abrió el Metropolitan, el 22 de octubre de 1883. Las predicciones sobre las actuaciones de despedida en el teatro son notoriamente arriesgadas, pero casi con seguridad fuimos testigos la última aparición de Birgit Nilsson en el escenario metropolitano.
Ella salió en puro estilo….
En general, el evento fue maratónico, un testimonio de la brecha organizativa que caracteriza a La Compañía del MET, que tal vez solo hubo suficientes momentos extraordinarios para sumarse a un solo concierto tremendo, pero la economía aparentemente dictó el formato de 2 partes…
Entonces, en el camino hubo muchos tramos monótonos de cantos poco llamativos realizados por artistas menores u oscuros, mezclados con unas pocas actuaciones en alza de estrellas legítimas de la clase que deberían sobre poblar tal evento de una vez en un siglo.
Entre ellos, cabe destacar el último dúo de la noche de Leontyne Price y Luciano Pavarotti en un dúo de “Un Ballo in Maschera”
La Price parece haberse acortado recientemente, pero su voz nunca ha sonado más voluptuosa o más libre en los últimos años; mientras Pavarotti, el más voluptuoso de los tenores desde cualquier punto de vista, también estaba en voz alta.
Sin embargo se proporcionó momentos de euforia, entre ellos, el brillante “Bel raggio lusinghier” de Joan Sutherland de “Semiramide”
La aparición de la prima donna australiana provocó la ovación más fuerte y sostenida del programa, pero se le permitió ir y venir sin más ceremonia que una docena o más de cantantes menores.
En ambas sesiones había tantos nombres oscuros o rostros desconocidos, que el oyente tuvo que seguir sumergiéndose en el programa para conocer sus identidades, e incluso entonces, rara vez era lo más sabio.
Voces respetables, bien entrenadas y sin individualidad particular, tienen un lugar en cualquier compañía de ópera…
¿Pero deberían haber ocupado tanto espacio en un gran espectáculo del Centenario?
Aun así, hubo suficientes momentos elevados para recordar que esta fue la fiesta de cumpleaños de una gran compañía de ópera.
De todos los compositores “expuestos”, sólo a Rossini le fue bien.
Además del jugueteo de Raimondi a través del aria de Basilio, y “Bel raggio” de Sutherland, hubo una deliciosa exhibición de precisión de conjunto Rossiniano en el primer final de “L'Italiana in Algeri”, con un septeto que no debe ser anónimo:
Diane Kesling, Edda Moser, Gail Dubinbaum, David Rendall, John Darrenkamp, Sesto Bruscantini y Ara Berberian.
El ballet de La Compañía, también dio notas altas, y se transportó a sí mismo en el “Bacchanale” de “Samson et Dalila”, así como al Coro, al salir de la sombra brevemente, pero de manera memorable en “El Preludio y El Himno del Sol” de “Iris”
Finalmente, la parte de “Feliz Cumpleaños” en realidad logró moverse en una alternativa a ser potencialmente obligatoria.
En definitiva, una experiencia verdaderamente deslumbrante para cualquier fanático de la ópera, con música hermosa, aunque se esperaba zonas más familiares.
Lo principal de lo que me quejaría, es la falta de identificación de cada cantante, ya que sólo se muestra el nombre de las piezas, la obra y el compositor.
No hubo homenajes florales, no hubo demostraciones de “fan-club” en los pasillos, y no hubo “encores” ni divismos; y eso es muy destacable.
Otro dato interesante es que se vio por qué los “Tres Tenores”, Pavarotti, Carreras y Domingo, merecen la fama que disfrutaron.
Pero hubo mucho recorte en la parte comercial:
Al durar el evento unas 8 horas, solo se comercializaron 4.
Por ejemplo, hubo un magnífico quinteto de “Carmen” de Bizet con excelentes voces de miembros del MET, que no está incluido en este lanzamiento de DVD.
Ese tipo de mutilaciones no son bienvenidas; y es necesario mostrar La Gala de Centenario Histórico, de manera integral, por respeto a los cantantes y al público que los ha aclamado durante los últimos 35 años o más.
“Dove sono i bei momenti Dove sono i bei momenti”
Actualmente, el MET contiene un sistema de alta tecnología teatral más avanzada del mundo; por ejemplo:
Su amplia gama de ascensores hidráulicos, plataformas motorizadas y sistemas de montaje, han hecho posible los requisitos de puesta en escena masiva de La Gran Ópera en el repertorio, y han hecho posibles producciones complejas como la producción de “La Bohème” de Franco Zeffirelli en 1981, así como producciones de gigantescas óperas, incluida la de Prokofiev, “War and Peace”, “Aida” de Verdi, y “Der Ring des Nibelungen” que son 16 horas de drama Wagneriano.
El escenario del MET, también ha sido el hogar de varios estrenos mundiales de nuevas óperas, incluyendo:
“The Ghosts of Versailles” de John Corigliano, “The Voyage” de Phillip Glass y el estreno en Estados Unidos de “Two Boys” de Nico Muhly en 2013.
Pero cuando La Ópera Metropolitana está en pausa, el teatro alberga la temporada anual de primavera del American Ballet Theatre (ABT)
Regularmente alberga compañías de ópera y ballet itinerantes, incluidas las compañías Kirov, Bolshoi y La Scala.
Además, el MET ha presentado recitales de Vladimir Horowitz, Renée Fleming, Kathleen Battle y otros.
“Einstein on the Beach” de Philip Glass, se realizó de manera independiente en el MET en 1976.
Los conciertos de Barbra Streisand, The Who, Paul McCartney y otros también han tenido un gran éxito.
Varias actuaciones notables, no operativas, ocurrieron en 1986.
El 8 de julio, una función de recaudación de fondos de gala para beneficiar a ABT y Paris Opera Ballet, vio la primera actuación conjunta en más de 10 años del director artístico, ABT, Mikhail Baryshnikov y Rudolf Nureyev, director de Paris Opera Ballet.
El 9 y 10 de agosto, el comediante Robin Williams grabó actuaciones que se mostraron en HBO, y se lanzaron en un disco compacto con el título “Robin Williams Live at The MET”
El 19 de octubre de 1986, La Casa De la Ópera recibió a Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín durante su gira por Norteamérica.
El Teatro de La Ópera ha aparecido en varias películas y programas de televisión, incluido el clímax de la película “Moonstruck” de Norman Jewison en 1987.
Además de las transmisiones regulares de radio y televisión del Metropolitan Opera, se han producido varios otros programas de televisión en el Metropolitan Opera House, incluyendo el Look-In de Danny Kaye en la Metropolitan Opera, por CBS, en 1975; y Sills y Burnett en el MET, también por CBS, en 1976.
En 1999 y 2001, La Casa de La Ópera fue la sede de los MTV Video Music Awards…
En esos años se presentaron los tenores que han dominado las temporadas más aclamadas del MET:
Luciano Pavarotti y Plácido Domingo.
Por su parte, Joseph Volpe, que procedía de la propia compañía, dirigió el teatro desde 1990 hasta 2006, y destacó por ampliar notablemente el repertorio, presentando nuevas obras y estrenos mundiales.
Asimismo, se abrió la puerta a directores de escena que comenzaron a introducir producciones de estilo más contemporáneo, en contraste con las producciones más tradicionales y conservadoras, que habían sido características en el MET.
En 1997, Volpe nombró a Valery Gergiev como Director Invitado para ampliar el repertorio ruso.
Durante su administración, se presentaron en el MET artistas “nuevos” como:
Marcelo Álvarez, Cecilia Bartoli, José Cura, Diana Damrau, Natalie Dessay, Renée Fleming, Juan Diego Flórez, Marcello Giordani, Angela Gheorghiu, Susan Graham, Ben Heppner, Dmitri Hvorostovsky, Anna Netrebko, René Pape, Bryn Terfel y Deborah Voigt.
El administrador actual es Peter Gelb, que está llevando a cabo planes para ampliar el repertorio, reducir costes en las producciones, y atraer nuevas audiencias, sin perder al público tradicional.
Destaca, en los últimos tiempos, la difusión en directo en cines de todo el mundo de las producciones del MET en video de alta definición.
Gelb, ha llevado al MET a las nuevas estrellas emergentes del mundo de la ópera, como:
Elīna Garanča, Jonas Kaufmann, Piotr Beczala, Joseph Calleja, Lawrence Brownlee, Mariusz Kwiecien, y Eric Owens; y a directores como:
Yannick Nézet-Séguin, Andris Nelsons, y Fabio Luisi.
En 2011, debido a los problemas de salud de James Levine, que le obligaron a dejar de dirigir durante casi 2 años, y Fabio Luisi asumió el cargo de “Director Principal”, pasando Levine a ser “El Director Musical de La Compañía”
En 2014, Luisi anunció su renuncia al cargo, para dedicarse a su puesto de La Ópera de Zúrich, con lo que, en la práctica, Levine volvía a ser el responsable musical único del MET.
Sin embargo, los problemas de salud persistieron, y en abril de 2016, se anunció que Levine dejaría su puesto de Director Musical al final de la temporada 2015-2016, pasando a ostentar el puesto honorífico de “Director Musical Emérito”
A continuación, el MET anunció la designación del canadiense, Yannick Nézet-Séguin para ser el nuevo Director Musical a partir de 2020, actuando hasta entonces como “Director Musical Designado”
Para mayo de 2017, en su 50° aniversario, El Metropolitan Opera House había presentado más de 11,000 actuaciones y 164 óperas separadas, 67 de ellas agregadas después de que el MET se mudó al edificio actual; con 251 producciones creadas allí.
James Levine había conducido 2,583 de las 11,000 representaciones de La Casa de la Ópera; Charles Anthony había cantado allí 2,296 veces; y Los Tres Tenores habían actuado allí un total de 1,298 veces.
Además, el MET había emitido 1.931 actuaciones en radio en vivo, 198 en televisión, y 109 para salas de cine.
¿Qué nos espera en los próximos 100 años?

“The Met experience includes the huge stage, the vast audience, the elaborate sets.
Anyone who saw “Faust” there  knows exactly what hell is like, complete with fire, smoke and terror”



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