Le Quattro Stagioni

“Se questa non piace, non voglio más scrivere di musica”
(Si no te gusta esto, dejaré de escribir música)

En la música, como en la vida cotidiana, encontramos situaciones sonoras en las que se dan relaciones inestables entre los elementos de un conjunto; y de la aparente inestabilidad, los grandes compositores han sabido crear algo superior.
En esta capacidad del sonido, de conectar lo cotidiano con una cierta forma de belleza intangible, reside una de las claves de la emoción musical.
Precisamente hoy se cumplen 278 años del fallecimiento de “Il Prete Rosso” Antonio Vivaldi, creador de una música innovadora, que iluminó la estructura formal y rítmica del concierto, en el que buscó contrastes armónicos y melodías, y temas innovadores; no es casual que muchas de sus composiciones son extravagantemente exuberantes.
Sobre los orígenes de su familia, se sabe muy poco...
En 1693, a la edad de 15 años, Antonio empezó a estudiar para ser sacerdote, incluso fue exorcista, pero estuvo más inclinado hacia la música que a las obligaciones religiosas, y logró que lo dispensaran de dar misa por razones de salud, ya que en 1704, aunque él seguía siendo cura; sus síntomas, “strettezza di petto” u “opresión en el pecho” se habían interpretado como una forma de asma; y según investigaciones médicas, parecen haberse tratado de “angor pectoris” o angina de pecho.
Esto no le impidió componer o participar en actividades musicales, a pesar de que hizo que dejara de tocar instrumentos de viento.
Tras su ordenación como sacerdote, le apodaron “Il Prete Rosso” o “El Cura Rojo” por el color de su cabello; y en septiembre de 1703, Vivaldi se convirtió en “Maestro di Violino” en un orfanato llamado “Ospedale della Pietà” en Venecia.
Aunque Vivaldi es más famoso como compositor, también fue considerado como un violinista con una excepcional técnica.
Él tenía solo 25 años cuando comenzó a trabajar en allí, y fue durante los siguientes 30 años que compuso la mayor parte de sus obras más importantes mientras trabajaba en ese lugar.
En tiempos modernos, Igor Stravinski comentó en una ocasión, que “Vivaldi no había escrito nunca 500 conciertos, sino 500 veces el mismo concierto”
De hecho, Vivaldi compuso unas 770 obras, entre las cuales se cuentan más de 400 conciertos y cerca de 46 óperas; y unos 500 conciertos para diversos instrumentos, 220 de ellos dedicados al violín, instrumento del cual era un virtuoso; y no deja de ser cierto en lo que concierne al original e inconfundible tono que el compositor veneciano supo imprimir a su música, y que la hace rápidamente reconocible.
La llamada “música de programa” estaba basada en un cuento o en una fábula, que imita sonidos, es decir, que describe estados de ánimo o situaciones especiales, y es tan vieja como el mundo; pero en tiempos de Vivaldi, estaba de moda componer música imitativa con explícita desenvoltura.
Eventualmente, este tipo de composición habría de ser la vía conducente a La Sinfonía N°6 “Pastoral” de Ludwig van Beethoven.
Por ello Vivaldi ha contribuido al desarrollo de un lenguaje musical preciso, amplio y completo, siendo un ejemplo magnífico de, cómo la música ha sabido recoger y plasmar a través de los aspectos cromáticos, tímbricos o dinámicos, las vivencias sonoras y sensoriales de una época.
Ahora bien, el género concierto no es algo que se haya dado en todas las épocas, en el medievo, no había conciertos; por lo que este surge en El Barroco, y si bien en un principio se utilizaba para nombrar a cualquier obra que fuese interpretada por instrumentos, poco a poco va tomando la forma que hoy conocemos.
Y en esto, Vivaldi tuvo mucho que decir:
Es él quien establece la estructura de los conciertos en III movimientos, en 3 partes diferenciadas con entidad propia cada una de ellas, siendo el I y el III de estos movimientos, rápidos; y el intermedio lento.
Así, sus obras documentan y transmiten ambientes igual que si los estuviésemos escuchando y viendo; esto permite crear una fuerte comunión con el oyente, que es arrastrado y devuelto, casi sin saberlo, a sus propias experiencias, recuerdos y emociones sensoriales.
Y es que Antonio Vivaldi fue un compositor y músico italiano del Barroco tardío, aun así fue una de las figuras más relevantes de la historia de la música; ya que  su maestría se refleja en haber cimentado el género del concierto, el más importante de su época; y ya en la cúspide de su carrera, recibió encargos de la nobleza y realeza europea; pero es especialmente conocido, a nivel popular, por ser el autor de la serie de conciertos para violín y orquesta llamado “Le Quattro Stagioni”; cuya inspiración le vino muy probablemente de los campos de Mantua…
La obra fue una revolución musical en su concepción, ya que en estos conciertos, Vivaldi representó arroyos fluyendo, pájaros cantando, y de diferentes especies, cada uno caracterizado específicamente; perros ladrando, mosquitos zumbando, pastores llorando, tormentas, bailarines, borrachos, noches silenciosas, partidas de caza, tanto desde el punto de vista de los cazadores como de las presas; paisajes helados, niños patinando sobre hielo, y cálidos fuegos en el inverno.
Cada concierto, está asociado a un soneto, posiblemente escritos por el propio compositor, que dilucidaban qué era lo que su música pretendía evocar en cada temporada, por lo que describe las escenas representadas en la música.
De esa manera, de los conciertos para violín, los más conocidos son los 12 que componen “Il Cimento dell’armonia e dell’invenzione”, Op.8 o “Concurso entre Armonía e Invención” escritos en 1725; cuyos primeros 4 conciertos incluyen las célebres “Cuatro Estaciones”
Como dato, Vivaldi proporcionó instrucciones precisas para que cada movimiento creara una imagen, como por ejemplo:
“El perro que ladra” en el II movimiento de “La Primavera”; “languidez causada por el calor” en el I movimiento de “L’Estate”, y “los borrachos se han quedado dormidos” en el II movimiento de “L’Autunno”
Así, cada soneto proporciona uno de los ejemplos más tempranos y detallados de lo que después se llamaría “música programática” o “descriptiva”, es decir “música con un elemento narrativo”, de la misma manera que se evocan otros acontecimientos naturales.
Por ejemplo, en “L’Inverno” está pintado a menudo con tonos oscuros y tétricos; por el contrario, “L’Estate” evoca la opresión del calor, reproduciendo incluso una tempestad en el último movimiento.
En la estructura de cada movimiento, Vivaldi los divide en III:
Rápido-lento-rápido, y de la misma manera, cada soneto se parte en 3 secciones. 2 de estos movimientos, el I y el III, están en tiempo de Allegro o Presto; mientras que el II está caracterizado por un tempo de Adagio o Largo, según un esquema que Vivaldi ha adoptado en la mayor parte de sus conciertos.
Y el conjunto para todas las partituras son:
Violín solista, cuarteto de cuerdas, violín primo y segundo, viola, violonchelo; y bajo continuo, clavecín u órgano.
Así tenemos la siguiente estructura:
Concerto Nº 1 en mi mayor, Op. 8, RV 269, “La Primavera”
I. Allegro (en mi mayor)
II. Largo e pianissimo sempre (en do sostenido menor)
III. Allegro pastorale (en mi mayor)
El soneto describe:
En el Allegro:
“Llegó La Primavera y festejándolo la saludan los pájaros con alegre canto, y las fuentes con el soplo de los cefirillos con dulce murmullo discurren entretanto:
Vienen cubriendo el aire con negro manto y rayos, y truenos, elegidos para anunciarla callando así estos, los pajarillos; vuelven otra vez a su canoro encanto”
En el Largo:
“Y así, sobre el florido y ameno prado, al caro murmurar de bosques y plantas duerme el cabrero con el fiel can al lado”
Y en el Allegro:
“De la pastoral zanfoña al son festejante danzan ninfas y pastores en el techo amado a la brillante llegada de La Primavera”
Concerto Nº 2 en sol menor, Op. 8, RV 315, “L'Estate”
I. Allegro non molto (en sol menor)
II. Adagio e piano - Presto e forte (en sol menor)
III. Presto (en sol menor)
El soneto describe:
En el Allegro:
“Bajo dura estación por El Sol encendida languidece el hombre, languidece el rebaño, y arde el pino;  suelta el cuco la voz, y cuando la entienden cantan la torcaz y el jilguero.
El Céfiro dulce sopla, pero en disputa se mueve Bóreas de improviso a su lado; y llora el zagal, porque suspendida teme a la fiera borrasca, y su destino”
En el Adagio e piano - Presto e forte:
“Roba a sus miembros laxos el reposo, el miedo al relámpago, y los fieros truenos  ¡y de las moscas, y moscones, el tropel furioso!”
En el Presto:
“¡Ah, que son sus temores verdaderos!
Truena y fulmina el cielo y granizoso trunca las cabezas de las espigas y los granos altera”
Concerto Nº 3 en fa mayor, Op. 8, RV 293, “L'Autunno”
I. Allegro (en fa mayor)
II. Adagio molto (en re menor)
III. Allegro (en fa mayor)
El soneto describe:
En el Allegro:
“Celebra el rústico, con bailes y cantos la feliz vendimia y el alegre placer y del licor de Baco encendidos tantos, acaban con sueño su gozo”
En el Adagio molto:
“Hace cada uno saltos y bailes y cantos, el aire que templado da placer, y la estación que invita a tantos de un dulcísimo sueño al bello gozo”
En el Allegro:
“Cazador que al alba sale a la caza con cuernos, escopetas y jaurías salen fuera, huye la fiera, y la rastrean; ya sorprendida, y agotada por el gran ruido de escopetas y perros, herida amenaza, lánguida, con huir, pero abrumada muere”
Concerto Nº 4 en fa menor, Op. 8, RV 297, “L'Inverno”
I. Allegro non molto (en fa menor)
II. Largo (en mi bemol mayor)
III. Allegro (en fa menor)
El soneto describe:
En el Allegro:
“Helado tiritar entre la nieve plateada al severo soplo del horrido viento correr batiendo los pies en todo momento; y por el soberbio castañetear los dientes”
En el Largo:
“Estar junto al fuego, tranquilos y contentos, mientras afuera la lluvia moja a ciento”
En el Allegro:
“Caminar sobre el hielo, y a paso lento por miedo a caer avanzar con cuidado; ir firme, resbalar, caerse al suelo de nuevo ir sobre el hielo y correr rápido sin que el hielo se rompa, y se desmenuza; sentir que sale de las puertas herradas Siroco, Bóreas, y todos los vientos en guerra.
Esto es El Invierno, pero tal, que alegría nos trae”
El resto de los conciertos que componen “Il Cimento dell'armonia e dell'invenzione” son:
Concerto N° 5 en mi ♭ mayor, “La tempesta di mare”, RV 253
Concerto N° 6 en do mayor, “Il piacere”, RV 180
Concerto N° 7 en re menor, “Per Pisendel”, RV 242
Concerto N° 8 en sol menor, RV 332
Concerto N° 9 en re menor, RV 236 para violín y RV 454 para oboe.
Concerto N° 10 en B ♭ mayor, “La caccia”, RV 362
Concerto N° 11 en re mayor, RV 210
Concerto N° 12 en do mayor, RV 178 para violín y RV 449 para oboe.
En general, una interpretación de Los 4 Conciertos o “Le Quattro Stagioni” puede durar entre 40 y 43 minutos; por lo que los tiempos aproximados de los conciertos individuales serían:
“La Primavera” en 10 minutos; “L’Estate” en 11 minutos; “L’Autunno” en 11 minutos; y “L’Inverno” en 9 minutos.
Además de la ya comentada división en III movimientos “rápido-lento-rápido” encontramos otras características importantes:
La búsqueda de contrastes:
Esto lo podemos ver en la propia estructura, con los contrastes de “tempo” perfectamente diferenciados que acabamos de nombrar; en la idea de concierto, una obra en la que se alterna otro contraste, el de un solista y un grupo instrumental; y por supuesto en el uso que se hace de las dinámicas:
“Forte – piano”
El interés real por el timbre, por el instrumento que debe tocar:
No se elige el violín porque es el instrumento que tenemos; se elige el violín, el violoncello o la trompa, porque queremos que la música tenga ese color.
Esto se empieza a establecer de manera clara en este momento, pues hasta entonces, muchas veces se elegía en función de lo que el compositor disponía en lugar de lo que quería.
El ritmo como generador de melodía:
El papel del ritmo se vuelve fundamental; pues pasa de ser sustento de melodías, a ser generador de ellas.
Así nos encontramos ante una música que tiene por única función ser escuchada, y es que hasta este momento, la música tenía una finalidad:
La música servía a la iglesia, al baile, de entretenimiento en las comidas… pero eso de concebir una música únicamente para el deleite, era cosa novedosa.
Por ello, el virtuosismo en los solos, que serán acompañados únicamente por el “basso continuo”, ahora enfrentándose a la formación orquestal.
O la utilización del “Ritornello”:
En el concierto Barroco utilizamos esta palabra para nombrar un pasaje orquestal recurrente que se interpretaba al principio y al final del movimiento, y se suele intercalar entre los solos.
Algo que será muy utilizado y desarrollado por Johann Sebastian Bach, aunque se suele atribuir la novedad en la idea a Vivaldi.
También acotar que una composición de Antonio Vivaldi se identifica por el número de RV, que se refiere a su lugar en el “Ryom-Verzeichnis” o “Répertoire des oeuvres d'Antonio Vivaldi”, que es un catálogo creado en el siglo XX por el musicólogo Peter Ryom.
Pero no solo Antonio Vivaldi compuso “Le Quattro Stagioni”, compuso música religiosa como el oratorio “Judith Triumphans” (1716), “El Gloria en re” (1708), misas y motetes.
Sus sonatas instrumentales son más conservadoras que sus conciertos, y su música religiosa a menudo refleja el estilo operístico de la época y la alternancia de orquesta y solistas que ayudó a introducir en los conciertos.
Durante su vida, Antonio Vivaldi fue más conocido como violinista que como compositor, siendo rápidamente acusado de “repetitivo y rutinario”, por lo que cayó en el olvido.
Sin embargo, su redescubrimiento no acontece hasta el comienzo del siglo XX.
Y es debido a que durante su vida, Vivaldi fue muy popular en varios países como Francia e Inglaterra, pero después y durante El Clasicismo y El Romanticismo, su obra fue ignorada… hasta que en 1926, en un monasterio en Piamonte, los investigadores descubrieron 14 folios de la obra de Vivaldi que se creía, se habían perdido durante Las Guerras Napoleónicas.
Algunos volúmenes faltantes en el conjunto numerado, se descubrieron en las colecciones de los descendientes del Gran Duque Durazzo, que había adquirido el complejo del monasterio en el siglo XVIII.
Los volúmenes contenían 300 conciertos, 19 óperas y más de 100 obras vocales e instrumentales.
Ya desde La Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, las composiciones de Vivaldi han tenido un gran éxito.
Las actuaciones históricamente informadas, a menudo en “instrumentos originales”, han aumentado aún más su fama.
Por otra parte, y debido a que es uno de los compositores más conocidos de la música clásica; su vida se ha llevado al cine en varias ocasiones.
En el 2005, se estrenó la película biográfica franco-italiana “Antonio Vivaldi, un prince à Venise”, dirigida por Jean-Louis Guillermou.
Existen otros proyectos, como “Vivaldi” de Boris Damast y protagonizada por Joseph Fiennes; o la película homónima de Patricia Riggen, protagonizada por Ben Kingsley, Jessica Biel y Luke Evans.
Además, se ha utilizado su música en más de 360 películas y programas de televisión.
En particular, “Le Quattro Stagioni” se usaron en la película de 1981, “The Four Seasons” junto con otros conciertos para flauta de Vivaldi.
Pero en 1982 aconteció un hecho relevante, sin precedentes…
“Giunt' è La Primavera e festosetti la Salutan gl' Augei con lieto canto, e i fonti allo Spirar de' Zeffiretti con dolce mormorio Scorrono intanto:
Vengon' coprendo l' aer di nero amanto e Lampi, e tuoni ad annuntiarla eletti indi tacendo questi, gl' Augelletti; tornan' di nuovo al lor canoro incanto:
E quindi sul fiorito ameno prato al caro mormorio di fronde e piante dorme 'l Caprar col fido can' à lato.
Di pastoral Zampogna al suon festante danzan Ninfe e Pastor nel tetto amato di primavera all' apparir brillante”
Le Quattro Stagioni es un documental musical del año 1983, dirigido por Allan Miller.
Protagonizado por Isaac Stern, Pinchas Zukerman, Shlomo Mintz, Itzhak Perlman y Zubin Mehta.
En 1982, en conmemoración del centenario del nacimiento de Bronisław Huberman, tuvo lugar un Festival en Tel Aviv, reuniendo a los violinistas más grandes del mundo.
Primeramente decir que Bronisław Huberman fue un violinista polaco de origen judío; cuya poderosa manera de tocar, muy expresiva hasta llegar al exceso, así como su personalidad lúcida e incorruptible, lo hicieron el intérprete de Beethoven más apreciado de su tiempo; tanto que fue elogiado por su tono de color, expresividad y flexibilidad.
Como niño prodigio, asombró a Joseph Joachim, y tocó ante Johannes Brahms, quien quedó sorprendido por la calidad de su interpretación.
A los 13 años, Huberman se convirtió en un virtuoso de fama internacional gracias al apoyo de la célebre soprano Adelina Patti; y en 1929, visitó Palestina por primera vez, donde desarrolló su visión de establecer música clásica en “La Tierra Prometida”
Y es que como sionista convencido, Huberman fundó La Orquesta Filarmónica de Palestina, que al establecerse El Estado de Israel en 1948, pasó a llamarse “Orquesta Filarmónica de Israel” en 1936, cuyo concierto inaugural fue dirigido por Arturo Toscanini; con su principal sala de conciertos, el auditorio Charles R Bronfman en Tel Aviv.
Huberman tuvo la idea de La Orquesta Filarmónica en un periodo en el cual muchos músicos judíos eran despedidos de las orquestas europeas; por lo que Huberman reclutó a los principales músicos judíos de Europa, tanto que se llegó a decir que “si no hubiera sido por Huberman, docenas de músicos y sus familias, casi 1000 personas en total, seguramente hubieran muerto si se hubieran quedado en países como Alemania, Austria, Polonia y Hungría”
Por tanto, La Orquesta Filarmónica de Israel, está considerada como “una de las mejores orquestas de Asia, y asimismo del mundo”
Huberman fue expulsado de Alemania, su país de residencia, por los nazis en 1933, y murió en Suiza a los 64 años, después de haber vivido exiliado en Gran Bretaña, desde donde trató siempre de socorrer a sus correligionarios amenazados.
Como dato, el violín Gibson, ex Huberman Stradivarius, que lleva su nombre, fue robado y recuperado 2 veces durante el período en que fue dueño del instrumento.
A día de hoy, el violín Stradivarius que poseía, se encuentra en manos del violinista virtuoso estadounidense, Joshua Bell, lo compró por menos de $4 millones.
Por su parte, ज़ुबिन मेहता/Zubin Mehta, hoy de 83 años, es un director de orquesta indio, y desde 1981 es El Director Musical Vitalicio de La Orquesta Filarmónica de Israel; siendo considerado “el director de orquesta vivo más importante del mundo”, un contemporáneo del director de orquesta Claudio Abbado, recientemente fallecido, y del futuro director de orquesta y pianista, Daniel Barenboim.
En lo concerniente a los intérpretes de este documental musical, están los 4 violinistas más famosos del mundo, que se alternan para la ejecución de “Le Quattro Stagioni”:
Isaac Stern, Pinchas Zukerman, Shlomo Mintz e Itzhak Perlman, respectivamente.
Les acompaña, como no podía ser de otro modo, La Orquesta Filarmónica de Israel con la dirección de Zubin Mehta.
Estos 4 fantásticos violinistas se han reunido varias veces para grabar, pero este documento es de antología, más que para coleccionistas, para degustadores del llamado “bocado de Cardenal”; pues aquí, emulando la práctica de “I Virtuosi di Roma”, el “magnum opus” de Vivaldi tiene un cuarteto de lujo.
Cada concierto es enormemente agradable, y el arte en solitario está muy emparejado por una orquesta sensible, donde todos los artistas son verdaderos maestros de sus instrumentos y de su arte.
Y es que eta es una interpretación fiel de la obra de Vivaldi:
Ninguno de los presuntuosos adornos o ginecología que muchos violinistas intentan agregar a lo que ya está perfectamente escrito; y el hecho de que cada maestro haya dirigido uno de los conciertos, hace que este registro sea aún más imprescindible y único.
En definitiva, esta es una versión clásica, y todos los que aman este trabajo deberían escuchar y ver el registro; incluso aquellos que hace tiempo descubrieron que el exceso interpretativo incesante ha estropeado su frescura y belleza inicial; si bien este no es el enfoque de instrumentos del período más reciente, para la belleza pura del sonido, junto con los años de experiencia de los músicos, esta presentación en vivo sigue siendo todo un gran logro digno de aprecias.
“Sotto dura Staggion dal Sole accesa langue l' huom, langue 'l gregge, ed arde il Pino; scioglie il Cucco la Voce, e tosto intesa canta la Tortorella e 'l gardelino.
Zeffiro dolce Spira, mà contesa muove Borea improviso al Suo vicino; e piange il Pastorel, perche sospesa teme fiera borasca, e 'l suo destino; toglie alle membra lasse il Suo riposo il timore de' Lampi, e tuoni fieri e de mosche, e mosconi il Stuol furioso!
Ah, che pur troppo i Suo timor Son veri tuona e fulmina il Ciel e grandinoso tronca il capo alle Spiche e a' grani alteri”
En diciembre de 1982, una extraordinaria galaxia de violinistas se reunió en Tel Aviv durante una semana de conciertos para celebrar la vida y la visión de Bronisław Huberman; y solo se invitó a artistas judíos; así, para El Festival que lleva su nombre, el director de orquesta de La Filarmónica de Israel, Zubin Mehta, reunió a Isaac Stern, Ida Haendel, Itzhak Perlman, Ivry Gitlis, Henryk Szeryng, Pinchas Zukerman y Shlomo Mintz.
En particular, 4 violinistas tocaron cada uno una “Temporada” que comprende los 4 conciertos de Vivaldi; mientras también tuvo lugar el “Concierto Grosso para 4 Violines” con Stern, Gitlis, Haendel y Mintz; y el “Concierto Doble de Bach” con Stern y Mintz; y otro de Mozart.
Y para “Le Quattro Stagioni”, la gran virtud de las actuaciones de Tel Aviv en 1982, es que cuentan con artistas que se sienten como en casa, con la orquesta y el público israelí, y no tienen nada que demostrar, simplemente pueden seguir adelante y hacer buena música; como sabrán, esta obra se compone de 4 conciertos distintos para violín y orquesta, que fueron escritos en secuencia para celebrar, cada uno de ellos, una de las estaciones del año; y en esta grabación los 4 solistas se presentan juntos, por lo que es muy divertido especialmente si se está interesado en comparar estilos y sonidos, por ejemplo:
Mintz es brillante y ondulado; Perlman rico, brillante e intenso; Zukerman es oscuro y suave; y Stern tiene ese sonido maravilloso, cálido y de “vieja escuela” con un “vibrato” casi vocal.
Sin duda, tener 4 luminarias en el escenario, les hizo querer dar lo mejor de sí:
Isaac Stern, claridad gentil; Pinchas Zukerman, firmeza contrastada; Shlomo Mintz, flexibilidad rítmica; y Itzhak Perlman, objetividad.
Así, cada virtuoso del violín, diferente con su propio instrumento único, contribuye con diversos sonidos, personalidad, estado de ánimo y atmósfera; donde los diferentes sonidos de estos violines transmiten una atmósfera y estados de ánimo diferentes, que en realidad retratan y enfatizan “el cambio de las estaciones”
Y es que sin estos sonidos diversos, un oyente aún puede percibir las imágenes, pero se pierde la diferenciación entre las estaciones y las distintas atmósferas.
Para ello, el video alterna imágenes de Israel en las diferentes estaciones que tiene el país para que el espectador pueda imaginar mejor el sonido.
“La Primavera” está a cargo de Isaac Stern.
Stern fue un violinista de origen judío, nacionalizado estadounidense, considerado como “uno de los mejores violinistas del siglo XX”
Fallecido en 2001 a los 81 años, fue famoso por sus grandes grabaciones, y por apadrinar a jóvenes talentos, entre sus descubrimientos estaban:
Yo-Yo Ma, Itzhak Perlman y Pinchas Zukerman.
Aquí se puede apreciar su personal e inimitable estilo de interpretación, siempre apasionado pero de una gran perfección formal.
El instrumento favorito de Stern, era el Ysaÿe Guarnerius, uno de los violines producidos por el luthier cremonense, Giuseppe Guarneri del Gesù.
Anteriormente había sido tocado por el violinista virtuoso y compositor, Eugène Ysaÿe; y entre otros instrumentos, Stern tocó:
El “Kruse-Vormbaum” Stradivarius (1728), el “ex-Stern” Bergonzi (1733), el “Stern-Alard” Guarneri del Gesù (1737), un Michele Angelo Bergonzi (1739–1757), el “Arma Senkrah” Guadagnini (1750), un Giovanni Guadagnini (1754), un J.B. Vuillaume copia del “Panette” Guarneri del Gesu de 1737 (c.1850), y el “ex-Nicolas I” J.B. Vuillaume (1840); y también poseyó 2 instrumentos contemporáneos de Samuel Zygmuntowicz.
Su interpretación nos dice que “llegó La Primavera…”
La orquesta inicia la obra con un tema, que habrá de escucharse parcialmente en todos los “tuttis” subsiguientes, que es una jovial y vigorosa salutación a la nueva estación.
“El Canto de Los Pájaros”, presenta un trío de violines en inconfundibles trinos y gorjeos.
Luego de unos pocos compases concluye la interpretación musical de la primera frase del soneto, y comienza la segunda:
“…Alegremente salúdenla los pájaros con jubiloso canto” cuya ilustración continúan los violines.
El “tutti” siguiente se denomina “Fuentes Murmurantes”; y estas son las frases que le corresponden:
“Y al espirar el suave céfiro, las fuentes sueltan sus aguas murmurando dulcemente”; sugeridas en principio por las cuerdas más agudas y finalmente por los cellos y los contrabajos, antes que el sujeto principal haga una breve reaparición de 3 compases.
La sección inmediata se titula “Truenos y Lampos”:
“Cúbranse el cielo de negro manto, lampos y truenos vienen a anunciar La Primavera”; donde la orquesta parece enfrentar la tormenta que se avecina, logrando finalmente disiparla.
El violín solista sugiere la vacilante luz de los relámpagos, un tanto empañada por efecto de las nubes; y vuelve el tema inicial, indicando que ha pasado la tormenta.
Vivaldi utiliza nuevamente el título “Canto de Los Pájaros”, y dispone que el trío de violines ilustre las frases siguientes:
“Después, cuando su voz acallan, tornan los pajarillos a su canoro encanto”
El movimiento concluye con triunfantes exposiciones del tema inicial a plena orquesta, interrumpidas por el violín solista para recordar el episodio del “Céfiro”
Es tan hermoso el solo arioso del II movimiento, que las explicaciones que puedan intentarse serán siempre insuficientes.
Su título principal es:
“El Pastor Durmiendo”; y el solista se encarga de representarlo, en tanto que “Murmurio del Follaje” determina la intervención de los violines en figuras que se mueven dulcemente.
“Ladridos de Perro” es la parte correspondiente al bajo continuo a cargo de la viola, que se desplaza con 2 notas repetidas a cada compás.
Encabezan el episodio estas 3 líneas del poema:
“Entonces, sobre el florido, alegre prado al caro murmurio del follaje duérmase el pastor con su fiel perro al lado”
“Danza Pastoril”, a modo de siciliana, comprende el III movimiento, y produce el rústico efecto sugerido por las líneas finales del soneto:
“Al son festivo de pastoril zampoña danzan ninfas y pastor en el solar amado, que esplende el renacer de Primavera”
“L’Estate” está a cargo de Pinchas Zukerman.
Zukerman es un afamado violinista, violista y director de orquesta israelí; de 70 años actualmente, toca el violín “Dushkin” de Guarnerius del Gesù (1742)
Considerado en conjunto, “L’Estate” parece no ser época feliz…
El propio Vivaldi nos lo hace ver así en su soneto y en su concierto.
El movimiento inicial lo tituló “Languidez que da el Calor”, y puso bajo la responsabilidad de la orquesta la tarea de ilustrarlo mediante la exposición de figuras vacilantes, dóciles y languidescentes:
“Bajo la dura estación del sol ardiente languidecen el hombre y el rebaño, y se reseca el pino”; luego, en “El Cuclillo”, el solista imita el canto del pájaro en cuestión, en tanto el soneto continúa de este modo:
“Canta el Cuclillo”
Esta sección concluye con un “tutti” y una breve exposición del tema inicial.
A continuación se escucha el arrullo de “La Tórtola”, seguido por los trinos y reclamos de “El Jilguero”, completándose así la mención que Vivaldi hace de los pájaros, reflejada en las siguientes palabras de su soneto:
“…Y a su llamado responden la tórtola y el jilguero”
“Dulce Céfiro” es la parte que viene a continuación, a la que le sigue “Bóreas”
Ambas responden a estas frases:
“Céfiro mueve el aire gentilmente; molesto, Bóreas sacude de improviso a su vecino”
Este agitado episodio finaliza con una breve alusión al tema “languidescente”
Entra nuevamente el violín solista, y da curso a la ejecución de “El Llanto del Pastor”, que es la ilustración musical de estas palabras:
“Y llora el pastorcillo porque, inquieto, teme a la borrasca y teme por su sino”
Un movido y presagiante “tutti” pone fin al movimiento.
El Adagio continúa interpretando la lamentosa situación del pastor, según lo dicen estas líneas:
“De su reposo los laxos miembros son turbados por el temor a los truenos, a los relámpagos feroces y por el zumbar furioso de las moscas y moscones”
Vivaldi titula “Moscas y Moscones”, tal vez haya querido referirse a los tábanos en último término, a las figuras acompañantes.
A éstas les sigue “Truenos”, nombre que da el compositor a la sección de notas que se repiten con rapidez.
Estos motivos, de los insectos y de los truenos, forman alternativamente el acompañamiento del movimiento.
La tormenta estalla de inmediato en el imponente “Finale”, denominado “Clima Impetuoso de L’Estate”:
“Ah! ¡Cuán pronto son ciertos sus temores!
Truena y lampa el cielo, y la graniza trunca las espigas y cae el grano altivo”
“L’Autunno” está a cargo de Shlomo Mintz.
Mintz es un violinista y director musical ruso-israelí; hoy de 61 años, es uno de los principales protagonistas del proyecto “Violines de La Esperanza” junto con el lutier, Amnon Weinstein; donde 24 violines cuyos propietarios perdieron la vida en los guetos y Campos de Concentración durante La Segunda Guerra Mundial fueron restaurados por Amnon Weinstein, y se ejecutan y exhiben nuevamente en varias ocasiones; 18 de ellos fueron expuestos en 2010 por primera vez como un estreno mundial en Sion, en Valais, Suiza; con fotos de Lucille Reyboz y videos de la Agencia Blue Press.
Parecería que en el concierto precedente, la tormenta no hubiera alcanzado una representación adecuada pese a los efectos sugeridos, ya que “L’Autunno” da comienzo con un festivo movimiento:
“Baile y Canto de Campesinos”, relacionado con las frases siguientes:
“Con cantos y bailes celebras el campesino, de la feliz cosecha el goce merecido”; donde el violín solista acentúa el ambiente de fiesta mediante la repetición del tema inicial en pausas dobles.
El vino hace su inevitable aparición, y Vivaldi se divierte pintando primero “Un Borracho” y, poco después, “Borrachos”
Estas son las frases se esa parte del soneto:
“Y muchos, por Baco inflamados con su vino”, donde la música, para demostrar los distintos estados de ebriedad, pone de relieve con motivos de carácter indeciso y con cambios rítmicos en las partes del solista y de la orquesta.
De tanto en tanto tienen lugar breves arrebatos de la interminable danza y de la francachela.
A continuación, un “Larghetto” denominado “Borrachos Dormidos” sirve de ilustración a estas palabras:
“Ponen fin en el sueño al deleite disfrutado”
Y el movimiento concluye con el “tutti” del motivo original del canto y de la danza.
Finalmente, en el II movimiento sucumben todos.
Vivaldi volvió a llamar “Borrachos Dormidos” a esta sección que responde a las frases siguientes:
“La atmósfera templada y placentera obliga al abandono de bailes y de cantos; es La Estación que a todos los incita a gozar del placer de un dulce sueño”
Las cuerdas tocan en sordina y el movimiento concluye sobre una nota larga, sostenida, plena de suspenso, que sirve de introducción al último movimiento llamado “La Caza”:
“Al nuevo alborear, los cazadores, con perros, cuernos y armas, van de caza”
Todos los ruidos y llamados son presentados, alternativamente, por el solista y por la orquesta, hasta que:
“Huye la bestia, mas ellos siguen sus pisadas”
El solista es quien tiene a su cargo reseñar los rodeos y virajes, escuchándose al mismo tiempo el tema de “La Caza”, repetido tras cada esfuerzo por escapar que hace el animal perseguido.
Finalmente, la presa:
“Cansada, asustada por los perros y el retumbe de los tiros, débil y herida, amaga huir, mas, apresada, muere”
Este episodio también corre a cargo del solista.
Vivaldi ha puesto en la partitura toda la dramática emoción que exige sus propios versos.
Nuevamente aparece en el “tutti” el tema de “La Caza”, con el cual concluye el concierto.
“L’Inverno” está a cargo de Itzhak Perlman.
Perlman es un violinista israelí, considerado “uno de los mejores y más famosos violinistas de la segunda mitad del siglo XX”
Contrajo poliomielitis a los 4 años, viéndose más adelante en la necesidad de utilizar muletas para poder desplazarse, y por ello toca el violín sentado.
De 73 años, Perlman toca el violín “Soil Stradivarius” de 1714, que fue propiedad de Yehudi Menuhin, y considerado “uno de los mejores violines fabricados por Antonio Stradivari en su periodo dorado”
Perlman también toca otros instrumentos:
El Guarneri del Gesu (1743) llamado “Sauret”; y el Carlo Bergonzi (1740) llamado “ex-Kreisler”
El I movimiento, no es de carácter melodioso propiamente dicho.
Vivaldi impone a su música todo el dramatismo de sus versos que pintan al hombre en pugna con los elementos, donde fríos acordes de corcheas interpretan esta frase:
“Temblar, aterido, entre álgidas nieves”
En el episodio titulado “Hórrido Viento” el solista imita su silbido; dice el soneto:
“Mientras sopla impío el viento helado”
La orquesta y el solista alternan los temas del “Frío” y del “Viento” hasta que el “tutti”, en rápidas notas repetidas anuncia otro episodio:
“Correr y golpear los pies a causa del frío”
Aquí el solista interpreta la carrera, mientras el “tutti” va marcando cada paso.
Vivaldi denomina “Ruidos que hace el Viento” a los trémolos de la orquesta al final de esta sección; y su relación con el soneto está en las palabras siguientes:
“Correr golpeando los pies a cada instante”
La sección concluye con breves re-exposiciones de los motivos del “Frío” y del “Viento”
En el episodio siguiente, el violín solista imita el castañetear de los dientes al interpretar esta parte del soneto:
“Y sobre el hielo espeso, entrechocar los dientes”
Nuevas citas de los episodios precedentes dan fin al movimiento sobre una nota temblorosa.
En el II movimiento, Vivaldi explota el sentimiento placentero, compartido por todos, de saberse cobijados al calor del hogar mientras, fuera de la casa, el frío y la lluvia hacen estragos:
“Pasar los días junto al fuego, calmos y alegres, mientras, fuera, la lluvia todo lo humedece”
La única parte de carácter distinto de este “arioso” corresponde al episodio “Lluvia” y aparece anotado sobre la sección destinada a los violines.
Estos sostienen un “pizzicato” que se extiende hasta el final, representando la lluvia interminable que suele suceder a los períodos de frío en el invierno de Italia.
El “Finale” comienza con “Caminando sobre el Hielo”
La música imita los cortos y rápidos pasos que se dan cuando se anda sobre un elemento tan resbaladizo como el hielo o la nieve.
En el momento en que al andar se hace verdaderamente peligroso, el caminante acorta el paso y tienta el suelo.
La orquesta interpreta sus movimientos cambiando de improviso las semicorcheas.
Esta parte ha sido titulada “Caminar lento y con temor” y su correspondencia con el soneto está determinada en estas frases:
“Caminar sobre hielo a pasos lentos, y por miedo de caer, estar atentos”; pero, a veces, el caminante se impacienta por tanta lentitud y abandona la cautela.
Esto no es aconsejable, y Vivaldi lo dice en su soneto:
“Andar con firmeza, deslizarse, caer al suelo”
La orquesta interpreta este trance con toda exactitud, por medio de escalas descendentes y grupos variables de fusas.
Vivaldi denomina al episodio “Caer al suelo”, y el soneto continúa:
“De nuevo ir corriendo sobre hielo”
En esta parte, el violín parece señalar el camino.
A continuación, el verso dice:
“Hasta que éste se rompa o se deshaga”
La música pinta esta escena con cortos pasajes seguidos de una pausa para dar la impresión del ruido que hace el hielo al rajarse.
El episodio siguiente es “Siroco”, ese desagradable viento cargado de humedad que Vivaldi describe de este modo:
“Tras las puertas cerradas oír el ulular de Siroco, de Bóreas y demás vientos en guerra”
Para interpretar esta sección denominada “Boreas y demás Vientos”, la música disminuye su velocidad hasta llegar al lento, al que suceden rápidos pasajes de fusas, a cargo del solista.
El soneto concluye de este modo:
“Así es el invierno, y estos son los goces que nos trae”
Esto nos recuerda que, después de todo, el invierno tiene también sus compensaciones, si bien muchas de ellas se dan al abrigo del hogar.
En esta grabación en vivo, con el prestigioso sello y los virtuosos violinistas Itzhak Perlman e Isaac Stern, la experiencia es la mejor.
La perfección barroca, como dirían algunos.
Así, a modo general en toda la obra:
Los movimientos de “L’Inverno” son adecuadamente lentos, sombríos, fríos, casi se puede sentir la escarcha en el suelo y la nieve cayendo lentamente sobre los cielos nublados.
Los movimientos más rápidos denotan una tormenta de nieve, no hay nadie en esas condiciones invernales.
El movimiento “adagio” es una descripción de una casa con un fuego cálido que arde durante el frente frío.
Las cuerdas relajantes y la débil calidad de la pieza, pueden ser como un sueño.
Es verdaderamente la pieza más romántica de Vivaldi.
El movimiento de “La Primavera” es, con mucho, el más alegre.
Los árboles están llenos de hojas nuevamente, la nieve se ha derretido, y las flores florecen en los campos.
La gente del campo vuelve a sus actividades y el romance parece estar en el aire.
El movimiento “allegro” es el más famoso de los movimientos, una pieza elegante, virtuosa y brillante para cuerdas, con un acento en el continuo.
El movimiento de “primavera” se escucha mejor en un estado relajante:
“Beber té, tomar un baño de burbujas, una cena, y lo mismo se puede decir sobre los movimientos más lentos de todas “Le Quattro Stagioni”
Finalmente, los movimientos de “L’Estate” y “L’Autunno” están llenos de una rica melodía, el movimiento de “tormenta” veraniega y exuberante, su tema en la escala rápida de violín se ha presentado en múltiples películas y comerciales.
Lleno de contrapunto, melodías fluidas, adagios encantadores, “Le Quattro Stagioni” conforma sin lugar a duda lo mejor del Barroco; por lo que “el credo” de Vivaldi se hizo para siempre sobre esta composición.
También fue una idea interesante involucrar a 4 de los mejores violinistas del mundo para que toquen uno de estos conciertos encantadores en un concierto público.
El resultado es un registro más que exitoso en cuanto a los solistas:
Isaac Stern es el más admirado en general de los 4, aunque en “La Primavera” su tono es a veces un tono demasiado exuberante para la música de este período.
Además, los movimientos son muy rápidos en el I movimiento, no siempre se colocan con precisión en un concierto, por supuesto, no se puede volver a grabar nada; y las decoraciones no siempre son convincentes.
En “L’Estate”, Zukerman es mesmérico en el movimiento medio, brillante en los demás.
Con tal juego no importa en absoluto que el conjunto se deslice de vez en cuando; mientras que Perlman adelgaza su tono con éxito en “L’Autunno”, maneja sus decoraciones muy bien como también los movimientos muy rápidos y la doble parada difícil, mientras que en “L’Inverno” Mintz encuentra el estilo barroco mejor de todos y se lleva a la orquesta con él.
Evidentemente y como es de esperar, cada concierto en vivo es seguido por un aplauso, y eso puede chirriar a más de uno, pero no es mi caso.
Y por si fuera poco, la presentación de “Le Quattro Stagioni” vino acompañada de otros conciertos con La Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta y grabada en el mismo Auditorio Frederic R. Mann, Tel Aviv, y fueron:
De Johann Sebastian Bach, el Concierto para 2 violines en Re menor, BWV 1043; con Shlomo Mintz e Isaac Stern.
De Antonio Vivaldi, el Concierto, Op. 3 N° 10 “Con quattro Violini e Violoncello obligato”, RV 580; con Ida Haendel, Shlomo Mintz, Ivry Gitlis e Isaac Stern.
Y de Wolfgang Amadeus Mozart, la Sinfonía Concertante para violín, viola y orquesta en mi bemol mayor, K 364; con Itzhak Perlman y Pinchas Zukerman.
Sobre ellos decir que el doble de Bach, con Stern y Mintz combinados por primera vez, no es un matrimonio hecho en el cielo, pues hay algo de pesadez, así como un momento incómodo en el “vivace”
Pero su juego es absorbente y el público lo adora.
La célebre ejecución de la obra Mozart pronto tuvo una vida separada, y Perlman y Zukerman hicieron una grabación de estudio del Concertone para acompañarla.
Tal vez el “Andante” sea un poco lento a los 12 minutos, pero se realiza de manera académica, al igual que los otros movimientos., donde uno está constantemente sorprendido por la belleza de las ejecuciones de Perlman y la serenidad de las respuestas de Zukerman.
Lamentablemente, para achacarle algo al registro, los peligros de una grabación en vivo son obvios e inevitables, con fuertes vítores y aplausos, e incluso una tos ocasional… pero lejos del maquillaje de estudio, la brillante actuación frente a una audiencia tan enorme es tan exuberante, impecable y natural que le quitará el aliento a cualquiera, y le causará escalofríos en la columna vertebral; porque repito, estamos viendo y escuchando a los mejores violinistas de nuestro tiempo, juntos en un solo concierto.
“Celebra il Vilanel con balli e Canti del felice raccolto il bel piacere e del liquor de Bacco accesi tanti finiscono col Sonno il lor godere.
Fà ch' ogn' uno tralasci e balli e canti l'aria che temperata dà piacere, e la Staggion ch' invita tanti e tanti d'un dolcissimo Sonno al bel godere.
cacciator alla nov' alba à caccia con corni, Schioppi, e cani escono fuore fugge la belva, e Seguono la traccia; già Sbigottita, e lassa al gran rumore de' Schioppi e cani, ferita minaccia languida di fuggir, mà oppressa muore”
No hay duda que la música de Antonio Vivaldi fue innovadora:
Desarrolló la estructura formal y rítmica del concierto, en los que buscó contrastes armónicos y melodías, y temas innovadores; donde muchas de sus composiciones son llamativas y llenas de vitalidad; tanto que los conciertos y las arias de Vivaldi influyeron a Johann Sebastian Bach profundamente, que transcribió 6 de sus conciertos para teclado solista, 3 para órgano y 1 para 4 claves, cuerdas y bajo continuo, el BWV 1065; basados en El Concierto para 4 violines, 2 violas, violonchelo y bajo continuo, el RV 580 de Vivaldi.
Las sonatas instrumentales son más conservadoras que sus conciertos, y su música religiosa a menudo refleja el estilo operístico de la época y la alternancia de orquesta y solistas que ayudó a introducir en los conciertos.
De esa manera, la “magnus opus” de Vivaldi tiene una importancia capital por suponer la ruptura del paradigma del “concerto soli”, establecido por el mismo Vivaldi; y es que hasta entonces, el “concerto soli” era un concierto en el que el instrumento solista llevaba todo el peso de la melodía y la composición, y el resto de la orquesta se limitaba a ejercer el acompañamiento según las reglas de la armonía.
Sin embargo, “Le Quattro Stagioni” son unos conciertos para violín en el que la orquesta no actúa como mero fondo de acompañamiento, sino como un relieve:
No se limita a acompañar al solista, sino que ayuda al desarrollo de la obra.
Esto influirá posteriormente en los conciertos de Händel y, sobre todo de Bach.
De esta manera, con la forma musical de los “concerto soli” se lograría definir definitivamente lo que podría llamarse “el concierto para instrumento solista moderno”, estableciéndose un equilibrio perfecto entre solista y orquesta, sin que el concierto llegue al extremo de tener que ser considerado un “Concerto Grosso”
Como muchos compositores contemporáneos, en los últimos años de su vida, Vivaldi pasó dificultades económicas...
Sus composiciones ya no tenían tanta estima como antes, ya que habían cambiado rápidamente los gustos musicales, y eran consideradas pasadas de moda; y al poco, Vivaldi empobreció… su muerte resultó extraña, debido a que, repentinamente, se trasladó a Viena en 1740, por razones desconocidas; y se dice que pudo haber sido para conocer a Carlos VI, que gustaba de su música, y para lograr una posición como compositor en La Corte Imperial.
Antonio Vivaldi murió el 28 de julio de 1741, debido a una infección interna; se dice que murió solo, olvidado y en la pobreza, con solo 63 años.
El 28 de julio fue enterrado en una tumba sencilla del cementerio que era propiedad de un hospital público, cerca de La Iglesia de San Carlos Borromeo.
Su funeral tuvo lugar en La Catedral de San Esteban; y el coste del funeral con un “Kleingeläut” fue de 19 Gulden 45 Kreuzer, que era bastante caro para el más bajo tipo de repique de campanas.
A pesar de este triste final y de un largo período de olvido, la obra de Antonio Vivaldi contribuyó a sentar las bases de lo que sería la música de los maestros del clasicismo, sobre todo en Francia, y a consolidar la estructura del concierto solista.
La casa donde vivió en Viena, ha sido destruida desde entonces.
El Hotel Sacher está construido en parte del sitio; pero se colocaron placas conmemorativas en ambos lugares, así como una “estrella” de Vivaldi en el Musikmeile de Viena, y un monumento en la Rooseveltplatz.
Solo 2, posiblemente 3 retratos originales de Vivaldi son conocidos y han sobrevivido:
Uno es un grabado, un dibujo en tinta; y una pintura al óleo.
El grabado, que fue la base de varias copias producidas posteriormente por otros artistas, fue realizado en 1725 por François Morellon La Cave para la primera edición de “Il Cimento dell'armonia e dell'invenzione”, y muestra a Vivaldi sosteniendo una hoja de música.
Por su parte, el bosquejo en tinta es una caricatura; y fue realizado por Pier Leone Ghezzi en 1723; y muestra la cabeza y los hombros de Vivaldi de perfil.
Existe en 2 versiones de esta caricatura:
Una en La Biblioteca del Vaticano, y una copia mucho menos conocida, un poco más detallada, recientemente descubierta en Moscú.
La pintura al óleo, que se puede ver en El Museo y Biblioteca Internacional de Música de Bolonia, es anónima, y está pensado para representar a Vivaldi debido a su gran parecido con el grabado de La Cave.

“Aggiacciato tremar trà nevi algenti al Severo Spirar d' orrido Vento, correr battendo i piedi ogni momento; e pel Soverchio gel batter i denti; passar al foco i di quieti e contenti mentre la pioggia fuor bagna ben cento caminar Sopra il giaccio, e à passo lento per timor di cader girsene intenti; gir forte Sdruzziolar, cader à terra di nuove ir Sopra 'l giaccio e correr forte sin ch' il giaccio si rompe, e si disserra; sentir uscir dalle ferrate porte Sirocco, Borea, e tutti i Venti in guerra quest' é 'l verno, mà tal, che gioja apporte”



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