The Wife

“Secrets lie between the lines”

Se conoce a “Dubliners” como una colección de 15 relatos cortos del escritor irlandés, James Augustine Aloysius Joyce, reconocido mundialmente como “uno de los más importantes e influyentes del siglo XX”; que tras diversas vicisitudes, se publicó en 1914.
Los 15 relatos, que en principio habían sido solo 12, constituyen una representación realista, y aun naturalista, en ocasiones sutilmente burlona de las clases media y baja irlandesas, en el Dublín de los primeros años del siglo XX.
En estos relatos, el escritor trata de reflejar “la parálisis cultural, mental y social que aquejaba a la ciudad”, sometida secularmente a los dictados del Imperio Británico y de La Iglesia Católica; por tanto, el propósito último del libro es de índole moral; pues son “historias de parálisis” como reflejo de la experiencia negativa recibida por el escritor en su juventud de la ciudad que lo vio nacer, por lo que, como toda su obra, exhiben un fuerte contenido autobiográfico.
Algunos cuentos se refieren a la infancia, y otros a la edad adulta, pero en todos ellos se aprecia el afán casi obsesivo de su autor por ser fiel a la verdad que había visto y oído, verdad que él jamás altera o deforma; y según su más importante biógrafo, Richard Ellmann, “el escritor deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen un buen vistazo en su bruñido espejo”, como él decía, pero no para aniquilarlos; tenían que conocerse a sí mismos para ser más libres y estar más vivos.
La última historia en el libro, titulada “The Dead”, es la más famosa, y en 48 páginas, es considerada por algunos como una novela, aunque claramente tiene una línea con el resto de las historias en la colección; siendo posiblemente, la mejor obra de prosa extendida de Joyce; tanto que es definido por La Enciclopedia Británica como “uno de los mejores que se han escrito”
Y es que además es el cuento más extenso y elaborado de los 15 relatos que componen “Dubliners”, siendo considerado además, el más significativo literariamente de todos.
La historia se presenta inicialmente como un festejo con baile llevado a cabo en una casa dublinesa; sin embargo, el tema de fondo de la historia es la muerte.
La muerte de seres amados, lleva a los personajes a la retrospección en sus vidas, sobre todo a través de la figura de Gretta Conroy.
En relación con ello, su marido, Gabriel, sufre una amarga revelación al final de la historia, que encarna una de las célebres “epifanías joyceanas”, que son revelaciones o iluminaciones repentinas de verdades profundas que transforman súbitamente el alma o la conciencia de los personajes.
Así las cosas, en este último relato hay una fiesta en una antigua casa en la isla de Usher, donde Gabriel Conroy, columnista del periódico, y su esposa Gretta, llegan.
Durante la fiesta, Gabriel es capturado con una sirvienta.
Pasado el hecho, se le pide a Gabriel que de un discurso; y da uno sentimentalmente banal, pero muchos en la cena se conmueven.
Más tarde, Gabriel y su esposa van a su hotel, donde ella admite un amor pasado, un recuerdo provocado por una canción cantada en la fiesta, por lo que Gabriel siente que no puede compararse con él; y se enoja, luego piensa en cosas más profundas, como la muerte, y ve que la nieve lo cubre todo, incluso a la muerte misma, y medita a solas sobre el sinsentido de la vida.
El final del cuento es uno de los pasajes más famosos de la literatura inglesa:
“Su alma se desmayó lentamente cuando escuchó que la nieve caía débilmente a través del universo, y caía levemente, como el descenso de su último fin, sobre todos los vivos y muertos”
A los muertos a que se refiere el título más convincentemente, por cierto, pues toda la colección toca temas como la pobreza, la política, la religión, el sexo, la familia, la alegría, la bebida, el arte y el alcohol.
Las historias iniciales de la colección se centran en los niños como protagonistas, y a medida que el libro avanza, los protagonistas crecen en edad.
También van creciendo correspondientemente la sofisticación y la sutileza del desarrollo literario; por lo que el último cuento, “The Dead”, se sale del esquema, pues reúne elementos de las anteriores clasificaciones, sirviendo como culminación y coda del volumen.
Como dato, este cuento final, fue llevado al cine en 1987, por el director John Huston, en la que sería su última película, “The Dead”
Se cuenta que muchos de los incidentes y personajes se basan en personas que Joyce pudo haber conocido, y en experiencias sufridas por él mismo o por otros; y que el escritor llegó a utilizar “con total frialdad clínica” las cartas de su madre muerta.
Joyce, quien sería más adelante pionero en el uso del monólogo interior como recurso narrativo, utiliza en esta obra un estilo fuertemente sobrio y realista, cercano incluso al naturalismo, con el fin de ofrecer una descripción lo más fiel posible de los personajes y de la ciudad.
Irónicamente, los cuentos tuvieron escaso éxito... y es que dramáticamente, las historias son bastante predecibles; lo que las separa de los relatos de escritores menores es cómo se desencadena y se describe lo esperado.
Y es que en pocas ocasiones, la luz de focos ilumina a las mujeres de los grandes hombres; sin embargo, tras la imagen pública del artista, del intelectual, del empresario o del político, hay un ser humano común que duda, que necesita estímulo, entrega, sacrificio o renuncia…
Y que quizás, en algunos casos, defraudada.
“I am a kingmaker”
The Wife es un drama del año 2017, dirigido por Björn Runge.
Protagonizado por Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater, Max Irons, Harry Lloyd, Elizabeth McGovern, Annie Starke, Alix Wilton Regan, Karin Franz Körlof, Morgane Polanski, Johan Widerberg, entre otros.
El guión es de Jane Anderson, basada en el libro homónimo de 2003, publicado por Meg Wolitzer; que gira alrededor de una pareja en las vísperas de la entrega del Premio Nobel de Literatura, cuando la esposa, la que da el título al filme, decide revelar su secreto mejor guardado…
El proceso de desarrollo de esta película tomó 14 años; siendo la primera película en inglés del director; y estrenada en El Festival Internacional de Cine de Toronto de 2017, después de lo cual fue adquirido por Sony Pictures Classics para su distribución.
Por The Wife, Glenn Close fue nominada para El Premio Oscar de La Academia a La Mejor Actriz Principal, en la única categoría para el filme, y siendo la 8ª nominación de Close, que la convierte en una nominación histórica para la categoría de mejor actriz.
El rodaje tuvo lugar en Glasgow, Edimburgo, y Arbigland Estate en Dumfries y Galloway, Escocia; y es la historia de una larga farsa que se deshace por haber permanecido en silencio durante décadas.
Joan Castleman (Glenn Close), es una buena esposa, de belleza madura y natural, es la mujer perfecta; pero lo cierto es que lleva 40 años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener viva la llama de su matrimonio con Joseph “Joe” Castleman (Jonathan Pryce)
Y es que Joan ha llegado a su límite.
Haciendo caso omiso de sus infidelidades y excusas debido a “su arte” con gracia y humor; su fatídico pacto ha construido un matrimonio sobre compromisos desiguales; y Joan llegó a su punto de ruptura.
En la víspera de entrega del Premio Nobel de Literatura a Joe, “la joya de la corona” por una obra espectacular, el golpe de gracia de Joan, es enfrentar el mayor sacrificio de su vida y el secreto de su carrera.
Al mismo tiempo van apareciendo nuevos elementos desesquilibrantes:
Por un lado, David (Max Irons) el hijo que intenta escapar de la sombra y del menosprecio de su padre para tener una carrera literaria propia; y por otra parte, Nathaniel Bone (Christian Slater), el irritante escritor que quiere dedicar un libro a la vida del prestigioso autor.
Ambas figuras son determinantes a la hora de espolear la trama y darle mayor dimensión; y en los últimos minutos, manteniendo la coherencia narrativa, distintas situaciones provocan un torrente de emociones que se proyectan sobre el espectador, hasta llegar a un elocuente y rotundo desenlace que sirve de homenaje a los sacrificios y el valor de otras tantas “buenas esposas”
La película, que se desarrolla en 1993, viaja al pasado para explicar la relación desde sus comienzos, a finales de la década de 1950, donde los papeles principales los encarnan Harry Lloyd y Annie Starke, quien es la hija real de Glenn Close, y cómo se sientan las bases de una relación con muchos secretos de alcoba.
Y esos tabúes amenazan con salir a la luz ante la insistencia de un periodista muy inquisidor; porque ese “secreto familiar guardado”, hasta el momento pone de manifiesto los egos, el narcisismo, pero también miedos e inseguridades propias de la naturaleza humana.
Situaciones en las que se cae la protagonista, más que por mala intención, en una espiral de errores, y por creer hacer lo mejor, protegiendo a la familia, su estabilidad y los hijos.
Y por ello, The Wife mantiene una postura de no juzgar a los personajes, plantea otra visión, y por eso no se hace difícil de empatizar, de una u otra forma, con ambos protagonistas; porque este es un interesante drama que nos hace cuestionar lo que hacemos por amor, y el como a veces se hacen grandes sacrificios por los sentimientos que genera otra persona, pero además de hablarnos de sacrificios personales y profesionales, se cuestionan esos actos de amor a través del tiempo.
La producción está montada casi como si se tratase de una obra de teatro, con pocos escenarios, un cuidado decorado, hermoso; y unas actuaciones para ponerse de pie, aun con Max Irons que despierta pocas emociones, el dúo Close-Pryce se lleva todos los elogios, sobre todo Glenn, una actriz enorme, que ha sido ensombrecida desmerecidamente, y sin quererlo, por Meryl Streep; en un relato que celebra el individualismo femenino, aunque no siempre haya un lugar para expresarlo; por tanto, se aplaude lo bien que encaja el relato en esta época.
“So if I'm such a talentless piece of fucking shit, why the fuck did you marry me?”
Un tema recurrente en el cine, es retratar el proceso de degradación por el que pasan las parejas cada cierto tiempo, llegando algunas a poner fin a su odisea, otras saliendo reforzadas de la crisis...
El hecho de que por ser mujer no pueda accederse a los mismos estamentos a los que el hombre llega sin esfuerzo alguno, son evidenciados a través del arte, y en este caso la literatura, se tiene la virtud de unir vidas:
Los amantes de la palabra, también aman a aquellos que las dominan.
Así, grandes talentos de las letras, no sólo compartieron páginas en blanco, sino también el lecho, y en definitiva la existencia.
No obstante, desde el nacimiento del Sol, la sociedad occidental ha sido patriarcal, por lo que la parte femenina de la pareja literaria, se ha visto absorbida por la masculina.
Aunque tan ilustradas como sus cónyuges, las mujeres que entregaron su amor, y que incluso lo inspiraron, se vieron reducidas a una sombra.
O bien, sus obras no se difundieron con la misma intensidad, ni tampoco han gozado del mismo protagonismo desde que comenzó a correr la tinta.
Esta es una historia “ficticia”, pero si acontecida en la vida real, pues el director Björn Runge hilvana una película desarrollada con inteligencia y buenos diálogos sobre un matrimonio de escritores, y la historia de un amor que sobrevuela sobre hechos ocultos, que terminarán estallando en una realidad de tratamiento difícil.
Porque este es un interesante drama sobre escritores, porque nos plantea una supuesta historia, en la cual un escritor fantasma, sede toda la gloria por amor a su amante, bueno y esposo.
Al tiempo que relata el proceso creativo en el cual se sumergen para crear los grandes libros que leemos, esta es una película que nos mete en una de las facetas más importantes de esta profesión, y es recibir el máximo galardón de la escritura, El Premio Nobel, así que vemos, de forma breve y en un vistazo, el glamour del premio, los preparativos y su recepción, mientras que la protagonista de esta historia tiene que luchar con los sentimientos encontrados de ver como su marido recibe el honor que ella merece.
En sus mejores pasajes, la película expone con cierta ironía y acidez, el cinismo y la hipocresía del mundillo literario y de los protagonistas; mientras que en otros, el director sueco apela a una excesiva crueldad hacia los personajes, y a algunas resoluciones o explicaciones un poco obvias.
De todas maneras, los buenos momentos de humor negro y la excelencia de las actuaciones, hacen de The Wife una atractiva propuesta, que tiene pocos escenarios y una puesta en escena con un tono bastante teatral, tanto que se inicia en la ciudad de New York, para posteriormente trasladarse a Estocolmo, la ciudad sueca en donde se celebra anualmente la gala de entrega de premios Nobel, pero todo en interiores.
Hay bastantes conversaciones largas, y aunque algunos temas no se cuentan de manera directa, sino que se intuyen…
La siguiente es una descripción cronológica de la trama, aunque las partes principales de la película se cuentan en “flashback”
En 1958, Joan Archer (Annie Starke) conoce a Joseph Castleman (Harry Lloyd), un apuesto y joven profesor casado, en una universidad solo para mujeres.
Aunque ya es un escritor consumado, aunque no publicado; a Joan le impresiona la fuerza de personalidad y los consejos de Joseph que “un escritor debe escribir”
Joan conoce a una autora llamada Elaine Mozell (Elizabeth McGovern), cuyos puntos de vista cínicos sobre las oportunidades para las escritoras, desilusionan a Joan.
Así, 2 años más tarde, Joseph fue despedido por tener un romance con Joan, su matrimonio está fracasando, y su primer intento de escribir una novela resulta muy pobre…
Joan, una secretaria de una editorial , observa cómo los editores despiden a las escritoras; y cuando Joan critica el trabajo de Joseph, él amenaza con terminar su relación con ella, afirmando que no puede amar a “un hacker”; por lo que Joan acepta arreglarle la novela titulada “The Walnut”, la cual se publica y se convierte en un éxito de ventas.
Para 1968, Joseph y Joan viven en una gran casa junto al mar en Connecticut; y ella está trabajando duro escribiendo una novela, que se publicará bajo el nombre de Joseph, mientras que Joseph la apoya cocinando, limpiando y cuidando a su primer hijo, David.
Mientras Joseph y Joan conversan, es evidente que la novela de Joan es un reflejo de su vida juntos, que aburre a Joan.
Narcisista, durante las próximas 4 décadas, Joseph tiene varios asuntos de adulterio, y le dice a todos que Joan “no escribe”, sino que es él.
En 1992, un anciano Joseph se convirtió en un autor célebre; y gana El Premio Nobel de Literatura, aunque Joan no parece muy feliz por el honor.
David, que idolatra a su padre, busca la crítica y aprobación de Joseph para su primer cuento, sin saber que Joan ha escrito todos los libros de Joseph.
Así las cosas, los 3 vuelan a Estocolmo, mientras Nathaniel Bone, un biógrafo con gusto por el escándalo, trata de insinuarse en la vida privada de Los Castleman.
La infelicidad de Joan empeora a medida que se acumula la adulación sobre su esposo, y sus intentos de agradecerle públicamente por apoyarlo, solo la amargan aún más.
Nathaniel, percibiendo el estado emocional de Joan, la induce a hablar con él, y le dice que sabe que Joan ha escrito una parte importante, o incluso todas, de cada una de las novelas de Joseph.
Joan no admite la verdad, pero Nathaniel está convencido por su conversación, de que él está en lo correcto.
Mientras tanto, Joseph intenta seducir a una bella y joven fotógrafa que se le asigna… y como no puede consumar el asunto debido a su enfermedad cardiovascular; Joseph acusa a Joan de abandonarlo, mientras Joan expresa su indignación por el intento de aventura.
El argumento cesa cuando se enteran de que su hija Susannah (Alix Wilton Regan) ha dado a luz a su nieto.
La noche de la ceremonia del Premio Nobel, David se enfrenta a sus padres, después de que Nathaniel le dijera que Joan es el único escritor de la familia.
Ambos padres lo niegan todo; pero en la ceremonia y en el banquete que sigue, Joan se enoja cada vez más por los elogios que se derraman sobre el esposo.
Ella huye y Joseph la sigue y exige que ella tome su “Premio Nobel”, pero ella se niega.
En su hotel, Joan le dice que ella quiere el divorcio; y discuten violentamente, tanto que Joseph tiene un ataque al corazón.
Postrado en la cama, ruega por el amor de Joan, y ella le dice que lo ama; mientras él responde:
“Eres una buena mentirosa”, y muere momentos después.
En el avión de regreso a los Estados Unidos, Nathaniel ofrece sus condolencias a Joan; y ella le dice que si él intenta imprimir algo que socave la reputación de Joseph como escritor, ella lo demandará.
David la escucha por casualidad, y le dice que le dirá la verdad a David y su hermana cuando lleguen a casa.
Apasionada por la literatura, Joan Castleman vivió la realidad de los años 50 y 60, como el sofocamiento de sus ambiciones y su sueño de convertirse en escritora.
Sin embargo, desanimada a participar en esta profesión, que para la época era enfocada en el género masculino, es su pluma la que se esconde detrás de las obras de éxito de su esposo; ese es el gran secreto de The Wife.
En su primera parte, la película examina el pasado de esta pareja, y regresa al 1958, cuando Joseph conoce a Joan, una de sus alumnas, por quien abandonará a su esposa de ese momento.
Jugando en un paralelo entre el pasado y el presente, la historia ilumina el presente a la luz de este pasado ya no convencional.
La incomodidad de la familia, se va formando gradualmente de un lado a otro, a la manera de un “thriller” maravillosamente escrito y muy bien interpretado.
En estos momentos en que, motivados quizás incluso por el uso diario de las redes sociales, nos inclinamos cada vez más a tomar bandos, abriéndonos a opiniones de todo el mundo, por lo que es bueno redescubrir que el cine todavía es capaz de hacer preguntas, instando al espectador a reflexionar, y no ser demasiado rígido en sus juicios.
Por ello, The Wife es una película que podría parecer inteligente en estos tiempos de dilemas, ya que todo se centra en el papel clásico de “la esposa del artista”
El proverbio que reza, que “detrás de cada gran hombre, siempre hay una gran mujer” estaría perfectamente adaptado a esta historia.
Aunque permanece siempre del lado de su protagonista, y también sin duda su homólogo masculino; la película de Runge se inserta entre los pliegues de su atractiva narrativa, a veces teatral, creando una serie de preguntas espinosas que cuestionan la integridad moral de la mujer y la sociedad actual.
Y en su investigación sobre el personaje femenino, The Wife resulta ser una narrativa lineal, bajo la cual se encuentran entre la mentira y el engaño, errores de la vida tal vez irremediables, pero dictados por la fragilidad y los temores humanos.
Joan, como figura central, se amolda a los convencionalismos y las etiquetas de comportamiento que debe tener como esposa abnegada y compañera.
Puertas adentro, en el hotel o donde sea, ella es menos permisiva y sumisa, dejando bien en claro que de tonta no tiene un pelo.
Y Glenn Close es pura perfección:
Dulce, sarcástica, sincera, emocional, según lo necesite la escena.
Su Joan ama con cada fibra de su cuerpo y, por eso mismo, sufre cuando la golpea la realidad.
No podemos evitar estar de su lado a cada momento, defenderla si es necesario, o aspirar a tener ese mismo valor a la hora de decir las cosas de frente.
Un personaje que encaja a la perfección en la coyuntura de la lucha femenina del #MeToo, pero que prefiere mantenerse oculta, y sólo revelarse ante nuestros ojos como espectadores.
Esto es lo más frustrante y maravilloso del relato de Runge, que traslada la frialdad y la oscuridad de las calles nórdicas, a la relación de Los Castleman; y más allá de que los logros sean de Joe, y a simple vista ponga a la mujer por detrás de ese “gran hombre”, el verdadero foco de atención siempre está puesto sobre su protagonista, La Esposa, aunque la mayoría de las veces brille en silencio.   
Es el orgullo y la dignidad de Joan, la columna vertebral imaginaria de esta película; y en la figura de Glenn Close es que se concentran temas extremadamente complejos, como reflexiones sobre la posición de las mujeres en el mundo del arte en el pasado y en el presente, y en la tensión entre la identidad pública y privada.
Y en el fondo, podríamos decir que la historia no es muy original, porque nos lleva a recordar los hechos reales acontecidos al matrimonio Hitchcock-Reville, por citar un ejemplo, sobre la autoría de películas, y en este caso, en la literatura, donde trae a colación la importancia de la mujer, como “la esposa de…” siempre en segundo plano, cuando muchas han sido los pilares o las arquitectas de grandes obras firmadas por hombres.
Así, el filme se sustenta en esa premisa, que tras años de ser ocultadas por sociedad, religión y cultura, inclusive bajo su propia autorización, La Esposa ha dejado de ser un 2° lugar, o de estar a la sombra; y en ese sentido, Glenn Close no solo da la cara, sino el sentimiento de ese tipo de mujer.
Otro dato curioso es que, aunque la película se proyectó en Festivales en 2017, luego se adquirió para su distribución; y se dijo que su estrenó hasta el 2018 era para darle a Close una mejor oportunidad para una nominación al Oscar.
¿Lo vale?
El caso es:
¿Qué hará La Academia?
¿Premiarla este año y el que viene?
¿Dárselo este año?
Puede que sí.
Ya con Julianne Moore lo hicieron, al igual que con otros muchos ejemplos, de dárselo por trabajos que podrían parecer inferiores a otros de mayor calidad por los que no fueron premiados.
Y ya se sabe cómo va la ruleta del Oscar… se lo darían no solo porque “ya es hora”, sino porque este es un trabajo digno de ese reconocimiento.
Al menos su nominación como Mejor Actriz está asegurada... pero siento que le hizo falta algo más para realmente impactar, tal vez su extrema contención la hizo notable al ser una actriz tremenda y físicamente expresiva, cuando aquí no lo es del todo... aunque su mirada fría arrebate más de un registro…
Y es que la película está repleta de estas tomas enfocadas en el semblante de la veterana actriz, quien da cátedra de cómo suprimir un caudal de sentimientos hasta que la olla de presión no aguanta más.
El impresionante dominio de “la máscara”, manifestado por la protagonista de “Dangerous Liaisons” (1988), la mantiene en un constante tirijala entre la rabia y la pleitesía, con una cara para el público, y otra que solo revela en la intimidad junto a su esposo.
La actuación de Glenn Close como Joan Castleman, en ese sentido es sobresaliente, con una muestra finamente equilibrada de emociones, de una mujer que ha sido arrojada a la sombra de la grandeza de su marido.
Así, Close encarna a una mujer dedicada, extraordinaria, amante absoluta al grado de subyugar todo su ser a la figura de su hombre; pero ese arrobamiento se comienza a desquebrajar cuando el sube y sube extasiado de sí mismo en los pináculos de la fama; sobre todo porque esa fama es una fama tan frágil y efímera como una burbuja de jabón; y ni hablar, porque esa fama no es de él, sino de ella.
Su contención y dominio de su rostro, la hacen exquisita, etérea, pero con una fuerza capaz de derrumbar murallas si es necesario, y lo mejor es que lo hace con la elegancia y la inteligencia completa que la envuelve.
Porque Close no simplemente es el corazón de la trama, sino que es el intelecto manejado con una gracia omnipresente; ella es el fuego y el agua contenida cuyo oleaje emocional bulle bajo la aparentemente perfecta y resignada superficie.
Joan, como en muchas familias, es la figura materna que prodiga sabiduría ante lo que puede presentarse, con esa presencia que controla dulce y tranquilamente desde los egos extremos hasta los hijos inseguros, pareciera doblegada, dócil, pero sin embargo internamente posee una profunda fuerza y determinación que nadie podría pasarla por alto.
La película tiene una enorme relevancia personal para Glenn Close, quien recordó a su propia madre, en sus 80 años, y le dijo que sentía que no había logrado nada en su vida… al tiempo que el nombre “Joan Archer”, así como el corte de pelo corto, y algunas de las características del papel, apuntan a la heroína francesa Jeanne D'Arc.
Todo ello hace que Close haga un “tour de forcé” diciendo que “lo lleva al siguiente nivel con una actuación poderosamente implosiva, que se duplica como una acumulación de detalles.
Eso define un matrimonio.
Ella nunca telegrafía los sentimientos de Joan, lo que les permite desentrañar lentamente, mientras la vemos asistir a las fiestas como una acumulación para la gran noche.
“Me intrigaba, por ejemplo:
¿Por qué nunca lo dejó?
Trabajé mucho con el director para conocer realmente la personalidad del personaje, y saber a fondo qué les había ocurrido.
Es una relación que evoluciona.
Al principio, en su juventud, están locamente enamorados…
Y eso le lleva a ella a aceptar situaciones que no son de su agrado.
Pero creo que todos los que hemos estado casados, conocemos de sobra los sacrificios que se hacen por la persona a la que quieres.
Expresar todo sin palabras...
Eso es a lo que nos dedicamos.
Es usar nuestra imaginación, colocarte en ese contexto, y tratar de extraer una reacción real.
Björn ha sabido captar esos instantes a la perfección.
No se le ha escapado nada”, dijo Close.
Sin embargo, Jonathan Price, como el célebre autor Joseph Castleman, no es tan convincente, y carece de la habilidad y el poder de un actor como Close.
Lo único que saben mantener a flote es el cariño y la dependencia, pero con el amor no basta; eso sí, ambos poseen una química en pantalla impresionante, donde sabemos muy bien “quién lleva los pantalones”
Como dato, Close y Pryce ensayaron alrededor de una mesa durante una semana antes de que comenzara el rodaje de la película; por otra parte, el hijo de Castleman, David, se suma a las tensiones dentro de la familia, sin embargo, se podría haber hecho más para exponer el comportamiento brutal de su padre.
Christian Slater se lo pasa en grande, interpretando a los sórdidos, que aquí es el biógrafo Nathaniel Bone; donde se encuentra en una oscilación constante entre el cliché y la maldad, proponiendo una película con ambiciones generales, pero con más soluciones autorales.
Otro dato de interés, es el extracto de James Joyce que es citado 2 veces por Joseph Castleman, y que no debe ser pasado por alto, que es el final del cuento “The Dead”, de su colección “Dubliners” (1914)
Y es que hay algunos paralelismos entre la historia corta y la película, especialmente entre la última escena en el trabajo de Joyce, y la secuencia justo después de la fiesta, que celebra El Premio por la novela.
Al tiempo que la escena del dormitorio, después de una fiesta, donde la esposa tiene que revelar “un secreto”, tiene un fuerte paralelo con la obra literaria, así como el disparo de la nieve que “cae suavemente sobre los vivos y los muertos...”
Así las cosas, a tomar nota del filme por aquello de “detrás de cualquier gran hombre, siempre hay una mujer más grande”, ahora queda superado porque “los secretos se encuentran entre líneas”
Nada es lo que parece.
Por otro lado, se le ha llamado a la película como feminista…
¿Pero, lo es?
Si bien hay un rol fuerte femenino, este no es un caso en que podría haberse podido interpretar por un hombre, cambiando un poco las circunstancias.
No es para nada el caso, por lo que este rol fuerte interpretado por una mujer, es una muestra de los acontecimientos que podría darse lugar en su vida por ser quien es.
Por lo que sí, es intensamente feminista, sin ningún tipo de discurso panfletario.
Pero también es un film sobre la construcción de una relación de pareja a lo largo del tiempo, sobre los roles que se establecen, y las dependencias que también padecen.
Es una muestra de un evidente amor entre mayores, que realizan un baile de rutinas compartidas, de secretos y de intercambios únicos, pues cada matrimonio es un universo en sí mismo.
Salvo que este universo está poblado de nebulosas y cuestionamientos enterrados, y que sin querer han encontrado espacio en las páginas escritas y glorificadas con el máximo premio que pueda entregarse a alguien dedicado a las letras... así llegamos al cuestionamiento:
¿Cuál es el precio de ser leído?
No me quejo del discurso feminista, me quejo de que no explica el pacto entre los protagonistas, y cómo han podido mantenerlo a lo largo de los años, pues es hasta que triunfan, hasta el punto de que ganan El Nobel, ya a los 70 años, en el ocaso… para más INRI, pues:
¿Cómo retomar una vida gastada?
Al principio todos se llevan de maravilla, sin que el fraude parezca haberles afectado ni personalmente ni como pareja.
Sin embargo, tras la concesión del Nobel, su relación se tambalea; y de repente una elección libre, que parecía haber contentado a ambos, y haberles dado una buena vida, se pone en cuestión.
Parece lógico y legítimo, que ella se replantee si ha hecho bien, en vista de que como escritora, habría podido tener el máximo reconocimiento.
Pero es que este cuestionamiento está muy forzado, porque de repente, el personaje del marido empieza a aparecer, en el presente y en retrospectiva, como un cerdo, y como un auténtico patán.
¿Acaso es el mismo patrón acusado a los abusadores de mujeres?
Al parecer, le ha puesto los cuernos a ella incontables veces, es de los que tira la ropa al suelo, con 70 tacos, para que se la recojan, y para colmo, de escritura no tiene ni la más remota idea, que es lo más grave.
Hay una farsa que ha llegado demasiado lejos…
¡El silencio!
Por simplificar la historia, se prescinde hasta de hechos asentados, como que él está dotado de más imaginación que ella, y es el que aporta al tándem creativo argumentos y o tramas.
Esta simbiosis de los 2 se ignora a partir de un momento, en el que se opta por la más burda caracterización de ambos, pivotando sobre lugares comunes del machismo versus feminismo.
La manera de contarlo, a veces da sonrojo por ser demasiado obvia.
Encima, el hijo de ambos, también escritor, tiene una pésima relación con su padre, por aquello de que el padre es un genio y el hijo no consigue su aprobación.
Y cuesta creer que la madre haya tolerado esta situación, porque dejar al marido que vuelque su frustración en el chico, no me parece que pueda entrar en el trato que ellos tenían.
Resulta patético que el defraudador se las da de gran hombre con su hijo, y más cuando está la madre/escritora delante.
Cuando nos enteramos de que el padre es un impostor, lo que parecía faltar de generosidad de un genio literario o torpeza de padre patoso, se convierte en pura agresión, por lo que no parece normal que la madre lo tolere como si fuera algo menor.
Por su parte, ella, pese a tener un talento digno de ganar El Nobel, es presentada como una mujer, sólo pendiente de su marido, que no tenga migas en la barba, por ejemplo… casi una sirvienta, y sin la más mínima inquietud intelectual.
Y ello hace que parezca que entre ellos no ha podido haber la más mínima complicidad.
En fin, que si no existe el supuesto equilibrio y buen rollo entre ellos, la historia es inverosímil.
Mucho antes de llegar a la vejez y al Nobel, tendría que haber saltado por los aires.
Y creo que ahí está el tiempo real en que vivimos… los años de oscuridad, sin hablar y sin revelarse, han acabado.
“You're such a good liar”
Sin las mujeres…
¿Quién sabe qué hubiera sido del destino de los más grandes músicos, artistas, cineastas y escritores?
Pues si no fuera por sus sabias, pacientes, atentas, amorosas e inspiradoras esposas; ya que, como sabemos, han sido milenios de historia en los que las mujeres han publicado con pseudónimos masculinos para no ver su obra censurada, o no recibir un trato injusto por la sociedad.
Por ejemplo, las hermanas Brontë, Cecilia Bölh de Faber que firmó como Fernán Caballero; Mary Ann Evans como George Eliot, o Violet Paget como Vernon Lee; son algunos de los casos que conocemos, pero son muchas más las que han quedado ocultas por una vida de autoría en la oscuridad.
Incluso la contemporánea J.K. Rowling, tuvo que aprender la lección, ya que sus editores le pidieron que firmase “Harry Potter” con un nombre que ocultase su género; “pues si se le ocultaba a los lectores, que la escritora de las novelas era una mujer, asumían que tendría más posibilidades de interesar al público”.
Y es que cuando el término “persona” se bifurcó entre hombre y mujer, el camino masculino se destacó como el más luminoso, pero poco a poco los caminos se vuelven a encontrar, y la luz está siendo compartida.
Para no ir más lejos, el movimiento “Me Too” o #MeToo nació en 2017 para denunciar la agresión y el acoso sexual, a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine y ejecutivo estadounidense, Harvey Weinstein.
La frase, utilizada durante mucho tiempo en este sentido por la activista social Tarana Burke, fue popularizada por la actriz Alyssa Milano, quién animó a las mujeres a tuitear sus experiencias para demostrar la naturaleza extendida del comportamiento misógino.
El propósito original del “Me Too” es empoderar a las mujeres a través de la empatía, especialmente a las mujeres jóvenes y vulnerables; para ayudar a revelar la magnitud de los problemas con el acoso sexual y la agresión, al mostrar cuánta gente ha experimentado estos eventos por sí misma.
Y como resultado, ha llegado a significar cosas diferentes para diferentes personas.
Tarana Burke ha declarado, que este movimiento ha crecido para incluir tanto a hombres como a mujeres de todos los colores y edades, ya que continúa apoyando a las personas marginadas en comunidades marginadas.
También, ha habido movimientos de hombres dirigidos a cambiar la cultura a través de la reflexión personal y la acción futura, incluidos #IDidThat, #IHave y #IWill
Sin embargo, el hashtag ha sido criticado por situar la responsabilidad de la denuncia sobre el abuso y acoso sexual sobre quienes lo han experimentado, algo que podría ser retraumatizante; y algunos consideraron que el hashtag inspiraba fatiga e indignación, en lugar de una comunicación emocionalmente densa.
No obstante, a la hora de hacer historia, lo que queda es que el trabajo literario de un genio, no hubiera salido a la luz sin la presencia silenciosa, continuada, abnegada y sin apenas reconocimiento, de su entonces compañera.
“Sin mí no hubiera sido nadie”, dicen que decía María del Rosario Conde Picavea, la primera mujer del escritor y Premio Nobel de Literatura en 1989, Camilo José Cela, que fue mucho más que una esposa:
Ella fue su compañera, su secretaria, su ama de casa, su copista, su administradora, su manager, su economista… y nosotros estamos convencidos de ello.

“Behind any great man, there's always a greater woman”


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