Gattaca

“Consider God's handiwork; who can straighten what He hath made crooked?
Ecclesiastes 7:13”

La ciencia ficción es un género que brinda grandísimas oportunidades a los “creadores de ilusiones” para hablar de temas delicados de una forma innovadora.
Curiosamente las películas de verdadera “sci-fi” son las que nos retratan un fututo no tan lejano en el cual los hombres están encaminados hacia su destrucción o a la más absoluta manipulación por la búsqueda del ser perfecto.
Hay quienes creen que cuando se nace se tiene un destino.
Esa idea de quienes vemos por ejemplo en tener un éxito sin esforzarse mucho, también en un caso contrario los que van en calamidad en calamidad como esos personajes de caricatura; que caminan con una pequeña nube de lluvia sobre sus cabezas.
Así pues, en un futuro no muy lejano los seres humanos son creados a partir del genoma de sus padres, que es seleccionado con el fin de obtener lo mejor de cada uno de ellos.
“There is no gene for the human spirit”
Una distopía, llamada también anti utopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal.
El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo, generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario, llevan al control absoluto; al condicionamiento o, incluso, al exterminio de sus miembros, bajo una fachada de benevolencia.
Por su parte, el transhumanismo es un concepto filosófico como un movimiento intelectual internacional que apoya el empleo de las nuevas ciencias y tecnologías para mejorar las capacidades mentales y físicas con el objeto de corregir lo que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o incluso en última instancia la mortalidad.
Los pensadores transhumanistas estudian las posibilidades y consecuencias de desarrollar y usar la tecnología con estos propósitos, preocupándose por estudiar tanto los peligros como los beneficios de estas manipulaciones.
Aunque muchos teóricos y partidarios del transhumanismo buscan aplicar la razón, la ciencia y la tecnología para reducir la pobreza, las enfermedades, las discapacidades y la malnutrición en todo el mundo, el transhumanismo se distingue en su enfoque particular en la aplicación de las tecnologías para la mejora de los cuerpos humanos de forma individual.
Muchos transhumanistas valoran activamente el potencial de las tecnologías futuras y los sistemas sociales innovadores para mejorar la calidad de toda vida, a la vez que tratan de hacer efectiva la igualdad consagrada en los sistemas políticos y legales democráticos mediante la eliminación de las enfermedades congénitas.
Por último, cabe señalar que la eugenesia es una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante varias formas de intervención.
Las metas perseguidas han variado entre la creación de personas más sanas e inteligentes, el ahorro de los recursos de la sociedad y el alivio del sufrimiento humano.
Los medios antiguamente propuestos para alcanzar estos objetivos se centraban en la selección artificial, mientras los modernos se centran en el diagnóstico prenatal y la exploración fetal, la orientación genética, el control de natalidad, la fecundación in vitro y la ingeniería genética.
“I belonged to a new underclass, no longer determined by social status or the color of your skin.
No, we now have discrimination down to a science”
De todo lo anterior emergen muchas interrogantes:
¿De qué va el hombre?
¿Qué somos en realidad?
El hombre, el ser humano…
¿Es tan solo su código genético o es algo más?
¿Es el hombre una máquina más, medible, cuantificable?
¿Se puede definir un estándar humano, definir un hombre ideal del cual todos los demás no son sino aproximaciones cuantificables?
¿Somos un porcentaje respecto a un ideal dado o somos algo más?
¿Acaso esos límites habían sido mal definidos o es que el error es la simple idea de considerar al hombre como algo que puede ser objetivamente medido?
¿Qué seremos de nosotros luego de varias generaciones a la nuestra, si es que queda planeta para que las haya?
¿Qué tanto será de diferente el homo sapiens de hoy a los otros venideros?
¿Qué posibilidades tienen los “Hijos de Dios” en una sociedad monstruosamente configurada en torno al culto a lo perfecto?
“I not only think that we will tamper with Mother Nature, I think Mother wants us to”
Willard Gaylin
Gattaca es una película estadounidense del año 1997 escrita y dirigida por Andrew Niccol; y protagonizada por Ethan Hawke, Uma Thurman, Jude Law, Loren Dean, Alan Arkin, Gore Vidal, Xander Berkeley, Elias Koteas, Ernest Borgnine, Tony Shalhoub, Blair Underwood, Maya Rudolph, Lindsey Ginter y Jayne Brook.
Gattaca estuvo nominada ese año a un Oscar a la mejor dirección artística y se considera una distopía transhumanista.
Gattaca es una buena película que nos hace reflexionar sobre aspectos primordiales intrínsecos del ser humano:
La discriminación, la manipulación genética, la voluntad humana, el espíritu de superación, los sueños y objetivos por alcanzar, la perfección y la imperfección, la limitación adquirida, etc.
Cabe señalar que Gattaca no es una película moralista por naturaleza sino que está inscripta dentro de un thriller que tiene un asesinato como conflicto y es el mcguffin de todo el film.
A partir de allí, el guión irá dando oportunidades para incorporar en el relato una cantidad considerable de indirectas contra la discriminación y la limitación.
Gattaca cuenta una historia maravillosa, más allá de la superación personal, de como el destino no está escrito y como el esfuerzo y las ganas, muchas veces, pueden ser más importantes para llegar a un destino que el cómo o desde dónde se parta para lograrlo.
En Gattaca se nos presenta la visión biopunk de una sociedad conducida por la nueva eugenesia.
Los hijos de las clases media y alta son seleccionados mediante diagnóstico genético preimplantacional para asegurar que posean las mejores características hereditarias de sus padres.
La historia de Gattaca, según algunos sectores, alberga un razonable parecido al libro de Aldous Huxley “Un Mundo Feliz”, en lo referente a la manipulación genética, creando validos e inválidos, a los que se les pre asignara un trabajo u otro por su condición genética y básicamente nos plantea que el destino de una persona está marcado y sellado desde el mismo instante de su nacimiento.
O es que acaso puede el hombre luchar contra este y salir victorioso…
El título de Gattaca es una secuencia de ADN (g, t, c y a, como ATGCTAGATCGC ó Guanina, Adenina, Timina, Timina, Adenina, Citosina, Adenina...)
La simbología genética está omnipresente, el principal exponente de esto es la gran escalera espiral del apartamento del protagonista o el segundo nombre de Jerome, Eugene con la misma raíz griega que eugenesia.
Con tal genética, las barreras sociales se agrandarían hasta extremos inimaginables pues las generaciones restantes de "Hijos de Dios" se quedarían completamente obsoletas.
Esto, en primera instancia, es lo que intenta meternos en la cabeza Gattaca pero sin embargo, lo contradice con el espíritu infatigable de Vincent Freeman.
Ambientada en el futuro inmediato, en Gattaca no hay grandes efectos especiales y la ficción está sabiamente utilizada para prevenirnos de un posible mal que espera a próximas generaciones.
También podemos sacar en conclusión el uso responsable de la tecnología para beneficiar la calidad de vida y para armonizar el dinamismo social de futuras ciudades.
Y en ello es fundamental la intencionalidad que el hombre le da a las nuevas herramientas surgidas del avance científico en la que la mayor parte de los niños son concebidos in vitro y con técnicas de selección genética.
Así pues, Vincent Anton Freeman (Ethan Hawke) "Vincent" significa "conquistador" en griego y es un “Hijo de Dios”, uno de los últimos niños concebidos de modo natural, nacido con una deficiencia cardíaca y no le auguran más de treinta años de vida.
Se le considera un inválido y, como tal, está condenado a realizar los trabajos más desagradables.
Su hermano Anton, en cambio, ha recibido una espléndida herencia genética que le garantiza múltiples oportunidades.
Desde niño, Vincent sueña con viajar al espacio, pero sabe muy bien que nunca será seleccionado.
Durante años ejerce toda clase de trabajos hasta que un día conoce a un hombre que le proporciona la clave para formar parte de la élite:
Suplantar a Jerome Eugene Morrow (Jude Law), por cierto, "Eugene" significa en griego "bien nacido" y es la raíz de la palabra Eugenesia.
Jerome es un deportista que se quedó paralítico por culpa de un accidente.
En la casa del protagonista se puede ver una escalera de caracol que simboliza el modelo de hélice del ADN.
De este modo, Vincent ingresa en la Corporación Gattaca, una industria aeroespacial, que lo selecciona para realizar una misión en Titán.
Todo irá bien, gracias a la ayuda de Jerome, hasta que el director del proyecto es asesinado y la consiguiente investigación pone en peligro los planes de Vincent.
Ya sólo queda el final.
Y en él, por si quedaban dudas, un analista, un tecnólogo, refuta lo que aquel otro tecnólogo de la empresa de reproducción asistida les dijera a los padres de Vincent al principio de Gattaca.
Cuando ha superado todos los obstáculos y está a punto de embarcarse en su misión a Titán, Vincent se encuentra con un último control de fluidos.
Y, maldita sea, la empresa ha cambiado de improviso sus protocolos de análisis.
Vincent no lo ha previsto y es descubierto por el infalible instrumental.
Pero el analista ya sabía desde hacía tiempo que aquel hombre perfecto era un impostor (“Los diestros no se la cogen con la izquierda”)
Más aún, sabía que era un no válido.
Y le deja pasar.
“Ya te he hablado alguna vez de mi hijo.
No es todo lo que nos prometieron”, le comenta, mientras le indica que no se preocupe, colaborando así con el hombre que ha vencido en su propio terreno a los válidos.
Al sistema.
Y el tecnólogo sella así una suerte de rebeldía contra ese sistema genoísta que él, mejor que nadie, sabe que tiene fallos.
Durante toda Gattaca hay recogidas de muestras de tejidos corporales, tanto inconscientes, por ejemplo aspiradoras en los puestos de trabajo, como “voluntarias”, a los individuos se les hace extracciones, lo quieran o no.
Todo vale:
Sangre, saliva de los vasos, un cabello en un peine, una pestaña, restos de piel…
En la empresa donde trabaja Vincent, Gattaca, los empleados pasan constantemente por controles físicos y de análisis de fluidos.
Para ser contratados en la empresa, para acceder a ella a diario, controles rutinarios o por sorpresa, etc.
La policía también efectúa análisis de sangre cuando la ocasión lo permite: redadas, controles de carretera…
Existen interfaces que conectan los dispositivos analíticos y de recogida de muestras con bases de datos en las que se incluye toda la información del individuo en cuestión.
Es como llevar encima y a disposición del que lo quiera no sólo el ADN, sino todo el historial civil, penal, académico, profesional y clínico.
Y el perfil abierto de Facebook, si nos descuidamos.
Es la sociedad del control absoluto.
Cuando Vincent va a pasar su última entrevista para entrar en Gattaca le hacen un análisis.
“¿Y la entrevista?”, pregunta él.
“Era esto”, le responde el analista.
Es decir:
Las entrevistas de trabajo en el futuro se podrían limitar a un análisis de sangre u orina.
Y punto.
No necesitarían más.
Nada de escalas de valores, aptitudes o currículum.
Todos tus méritos estarían contenidos en el ADN.
Aunque veremos que eso no es cierto.
Ni siquiera en Gattaca, cuya moraleja principal es precisamente:
Ni la esencia del ser humano ni el destino están escritos en los genes.
El individuo es algo más que un genotipo:
Existen el ambiente, la suerte, el esfuerzo, la educación, la voluntad… el amor…
No obstante, Gattaca, retrata a una sociedad en la que la investigación ha dado lugar a transhumanos, cuya configuración genética es alterada desde el momento mismo de su concepción con el objeto de crear superhombres y supermujeres.
Son los válidos.
No tienen cualidades suprahumanas, pero poseen lo mejor de los humanos:
Inteligencias superdotadas y físicos perfectos.
Además de ello, toda tara como enfermedades hereditarias, obesidad, calvicie y otras muchas son eliminadas de raíz en la cocina genética.
Frente a ellos se encuentran los no válidos, también conocidos como “Hijos de Dios” o “Nacidos por Fe”, OJO la lectura religiosa es ENORME, y son aquellos miembros cuya configuración biológica aún ha dependido del azar, como único cauce existente hasta hace muy poco, y que conforman una nueva clase baja en la que un redefinido componente de la sangre vuelve a serlo todo.
El genoma se convierte así en una especie de currículum vítae que abre y cierra puertas por igual.
No es ésta una idea nueva, pues en nuestro mundo actual y no tan actual el mismo físico cualifica o descarta tajantemente para muy diferentes profesiones, independientemente de la voluntad, la ilusión o el esfuerzo.
La diferencia con lo que nos propone Niccol es que en este caso la posibilidad no nacería de la aceptada casualidad.
Si Dios representaba hasta este momento la codificación de ese azar inexpugnable a la hora de conformar la realidad humana, los posibles avances en investigación genética podrían sustituir esa idea de armonía y potencialidad indescifrable, y desde el momento mismo del nacimiento determinar en gran parte cuáles serían las únicas posibles decisiones del individuo.
El control sobre los individuos y su reticulación subsiguiente en un diagrama de poder viene prefigurado por una escritura genética que puede diseñarse previamente, antes del nacimiento.
El diseño genético está sujeto a su vez al nivel adquisitivo de los progenitores, con lo que en la base de esta sociedad eugenésica futura sigue habiendo una interpretación marxista de lo social entendiendo que el punto de vista económico rige el análisis.
La nueva división de clases que se establece aplicando este principio de perfección genética sigue estando estructurada económicamente, sigue siendo una división de clases que funciona según el principio de la perfección genética pero cuyo trasfondo es económico.
Sólo aquellos que posean riqueza material, monetaria, poseerán diseño genético de sus progenitores, lo que garantiza un buen status en la jerarquía social.
Los imperfectos, los parias, los pobres económicamente, marginados del proceso tecnológico genético, tendrán garantizado un puesto en las castas más bajas de la sociedad, limpiadores concretamente, lo que garantiza el mantenimiento de una estructura social profundamente dividida en clases.
Clases cuyo status o explicación viene además ratificado por la calidad de los genes y esta calidad, gracias a la tecnología genética queda garantizada por el nivel adquisitivo.
La selección natural, que no sabe de clases sociales, hasta ahora había producido sujetos inmejorables en las clases bajas y altas de manera aleatoria obedeciendo a las leyes genéticas en su estado natural, es decir, sin intervencionismo técnico.
“How do you hide when you're running from yourself?”
Todo Gattaca es una crítica frontal al determinismo biologicista y se plantea como una denuncia a la selección artificial de los perfectos genéticamente.
Los seres humanos pulcros y elegantes con una código limpio de deformaciones no son tan maduros ni capaces como se podría augurar.
La selección que el hombre realiza no parece mejor que el proyecto original.
La madre de Vincent, el protagonista, confiaba más en Dios que en los consejos de su genetista.
La consecuencia fue que nació con una lesión cardiaca pero también con una férrea voluntad por llegar a las estrellas.
Vincent está marcado por una fuerza espiritual que le hará capaz de vencer los condicionamientos genéticos y presentarse falsamente como un parámetro de perfección.
Con ello logrará su sueño de viajar a las estrellas.
Aquí la navegación espacial se trata ante todo de una experiencia espiritual de acercarse al sentido sumergiéndose en el Universo.
Esta opción viene especialmente subrayada en el final.
Tras el suicidio de Jerome, el hombre perfecto roto, el protagonista lee su carta-testamento desde la nave que cumple sus sueños:
“A pesar de ser alguien no apropiado para este mundo debo confesar que de pronto me resulta difícil abandonarlo.
Dicen que cada átomo de nuestro cuerpo formaba parte de una estrella.
Quizás no me voy.
Quizás vuelvo a casa”
Es clave el análisis de esto texto que confirma lo que visualmente hemos contemplado.
El hombre sumergido en el Universo se encuentra con su ser más definitivo, con el Dios del que forma parte.
La afirmación final, al identificar el cuerpo-identidad con las estrellas disuelve lo personal en el alma del Universo, en el único espíritu del Cosmos.
Así morir tras la muerte, el espíritu de Jerome sigue viviendo en la inmortalidad espiritual de un Universo interconexionado espiritualmente.
Nada demasiado alejado ni demasiado nuevo respecto a los viejos panteísmos.
Esta frase difícil de Eclesiastes 7/13 nos coloca ante el dilema que plantea Gattaca.
La interpretación del sentido es controvertida.
Lo más probable es que se trate de un aviso contra la debilidad humana que en los días buenos alaba a Dios con entusiasmo, y en los días malos se queja y pregunta.
Así el autor exhortaría a la piedad a Dios contemplando la creación y resaltando que permanece el enigma de lo bueno y lo malo, de lo derecho y lo torcido.
En alguna forma el enigma permanece en Dios.
Desde esta interpretación la exhortación del Eclesiastes es apropiada.
Pero no hay que ocultar que una formulación así plantea dos problemas.
El primero es teológico, si Dios es el responsable de lo torcido, ¿es acaso responsable del mal?
Asunto bastante difícil porque endosa a una pretendida pedagogía divina, la existencia del mal.
El segundo es antropológico, lo único que le queda al hombre es la resignación ante lo torcido.
A ambas cuestiones se quiere acercar Gattaca.
La segunda frase colocada en el prólogo de Gattaca es una contradicción y a la vez respuesta a la pregunta bíblica.
Es una afirmación realizada por Willard Gaylin cofundador del Hansting Center, instituto pionero en la investigación y la reflexión bioética.
“No sólo creo que podamos alterar la Madre Naturaleza creo que ella lo quiere así”
Aquí hay una reivindicación muy fuerte de las posibilidades de corrección genética que busca superar las enfermedades y limitaciones humanas.
La propuesta de Gattaca dará la vuelta al contenido de esta segunda afirmación.
No se trata de alterar la naturaleza genéticamente sino de superarla desde le espiritualidad que ella misma entraña.
La pureza genética no elimina el sufrimiento, como puede verse en el caso de Jerome Eugene Morrow.
Ni tampoco el fracaso, como también se comprueba cuando Vincent salvará en dos ocasiones a su hermano perfecto Anton en un mar contaminado.
Así pues, la mejora genética no garantiza la mejora humana, la mayor calidad genética no es sinónimo de mayor humanidad.
Y aquí el factor espiritual es el elemento diferenciador decisivo.
Hasta aquí la conformidad con la crítica biologicista de este nuevo paralelo del “Brave New World” de Aldous Huxley.
Sin embargo, la propuesta final ensambla el proceso de la madre naturaleza inspirada espiritualmente con el designio del Dios de la pregunta inicial.
Parece querer decir, que la naturaleza tiene una fuerza espiritual interna que le permite auto superarse hacia la vida cada vez más plena.
Y esta vida es más perfecta y suprema que los simples códigos genéticos de la ingeniería humana, y es Dios mismo.
Así la naturaleza misma tiene una fuerza espiritual capaz de hacer culminar el propio designio.
Lo torcido está llamado a enderezarse en el cosmos universal que es en el fondo Dios supremo y único.
La plenitud escatológica es un despliegue de la misma fuerza espiritual de la vida que está llamada a un progresivo perfeccionamiento de plenitud.
Así el viaje a las estrellas continúa.
“In a few short years, scientists will have completed the Human Genome Project, the mapping of all the genes that make up a human being.
We have not evolved to the point where we can direct our own evolution”
Las acusaciones de inmoralidad respecto a la manipulación genética proceden tanto de sectores religiosos como laicos.
La primera categoría se basa en lo supuestamente inapropiado del hecho de que los seres humanos se coloquen a sí mismos en el lugar de Dios.
Este punto de vista está ejemplificado por la declaración del Vaticano de 2002 “Comunión y Corresponsabilidad”:
Personas humanas creadas a imagen de Dios, en la que se declara que “cambiar la identidad genética del hombre como persona humana mediante la producción de seres infrahumanos es radicalmente inmoral”, puesto que tal cosa supondría que “el hombre tiene pleno derecho de disponer de su propia naturaleza biológica”
Al mismo tiempo, califican la creación de un superhombre o de un ser espiritualmente superior como “impensable”, dado que la verdadera perfección sólo puede provenir de la experiencia religiosa.
La segunda categoría se centra en los intentos de alcanzar las metas humanistas mediante la modificación genética de los embriones humanos para crear “bebés de diseño”
Estaría moralmente mal que los humanos modificaran aspectos sustanciales de sí mismos, o de sus hijos, en un intento de superar limitaciones universales como el envejecimiento, la mortalidad, y la limitación biológica de las habilidades cognitivas o físicas.
Los intentos de mejorarse a sí mismos a través de tal manipulación conllevarían eliminar las barreras que forman el necesario contexto de la experiencia humana y su libertad de elección.
Llevado al extremo, esto podía llevar a la creación y esclavización de monstruos tales como clones humanos, quimeras y biorrobots.
La posibilidad de llegar a tales escenarios ha provocado peticiones de una prohibición o moratoria indefinida internacional sobre la ingeniería genética en humanos.
Cada vez es más cercano el planteamiento pesimista que propone Gattaca en cuanto a manipulación genética, y eso la hace símbolo de reflexión acerca de nuestra sociedad.
Gattaca es un fiel ejemplo de superación y de voluntad humana, nos enseña que nada ni nadie nos puede sacar nuestros anhelos de mejorar y lograr nuestros ideales tan supremos.
Pero la ciencia avanza, muchas veces a nuestras espaldas.
Gattaca es una llamada de atención, un aviso sobre las posibilidades más inquietantes, y más esperanzadoras, de una tecnología, la genética, que avanza cada vez más rápidamente, al margen de los diversos debates éticos y morales que suscita.
No es posible ver Gattaca sin reflexionar acerca del tema que plantea y que, tal vez, sea más importante que la propia película.
¿Es ético modificar el genoma?
La respuesta es clara cuando hablamos de evitar el cáncer, la hemofilia, el síndrome de Down o muchas otras enfermedades.
Pero si la modificación es ética para curar o evitar enfermedades…
¿Cuál es el límite de lo que consideramos enfermedad?
¿Está justificada para la miopía o para la calvicie?
¿Y para obtener una estatura correcta, ojos azules y piel clara?
¿Dónde está el límite?
El límite es el cielo.
Todo es posible en esta vida.

“For someone who was never meant for this world, I must confess I'm suddenly having a hard time leaving it.
Of course, they say every atom in our bodies was once part of a star.
Maybe I'm not leaving... maybe I'm going home”


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