Hello, Dolly!

“It's so nice to have you back where you belong”

La casamentera es una persona que trata de arreglar los matrimonios a título oficial o no oficial.
Muchas culturas utilizan casamenteros como un medio serio en la determinación de los matrimonios apropiados para los miembros de la comunidad.
En ocasiones, tienen fama de ser entrometidos pero muchos creen que son una parte esencial y beneficiosa de una cultura, y ayudan a garantizar el futuro de la comunidad, los valores y tradiciones familiares.
En las culturas donde los matrimonios concertados siguen siendo una gran parte de la tradición, el “matchmaking” es un trabajo serio.
Mientras que en los tiempos modernos, las familias son las responsables de llevar a la joven pareja en conjunto, una parte exterior aún puede desempeñar un papel importante.
En algunas tradiciones como en la hindú y la china, el emparejamiento se basa en parte en la astrología y el horóscopo.
El descubrimiento de la compatibilidad y la idoneidad de las dos familias es una parte importante del trabajo de un casamentero.
Normalmente, el emparejamiento se realiza en las culturas donde la unidad familiar es un concepto muy valorado, y el divorcio es a menudo seriamente despreciado.
La casamentera es la encargada de unir a dos familias, de forma pacífica y permanente, por lo que la relación entre los dos grupos en ocasiones es incluso más importante que la compatibilidad de la pareja.
Esta teoría tiene pruebas psicológicas considerables en apoyo de su veracidad, ya que muchos expertos creen que uno de los mejores indicadores de cómo una pareja se lleva bien es qué tan bien como a sus familias entre sí.
Si bien el papel de la casamentera ha cambiado sobre todo de una toma de decisiones a sólo un facilitador, siguen manteniendo un papel importante en las costumbres matrimoniales de muchas culturas.
Los servicios o agencias matrimoniales también se han convertido en un medio para quienes no han tenido el tiempo de buscar una pareja compatible.
“Eighty percent of the people in the world are fools and the rest of us are in danger of contamination”
Hello, Dolly! es una película musical estadounidense de 1969.
Gene Kelly la dirigió y el guión es de Ernest Lehman, adaptado de la obra de Broadway "The Matchmaker, Hello, Dolly!"
El reparto incluye a Barbra Streisand, Walter Matthau, Michael Crawford, Marianne McAndrew, E.J. Peaker, Tommy Tune, David Hurst y Louis Armstrong, quien llegaría al número uno de las listas con la canción principal de la película con música y letras de Jerry Herman.
Hello, Dolly! ganó tres Oscar a la Mejor Banda Sonora Adaptada, Sonido y Decoración, además fue nominada para los premios relativos a la mejor película, vestuario, fotografía y montaje.
Hello, Dolly! es posiblemente el último musical clásico.
Los años 70 iban a cambiar la concepción del cine americano a golpe de crisis, guerra en Vietnam, pesimismo nacional y la aparición del cine independiente.
Así pues el tono vitalista de este estupendo musical no encajaba en el momento.
Sin embargo, Hello, Dolly! se apoya en una historia muy liviana, pretexto para dar cabida a canciones y baile, que se sitúan en escenarios singulares:
Un restaurante, un parque, alrededores de una capilla.
De hecho, Hello, Dolly! está libre de elementos contradictorios con el tono general del relato, de ahí que el guión creara una historia de enredos amorosos incontaminados, ingenuos e hilarantes.
Pero como la historia es dilatada ahora es momento de apreciar en su justa medida la estupenda dirección del eterno Gene Kelly, las acrobáticas y precisas coreografías de sus números musicales, sus pictóricas y cromáticas composiciones visuales, los espectaculares decorados, el abundante y exquisito vestuario y, cómo no, el libreto musical y las interpretaciones de una magnífica Barbra Streisand, del eterno gruñón Walter Matthau, del jovial cantante Michael Crawford y, en general de todo su reparto.
Hello, Dolly! posee además un último recuerdo, a manera de cameo musical, del ENORME Louis Armstrong.
Hello, Dolly! es sobre todo un musical al servicio de la música y el baile.
Abunda el humor visual y verbal, rico en espontaneidad y naturalidad, basado en la sorpresa, la exageración, la incongruencia y la severidad trasnochada.
La acción tiene lugar en Yonkers y en New York City, en la última década del siglo XIX, a lo largo de un fin de semana, con un epílogo posterior.
Hello, Dolly! narra la historia de Dolly Levi (Barbra Streisand), de mediana edad, casamentera, oficio en el que goza de acreditada fama.
Apoyado en ella, busca para sí el mejor partido disponible en New York, un próspero comerciante, bastante rico, Horace Vandergelder (Walter Matthau), que contrata sus servicios para que presente su sobrina Ermengarde Vandergelder (Joyce Ames) a jóvenes de New York, para que olvide a su novio, un artista pintor sin fortuna y sin futuro.
Horace considera que en su casa falta un toque femenino.
Ahora, las cosas no son como aparentan, Ermengarde tiene un pretendiente que no es del agrado del tío Horace, sus empleados de confianza Cornelius Hackl (Michael Crawford) y Barnaby Tucker (Danny Lockin), abandonan su empresa para buscar el amor y lo más grande, la casamentera que contrató, Dolly Levi, está enamorada!
¿Adivine de quien?
Mientras está con Horace, Dolly lo convence a él, a sus dos empleados, a la sobrina de Horace y a su pretendiente para ir a Nueva York.
En Nueva York ella empareja a los empleados de Vandergelder con la mujer, y a su asistente, que él ha estado cortejando con la ayuda de Dolly, quien secretamente tiene planes de boda con Horace Vandergelder.
Finalmente Horace termina sucumbiendo a los encantos de Dolly y le declara su amor.
La presencia de Dolly en el manejo de las distintas situaciones es sobresaliente, Barbra le da su aporte de actriz impecable en voz y encanto personal.
El desarrollo de Hello, Dolly! en los distintos sets de la Twentieth Century Fox son brillantes, especiales y bellamente realizados y ambientados.
Barbra Streisand, en su segunda película, acababa de ganar un Oscar en su debut cinematográfico con “Funny Girl” y tenía un contrato con la productora de la película que la obligaba a protagonizar otros dos musicales.
Barbra Streisand tenía entonces 27 años y a pesar de su ya consagrado estrellato, era por entonces una recién llegada al mundo del cine.
El papel de Hello, Dolly! estaba escrito para una mujer con más años y su coprotagonista, Walter Matthau había sido escogido con esa perspectiva.
Probablemente Streisand no contó con muchas simpatías en el set de filmación, ya fuese por su reciente éxito en “Funny Girl” o por las diferencias generacionales con el director y con Matthau.
Los conflictos durante la filmación de Hello, Dolly! se airearon y la prensa del corazón hizo su agosto, pero a pesar de ello Hello, Dolly! fue un rotundo éxito comercial en su época, que ha continuado reportando grandes beneficios en las ventas en formato vídeo y aún es considerada uno de los últimos grandes musicales de Hollywood.
En Hello, Dolly! vemos que la lucha de sexos es, también, fuente de comicidad.
Dolly halaga y, a la vez, irrita el orgullo de Horace y no duda en amenazar la prosperidad de su negocio para conseguir sus objetivos.
La recreación de New York City en 1890, el vestuario, la animación de las calles, los coches tirados de caballos, los tranvías de mulas, etc., crean un ambiente mágico y de ensueño, que enriquece y eleva Hello, Dolly!
New York es el símbolo de la modernidad, la prosperidad, la alegría y el amor.
La canción de "Hello Dolly" es mi favorita así como "Love Is Only Love", "Before The Parade", "Put On Your Sunday Clothes", "Dancing", "It Only Takes A Moment", "It Takes A Woman" y "Ribbons Down My Back"
La Orquestación de la banda sonora es magistral.
Lo mejor de Hello, Dolly! sin lugar a dudas son los grandes números musicales de masas, y en especial, la colaboración entre dos leyendas tan grandes como Barbra Streisand y Louis Armstrong.
“It takes a woman to quietly plan to take him and change him to her kind of man and to gently lead him where fortune can find him and not let him know that the power behind him was that dainty woman, that fragile woman, that sweetheart, that mistress, that wife”
Hay que señalar que Hello, Dolly! hace aguas en cuanto al poder de la historia, tan vital en el musical como en cualquier otro género.
A este guión le falta ironía y algo de humor negro, partiendo de la base de que se supone que su personaje principal así es; pero además, la vertiente dramática de la trama y su posicionamiento en cuanto a la historia:
La lucha de clases, el papel de la mujer en la sociedad, el envejecimiento de la burguesía, son tocados de manera excesivamente superficial, misógina y paternalista, incluso para los años en que Hello, Dolly! se realizó.
Aquellos musicales que hicieron furor en los escenarios más prestigiosos y en los cines a los que el público acudía en masa son patrañas.
Patrañas donde se canta y se baila todo el rato, donde los sentimientos y los acontecimientos se expresan mediante una explosión de coloridas imágenes en incansable movimiento, música, letras armoniosas y coreografías apoteósicas. Mediante vestuarios que no reparan en derroches, mediante ambientaciones preciosistas y, por encima, una capa de inextinguibles ganas de vivir.
Son obras del Séptimo Arte que se distinguen, en la mayoría de los casos, por sus guiones ligeros y revoloteadores como pájaros, por sus finales felices y por no transmitir en absoluto la realidad como es, sino como nos gustaría que fuera.
Las fantasías de la gente corriente.
Cuando ves un musical como Hello, Dolly! tienes varias alternativas.
Desdeñarlo por tonto e insustancial, quedarte a medias porque puedas apreciar ciertas cualidades, o bien dejarte engañar por el brillo, zambullirte y disfrutarlo sin pensar y aceptando sus premisas.
Porque los musicales están diseñados para la gente que sabe que nunca podrá cantar y bailar como Barbra Streisand, luciendo un despampanante vestido dorado, descendiendo por una elegante escalera con alfombra roja y con el mundo a sus pies.

“It takes a woman all powdered and pink to joyously clean out the drain in the sink!”


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