Le Fil

Son muchas las circunstancias que llevan a una persona a dejar su país.
Unos salen voluntariamente, otros se ven forzados a hacerlo por amenazas o razones políticas.
Otros van en busca de mejores oportunidades laborales, económicas o de estudios.
Al salir del país trae como consecuencia el choque cultural, el cual es un término utilizado para describir la ansiedad y los sentimientos, ya sea de sorpresa, desorientación, confusión, etc., causados en un individuo por el contacto con un medio social totalmente distinto.
El choque cultural se relaciona frecuentemente con la incapacidad de asimilar la nueva cultura, creando dificultades en saber qué es apropiado y qué no.
Frecuentemente se combina con un fuerte rechazo, sea moral o estético, a ciertos aspectos de esa cultura ajena.
A pesar de que el choque cultural puede ser una experiencia dolorosa, es también una gran oportunidad para redefinir nuestros objetivos en la vida.
Es decir, es una gran oportunidad para aprender a integrar diferentes perspectivas.
El choque cultural puede llevarnos a desarrollar más consciencia de nosotros mismos y estimular nuestro crecimiento personal.
Le Fil es una película francesa del año 2009 dirigida por Mehdi Ben Attia, y escrita por el mismo junto a Olivier Laneurie.
Protagonizada por Claudia Cardinale, Antonin Stahly-Vishwanadan, Salim Kechiouche, Driss Ramdi, Ramla Ayari, Ali Mrabet, Abir Bennani y Rihab Mejri.
Le Fil es la ópera prima de Mehdi Ben Attia, filmada en el deslumbrante y asfixiante paisaje tunecino, que refleja por medio de las turbaciones emocionales de su héroe, los conflictos sociales y de clase que subyacen entre el conservadurismo de la vida en África y el cosmopolitismo de la vida en Francia.
Le Fil narra un choque de culturas y de clases tremendo, muestra nuestros vacíos existenciales, nuestra necesidad de ser amados tal cual somos y de la poderosa influencia que tienen en nuestras vidas las figuras paternas.
Le Fil posee unas actuaciones rescatables, a excepción de la ENORME y siempre bella tunecina Claudia Cardinale, quien representa maravillosamente a una madre afligida por el rumbo que su hijo está tomando en su vida.
Aún con el protagonista atado a “la cuerda”, en ocasiones Le Fil se pierde en su argumento y da muchas vueltas para volver a caer en lo mismo.
La trama gira en torno a Malik (Antonin Stahly-Vishwanadan) quien vuelve a su ciudad natal, Túnez, después de vivir en Francia, porque su padre ha muerto.
En la mansión de su madre (Claudia Cardinale), se ve confrontado, no sólo con el duelo y los recuerdos de su infancia, sino con la necesidad de confesar su homosexualidad a su madre, y de responder a la atracción que siente por Bilal (Salim Kechiouche), el joven que cuida del jardín.
En Le Fil también encontré el significado de esa “cadena” o “cuerda” real o imaginaria, como un símbolo del “cordón umbilical freudiano”, y me di cuenta que había mucho realismo en su representación.
Le Fil es un reflejo de la realidad que muchos hombres homosexuales deben sacrificar y/o evitar al “poner en peligro” la vida de su familia ante “el qué dirán” obligados a vivir un mundo heterosexual, a pesar del final feliz que reafirma los valores conservadores de familia.
Por otra parte, Sigmund Freud acudió al Edipo Rey de Sófocles para indicar que el ser humano desea el incesto de forma natural y cómo es reprimido ese deseo.
El Complejo de Edipo fue descrito por Freud como una fase del desarrollo psicosexual y de madurez.
También se fijó en los estudios antropológicos sobre totemismo, argumentando que reflejan una costumbre ritualizada del Complejo de Edipo.
Por ejemplo, hablar con los padres acerca de la homosexualidad de su hijo puede ser difícil para ellos, sino en apariencia imposible.
Si han escuchado algunos comentarios anti gays en sus padres u otros cercanos a ellos, podría contribuir a aumentar su temor.
En ocasiones estos jóvenes se escapan de casa porque sienten que no podrán afrontar la reacción de sus padres.
Las minorías sexuales critican la teoría de Freud por considerar a la homosexualidad como una perversión.
No obstante, el término «perversión» dentro del marco teórico freudiano no lleva una carga peyorativa, sino que refiere a cualquier práctica sexual que se "desvíe" o aparte del objetivo de la reproducción, siendo de esta manera un concepto teórico despojado de todo juicio moral.
El gran impacto cultural de las teorías de Freud sobre el desarrollo psicosexual y posiblemente una falta de rigor u objetividad en su interpretación popularizó la idea de la homosexualidad como una enfermedad, aumentando en la primera mitad del siglo XX la internación de homosexuales en institutos de salud mental.
Pues resulta que la homosexualidad es aún un tema tabú y casi siempre ilegal en el mundo árabe, excepto en Líbano y en Marruecos se registran los primeros intentos de promover la despenalización de la orientación sexual.
En casi todos los Estados Árabes, la homosexualidad se castiga, al menos teóricamente, con penas que van de dos meses de cárcel en Argelia, a diez años en los Emiratos Árabes, o a pena de muerte en Arabia Saudí, Yemen y Sudán.
Por su parte, Jordania, Iraq y Egipto carecen de legislación al respecto, pero tampoco toleran esta tendencia sexual:
Los tribunales de El Cairo condenan rutinariamente a los gays bajo la acusación genérica de “depravación moral”
Entre los demás países, Marruecos parece tener el mayor potencial para crear una asociación, quizás Jordania también pero lo prohíbe la ley...
Por otra parte, no todas las leyes contra la homosexualidad hacen referencia a las lesbianas, porque el tabú social en este caso es todavía más fuerte que el referido a los hombres.
Es decir, ellas tienen la parte práctica un poco más fácil porque “cuando dos chicas se juntan suscitan menos sospechas” y porque “la idea del hombre gay choca más que la de la mujer lesbiana:
El hombre atentaría contra la imagen del árabe viril”
Aunque desde Iraq a Marruecos se considera normal cierto contacto físico entre hombres como tomarse de la mano, besarse en las mejillas, precisamente los gays suelen evitarlo para no dar lugar a comentarios.
Numerosos teólogos musulmanes aseguran que la homosexualidad es una degeneración de las costumbres traída por Occidente y asociada a la pérdida de valores islámicos.
En realidad, la homosexualidad ha sido una práctica conocida e incluso celebrada durante siglos en la cultura árabe, turca y persa.
Como por ejemplo, uno de los poetas árabes más famosos de la historia es Abu Nuwas, del siglo VIII, que hoy se sigue estudiando en todas las facultades de literatura árabes.
Dedica la mayor parte de sus versos a cantar los placeres del vino y el sexo con sus amantes, siempre masculinos.
La primera vez que su obra poética fue mutilada para ser reeditada fue en El Cairo en 1932.
Hasta entonces se le leía en versión no censurada.
A menudo, los detractores de la homosexualidad asocian esta tendencia a la prostitución masculina, bastante común en algunas ciudades del sur de Marruecos, gracias al turismo sexual europeo.
Otros acusan a los defensores de los derechos gays de “occidentalizados” o pertenecer a una élite europea sin contacto con su sociedad.
Algo no sólo equívoco, la homosexualidad fue una práctica admitida durante siglos en la civilización islámica.


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