Beautiful Boy

“A true story of addiction, survival and family”

David Sheff, hoy de 64 años, es un autor estadounidense de los libros más vendidos del New York Times:
“Clean: Overcoming Addiction and Ending America's Greatest Tragedy” y las memorias:
“Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction” (2008) que describe cómo su familia lidió con la adicción a la metanfetamina de su hijo Nic.
Este último libro surgió del artículo “My Addicted Son”, que Sheff había escrito para The New York Times Magazine en 2005; y la perspectiva de su hijo, Nic Sheff, se contó en su propia memoria:
“Tweak: Growing Up on Methamphetamines” que relata sus años de adicción bajo su propia experiencia; y también ha escrito un libro de memorias, también “de seguimiento” llamado “We All Fall Down: Living with Addiction” (2011)
David Sheff es originario de Boston, Massachusetts; y su familia es de ascendencia judía rusa; ahora vive en el norte de California con su esposa, Karen Barbour, una artista, ilustradora y autora de libros infantiles; y tiene 3 hijos:
Nic, Jasper y Daisy Sheff.
David Sheff es periodista, y ha escrito para The New York Times, Rolling Stone, Playboy, Wired, Fortune y All Public Considered de National Public Radio; y entre los entrevistados se incluyen:
John Lennon, Frank Zappa, Steve Jobs, Jack Nicholson, Carl Sagan, entre otros.
Además de “Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction” (2008), Sheff escribió los libros:
“Game Over”, “China Dawn” y “All We Are Saying: The Last Major Interview with John Lennon and Yoko Ono”
En Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction” (2008), Sheff como periodista experto, tuvo una misión urgente, y se impuso a la ira y la desesperanza que sentía por la aflicción de su hijo al recurrir a grandes reservas de amor y disciplina para investigar lo que podría ayudar, primero como padre y luego, en este libro, como reportero y defensor.
Su tolerancia y claridad de cabeza, podrían servir de ejemplo para Estados Unidos, ya que enfrenta su problema de drogas.
Él ha prestado un servicio vital, al recopilar consejos sensatos sobre un tema para el cual, el asesoramiento sensato es escaso.
Así, el libro en cuestión, cubre una parte importante de la vida de Nic, y se ocupa de las dificultades del anciano Sheff, sobre cómo responder a un hijo a quien ama, pero que también es un peligro para su familia.
Y es que Nic le roba el dinero a sus hermanos menores, y es arrestado por posesión en frente de ellos, por lo que Sheff se ve obligado a instalar un sistema de seguridad para evitar que Nic entre.
Con todo, Nic asiste a muchas rehabilitaciones a lo largo del relato, e incluso con ello, recae muchas veces.
El período de sobriedad más largo que Nic tuvo, antes de su última recaída en las memorias, fue de casi 2 años; luego recayó una vez más, y entró en tratamiento definitivo.
Al final de las memorias, Sheff nos dice que Nic ha estado sobrio 1 año; y espera con todo su corazón, que esta será la última vez, y cree en él una vez más.
Pero en su mente, él sabe que una recaída puede volver a ocurrir fácilmente, y que será muy difícil para Nic, su familia, y para él mismo.
Otro tema a lo largo de las memorias, es Sheff preguntándose, cuánto tiene que culparse, y qué podría haber hecho para prevenir la adicción de su hijo.
A lo largo de las memorias, Sheff asiste a numerosas reuniones de “Al-Anon” y sesiones de terapia.
En estas sesiones diferentes, se le informa continuamente de las 3 C:
Usted no lo causó, usted no puede controlarlo, y usted no puede curarlo.
Pero Sheff tiene dificultades para aceptar estas declaraciones a lo largo de las memorias, sin embargo, al final dice que ha llegado a aceptar 2 de “las C”, que no puede controlarlo, y que no puede curarlo.
Y se da cuenta de que ha hecho todo lo que puede hacer para tratar de ayudar a su hijo, y sabe que le toca a Nic, resolver sus propios problemas; al tiempo que se da cuenta de que la única manera en que Nic se recupere completamente, es si él mismo descubre las cosas por sí mismo.
“¿Qué le había pasado a mi hermoso niño, a nuestra familia… qué hice mal?
Esas son las preguntas desgarradoras que atormentaron cada momento del viaje de David Sheff, a través de la adicción a las drogas de su hijo Nic, y los pasos tentativos hacia la recuperación.
Y es que antes de que Nic Sheff se volviera adicto a la metanfetamina, él era un niño encantador, alegre y divertido, un atleta universitario, y un estudiante de honor, adorado por sus 2 hermanos menores; y después de la metanfetamina, era un espectro tembloroso, que mentía, robaba y vivía en las calles...
De esa manera, David Sheff rastrea las primeras señales de advertencia sutiles:
La negación, las llamadas telefónicas a las 3am:
¿Será Nic, la policía… el hospital?
Y luego vienen las rehabilitaciones…
Su preocupación por Nic, se convirtió entonces en una adicción en sí misma, y la preocupación y el estrés obsesivos, tuvieron un tremendo impacto en él y en toda su familia; pero como periodista, David investigó instintivamente todas las vías de tratamiento que podrían salvar a su hijo, y se negó a renunciar a salvarlo.
Por ello, el libro es una memoria ferozmente sincera, que trae inmediatez a la montaña rusa emocional de amar a un niño que parece estar más allá de la ayuda.
Y en la otra perspectiva:
“Tweak: Growing Up on Methamphetamines”, nos dice el propio Nic Sheff, que estaba borracho por primera vez a los 11 años; y en los años siguientes, solía fumar marihuana, consumir cocaína y éxtasis; y desarrollar adicciones a la metanfetamina cristalina y la heroína.
Aun así, sintió que siempre sería capaz de renunciar, y de armar su vida cada vez que lo necesitaba.
Y se necesitó una recaída violenta, un verano en California, para convencerlo de lo contrario.
En una voz cruda y honesta, Nic no escatima ningún detalle al contarnos la historia convincente, desgarradora y verdadera de su recaída, y el camino hacia la recuperación; mientras observamos cómo él se sumerge en las profundidades mentales y físicas de la adicción a las drogas, nos pinta una imagen de una persona en desacuerdo con su pasado, con su familia, con sus sustancias y consigo mismo.
Por tanto, debe ser deprimente leer esas memorias, y ver cuántas oportunidades tuvo para unir su vida, y que todavía no lo ha hecho… pero admite que es inseguro, y que el sentimiento vacío de inutilidad, impulsa su necesidad de complacer a los demás, y su adicción a las drogas; pero luego hace cosas para autodestruirse, que son simplemente increíbles.
Las memorias se convirtieron en una especie de hito; una historia dolorosa y personal de la batalla con la que un padre trató de luchar para salvar a su hijo.
El libro se convirtió en un éxito de ventas internacional, e hizo de David Sheff, una de las voces más destacadas del país sobre la adicción, no como médico, adicto o experto académico, sino como padre.
De hecho, Sheff ha seguido intentando descubrir un camino para poder ayudar a salir de la adicción, y presenta esa ruta en su nuevo libro, “Clean: Overcoming Addiction and Ending America's Greatest Tragedy”
Pero por “Beautiful Boy” ganó un premio por “su contribución sobresaliente para promover la comprensión de las adicciones” de La Asociación Americana de Psicología; siendo galardonado con El Premio a Los Medios de 2013, del Colegio para Problemas sobre La Dependencia de Las Drogas (CPDD) y El Premio a Los Medios de Comunicación de La Sociedad Americana de Adicciones (ASAM) de 2017.
Hoy, Sheff forma parte de los consejos asesores del Programa del Campus de Jed y Clinton Health Matters, diseñados para ayudar a los colegios y universidades a promover el bienestar emocional, y en la programación de salud mental, al reducir el abuso de sustancias, y prevenir el suicidio entre sus estudiantes.
También es miembro honorario de La Junta de la International Bipolar Foundation.
¿Cuántas veces podemos tropezar hasta abandonar… y qué límites tiene la incondicionalidad?
“Everything?”
Beautiful Boy es un drama del año 2018, dirigido por Felix Van Groeningen.
Protagonizado por Steve Carell, Timothée Chalamet, Maura Tierney, Amy Ryan, Christian Convery, Kaitlyn Dever, Oakley Bull, Amy Forsyth, Stefanie Scott, Julian Works, Jack Dylan Grazer, Kue Lawrence, Marypat Farrell, Mandeiya Flory, entre otros.
El guión es de Luke Davies y Felix Van Groeningen; basados en las memorias:
“Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction” de David Sheff, y “Tweak: Growing Up on Methamphetamines” de su hijo Nic Sheff; padre e hijo que contaron en sendos libros autobiográficos, su experiencia con la adicción del hijo, para hacer un alegato contra las adicciones, que como ha dicho Timothée Chalamet:
“En EEUU es una crisis que deja más muertos que los accidentes de tráfico o las armas”
Como dato, el coguionista Luke Davies, es un adicto en recuperación; y durante los años 80, Davies desarrolló una dependencia de la heroína, lo que lo llevó por un camino de autodestrucción; pero logró superar su adicción en 1990, y más tarde, convirtió sus experiencias en la novela “Candy”, publicada a mediados de 1998; que se convirtió más tarde en una película en 2006, con el mismo Luke Davies coescribiendo el guión.
En esta ocasión, el título de esta película, y el libro en el que se basa, proviene de la canción de John Lennon, “Beautiful Boy (Darling Boy)”
Y como curiosidad, el autor David Sheff, entrevistó a John Lennon y Yoko Ono en los meses previos al lanzamiento de su álbum “Double Fantasy” en 1980; a solo 3 semanas después de su lanzamiento, Lennon fue asesinado, el 8 de diciembre de 1980.
El rodaje comenzó en marzo de 2017, y se rodó hasta mayo de 2017 en Los Ángeles y San Francisco.
El diseñador de producción, Ethan Tobman, usó la casa de la serie de televisión, “Big Little Lies” para un set, realizando numerosas modificaciones, incluso en los mostradores.
Este es un drama desgarrador sobre el abuso de drogas, y la relación entre un padre, David Sheff (Steve Carell), y su hijo Nicholas “Nic” (Jack Dylan Grazer/Timothée Chalamet), donde se explora, cómo la adicción afecta la relación paterno-filial, al resto de la familia y el ambiente circundante; pero todo es visto y analizado a través de los ojos del padre, que observa a su hijo mientras lucha contra la enfermedad de la drogodependencia.
Así, la adición toma el mando de sus vidas, y no tiene límites; donde la dopamina vampiriza al joven, que desde entonces tratará de llenar un vacío cíclico e insaciable.
De esa manera asistimos a través de esta problemática, tantas veces narrada, una verdadera lacra social presente en todas las clases sociales, a todo un viaje emocional; y se nos promete un viaje frenético, donde habrá euforia, desesperación, culpabilidad, negación y odio.
Porque esta historia es de amor paternal, una obra de descripción y sentimiento, donde Sheff retrata la adicción y su confusión de manera inmediata, pero de manera informativa y desgarradora.
Y en su búsqueda de la curación, es una fascinante historia de suspenso, que iluminará y obligará a cualquiera que haya lidiado con la adicción, y a cualquiera que haya criado un niño.
Por ello, la historia de los Sheff es honesta, reflexiva y profundamente conmovedora; y lamentablemente es una historia muy relevante para nuestros tiempos difíciles; cuando uno de nosotros dice la verdad, hace que sea más fácil para todos abrir nuestros corazones a nuestro propio dolor, y al de los demás.
En última instancia, de eso se trata Beautiful Boy, de la verdad y la curación pero en todos los frentes; y funciona en un plano emocional, afectando más como película entrañable que como realmente dramática.
Un filme digno de ver para los padres e hijos.
“I understand why I do things.
It doesn't make me any different.
I'm attracted to craziness, and you're just embarrassed 'cause I was like... you know, I was like this amazing thing, like your special creation or something, and you don't like who I am now!”
Para la producción de esta película, en 2008 se anunció que Paramount Pictures y Plan B Entertainment, habían adquirido los derechos de los libros “Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction” y “Tweak: Growing Up on Methamphetamines” de los Sheff; y tanto el estudio como los productores, anunciaron que los utilizarían para adaptar una película sobre la adicción a las drogas, pero desde la perspectiva de un joven adicto a la metanfetamina, y el padre que se encuentra impotente para detener la espiral descendente de su hijo.
Pero fue hasta el 2015, que se anunció que el director belga, Felix Van Groeningen, había asumido el cargo de director, con un nuevo guión escrito por el escritor australiano, Luke Davies.
De esa manera, Van Groeningen debuta en el idioma inglés; y para Nic Sheff: “Siempre pensamos que la mejor idea era combinar los 2 libros.
Inmediatamente después de la publicación, nos reunimos con Jeremy Kleiner, un productor de Plan B Productions, y esto ocurrió antes de que la compañía ganara 2 premios de La Academia por producir “12 Years a Slave” y “Moonlight”
Apenas estaban empezando, pero cuando nos sentamos con él durante la cena, sentí que tenía lo que estábamos tratando de hacer con los libros.
Además, teníamos un amigo en común, que había sido adicto a la heroína, y había muerto a causa de esta enfermedad.
Nos dio una conexión emocional inmediata.
Debe darse cuenta, de que ha habido tantas películas sobre la adicción que muestran la espiral descendente de una persona, a medida que las drogas superan su vida.
Muchas de estas películas, muestran a estas personas tocando fondo, luego terminan con su muerte o rehabilitación, y terminan con una nota esperanzadora.
Aunque ha habido algunas películas geniales, nuestra idea fue hacer algo diferente.
Queríamos mostrar el efecto que la adicción tiene en la familia, porque mi papá había escrito sobre eso de manera asombrosa en “Beautiful Boy”
Queríamos combinar la narrativa familiar, con la narrativa de la adicción; y junto con esa combinación, quisimos mostrar un proceso que muchas personas experimentan cuando intentan estar sobrios por primera vez:
El ciclo de recaída causado por el dolor de estar sin las drogas, y tener que enfrentar sus sentimientos.
Y cuando llega el dolor, nos acercamos a la única cosa que sabemos que nos ha hecho felices durante tanto tiempo, y terminamos en una recaída…
Tan pronto como volvemos a tomar las drogas, inmediatamente se afianzan, y no podemos detenernos.
Sentí que el proceso de recaída, nunca había sido representado en películas.
Por ello queríamos una película que muestre lo difícil que es salir de ese ciclo.
En última instancia, la respuesta, si hay una respuesta, es que hay un amor que existe dentro de una familia, y ese amor nunca desaparece.
El final de la película, no ata la historia con un arco, pero sí enfatiza que ese amor todavía está allí.
Nunca se irá.
Sé que eso no es cierto en todos los casos, pero fue cierto en nuestra historia.
Como resultado, pensé que era una manera realmente poderosa de terminar la historia”
Así las cosas, el director sigue esa línea sugerida, y nos cuenta la unión padre e hijo por medio de “flashbacks” y sirve como contraste al drama que seguirá.
La película resulta dura e incómoda, sobre todo para los que hayan vivido alguna situación parecida, pero el director belga sabe hacer unas observaciones muy interesantes sobre este gran problema, y llevar la historia a buen puerto.
Todo inicia en el hermoso 2º hogar del escritor del New York Times, David Sheff, cuando descubre que su hijo adolescente, Nicholas, está desaparecido… y 2 días después, reaparece en su casa.
Al ver signos evidentes de uso de drogas, David lleva a Nic a una clínica de rehabilitación.
Se avanza en el tratamiento, y Nic solicita que lo transfieran a un centro de rehabilitación, donde hay menos seguridad, que le da tiempo libre fuera de las instalaciones, en las que los médicos de David y Nic están de acuerdo.
Días después, sin embargo, Nic no regresa a casa… y David lo encuentra en las calles…
De vuelta en el centro de rehabilitación, Nic revela que ha estado consumiendo no solo marihuana, sino también otras drogas como:
La cocaína, el éxtasis y, más recientemente, la metanfetamina.
El tiempo pasa, y Nic se ha recuperado por completo y, viendo sus mejoras, David lo envía a la escuela para convertirse en escritor.
Pero la libertad y la sobriedad recién descubiertas de Nic, comienzan muy bien cuando se convierte en un buen estudiante, y comienza una relación con su compañero de clase.
Sin embargo, en la casa de los padres de su novia, encuentra una botella de píldoras, y recae lentamente, y finalmente compra cristal de metanfetamina con el dinero que David le envía.
Más tarde, David encuentra el diario de Nic, en el que Nic describe de manera colorida y aterradora, su creciente adicción; y en una de las últimas páginas llenas, menciona que es difícil obtener metanfetamina en la universidad, pero que logró obtener algo de heroína.
Luego se muestra a Nic investigando técnicas para la inyección segura en línea...
Al regresar a casa, David siente que Nic está usando drogas otra vez, y Nic se va por su propia voluntad, sintiéndose claustrofóbico por el comportamiento de su padre.
No obstante, David y Nic finalmente se encuentran, y Nic le pide dinero a su papá, para que pueda ir a New York… sabiendo que el dinero seguramente se destinará a las drogas, David declina, y Nic se va enojado…
Más tarde, David recibe una llamada de un hospital de New York, que dice que Nic ha tenido una sobredosis.
Por lo que David vuela allí para recuperarlo, y después de hablar con su ex esposa y la madre de Nic, Vicki (Amy Ryan), decide que Nic debería ser enviado a vivir con ella en Los Ángeles...
Así, Nic tiene un nuevo comienzo en Los Ángeles; vive con su madre, asiste a sesiones de rehabilitación y, con la ayuda de su mentor, Spencer (Andre Royo), trabaja en una clínica de drogas para ayudar a los pacientes más nuevos a superar su adicción.
Tras 14 meses sobrios, Nic se va a visitar a David y su familia; y al ver a Nic interactuar más con sus 2 hermanos menores, David se enorgullece de la nueva sobriedad de su hijo, al igual que su esposa Karen Barbour (Maura Tierney)
Sin embargo, a medida que se aleja de su hogar, Nic tiene una repentina oleada de depresión y temores que lo hacen recaer.
Spencer le da apoyo moral a Nic por teléfono, pero es en vano…
Más tarde esa noche, Nic conduce a San Francisco, donde se encuentra con Lauren (Kaitlyn Dever), una drogadicta de su pasado, y confiesa su deseo de “enfiestarse”, a pesar de haber estado limpio por bastante tiempo; por lo que ambos compran heroína en las calles, que consumen juntos en el lugar de Lauren.
Y cuando se entera de que Nic ha desaparecido otra vez, David intenta buscarlo, pero Karen protesta de que ha hecho todo lo posible por Nic, y no puede hacer nada para arreglar su adicción, a lo que David acepta con el corazón roto.
Pero un día, Nic y Lauren irrumpen en la casa familiar, mientras David y su familia no están, y recuperan algunos objetos valiosos...
La familia llega a casa, y los 2 se van rápidamente.
Al principio no son detectados, pero el otro hijo de David, Jasper (Christian Convery), se da cuenta de que Nic estuvo en casa; y ambos, David y Karen, van a buscarlos.
Pero solo Karen los persigue en su auto, y al final se detiene y los deja irse...
Tras la huida, Lauren queda inconsciente después de una sobredosis, pero Nic la revive, y la envía al hospital.
A lo que Nic llama con lágrimas a David, y le pide permiso para volver a casa, solicitud que su padre rechaza.
Nic continúa suplicando, pero David cuelga a mitad de la conversación, y rompe a llorar después.
Desesperado, Nic cae en una sobredosis, pero milagrosamente sobrevive…
David y Vicki lo visitan en el hospital, y David y Nic se abrazan llorosos.
Los títulos finales revelan que Nic ha estado limpio durante 8 años, y no habría sido posible sin el amor y el apoyo de su familia y amigos.
Es probable que si uno tuviese una charla con Felix Van Groeningen una tarde en una cafetería, se replantease muchísimo sus ganas de ser padre… pues no es casual que sus 2 películas más conocidas, retratan dolorosas experiencias en las que padres sufridores, deben hacer frente a la pérdida del hijo.
De un modo literal, en la gran “Alabama Monroe” (2012), uno de los dramas más duros que ha visto el cine europeo en los últimos años, y de manera más figurada en Beautiful Boy; es que como dice en la película, un padre que acaba de perder a su hijo por sobredosis, cuando un ser querido se engancha a las drogas va perdiéndose poco a poco en un callejón que conduce directo a la muerte, y va dejando parte de su identidad por el camino, lo que avanza el luto mucho antes del desenlace final... arrastrando a toda la familia con ellos.
Por eso “el chico maravilloso” al que alude el título es, a ojos de David Sheff, en cuyo libro se basa la película; su hijo Nic, con el que mantiene una estrecha relación de confianza.
Precisamente de la muerte de la confianza nos habla esta película; pues cuando dejas de conocer a la persona a la que amas, cuando se te revela como un ser totalmente desconocido, cuando dejas de saber qué puedes esperar de él… algo muere irremediablemente; aun cuando los rótulos finales con los que la película traslada el caso particular que nos ha narrado, a una escala superior, revelan que estamos ante un drama social, que pretende alarmarnos sobre esa lacra llamada drogadicción, que a veces parece haber quedado en el olvido, como si hubiese pasado de moda.
De esa manera, el director es consciente del material que tiene entre manos, aunque no renuncia a algunas de sus señas de identidad, como el uso predominante de la música en las escenas de transición; pero tratando el tema de manera muy respetuosa, y llama la atención su luminosidad, que aleja el “look” de la película al máximo de la sordidez, y contrasta del sentimiento “en blanco y negro” de Nic, con el color y la vida circundante de su casa.
Y aunque a veces subraye en exceso su mensaje, el film no renuncia a la complejidad, al preguntarnos, por ejemplo, si es posible que un padre se rinda ante una situación imposible, y abandone a su hijo a su suerte...
Y conste que el tema se las trae, y ahí reside lo especial; porque Felix Van Groeningen consigue sostener el sentido de irresolución de la historia:
El abuso-recuperación-recaída, abuso-recuperación-recaída, abuso-recuperación-recaída… un ciclo sin fin de optimismo de:
Aprieta-dientes como mucho, y destroza-almas en el peor de los casos.
Pero todo desde una realidad contundente que puede verse con apenas salir de casa, es decir, la historia está allí, próxima.
Por lo que hay un desprendimiento emocional, algo extraño en la adaptación, lo puede parecer que hace que la historia sea innecesariamente fría, en cuestiones sentimentales; pero el filme técnicamente es asombroso, sobre todo en el uso del color, con mucho simbolismo, como el cuadro que pinta la madrastra; el encuadre de las escenas muy bien cuidadas como las escenas del columpio; y el ambiente natural perfectamente fotografiado con los efectos de la luz, así como el adecuado uso de la banda sonora, aunque de principio sea algo excesivo; y llama la atención que el filme es una bola de nieve que crece con el paso del tiempo, donde el largo metraje de 2 horas, no se siente por el ritmo fluido y una narración cuidada.
Y más allá de la llamada de atención contra este problema no resuelto por la vía represiva contra el consumidor, la película peca de dar círculos continuamente sobre sí misma, sin avanzar ni abrir caminos al espectador, como si fuera una recaída constante, aunque se puede justificar por el libro adaptado que trata el tema de esa manera, y pareciera que cae en lugares comunes, en el melodrama o la lágrima fácil, en el sentido de ser “un filme más sobre adicciones”, pero se contiene, y no se recrea en momentos escabrosos, y eso tal vez quita un poco de realismo al relato, pues no se sabe de dónde el joven obtiene dinero para una droga tan cara, o cómo la obtiene… así como que no se notan los efectos físicos en el cuerpo, o en la dentadura, el cabello… aun cuando la historia tenga un tiempo de acción de 1 año… así mismo, no se comprende muy bien, el por qué Nic llega a las drogas… tal vez eso no es lo que importa al filme, pero al ser el detonante, la causa no es muy convincente; donde lo que parece importar, es la perspectiva de un padre que sufre al ver como su hijo se va al garete, sin poder hacer absolutamente nada.
Se cuenta que antes del rodaje, Van Groeningen organizó 2 semanas de ensayos con el elenco, una práctica común en producciones belgas, pero no en Hollywood.
Y por ello, el filme se sostiene por el reparto:
Carell y Chalamet dan un “tour de forcé” digno de estudio de personajes, donde sus actuaciones son muy convincentes y emotivas, llegando a ser muy cercanas, pues para los que tienen hijos se sentirán golpeados, y para los hijos, será un filme muy reflexivo.
Pero Carell es el auténtico protagonista; porque explora el dolor del hijo a través de su mirada, pero la cinta se centra mucho más en cómo la caída en desgracia de un hijo, cambia radicalmente la vida del padre, sobre todo, y queda extraño que el papel de la madre no sea tan explorado…
Y aquí Chalamet, que ya viene desde hace años demostrando su enorme potencial como actor, aquí se termina de reivindicar, en un papel muy intenso, que vendría a ser el tipo de personajes para el actor, que le van muy bien esos personajes tan contrastantes como sufridores..
Sin olvidarme de Maura Tierney, que tiene poco diálogo, pero el silencio en ella habla y mucho; no es casual que su mejor escena sea potentísima en el tramo final, y consigue desde su posición secundaria, darle el punto emotivo reflexivo del que carecen en gran medida los personajes de sus 2 contrapartes, como si fuera el balde de agua fría tan necesario que sólo alguien periférico puede notar y hacerlo saber.
Se dijo que de más de 200 cintas que recibió de los actores que audicionaban para el papel de Nic, Chalamet inmediatamente se destacó, y el director dijo de él:
“Si bien deliberadamente no elegimos un actor conocido en el momento de las audiciones, porque hay menos carga, ahora por supuesto, es genial.
Nadie había previsto que de pronto se haría famoso en todo el mundo, pero es completamente merecido.
Si su fama puede ayudar a los jóvenes a ir al cine, solo puedo aplaudirlo”
Para el mismo Nic Sheff:
“Timothée me hizo un millón de preguntas, sobre todo desde las emociones que sentía, hasta el aspecto físico de lo que realmente es el uso y la desintoxicación de las drogas.
Hay algo realmente asombroso que Timothée hace en la película.
Es algo que siento que nunca antes había visto en una película sobre la adicción.
Incluso cuando está en las trincheras y en lo alto, y haciendo estas cosas tan desagradables, como irrumpir en la casa de sus padres y robarle a su hermanito y hermana, en los momentos en que está siendo volátil y enojado y fuera de control, transmite esta conciencia de sí mismo, que él no quiere ser esa persona, y que no quiere estar tomando estas acciones.
Parece que su cuerpo está casi poseído…
Como actor, Timothée pudo mantener esos 2 elementos contradictorios a la vez; y realmente expresa esa sensación de estar atrapado en la adicción y el comportamiento.
Al mismo tiempo, lo ves luchando para aferrarte a quién era antes de que la adicción se hiciera cargo; puede ver cuánta culpa y vergüenza siente por todo lo que está haciendo, incluso mientras lo hace.
Pensé que era tan extraordinario, porque era exactamente como me sentía cuando estaba allí.
Me vi haciendo estos comportamientos, y estaba tan horrorizado conmigo mismo, pero no pude parar.
De hecho, ese sentimiento de impotencia es muy devastador.
Está en el corazón de la enfermedad, y verlo tan bien captado en una película, que pensé que era realmente notable.
Por ello, el poder de la película es que realmente muestra que la razón por la que la gente usa las drogas, es debido a ese dolor que están experimentando; y la recaída tiende a ser un intento desesperado de escapar de ese dolor”
Pero también muestra el efecto que tiene una recaída en la familia...
“Fue doloroso verlo en la pantalla, y revivirlo de nuevo”, dijo David Sheff.
Según cuentan en la producción, las primeras escenas filmadas para la película fueron las más intensas, e involucraron al personaje de Chalamet, siendo hospitalizado por una sobredosis de drogas.
De hecho, Chalamet recibió instrucciones para perder peso un par de semanas antes del rodaje de las escenas de hospitalización, y luego descansó para recuperarse, a fin de completar el resto del rodaje.
Y el actor ha declarado que hubo numerosas visitas al médico y llamadas de cerca durante el rodaje, diciendo:
“Tu mente sabe que estás actuando.
Pero cuando bajas 20 libras y estás bajo una máquina de lluvia durante 8 tomas en una camiseta, tu cuerpo no sabe que estás actuando”
El verdadero Nic Sheff declaró que el libro de dibujo que David, que Steve Carell encuentra en la película sobre los problemas de adicción de su hijo, fue dibujado por el medio hermano de Nic en la vida real, Jasper Sheff.
Y da la sensación de que Van Groeningen se ha fijado sobre todo en el caso de la oscarizada película “Ordinary People” (1980) de Robert Redford, para realizar el film desde la perspectiva médica, cosa que explicaría el guiño de tener a Timothy Hutton, interpretando un cameo como Doctor Brown.
Independientemente de los sentimientos que Los Sheff puedan tener sobre el proyecto, o la gente que los interpreta, no pueden evitar el dolor de abrir viejas heridas, la incomodidad de verse a sí mismos en su momento más desesperado, en exhibición para una audiencia masiva; pero debajo de estas emociones en conflicto, hay una que no esperaban:
La gratitud por la oportunidad de reflexionar sobre un pasado agonizante, y apreciar la suerte que tuvieron de sobrevivir.
“Por supuesto que nos hace retroceder a esos años, y esos que fueron horrendos.
Al mismo tiempo, es realmente bueno recordar”, dijo David.
Por ello, la película captura la precariedad de la sobriedad de un adicto, la facilidad con que se viola, y lo humillante y frustrante que es la experiencia repetida para el paciente y sus seres queridos.
“Hay la sensación de que todo el mundo te está mirando, hay mucha sospecha sobre ti.
Es algo que es difícil para los adictos cuando están sobrios, ese sentimiento de cómo reconstruir la confianza”, dijo Nic.
Pero Beautiful Boy es también una película que no se desanima por llegar a un final feliz, porque es ambiguo… y no promete una redención potencial de sus personajes, ni golpea el tono implacablemente sombrío de, por ejemplo “Requiem for a Dream”
“Termina de tal manera que realmente no sabes lo que pasará después”, dijo David; pero “no hay duda sobre el amor y el compromiso dentro de esta familia.
Pero esa es la realidad de lo que significa ser adicto”, sentenció.
Más que nada, la película ofrece una clara ilustración de por qué los que hemos vivido historias como estas, nos sentimos obligados a contarlas una y otra vez.
Y es que el filme no condena, no juzga… solo expone, y eso tiene sus pros y contras, aunque lo mejor de toda la propuesta es que “nada se puede hacer, si la persona afectada no se compromete a cambiar”, es una decisión tan personal y fuerte, que podría sonar “inhumana”, al no querer ayudar a alguien que no quiere ayuda; y quizás incluso más difícil es aceptar que esta es su elección...
Pero lo primordial queda en la primera vez que el padre e hijo se despiden antes de un largo viaje, en una de las primeras retrospectivas del relato, que no se dicen un “nos vemos” ni un “te quiero”, sino un “everything”
Lo que en una primera ocasión resulta intrigante, pero pronto se convierte en una línea de diálogo repetitiva; pues oímos ese “everything” en muchas ocasiones a lo largo de la trama, y en una de ellas, incluso se explícita a modo de “flashback” el origen de la expresión:
Resultó cuando el hijo era todavía un niño, preguntó a su padre cuánto le quería, y éste le respondió que no había palabras en el diccionario para definirlo...
Ese “everything”, es un remedo de un “te quiero en todas las palabras”, y de algún modo, ahí se pueden resumir todos los problemas de una película que se empeña en subrayar ideas que, por otro lado, son buenas, y eso se agradece.
Aquí, los recovecos del drama familiar no cobran tanta importancia, como en los filmes de temática similar, donde las drogas suponen un revulsivo en el progenitor, pero los lazos establecidos con su ex mujer y con su actual esposa, continúan más o menos invariables durante toda la cinta.
Seguramente ese sea uno de los puntos fuertes de la propuesta; pese a todos los problemas derivados de la adicción, la familia protagonista, con matices, no se quiebra.
Hay discusiones, dudas y debates, pero el centro de la película está en otra parte, en la comparativa entre quiénes éramos, y en quién nos hemos convertido.
Pero en la lucha constante de mantener el seno familiar.
En este sentido, Van Groeningen apuesta claramente por una herramienta cinematográfica:
El montaje paralelo.
Son varios los momentos en que un escenario se traslada a otra época con los mismos personajes.
Así, de una discusión en coche en el presente, podemos pasar a un momento de conexión pretérito dentro del mismo vehículo, y si bien el método puede resultar un tanto confuso en algunas, o pocas ocasiones, el esqueleto funciona a la hora de mostrar que el dolor no viene tanto por lo que ha venido, sino por lo que se fue...
Es ahí donde Beautiful Boy se desmarca de un cierto tipo de cine más convencional, y donde se encuentran sus mayores hallazgos.
Eso no implica que sean los únicos, ya que el director, por ejemplo, sabe también cuándo la cámara ha de quedarse quieta, y centrarse en la reacción de un rostro, potenciando los gestos por encima del drama.
De esa manera, tanto Carell como Chalamet se toman su tiempo en investigar sus emociones, y Van Groeningen les permite realizar sus pesquisas sin intermediación.
Curiosamente, sin embargo, la secuencia más emocional de la película proviene de la nueva esposa interpretada por Maura Tierney; cuando es ella la que decide perseguir por carretera al hijo de su marido, hacia ninguna parte, y sin saber por qué, entendemos que el director también ha sido lo suficientemente generoso como para regalar un alto en el camino a un personaje secundario, a una persona tan fuerte, que tendrá su momento solidario de desmoronamiento privado, pero que todos experimentamos.
Y es precisamente en esos desvíos, donde Beautiful Boy se muestra más sugerente.
Desgraciadamente, la película también muestra un camino en línea recta menos apabullante, en gran parte debido a la poca complejidad de uno de sus personajes principales.
Nic, interpretado por Chalamet, se abandona a las drogas, y la película sugiere que es debido a un sentimiento de aislamiento y marginación… pero esa causa es poco explorada.
Él habla de la “estúpida realidad”, y de la droga “como escapatoria”, pero las líneas que definen al personaje, se encuentran peligrosamente cerca de lo incongruente:
Es un fan del “heavy metal” y de Nirvana, cosa que puede llegar a ofender a los metaleros como si fueran unos drogos… es surfero y poeta como si también fuera un estereotipo… eso es muy peligroso… hay incluso un instante en el que el personaje lee un poema de Bukowski, y asegura que “este hombre me ha salvado la vida varias veces”, pero no vemos en qué momentos...
Y cuando llegamos a una secuencia que se indaga en su cuaderno de notas, los límites ya se han cruzado todo:
En el mismo se leen varias sentencias aclaratorias como una que dice que “con las drogas mi mundo pasó al Tecnicolor”, con el objetivo de llegar a una última página del diario repleta de garabatos ilegibles…
Es aterradora la escena, y está muy lograda para poder mostrar el interior de una mente compleja, pero que en la acción no se hace evidente en todo.
Y en lugar de indagar en una persona real de carne y hueso, y en sus posibles razones para la drogadicción, o la ausencia de las mismas; Van Groeningen retrata un estereotipo...
En cualquier caso, hay varios detalles entre líneas que sí permiten atisbar una película mucho más interesante que aquella, como un hermoso plano detalle de una tarjeta de crédito que pagará el dineral que cuesta una clínica de rehabilitación, una competición de natación entre niños de apenas 5 años… son pequeños complementos que describen perfectamente la otra cara del “Sueño Americano”; la de la presión social por ser “el mejor”, ya desde la propia infancia; o que un chico hermoso puede llegar tan bajo… sino veamos lo que le pasó a la modelo Gia, que tenía todo, pero le faltaba lo más esencial… que es…
¡No se sabe!
Y es que la película no explora qué es lo que le hace falta al muchacho… y parece que es nada, simplemente dejarse morir, poco a poco, pero lo incomprensible es que al límite de la muerte, está el arrepentimiento.
No es casual que se hallan hecho una toma del puente de San Francisco, el famoso “Golden Gate” que ha sido el escenario fúnebre de miles de suicidios… por lo que el filme se centra en describir esos escenarios, pero sea buscado o no, la cinta evoluciona a la par que ellos.
En definitiva, Beautiful Boy no es una película perfecta, pero sabe que es preferible mirar de cara a la noche, que a lo luminoso y, tal y como el propio F. Scott Fitzgerald asegura en “The Beautiful and Damned” (1922), libro de cabecera del protagonista, “hay un algo tan exagerado en su caracterización, que provoca una cierta fascinación desde el primer momento”, y la película deja claro que la adicción no tiene límites, y no discrimina en base a raza, género o clase.
Y es cierto que las drogas no hacen ese tipo de distinciones, pero hay algo problemático, por último, en el hecho de que lo que cuenta Beautiful Boy sea solo la historia de una adinerada familia blanca, y no les dedique ni siquiera un plano a los tipos seguramente negros o latinos que le pasaban a Nic su cristal…
Por supuesto que la historia de Los Sheff es relevante, pero Van Groeningen parece querer decirnos que su caso es especialmente trágico, porque este tipo de cosas no deberían pasarle a este tipo de personas.
Y en todo momento Beautiful Boy se esfuerza por pasar por alto que, en la supervivencia del muchacho, sin duda tuvo que ver la cantidad de privilegios que la misma familia le proporcionó.
Pero a estas alturas donde todo está visto, el filme debió ser más crudo… sobre todo enfocarse en las motivaciones del hijo, cuya lucha no es del todo convincente, aun cuando en general, esas sean muy diversas porque cada caso es único, y la percepción del padre sea la más concreta, saltándose a la madre y enfocándose de soslayo en la madrastra; aunque la fotografía, la banda sonora y las actuaciones son de primer nivel, hay un matiz nuevo y vanguardista en esta película, que ha merecido ser analizado.
Por ello, la película aspira a funcionar con fines preventivos o terapéuticos; todo lo sucedido durante las 2 horas de metraje previo, sugiere que en cambio, tratar de cautivar al espectador a base de méritos artísticos, no era una prioridad, sino mostrar una realidad.
“You can't!”
El viaje de la adicción a la recuperación, es personal, con detalles que generalmente se limitan a familiares, amigos y, tal vez, a la oficina de un terapeuta o al compañerismo de sobriedad.
¿Pero qué sucede cuando abres las puertas al público, dejando al descubierto las pruebas y los triunfos que te llevaron a este punto?
Las drogas, ya se sabe, matan… es así.
Tanto que las sobredosis causaron 72.000 muertes el año pasado en Estados Unidos, más que las armas de fuego o los accidentes de tráfico.
De tan salvajes niveles de adicción y mortandad, nos informa en sus últimos compases el drama “Beautiful Boy”, un filme del que Sanjay Gupta, corresponsal médico principal de CNN ha dicho:
“David Sheff conoce la adicción como ningún padre querría nunca.
A través de todo esto, ha aprovechado una habilidad única para transmitir el dolor, la sabiduría y el amor que ha experimentado durante muchos años turbulentos con su hijo Nic.
Como periodista, padre y cronista de la adicción, David no tiene igual”
Mientras que Sir Richard Branson ha dicho:
“Mi generación experimentó con drogas y, ahora que somos padres, nos pillaban desprevenidos.
Nunca contemplamos tener que enfrentarnos a lo que David Sheff ha enfrentado.
Él escribe con franqueza, coraje y gracia, la desgarradora historia de su familia y, lamentablemente, no atípica.
“Beautiful Boy” es un libro importante; es conmovedor, oportuno, y sobrio; y también es sorprendentemente hermoso”
Hoy se sabe que Nick está limpio, sigue trabajando y escribiendo un libro para niños, así como artículos y críticas de películas para una revista en línea.
Él es el aficionado al ciclismo y la natación; y parece enfáticamente comprometido con su sobriedad, y ha sido muy optimista.
Sus ojos están claros, su cuerpo está fuerte y su risa sigue fácil y honesta.
David cuenta que “una noche, le leyó a Jasper y Daisy un libro que les había dejado a medio leer hace 3 años… y poco después, llegó una carta para Jasper, que ahora tiene 11 años, donde Nick escribió:
“Estoy buscando una manera de decir que “lo siento” más que con la falta de sentido de esas 2 palabras.
También sé que ese dinero que te robé, nunca se podrá reemplazar; todo lo que te robé en términos del miedo, la preocupación y la locura que traje a tu joven vida.
La verdad es que no sé cómo decir que “lo siento”
Te amo, eso nunca ha cambiado.
Me preocupo por ti, siempre lo he hecho.
Estoy orgulloso de ti, nada de eso lo mejora.
Supongo que lo que puedo ofrecerte es esto:
A medida que creces, cuando me necesites, para hablar o simplemente lo que sea, ahora podré estar allí para ti.
Eso es algo que nunca podría prometerte antes.
Yo estaré aquí para ti.
Viviré, y construiré una vida, y seré alguien en quien puedas confiar.
Espero que eso signifique más que esta nota estúpida, y estos billetes de $8”
Para Martin Sheen:
“Aquellos de nosotros que amamos a un adicto, o que somos adictos a nosotros mismos, encontraremos en “Beautiful Boy” una revelación.
David Sheff sabe muy bien lo que se debe soportar con fe, y su extraordinario libro lo describe mejor que cualquier otra cosa que haya leído.
Aunque dolorosamente sincero, “Beautiful Boy” es igualmente optimista y poderoso”
David, que ahora tiene 62 años, tiene una cara arrugada y majestuosa que disfraza su propia mayoría de edad bohemia, viviendo en el norte de California, mientras que Nic ha conservado una elegancia juvenil y de ojos tristes.
Se sienten cómodos juntos, y aunque ya no se sabe mucho de ninguno de ellos, fueron los primeros en aprender los peores secretos de cada uno, y todavía saben exactamente, cómo presionar los botones del otro.
Por muy abiertos que sean sobre ellos mismos, y con la frecuencia con la que contaron sus historias, siguieron abordando la película con cierta cautela, sabiendo que eso significaba volver a examinar sus malas decisiones y perspectivas obsoletas.
También, Nic habla de los prejuicios duraderos que enfrentan los adictos, quienes a menudo son vistos como hedonistas egoístas, diciendo:
“Tenemos esta imagen de niños que se están drogando, se están divirtiendo y no les importa a quién duela”
Mirándose a sí mismo desde la distancia, agregó:
“Claramente, este niño no se está divirtiendo.
Está teniendo problemas”
La realidad indicia que el uso de drogas en los Estados Unidos se ha disparado, y estuvo involucrado en más de 10,000 muertes por sobredosis en 2017, según los Centros para El Control y La Prevención de Enfermedades; un récord de 72,000 estadounidenses que fueron asesinados por sobredosis de drogas el año pasado, una cifra impulsada en parte por los opioides sintéticos.
Por su parte, El Presidente Trump ha declarado la crisis de opioides como una emergencia de salud pública…
Todo lo cual, dicen Los Sheff, hace que la historia de Beautiful Boy sea relevante, si no urgente, independientemente de qué droga figure más prominentemente en ella.
Como explicó David:
“Una y otra vez, es lo que dicen los que sufren, las victimas pasivas de esa destrucción, los padres:
“Usted contó nuestra historia, pero nuestra historia tuvo un final diferente.
Nuestro hijo murió”
Y como cierra Nic:
“Los libros como la película, es una expresión realmente genial del vínculo familiar, es cómo el amor que sobrevive a todo lo que la enfermedad puede ofrecer.
A pesar de tanto trauma, al final ves que ese amor central nunca desaparece”
Una evidencia más de que el amor todo lo puede.

“Do you know how much I love you?
I love you more than everything”



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