Vice

“The untold true story that changed the course of History”

Se conoce como “Teoría Ejecutiva Unitaria” a una teoría del derecho constitucional estadounidense, que sostiene que El Presidente posee el poder de controlar todo El Poder Ejecutivo.
La doctrina está arraigada en el artículo 2 de La Constitución de los Estados Unidos, que “confiere El Poder Ejecutivo de los Estados Unidos al Presidente”
Aunque ese principio general es ampliamente aceptado, existe un desacuerdo sobre la fuerza y el alcance de la doctrina; y se puede decir, que algunos favorecen a un ejecutivo “fuertemente unitario”; mientras que otros favorecen a un ejecutivo “débilmente unitario”
El primer grupo argumenta, por ejemplo, que el poder del Congreso para interferir con la toma de decisiones intra ejecutiva, como despedir a funcionarios del poder ejecutivo, es limitado, y que El Presidente puede controlar la formulación de políticas por parte de todas las agencias ejecutivas dentro de los límites establecidos para esas agencias por El Congreso.
Otros coinciden en que La Constitución exige un ejecutivo unitario, pero creen que esto es perjudicial, y proponen su abolición mediante una enmienda constitucional.
Los ejecutivos plurales existen en varios estados donde, a diferencia del gobierno federal, los funcionarios ejecutivos, como El Teniente Gobernador, El Fiscal General, El Contralor, El Secretario de Estado y otros, son elegidos independientemente del Gobernador del Estado.
Este tipo de estructura ejecutiva, se conoce como “un ejecutivo plural”
El gobierno de George W. Bush, hizo de La Teoría Ejecutiva Unitaria una característica común de las declaraciones firmadas; por ejemplo, Bush escribió una vez en una declaración de firma que “interpretaría El Título X en La División A de La Ley, en relación con los detenidos, de manera consistente con la autoridad constitucional del Presidente para supervisar El Poder Ejecutivo Unitario y como Comandante en Jefe y consistente con las limitaciones constitucionales al poder judicial”
Los críticos reconocen que parte del deber del Presidente es “interpretar lo que es, y no es constitucional, al menos cuando se supervisa las acciones de las agencias ejecutivas”, pero los críticos acusaron a Bush de sobrepasar ese deber, por su disposición aparente a anular los tribunales estadounidenses.
Así, el respeto de Roosevelt por el sistema constitucional estadounidense de frenos y contrapesos, y por la separación de poderes, contrasta del todo con la ofensiva que El Vicepresidente Dick Cheney emprendió contra La Constitución, aun antes del 11 de septiembre de 2001; pues Cheney llegó al poder, decidido a reinar mediante la administración de crisis, y bajo el modelo de la dictadura nazi de Hitler en Alemania.
De hecho, el Times se refiere a la conducta ilegal de parte de la administración Bush/Cheney, motivada por el pánico después de los ataques del 9/11.
Una larga letanía de ejemplos seguidos que incluyen el escándalo de la prisión de Abu Ghraib, las controversias telefónicas de La Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la justificación de la tortura, el aumento innecesario en el cumplimiento de la ley de energía, las detenciones de Guantánamo, e inhumanos interrogatorios realizados por La Agencia Central de Inteligencia (CIA) en países extranjeros.
De esa forma tuvo lugar el uso del poder de Comandante en Jefe, como un sustituto de la legislación nacional; y todo esto marcado por una falta de supervisión del Congreso, siendo la más agresiva promoción de medidas unilaterales del poder presidencial que se ha visto en la historia de los EEUU, y no se dudará en afirmar que La Presidencia de Bush, fue el agente de cambio constitucional sin precedentes; ya que los estadounidense han tenido una valiosa lección en el poder de un Presidente constitucional para transformar el mundo que los rodea.
Sin embargo, estos cambios se produjeron sin modificaciones constitucionales y, en su mayor parte, sin la intervención de La Corte Suprema.
Hoy con 77 años, Richard “Dick” Bruce Cheney es un político y empresario estadounidense; que fue el 46º Vicepresidente de los Estados Unidos bajo el mandato de George W. Bush, de 2001 a 2009; y ha sido citado como el Vicepresidente más poderoso e influyente de la historia del país.
Pero tanto los partidarios como los críticos de Cheney, lo consideran un político astuto y bien informado, que conoce las funciones y las complejidades del gobierno federal; al mismo tiempo, ha estado entre los políticos menos favorecidos en la historia de los Estados Unidos, pues su índice de aprobación al dejar el cargo, fue de solo el 13%
Durante su gestión, Cheney desempeñó un importante papel detrás de escena en la respuesta del gobierno de George W. Bush a los ataques del 11 de septiembre; y la coordinación de la guerra global contra el terrorismo; y al pugnar por revocar las “transgresiones” al poder presidencial que siguieron al Watergate, Cheney estaba en efecto, declarándole la guerra a los principios más sagrados de La Constitución estadounidense.
No obstante, fue uno de los primeros defensores de La Operación Libertad Iraquí, y defensor del historial antiterrorista de La Administración.
Se enfrentó a la posición del Presidente Bush contra el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2004; y a menudo fue criticado por las políticas de la Administración Bush, con respecto a la campaña contra el terrorismo, escuchas telefónicas de La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la llamada “técnica mejorada de interrogatorios”
Como dato, Cheney es un primo muy lejano de Harry S. Truman y Barack Obama; y en lo personal, se casó con su novia de la escuela secundaria, Lynne Ann Vincent, en 1964; teniendo 2 hijas, Elizabeth y Mary; y 3 nietas.
Sobre su salud, Cheney sufre de arritmia, y ha tenido 5 infartos en su vida; de hecho, son conocidas las largas historias de Cheney sobre enfermedades cardiovasculares, y la necesidad periódica de atención médica urgente, plantearon dudas sobre si estaba en condiciones de ser médicamente apto para servir en un cargo público.
Habiendo fumado aproximadamente 3 paquetes de cigarrillos por día, durante casi 20 años, Cheney tuvo su primer ataque cardíaco en 1978, a la edad de 37 años.
Los ataques subsiguientes en 1984, 1988, 2000 y 2010, resultaron en una disfunción de su ventrículo izquierdo; y en 2012, Cheney se sometió a un procedimiento de trasplante de corazón en el Hospital Inova Fairfax en Woodburn, Virginia , a la edad de 71 años.
Había estado en una lista de espera durante más de 20 meses, antes de recibir el corazón de un donante anónimo…
Sin embargo, otros datos sobre su persona, cuenta que en noviembre de 1962, a la edad de 21 años, Cheney fue declarado culpable de conducir mientras estaba intoxicado; y fue arrestado nuevamente, al año siguiente.
Él dijo que los arrestos lo hicieron “pensar en dónde estaba, y hacia dónde me dirigía.
Si continuaba en ese rumbo, me dirigía por un mal camino”
El 11 de febrero de 2006, Dick Cheney disparó accidentalmente a Harry Whittington , un abogado de 78 años de Texas, mientras participaba en una cacería de codornices en el rancho Armstrong, en el condado de Kennedy, en Texas.
Tanto Cheney como Whittington, han calificado el incidente como “un accidente”; y los primeros informes indicaron que Cheney y Whittington eran amigos, y que las lesiones eran “leves”; pero Whittington ha dicho que él y Cheney no eran amigos cercanos, sino conocidos; y cuando se le preguntó si Cheney se había disculpado, Whittington se negó a responder…
El incidente hirió la popularidad de Cheney en las encuestas, mientras era Vicepresidente; y según las encuestas del 27 de febrero de 2006, 2 semanas después del accidente, el índice de aprobación de Dick Cheney había caído 5 puntos porcentuales a 18%
De hecho, el incidente se convirtió en el tema de una serie de bromas y sátiras en todos los ambientes.
Por su parte, Lawrence Wilkerson, Jefe de Personal de Colin Powell, dijo de la personalidad de Dick Cheney:
“Se convirtió en Vicepresidente mucho antes de que George Bush lo eligiera.
Y comenzó a manipular las cosas a partir de ese momento, sabiendo que iba a poder convencer a este tipo para que lo eligiera, sabiendo que entonces sería capaz de meterse en los vacíos que existían alrededor de George Bush:
Vacío de personalidad, vacío de carácter, vacío de detalles, vacío de experiencia”
Su implicación en La Guerra de Irak junto con Donald Rumsfeld, su apariencia de “hombre en las sombras” y sus lazos con multinacionales del petróleo y la industria militar como Halliburton y Lockheed Martin, además de la imagen pública del Presidente Bush, donde se lo trataba en los ámbitos liberales como “un hombre lento”, hacen pensar y quizás con razón, que Cheney fue en verdad quien manejaba las operaciones en La Casa Blanca entre los años 2001 y 2009.
Y muchos analistas políticos aseguran que Cheney fue de hecho, El Vicepresidente más poderoso de la historia de Estados Unidos, ya que estaba implicado en una amplia variedad de tareas de la administración de Bush, y su influencia sobre El Presidente en asuntos de política exterior, era notable; tanto que se puede asegurar que hasta fue más poderoso, ciertamente más influyente que el propio Bush en su primer mandato.
De esa manera, la carrera de servicio público de Cheney se inició en 1969, cuando se incorporó al gobierno de Nixon, y prestó servicios en un sinnúmero de cargos en El Consejo del Costo de Vida, La Oficina de Oportunidades Económicas, y dentro de La Casa Blanca.
Cuando Gerald Ford asumió La Presidencia en agosto de 1974, Cheney figuró como parte del equipo de transición, y más adelante como Auxiliar Adjunto al Presidente, y Asistente del Jefe de Gabinete, Donald Rumsfeld.
Hoy con 86 años, Donald Henry Rumsfeld, es un político estadounidense, Secretario de Defensa del gobierno de Gerald Ford de 1975 a 1977, y de George W. Bush entre 2001 y 2006; que cultivó unas relaciones de amor y odio con el Congreso.
Consciente del poder de su apabullante personalidad, Rumsfeld era capaz de hacer balbucear a Los Senadores que le interrogaban en sus comparecencias ante El Comité de Defensa del Senado; y por su estilo seco y dominador, no facilitó las relaciones con sus subordinados, civiles o militares.
De hecho, temprano en la mañana del 9/11, Rumsfeld había hablado en una reunión de desayuno del Pentágono con miembros del Congreso; y afirmó en la reunión que “en algún momento de los próximos 2, 4, 6, 8, 10, 12 meses, se produciría un evento en el mundo que sería lo suficientemente impactante como para recordarle a la gente nuevamente lo importante que es tener un departamento de defensa fuerte y saludable, que contribuya a sustentar la paz y la estabilidad en nuestro mundo”
Pero Rumsfeld es notable por haber sido denunciado por crímenes de guerra, desde el 14 de noviembre del 2006, por una veintena de asociaciones de derechos humanos, representadas por el abogado alemán, Wolfgang Kaleck, que lo demandaron junto a otros funcionarios estadounidenses ante El Tribunal Supremo Alemán o Bundesgerichtshof de Karlsruhe, por crímenes de guerra cometidos en Abu Ghraib y Guantánamo, al tiempo que se podría decir que, durante su mandato en El Pentágono, invadió competencias, tanto de inteligencia como diplomáticas, representando un papel protagonista en ámbitos, que en condiciones normales corresponderían a La CIA o al Departamento de Estado.
Finalmente, Rumsfeld perdió gradualmente el apoyo político, y renunció a fines de 2006.
Así las cosas, debido al estilo de “intercambiabilidad” aplicado por Rumsfeld, la práctica de dejar a su adjunto, sustituirle en varias tareas de forma regular durante el primer año de mandato de Ford, Cheney pasó con El Presidente tanto tiempo como Rumsfeld.
En noviembre de 1975, Dick fue nombrado Auxiliar del Presidente, y Jefe de Gabinete de La Casa Blanca, un cargo que retuvo durante el resto del gobierno del Presidente Ford; pero había dentro de La Casa Blanca, un halo de confusión y deriva.
Pero Cheney obtuvo buenas críticas por su buen hacer a la hora de hacer llegar al Presidente una amplia gama de opiniones e ideas opuestas; pero fue criticado por no explotar lo suficiente la proyección Presidencial de Ford; pues en época de campaña, El Presidente apenas concedió conferencias de prensa en La Casa Blanca, y prefería hacerlo en los pueblos y ciudades que visitaba en la ruta de campaña, lo que no le permitía aparecer más presidencial que el resto de candidatos.
Pero Cheney se defendió de las críticas, responsabilizando a Ford, diciendo:
“Es El Presidente quien establece el estilo de La Casa Blanca.
Y así es como debe ser”
Tras su retorno a su estado de residencia, Wyoming, en 1978, Cheney fue elegido como republicano a La Cámara de Representantes de Estados Unidos para servir el único cargo de congresista del estado; y fue vuelto a elegir 5 veces, y sus colegas lo seleccionaron para que prestara servicios como Presidente del Comité Republicano de Política, de 1981 a 1987; siendo elegido Presidente de La Asamblea Republicana de La Cámara de Representantes en 1987, y líder de la minoría de esa Cámara en 1988.
Por lo general, Cheney, que se sentía mejor trabajando en La Cámara que en La Casa Blanca, donde se sentía como un extraño, apoyaba los programas de política interna y exterior del Presidente Ronald Reagan, especialmente de Defensa, aprobando los fondos para el desarrollo de la multimillonaria Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), más conocida como “Guerra de Las Galaxias”, la ayuda militar a La Contra de Nicaragua, y a los insurgentes de Afganistán y Angola.
También, Cheney votó contra la propuesta de exigir al Presidente que notificara al Congreso en 48 horas, cualquier operación secreta emprendida...
En la política interna, Cheney fue muy conservador, y se opuso a la integración de niños blancos y negros en las escuelas públicas; al aborto, y a favor de que se impartieran clases de religión en las escuelas.
En 1987, como congresista, Cheney tuvo a su cargo la investigación del escándalo Irán-Contra, y llegó a la conclusión de que, a pesar de posibles errores cometidos por La Administración Reagan, no existía evidencia de que El Presidente tuviera conocimiento alguno de que se desviaran fondos de las armas vendidas…
El 10 de marzo de 1989, el nuevo Presidente George H.W. Bush, propuso a Cheney como Secretario de Defensa después de que su primera opción, El Senador John Tower, fuese rechazado por El Senado.
A pesar de la rápida y unánime aprobación del Senado, para que ocupara el puesto de Secretario de Defensa, el 17 de marzo de 1989, Cheney sabía que encontraría ciertos reparos en El Pentágono, por no haber servido en La Guerra de Vietnam, y por haber apoyado como congresista, el uso del detector de mentiras en El Departamento de Defensa.
Y proponiéndose afirmar rápidamente su autoridad, solo permitió que 2 o 3 subordinados le aconsejaran en decisiones claves sobre el personal, pues empleó únicamente personas de absoluta confianza, y nombró a David S. Addington, uno de sus más fieles ayudantes del Congreso, en el puesto de Asistente Especial suyo.
Como dato, Cheney dirigió La Invasión de Panamá por los Estados Unidos, y La Operación Tormenta del Desierto en El Medio Oriente, entre 1990 y 1991, jugando un papel clave en el conflicto bélico desencadenado con Irak por la invasión de Kuwait.
Dirigió todos los acuerdos y alianzas previas a La Guerra del Golfo; consiguió que El Rey Fahd de Arabia Saudita permitiera la instalación de bases militares estadounidenses en Daharan, y en 1992, firmó un acuerdo de seguridad entre EEUU y El Emirato de Qatar, donde se instaló el comando central de las tropas de EEUU estacionadas en la región del Golfo Pérsico.
Y es que Cheney consideró La Guerra del Golfo como un ejemplo del tipo de problema regional que Estados Unidos probablemente continuará enfrentando en el futuro…
Posteriormente, El Secretario Cheney recibió La Medalla Presidencial de Libertad otorgada por El Presidente George Bush, el 3 de julio de 1991, “por su liderazgo durante La Guerra del Golfo”; y abandonó El Departamento de Defensa, el 20 de enero de 1993; y aterrizó en el sector privado.
En 1995, Cheney fue contratado como Presidente Ejecutivo por Halliburton Company, firma que presta servicios de campo a la industria petrolera con sede en Dallas, y que posteriormente fue investigada por la falta de transparencia contable.
En 1996, estuvo a punto de presentarse como candidato a las primarias presidenciales del Partido Republicano, pero finalmente desechó la idea.
Se mantuvo en el sector privado hasta que, en el año 2000, el gobernador George W. Bush lo seleccionó como compañero de fórmula en su candidatura presidencial.
Convertido en Vicepresidente de los Estados Unidos en 2001, tras los atentados del 11 de septiembre, Cheney fue trasladado a un lugar secreto y seguro, desde el que siguió en contacto con El Presidente Bush, y coordinando las actividades gubernamentales, al frente de “una administración de emergencia”
Durante un período, Cheney permaneció en una variedad de lugares no revelados, fuera de la vista del público, y también utilizó un gran despliegue de seguridad, empleando una caravana de 12 a 18 vehículos del gobierno para su viaje diario desde la residencia del Vicepresidente en El Observatorio Naval de los EEUU, a La Casa Blanca.
Y la mañana del 29 de junio de 2002, mientras a Bush se le practicaba una colonoscopia, Cheney sirvió como “Presidente en Funciones” bajo los términos de La 25ª Enmienda de La Constitución, actuando como Presidente desde las 11:09 horas hasta las 13:24 horas.
Y la mañana del 21 de julio de 2007, volvió a ejercer “La Presidencia en Funciones”, mientras Bush se sometía a un procedimiento médico que requería sedación.
Después del 11 de septiembre, Cheney fue fundamental para proporcionar una justificación principal para una guerra renovada contra Irak; y ayudó a enfocar la forma de Bush en “la guerra contra el terrorismo”, haciendo numerosas declaraciones públicas que alegaban que Irak poseía armas de destrucción masiva, y haciendo varias visitas personales a los cuarteles de La CIA, donde se cuestionó a analistas de la agencia de nivel medio en sus conclusiones.
Y es que Cheney continuó alegando vínculos entre Saddam Hussein y al-Qaeda, a pesar de que El Presidente Bush recibió un Informe Clasificado, del 21 de septiembre de 2001, indicando que “la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, no tenía pruebas que vincularan a Saddam Hussein con los ataques del 11 de septiembre, y que había poca evidencia creíble, de que Irak tenía algún vínculo de colaboración significativo con al-Qaeda”
Además, en 2004, La Comisión del 9/11, concluyó que “no había una relación de colaboración entre Irak y al-Qaeda”
Después de la invasión estadounidense de Irak, Cheney se mantuvo firme en su apoyo a la guerra, afirmando que “sería una enorme historia de éxito” e hizo muchas visitas al país.
A menudo, criticaba a los críticos de la guerra, y los llamaba “oportunistas que vendían falsedades cínicas y perniciosas para obtener una ventaja política”, mientras que los soldados estadounidenses murieron en Irak.
En respuesta, El Senador John Kerry afirmó:
“Es difícil nombrar a un funcionario del gobierno con menos credibilidad en Irak que Cheney”
En una entrevista realizada el 24 de marzo de 2008, en Ankara, Turquía, con la corresponsal de ABC News, Martha Raddatz, en el 5º aniversario del asalto militar estadounidense en Irak, Cheney respondió a una pregunta sobre encuestas de opinión pública, que mostraba que los estadounidenses habían perdido confianza en la guerra, simplemente respondiendo:
“¿Y?”
Esta observación provocó críticas generalizadas, incluso del ex congresista republicano de Oklahoma, Mickey Edwards, amigo personal de Cheney desde hace mucho tiempo.
Y contra todo pronóstico, Bush y Cheney fueron reelegidos en las elecciones presidenciales de 2004, compitiendo contra John Kerry y su compañero de fórmula, John Edwards.
Durante la elección, el embarazo de su hija Mary y su orientación sexual como lesbiana, se convirtieron en una fuente de atención pública para Cheney a la luz del debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero Cheney había declarado que él está a favor de los matrimonios homosexuales personalmente, pero que cada estado individual de los Estados Unidos, debe decidir si lo permite o no.
Como Consejero Presidencial de primer orden en asuntos de política energética, política exterior y Seguridad Nacional, Dick Cheney destacó como uno de los miembros más duros de La Administración Bush, defendiendo la guerra contra Irak, con o sin el respaldo del Consejo de Seguridad de La ONU en 2003; y hoy está considerado como El Vicepresidente más poderoso de la historia, pues su poder fluía básicamente de la plena confianza que recibía del Presidente Bush.
Desde un principio, Cheney formó parte del círculo más íntimo del Presidente, con pleno acceso al Despacho Oval, al mismo nivel del Jefe de Gabinete, sirviendo como confidente, y rompiendo con la tradición de excesiva formalidad que existía en anteriores relaciones Presidente-Vicepresidente; y lejos del papel meramente ceremonial de un Vicepresidente, Cheney asumió un rol protagónico en la formulación de políticas oficiales.
Síntoma de ese poder, fue la decisión del Vocero de La Casa Blanca, Dennis Hastert, de acondicionarle un despacho propio en La Cámara de Representantes, para tener conexión directa con La Casa Blanca; y se convirtió así, en El Vicepresidente que más despachos oficiales ha tenido repartidos por los distintos centros de poder de Washington DC:
El despacho de La Cámara de Representantes, se sumó a los que ya tenía en El Ala Oeste, en El Viejo Edificio Ejecutivo, y sus 2 despachos del Senado, uno en el Dirksen Senate Office Building, y otro pegado a La Cámara del Senado.
No obstante, Cheney siempre ha mantenido que no tiene ambiciones presidenciales; y entregó el cargo al exsenador demócrata, Joe Biden, el 20 de enero de 2009.
Como curiosidad, en el libro del ex Presidente George H.W. Bush, “Destiny and Power: The American Odyssey of George Herbert Walker Bush”, publicado en noviembre de 2015, El 41º Presidente, aunque también laudador de Cheney, es en parte crítico con el ex Vicepresidente, a quien lo describe como “teniendo su propio imperio” y “de línea muy dura”
No es casual que Cheney ha sido comparado con Darth Vader, el villano de la saga Star Wars, por una caracterización originada por sus críticos, pero que posteriormente fue adoptada con humor por el mismo Cheney, y por miembros de su familia y personal.
Por eso, su figura hoy sigue siendo fascinante, aun cuando el actual gobierno de Estados Unidos es un cambalache con normas propias.
Y esto pasa a su vez, porque Dick Cheney es un recordatorio de que los hombres sin rostro, o a veces sin demasiada atención, son quienes verdaderamente manejan los hilos del mundo.
Dick Cheney era un nombre que evocaba poder y ambición, uno que todavía ve desde su tranquila casa en el estado de Virginia, cómo el mundo se mueve al son de los coletazos de sus acciones.
Un nombre que, extrañamente el cine había evitado…
“I believe... we can make this work”
Vice es un drama del año 2018, escrito y dirigido por Adam McKay.
Protagonizado por Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell, Bill Pullman, Stefania Owen, Jillian Armenante, Brandon Sklenar, Brandon Firla, Abigail Marlowe, Liz Burnette, Matt Nolan, Brian Poth, Joey Brooks, Joe Sabatino, Alison Pill, Tyler Perry, Shea Whigham, Cailee Spaeny, Fay Masterson, Don McManus, Adam Bartley, Lisa Gay Hamilton, Jeff Bosley, Scott Christopher, Mark Bramhall, Stephane Nicoli, Kirk Bovill, entre otros.
Esta es la primera película en la que se enfoca en un Vicepresidente de la vida real de los EEUU; que no se convirtió en Presidente; y se utilizan destellos del absurdo y la fantasía, junto con dramas y hechos documentados, para darnos un retrato de un hombre que acumulaba riqueza y poder en silencio, mientras nadie más miraba… y pese a la severidad del tema, personaje y contexto, el director Adam McKay continúa utilizando elementos de comedia y sobre todo unas decisiones narrativas bien distintas a las del “biopic” ortodoxo.
Por ello, la película dividió a los críticos:
Algunos lo elogiaron como “hábilmente mordaz”, mientras que otros lo denunciaron como “una muestra torpe de odio político”, con el guión y la dirección de McKay recibiendo tanto críticas mordaces como alabanzas de celebración.
A pesar de la recepción polarizada de la película en sí, las actuaciones, particularmente de Bale, recibió elogio universal.
Así, Vice empieza con esta advertencia:
“Esta es una historia real, o tan real como pueda ser posible, porque Dick Cheney es uno de los personajes más herméticos de la historia.
Pero nos lo hemos currado como unos cabrones”
La historia gira alrededor de la vida política del ex Vice-Presidente de los EEUU, Richard “Dick” Bruce Cheney (Christian Bale), como un callado burócrata de Washington, que acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como Vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (Sam Rockwell); por lo que la manera en el desarrollo de la trama, es la propia del director, y técnicamente es muy parecida al formato usado por el mismo para tratar sus temas importantes, como el montaje rápido en temas económicos y políticos, pantallas paralelas, escenas absurdas como la del restaurante que me pareció impecable por lo terrorífico del asunto tratado; pero en esta ocasión, ayuda mucho mejor al espectador para entender muy bien el asunto tratado, y los eventos desarrollados.
Por tanto, el filme es como un ascenso y “caída” del político, aunque esa “caída” sea más emocional de lo que debería ser, sobre todo en el ámbito familiar.
El filme tiene muchas escenas poéticas, como el narrador y el asunto del corazón… de mucho simbolismo elegantemente editado por el director, para crear un clima de “mitología” en torno a “Dick”, por ejemplo, el claro final de la primera mitad del metraje, como una clara conclusión donde “todo iba bien, y donde debió terminar todo”, pero la avaricia por el poder, hizo continuar una historia llena de precisamente el otro significado del título:
“Vicio”, cuyas consecuencias todavía repercuten en los EEUU, y hacen peligrar la estabilidad mundial por el “orange cheetos” que pusieron en La Oficina Oval.
Y es que a pesar de que los hechos “gruesos” se remontan a hace más de 15 años, McKay reparte garrotazo a los políticos de hoy, y hace un análisis reflexivo de cómo están las cosas.
Y lo que se encarga de dejar en claro, es demostrar lo frío y escrupulosos que pueden ser los políticos, y el gran abuso de poder que existe; manejando los medios de comunicación para que informen sólo lo que a ellos le conviene, y así ganar unas elecciones que estaban perdidas, esto como mínimo ejemplo de le hegemonía que tenían en ese momento El Partido Republicano, que hoy puso a un pelele más como Presidente.
Y es que la película jamás es una comedia, lo fue como un disparate de La Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood para nominar…
Irónicamente eso también es un “Vicio” en la política en La Temporada de Premios; pero la verdadera cuestión es:
¿Cómo encaja este sombrío y calvo “Darth Vader” moderno en esta cabriola política de aires contemporáneos plagada de pullas, gags visuales y guiños posmodernos?
No es casual que los falsos “créditos” intercalados, casi una hora antes del final, merecen su propio Oscar o, al menos, un premio del público; o la eterna pregunta:
¿Qué pretende la cinta exactamente?
¿Demostrar que los políticos se prestan fácilmente a la caricatura?
Y en el siglo XVIII…
¿Encontrarle la gracia a las disputas de poder de los círculos de La Casa Blanca?
Seguro que hay mucho donde rascar, pero para llegar ahí, habría que reconsiderar a conciencia la tragedia del 11 de septiembre, aquí referido de soslayo, las torturas en Abu Ghraib, y otros horrores de La Era Bush/Cheney.
Así, Vice desentraña de manera admirable, a veces milagrosa, lo más enrevesado, siendo capaz de amenizar lo más tedioso, con el único afán de informarnos mejor.
¿Se excede de unilateral?
¿Presenta a La Administración Bush como un coche lleno de payasos que toman el pelo al público estadounidense, mientras compiten entre ellos por el poder y el dinero?
Sí y sí; y sin embargo, dado un relato tan descaradamente sesgado:
¿Por qué darle a Cheney la última palabra?
¿Por qué dejar que se explique, que justifique sus motivaciones justo antes de que todo esto termine?
Es más:
¿A quién se le ocurrió empezar La Navidad con una película de Dick Cheney?
Tremendo regalo… y eso todavía está vigente, que lo que trata precisamente Vice.
“The Vice Presidency is a mostly symbolic job”
En “The Big Short”, nominada al Oscar como Mejor Película en 2016, su director, Adam McKay, contó un inciso de la historia reciente de Estados Unidos de manera bastante original:
Con toques de comedia ácida y humor negro, con una meta narración que iba y volvía entre los personajes e invitados especiales, y con la inclusión de varios recursos explicativos que hacían más sencillo el repaso por la crisis de la burbuja financiera de 2009; el director sacudió la cartelera de aquel año.
Además de gustar, también logró impulsar su nombre por fuera de la comedia yanqui más estricta y reciente.
Y con “The Big Short” le dio las armas y las ambiciones necesarias para repetir la fórmula exitosa; siendo esa una de las razones por la que Vice recuerda tanto a aquella clase de economía hiperactiva; lo que, claro está, no implica que no tenga virtudes propias, más allá de los parecidos y las actuaciones destacadas.
Vice engrandece su faena con una edición vertiginosa que hace volar sus 2 horas y 10 minutos; y es gracias a su velocidad y agilidad, en una realización altamente entretenida.
Eso también lo logra mechando recursos sorprendentes y extraños, como hacerle varios amagues al espectador, o incluir un soliloquio “shakespeariano” en medio de una discusión de pareja…
Porque Vice es una versión artística y muy poco convencional de los tiempos de Dick Cheney & Bush Junior, y no será un filme para todos, pero nuevamente, quienquiera que haya visto “The Big Short” debería esperar algo inesperado.
Para mucho, Vice está cruzando las siguientes fronteras en el cine, en una obra que provoca una profunda reflexión, y que gusta mucho por su estilo.
Todo inicia con una narración de un hombre común:
Kurt (Jesse Plemmons), un veterano ficticio de Las Guerras de Afganistán e Irak.
Y la historia comienza con Dick Cheney y otros funcionarios y personal de La Casa Blanca que responden a los ataques del 11 de septiembre.
La película luego regresa a Wyoming en 1963, donde Cheney encuentra trabajo como liniero, pero lucha con el alcoholismo que lo llevó a abandonar Yale.
Después de que Cheney es detenido por un policía de tránsito por conducir ebrio, su esposa Lynne (Amy Adams) lo convence para que “limpie su vida”
La película avanza a 1969, cuando Cheney encuentra trabajo como pasante de La Casa Blanca durante la Administración de Nixon; y trabajando con el asesor económico de Nixon, Donald Rumsfeld (Steve Carell), Cheney se convierte en un operativo político inteligente, mientras maneja los compromisos con Lynne y sus 2 hijas:
Liz (Lily Rabe) y Mary (Alison Pill)
Luego, se ve que Cheney escucha a Henry Kissinger (Kirk Bovill) hablando del bombardeo secreto de Camboya con El Presidente Richard Nixon, revelando el verdadero poder del poder ejecutivo a Cheney.
Pero la actitud abrasiva de Rumsfeld, hace que él y Cheney se alejen de Nixon, lo que funciona a favor de ambos; y después de la renuncia de Nixon, Cheney se eleva al puesto de Jefe de Estado Mayor de La Casa Blanca para El Presidente Gerald Ford; mientras que Rumsfeld se convierte en Secretario de Defensa.
Después de que Ford sea expulsado de su cargo, Cheney corre para ser representante de Wyoming.
Y después de dar un discurso de campaña torpe y poco carismático, Cheney sufre su primer ataque al corazón.
Mientras se recupera, Lynne hace campaña en nombre de su esposo, ayudándole a ganar un escaño en La Cámara de Representantes de los Estados Unidos; y durante La Administración Reagan, Cheney apoya una serie de políticas conservadoras y pro-negocios, que favorecen a las industrias de combustibles fósiles.
Cheney, luego se desempeña como Secretario de Defensa bajo El Presidente George H.W. Bush durante La Guerra del Golfo; y fuera de la política, Cheney y Lynne llegan a un acuerdo con su hija Mary, cuando esta se declara gay.
Aunque Cheney desarrolla ambiciones para postularse a La Presidencia, él decide retirarse de la vida pública para evitar que Mary se someta al escrutinio de los medios.
Es durante La Presidencia de Bill Clinton , que Cheney se convierte en El CEO de Halliburton, mientras que su esposa Lynne cría perros perdigueros, y escribe libros.
Un falso epílogo afirma que Cheney vivió el resto de su vida “sano y feliz en el sector privado”, solo para que la película continúe...
La segunda mitad del relato, inicia cuando Cheney está invitado a convertirse en compañero de carrera de George W. Bush durante las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en el año 2000.
Reconociendo que Bush es más joven, y está más interesado en complacer a su padre que en obtener el poder por sí mismo; Cheney acepta la condición de que Bush le delegue “responsabilidades ejecutivas mundanas” como energía y política exterior.
Así, como Vicepresidente, Cheney trabaja con El Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld; el asesor legal, David Addington (Don McManus) y El Jefe de Personal, Scooter Libby (Justin Kirk) para ejercer el control de las decisiones clave de política exterior y defensa en todo Washington.
La película vuelve a las consecuencias de los ataques del 11 de septiembre, mientras Cheney y Rumsfeld maniobran para iniciar, y luego presidir las invasiones estadounidenses de Afganistán e Irak, lo que resulta en el asesinato de civiles, y la tortura de prisioneros.
A medida que aumenta “La Guerra contra El Terror”, Cheney continúa luchando contra los ataques cardíacos persistentes...
La película también cubre varios eventos de su vicepresidencia, incluido su apoyo a La Teoría Ejecutiva Unitaria, El Caso de Valerie Elise Plame, una ex agente encubierta de La CIA, cuya identidad fue revelada el 14 de julio de 2003 en una nota del periodista Robert Novak publicada por el Washington Post, cuyo escándalo e investigación consiguientes, resultó en acusaciones de perjurio y obstrucción de la justicia contra El Jefe de Personal del Vicepresidente Dick Cheney; así como del disparo accidental de Harry Whittington, y las tensiones entre las hermanas Cheney por el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Se muestra que las acciones de Cheney conducen a miles de muertes, y al auge de Estado Islámico de Irak, lo que le llevó a recibir calificaciones de aprobación récord al final de La Administración Bush.
Y mientras se narra el lloroso lecho de muerte de Cheney para despedirse de su familia luego de otra hospitalización, el narrador, Kurt, muere en un accidente automovilístico mientras corría.
Es así como sus vidas se entrecruzan, pues en marzo de 2012, su corazón sano se trasplantó a Cheney; y unos meses más tarde, Cheney le permite a Liz tomar una posición pública contra el matrimonio entre personas del mismo sexo para ganar la elección al antiguo puesto en El Congreso de su padre, lo que lleva a la fragmentación de la familia Cheney.
Al final de la película, un iracundo Cheney rompe la cuarta pared, y entrega un monólogo a la audiencia, afirmando que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho en su carrera.
Una escena a mitad de los créditos, muestra a un grupo de enfoque descendiendo en el caos cuando un extremista de derecha critica la película por su parcialidad, y lucha con un votante liberal en el panel, mientras otros 2 panelistas discuten la próxima película “Fast & Furious”
¿Acaso se referían a Donald Trump?
De la forma en que lo dice Vice, Dick Cheney, quien se convertiría en El Vicepresidente más poderoso de la historia de los Estados Unidos, comenzó siendo un joven apurado en ninguna parte en particular.
Después de salir de Yale, se retiró a su estado natal de Wyoming, persiguió sus intereses en bebidas alcohólicas y cigarrillos, y trabajó como liniero de una empresa de servicios públicos…
Pero se salvó de la ruina, o al menos de la clase de destino poco probable que resultaría en un “biopic”, por la severa intervención de su prometida, Lynne Vincent, quien como una Lady Macbeth, le dijo a su novio que habían terminado, a menos que se recuperara.
Su lectura del acto romántico de peleas constantes, tendría consecuencias de gran alcance; y en ese momento crucial, Dick mira a Lynne a los ojos, y jura que nunca más la decepcionará.
La tesis de esta película, escrita y dirigida por Adam McKay, es que Dick cumplió su promesa; y que todos los demás, incluida su hija Mary, miles de soldados estadounidenses, cientos de miles de civiles iraquíes, y casi todos en el planeta que se preocupan por la justicia, la democracia o la simple decencia humana, pagaron el precio.
No se estropeará la diversión de nadie al notar que el director Adam McKay no es un fan de su protagonista:
Su argumento es esencialmente lo que gran parte de lo que más temen los críticos del actual Presidente:
La erosión de las normas democráticas; la fabricación de “hechos alternativos”; el ascenso de un poder ejecutivo autoritario que ya se produjo cuando George W. Bush estaba en el cargo.
Pero Vice ofrece más que el cebo de rabia para los cinéfilos liberales, que ya tienen mucho de qué enojarse.
La revulsión y la admiración se encuentran tan juntas como las franjas rojas y blancas de la bandera estadounidense, y si esto es en cierto modo, una película de monstruos de la vida real, es una que tiene un interés vivo, y a veces sorprendentemente comprensivo en su demonio elegido.
Y McKay, manteniéndose cerca del registro histórico, y dibujando en libros de los periodistas Jane Mayer y Barton Gellman; propone una teoría de la historia del gran hombre negativo, que cuenta la historia de un individuo que fue capaz, a través de una combinación única de disciplina, astucia y suerte, al doblar la realidad a su voluntad.
Las hazañas del hombre, son impresionantes y espantosas:
Aprende el juego interno de Washington durante las administraciones de Nixon y Ford, aplica las lecciones durante la presidencia de George H.W. Bush, y demuestra su inigualable dominio cuando aparece George W. Bush.
Porque esta es una historia de su ascenso, la montaña rusa a lo largo de 4 décadas de la historia de Estados Unidos, que es una mezcla agitada de psicohistoria, drama doméstico, y sátira de esbozos y comedia unidos por el ingenio y la indignación de McKay.
Que al igual que “The Big Short”, su divertida explicación de la crisis financiera de 2008, en esta película transforma los llamativos juguetes de la cultura pop en herramientas de polémica y explicación.
El ritmo es alegre, las escenas crujen con júbilo, con incredulidad vertiginosa, y el negocio seco del arte de gobernar, alcanza la velocidad de la farsa.
La 4ª pared se rompe periódicamente, donde la mayoría de las veces por un afable narrador de todos los hombres, cuya conexión con el personaje principal resulta ser una de las pocas sorpresas en la trama; y todo lo demás ya lo hemos sabido, o lo tendríamos si hubiéramos estado prestando más atención.
Fardos, engrosados y canosos ante nuestros ojos, se entierran en la personalidad de un operador astuto, dotado de lo opuesto al carisma.
Así Cheney carece de cualquier rastro de encanto, humor o calidez, excepto a veces en compañía de su familia.
La devoción a su esposa y sus 2 hijas es genuina, pero lo que más lo motiva es el estudio y la adquisición de poder, una vocación en la que cuenta con el apoyo feroz e incansable de Lynne, como Lady Macbeth.
Y si bien puede permitirse ser sentimental con respecto a la domesticidad, y ser caballeroso con las mujeres en su vida, ella no tiene ningún uso para esa suavidad.
Dick trae a su asociación, la tenacidad y los instintos tácticos; y Lynne proporciona el acero ideológico.
El retrato de McKay de su matrimonio, se adhiere a una concepción de moralidad política similar a la shakespeariana; pues detrás de cada hombre malo, hay una mujer que es aún peor.
Adams una vez más subvierte un rol de ayuda potencialmente marginal, y puede que hasta desaprovechado, estableciendo a Lynne como la protagonista encubierta de la película.
Si ella tiene un rival para ese papel, es Donald Rumsfeld, jugado con un vigor demente por Steve Carell.
Así, la saga marital de Dick & Lynne está ensombrecida por una comedia de amigos, en la que Dick y Don hacen su alegre camino maquiavélico a través de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno.
Al principio, Rumsfeld es el mentor, un congresista acérrimo de Illinois, mientras que Cheney es un interno.
Ambos se meten en la intriga “nixoniana” sin verse empañados por el escándalo, y cruzan espadas con Henry Kissinger durante el reinado de Gerald Ford (Bill Camp)
“¿En qué creemos?”, Dick le pregunta a su “Yoda” en un momento dado, provocando una risa en respuesta… pues las respuestas más importantes son la tortura, el engaño y el poder casi sin control de La Presidencia estadounidense; lo que resulta que una vez que George W. Bush consigue el trabajo, significa la Vicepresidencia estadounidense.
A la pregunta:
Cómo lo hizo?
Adam McKay ofrece una respuesta bastante coherente, una basada en el rendimiento astuto y sensible de Bale.
Como biografía, en otras palabras, la película funciona bastante bien; sin embargo, como historia, es otra historia, a la vez tendenciosa y poco cocinada, que propone un relato reductivo, esencialmente conspirativo de los acontecimientos recientes.
Como en “The Big Short”, el director utilizó la interacción de personalidades para iluminar el funcionamiento de un sistema complejo, pero Vice se mueve en la dirección opuesta.
El abigarrado espectáculo de la política, los interminables argumentos sobre raza, clase, religión, ideología, sexo, región y patrimonio que han definido la república desde el principio, se reduce a una sola personalidad.
Todo lo que realmente necesita saber sobre el mundo de hoy, es que todo lo que está mal, y es culpa de Dick Cheney.
Sin embargo:
¿Cómo se salió con la suya?
La respuesta que McKay suministra, es que él era inteligente, y que el resto era demasiado tonto y distraído para detenerlo; y a medida que Vice termina, hay una escena de un grupo de enfoque político, durante el cual, una mujer joven, aburrida por todas las disputas partidistas y hablando de temas abstractos, espera la próxima película:
“Fast and Furious”
Es difícil saber si esto representa hipocresía o penitencia por parte de McKay, pero es la idea de que a alguien no le importa la política y la cultura popular, en el mejor de los casos, es dudoso.
En el peor de los casos, es una burla dirigida al público, una expresión de desprecio por el público que la película parece compartir con el villano designado.
Lo más curioso es que Vice sea tratado como una película “cómica”, mientras en pantalla vemos torturas, atentados y una corrupción política de alto nivel, pero la verdad es que en muchas escenas, la sonrisa, e incluso alguna carcajada leve puede llegar a aparecer, y uno se siente bien con ello, aunque con un sabor culpable en la boca.
De verdad, ver las maniobras de este genio del mal político resulta de lo más divertido, y tiene sentido, porque lo que se aprende con Vice es que con el poder viene el entretenimiento, que es una droga adictiva, y que su período de abstinencia es casi tan inaguantable como los demás.
Será por eso que todos lo buscan, que la gente hace lo que sea por conseguir y mantenerlo.
Será por eso que surgen los Dick Cheney del mundo, por eso que se crean enemigos y guerras imaginarias, por lo que se desestima crisis urgentes, y por lo que las historias de auge y caída de estos tótems de las sombras son tan atrayentes.
Porque a todos nos atrae el poder; nos entretiene y nos seduce.
Por otro lado, McKay, quien escribió y dirigió la película, se adhiere principalmente a los hechos, aunque incluye un puñado de secuencias de fantasía satírica, en un momento dado, presentando la charla de almohada maquiavélica de Dick y su esposa, Lynne, como un diálogo de Shakespeare, como broma absurda de esto, es cuán poco teatral es el verdadero Dick Cheney; o hacer rodar un conjunto falso de créditos finales justo antes de que Cheney se lance a La Vicepresidencia, dando a la película, y por implicación a Estados Unidos, “el final feliz que podría haber tenido si Cheney nunca hubiera asumido El Poder Supremo”
Sin embargo, incluso cuando lo está interpretando correctamente, que es la mayoría de las veces, McKay trata la película como un “burlesque” ligeramente agrietado, y convierte la historia en un circo divertido para los liberales, invitándonos a deleitarnos con “Los Grandes Éxitos” de la infamia de Dick Cheney.
Así, Vice se toma una sonrisa vengativa, a la vez que ilumina todas las cosas oscuras que Dick Cheney hizo entre bastidores, desde que tomó el mando del proceso de toma de decisiones militar, solo momentos después del primer ataque del 9/11, que incluyó la orden salvaje de Cheney de derribar aviones que se consideraran sospechosos; para alinear favores para sus amigos en la industria petrolera, para encontrar formas “legales” arcanas de justificar la destrucción de La Convención de Ginebra.
Nada de esto vendrá como una noticia para cualquiera que consuma regularmente la primera página de The New York Times.
Sin embargo, la catarsis pop de Vice, al ver a Dick Cheney arrojar su peso alrededor, le dio un codazo a George W. Bush, totalmente absurdo y despistado mientras asume el papel de Presidente.
Junto con todo ese poder “despiadado”, están las familiares pepitas y anécdotas de Cheney, como:
El accidente de caza por el que nunca se disculpó, y que parecía expresar su violencia subyacente; el tao de su obsesión con la pesca con mosca; el ansioso consumo de bollos dulces y otros placeres que obstruyen las arterias que Dick, con un guiño, pretende son saludables; los ataques cardiacos en serie, que comienzan a llegar tan regularmente que se convierten en el leitmotiv cómico de la película, o como alguien cuyo cuerpo maquiavélico rechaza su propio corazón; la línea de remate es que Dick los toma con calma, como si no fueran más que calambres musculares, ya que no puedes matar a un corazón que ya está muerto...
El último episodio de Cheney, puede ser el único indicio de ternura que en realidad empuja su ideología:
Como su hija menor, Mary, que es gay, en la campaña electoral se niega a hacer una declaración abierta contra el matrimonio igualitario.
Sin embargo, tan escandaloso y entretenidamente horrible, como gran parte de esto es para verlo, como un largometraje de Saturday Night Live presentado por los editores del político, ninguno de ellos se aproxima a enfrentar la pregunta:
¿Quién es Dick Cheney y cómo llegó a ser el canalla burócrata dominante que es?
¿Por qué se volvió tan extremo?
Y mientras ves Vice, descubres que no es que la película tenga una respuesta que sea demasiado simple o poco convincente; es que no da mucha respuesta en absoluto.
El Dick Cheney de Vice, mira, habla y opera como el Cheney con el que estamos familiarizados, pero en términos de su espíritu subyacente, podría ser una figura kabuki.
El público, al tratar de entender su motivación, y mucho menos a su vida interior, se ve obligado a recurrir a abstracciones como avaricia y poder; y un desprecio flagrante por la democracia, el tipo de etiquetas que se suman a una acusación de izquierda liberal, pero hacen poco para explicar, en un nivel de psicología personal, la cuestión crucial de, cómo el patriotismo de derecha estadounidense fue secuestrado en algo tan corrupto.
Vice es una película de predicación al coro, lo que hace que este defecto sea más evidente, es que la película comienza con un retrato del joven Cheney como un error total, un perdedor sin ambición.
Y comienza a principios de la década de los 60, cuando Cheney es un fanático de las peleas y los combates, no muy diferente del colegial George W. Bush, que es expulsado de Yale, y termina trabajando como liniero telefónico.
Esto no satisface exactamente a su pareja, Lynne, como un tirador directo que pensó que Dick la cuidaría.
Está disgustada por el hecho de que está dispuesta a casarse con un borracho, y Dick, que la ama con devoción, hará todo lo posible por recuperar su gracia.
Sin embargo, incluso cuando la película termina en 1968, cuando Cheney ganó un codiciado puesto en un programa de pasantías del Congreso en Washington, DC, no muestra ninguna ambición ni cualidades especiales.
Se une al conservador congresista de Illinois, Donald Rumsfeld; y cuando los Cheney y Rumsfeld salen a cenar, y Donald se siente encantado por el humor pícaro de Lynne, eso es lo más cercano a una explicación del ascenso de Dick.
Es un hombre al que le gusta estar en las sombras; pues su primera oficina es casi literalmente un armario, y está totalmente en casa allí.
Cuando Richard Nixon renuncia a La Presidencia, Cheney y Rumsfeld están listos para conducir la ascensión de Gerald Ford al centro de un vacío de poder nacional, pero incluso después de que Rumsfeld sea nombrado Secretario de Defensa, allanando el camino para que Dick se convierta en el más joven; El Jefe de Estado Mayor de La Casa Blanca en la historia, no está claro que no sea más que un obstáculo para el poder, un lacayo que tuvo suerte.
Así Vice, por un tiempo, trata a Dick como una especie de figura de Zelig/Candide, pasando por décadas de juegos de poder republicanos.
Él no se convierte en el mejor jugador de cartas, hasta que se enfrenta a la perspectiva surrealista de que George W. Bush, un padrón miope de tercera categoría, se postule para Presidente.
La forma en que asegura el papel de Vicepresidente, es la cosecha de Cheney.
Como la película lo retrata, cuando Dick inicialmente rechazó la oferta, se ofreció como voluntario para ser el comité de búsqueda de un solo hombre que ayudará a W. Bush a encontrar su “vice”, todo es una farsa.
Lo hace como una especie de zapato blando, principalmente para engañar a Lynne, que no quiere que se convierta en Vicepresidente, sabiendo que George finalmente le ofrecerá el trabajo debido a su necesidad de complacer a una figura paterna como Dick. .
¿Es así como realmente sucedió?
Tal vez sea así, pero la sonrisa de la película no siempre se traduce en un tono de autoridad; y aprovecha el evento sísmico de Colin Powell (Tyler Perry), en el período previo a La Guerra de Irak, y acuerda testificar ante Las Naciones Unidas sobre las armas de destrucción en masa.
Cualquiera con un cerebro que observara ese testimonio crucial, sabía no solo que Powell estaba mintiendo, sino que estaba traicionando cada vestigio de integridad que tenía, excepto el valor militar de seguir órdenes.
La pregunta, por supuesto, es:
¿Cómo fue que todo eso pasó detrás de las escenas?
McKay lo responde haciendo que Tyler Perry interprete a Powell, un truco que nunca se engrandece, ya que Perry no se encarga de las gravitas de Powell, y luego presenta una escena que falla, de alguna manera significativa, para mostrarnos lo que realmente sucedió.
En su lugar, crea un “riff glib” en el cliché abstracto en nuestras cabezas.
Y resulta que el mensaje de Vice no trata sobre lo que está pasando en el alma de Dick Cheney… es que Cheney, una vez que se convierte en Vicepresidente, el último puesto de mando burocrático, hace más que nadie antes que él para centralizar, y por tanto, “dictatorializar”, el poder presidencial estadounidense.
Y eso lo conecta, tal vez más de lo que pensamos, con el acoso, el liderazgo por desacato a la ley, y la crisis existencial para la democracia, de que estamos en medio de este momento con “el orange cheetos”
Y a diferencia de Donald Trump, Cheney era una figura del “establishment”, sin embargo, él ayudó a encabezar un nuevo tipo de “establishment” estadounidense que se veía a sí mismo como un renegado; ejercía el ejercicio del poder para crear su propia realidad.
De una manera enfermiza, según lo encarna el estilo de autoridad secreta de Cheney, fue la administración de la oficina corporativa empujada a un extremo despiadado.
Y Vice muestra todo eso.
Dicho lo cual, también Vice tiene sus defectos:
Estoy de acuerdo con algunos críticos de que la sátira se esfuerza demasiado, y me gustaría ver una narrativa más lineal, porque Bale ofrece una actuación verdaderamente magistral aquí, y solo puedo imaginar la obra maestra que podría haber sido, si fuera más perspectiva clásica.
Del reparto, se cuenta que Christian Bale fue la única opción de Adam McKay para interpretar a Dick Cheney.
Después de haber trabajado juntos en “The Big Short” (2015), McKay quedó impresionado por la capacidad de Bale, para separar psicológicamente a un personaje, y volver a juntarlos; y dijo:
“Lo segundo que pensé en hacer la película, lo supe de inmediato, la persona más emocionante para interpretarlo es Christian”
Por ello, el filme es para lucimiento exclusivo de Bale, que hace un gran trabajo gracias al maquillaje, pero no solo en lo gestual, sino también en lo emocional, donde su personaje, un político siniestro, jamás resulta empático; y dijo que debido al estilo de dirección de improvisación de Adam McKay, tuvo que investigar más para esta película que cualquier otra película que haya hecho.
Y es que para tener un carácter improvisado, Bale no solo necesitaba tener los modales y la vernáculo de Dick Cheney, sino que también tenía que saber qué políticas, sus instancias y abreviaturas conocería El Vicepresidente en cualquier momento de su vida.
Así vemos el manierismo, las pausas ocasionales al hablar, las esquinas de sus labios cayendo hacia un lado, un acento americano completamente diferente al que Bale usa habitualmente, y lo clavó, y recuerda que es un inglés...
Además, la voz natural de Bale es mucho más profunda.
Incluso la forma en que está sosteniendo su cuello…
Los productores hablaron en las entrevistas, sobre cómo compraron una máquina especial para Bale, que la usó para ayudarlo a sostener el cuello como Cheney.
Pero esto ni siquiera es lo más importante.
La pieza más importante de este rol, es la estructura mental y la psicología detrás de cada gesto y mirada, como debe ser.
Esto no es solo una personificación; el Cheney de Bale es una figura poderosa y aterradora, un hombre que una vez tuvo reglas, pero comienza a caminar sobre cadáveres y, por otro lado, todavía es muy humano, es un gran padre y un marido increíblemente romántico.
Y Bale lo demostró todo con su actuación, y todavía lo regó todo con absurdo; y según Adam McKay, fue idea de Christian Bale, que su personaje rompiera la 4ª pared al final de la película.
McKay inicialmente no quería que Cheney se dirigiera a la cámara, pero una vez que Bale señaló que, si alguna vez había un momento para hacerlo, estaría en esa escena, y McKay accedió a filmarlo sin saber si lo incluiría en el corte final, o no.
Bale y McKay escribieron el monólogo juntos, un día antes de filmar; y al final, McKay quedó tan impresionado con la actuación de Bale en la escena, y cómo capturó la esencia de Cheney, que decidió incluirla en la película; y agradeció que Bale la hubiera sugerido.
Como dato, Christian Bale aumentó 45 libras, se afeitó la cabeza, se aclaró las cejas, y se ejercitó para engrosar su cuello por su papel de Cheney; y dijo que logró su fuerte físico para la película comiendo muchas tartas...
Como curiosidad reciente, al aceptar su premio Golden Globe, Bale bromeó al decir:
“Gracias a Satanás por darle inspiración sobre cómo desempeñar este papel”
Obviamente se refería a Cheney, por lo que la congresista republicana, Liz Cheney, hija del ex Vicepresidente, tuiteó una respuesta a Bale, en la que hacía referencia a una acusación de asalto contra el actor en 2008…
“Es probable que Satanás lo haya inspirado a hacer esto también”, escribió Cheney, poniendo un link a un artículo de 2008 sobre el arresto de Bale.
El artículo hace referencia a un incidente en una habitación de hotel entre el actor, su madre y su hermana…
Bale negó las acusaciones en ese momento, y describió el incidente como “un asunto profundamente personal”; y pidió a los medios en una conferencia de prensa, que “respeten mi privacidad en este asunto”
Sin embargo, los fiscales británicos dijeron más tarde, que “no había pruebas suficientes para acusar al actor”, según informaron la BBC y otros medios del Reino Unido en 2008.
También, Sam Rockwell hace un gran trabajo como George W. Bush, que resulta lo suficientemente bufonesco; donde la mayor preocupación física fue el método de hablar de George W. Bush; por lo que solicitó prótesis en la región de la boca, además de la nariz completamente protésica.
Y Steve Carell no brilla tanto como Donald Runsfeld, cuya historia se merece el filme más terrorífico posible.
Por otra parte, Amy Adams, algo desaprovechada, reveló que se mantuvo en el personaje durante la filmación, especialmente manteniendo la voz distintiva de su personaje; incluso tendría debates políticos con el director mientras mantenía la voz; y reveló que era la primera vez que se quedaba en el personaje durante el rodaje.
Amy Adams hace de una Lady Macbeth, como inteligencia infernal y fiereza, y al mismo tiempo un gran amor por un hombre, por quien sacrificó por completo sus ambiciones.
Y como Cheney ha tenido problemas cardíacos bien documentados durante la mayor parte de su vida adulta, Christian Bale tuvo que estudiar la prevención de ataques cardíacos como parte de su método; tanto que sus consejos terminaron por salvar la vida de Adam McKay, ya que sufrió un ataque cardíaco durante la post producción.
Se cuenta que el director decidió incluir imágenes en blanco y negro del procedimiento, para insertar una toma de su corazón, considerando que este es su cameo…
Mientras que las hermanas Cheney son interpretadas por las exalumnas del “American Horror Story”, Lily Rabe y Alison Pill.
Pero no hay que olvidar que Vice está repleto de actores secundarios, figuras extraídas del limbo entre los titulares y los libros de texto de historia, cuyos nombres suenan como alertas en un teléfono celular antiguo.
Justin Kirk, Don McManus, el gran Eddie Marsan… Tyler Perry, LisaGay Hamilton, etc.
Así, Vice recuerda a todos ellos, y a otras personas y eventos de La Era de Bush, personajes oscuros y de otro tipo, que podrías haber preferido olvidar.
Es una cura, y quizás un castigo, para la amnesia; que bien pudo valer ese crédito final falso, que recorre la mitad de la película como “el parte aguas de la historia”
Sin olvidar el final tras los créditos de “I Like to be in America” con los anzuelos con motivos políticos, con esos extras de la película leyendo el guión de Vice, y discuten si es o no una película liberal, antes de que se convierta en una pelea física con respecto a la elección presidencial de 2016.
Mientras tanto, un extra dice que la nueva película “Fast and Furious” parece “muy iluminada”
“However, if we came to a, uh... different... understanding...
I can handle the more mundane... jobs.
Overseeing bureaucracy... military... energy... and, uh... foreign policy”
Desde Richard Nixon hasta Ronald Reagan y Donald Trump, los líderes de la política republicana de derecha en EEUU han tendido a respirar fuego o, en el caso de Reagan, un traidor de sable que podría hacer que el aceite de serpiente tenga un sabor a miel; pero Dick Cheney rompió ese molde.
Hablando en tonos corporales concisos y suaves, con el estrabismo de precisión de alguien que dirige un seminario de mercadotecnia, Cheney fue el mejor jugador de sigilo, el funcionario de los modales del conservadurismo.
Y no importa cuán extremas sean sus opiniones:
¡Más tortura, más combustibles fósiles, más rechazo de los medios de comunicación tradicionales, más guerra!
Siempre se hizo sonar “razonable”, como si estuviera discutiendo no la política de los perros de ataque, sino los hechos.
Y cuando se enfrentó a un entrevistador con esa irónica y avarqueada voz con una mirada ligeramente aburrida, y escupió una frase como “técnicas de interrogación mejoradas” por el costado de su boca, Cheney, en su forma de “staccato” de todo está en proceso, parecía decirlo así:
“El poder es un hecho.
Por eso la verdad es lo que yo diga que es”
No es causal entonces, que Dick Cheney sea uno de los hombres que más influencia tuvo en la configuración del mundo en el que vivimos hoy.
En estos días, su nombre ya no está escondido en el simbólico puesto de la vicepresidencia; hoy todos saben lo que hizo, y cómo lo hizo.
Cualquiera que haya seguido con más o menos interés las noticias internacionales en la primera década de los 2000, conoce bien el papel que jugó en La Invasión a Irak, en las medidas gubernamentales de George W. Bush, en sus maniobras favorables a las empresas petroleras interesadas en el fértil Medio Oriente…
Pero lo conoció después, porque la niebla burocrática siempre ocultó su influencia hasta que el sistema fue demasiado grande, pesado y turbio como para mantenerlo a flote.
Y Cheney mantuvo un perfil público visible después de dejar el cargo, siendo especialmente crítico con las políticas de la administración de Obama en materia de seguridad nacional.
De hecho, en mayo de 2009, Cheney habló de su apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo, convirtiéndose en uno de los políticos republicanos más destacados para hacerlo.
En declaraciones al National Press Club, Cheney declaró:
“La gente debería ser libre de formar parte de cualquier tipo de unión que desee, cualquier tipo de acuerdo que desee.
Creo que, históricamente, la forma en que se ha regulado el matrimonio es a nivel estatal.
Siempre ha sido un problema del estado, y creo que esa es la forma en que debería manejarse hoy”
En 2012, se informó que Cheney alentó a varios legisladores estatales de Maryland a votar para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en ese estado.
Como dato, aunque por costumbre, un ex Vicepresidente recibe de manera no oficial, 6 meses de protección del Servicio Secreto de los Estados Unidos, El Presidente Obama amplió el período de protección para Cheney; y en una entrevista del 2 de mayo de 2011, con ABC News, Cheney elogió a la administración de Obama por la operación militar secreta en Pakistán, que resultó en la muerte de Osama bin Laden; pero en 2014, mientras era invitado en el programa de Sean Hannity, llamó a Barack Obama “un Presidente débil en medio de los disturbios ucranianos”
¿Quién los entiende?
Lo que si se entiende es que el patrimonio neto de Cheney está estimado entre $19 millones; y $86 millones se deriva en gran parte de su puesto en Halliburton.
Su ingreso conjunto bruto de 2006, con su esposa, fue de casi $8.82 millones.
¡Ahora sumen y analicen quién paga eso!
Finalmente, la defensa de Cheney de La Teoría Unitaria, a la que evidentemente convenció también de comprarla a su ego maniaco jefe, implicó que la administración consideraba que podía utilizar las facultades del Comandante en Jefe con una interpretación amplia, otro anatema para los fundadores, a fin de ignorar la sanción parlamentaria de las leyes durante “época de guerra”
En las dictaduras, se denomina a esto “gobernar por decreto”
Por tanto, la violación deliberada de las leyes de parte de la administración, tenía la finalidad y el efecto más siniestro de establecer una “presidencia hiper-imperial”
Esto es lo más importante y lo peor que hizo la administración Bush en el cargo.
Ya pudimos observar que en la de Obama, y probablemente en futuras administraciones, como la actual, con Trump, la autolimitación del Ejecutivo será mucho más difícil de cara a las tentaciones de este puesto más poderoso heredado, que estará basado en los precedentes de La Era Bush.
También, debemos empezar a hacer algunas duras preguntas sobre el supuesto consenso sobre “la presidencia imperial” en contra de La Constitución.
Reagan y Bush hijo, son presidencias que sugieren fuertemente que muchos estadounidenses no ven nada malo en La Presidencia como un contrapeso cada vez más poderoso frente a un peligroso mundo.
Y existe así la oposición y el apoyo a “la presidencia imperial”
Sus opositores se muestran como tales, por ser “Presidentes imperiales” sin llegar a la cuestión subyacente, como más bien criticar a los republicanos por ser conservadores.
Esto también podría sugerir que La Constitución no fue diseñada para hacer frente a un mundo peligroso permanentemente.
Parece que El Presidente y El Vicepresidente, consideran que la lección de Watergate, no es la de permanecer dentro de la ley, sino la de evitar ser atrapados.
Y en caso de ser atrapados, reclamar que El Presidente puede hacer todo lo que crea necesario en nombre de la seguridad nacional.
¡Tememos por La República, como en Star Wars!

“I have no problem as long as we achieve our objective”



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