Boy Erased

“The Truth Cannot Be Converted”

Parte de la ideología nazi era la consideración de la homosexualidad como una enfermedad, ya que se oponía a la noción de la raza aria que los científicos nazis buscaban perfeccionar.
Por tanto, la homosexualidad era considerada como un defecto del carácter, y susceptible de ser “curada” a través de algún tipo de terapia; de hecho, los homosexuales alemanes eran considerados como parte de la raza aria, y se pensaba que había que conseguir que estos individuos se adaptaran a las convenciones sexuales y sociales.
De esa manera, los homosexuales que no cambiasen su comportamiento sexual, eran enviados a Campos de Concentración.
En total, fueron enviados unos 10,000 homosexuales, de los que solo sobrevivieron un 40%
Mientras que las lesbianas no fueron perseguidas, ya que se creía que su “conversión” a la moral nazi y los estándares sociales, era más fácil.
Por su parte, los gobiernos también han empleado estos métodos…
En 1952, el gobierno británico sometió a Alan Turing a técnicas después de que fuera arrestado por tener sexo con un hombre.
En 1970 y 1980, El Ejército Sudafricano empleó técnica de conversión en personas sospechosas de ser homosexuales.
Tan recientemente como en 1992, el Phoenix Memorial Hospital empleaba métodos en niños de hasta 10 años; y en la India, donde la homosexualidad es ilegal, todavía se emplean muchos métodos de conversión.
Uno de esos métodos es “La Terapia de Aversión” que es un tipo de tratamiento psiquiátrico o psicológico, que consiste en exponer al paciente a un estímulo al mismo tiempo que se le hace experimentar alguna forma de sensación desagradable.
Este tipo de metodologías, ya no están autorizadas por la American Psychiatric Association o Asociación Psiquiátrica Estadounidense, como una manera apropiada de tratar la homosexualidad; tanto que eliminó la homosexualidad ego-distónica del DSM-III-R en 1987, y se opone al diagnóstico de homosexualidad u homosexualidad ego-distónica como cualquier tipo de trastorno.
Y es que algunas personas son “infelices” con su orientación sexual por una serie de razones, incluyendo creencias religiosas o personales, el deseo de una familia tradicional, la vergüenza, el rechazo real o temido; o una insatisfacción general con “el estilo de vida gay” contemporáneo.
Típicamente, estas personas provienen de ambientes autoritarios, en los que la homosexualidad está marcada como inmoral o un pecado, mientras que otros están casados, viviendo una mentira, y no pueden reconciliar su compromiso familiar con sus deseos eróticos.
De esa manera, la American Psychological Association afirma que el hostigamiento y el abuso, así como la presión familiar, de compañeros y grupos religiosos ignorantes sobre, y con prejuicios hacia los homosexuales, pueden causar altos niveles de estrés emocional para lesbianas, gays y bisexuales; y esta presión puede llevar a las personas a sentirse obligadas a intentar el cambio de orientación sexual; mientras que otros investigadores han encontrado que la presión social tiene un papel fundamental en el deseo de cambiar su orientación sexual.
Así, “La Terapia de Reorientación Sexual”, también conocida como “Terapia de Conversión Sexual Reparativa” o “Deshomosexualización”, consiste en una serie de métodos no aceptados actualmente por las ciencias de la salud mental, enfocados al cambio de la orientación sexual de personas homosexuales y bisexuales para intentar convertirlos en heterosexuales, o para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales, incluyendo la modificación del comportamiento, mediante La Terapia de Aversión, el psicoanálisis, la oración y el consejo religioso.
Como dato, el término “conversión” suele preferirse al “reparativo”, ya que este último sugiere que el deseo sexual por su mismo sexo, puede o debe ser “reparado”
Sin embargo, tras la máscara de compasión, el fin sigue siendo el mismo:
Reducir la protección legal para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales.
Por su parte, La Terapia pseudocientífica de Reorientación Sexual, está estrechamente relacionada con El Movimiento Exgay, que es más explícitamente religioso; y el término “Exgay” es utilizado por algunos terapeutas de reorientación, grupos religiosos y otros grupos, generalmente conservadores, para describir a una persona que afirma haber cambiado de orientación sexual, de homosexual o bisexual a heterosexual.
Los grupos Exgays, están liderados por asesores o consejeros voluntarios, de manera opuesta a La Terapia de Reorientación, que es realizada por médicos licenciados; y algunos grupos Exgay, basan su filosofía en conseguir reprimir los deseos homosexuales por medio de la voluntad o la oración.
Por ejemplo, algunos Exgays que se encuentran casados en un matrimonio heterosexual, reconocen que sus deseos homosexuales permanecen, pero se esfuerzan en que sus matrimonios funcionen; y para algunos, el mero acto de adoptar el término “Exgay” es un dispositivo verbal por el cual “los individuos usan el lenguaje como la herramienta primaria, no sólo para expresar su identidad, sino para crearla y transformarla”
Los grupos de “ex homosexuales”, tienden pues a concentrarse en evitar actividades homosexuales, y secundariamente o a veces en absoluto, en cambiar la tendencia subyacente.
Este tipo de “terapias” son ilegales en varios países y en diferentes estados de Estados Unidos.
Por su parte, en los Estados Unidos, la American Psychiatric Association ha declarado:
“Algunas personas creen que la orientación sexual es innata y fija; sin embargo, la orientación sexual se desarrolla durante toda la vida de una persona”
Y los grupos Exgay afirman sin ninguna prueba, que “la comunidad científica ha tomado esta posición influenciada por las presiones políticas, y no por consideraciones científicas”
Las técnicas utilizadas en La Terapia de Conversión, antes de 1981 en los Estados Unidos y Europa occidental, incluían:
Lobotomías, castración química con tratamiento hormonal, tratamientos aversivos, como la aplicación de descargas eléctricas en las manos y/o genitales; fármacos inductores de náuseas, administrados simultáneamente con la presentación de estímulos homoeróticos; y reacondicionamiento masturbatorio.
Las técnicas clínicas más recientes utilizadas en los Estados Unidos se han limitado al asesoramiento, la visualización, el entrenamiento en habilidades sociales, la terapia psicoanalítica, e intervenciones espirituales como “la oración y apoyo grupal y de presión”, aunque hay algunos informes de tratamientos aversivos a través de prácticas sin licencia, hasta la década de 1990; y se ha llegado incluso a celebrar exorcismos para “curar” a homosexuales, como fue el caso de La Iglesia Manifested Glory Ministries, en Connecticut, cuyo caso tuvo alguna notoriedad, ya que el vídeo del exorcismo de un joven de 16 años, pudo verse en YouTube.
Los defensores de más alto perfil de La Terapia de Conversión, hoy en día tienden a ser grupos cristianos fundamentalistas, y otras organizaciones que utilizan una justificación religiosa para la terapia, en lugar de hablar de la homosexualidad como “una enfermedad” que ya se dijo, no lo es.
Y la principal organización que promueve las formas seculares de La Terapia de Conversión, es La Asociación Nacional para La Investigación y Terapia de La Homosexualidad (NARTH), que a menudo se asocia con grupos religiosos.
En 976, Exodus International comenzó a recomendar a gente hacia sacerdotes que intentaban cambiar su orientación sexual.
Los sacerdotes de Exodus, consideran desde una perspectiva religiosa, que las relaciones homosexuales “son un pecado”; y creen que la atracción homosexual no es una elección, y que está causada por muchos factores, como padres de mismo sexo ausentes o distantes, exceso de relación con el padre del sexo contrario, abuso sexual, exposición temprana a la pornografía, o al lenguaje sexualmente explícito, malas experiencias con actividades específicas para un sexo, aislamiento de compañeros de su propio sexo, o insultos recibidos de joven; y llaman a sus pacientes “luchadores”
Y una de las principales organizaciones y grupos que tienen dentro de sus objetivos, cambiar o controlar la atracción homosexual, es Love In Action (LIA) o “Amor en Acción”; que fue el primer ministerio contemporáneo de Exgays, que se formó en 1973, que tenía un mensaje inequívoco:
“La homosexualidad significaba infelicidad, aislamiento y muerte”
Por su parte, John Smid fue el ex director de LIA en Memphis, Tennessee; ocupando una posición en la que fue un destacado portavoz para convertir a los homosexuales en heterosexuales. 
Personalmente, Smid vivió durante años casado con una mujer y con hijos; y fue durante este matrimonio cuando se dio cuenta de que era gay, posteriormente se divorció de su esposa en 1980; y 4 años después, Smid se convirtió en cristiano, y buscó la conversión de la homosexualidad a la heterosexualidad.
Sin embargo, ha habido varios escándalos relacionados con LIA, incluyendo algunos Exgays auto-reclamados, que se han encontrado en relaciones con personas del mismo sexo, a pesar de haberlo negado, así como controversias sobre la obligación de los menores homosexuales de ir a campamentos de ex-homosexuales en contra de su voluntad, y las admisiones abiertas por parte de organizaciones relacionadas con el movimiento, de que La Terapia de Conversión no funciona…
Al tiempo que algunos grupos de ex homosexuales pueden reforzar los prejuicios y el estigma, al proporcionar información inexacta o estereotipada sobre la homosexualidad.
Fue después de que Jack McIntyre, un amigo del cofundador John Evans, se suicidara por desesperación por su incapacidad para cambiar, que Evans dejó a Love in Action, y lo denunció como peligroso; siendo citado por Wall Street Journal, el 21 de abril de 1993, diciendo:
“Están destruyendo las vidas de las personas.
Si no haces lo tuyo, no eres de Dios, te irás al infierno.
Ellos están viviendo en un mundo de fantasía”
De esa manera, las personas que dejan de formar parte del movimiento ex gay, a menudo dan un paso más, calificando sus métodos de “lavado de cerebro”
Y aunque no en relación con la homosexualidad, La Terapia de Aversión y sus implicaciones morales, fueron exploradas en las exitosas novelas de 1962:
“One Flew Over The Cuckoo's Nest” y “A Clockwork Orange”
Y es que el programa de LIA se describe en el libro “Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family” (2016) de Garrard Conley, basado en su experiencia, donde narra su infancia en una familia fundamentalista de Arkansas, que lo inscribió en La Terapia de Conversión.
Conley decidió escribir sobre sus experiencias, en lo que llama “una historia en 3 partes”:
Sobre él, sus padres y los terapeutas en el centro donde supuestamente lo iban a “curar” de ser gay.
¿Pero por qué accedió a “la terapia”?
Conley dice:
“Estaba en caída libre tras ser violado por mi compañero de cuarto, y que él dijera que también había violado a un niño de 14 años”
Añadiendo que lo habían criado para creer que los homosexuales eran pervertidos.
“Fue cuando mi padre me dio un ultimátum; estaba aterrorizado de perder a Dios, y rezaba todas las noches.
Mis padres tenían la esperanza de que pudiera llevar “una vida normal”
Yo había salido con una chica durante 2 años; y realmente la amé de muchas formas, y ella me había protegido...
Así que pensé, “bueno, solo se trata de sexo, ¿qué importa?”
El libro está escrito para todo el mundo, es convincente, perturbador y, en última instancia, bastante arriesgado, pues nos da una perspectiva importante y refrescante sobre los peligros y abusos de los ministerios de terapia gay, que son una experiencia atroz, dañina, una red hipócrita que utiliza la fe y el beneficio económico para sí, y que aún hoy opera en muchas partes del mundo.
El autor declaró, que su objetivo es salvar la brecha cultural:
“Una que hace que La Terapia de Conversión gay parezca una opción natural en algunos lugares, e insondable en otros”
En lo personal, Garrard Conley se crio primero en Cherokee Village, y luego en Mountain Home, Arkansas; en lo que se conoce como “El Cinturón de La Biblia”, en el sur de Estados Unidos; un Estado conservador, donde se enseñaba que hacer yoga es malo, y que Harry Potter es malvado...
“No había nada de justo en eso, por supuesto, pero si tu padre era un amante de los bautistas del sur, como Billy Graham, y te criaron para creer que El Infierno era real, y si hubieses crecido en un mundo en el que los pastores predican que La Evolución es una mentira satánica, tal vez usted también considere que la atracción por el mismo sexo es una enfermedad.
Todo el entorno estaba impregnado de lo que mis padres creían que era una interpretación literal de La Biblia”, dice Conley
Como hijo único de un vendedor de autos, que pronto sería pastor bautista, Conley estaba aterrorizado y en conflicto con su sexualidad.
Asistió a La Universidad de Lyon por un semestre, antes de regresar a casa después de que un compañero lo había violado…
Y es que fuera de casa, Conley se retiró de la iglesia, usaba camisetas de Radiohead, leía Dostoievski y Gertrude Stein, y defendió La Evolución en las conversaciones con un compañero de estudios, a quien llama David, mientras fantaseaba acerca de cómo sus cuerpos se sentirían enroscados entre sí...
En cambio, David violó a Conley en su dormitorio más tarde ese mismo día.
“No pude moverme de la cama donde me había colocado, creía que Dios me estaba castigando físicamente por mis transgresiones mentales”, escribe Conley; y unas semanas más tarde, David llamó a la madre de Conley, y expuso a su hijo para que lo expulsaran de la universidad.
“David me había vencido.
El conocimiento de mi homosexualidad parecería más impactante que el conocimiento de mi violación; o peor”
Eso fue a los 19 años, cuando se declaró homosexual a sus padres, y se le dio la opción de ser repudiado o sometido a una Terapia de Conversión gay, que prometía “curar su homosexualidad”
Ese momento se produjo cuando su padre estaba a punto de ser ordenado como Ministro Bautista; por tanto, Conley se inscribió en un programa ex-gay, Love In Action , y relató en un libro el daño que sufrió allí, en nombre de curar su sexualidad, cuando se sometió a tratamientos de John Smid.
En las memorias de Conley oscilan entre sus revelaciones, buenas y malas, durante el tiempo que pasó en el ministerio, durante su estadía de 2 semanas en el programa de prueba “Source”, y su historia personal y familiar, que condujo a la inducción en el programa.
Dentro, había reglas de cómo comportarse durante las 2 semanas de terapia intensiva; tanto que a Conley le confiscaron su teléfono, y le dijeron que todas las fotos y los mensajes, tendrían que ser inspeccionados.
La experiencia de esas 2 semanas y, luego 6 meses de terapia “uno a uno”, lo dejaron al borde del suicidio:
“No había manera de cuestionar a estos líderes.
Así que mis padres nunca supieron lo que sucedía allí, hasta que se los conté muchos años después.
No tenían idea de lo que pasaba.
Mi madre empezó a hacer preguntas al final, y ahí fue cuando me sacaron del programa.
Se suponía que no podíamos hablar de lo que había ocurrido allí adentro…
Sí, mis padres cometieron errores horribles que me hubieran costado la vida; pero no sabían lo que me estaban haciendo.
Por eso es que realizo esta labor de activismo.
Es muy importante para las personas que estén considerando someter a sus hijos a esto”
Así, Conley relata una historia en la que un “desertor” de 19 años de edad, se vio obligado a someterse a un funeral simulado, mientras otros miembros leían su obituario, describiendo su lento declive hacia El VIH y luego El SIDA.
Historias como estas, no eran infrecuentes en LIA, un ministerio rebautizado como “Ruta de Restauración” en 2012.
Esa serie de reglas y prohibiciones, eran diseñadas para maximizar el control mental de LIA sobre los pacientes durante su tratamiento y más allá.
Otras reglas incluían restricciones sobre dónde los residentes podían viajar dentro de Memphis, su vestimenta y aseo, no usar camisas musculares; ni piercings, y sobre cómo se relacionaban con el mundo secular, pues no escuchan a Beethoven o Bach, o no podían entrar en “librerías no cristianas”, por ejemplo.
Se prohibió a las mujeres usar ropa “masculina/juvenil”, lo que sea que eso signifique, y los hombres tenían que evitar el comportamiento “afeminado”
Más tarde, Conley le entregó su manual LIA a la firma de abogados McDermott, Will & Emery, que trabaja con la Mattachine Society de Washington, DC, para archivar la historia LGBTQ.
“Tomaron mi libro y lo analizaron para ver si coincidía con lo que sabían sobre los cultos, y así ocurrió.
Por supuesto, sabía que operaba como un culto, en algún nivel, pero seguía siendo un “shock”
Así las cosas, su libro recuenta los meses de asesoramiento a los que se sometió, seguidos de una intervención intensiva de 2 semanas; y también incluye historias de otros participantes, y una “línea de tiempo del Movimiento Ex-gay”
La esperanza de Conley es que su historia expondrá a los grupos de ex homosexuales, y a los programas de Terapia de Conversión homosexual, como carentes de compasión, y más propensos a causar daño que a curar cualquier cosa, especialmente cuando se les dice a los participantes que están siendo curados de algo que no es una enfermedad.
Y es que Conley tuvo mucho que enfrentar al reconocer internamente su homosexualidad, incluyendo capas sobre capas de complejidad familiar, pero al desentrañar su agitado viaje, lleva a los lectores a lo profundo de su mente y alma, para un viaje satisfactorio.
Los lectores siguen a Conley a través de un proceso muy difícil de auto identificación, que arroja luz sobre los grados de intolerancia que aún están presentes en el mundo de hoy, y a veces, el texto se siente un poco pasivo; algunos lectores pueden esperar una indignación más descarada.
Sin embargo, Conley ha elegido exponer la terapia Ex-gay como abusiva, y eso es importante; aun cuando su madre leyó el libro, dice Conley, “no sabía todo lo ocurrido.
A ellos no les di copias adelantadas.
Mi madre lo descargó al minuto que salió.
Estaba muy preocupada de que fuera a pasar vergüenza, y que fuera una diatriba en su contra.
Así que realmente fue un alivio para ella.
Pero mi padre no lo ha leído, lo que no creo que sea posible”
Al respecto de su padre, Conley añade:
“Todavía tenemos desacuerdos en cuanto a los temas LGBT.
Él sostiene que es una opción.
Y tiene una congregación que, si saliera en mi apoyo, se saldrían de la iglesia.
No predica contra los asuntos LGBT; y diría entonces que ha progresado”
No obstante, el rehusar atacar a sus padres le ha ganado la crítica de algunos que dicen que los ha estado humanizando demasiado:
“Mi respuesta es que esta es mi historia, y yo elijo cómo me debo sentir; y una de las cosas que realmente me molestó de La Terapia de Conversión, es que se suponía que debía odiar a mi padre.
Siento lo mismo de lo que la gente dice en Twitter, “no me digan cómo debo sentirme sobre mi padre”
Tengo sentimientos tridimensionales.
Y nos dice que su padre creció viendo a su propio padre atar a su madre a una silla para poder golpearla…
Por ello, no queriendo repetir una historia de violencia, Conley es amable con sus padres y, en general, reacio a juzgar a cualquier persona involucrada.
“Me pregunto si lo hago o no por obstinación o compasión real.
Dada mis experiencias, soy muy resistente a que la gente me diga lo que debería creer, y por eso no me gustan las rutas fáciles de salir”
Hoy, Conley encuentra el liberalismo casi tan desagradable como las piedades conservadoras:
“He conocido a muchas audiencias liberales agradables que no han tenido experiencia en esos lugares, y que son completamente incrédulos, muy bien intencionados, pero también enloquecedores, porque esto dice mucho del país.
No debería ser un shock…
Mira a quién elegimos…”
Por tanto, testimonios como “Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family” (2016) son una parte necesaria para deshacerse de los ministerios ex-gay o, en realidad, cualquier tipo de programa en el que el objetivo explícito es cambiar la identidad, en este caso, la sexualidad de los sujetos.
¿Y a quién beneficia de La Terapia de Conversión gay?
¿A los padres, que envían a sus hijos, y los cuestionan para que se “curen” de sus atracciones del mismo sexo?
¿A los jóvenes a quienes se les lava el cerebro para que nieguen los impulsos que creen que son pecaminosos?
¿A Dios?
La respuesta parece ser que solo los charlatanes que dirigen estos campamentos, parecen prosperar, mientras que todos los demás terminan odiándose.
Por su parte, la comunidad médica y científica, considera mayoritariamente que la homosexualidad no es una enfermedad, y por tanto no se puede curar, y que La Terapia “Reparativa” no es eficaz, y además, es potencialmente dañina para la salud mental; de hecho, no existe un debate en la profesión sobre el asunto.
Es como El Creacionismo:
Creas la impresión en el público de que existe un debate en la profesión, que no existe.
Y para cuando se publicaron las memorias de Garrard Conley en 2016, solo un puñado de estados habían prohibido La Terapia de Conversión gay, como Vermont, California, New Jersey, Illinois y Oregon, junto con el Distrito de Columbia, Washington, DC.
En general, los principales grupos médicos y de salud, han rechazado los supuestos subyacentes que las personas LGBTQ necesitan o pueden cambiar su sexualidad.
“Fake it till you make it.
Become the man you are not.
Save yourself”
Boy Erased es un drama del año 2018, escrito y dirigido por Joel Edgerton.
Protagonizado por Lucas Hedges, Nicole Kidman, Russell Crowe, Joel Edgerton, Xavier Dolan, Emily Hinkler, Joe Alwyn, Ron Clinton Smith, Jesse Malinowski, Troye Sivan, entre otros.
El guión de temática gay, está basado en el libro de superventas “Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family” (2016) de Garrard Conley, sobre sus experiencias en un “centro de conversión religioso de homosexuales” donde los padres envían a sus hijos para “ser corregidos”
No es inusual que un autor dedique su libro a sus padres, pero que Garrard Conley haya reconocido y agradecido a su papá y mamá en su libro biográfico, traducido como “Identidad Eliminada”, es muy sorprendente, debido a que fueron ellos quienes lo sometieron a “terapia”
Garrard Conley es un homosexual rechazado por su propia familia y su entorno, y en su libro nos cuenta cómo este abandonó su hogar a los 19 años, debido a que su estricto padre le dio 2 opciones:
Asistir a “Love In Action”, una especie de terapia apoyada por la iglesia que se supone “cura” la homosexualidad; o abandonar a su familia, sus amigos y su religión.
Y a pesar de estar sometido a una enorme presión por todos los que le rodeaban, Conley decidió ser fiel a sí mismo.
Y para la producción cinematográfica, Conley rechazó la oportunidad de escribir la adaptación, ya que creía que un cineasta sería mejor para traducir sus memorias a la pantalla grande.
Por su parte, Focus Features ganó los derechos de la película en una guerra de ofertas contra Annapurna Pictures, Netflix y Amazon Studios; así nació Boy Erased, un filme sobre auto-represión, autoritarismo familiar, y dictadura religiosa en sociedades conservadoras, en pleno siglo XX.
Y es notable la descripción de individuos muy diferentes entre sí, que solamente tienen una característica que los une, ser homosexuales; donde la hipocresía de las iglesias, la privación de libertad, lo artificial de la familia tradicional y el abuso psicológico, son expuestos con convicción en una producción sólida y sincera de Joel Edgerton, que será útil, y quizá necesaria, para aquellos que están sufriendo los abusos anti-gay, y aquellos que los perpetran.
Rodado en 2017 en Atlanta, Georgia; la acción sigue a Jared Eamons (Lucas Hedges), que es el hijo de Marshall Eamons (Russell Crowe), un predicador baptista de una pequeña ciudad de EEUU, que se ve obligado a participar en un programa para “curar” su homosexualidad, apoyado por la iglesia.
Pero cuando a los 19 años, Jared cuenta a sus padres, Nancy (Nicole Kidman) y Marshall que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de Terapia de Conversión gay, o de lo contrario será rechazado por su familia, su amigos y la iglesia.
Dentro del programa, Jared entrará en conflicto con el terapeuta jefe, Victor Sykes (Joel Edgerton)
Sin embargo, según los créditos, en realidad, más de 700,000 personas se vieron afectadas por estas terapias similares, donde los fanáticos religiosos están detrás de este sistema inhumano.
Por tanto, en el camino, algunas cosas se saldrán de control, y es allí cuando vemos los verdaderos rostros de los terapistas. 
El filme es valiente, aunque no es lo suficientemente sincero en el sentido de mostrar la crudeza emocional y psicológica de quienes sufren las terapias en dichos centros, muchos de los cuales, ni siquiera son regulados, y muchos son dirigidos por fanáticos incompetentes, que solo buscan el bienestar económico de la desesperación e ignorancia de los padres, que no tiene idea de cómo tratar los temas de sexualidad, o no tienen el coraje de lidiar con hijos que según el filme “no son perfectos”
Y es que hablando de perfección, la película muestra mucho de eso, pero en el fondo, se vive un ambiente podrido; no es casual el lugar idílico donde suceden los hechos, como una clínica de tratamientos, o la casa y el vecindario del protagonista, “donde Dios vive”
Pero que en el fondo solo hay miseria, inseguridades y temores, que son calmados con la ignorancia de la religión.
Y es que el filme se cuida de no ser tanto un alegato anti religioso, y pone el dedo en la llaga en quienes sacan provecho de la situación; por lo que Boy Erased demuestra que el camino hacia el drama complejo y poderosamente realizado, también puede estar lleno de buenas intenciones; y son muchos detalles que el director pone en su película para llamar al análisis, las segundas lecturas y la reflexión; donde una vez más se demuestra que “la religión es un gran problema”
“I think about men.
I don’t know why, and I’m so sorry”
El 8 de junio de 2017, se reveló que se había iniciado una guerra de ofertas entre Netflix, Annapurna Pictures, Focus Features y Amazon Studios por los derechos de distribución de un paquete de películas con la actuación de Lucas Hedges, Joel Edgerton, Nicole Kidman y Russell Crowe; y que sería dirigido y escrito por Edgerton, basado en las memorias de Garrard Conley, “Boy Erased”
Y el 21 de junio del mismo año, se anunció que la guerra de ofertas por los derechos de distribución, se había reducido a Netflix y Focus Features; y este último finalmente los ganó.
En el comunicado de prensa, Joel Edgerton habló con orgullo del proyecto, declarando:
“Estoy emocionado de trabajar con un conjunto de actores, experimentados y nuevos, para llevar la historia de Garrard a la pantalla.
Creo que Focus es el socio perfecto en esto, y siempre le agradeceré a Garrard por confiar en mi pasión por la historia de su vida.
No puedo pensar en una mejor razón para estar detrás de la cámara de nuevo”
Y es que la carrera de Edgerton como cineasta, se eleva a un nivel completamente nuevo con este segundo trabajo:
Un drama sumamente humanista y emocionalmente abrasador, que se graba en la memoria, donde de nuevo demuestra su talento tras la cámara, y se reconfirma como director, con una gran sensibilidad y talento dirigiendo actores.
Qué enseñar y qué no, esa es la cuestión; y Edgerton transita esa frontera con elegancia y sensibilidad, con estilos narrativos no lineales, tan en tendencia, que se apoyan hábilmente en este drama en su dinámica con “flashbacks”; con el joven narrador en primera persona como aliado, donde el puente de empatía hacia la audiencia se construye rápidamente; mientras que el desarrollo psicológicamente plausible de los personajes, ya sean víctimas, perpetradores o padres impotentes, proporciona beneficios adicionales.
Así tenemos a Jared Eamons, hijo de Marshall Eamons, un exitoso vendedor de autos y predicador bautista; y de Nancy Eamons, una peluquera de estilo propio; cuando comienza su primer día en el programa de evaluación de La Terapia de Conversión gay, llamado “Love in Action”, donde el principal terapeuta es Victor Sykes, que le dice al grupo, que su sexualidad es una elección influenciada por la paternidad pobre... y les da instrucciones para que realicen “inventarios morales” siendo duro con ellos mismos y con sus familias, y les exige que no le cuenten a nadie lo que ocurre durante las sesiones.
Así, Nancy alquila un motel cercano para ella y Jared, para quedarse hasta que complete la evaluación; sin embargo, Jared pronto descubre que la terapia no tiene un punto final establecido, y puede requerir que se mude a una casa en el campus, si no logra convencer a Sykes, de que se ha vuelto heterosexual…
Y es que la vida de Jared antes de ingresar al programa, lo muestra bien adaptado y feliz, aunque rompe con su novia al comenzar la universidad; y una vez allí, se hace amigo de otro estudiante, Henry (Joe Alwyn), quien lo viola…
Al tiempo que Jared poco después tiene un encuentro íntimo con un estudiante de arte, llamado Xavier (Théodore Pellerin)
Así, después que Henry viola a Jared, éste le confiesa con lágrimas, que le ha hecho lo mismo a otro joven...
Traumatizado, Jared vuelve a casa para recuperarse; y Henry llama a su casa, haciéndose pasar por un consejero escolar para sacar a Jared de la universidad, y asegurar su silencio.
Como consecuencia, Jared confiesa sentirse atraído por los hombres; y después de consultar con otros pastores, Marshall lo inscribe en La Terapia de Conversión, a lo que Jared acepta a regañadientes.
Semanas en su terapia, Jared conoce a los otros asistentes que también buscan ser heteros:
Como Jon (Xavier Dolan), que están fanáticamente dedicados a la conversión, hasta el punto en que se niegan a tocar a otros hombres.
Otros, como Gary (Troye Sivan), están simplemente “interpretando el papel”, simulando que la terapia está funcionando hasta que se puedan liberar y volver a una vida normal.
Ante su insistencia, Jared le permite a Nancy leer el manual del programa, que está lleno de psicología cuestionable, y obvios errores gramaticales.
Después de fallar un ejercicio, Cameron (Britton Sear) es humillado por Sykes frente al grupo, e intimidado con un servicio funerario falso; donde Cameron es golpeado con biblias por los terapeutas y por su propia familia, y lo meten a la fuerza en una bañera en una de las casas tipo prisión del programa.
Es en ese momento en que Jared desafía a Sykes, cuando el terapeuta sugiere durante un ejercicio, que Jared odie a su padre; y sale corriendo de la habitación, donde recupera con éxito su teléfono móvil, y llama a Nancy para que lo recoja.
Aunque Sykes, sus consejeros y los demás asistentes arrinconan a Jared, Cameron lo defiende y acompaña a Nancy, quien lo lleva a su casa, horrorizada y avergonzada de haber permitido que Marshall lo inscribiera en un programa sin garantía, sin investigar sus prácticas.
Pero Marshall sigue furioso porque Jared abandonó el programa, y se niega a hablar con él.
Poco después, Jared se entera de que Cameron se ha suicidado, mientras todavía está bajo el cuidado del programa.
Jared se angustia, y Marshall se acerca para consolarlo, pero Jared lo rechaza…
Pasan 4 años, donde Jared se ha mudado a New York; y escribe un artículo que expone las realidades de La Terapia de Conversión.
En un momento, Jared regresa a casa para convencer a su padre de que lea el artículo, y asuma la responsabilidad de sus acciones; y los 2 comienzan a reconciliarse…
La historia es contada de manera lineal, salpicada con varios “flashbacks” mientras Jared lucha con lo que ha atravesado, incluyendo un incidente increíblemente traumático y terrible; lo que ha sentido y lo que quiere hacer con su vida personal.
Como espectadores, no vemos mucho del diálogo interno de Jared, pero se percibe un verdadero conflicto en su interior:
Es un buen chico, acostumbrado a complacer a sus padres, y ahora, aunque no sea su culpa, ha logrado decepcionarlos, y carga con esa vergüenza.
El relato ilustra el proceso de adoctrinamiento que involucra confesiones que convincentemente bordean lo ridículo, y la manera en que los jóvenes participantes reaccionan a este programa, donde algunos se acoplan al mismo, en tanto que otros tratan de resistirlo; más sorprendente es comprobar, cómo algunos de ellos son abusados por sus consejeros.
Tanto el centro de curación sexual como el ambiente escolar homofóbico donde Jared se desenvuelve, están muy bien descritos y vigorizados por la impecable contribución de los actores, brindando una textura de veracidad al descorazonador drama.
Y resulta impredecible aventurar, si este sobrio film puede alterar el panorama existente con respecto al tema enfocado, pero en todo caso, es encomiable la labor del realizador, reflejando la franqueza y sinceridad que Conley expone en su memoria.
Porque esta es una película enfocada para un público adulto; o al menos le proporciona las herramientas para erradicar este peligroso virus de la ignorancia y la falta de comunicación que aún existe entre padres e hijos, entre la sociedad y los individuos, entre las instituciones religiosas y la comunidad civil.
Y lo hace a partir de la suposición de que ciertas terapias forzadas son solo otra forma de persecución, no muy lejos de lo que El Régimen Nazi realizó en Los Campos de Concentración y en contraste con los tiempos.
Porque años de progreso no han rayado en absoluto la definición misma del término, que se refiere al conjunto de acciones de fuerza y actos hostiles destinados a eliminar a un grupo étnico o social inferior.
Esto es exactamente lo que le sucede al protagonista de Boy Erased, donde Edgerton muestra la naturaleza desapegada de la puesta en escena que sugiere una sensación de opresión insoportable, que la genial paleta de colores elegida por el director de fotografía Eduard Grau, da a las imágenes una idea de la memoria que desea olvidar; y da evidencia de los actores que siempre estén medidos dentro de ciertos niveles de oscuridad, que en última instancia, testifican el mismo deseo de rebelión “educada”, y nunca enojada por el autor de la novela a partir de la cual se basa la película.
Y es que la dirección de Edgerton es asombrosa, cuidadosa, sin caer en maniqueísmos ni melodramas, con tomas y escenas cuidadas, una de gran impacto como la violación, y otras muy emotivas, como las escenas de la madre que cuida a su hijo del Mal; pero Edgerton no llega tan lejos en cuanto la crudeza y ridiculización de La Terapia de Conversión gay, intuyendo que incluso un retrato relativamente moderado, hará hervir la sangre del público, mientras que un enfoque más sarcástico o irrespetuoso, podría alienar a quienes creen en tales métodos.
El objetivo final de Edgerton y sus colaboradores creativos, puede ser poner fin a La Terapia de Conversión, pero eso solo ocurrirá si los padres preocupados pueden estar convencidos de que hacen más daño.
Y que bueno, razón por la cual un par de escenas de tercer acto entre Jared y cada uno de sus padres, tienen un impacto poderoso.
Pero el problema con ese tipo de películas, es en realidad, con cualquier historia ambientada en una institución rígidamente conservadora, ya sea un hospital psiquiátrico, como “One Flew Over The Cuckoo’s Nest” o un internado como “Dead Poets Society”; un campamento de entrenamiento como “Full Metal Jacket” o aquí con un programa de conversión, es que inevitablemente se sienten como películas de prisión, recurriendo a elementos reductores, como la idea de que las figuras de autoridad son hipócritas, para hacer el caso que, la única solución es romper.
Es un cliché estándar, por ejemplo, que alguien termine siendo empujado al suicidio, por lo que sirve como una llamada de atención para los extraños de que hay un problema… y la única pregunta aquí, es quién será la próxima víctima...
La vida real es más complicada que eso, y Edgerton muestra una admirable sensación de moderación, incluso cuando toca todos los ritmos habituales; e incluye momentos de introspección tranquila, tanto para los personajes como para el público, mirando fijamente a la parte posterior de la cabeza de Jared mientras presumiblemente trata de rezar, aunque la película nunca responde si es capaz de reconciliar su sexualidad con su fe, o si es obligado a abandonar la iglesia para vivir su verdad…
Por su parte, Sykes no necesita ser descrito como un villano para que sus métodos se consideren dañinos, y en realidad es más interesante si algunos de los compañeros de campo de Jared creen en el programa.
Por tanto, la película podría haber sido más fuerte si les hubiera dado a algunos de los otros adolescentes la oportunidad de expresar sus puntos de vista.
Y por ello, el director/actor se rodea de grandes actores, donde Lucas Hedges vuelve a demostrar que ha madurado mucho en su profesión, y su personaje se siente empático para el espectador, aun cuando parezca que no cambia de expresión, pero tiene sus matices, y logra mantener la atención sobre su personaje durante todo el metraje, como un adolescente inestable.
La aparente facilidad con la que domina el equilibrio del idealismo, la ira, la impotencia y la rebelión, tiene cualidades clásicas.
Y por ello, Boy Erased es un magistral grito de súplica contra la intolerancia.
Pero Hedges es eclipsado brevemente por Nicole Kidman, cuyo personaje finalmente cambia de esposa obediente a madre protectora, para pronunciar un discurso que es humano y conmovedor; mientras que Russell Crowe está algo dejado de lado, pero con escenas clave y cuidadas para hacer avanzar la trama.
Se cuenta que cuando Russell Crowe estaba haciendo investigaciones para la película, la estrella de Hollywood se apareció en la iglesia del padre de Conley sin anuncio previo:
“Russell Crowe visitó la iglesia, y luego él y mi papá intercambiaron mensajes de texto durante semanas.
Esto ha agregado un nivel de escrutinio a sus vidas, que no existía cuando el libro salió en 2016 en Estados Unidos.
Ahora ya no pueden ir a la oficina postal sin que alguien les mencione a Russell Crowe…”
El actor indica que hacer la película fue “estresante”, pero añade:
“Joel está apasionado con el proyecto”
Conley cuenta:
“Desde el momento que me senté con él, quería hablar con otros sobrevivientes de La Terapia de Conversión; y pensé:
Aquí hay alguien que se preocupa.
Y cuando me senté con Lucas Hedges, él había subrayado cada página del libro.
He visto la película unas cuantas veces, y sigue muy de cerca el libro.
No es nada sensacionalista.
Me parece que no le dieron ese toque hollywoodense”
Pero como dije, uno desearía conocer un poco más a cada personaje, en especial a los compañeros de terapia de Jared; pero el filme mantiene al espectador a cierta distancia; al tiempo que no sabemos más del personaje de Joe Alwyn, que solo se mostró como detonante, pero que vive en los dormitorios de los Campus Universitarios, como un depredador peligroso; así como los otros internos, como Xavier Dolan, del que sabemos poco, pero su físico agredido dice mucho de su vida.
Y es que la audiencia que conoce la extravagante reputación de Dolan como cineasta y activista LGBTI, pueden sorprenderse al ver su casi total transformación en el malhumorado y emocionalmente cerrado Jon.
Mientras Troye Sivan, la personalidad australiana en línea, ofrece la perspectiva opuesta, interpretando al rubio decolorado Gary, quien le ofrece consejos a Jared sobre cómo falsificar su camino a través del programa, y que también proporciona la banda sonora con 2 baladas desGarrardoras, incluida la fantástica pista original “Revelation”
A pesar de su rostro desolado de Charlie Brown, y su postura que carece de confianza, Hedges parece ser el menos homosexual del grupo, lo que es en sí mismo una declaración importante, ya que comunidades como las de Arkansas, aún combinan la homosexualidad con lo afeminado.
Mientras que la única luz en la oscuridad está representada por un médico amable, en un memorable cameo de la veterana actriz Cherry Jones; que resulta ser la única persona adulta que le dice a Jared en privado, que es un adolescente perfectamente sano y normal.
Y sin embargo, a Jared se le niega su verdadera identidad por casi todos los demás.
Por todo ello, esta película es poderosa porque aborda las complejas relaciones dentro de las familias amorosas y conservadoras.
En una escena, a Jared se le pregunta en uno de los ejercicios de grupo en el campo de conversión, que grite que odia a su padre, pero que no odia a su padre…
Hay muy poco en la cultura popular que explora el dilema extraordinariamente complejo que algunos de los miembros de la comunidad LGBTI, tienen para amar a sus padres, y navegar la agonía de no ser aceptados por ellos.
En realidad, se convierte en un dilema de qué hacer:
Ser uno mismo, o perder a su familia.
Los que crecen en familias liberales o progresistas, no tienen esta lucha.
Pueden sufrir discriminación en la sociedad, pero no la posibilidad de perder relaciones con la familia por ser ellos mismos.
Y para aquellos que dicen, simplemente sé tú mismo, incluso si eso significa perder a tu familia, eso tampoco funciona.
Es como un agujero en ti, que te vuelve loco de tristeza y dolor.
Esto, en mi opinión, es el brillo de esta película; porque también se mete en una conversación importante sobre el papel que la religión y La Biblia, el cristianismo en este caso, que se ha torcido de su mensaje original de amor, para convertirse en horriblemente abusivo.
En una escena particularmente simbólica, uno de los niños en el campamento es golpeado con una Biblia.
Todo ello es desGarrardor y necesario para reflexionar; y Boy Erased es sin duda más importante , aunque por momentos es difícil de ver, porque está hecha con un amor y una sensibilidad tan evidentes que resulta difícil imaginar que un ser humano no se sienta conectado de alguna manera, y quizás incluso aprenda algo en el camino; al ver como otros seres humanos tratan a sus pares por ser diferentes, cuando no les han hecho absolutamente nada.
Así, el filme pues ser una herramienta útil para los adolescentes; y su mayor valor será para los padres, especialmente aquellos con hijos LGBTI propios.
Y es que muy a menudo, los padres ven esta noticia como una reflexión sobre sí mismos, buscando comprender sus propios errores, o buscando una forma de reparar el problema.
Pero para Garrard Conley, cuyas memorias inspiraron la película de Edgerton, compartir su historia fue la clave para reparar las cosas con sus padres.
Tal vez hay una lección allí para nosotros…
Hay una para mí:
Mi madre me envió una vez a Terapia con una mujer cristiana que pretendía cambiar mi sexualidad…
Desde entonces, tenía como 25 años, y ahora tengo 46, mi relación con mis padres es escasa o nula, más con mi madre, que a día de hoy sabe de mi homosexualidad, pero nunca ha sabido de mi vida, si estoy bien o no, y menos que hablo de mi vida privada, porque ella nunca me lo pregunta, lo que significa que, durante los últimos 20 años, no me conoce realmente.
Eso es lo que significa tener una “identidad eliminada”, por eso, Boy Erased me ha tocado profundamente.
Como nota final, los créditos están acompañados por un trivial himno cantado por Sivan, donde vale la pena leer la breve ruta sobre las vidas posteriores de los hombres que inspiraron a 2 de los personajes centrales de la película.
Ambos decidieron en última instancia, que el amor, no el dogma religioso o las expectativas familiares, deberían guiar sus acciones.
Como yo actualmente.
“Whatever happens next, it is still your choice”
Decir “tortura” es una palabra fuerte, pero si obtenemos un museo que honre los siglos de sufrimiento infligidos a personas homosexuales, se necesitará dedicar un ala entera a esa forma única de persecución conocida como Terapia de Conversión o Reparación, por la cual actúan los zelotes bajo la bandera de la fe, pues buscan convertir un instinto sexual en otro.
Por ello, la historia de Garrard Conley está lejos de ser única, y lejos de lo peor; porque en los EEUU, las investigaciones sugieren que 700,000 adultos se han sometido a ese tipo de tratamiento, siendo casi la mitad adolescentes.
Actualmente, La Asociación Estadounidense de Psicología, en una resolución con 125 votos a favor, y 4 en contra; condena estas terapias que intentan cambiar la orientación sexual de los pacientes, indicando que hay grandes probabilidades de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas.
Además, declaró que los psicólogos y demás terapeutas, no deben decirles a sus clientes homosexuales, que pueden convertirse en heterosexuales a través de terapia u otros tratamientos, ya que no existe evidencia sólida de que esto sea posible.
Estas declaraciones fueron realizadas luego de una investigación que duró 2 años, y en las que participaron sus 150 000 miembros.
Curiosamente, los estudios de terapeutas de conversión, se centran casi exclusivamente en estudios sobre hombres gais, y rara vez incluyen a lesbianas.
Y con respecto al último punto, un ensayista arguye que la razón de centrarse en hombres gais, es más política que médica; y afirma que los roles de género conservadores y rígidamente definidos, son los valores básicos empleados por terapeutas de conversión, y que la sexualidad masculina, con su énfasis en jerarquías masculinas y patriarcales, es vista como más importantes y valiosa que la femenina…
¿Discriminación o sombra?
Además, se han documentado al menos 9 tipos de daños para los pacientes de este tipo de “terapias”:
El daño emocional, el cual se evidencia en sensaciones de vergüenza, miedo, tensión, decepción, agotamiento y rechazo, especialmente significativo si este procede del entorno familiar, la iglesia y/o amistades.
El daño psicológico, el cual se manifiesta en distintas formas de depresión, tendencias suicidas, tensión traumática e incluso en ciertos casos en episodios psicóticos.
El daño espiritual, el cual se refleja en desaliento crónico, miedo a Dios, desarraigo de las comunidades religiosas a las que se pertenece, pérdida de la fe, desconfianza de los líderes espirituales, y crisis espiritual, que procede de la crisis de identidad provocado por el mensaje constante de que, no es posible ser una persona con creencias religiosas y gay al mismo tiempo.
El daño en las relaciones personales, con la pérdida de relaciones vitales, o el daño a las relaciones con padres, parejas y amistades.
El daño económico, se pueden gastar de cientos a miles de euros en el tratamiento reparativo para la homosexualidad, en seminarios, conferencias, en los libros, etc.
Algunos padres se negaron a pagar la universidad o los costes mínimos para vivir de sus hijos, si no atendían a las terapias o programas reparativos para la homosexualidad.
El daño profesional o laboral, donde algunas personas dejan o cambian su carrera o trabajo, por considerarlo inseguro en la lucha contra su homosexualidad.
Otros interrumpen sus estudios o trabajos, para desarrollar las terapias reparativas.
El daño físico, como resultado a las terapias, se acusa en problemas físicos tales como problemas cutáneos, dolores de espalda, úlceras, etc., y trastornos psicosomáticos.
El daño sexual, pues reciben una educación equivocada sobre la sexualidad.
El daño sobre el desarrollo, donde no se puede crecer personalmente como individuo, ya que se usa mucha energía para cambiar aquello que supuestamente está mal.
Así las cosas, el daño es causado por un abuso de poder de la voluntad, para eliminar en el otro, lo que no se quiere…
¡Absurdo!
Pero sí existen:
Parents and Friends of Ex-Gays and Gays, o Familiares y amigos de Exgays y Gais; es la mayor organización que se define a sí misma como “una organización de Exgays” pero que se auto disolvió el 19 de junio de 2013, tras una votación por unanimidad de los miembros de su Junta Directiva, y mediante un comunicado anunció el fin de sus actividades; y pidió perdón por el daño que había ocasionado a lo largo de 37 años a las personas LGBTI, como que los menores homosexuales a veces fueran obligados a asistir a estas “terapias” involuntariamente, se les ha privado de su libertad, y en ocasiones, se han mantenido en aislamiento durante varios meses…
Otros incluían “Terapias de Aversión”, hipnosis, psicotrópicos, aislamiento, mensajes terapéuticos que vinculan el sexo lésbico con “las fosas del Infierno”, técnicas de modificación de la conducta, formas irrazonables de castigo por pequeñas infracciones, y sesiones grupales de presión entre pares, en las que los pacientes se degradaron y menospreciaron por deficiencias reales y percibidas.
En junio de 2013, La Junta Directiva de Exodus International, otra organización de ex gays, también decidió cesar las operaciones, y El Presidente, Alan Chambers, se disculpó por el dolor que había causado el grupo, y dijo que ya no creía que la orientación sexual se pudiera cambiar.
Chambers se disculpó por lo que él identificó como “técnicas lamentables”, y el mensaje estrecho de una cura en contraer matrimonio, en lugar de tener una relación con Cristo para todos.
Poco después, Chambers y su esposa comenzaron Speak.Love, una organización para promover conversaciones sobre orientación sexual para todos; y finalmente, Chambers encabezaría en 2016, una Marcha del Orgullo Gay.
Además, La Organización Panamericana de La Salud, recomendó que se denuncien dichas prácticas, y estén sujetas a sanciones en virtud de la legislación nacional, ya que constituyen una violación de los principios éticos de la atención médica y violan los derechos humanos que están protegidos por acuerdos internacionales y regionales.
De hecho, varios investigadores legales han respondido a estos eventos, argumentando que los padres que obligan a sus hijos a participar en programas agresivos de Terapia de Conversión, están cometiendo abuso infantil según varios estatutos estatales.
Por su parte, la organización ex gay, “Love In Action” estuvo involucrada en una controversia en torno a un adolescente:
En julio de 2005, The New York Times publicó un artículo sobre Zachary Stark, de 16 años, cuyos padres lo obligaron a asistir a un campamento de ex-homosexuales dirigido por el grupo.
Stark fue liberado del campamento; y una investigación allí, realizada por El Departamento de Servicios para Niños de Tennessee, no reveló signos de abuso infantil; pero descubrieron que el personal sin licencia, había estado administrando medicamentos recetados.
Finalmente se llegó a un acuerdo poco después; y LIA cerró el campamento en 2007.
En 2011, años después de haber dejado Love In Action, John Smid declaró que era homosexual, y afirmó que la homosexualidad es una parte intrínseca de su ser, y que “el cambio, el arrepentimiento, la reorientación y demás, no pueden ocurrir”, y señaló que “nunca se había encontrado un hombre que experimentó un cambio de homosexual a heterosexual”
En 2012, Smid escribió y auto editó las memorias “Ex'd Out: How I Fired the Shame Committee”; en 2014, John Smid se casó con su compañero del mismo sexo, Larry McQueen.
Por su parte, Garrard Conley lucha por encontrar generosidad en Smid:
“Nos acercamos muchos años después, y pude entender su historia, pero también siento que debería pasar todos los días de su vida tratando de crear conciencia por lo que hizo, y disculparse con las familias que afectó.
Mi familia nunca recibió esa disculpa.
En marzo de 2018, una mayoría de 435 contra 109 representantes del Parlamento Europeo, aprobó una resolución condenando La Terapia de Conversión, e instando a los estados miembros de La Unión Europea a prohibir la práctica.
Hoy, Garrard Conley enseña literatura inglesa, y trabaja para promover la igualdad LGBTQ en Sofía, Bulgaria.
Después, estudió cultura y política homosexual, conocida en países angloparlantes como “Teoría Queer”
Ahora vive con su esposo en New York, y él continúa compartiendo su historia a través de diferentes medios, con la esperanza de inspirar e informar a otros.
Conley cree que su padre ha llegado a aceptar su homosexualidad, pero las heridas no se han curado por completo:
“Los sentimientos de todos están muy dolidos.
Mi papá siente que no entiendo la presión que tiene por todo esto.
La comunidad lo excluyo por mí; y él ha perdido a miembros de la iglesia.
Mientras tanto, mi madre está atrapada en este punto intermedio, entre un marido predicador muy fundamentalista, y un hijo “queer” que se inclina hacia la izquierda, y ese no es un buen lugar para estar”
Han pasado 14 años desde que Conley se retiró de LIA, y llamó a su madre para que lo llevara a casa:
“No tuve que dejar a mis padres atrás”, dice.
Y él se cuenta entre los afortunados...
El eslogan de la película Boy Erased dice:
“La verdad no puede ser convertida”; y el amor y los sentimientos no pueden ser curados, porque bajo ningún concepto, son una enfermedad.
Ojalá, Las Terapias de Conversión/Reorientación fueran contra la intolerancia y las faltas de humanidad y de respeto.

“I don’t want to pretend anymore”



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