If Beale Street Could Talk

“Trust Love All the Way”

James Arthur Baldwin fue un novelista, dramaturgo y crítico social estadounidense; cuyos ensayos exploran las complejidades de las distinciones raciales, sexuales y de clase en las sociedades occidentales, especialmente en los Estados Unidos, como en su manuscrito inacabado, “Remember This House” que posteriormente fue ampliado y adaptado para el cine, ganando El Premio Oscar al Mejor Documental bajo el título “I Am Not Your Negro”
Pero las novelas y obras de Baldwin, ficticia cuestiones y dilemas personales fundamentales en medio de complejas presiones sociales y psicológicas que obstaculizan la integración equitativa, no solo de los afroamericanos, sino también de los hombres homosexuales y bisexuales, al tiempo que describen algunos obstáculos internalizados para la búsqueda de aceptación de tales individuos, inclusive mucho antes del Movimiento de Liberación Gay.
Por ello, sus historias contienen elementos autobiográficos, y tratan temas considerados como tabú en la época en la que fueron escritas, como la homosexualidad y las relaciones amorosas entre personas de razas diferentes.
Por otra parte, Baldwin acusó al cristianismo de reforzar el sistema de esclavitud estadounidense, al paliar los dolores de la opresión, y demorar la salvación hasta una vida futura prometida; sin embargo, Baldwin elogió a la religión por inspirar a algunos negros estadounidenses a desafiar la opresión; de hecho, una vez escribió:
“Si el concepto de Dios tiene algún uso, es hacernos más grandes, más libres y más amorosos.
Si Dios no puede hacer eso, es hora de deshacernos de él”
Su novela “If Beale Street Could Talk” (1974) es su 5ª novela, y 13º libro en general, que cuenta una historia de amor ambientada en Harlem, a principios de los años 70; y cuyo título simbólico, es una referencia a la canción de 1916, el blues de WC Handy llamado “Beale Street Blues”, que a su vez lleva el nombre de La Calle Beale del centro de Memphis, en Tennessee; un lugar importante en la historia de la ciudad, así como en la historia del blues; pues desde la década de 1920, hasta la década de 1940, Louis Armstrong, Muddy Waters, Albert King, Memphis Minnie, BB King, Rufus Thomas, Rosco Gordon y otras leyendas del blues y el jazz, tocaron en “Beale Street”, y ayudaron a desarrollar el estilo conocido como “Memphis Blues”
Por su parte, el libro sigue una relación entre una niña de 19 años llamada Tish, cuyo nombre de pila es Clementine; y un escultor de 22 años llamado Fonny, cuyo nombre de pila es Alonzo.
Ambos se comprometen, y ella queda embarazada…
Así, la novela explora las diferentes reacciones de los padres y hermanos de los 2 adultos jóvenes; tratando de llevar a cabo justicia sin más armas que el amor y la promesa de “El Sueño Americano”
Y es que Fonny es falsamente acusado de violar a una mujer puertorriqueña, Victoria Rogers, y es arrestado y encarcelado antes del juicio.
Tras la publicación, el The New York Times describió el libro como “una historia conmovedora y dolorosa, pero en última instancia optimista”
Donde se destaca el vínculo comunal entre los miembros de una minoría oprimida, especialmente entre los miembros de una familia, ofreciendo una celebración del amor bastante conmovedora, y muy tradicional; que afirma no solo el amor entre un hombre y una mujer, sino el amor de un tipo que se trata raramente en la ficción contemporánea, que entre miembros de una familia, que puede implicar extremos en el sacrificio.
Por tanto, la novela pertenece a una colección de literatura que busca humanizar a los hombres de raza negra, a través de sus relaciones con sus padres, amantes, hermanos e hijos, donde del optimismo o de la desolación, surge de la ceniza de esperanzas frustradas.
“When I was growing up, I was trying to make a connection between the life I saw and the life I lived.
There are days when you wonder what your role is in this country, and what your future is in it.
This is one of them.
The thing that tormented me the most was the very thing that connected me to all the people who are alive.
I’ll tell you a story if I may”
If Beale Street Could Talk es un drama del año 2018, escrito y dirigido por Barry Jenkins.
Protagonizado por KiKi Layne, Stephan James, Diego Luna, Pedro Pascal, Teyonah Parris, Regina King, Colman Domingo, Brian Tyree Henry, Ed Skrein, Michael Beach, Emily Rios, Finn Wittrock, Dave Franco, Aunjanue Ellis, Faith Logan entre otros.
Basado en el libro homónimo de James Baldwin, sobre una pareja que sufre el encarcelamiento del novio durante el periodo de gestación de su bebé, donde la verdad solo la sabe la calle Beale del título… para su 3ª película, Barry Jenkins escribió el guión durante el verano de 2013, mientras escribía “Moonlight” (2016)
Como dato, el título del filme y de la novela, hacen referencia al blues compuesto por W.C. Handy titulado “Beale Street Blues” (1917), que era el centro de la música afroamericana en Memphis; y es que Barry Jenkins no ha tenido ningún reparo en afirmar la relación que hay entre If Beale Street Could Talk y “Moonlight”, más allá de que fueron escritas “hermanadas”; además de ser 2 historias de amor sobre personas de raza negra, “Moonlight” (2016) representa una idea sobre la familia que tuvo el director, mientras que If Beale Street Could Talk, habla sobre la familia que le hubiera gustado tener…
Otro dato de interés, es que el primer tráiler fue lanzado el 2 de agosto de 2018, que habría sido el 94 cumpleaños del novelista James Baldwin; y que ahora compite para El Premio OSCAR en las categorías de:
Mejor actriz de reparto (Regina King), guión adaptado y banda sonora; por lo que el filme presenta la única actuación nominada al Oscar a Mejor Actriz de Reparto en una película no nominada a Mejor Película.
Rodada en New York, sigue a la pareja formada por Alonzo “Fonny” Hunt, (Stephan James) y Clementine “Tish” Rivers (KiKi Layne), que están enamorados, y esto los protege de sus respectivas familias y del mundo exterior hasta que Fonny es falsamente acusado de violación...
Él es encarcelado y recluido antes del juicio; por lo que Tish descubre que está embarazada, y su familia, aunque le preocupa que sea bastante joven, le brinda apoyo para el bebé que se aproxima; y la ayudan a encontrar un abogado para defender a Fonny, con la esperanza de encontrar pruebas para liberarlo antes de que nazca el bebé.
El resto de la trama explica en paralelo, pasado y futuro, construyendo así de forma simultánea, la preciosa historia de amor vivida por los jóvenes, y El Vía Crucis de la familia de Tish, tratando de esclarecer lo ocurrido, y así librar a Fonny de la cárcel.
En otros aspectos, el film destaca el fuerte lazo que une a la joven con su familia:
Con su madre Sharon (Regina King), al enterarse de su estado de gravidez, le brinda todo su cariño y apoyo, ayudándola a dar a conocer la noticia a su padre:
Joe Rivers (Colman Domingo) y a su hermana menor, Ernestine (Teyonah Parris)
De esa manera, el film se nutre en el vínculo amoroso de la joven pareja, no solo a través de “flashbacks”, donde se ilustra cómo se ha iniciado la relación, sino también a través de los emotivos encuentros que se producen en las sucesivas visitas de Tish a la cárcel; y a ello habrá que mencionar el vano esfuerzo que ella des-pliega por salvar a su amado, incluyendo un viaje a Puerto Rico de su madre, donde ahora se encuentra con la víctima violada, Victoria Rogers (Emily Rios), a fin de lograr que esa mujer admita que Fonny no ha sido el violador... y dentro del marco de este vibrante drama, trasciende la injusticia sufrida por la población afroamericana; y eso se puede apreciar en la abierta actitud racial de la policía blanca hacia los negros, donde queda claro cómo un acérrimo oficial racista, El Oficial Bell (Ed Skrein), manipuló a la víctima violada para provocar el arresto de Fonny, para “quitarse un clavo” con él.
En el fondo, más allá de la romántica historia, el film expresa el sentimiento de dignidad humana de la comunidad negra, y al hacerlo, Jenkins se cuida muy bien de no desbordar en el melodrama inherente que emerge de su tema, para en cambio ofrecer un sutil y romántico poema lírico de la manera formal más hermosa vista en Hollywood recientemente; porque esta es una celebración del amor, contada a través de la historia de una pareja joven, sus familias y sus vidas; que pese a que la injusticia, el drama familiar y el suspenso, son el foco de atención de la historia original de Baldwin, pero la película se enfoca en el amor que une a los 2 protagonistas y al de la familia de ella, agregándole su distintivo estilo tan poético como simple.
Por tanto, los temas de fondo son la lucha contra la adversidad, con crítica social, racial y de justicia; en la búsqueda de la verdad, no solo de un hecho cuestionable, sino la verdad en los sentimientos, en un filme elegante en la producción; hermoso desde el punto de vista técnico, sobre todo en el uso del color y la composición de las escenas, la iluminación y el vestuario, aunque tiene una narración fragmentada, que va y viene; mantiene el formato usado en el filme anterior “Moonlight” (2016), ganador del premio Oscar como Mejor Película, donde la banda sonora es un elemento importante, así como la mirada a la cámara de los personajes cuando expresan sus sentimientos.
De esa manera, el modo en que la cámara se desplaza entre personajes en los diálogos, es claro indicio de que la escritura visual se pone al servicio de algo tan intangible como el corazón; en una película de una belleza desbordante sobre gente buena a la que pasan cosas malas, a modo de un testamento de la promesa eterna de una pareja, que deberá sortear una serie de obstáculos con tal de construir juntos su historia y su futuro.
Una cinta que, a través de sus imágenes, de sus colores, de su música, y de sus actuaciones, consigue transmitir ese amor incondicional, dispuesto a romper con las barreras de sus familias y de la sociedad en la que viven.
“I’ve never been more ready for anything in my whole life.
You know I love you, no matter what happens”
Han pasado 2 años desde que Barry Jenkins tomó la industria del cine por asalto con su obra “Moonlight” (2016), donde él obtuvo El Premio Oscar a Mejor Guión Adaptado; además que el filme fue galardonado como Mejor Actor de Reparto para Mahershala Ali, y Mejor Película.
Y ahora, Jenkins está de nuevo con su adaptación de la aclamada novela, “If Beale Street Could Talk” de James Baldwin; que al igual que “Moonlight”, Jenkins proporciona una película con personajes fuertes, haciendo que los espectadores se sientan conectados con ellos, en una mirada poética a la importante novela ambientada en Harlem, en el año de 1974; en Beale Street, una calle donde también nació Louis Armstrong, y el jazz; y toda la cultura afroamericana.
Por lo que se tuvo que esperar 40 años para la adaptación cinematográfica de este cuento de 200 páginas, y que también significó el redescubrimiento de Baldwin en el mundo del cine estadounidense; un escritor discutido dentro de la comunidad negra, quien eligió cruzar el océano e irse a vivir a Francia para escapar de una sociedad que encontró bárbara y retrógrada, pero por la que nunca tuvo la intención de luchar, no en el sentido de “lucha” como estaba destinada en la época; y para este filme, el director Barry Jenkins ha querido contar con varios de sus colaboradores en “Moonlight” (2016), como los montadores:
Joi McMillon y Nat Sanders; el director de fotografía James Laxton, y el compositor Nicholas Britell; y como en sus trabajos previos, If Beale Street Could Talk trata tanto de la belleza como del desamor; y se mueve lentamente a veces, pero es un trabajo excelente con la cámara, y con la sensacional partitura del compositor Nicholas Britell.
No es casual entonces decir que Jenkins se siente atraído por las historias de injusticias sistemáticas, y le interesa la representación de familias afroamericanas; y para adaptar la novela de James Baldwin, mucho antes del éxito de “Moonlight”, el director se fue a Europa para poder substraerse de su mundo habitual, y escribió este guión en 4 semanas; un texto que conectó con Jenkins a un nivel emocional y personal; con el candor con el que Baldwin escribe sobre la realidad de una familia negra en EEUU, diluido en un lenguaje romántico, y en ocasiones enfurecido, fue de gran inspiración para el director, donde el romance en la novela es estático hasta en su estética; y por esto, Jenkins afirma, decidió aplicar el mismo pincel al film, el cual es narrado por una mujer; donde el amor es un tema recurrente en su cine:
“El amor es el lugar donde todos conectamos, todos tenemos a alguien que nos ama.
Es algo que todos tenemos en común”
Y mientras adaptaba el guión de If Beale Streets Could Talk, pensó en la próxima generación y en el mundo que les dejaría a sus hijos.
Esto lo llevo a presentar los personajes más jóvenes, en comparación con la novela; y también a diferencia de “Moonlight”, aquí tiene menos momentos estáticos y contemplativos, pero presenta una mirada más directa y vulnerable; porque llega a involucrar al espectador desde el minuto cero; y mientras finalizan los primeros créditos y las imágenes en movimiento comienzan a acomodarse, una voz “en off” larga la primera línea de un exquisito guión nos dice:
“Ojalá nunca tengan que ver a quien aman a través de un vidrio”; así, Jenkins elige presentarnos su nueva historia de amor y perseverancia; siendo narrada por la protagonista, Tish Rivers,
Formalmente, If Beale Street Could Talk se estructura en 2 temporalidades simultaneas, una que transcurre antes de que Fonny sea acusado de violación, haciendo foco en la relación entre él y Tish; y otra que toma como centro el esfuerzo de Tish, quien está embarazada, y su familia, por liberar a Fonny.
Por ello, la película se presenta en una estructura no lineal, pero este resumen de la trama, se escribe de manera lineal:
Clementine “Tish” Rivers y Alonzo “Fonny” Hunt, han sido amigos toda su vida, y comienzan una relación romántica cuando son mayores; por lo que luchan por encontrar un lugar donde vivir, ya que la mayoría de los propietarios de la ciudad de New York, se niegan a alquilar apartamentos a personas negras...
Finalmente encuentran un lugar en un almacén en proceso de convertirse en apartamentos tipo “loft” donde Levy (Dave Franco), el propietario judío, acepta arrendárselo a un precio razonable, porque le gusta ver a las parejas enamoradas, independientemente de su raza.
Pero una noche, cuando Tish está comprando en una tienda de abarrotes mayoritariamente blanca, un hombre la acosa... y cuando él comienza a agredirla, Fonny expulsa físicamente al hombre de la tienda; pero un policía cercano, El Oficial Bell, presencia el incidente, e intenta arrestar a Fonny, pero de mala gana lo deja ir cuando la mujer que maneja la tienda de comestibles, responde por ellos.
Sin embargo Fonny es arrestado más tarde por violar a una mujer...
A pesar del hecho de que hubiera sido prácticamente imposible para él haber viajado desde la escena del crimen al apartamento donde fue arrestado por el tiempo transcurrido entre la violación y el arresto, el caso contra Fonny se considera sólido debido al testimonio del Oficial Bell, que afirma haber visto a Fonny huir de la escena, y a Victoria Rogers, la víctima, identificando a Fonny en una ronda como su violador.
Tish, así como el amigo de Fonny, Daniel Carty (Brian Tyree Henry), estaban con él en el momento de la violación, pero su coartada no se considera confiable, debido a la relación romántica de Tish con Fonny, y la condena anterior de Daniel por robo de autos, como resultado de una declaración de culpabilidad; y de negociar después de ser arrestado por posesión de marihuana.
Así las cosas, Tish visita a Fonny en la cárcel mientras él espera el juicio, y le revela que ella está embarazada de su bebé.
Fonny está emocionado de ser padre, pero está triste por el hecho de que su hijo pueda nacer con él tras las rejas.
Más tarde, Tish les cuenta a sus padres, Sharon y Joseph, y a su hermana, Ernestine, sobre su embarazo; y aunque preocupada por ella, la familia de Tish la apoya; y deciden invitar a la familia de Fonny a compartir las noticias del embarazo.
Frank (Michael Beach), el padre de Fonny, está emocionado por el embarazo; sin embargo, la madre (Aunjanue Ellis) altamente religiosa, declara que el bebé es un pecado, debido a que fue concebido fuera del matrimonio, y comienza una perorata acerca de cómo son condenados Tish y su hijo, que termina cuando Frank la golpea.
Cuando La Sra. Hunt comienza a irse con sus hijas, disgustada, Sharon le recuerda que acaba de condenar a su propio nieto; dejándola perturbada emocionalmente mientras es escoltada por sus hijas.
Por otro lado, en un bar, Frank habla sobre cómo le preocupa pagar por un hijo y los gastos legales de Fonny, pero Joseph lo convence de que podrán mantener a su nieto de la misma manera que lo hicieron con sus hijos.
Posteriormente, después de saber que Victoria regresó a su Puerto Rico natal, Sharon viaja allí para rogarle que cambie su testimonio, e intenta convencerla de que cometió un error cuando identificó a Fonny como su violador, pero ella se niega…
Cuando Sharon la toca suavemente, Victoria comienza a gritar, atrayendo la atención de sus vecinos, obligando a Sharon a irse.
Así, desanimado por la aparente desesperanza de su caso y los constantes retrasos en el juicio, Fonny finalmente acepta un acuerdo de culpabilidad; y años más tarde, Tish y su hijo, Alonzo Jr., visitan a Fonny en la cárcel, mientras esperan con impaciencia su eventual liberación.
Narrada en orden no cronológico, If Beale Street Could Talk ofrece una poética y a la vez poderosa reflexión sobre los conflictos raciales en la sociedad de EEUU; y aunque la historia toma lugar en los años 70, en un clima posterior al Movimiento por Los Derechos Civiles, aún guarda una dolorosa e incómoda similitud con la actualidad, y tal y como su título lo indica, la película nos muestra una de las tantas injusticias que ocurren diariamente, y que existen en el silencio de una comunidad que ha tenido que callar por temor a represalias.
Por ello, tanto la obra de Baldwin, como el trabajo de Barry Jenkins, son un llamado a romper con ese miedo, hacer estas historias públicas, y promover el cambio positivo a nuestro alrededor.
Para narrar la historia, Barry Jenkins ha jugado con las temporalidades, ya que desde “Moonlight” hacía uso de la elipsis para sus comodidades narrativas, como fletar personajes, evitar el desarrollo de estos, etc.; y ahora lleva la inestabilidad narrativa a un nuevo nivel de desvarío, con los ejes de la trama, que serían los correspondientes al arresto de Fonny, primero; y al eventual juicio que Tish y su familia, se encuentran preparando para liberarlo, segundo.
Al fin y al cabo, esta es una película sobre una preparación:
En la primera temporalidad, observamos cómo Tish y Fonny preparan sus vidas, cómo sus familias se conocieron, la primera vez que tuvieron sexo, y el departamento donde habrían de establecer sus vidas.
Todo esto en vísperas del delito… que es la segunda temporalidad, donde el relato entrecruza ambos tiempos, se ocupa de la preparación para la defensa de Fonny, y de la pronta parturienta Tish.
Todo esto en vísperas del juicio que nunca veremos…
Habiéndose establecido estos ejes, Jenkins elimina los momentos culminantes, conclusivos:
El delito mismo y el juicio; y los reemplaza por una concatenación de escenas, donde los “inserts” de imágenes de archivo de comunidades negras son maltratadas, acompañados por voces “en off” que explican cómo la gente blanca es prepotente y avasallante, y cómo los únicos blancos buenos, son los que pertenecen a algún tipo de etnia, como el latino Pedrocito (Diego Luna) o un judío.
Así las cosas, “lo negro es mostrado en pantalla”, en una sucesión de elegantísimos planos, taciturnos pero poderosos en información, en recreación de época; donde una serie de viñetas que en una dulce cascada construirán una familia nueva en un barrio en donde los afroamericanos, o lo afroamericano vive y resiste, y toma forma como una expresión nueva, justo antes de que la pelea por los derechos civiles se cuele en la agenda cotidiana de los Estados Unidos; con un par de movimientos de cámara, un montaje brillante, calmo y sin agresiones, Jenkins insiste:
“Van ustedes a ver lo negro en pantalla”
Porque If Beale Street Could Talk es una película sobre negros; no en el sentido cinematográfico del término, mucho menos en el desaparecido género cinematográfico, sino en el doble sentido del término:
“Negro como palabra ahora impronunciable en los EEUU”,  es decir, del humano, y no del color, que se utiliza para contar una historia que en si es oscura, que como en la novela de Baldwin, doblemente fuera de las normas sociales, como negro y homosexual, tema ya abordado por Jenkins en “Moonlight” (2016), ahora se adapta de una manera relativamente fiel, con la calle Beale, una muy comercial en Memphis, donde la mayoría de los negocios son manejados por afroamericanos, donde toda la trama está en una narrativa desesperada en una voluntad de vivir y ser condenada por el color de tu piel:
El odio está ahí, subyacente, afirmado a veces, confirmado por el orden social y civil cuando un policía blanco que cree que todo se le permite, creará una venganza basada un falso testimonio que condenará a Fonny a prisión, después de “una declaración de culpabilidad”, ya que no hay forma de probar su inocencia, incluso contratando a un abogado blanco, despreciado por sus colegas porque defiende a un negro…
También está subyacente, el trauma de una mujer violada, que no se le permite volver sobre sus acusaciones, basándose en las indicaciones del policía blanco.
Así, desde la primera secuencia en que Tish acompaña a Fonny a la prisión, el cine de Jenkins persigue la poesía desde lo formal, pero se detiene en la admiración extática de un marco, de una composición; elementos que el director enfatiza recurriendo a la lentitud de vez en cuando, o simplemente congelando lo que está narrando; exactamente lo contrario, en una inspección más cercana de la escritura de Baldwin.
Porque toda la historia suena como una tragedia, pero el aspecto y la sensación de la película, con su lujoso sentido del color, sus gestos lentos y sus escenas nítidas, es mucho más grande, más generoso, que las dificultades que representa.
Esta es una visión de los 70, de New York que nunca hemos visto antes, prácticamente inimaginable en comparación con la visión habitual, incluso cuando Jenkins nos recuerda sabiamente, una y otra vez, que aquí hay fealdad; y su New York es arenosa, segura, y muy consciente de la pobreza, con los grafiti que dragan las líneas del metro, las drogas y el resto... que poco vemos pero que ahí está; o las series de fotografías en blanco y negro, repartidas en el montaje ocasional, pintan un cuadro más amplio de “la vida negra”, especialmente en los años 70, y le dan a la película un peso histórico inesperado.
Pero el sentido de comunidad florece desafiando la fealdad:
Una cacerola lenta a través de una hilera de piedras de color marrón iluminada por El Sol, pinta el mundo de este vecindario en un exuberante y amoroso golpe.
Las interacciones familiares, en particular entre la familia de Tish, son vibrantes con sinceridad y afecto.
Escenas enteras se construyen a partir de la forma en que los personajes se miran entre sí, la geometría de todo lo que parece actuar como el andamiaje para todo lo demás, el tejido conectivo que nos une a los personajes y los personajes entre sí; y Jenkins nuevamente da muestra de su pericia para tratar los temas sociopolíticos, en este caso, la brutalidad policial y el racismo latente durante la década de los ’70, que atraviesan a la sociedad de su país, y adquiere ahora un valor político precisamente porque afirma que se asemeja a una realidad cada vez más salvaje, en la que las desigualdades aumentan y empeoran las condiciones de vida de las minorías étnicas y culturales.
En un intento por cerrar la historia en una imagen familiar existente, uno se arriesga a perseverar el error de una aceptación fatalista.
La misma aceptación, es una inspección más cercana, que impregna la puesta en escena diseñada por Jenkins, que en su vacía elegancia, existe la aceptación sumisa de un “status quo”, de un imaginario predefinido; y resulta interesante cómo If Beale Street Could Talk se convierte en un relato que, de cierta manera, reconoce y homenajea a las mujeres de las comunidades afroamericanas:
Por medio de los personajes de Tish y de su madre, Sharon, es que vemos el difícil rol que estas mujeres deben enfrentar, sobre todo cuando el sistema judicial se ha encargado de arrebatarles a sus hombres.
No sólo tienen que convertirse en las jefas del hogar, sino también tienen la tarea, como madres, de educar y de proteger a sus hijos; de recordarles diariamente su valor como personas; de reconocerles su belleza única; de enseñarles que el mundo exterior es un lugar cruel e injusto; de mostrarles que luchar por la justicia y la igualdad, es un derecho ciudadano.
Por tanto, este es un ejercicio de sensibilidad extrema que, básicamente, lo que presenta es un seguido de conversaciones íntimas entre los protagonistas, trazando a partir de los retratos particulares, en una mirada panorámica sobre “La América Negra” en los años 70.
Con preponderancia de primeros planos subjetivos, mirando a cámara, en una rara vez en que las caras han sido fotografiadas con detalles tan amorosos; y leves movimientos de cámara que logran sublimar el realismo hacia cierto lirismo narrativo, controladísimo; Jenkins mide al milímetro cada momento, donde el melodrama conmociona sin desbordar, y el suspense encoje la garganta sin llegar a asfixiar; porque es una película con amor en su raíz, tanto familiar como romántica, y Jenkins llena mucho de ella con un calor radiante.
Así, la decisión de avanzar y retroceder a través de la historia, nos permite comprender e invertir en la relación central, y hay una delicadeza matizada en cómo transmite las primeras etapas de la caída de alguien.
Son los pequeños momentos los que hacen darte cuenta y, cómo nos mostró en la escena del restaurante en “Moonlight”, que dice que Jenkins tiene un gran corazón, y una habilidad para reconocer las sutilezas importantes del lenguaje corporal.
Como hombre negro en Estados Unidos, Fonny es víctima de un sistema cruelmente apilado contra él, y Jenkins teje la indignación en su película sin una mano dura.
La ira por una injusticia insoportable, se reemplaza por una tristeza por una pérdida aparentemente insuperable, del artista, el esposo y el padre que podría no ser nunca, y hay una punzante presciencia en la caída de Fonny.
Pero sigue habiendo un optimismo en todo momento, y una creencia sin arrepentimiento en el poder restaurador del amor.
Lo que Jenkins entiende mejor, lo que más asombra es el gran afecto de Baldwin por la amplia variedad de la vida negra; es una de las lecciones de la firma del trabajo de Baldwin, que la negrura contiene multitudes de lecturas:
La injusticia racial puede aplanar “la experiencia negra” en una forma de vida única, temerosa y constantemente socavada, pero la vida negra, el amor negro, es mucho más grande que eso.
Por ejemplo, es importante que Jenkins entienda bien a las mujeres eclesiásticas de Baldwin, que él delinee claramente las faltas en sus creencias, como las vio Baldwin, con un sentido de compasión, en lugar de condescendencia.
Y es importante que aquí, como en “Moonlight”, que Jenkins entienda cómo evocar el violento mundo social en el que Baldwin pasó toda su carrera poniendo en palabras.
Como en el oscarizado filme, ahora Jenkins se preocupa por lo que les sucede a los hombres negros en prisión, incluso en ambos filmes, las dificultades en las cárceles no se reflejan en el hecho de que seamos testigos de la violencia del encarcelamiento en sí, sino que nos empuja a considerar cómo cambia a un hombre una situación incontrolable.
Ahora se comprende que la estructura dividida significa que en las 2 líneas de tiempo, la prisión perdura por la fuerza como condición del presente y del futuro.
Todas las alegrías y luchas de una línea de tiempo, un exuberante Fonny y Tish haciendo un plan para casarse, tratando de alquilar su propio lugar y comenzar sus vidas juntos, se ven mitigados, poco a poco, por el constante recordatorio de lo que sigue.
Al tiempo que una escena cuenta, cómo Daniel Carty, el viejo amigo de Fonny, relata la vida en la prisión:
Solo mírale a los ojos, todo lo que necesitas saber sobre lo que viene para su amigo Fonny, que aún no conoce su propio destino, está ahí.
Por ello, una película menor podría haberlo dejado así… la prisión, tanto en la que parece comenzar la vida negra como en la que parece terminar.
Esa es una idea audaz, urgente, pero no sería toda la historia; y no explicaría las luchas persistentes por la alegría, el progreso, la intimidad, la esperanza, la risa… de lo que está llena la película de Jenkins.
Y es que el amor de Jenkins por el material brilla, pero el inconveniente es que a menudo puede nublar su visión; y ha hablado sobre su deseo de permanecer fiel al texto y, a veces especialmente con la narración de Tish, el diálogo puede sentirse demasiado detallado, demasiado construido para la pantalla; con el ritmo lánguido y la estructura poco convencional, que funcionan en su mayor parte, pero a veces pueden sentirse un poco fuera de foco.
Sin embargo, nuestra atención perdura, ya que Jenkins sigue siendo un artista visual en constante evolución; y en la cuestión técnica, la película es una perfección:
Desde la fotografía de James Laxton, con su paleta de colores verde, rojo y amarillo; el diseño de producción y vestuario, y el conmovedor “score” de Nicholas Britell; cada uno de sus elementos, nos envuelve en una atmósfera donde es posible respirar y sentir el amor que expresan sus personajes.
Donde la cámara de Jenkins nuevamente retrata a sus personajes con total belleza y con una delicadeza, convirtiéndose en uno de sus sellos personales; porque estéticamente la película es increíblemente hermosa, donde cada fotograma está compuesto de manera artística, y cada elección de canción concuerda cuidadosamente con un lienzo fotográfico más ancho, y lo que parece ser un presupuesto más grande que el que tenía para “Moonlight”, es que Jenkins ha creado una película rica en imágenes persistentes, sin que se sienta demasiado exagerada; siendo de hecho, la 4ª película de 2018 que se rodó con la relación de aspecto Univisium 2.00: 1 después de:
“Hereditary”, “A Simple Favor” y “Green Book”
El Univisium 2.00: 1 es un formato de película universal, propuesto por el cineasta Vittorio Storaro, ASC, AIC y su hijo, Fabrizio, para unificar todas las futuras películas teatrales y televisivas en una relación de aspecto respectiva de 2: 1, comercializado como 18: 9; que además de usar el área de película completa, “perf-to-perf”, usa 3 perforaciones por cuadro en lugar de 4, que equivale a usar 25% menos de película durante el mismo tiempo de filmación.
Con las 4 perforaciones tradicionales por fotograma, la película de 35mm a 24 fotogramas por segundo, corre a 90 pies por minuto, unos 4 minutos 26 segundos por cada 400 pies de película; mientras que las 3 perforaciones por fotograma, a 67.5 pies por minuto, unos 5 minutos 56 segundos por 400 pies de película.
Esto significaría que cada revista de película, tendría un 33% más de tiempo de filmación y de producción que se filmara durante el mismo periodo de tiempo que una película de 4 perforaciones usaría un 25% menos de película.
La propuesta, también señala que la relación de aspecto de 2.00: 1 se puede lograr utilizando lentes esféricas estándar, que en comparación con sus contrapartes anamórficas, son más baratas, más rápidas, requieren menos luz, y tienen más profundidad de campo fotográfico, y menos imperfecciones visuales.
También, hay una mayor selección de lentes primarias esféricas y de “zoom” que las lentes anamórficas donde las “3-perf” también dan como resultado una cámara más silenciosa que las “4-perf”, ya que hay menos movimiento intermitente por cuadro, etc.
El formato, también requiere la grabación de 25 fotogramas por segundo, lo que elimina los problemas asociados con la transferencia de película a video en los sistemas PAL y SECAM, y aún es bastante simple de transferir al formato de video NTSC.
Sin embargo, esto ha resultado ser controvertido para muchos entusiastas del cine, quienes creen que, independientemente del intento de Storaro de unificar todas las relaciones de aspecto, las películas deben verse en la proporción en la que fueron filmadas, sin ningún recorte.
Como le dijo al escritor de fotografía estadounidense, Bob Fisher:
“Creo que es muy importante para el público ver las películas exactamente de la forma en que fueron compuestas por el director y el director de fotografía.
Esta es una solución”
De hecho hay más de 700 títulos con relaciones de aspecto de 2: 1, y el número ha estado creciendo en los últimos años.
Por otro lado, los requisitos de producción y postproducción de NETFLIX, indican que prefieren contenido con una relación de aspecto de hasta 2: 1, todo lo más amplio debe evaluarse y discutirse.
Llegados al fondo del asunto, la película pues trata sobre la dignidad y la resistencia de los negros ante el dolor, pero también sobre el poder unificador del amor como mecanismo de supervivencia; y celebra la conexión fortificadora entre un hombre y una mujer, pero también los lazos profundos de la familia, la amistad y la comunidad, donde no hay escasez de desesperación en el drama, pero también hay una esperanza inescrutable, y es esa calidad alentadora que debería atraer a una audiencia receptiva al lanzamiento de Annapurna.
Otro acuse es que el filme es muy lento, tal vez muy romántico en la primera hora, y más fluido en la segunda, donde no resuelve nada del tema de fondo, solo expone la unión de la pareja que lucha con amor contra viento y marea, en especial la actriz KiKi Layne, que junto a Stephan James tienen una gran química en pantalla, y la actriz Regina King, que logra mostrar un personaje muy matizado como la madre que apoya a su hija al 100%, y que es capaz de todo por ayudarla.
Pero formalmente como técnicamente, el filme recuerda mucho a la filmografía del gran director hongkonés, Wong Kar-wai, que evidentemente ha sido de gran influencia para Barry Jenkins; y por ello, Jenkins carece de 2 cualidades fundamentales:
El coraje y el sentido del humor.
Porque la facilidad de esta película es irritante, en una época donde lo políticamente correcto se encuentra en los altares de la estima, y Jenkins no hace otra cosa que suscribirse a esta visión de mundo con todos los paradigmas vistos y re-vistos, hechos y refritados; entre ellos:
Un amigo de Fonny, que solo aparece para mencionar lo mal que lo pasó en prisión; un acoso sufrido por Tish en el mercado, puesto únicamente para impactar, con un policía blanco que la hostiga sin ningún motivo aparente, más allá del injustificado odio, claro.
Por lo que la solemnidad de If Beale Street Could Talk es preocupante, donde no hay nunca un momento de gracia o de ingenio; y la falta de sentido del humor resulta insoportable, incluso cuando los protagonistas tienen sexo parecen estar pasándola mal…
Y al final, sin fuerza, se concluye una historia muy lineal, sin llevar un clímax; pero es probablemente porque Jenkins es un poeta al que no le interesan los conflictos, y hasta ese cierre en falso resulta una completa rara avis en el canon del cine comercial de los últimos 50 años; donde lo poderoso del discurso de Jenkins, de esta aventura entre palabras, de estas imágenes entre sus cortes, es que no deja de escucharse, y no deja de verse incluso sin la información sustraída.
El todo, es lo que importa, y surge de la historia de esta familia que nace frente a nosotros, entorpecida por prejuicios y opresión.
Es la voz de la calle; son los textos de James Baldwin, que “si la calle Beale pudiese hablar”, escucharíamos todo lo que vemos en la película de Jenkins; nos dejaría ver todo el llanto y la rabia, el dolor, pero también el poder de la resistencia en el amor.
Eso sí es “lo negro en pantalla”
Del reparto, el trabajo en conjunto del elenco es fenomenal; en especial la química de la pareja protagónica que es dinamita pura.
Sus jóvenes protagonistas, Stephan James y KiKi Layne, son espectaculares, y cabe resaltar que éste es el debut en cine de KiKi, quien solamente había participado en proyectos televisivos y cortometrajes.
La química palpable entre Layne y James, hace que Tish y Fonny sean indiscutiblemente el corazón de la película, incluso si Jenkins los ha romantizado tanto que ha suavizado sus límites; porque los 2 parecen flotar en cámara lenta en las escenas antes de que surjan los problemas, lo que a menudo sugiere un homenaje directo a los filmes de Wong Kar-wai; donde la belleza de todo esto los hace casi una pareja de “cuentos de hadas”, incluso el vertedero de un apartamento de Fonny está iluminado como una cueva mágica...
De alguna manera, esto reduce drásticamente el trato crudo que les entrega un sistema que critica a tipos como Fonny, con una regularidad aplastante.
Así, la fuerza de la actuación de KiKi Layne, radica en lo maravillosamente que se encuentra la línea entre la juventud y la sabiduría, el desamparo y la autodeterminación; aun cuando ella y Fonny no parecen conseguir que un arrendador les alquile un lugar, e incluso cuando, una vez que Fonny está en la cárcel, sus familias tienen que esforzarse al máximo para pagar su consejo legal, Tish persiste; y las escenas clave que dan forma a la historia y la mantienen real, casi invariablemente involucran a otros personajes, y quien termina llevándose las palmas y los reconocimientos es la actriz Regina King, una veterana que nos conmueve hasta las lágrimas por su papel como la comprensiva madre de Tish.
King se mide maravillosamente, con un maternalismo natural que salta de la necesidad de nutrir a una necesidad desesperada de proteger en una escena de confrontación destacada en el acto final; y podría decirse que ese es el momento dramático más asombroso, que se produce cuando Sharon vuela a Puerto Rico, donde huyó la víctima de violación, en un inútil intento de que ella reconociera que fue manipulada para sacar a Fonny de una redada de sospechosos por un policía racista.
La maravillosa King es una potencia silenciosa en todo momento, pero está en su mejor momento aquí, y es gratificante ver a esta superlativa actriz, tan buena en papeles de televisión, siendo nuevamente usada en una película.
Mientras que el Fonny de Jenkins y James es un inocente, acusado solo por el color de su piel; es sumiso y complaciente.
Y en general, Jenkins crea muchas escenas memorables, particularmente aquellas en las que los personajes masculinos discuten sobre las realidades racistas con las que viven.
Finalmente, Nicholas Britell nos deleita de manera exquisita el oído para generar un ambiente enlazando con erotismo y amor, en el sonido en cada toma que incluye temas como:
“Blue in Green” de Miles Davies, “For The Good Times” de Al Green, “That's All I Ask” de Nina Simone y “I Wish I Knew” del John Coltrane Quartet, entre otros.
“I'm my mother's son.
Maybe that's all it is that separates us from them”
Barry Jenkins en “Moonlight” no solamente habló de temas negros, sino también habló de lo difícil que es encajar en un lugar en especial.
En la década de 1960, La Calle Beale había pasado por momentos difíciles, y muchos negocios cerraron, aunque la sección de la calle de Main a 4th fue declarada “Monumento Histórico Nacional” el 23 de mayo de 1966.
El 15 de diciembre de 1977, “Beale Street” fue oficialmente declarado “El Hogar del Blues” por un acto del Congreso; y a pesar del reconocimiento nacional de su importancia histórica, Beale era una ciudad fantasma virtual después de un desastroso programa de renovación urbana que arrasó bloques de edificios en el vecindario circundante, así como varios edificios en Beale Street.
Para 1973, George B. Miller y otros, formaron Beale Street Development Corporation (BSDC) como un esfuerzo cooperativo racialmente diverso para la reurbanización de Beale Street.
La corporación, fue seleccionada por La Ciudad de Memphis para participar en la remodelación de los bloques en Beale entre las calles 2ª y 4ª en agosto de 1978; y dedicó sus esfuerzos al éxito del proyecto, para preservar la rica historia de la calle; y a su desarrollo tanto cultural como físico.
De hecho, BSDC obtuvo $5.2 millones en subvenciones para la renovación; y en 1982, La Ciudad de Memphis recomendó que BSDC contratara a una compañía de administración dirigida por John A. Elkington, para ayudar en el desarrollo de la calle, asegurando nuevos inquilinos, recaudando alquileres, y manejando ciertos problemas de mantenimiento y seguridad; donde cada nuevo contrato de arrendamiento, tenía que ser acordado por BSDC, La Ciudad de Memphis y la compañía administradora, Performa.
La gestión diaria de Beale Street, fue entregada a La Ciudad de Memphis en una decisión judicial de octubre de 2012, después de una larga disputa legal que involucró a la ciudad, BSDC y Performa.
A pesar de los problemas, durante el primer fin de semana de mayo, a veces incluso a fines de abril, El Festival de Música de Beale Street, ofrece importantes actuaciones musicales de una variedad de géneros musicales en el Tom Lee Park, al final de Beale Street a orillas del Río Mississippi; siendo el evento de inicio de un mes de festividades en toda la ciudad conocido como “Memphis en Mayo”
Por su parte, la novela de Baldwin, escrita en 1974, sigue siendo un reflejo de lo que significa nacer, crecer y amar en un país que discrimina y odia por el simple hecho de ser distinto a los demás; algo que lamentablemente todavía se mantiene por la administración del gobierno de Donald Trump.

“I’m yours and you’re mine, and that’s it.
You’re with me all the time”



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