A View from The Bridge

“The story of a man... and the girl he raised as a daughter and loved as a woman...”

Ruptura, compromiso y profundidad escénica, son sólo algunos de los sustantivos que merece el legado dramatúrgico Arthur Miller.
Y es que sólo nombres como Tennessee Williams y Eugene O’Neill estuvieron a su altura en el teatro de EEUU del siglo XX, un teatro capaz de grabar a sangre y fuego, algunos de los perfiles humanos más crudos de la escena universal.
Obras como “A View from The Bridge” han mostrado sin filtros, la rica y compleja naturaleza del ser humano; y aquí Miller reproduce uno de los temas candentes de esos años, el cual era la llegada de emigrantes de todas partes del mundo, y su difícil irrupción en la sociedad.
Esta obra teatral se presentó por primera vez el 29 de septiembre de 1955, como un drama en verso de I acto junto a “A Memory of Two Mondays” en el Coronet Theatre de Broadway; pero no tuvo éxito, por lo que Miller posteriormente revisó la obra para contener II actos.
Esta versión es la que el público conoce más; y fue estrenada en el club de teatro New Watergate en el West End de Londres, bajo la dirección de Peter Brook, el 11 de octubre de 1956; siendo llevada con éxito al cine y al teatro, y con la que Arthur Miller obtuvo su 2° Premio Pulitzer.
El interés de Miller en escribir sobre el mundo de los muelles de New York, se originó con un guión no producido que desarrolló con Elia Kazan a principios de la década de 1950, titulado “The Hook”; que abordaba la corrupción en los muelles de Brooklyn.
Posteriormente, Kazan dirigió la oscarizada “On The Waterfront”, que trató el mismo tema.
Miller dijo que escuchó el relato básico que se convirtió en la trama de “A View from The Bridge” de un abogado que trabajó con estibadores, que lo relató como “una historia real”
La acción transcurre en los años 50 del pasado siglo, en los suburbios portuarios de New York.
En ese decorado dominado por la imponente presencia del puente de Brooklyn, aborda Miller el drama de los inmigrantes ilegales; siendo narrado por Alfieri quien, criado en la Italia de 1900, pero ahora trabajando como abogado estadounidense, representa “El Puente” entre las 2 culturas, donde el trágico protagonista , tiene un amor impropio y casi una obsesión con la sobrina huérfana de su esposa, por lo que no aprueba su cortejo con el primo de ella.
Acto I:
En el discurso de apertura, Alfieri describe la violenta historia de la pequeña comunidad de Red Hook en Brooklyn, y nos dice que los sicilianos de 2ª generación, ahora son más civilizados, más estadounidenses y están preparados para “conformarse con la mitad” o medias medidas, y dejar que La ley maneje sus disputas.
Pero hay excepciones, y luego comienza a narrar la historia de Eddie Carbone, un estibador estadounidense de origen italiano, que vive con su esposa Beatrice y su sobrina huérfana, Catherine.
Eddie es un buen hombre que, aunque aparentemente es protector y paternal con Catherine, alberga una creciente pasión por ella cuando se acerca a su cumpleaños número 18.
Nos enteramos de que no ha tenido relaciones sexuales con su esposa durante casi 3 meses; y que Catherine está estudiando para convertirse en taquígrafa; por lo que Eddie se opone a que ella tome un trabajo que le han ofrecido hasta que termine sus cursos, expresando su aversión por la forma en que se viste, y el interés que está comenzando a mostrar en los hombres.
Pero Beatrice apoya más las aventuras de Catherine, y convence a Eddie de que la deje tomar el trabajo…
Eddie regresa a casa una tarde, con la noticia de que los 2 primos de Beatrice, los hermanos Marco y Rodolfo, llegaron a New York como inmigrantes ilegales.
Él acordó alojarlos, diciendo que se siente honrado de poder ayudar a la familia.
Marco es callado y reflexivo, posee una fuerza notable; mientras que Rodolfo es menos convencional, con planes de hacer una carrera cantando en Estados Unidos.
Marco tiene una familia que se muere de hambre en Italia, y planea regresar después de trabajar ilegalmente durante varios años; mientras que Rodolfo tiene la intención de quedarse.
Aunque Eddie, Beatrice y Catherine son al principio excelentes anfitriones, aparecen grietas cuando Rodolfo y Catherine comienzan a salir.
Eddie se convence de que Rodolfo es homosexual, y solo está expresando interés en Catherine para poder casarse con ella, y obtener el estatus de ciudadano legal; por lo que él confronta a Catherine con sus creencias, y ella recurre a Beatrice para pedirle consejo.
Beatrice, comenzando a darse cuenta de los verdaderos sentimientos de Eddie, le dice que debería casarse con Rodolfo y mudarse.
Mientras tanto, Eddie se vuelve hacia Alfieri, el abogado portuario, esperando la ayuda de La Ley.
Sin embargo, Alfieri le dice que el único recurso que tiene, es denunciar a Rodolfo y Marco como indocumentados.
Al no encontrar una solución a su problema, Eddie se desespera cada vez más, y se enoja con Rodolfo y, al enseñarle a boxear, lo hiere “accidentalmente”
Por su parte, Marco reacciona amenazando silenciosamente a Eddie, mostrando su fuerza sosteniendo una silla pesada sobre la cabeza de Eddie con una mano y “sonriendo con triunfo”
Acto II:
Han pasado algunos meses, y Eddie llega a un punto de ruptura cuando descubre que Catherine y Rodolfo han dormido juntos, y tienen la intención de casarse.
Borracho, él besa a Catherine, y luego intenta demostrar que Rodolfo es gay al besarlo repentina y apasionadamente también.
Después de una confrontación violenta, Eddie le ordena a Rodolfo que abandone el departamento.
Nuevamente, Eddie visita a Alfieri, e insiste en que el beso ha demostrado que Rodolfo es gay, y que solo se está casando con Catherine por la ciudadanía, pero una vez más, Alfieri dice que la ley no puede ayudarlo.
Por desesperación, Eddie llama a los servicios de inmigración, pero mientras tanto, Beatrice ha arreglado que Marco y Rodolfo se muden con otros 2 inmigrantes indocumentados en el piso de arriba; al tiempo que Eddie se entera de que Catherine y Rodolfo han acordado casarse dentro de una semana, y de los 2 nuevos inmigrantes que se han mudado al edificio.
Con ira y miedo, insta frenéticamente a Catherine y Beatrice, a que se muden.
Cuando los funcionarios de inmigración llegan y arrestan a Marco, Rodolfo y los otros 2 inmigrantes, Eddie finge que el arresto es una completa sorpresa para él, pero Beatrice y Marco se dan cuenta de su mentira.
Marco escupe en la cara de Eddie frente a todos, y lo acusa de matar a sus hijos hambrientos; mientras que Eddie intenta convencer al vecindario de su inocencia, pero se alejan de él... repudiándolo por su traición.
Alfieri visita a Marco y Rodolfo bajo custodia, obteniendo su libertad bajo fianza hasta que llegue su audiencia; y le explica que Rodolfo podrá quedarse una vez que se case con Catherine, pero le advierte a Marco que tendrá que regresar a Italia.
Vengativo, una vez libre, Marco confronta a Eddie públicamente; y Eddie se vuelve contra él, con un cuchillo, exigiéndole que retire sus acusaciones y restaure su honor.
En el enfrentamiento resultante, Eddie es apuñalado con su propio cuchillo y muere, mientras su familia y vecinos aturdidos, se quedan de pie.
Cuando es testigo de la muerte de Eddie, Alfieri tiembla, porque se da cuenta de que, aunque estuvo mal, “algo perversamente puro” lo llama, y está lleno de admiración; pero le dice a la audiencia, es mejor conformarse con medias tintas, así debe ser, por lo que llora a Eddie con una sensación de alarma ante sus propios sentimientos.
Con un lenguaje muy coloquial, contrastado con imágenes poéticas, el dramaturgo Arthur Miller nos presenta un realismo casi de ensueño, en el que las acciones del personaje central lo llevan inexorablemente a su caída; y lo vemos transitar sumido en su ceguera, su obstinación y su orgullo, sin notar sus propios errores.
Sin olvidar que las experiencias de vida de los inmigrantes y sus descendientes tienen matices y tonos propios, aspectos particulares; son también vivencias que revelan aspectos universales de la experiencia humana como:
El amor, la solidaridad, la esperanza, la soledad, la vulnerabilidad, los prejuicios, la envidia, la mezquindad, la explotación, el coraje, el lamento, el perdón y la gracia.
La presencia de eso asuntos universales de la experiencia humana en las vidas de unos pobres estibadores y sus familias en un barrio marginal de Brooklyn, es uno de los temas centrales de la obra; sin olvidar el papel del machismo, el patriarcado y la opresión de la mujer en el desarrollo de la sociedad.
Eddie Carbone, es el personaje central, y no se posiciona como el protagonista o el antagonista; su arco de personaje culmina cuando se convierte en un informador para las autoridades de inmigración, lo que lleva a una confrontación con uno de sus inquilinos.
Marco lo etiqueta como “informante” y Eddie lo percibe como una mancha permanente en su buen nombre.
Esta confrontación, finalmente conduce a su muerte, dejando a Eddie como uno de los ejemplos de las figuras trágicas de Miller.
De hecho, el propio Miller escribió que, para él mismo, era un misterio cómo los intereses y fines de cada personaje, y las interacciones entre todos se combinaron para llevar a Eddie hacia su destino.
Primero, la tragedia resulta de múltiples conflictos en la red de fines personales, relaciones y afectos que se establecen entre los personajes.
Y si consideramos a los 2 personajes inmigran¬tes, Marco y Rodolfo, recordamos que el primero persigue fines, establece relaciones con lugares, personas y comunidades, y expresa afectos acordes con las expectativas sociales para un inmi-grante; mientras que el segundo transgrede cada una de esas expectativas.
Esto desata el rechazo de Eddie hacia Rodolfo, y la consecuente confrontación con Marco, a pesar de las intermediaciones afectivas de Beatrice en favor de sus primos.
Además, las pasiones ocultas de Eddie, principalmente, su atracción erótica por su sobrina política, lo llevan a violentar relaciones de confianza con todos sus familiares:
Rechaza sexualmente a su esposa, y le miente; intenta besar a Rodolfo para humillarlo, con la interpretación que no sugiere un impulso homoerótico, lo que variaría el análisis, sino una agresión para dominar; besa a su sobrina sin su consentimiento y por la fuerza; y delata a los primos de su esposa.
El análisis de esta red de fines, relaciones y afectos podría ampliarse, pero el marco teórico queda suficientemente esbozado para señalar, cómo contribuye a la tragedia.
Además, la tragedia deviene de la forma en que los personajes lidian con el conflicto entre ley, justicia y costumbres morales.
En el contexto, por ley, los inmigrantes ilegales deben ser denunciados para que sean deportados de EEUU.
Por justicia, es mejor proteger y apoyar a seres humanos que buscan sobrevivir y sustentar a sus familias, a pesar de que transgreden las leyes migratorias de un estado, que colaborar para que tales leyes migratorias se cumplan.
Y por costumbre moral, los descendientes de italianos residentes en Brooklyn, protegen a los nuevos inmigrantes italianos del acecho de la policía y la ley.
Por costumbre moral, sin embargo, los inmigrantes ilegales deben trabajar y callarse sin perjudicar los intereses de los ciudadanos descendientes de inmigrantes.
Por costumbre moral también, quienes colaboran con la policía y denuncian inmigrantes ilegales, son considerados soplones y traidores; por lo que la dignidad y la honorabilidad de su nombre se ven mancilladas.
Y también, por costumbre moral, cuando el buen nombre y la dignidad son violentadas, requieren venganza en nombre de la integridad.
Las formas en que los distintos personajes, sujetos cada uno a sus propias pasiones, lidian con las tensiones entre todas estas normas, conducen inexorablemente a la tragedia de Eddie Carbone y su familia.
Vista desde esta perspectiva, el drama refleja situaciones trágicas de la vida contemporánea de inmigrantes indocumentados, sus familias, vecinos y allegados, que siguen siendo tan actuales que asombran; pues la situación de ilegalidad los hace vulnerables, y a menudo dependientes del sentido de justicia y las costumbres morales de quienes les rodean.
Por otra parte, algunas personas que se relacionan con ellos, pueden explotarlos o perjudicarlos, aprovechándose de su vulnerabilidad legal, desoyendo o apagando irónicamente el sentido de justicia.
En parte por esto, la obra representa un llamado relevante y urgente a la reflexión ética, en cuanto a nuestra participación directa o indirecta en la tragedia cotidiana de migrantes e inmigrantes en el mundo actual.
En el cine, el director italiano Luchino Visconti, dirigió una versión teatral de la obra en Italia en 1960, “Rocco ei suoi fratelli” que tiene muchas afinidades con A View from The Bridge.
No fue hasta 1962 que se estrenó una película franco-italiana homónima, un filme olvidado cuando representa uno de los mayores logros del “Neorrealismo de Hollywood”
“Just remember, kid, you can quicker get back a million dollars that was stole than a word that you gave away”
A View from The Bridge es un drama del año 1962, dirigido por Sidney Lumet.
Protagonizado por Raf Vallone, Jean Sorel, Maureen Stapleton, Carol Lawrence, Raymond Pellegrin, Morris Carnovsky, Harvey Lembeck, Mickey Knox, Vincent Gardenia, entre otros.
El guión es de Norman Rosten, basado en la obra del mismo nombre, escrita por Arthur Miller, estrenada en 1955 y revisada en 1956; siendo reinterpretada decenas de veces, es una pieza sobre la desoladora tragedia humana y los contrastes emocionales que existen entre los hombres; por lo que sigue a un problemático estibador de origen italiano, cuya vida laboral se vuelve más difícil cuando permite que 2 inmigrantes ilegales se queden en su casa, lo que lleva a la tragedia.
El director Sidney Lumet, quien parecía rodar todas sus películas en la ciudad que amaba, muestra un lado diferente y, a veces aterrador de New York.
Bajo los títulos alternativos “Vu du pont” en francés; y en italiano “Uno sguardo dal ponte”; la producción es evidentemente franco-italiana, siendo filmada en versiones en inglés y francés, donde sus secuencias exteriores fueron filmadas en el paseo marítimo de Brooklyn, New York, donde tienen lugar la obra y la película; y aunque ambientada en Brooklyn, la película fue filmada en Francia.
El escenario del lado del muelle de la película, fotografiado sombríamente por Michel Kelber, recuerda, hasta cierto punto a “On The Waterfront” (1954), aunque esto es más un melodrama doméstico; donde la obra de Arthur Miller es respetada fielmente, excepto por el final que se endulzó un poco, debido a que en la obra, Marco mató a Eddie; y recibió un trato espectacular, como ver a los 2 hombres pelean con ganchos de carne… sin embargo, la película fue controvertida, al ser la primera vez que se mostraba un beso entre hombres en la pantalla en Estados Unidos, en la secuencia en la que un ebrio Eddie Carbone besa apasionadamente al primo de su esposa, en un intento de demostrar la supuesta homosexualidad de este último.
Sin embargo, esta obertura pretendía ser una acusación de alguien gay, en lugar de una expresión romántica.
La obra, ambientada en los años 50, en los suburbios portuarios de New York, aborda el drama de la inmigración ilegal.
Cerca de Brooklyn, los miembros de una familia pobre de inmigrantes italianos son destrozados debido a la relación romántica entre Rodolfo (Jean Sorel), un joven primo y clandestino recién aterrizado, y Catherine (Carol Lawrence), sobrina del patriarca Eddie Carbone (Raf Vallone), un estibador que vive con su esposa Beatrice (Maureen Stapleton)
Eddie crio a Catherine como su hija, y la protege tal vez más que la razón… y para evitar que se case con Rodolfo, Eddie lo denuncia a los servicios de inmigración.
Por ello, el hermano de Rodolfo, Marco (Raymond Pellegrin), también inmigrante, resguardado y denunciado por Eddie, quiere venganza.
Eddie, sintiéndose herido en su honor, ya que Marco lo insultó y escupió frente a la comunidad; también quiere pelear con él.
De esa manera, los 2 compiten en una pelea final, en la que Eddie pierde trágicamente su vida.
¿Qué cambiamos:
Las leyes comunitarias, las leyes estatales, las regulaciones mundiales, la ética personal…?
Aquí se abre un panorama de deseos, juegos de poder, prejuicios, abusos en una comunidad de trabajadores, y en una joven mujer, quienes se preguntarán cuánto pueden aguantar.
El guión, la actuación y la cinematografía en blanco y negro son excelentes.
La película tiene temas controversiales interesantes, para reflexionar, y alguno que otro mensaje sutil sobre el incesto y la homosexualidad; donde lo único negativo no es la película, sino la calidad de la cinta; más que la producción no está disponible en mejores condiciones, presentando mala estática en ciertos momentos en los que la imagen pudo ser más nítida.
El filme en el fondo tiene un tema muy actual, sobre la situación de los emigrantes y las leyes que chocan con las de ellos.
“You've got to be careful about the way you walk around in front of him... you're a woman now!”
A View from The Bridge llegó a los cines en un momento en que el prestigio de Arthur Miller en el American Theatre estaba en su apogeo.
Tanto que hasta hubo algunas críticas discutiendo sobre las modificaciones a la obra teatral original que hizo Sidney Lumet al adaptarla a la pantalla.
Lamentablemente, estas consideraciones cegaron a muchos a la calidad verdaderamente clásica de la película.
A View from The Bridge ofrece el retrato marcadamente dramático de un héroe que, como tantas figuras de La Tragedia Griega Clásica, es un hombre de muchas cualidades admirables, y en última instancia es derribado por sus fatales debilidades de carácter.
Tradicionalmente, La Tragedia Griega trataba con héroes de alto rango a reyes, divinidades y similares; por lo que la variación de Miller sobre el tema, fue darnos un héroe trágico que era un hombre común, en un mundo de clase trabajadora.
La sensación de poderosa “fisicalidad” que esperarías encontrar en un hombre así, es palpable en Raf Vallone, y presta una gran tensión a la película cuando uno se da cuenta de su temperamento peligrosamente volátil.
En general, la obra retrata la vida personal y familiar del inmigrante; por lo que la lectura se desarrolla de lo particular a lo universal, es decir, de las experiencias de una familia italiana en el Brooklyn del siglo XX, como ejemplar de las vivencias de familias de inmigrantes en particular, a vivencias y conflictos que atañen a la condición humana en general.
La primera parte provee una descripción fenomenológica de la experiencia personal del inmigrante, como una experiencia de transformación a nivel de sus afectos, de sus relaciones con lugares, personas y comunidades, y de los fines que concibe y persigue para su vida.
La segunda aborda la relación entre la ley, la justicia y las costumbres morales de una comunidad, y cómo esta relación afecta la vida de los personajes.
La tercera, a modo de conclusión, discute cómo esta relación contribuye a provocar una tragedia familiar que refleja la tragedia de muchos inmigrantes en el mundo actual.
De esa manera, el director nos trae el mundo arenoso y oscuro del estibador inmigrante Eddie Carbone y su familia:
Su esposa y su sobrina.
Un día, Carbone está involucrado en traer ilegalmente a 2 italianos, primos de su esposa a los Estados Unidos y conseguirles trabajo en los muelles de la ciudad de New York.
Pero algo sale muy mal, cuando el hombre más joven, Rodolfo, comienza a involucrarse con los celos de Eddie y la lujuria juvenil de Catherine.
Todos ellos vivirán en un apartamento pequeño y miserable, siendo el escenario perfecto para el roce y la ira acumulada que alimentan las acciones de los personajes.
Mientras más le gusta Carbone a la niña, más desprecia al joven italiano y sus formas “extranjeras”, insinuando su homosexualidad, porque es rubio y le gusta de las artes, al tiempo que viste diferente, etc.
Por otro lado, Alfieri (Morris Carnovsky), el abogado, sabe desde el principio que él y su ley, e incluso la ley de Dios no pueden hacer nada contra el destino de Eddie, que está sellado cuando comienza la historia.
Y como si fuera una Tragedia Griega, que lo es, Alfieri interpreta el papel del coro griego; tanto que sus últimas palabras, dado el desenlace ligeramente diferente, no tiene la fuerza que tenía en las palabras de Miller:
“…y así lo lloro, lo admito, con cierta... alarma”
Si fuera una Tragedia Griega Clásica, diríamos que el error del protagonista es su incapacidad para contenerse:
Cuando el protagonista, quien moviliza el drama, no se detiene o no controla sus deseos, la comunidad entera se ve afectada.
En La Antigüedad, los dramaturgos creaban plagas y gran miseria en Tebas; ahora sabemos que vivimos la marginación, la xenofobia, y la violencia en las grandes urbes.
Y es que A View from The Bridge trasciende sus raíces teatrales para dar una sensación terrosa a su vecindario y sus vecinos; y eso es un gran elogio teniendo en cuenta que la obra es una de las mejores, irónicamente poco conocidas de Arthur Miller; por lo que la película es todo un logro:
El bajo presupuesto es obvio, y muchas veces uno siente como si estuviera viendo una vieja película de televisión; pero al mismo tiempo agrega otra capa a la atmósfera cruda de la obra de teatro.
Este es el Brooklyn de la década de 1950, donde muchos luchan por un salario exiguo, y están atados a los muelles.
Solo la cultura y sus tradiciones los mantienen vivos, y esta película lo captura todo.
El aspecto barato también pone más énfasis en que los actores den lo mejor de sí mismos y, ¿qué hacen?
No podría explicar mala actuación en esta película, cuando los protagonistas son habitualmente fuertes; tanto que captura muchas de las excentricidades y maquinaciones de una familia italiana, desde la masculinidad dominante hasta las conversaciones familiares y la fruta al final de la comida...
Se captura la atmósfera abarrotada que tanto se recuerda y glorifica en muchos hogares, pero aquí se volvió fría y repugnante debido al material originalmente teatral; por lo que la película dibuja brillantemente el contraste entre la mentalidad de los inmigrantes italianos del viejo mundo, de hacer y ahorrar para irse a casa, como se expresa en el hermano Marco en sus ropas estrictamente de trabajador, y la de los nuevos inmigrantes más jóvenes que vienen a América para buscar oportunidades y placeres que no se encuentran en casa, como se expresa en Jean Sorel con su corbata y su camisa de texana.
Por su parte, Rodolfo será el detonante de algo que ya supuraba por debajo en la familia:
Él es un joven inmigrante italiano que proyecta fines personales que no se ajustan a las normas legales y morales que rigen las vidas de personas como él.
Es decir, los fines de Rodolfo, no se compaginan con los preestablecidos legal y socialmente para los inmigrantes como Eddie.
De allí surge un conflicto central de la obra.
Por su parte Catherine, como joven mujer descendiente de inmigrantes italianos, también concibe fines personales que no se ajustan a las normas que la sociedad y su entorno comunitario y familiar establecen para ella; simplemente con ser independiente y trabajar.
Esto agrava el mencionado conflicto entre fines personales y normas vigentes sólo en la casa.
Por un lado, lo que incomoda a Eddie sobre Rodolfo, no es la ilegalidad, sino la ruptura de normas sociales, incluidas las de género.
Inclusive Eddie ve en Rodolfo la figura del hombre ideal para su sobrina que él repudia por no ser él mismo el centro de atracción.
Rodolfo, como hemos visto, no se comporta como debería un trabajador ilegal, ahorrando todo su dinero y escondiéndose en casa…
Según Eddie, se comporta como un oportunista en busca de un pasaporte estadounidense; pero además Rodolfo no se comporta de acuerdo con los códigos de masculinidad de la sociedad patriarcal de la que desciende Eddie, tales como el absoluto rechazo a realizar labores domésticas, pues Rodolfo hasta cose y hace vestidos; el hermetismo emocional, Rodolfo gusta cantar y bailar; y la rudeza física, pues evidentemente Rodolfo no es agresivo ni musculado.
Es por ello que Eddie se incomoda al descubrir que Rodolfo canta, baila, hace vestidos y cocina.
Además, se siente avergonzado, pues ante la comunidad, el muchacho forma parte de su familia y en los muelles, y los estibadores empiezan a burlarse de Rodolfo, llamándolo por nombres derogatorios que sugieren homosexualidad, como “Paper Doll” debido a su canción; y “canario” por su tono baritonal, que no es de tenor o bajo como es de esperarse.
Pero Eddie no se conforma, y no logra detener sus pasiones...
Él considera que cumplió con su deber de cuidar a la niña como su tío y guardián, pero el desenlace ha sido injusto:
Él trabajó duro y se sacrificó por Catherine, pero todo ha terminado en un “robo”:
“¡Y ahora tengo que sentarme en mi propia casa y ver a un hijo-de-puta maleante como ese… que vino de cualquier lado!
¡Le di mi propia casa para dormir!
¡Le di mis propias sábanas para cobijarse; y él viene y se la lleva, y pone sus mugrosas y asquerosas manos sobre ella como un maldito ladrón!”
Eddie siente que hay una injusticia en esto, pero es incapaz de ver que Rodolfo no ha transgredido la justicia, sino sus propios códigos morales.
Por un lado, Rodolfo debería ser un trabajador esmerado, pero escondido en las sombras y conformado con tener techo y comida.
“Pero el amor va donde quiere y no donde lo mandan”, diría mi abuela.
Por otro, Catherine debería quedarse en casa, protegida por él y, si se marcha, debería ser para estar con “otro tipo de gente”, en una “oficina de abogados” de Manhattan por ejemplo, jamás trabajando con plomeros en Brooklyn, y casada con un inmigrante siciliano, “afeminado y homosexual” según las normas de masculinidad de su barrio portuario.
Y Eddie, que ha descuidado a su esposa, por transgredir su ley moral, al final viola la ley y muere por ello.
Los eventos siguen su curso inexorable debido a la incapacidad de Eddie de dominar sus propios sentimientos:
Intenta impedir la relación entre Rodolfo y Catherine de formas cada vez más absurdas, agresivas y amenazantes.
Esto deteriora su relación con Beatrice, quien percibe como Alfieri, las pasiones ocultas de su esposo; y con Marco, quien busca proteger a su hermano menor, pero callado, se ve limitado por su vulnerabilidad como inmigrante ilegal; aunque la escena de todos en la sala de casa cuando Rodolfo y Catherine bailan, luego Eddie y Rodolfo pelean y finalmente Marco hace una demostración de fuerza, es crucial para el espectador, para mostrar lo que no se dice en los actos y poner a todos en la balanza, midiéndolos de acuerdo a sus comportamientos.
Todo acaba un día cuando Eddie llega a casa temprano, y descubre a la pareja  solos en el dormitorio, y pierde total control sobre sus pasiones; y ordena a Rodolfo marcharse, y cuando Catherine le dice que debe irse ella también, se lo prohíbe, e intenta someterla, no solo con su autoridad, sino con violencia física:
La abraza y la besa.
A lo que Rodolfo se le enfrenta, y Eddie lo somete y también lo besa.
Ese beso en trío, supone que Eddie también deseaba a Rodolfo, porque él mismo no podía ser él… no desde lo homosexual, sino desde el papel que él no puede ejercer… recordar que Eddie no tenía sexo con Beatrice, seguramente “guardándose” para Catherine, o porque tenía problemas eréctiles, o por último, la homosexualidad salida a flote con la llegada de Rodolfo.
Así, en el pleito entre los 3 personajes hay violencia, desprecio, desafío, horror, incredulidad, rabia, impotencia y dolor; sentimientos que unos extrapolan y otros no pueden hacerlo, Eddie.
Así, antes de marcharse, Eddie los amenaza a ambos:
“No me provoques, Catherine.
Ten cuidado, submarino.
Por ley tendrán que botarte de regreso al agua.
Pero me das pena.
Lárgate y no le vuelvas a poner una mano encima, a menos que quieras salir de aquí con los pies por delante”
De esa manera, entregado a las normas de un patriarcado opresor y falto de cualquier dominio propio, Eddie intenta imponer su poder sobre su niña y amenaza a su competidor; pero no logrará detener el curso natural de las cosas.
Cuando Eddie consulta de nuevo con Alfieri, si no hay manera de impedir el matrimonio, el abogado le dice:
“Moralmente y legalmente hablando, no tienes derechos, no puedes detenerlos; ella es un sujeto libre”
Y es que la muchacha no le pertenece, ni necesita más su protección de guardián, ni siente atracción erótica por él.
Su amor es agradecimiento y cuidado de hija.
Sin embargo, las pasiones de Eddie siguen su cauce fuera de todo control.
Las consecuencias llegan cuando otros submarinos, familiares de Lipari el carnicero, son capturados junto con Marco y Rodolfo para ser deportados, y la comunidad está segura, aún sin poder probarlo, que Eddie ha sido el delator; por lo que todos lo marginan, por traidor.
Por un lado, Eddie ha cometido una injusticia, aunque esta se apegue a la letra de la ley, al denunciar a 2 inmigrantes ilegales... que son “su familia”
Pero más allá de violentar el sentido de justicia y la desobediencia civil de la comunidad, ha transgredido normas sociales, pues ha colaborado con los represores, y traicionado a amigos y vecinos que comparten su origen y su sangre.
Por lo que Eddie intentará recuperar “su buen nombre y su honor”, pero no lo logrará… porque el callado Marco tomará cartas en el asunto, y hará ver a Eddie lo equivocado que estaba.
Como dato, un tema prominente que atraviesa toda la obra de Arthur Miller es la tensión entre personajes que son víctimas de sus propias falencias morales y personajes, que son víctimas de sus convicciones morales, como Eddie, que se vio atrapado en ese conflicto, y aunque erró, se develó completamente como sujeto de ese conflicto pasional entre justicia, ley y moralidad; porque las pasiones le dominaron y le destruyeron, dañaron a sus seres más queridos y perjudicaron a hombres y familias inocentes en una comunidad de inmigrantes.
Pero lo más sorprendente de esta película franco-italiana, es que presenta a 2 actores franceses:
Raymond Pellegrin como Marco y Jean Sorel como Rodolfo en personajes italianos; cuando el primero fue uno de los mejores actores del “Films Noir” francés, logra no verse completamente eclipsado por la actuación de Oscar de Raf Vallone.
Sin olvidar que la química es devastadoramente caliente entre Raf Vallone y su amor ilícito por la sobrina, interpretada por Carol Lawrence, quien al principio lo admira, pero luego lo mira con disgusto.
De hecho, el elenco aquí es una mezcla ecléctica pero sorprendentemente efectiva de actores estadounidenses, franceses e italianos.
Vallone es excelente como el volátil y traicionero Eddie Carbone, que finalmente se ve consumido por sus furiosas pasiones; y es inusualmente efectivo en el papel principal en el que su inglés, con un fuerte acento, le dio mayor autenticidad a la caracterización de lo que hubiera sido probable con cualquier estrella estadounidense contemporánea.
Aquí, Vallone ofrece una actuación de por vida, es realmente un personaje trágico griego, y el espectador lo ve pasar de ser un buen esposo, que ya no está interesado en su esposa; a un hombre celoso que espía a su sobrina y a su nuevo novio; que luego se convierte en una bestia:
La escena en la que capta en el acto a los 2 amantes, lo ve ir a la cima de la violencia, el odio y el deseo frustrado; ni hablar del arrebato cuando besa a Rodolfo en la boca; al que no lo considera un hombre.
Por otra parte, Maureen Stapleton es sólida como la esposa agraviada que sigue siendo leal, sumisa y callada, incluso cuando lentamente comienza a comprender las acciones de su esposo… es una lástima su contención y su papel florero, a la sombra de acciones que violentan incluso el hogar y la situación delicada de sus primos.
Mientras que Jean Sorel es excelente como el joven italiano, guapísimo, elegante y hasta “avant garde” en su comportamiento “europeo”, algo que no tiene Raymond Pellegrin como su hermano mayor, que está casado y con hijos, y sabe que la vida de Rodolfo ya no es para él porque debe ayudar a su familia en Italia.
Curiosamente, Marco es un hombre atrapado entre los requerimientos de su sentido de justicia y de la honorabilidad social y las necesidades de su familia en Sicilia.
Él es el vaso desbordado que provocará que Eddie entre en razón de la peor manera posible, ajusticiándolo con mano propia.
Sin olvidarme de la verdadera sorpresa:
Carol Lawrence como la joven Catherine.
Generalmente considerada una intérprete musical, se convierte en una actuación increíble la niña inocente que finalmente alcanza la mayoría de edad.
El rito de paso de Catherine es crucial para el desarrollo de los eventos.
Como dato, Carol Lawrence tenía 29 años cuando interpretó a Catherine, de 18 años.
Otros coprotagonistas incluyen a:
Morris Carnovsky como el abogado compasivo Alfieri que en la obra tiene un papel de narrador, y aquí sirve como “la conciencia” desoída de Eddie.
Vincent Gardenia como el tendero, Harvey Lembeck, Frank Campanella y Mickey Knox como compañeros de trabajo; todos correctos en sus cortas intromisiones.
Y no podía faltar el personaje principal:
La comunidad de trabajadores/estibadores de un enclave comercial en Red Hook, Brooklyn, Estados Unidos; un vecindario de migrantes sorteando las leyes antiinmigración, evadiendo a las autoridades y buscando obtener dinero para su supervivencia y la de su gente al otro lado del mar.
Este barrio fue notorio por los conflictos entre sindicatos, empresas navieras, policía y autoridades de comercio, debido a los trasiegos y mafias.
Así, unidos por la necesidad y en un ambiente sin naturaleza ni Sol, los migrantes añoran la vida enriquecedora de una comunidad perdida.
En cuanto a las comunidades de origen y llegada, la relación es compleja:
En Sicilia, Marco y Rodolfo pertenecen a la comunidad de forma espontánea y fluida, sin hacer esfuerzos por merecerlo; pero en Brooklyn no es así.
En los muelles, a Marco se le admira como fortísimo estibador pero se le resiente su condición de submarino; mientras que a Rodolfo se le rechaza por no apegarse a las costumbres y comportamientos de los “machos” estibadores; por lo que sufre burlas y hostigamiento constantes a los que él mismo hace caso omiso, pero Eddie no…
Y se les acepta a ambos como italianos, pero se les hace sentir que no son ítalo-estadounidenses cuando se rivaliza por trabajo o mujeres.
Estos son apenas algunos detalles que muestran la importancia de las relaciones geográficas, personales y comunitarias en la vivencia personal del inmigrante.
Por otro lado, a diferencia de la obra, en la que el personaje central Eddie Carbone muere apuñalado con su propio cuchillo en una pelea con Marco, el primo de su esposa Beatrice; hacia el final, en la película, Eddie se suicida al hundir un gancho de carga en su pecho; como razón de que ha esclarecido su error y que su nombre ha sido manchado por él mismo, siendo él mismo el verdugo de sus errores.
Si se le puede achacar algo a la película, es la demostración de evolución lenta de que el personaje principal es un aburrido... por mucho que su pasión casi incestuosa y sus celos subsiguientes puedan ser creíbles y conmovedores, son bajos en la escala emocional humana y obviamente son asquerosos e ignorables.
Tanto que no tienen el alcance universal de la codicia, la envidia, la ambición o las obsesiones que llevan a los hombres a la ruina.
Además el tratamiento teatral puede ir en contra, y que el desarrollo dramático es también lento.
Pero queda como tragedia anunciada en la vida de Eddie, un pequeño monumento a la imaginación surrealista, de un dolor que recuerda El Infierno personal que es la negación de las emociones propias, y el irremediable daño que a veces suele tener la no aceptación de los profundos defectos que cada ser humano lleva en su interior.
“I Don't Know Anything!
Teach Me!
Hold Me!”
En A View from The Bridge, tanto Sidney Lumet como Arthur Miller atacan amargamente las injusticias del racismo estadounidense mucho antes de que fuera tomado por el movimiento de derechos civiles, sobre todo Miller; porque su carrera como escritor abarcó más de 7 décadas, tomando diferentes aspectos de la esencia humana, tanto que en el momento de su muerte, Miller fue considerado como “uno de los mejores dramaturgos del siglo XX”
Y es que Miller sintetizó con éxito diversos estilos y movimientos dramáticos en la creencia de que una obra de teatro debería encarnar un delicado equilibrio entre el individuo y la sociedad, entre la personalidad singular y la política, y entre los elementos separados y colectivos de la vida.
Por lo que se consideraba un escritor de obras sociales con un fuerte énfasis en los problemas morales en la sociedad estadounidense, y a menudo cuestionaba las causas psicológicas de la conducta.
También se basó en la tradición realista de Henrik Ibsen, en su exploración del conflicto del individuo con la sociedad, pero también tomó prestadas técnicas simbolistas y expresionistas de Bertolt Brecht y otros.
De hecho, algunos críticos intentan interpretar su trabajo desde un punto de vista exclusivamente político, o exclusivamente psicológico, pero no logran perforar el velo social que Miller crea en su trabajo; que a menudo enfatizaba que la sociedad hacía de sus personajes lo que son, y cómo dictaba todos sus miedos y opciones.
Incluso, la mayoría de los críticos lo señalan como “el dramaturgo de la familia” y una de sus mayores fortalezas era su penetrante visión de las relaciones familiares; porque a menudo, los personajes de Miller viven al servicio de su familia.
Sin olvidar a Eugene O'Neill y Tennessee Williams; con Miller establecieron canónicamente las convenciones del teatro familiar, como los patrones, el entorno y el estilo de representación; y en estas obras, los hombres blancos tienen el privilegio de su familia y responsabilidad social; donde típicamente, estos hombres son de clase baja; tanto que Miller sostuvo que las relaciones familiares y las familias deben estar inmersas en el contexto social.
No es casual que Miller sea conocido por la conciencia de los personajes en su obra; donde enfrentan un nivel de banalidad con la montaña rusa de la culpa y la responsabilidad; y a menudo creaba consecuencias para los personajes que ignoran o violan sus responsabilidades sociales.
Así, la determinación de Miller, de lidiar con los temas eternos de la vida, la muerte y el propósito humano, es uno de sus temas más destacados en sus obras; donde casi todos los protagonistas luchan con la marca que dejan en la vida y lo que significa morir.

“…and so I mourn him-I admit it with a certain... alarm”


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