기생충 (Parasite)

“잘못 놓인 가족”
(Una familia fuera de lugar)

El clérigo satírico, Jonathan Swift, se refiere al “hiperparasitismo” en su poema de 1733 titulado “Sobre la poesía: Una rapsodia”, que compara a los poetas con los “bichos que se juntan y pellizcan a sus enemigos”, que dice:
“Las alimañas solo se juntan y pellizcan a sus enemigos por una pulgada.
Así lo observan los naturalistas, una pulga tiene pulgas más pequeñas que cazan sobre él; y estos tienen pulgas más pequeñas para morderlos.
Y así procede hasta el infinito.
Así, cada poeta, en su especie, es mordido por el que viene detrás”
El parasitismo es un tipo de simbiosis, una estrecha relación en la cual uno de los participantes, el parásito o huésped, depende del otro, hospedante o anfitrión, y obtiene algún beneficio; por lo que es un proceso por el cual una especie amplía su capacidad de supervivencia utilizando a otras especies para que cubran sus necesidades básicas y vitales, que no tienen por qué referirse necesariamente a cuestiones nutricionales, y pueden cubrir funciones como la dispersión de propágulos o ventajas para la reproducción de la especie parásita, etc.; y en la mayoría de los casos de parasitismo, el hospedador percibe un daño o perjuicio por parte del parásito en algún momento del ciclo; y como todo parásito, sigue siendo un organismo que puede verse convertido a su vez en hospedador de una tercera especie.
Haciendo una analogía entre seres vivos y sociedades humanas, que de algún modo son “seres vivos macroscópicos”, podemos llamar “parásitos sociales” a aquellas personas o colectivos que se aprovechan de la creatividad y la riqueza que genera una sociedad, sin aportar nada a cambio o, en el peor de los casos, perjudicándola y creándole problemas.
Por ejemplo en La Era Clásica, el concepto del “parásito” no era estrictamente peyorativo, y era un papel aceptado en la sociedad romana en el que una persona podía vivir de la hospitalidad de los demás a cambio de “adulación, servicios simples y la voluntad de soportar la humillación”
No obstante, el concepto de clases sociales supuesta o realmente parasitarias no ha estado históricamente limitado de manera exclusiva a la izquierda…
Mientras que los socialistas, sobre todo los de tradición marxista ven a la “clase dominante burguesa” como parasitaria, las teorías de varios filósofos liberales y neo-liberales, y economistas en favor del libre mercado, han acusado de ser “parasitarios” a cierta categoría de individuos pobres que no trabajan y que tampoco desean hacerlo, análogo al fenómeno conocido como problema del polizón o del “free rider”
Por su parte, la pensadora liberal ruso-estadounidense, Ayn Rand, en su ética objetivista define a un parásito social como “aquella persona que no contribuye a la sociedad, y que además, rompiendo las reglas de ésta, se beneficia de ella y termina contribuyendo a su debilitamiento”
Es así como dicen que El Capitalismo ha generado y vive de parásitos y depredadores, y es eso lo que lo hace inhumano, inequitativo, injusto y violento.
Así, los parásitos “inteligentes” se aprovechan del huésped sin dañarlo demasiado, mientras que los parásitos “estúpidos” acaban con él lo que, en muchos casos, implica su propia desaparición.
Para ponerlo en un contexto país, la economía de Corea del Sur ha crecido rápidamente desde la década de 1950; y hoy es la 13ª economía más grande del mundo, siendo clasificada como “país desarrollado” por La ONU, El Banco Mundial y El Fondo Monetario Internacional (FMI); al tiempo que se encuentra entre los países más avanzados tecnológicamente y mejor comunicados; como siendo el 3° país con mayor número de usuarios de Internet de banda ancha entre los países de La Organización para La Cooperación y El Desarrollo Económicos (OCDE); siendo también uno de los líderes globales en producción de aparatos electrónicos, dispositivos semiconductores y teléfonos móviles; al tiempo que cuenta con una de las infraestructuras más avanzadas en el mundo, como líder mundial en la industria de la construcción naval, encabezada por compañías prominentes como Hyundai Heavy Industries.
Pero en Corea del Sur no todo son luces...
La Crisis Económica Asiática de 1997 modificó substancialmente el mercado laboral coreano, y se abrió una nueva etapa de polarización y de conflictividad social que, aunque se canalizó a través de un mayor dialogo social, cambió drásticamente la situación del marco laboral en relación a la existente antes de 1997.
Así que se acabó la tradicional “política de empleo de por vida” que había sido hasta entonces la regla general; y la reestructuración empresarial afectó a la mayoría de las empresas coreanas, especialmente a los “chaebols” que era un modelo empresarial basado en grandes conglomerados con presencia en distintos sectores económicos; por lo que algunas empresas cerraron, otras se redimensionaron, o se fusionaron con otras; y se perdieron casi 1 millón de puestos de trabajos solo en las grandes empresas coreanas; donde los más directamente afectados fueron los trabajadores que se quedaron en paro, y también sin cobertura social.
Aunque el mercado laboral se recuperó en pocos años y se volverían a crear nuevos puestos de trabajo, estos ya no fueron del mismo nivel y calidad de antaño.
El resultado ha sido una creciente polarización social provocada por las disparidades entre los trabajadores que mantuvieron o recuperaron su puesto de trabajo, o que lograron entrar en las grandes empresas; y los demás que no disfrutan de las mismas condiciones en cuanto a la calidad del puesto, la formación laboral y la seguridad legal y social que sí ofrecen las grandes empresas.
Y esta dicotomía en cuanto a salarios y demás condiciones laborales sigue aumentando; sin olvidar las desigualdades sociales que se manifiestan, por ejemplo, en las posibilidades de los padres a ofrecer a sus hijos mejores oportunidades para acceder a una buena educación en una sociedad en que la educación es la llave maestra para la movilidad y el ascenso social.
¿Se pueden encontrar “parásitos” en una sociedad tan avanzada como la coreana?
“이 집은 귀신으로 간주됩니다”
(Esta casa se considera embrujada)
기생충 (Parasite) es una comedia surcoreana, del año 2019, dirigida por Bong Joon-ho.
Protagonizada por Song Kang-ho, Lee Seon-kyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-shik, Park So-dam, entre otros.
El guión es de Kim Dae-hwan, Bong Joon-ho y Jin Won-han; y muestra a 2 familias cuyas necesidades los obligan a depender la una de la otra de la manera más inusual posible.
La idea de “기생충” (Parasite) ha existido desde 2015 en la cabeza del director, y el guión final se escribió en tan solo 3 meses y medio; por lo que encaja como un rompecabezas, una comedia de enredo, un desencadenante totalmente inesperado, sorpresas perfectamente entramadas dentro de la historia general, y la ya clásica muestra de la diferencia de clases en la Corea del Sur actual; pero más que mostrar la lucha de clases, el tema que trata la película es la infiltración de clases, la invasión y la colonización, como si hablara estrictamente de “parásitos” de ahí su título; y reflexiona de forma extremadamente audaz, sobre la posible o más bien imposible coexistencia entre la clase privilegiada y la baja, gestando así un sorprendente y muy disfrutable divertimento dirigido de forma absolutamente libre, donde la comedia negra más descabellada choca de bruces con el “thriller” y suspense más imprevisible.
Ganadora de La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes, 기생충 (Parasite) se convirtió en la primera película coreana en recibir tal premio.
La historia sigue a La familia Ki-taek, que es algo peculiar...
Su forma de vida consiste en una visión libre de “Robin Hood”, es decir en sustraer riqueza de la sociedad burguesa para traspasarla si ningún miramiento a sus vacíos bolsillos… hasta que se encuentran con La Familia Park…
Tanto Kim Ki-taek (Song Kang-ho) como su esposa Choong-sook (Jang Hye-jin) y sus 2 hijos adolescentes:
Kim Ki-woo (Choi Woo-shik) y Kim Ki-jung (Park So-dam) están sin trabajo; pero la situación cambia cuando su hijo mayor, Ki-woo, empieza a dar clases particulares en casa del Sr. Park (Lee Sun-kyun), que vive con su esposa Yeon-kyo (Cho Yeo-jeong) y sus 2 hijos:
Park Da-hye (Jung Ji-so) y Park Da-song (Jung Hyun-joon)
De esa manera, las 2 familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a 2 mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles; donde el joven Kim infiltrará a toda su familia en la lujosa mansión, sustituyendo así a sus empleados, uno por uno.
Y es que Ki-woo es un joven nacido en el seno de una familia humilde, por lo que decide falsificar unos papeles, y hacerse pasar por profesor de inglés de la hija adolescente de la familia rica, Los Park.
Poco a poco, el chico irá ganándose la confianza de los padres de la joven hasta conseguir que toda su familia termine trabajando en la mansión:
Primero, su hermana como profesora de arte del hijo menor; y después, su padre como chófer.
Sin embargo, los 3 tendrán que ocultar la relación que los une ante los señores de la casa, convirtiéndose en sus propios “parásitos”; pero los ricos no son maléficos seres manipuladores, sino una familia de ingenuas almas a los que es muy fácil torear; y por otro lado, los pobres Kim deben tragarse todo principio moral para poder sobrevivir, y distan de ser unos angelitos.
La cosa toma un giro final inesperado con la aparición de… otros “parásitos”
기생충 (Parasite) es una comedia ingeniosa, descarada, atrevida y muy negra sobre la realidad social en cualquier parte del mundo, donde la falta de trabajo y el arribismo se aprovecha para sacar partido de los que más tienen.
Rodada con una fotografía asombrosa, unos colores vivos y una puesta en escena tan contrastante con los personajes como para diferenciarlos y caracterizarlos, refleja el absurdo de las clases sociales acomodadas, así como la pobreza y desesperación de los que menos tienen, y el ingenio de unos será el sustento de quienes tienen la pereza de tomar las riendas de sus vidas.
Un filme que inicia como una dura crítica económica y social, toma un giro oscuro, dramático y lúgubre al final.
Tal vez ese final es algo forzado e increíble, que cuesta digerirlo, pero parece que no hubo otra forma de terminarla.
Como sea, el filme es una historia sobre el karma, con personajes bizarros y estrambóticos, donde la misma naturaleza conspira para mantener el orden de las cosas, y a cada quien en su sitio… no sin antes exigir la retribución por muchos atrevimientos.
Al final, todos pagamos la cuota de nuestros actos de la manera menos esperada.
“어떤 종류의 계획이 절대 실패하지 않습니까?
계획 없음 전혀 계획이 없습니다
왜 그런지 아십니까?
인생을 계획 할 수 없기 때문에”
(¿Sabes qué tipo de plan nunca falla?
Ningún plan.
Ningún plan en absoluto.
¿Sabes por qué?
Porque la vida no se puede planificar)
Bong Joon-ho es quizás el maestro contemporáneo del cine entretenido, inteligente y resueltamente político del continente asiático, con grandes géneros en su haber:
Del drama a la comedia negra, el “thriller” criminal a la ciencia ficción, de las distopías al apocalipsis y monstruos...
Y en su fusión de estilos, la filmografía del surcoreano ha encontrado una vía de reflexión y espectáculo gozoso, fetiche cinéfilo y admiración crítica, al alcance de muy pocos directores.
Conocido por muchos como “el Hitchcock coreano”, Bong Joon-ho es el responsable de títulos importantes que el cine oriental, y en ellos es capaz de combinar el mejor brío del “thriller” de Hollywood, la tan característica melancolía francesa, e incluso un sentido de la astracanada que roza la tragicomedia mediterránea, para brindarnos una mirada emocionante, tierna y comprensiva hacia el incómodo mundo del error humano y de la limitación intelectual.
Allí está 기생충 (Parasite), que como muy pocas, ha mantenido el equilibrio perfecto entre el atractivo comercial de una realización vigorosa y géneros populares con comentarios sociopolíticos muy incisivos; así como la disertación de temas habituales, como la alienación y la lucha de clases, alcanza ahora una cima muy estimulante; pues nunca antes los giros de Joon-ho habían resultado tan ingeniosos como, a la postre, cargados de sentido; tan irónicos como trágicos; imprevisibles y al mismo tiempo plausibles.
La acción sigue a Kim Ki-taek, un conductor desempleado que vive con su esposa Choong-sook, y 2 hijos en edad universitaria en un destartalado apartamento en el semisótano de un barrio que casi es un tugurio.
Allí, la familia lucha por llegar a fin de mes doblando cajas de pizza y sacando la conexión “wifi” de sus vecinos; pero un día, el hijo de Ki-taek, Ki-woo, está tomando unas copas con su amigo Min-Hyuk (Park Seo-joon), que actualmente trabaja como tutor de inglés para la hija de 2° año de una familia acomodada.
De esa manera, Min-Hyuk se va a estudiar al extranjero, y sugiere que Ki-woo tome su lugar, ya que ha estado estudiando para el examen de ingreso a la universidad sin éxito durante los últimos 4 años, aunque le dice que planea pedirle a la hija que sea su novia, una vez que ingresa a la universidad…
Así, Ki-woo es entrevistado en la mansión extremadamente lujosa y espaciosa de la familia Park; lo recibe la Sra. Park y la ama de casa, la ingenua Gook Moon-gwang (Lee Jung-eun)
Él consigue el trabajo, y cuando sale de la casa nota una pintura del hijo menor de Los Park colgada en la pared.
Con el pretexto de que su potencial artístico debería ser alimentado, sugiere emplear como tutor de arte a su amiga llamada “Jessica”, a quien dice que asistió a una escuela de arte en los Estados Unidos, pero en realidad es su hermana Ki-jung.
Después de ser aceptada en la casa de Los Park como tutora de terapia de arte para su hijo pequeño, Da-song; Ki-jung diseña un plan para que el conductor del Sr. Park sea despedido y reemplazado por su padre, Ki-taek.
Una vez que Ki-taek está empleado, se las arregla para conseguir que el último miembro de la familia Kim, su esposa, Choong-sook, sea empleada como ama de llaves después de despedir a la actual, sugiriendo que su alergia a los duraznos es de hecho tuberculosis activa…
Un día, Los Park salen a acampar, por lo que Ki-taek y toda su familia aprovechan esta oportunidad para emborracharse con el costoso licor presente en la casa; pero de repente, la ex ama de llaves, Moon-gwang los visita, alegando que ella vino a recuperar algo que dejó atrás cuando salió de la casa…
Mientras Choong-sook sigue a Moon-gwang al sótano, se revela que el esposo de Moon-gwang, Geun-sae (Park Myung-hoon), ha estado viviendo en el búnker del sótano de la casa, escondiéndose de los usureros de los que tomó prestado dinero para una serie de negocios fallidos.
En una extraña muestra de respeto por su “benefactor”, El Sr. Park, Geun-sae actúa como “un sensor de movimiento humano”, encendiendo las luces sobre la escalera manualmente; pero al descubrirlo el resto de los Kim se produce una pelea cuando Moon-gwang y Geun-sae descubren la verdad sobre Los Kim, y amenazan con revelarla a Los Park; pero Ki-taek y su familia logran encerrar a la pareja en el búnker del sótano, hiriendo gravemente a Moon-gwang en el proceso.
Al tiempo, La Sra. Park llama a Choong-sook para decirle que prepare una comida:
Pues la lluvia obligó a cancelar el viaje de campamento, y volverán en unos minutos.
De esa manera, Ki-taek, Ki-jung y Ki-woo, se esconden rápidamente en la casa, y casi quedan atrapados varias veces, pero finalmente logran escapar sin ser detectados.
Los 3 corren bajo una lluvia torrencial por varias colinas, y logran regresar a su barrio pobre, donde descubren que el agua, y las aguas residuales hasta la cintura, han inundado bloques de apartamentos, incluida su propia casa en el semisótano.
Mientras Ki-woo atraviesa el apartamento para recuperar una gran roca que Min-Hyuk le regaló al comienzo de la película; los 3, junto con otros que quedaron sin hogar, duermen en un gimnasio.
Al día siguiente, La Sra. Park, ignorante de la falta de vivienda de la familia, planea organizar una fiesta de cumpleaños para Da-song, e invita a todos sus empleados a participar en las festividades:
Ki-woo, quien se siente responsable por el giro de los acontecimientos, baja al búnker, llevando consigo la gran roca, con la intención de usarla como alguna forma de arma; y descubre que Moon-gwang ha muerto por sus heridas...
Geun-sae ataca a Ki-woo, por lo que logra salir del sótano, y deja a Ki-woo inconsciente con la roca.
Él toma un cuchillo, busca entre la pequeña multitud a Los Kim, e intenta apuñalarlos, solo cortando a los ricos celebrantes en la medida en que impiden su camino hacia sus objetivos.
Él hiere mortalmente a Ki-jung, la hija; mientras que Da-song se desmaya como resultado de ver a Geun-sae, a quien había confundido con un fantasma varios años antes de una fiesta de cumpleaños anterior...
Geun-sae, luego ataca a Choong-sook; y mientras Ki-taek está al lado de su hija moribunda y se prepara para ayudar a su esposa contra el atacante; El Sr. Park intenta huir con su hijo desmayado, gritándole a Ki-taek que le arroje las llaves del auto.
Sin embargo, Choong-sook y Geun-sae terminan cayendo sobre las llaves cuando Ki-taek los tira, y Choong-sook logra matar a Geun-sae.
Dando la vuelta al cadáver de Geun-sae para recuperar las llaves del coche arrojadas por Ki-taek, El Sr. Park se tapa la nariz, retorcido por el olor del cuerpo del hombre… a lo que Ki-taek escuchó previamente de Los Park describiendo su propio olor como “vil”; y al observar el retroceso del Sr. Park, Ki-taek lo apuñala, matándolo.
Ki-taek escapa, y se esconde en el búnker de la misma casa de Los Park, tomando efectivamente el lugar de Geun-sae…
Varias familias, posteriormente se instalan en la mansión; y la historia se cierra con cartas narradas intercambiadas entre Ki-taek y Ki-woo:
La primera usando las luces de la mansión por la noche, como vehículo del Código Morse; donde Ki-woo promete que algún día ganará dinero y comprará la casa para que su padre pueda vivir con ellos.
Un epílogo hipotético muestra a Ki-woo recorriendo la casa con un agente inmobiliario, y reuniéndose con Ki-taek después de comprarlo.
La película, sin embargo, se cierra cuando Ki-woo permanece en el semisótano, lo que implica que es muy poco probable que Ki-woo pueda cumplir su promesa.
El célebre director coreano, Bong Joon-ho, consigue combinar varios géneros al mismo tiempo, entre ellos:
La comedia de humor negro, el cine social, el drama y el “thriller”; por lo que el espectador pasa por un torbellino de emociones.
Fue después de 2 coproducciones internacionales en inglés, como “Snowpiercer” (2013) y ”Okja” (2017), es una gozada ver a Bong de vuelta a casa para referirse específicamente a la realidad de su país; por ello habla de la competitividad del hipercapitalismo en Corea del Sur, la sumisión cultural a EEUU, en una familia rica que valora todo lo que tenga apariencia de procedencia estadounidense; y la mirada de marcadores diferenciales de clase, desde la vestimenta y apariencia física hasta la entonación del idioma y la forma de expresar el trato que domina una cultura tan reglada como la coreana.
El tema de las diferencias sociales es universal, y lo hace adecuado para cualquier público; de esa manera se retrata bien la superficialidad de los pudientes, la picaresca de los desfavorecidos, y el perfecto choque de trenes que siempre se produce cuando coinciden.
También ridiculizan a su vecino del norte, y como referencias se decantan sin disimulo por la órbita estadounidense; por tanto, el humor empleado en 기생충 (Parasite) se aparta algo de aquel utilizado como desencadenante de algo turbio; y funciona perfectamente como una inteligente comedia de enredo, cosa que provoca hilarantes situaciones; y el hecho de derivarla hacia algo más terrorífico, no impide que la recordemos como una obra fresca, claro ejemplo del cine moderno pero con toques de clasicismo en su estructura, haciendo colindar la esfera doméstica con la social para criticar los devastadores efectos alienantes que la desigualdad social puede provocar en el individuo y, ante todo la capacidad que tiene para hacer erosionar la familia como núcleo.
También se pregunta sobre la imposibilidad de que la clase alta y la baja puedan coexistir en equilibrio y armonía.
De hecho, la pregunta que nos formula es, cuál de los 2 bandos es el verdadero “parásito”... si es que lo hay; porque si existe una virtud realmente novedosa en lo que al cine de lucha de clases respecta, y es que 기생충 (Parasite) no juzga en ningún momento a sus personajes, evitando así caer en todo momento en el habitual maniqueísmo que caracteriza el cine que enfrenta las altas esferas con la bajas; y para ello un ejemplo grande en una escena:
En la secuencia de la batalla campal en la sala de la residencia de Los Park, cuando Los Kim luchan contra la ex gobernanta y su esposo para que ella no envíe un video comprometedor a Los Park, hay un instante en que la ex gobernanta mira de pronto la mesa de centro de la sala y, debajo de ésta, los restos del festín que Los Kim se dieron con los licores y las provisiones de Los Park, aprovechándose de la ausencia de la familia.
Ante las migajas, las botellas vacías y los empaques abiertos groseramente, la ex gobernanta siente de pronto desprecio por sus rivales por un motivo muy específico:
No entiende, cómo ellos pudieron desperdiciar así un espacio diseñado originalmente para el disfrute estético y la contemplación.
Gracias al recurso de un “flashback”, la ex gobernanta se recuerda a sí misma bailando con su marido a la luz del atardecer, en ese mismo salón tan bellamente iluminado, al tiempo que con su voz “en off” elogia al arquitecto que diseñó el lugar, mismo que fue el primer propietario de la casa.
Esta escena es central de la película, porque a través de esta imagen, una empleada doméstica disfrutando estéticamente de un espacio arquitectónico de diseño sofisticado, una imagen preciosa pero también con cierto grado implícito de contradicción; se plantea la pregunta fundamental de 기생충 (Parasite) con respecto al problema de la desigualdad económica:
Sean Los Kim tomando posesión de la residencia, así sea simbólicamente y por medio de la simulación, o la ex gobernanta defendiendo su puesto y su lugar de trabajo en esa casa; en ambos casos los esfuerzos parecen estar motivados por estas preguntas:
¿Por qué nosotros no podríamos también disfrutar de todo esto?
¿Por qué los ricos lo tienen todo, y los pobres no tienen nada?
¿Por qué un pobre no puede también bañarse en una tina o tumbarse despreocupadamente en el césped perfectamente cortado de un jardín particular?
¿Por qué los pobres no pueden también formar parte de todo ello, “fundirse con el paisaje”, como dice en cierto momento Ki-woo, preocupado porque él parece no tener la naturalidad con que su hermana se mueve entre la gente rica?
Una posible respuesta a esta suma de preguntas, ocupa el otro sostén argumentativo, mismo que también parece dar sentido al título de ésta:
Si bien, por un momento podríamos pensar que “los parásitos” son todos Los Kim, cuyo “modus operandi” parece ser, vivir tanto como se pueda a costa de otras personas, esa idea adquiere otro matiz cuando se descubre el búnker secreto en la residencia de Los Park, y a su inquilino inesperado, Geun-sae, el esposo de la ex gobernanta, quien ha vivido ahí desde hace ya varios años, también a expensas de Los Park, y sin que éstos se hayan dado cuenta de su presencia en todo ese tiempo.
Entre la sorpresa y la confusión, Kim Ki-taek pregunta a Geun-sae, por qué se resignó a vivir de esa manera, con más precariedad aún de la que soportan Los Kim, pues ese hombre vive en un lugar con las condiciones apenas elementales de supervivencia.
Geun-sae cuenta entonces brevemente su historia, marcada por una inversión fallida y desmesurada para sus capacidades económicas que tuvo como consecuencia su imposibilidad de pagar las deudas que había contraído con varios usureros.
La fuga y el escondite, se le presentaron entonces como su única opción al alcance, e indirectamente, la reducción drástica de sus oportunidades de vida.
Este relato podría pasar desapercibido o parecer secundario de no ser porque encuentra eco en uno de los personajes principales de la historia, el padre de la familia Kim, quien al inicio de la cinta también menciona brevemente la misma aventura financiera malograda, lo cual sugiere que ésta se trata de un acontecimiento mayor y de impacto profundo en la historia de varias familias, como esas crisis económicas que en la historia de distintos países han sido capaces de traumatizar a generaciones enteras.
Dicho elemento es todavía más significativo, cuando en la escena del albergue, donde Los Kim han llegado luego de haber perdido todas sus pertenencias a causa de la tormenta que anegó su hogar, Ki-woo pregunta a su padre, cuál es el plan del que habló antes para sortear todas las adversidades que han caído sobre ellos.
Kim Ki-taek dice entonces que su plan “es no tener plan”, que si uno vive sin planear, entonces nada puede sorprender ni molestar, pues de esa manera las circunstancias que se presenten no pueden arruinar lo que no existe.
El padre dice todo esto con los ojos cerrados, acostado en el piso del albergue, y cuando termina de hablar, se da vuelta y da la espalda a su hijo.
La postura de Kim Ki-taek podría considerarse nihilista, pero no en un sentido filosófico, sino netamente existencial:
El padre de la familia Kim, parece haber renunciado a todas las posibilidades de su vida, a sus sorpresas y sus imprevistos, y si vive sin prever, pareciera ser más bien porque vive sin querer, su existencia transcurre inercialmente, sujeta y obediente a los eventos que se presentan, y ya está.
Esta declaración de principios funciona como el segundo pilar de 기생충 (Parasite), porque permite una interpretación fuera de la moral del revés que sufre la familia Kim.
Más que tomar éste como una especie de castigo por sus acciones y su deshonestidad, o como “el precio que pagan Los Kim por haber engañado a los Park”, la cinta ofrece los elementos necesarios para realizar una lectura más apegada a la realidad, y no a una supuesta teleología o significado ulterior de las acciones, como bien puede ser el karma; y de alguna manera se sugiere que Los Kim viven los efectos de sus actos, de sus decisiones, y quizás especialmente de sus omisiones.
Nada más y nada menos.
Como tantas otras personas en todas las épocas y en todas las latitudes, Los Kim, y en particular el padre, viven los efectos de postergar la resolución de conflictos apremiantes de la existencia, con lo cual no se hace más que dejar que ganen en complejidad, hasta que se vuelven inmanejables.
Así, Kim Ki-taek y de Geun-sae son en ese sentido personajes afines, que comparten el rasgo común de la renuncia, la resignación y la falta de ánimo, de entusiasmo o de creatividad para vivir su vida.
No por casualidad, hacia el final, Kim Ki-taek sigue los pasos de Geun-sae, y ocupa su lugar como “el parásito de la residencia”
Con gran maestría, Bong Joon-ho pone frente a frente estás 2 Coreas del Sur, que no tienen vocación de encontrarse, una burguesía opulenta, que goza de todos los beneficios de un país desarrollado, y los olvidados de la sociedad, los pobres que tienen que ingeniárselas para poder sobrevivir día a día.
Y el lugar que cristaliza toda esta confrontación, es el seno de la familia y el hogar.
Al tiempo que el carácter real de los personajes hace que las líneas entre lo “bueno” y lo “malo” sean mucho más difusas, ya que todos los personajes tienen matices, debilidades y fortalezas que no permiten encasillarlos de manera binaria.
En efecto, aquí no hay héroes ni villanos, todos son víctimas.
Joon-ho dibuja a los miembros de la familia Park, como personas educadas, amables, simpáticas y honestas; y no hace que sea fácil desacreditar a los ricos como los buenos; pero hay momentos tan pequeños pero importantes, como el comentario ligeramente indignante del olor de los empleados, que una y otra vez ilustra los mundos tan diferentes entre las 2 familias; y Joon-ho ciertamente no oculta de qué lado debe estar su audiencia cuando las cosas se ponen difíciles.
Del reparto, el director eligió a su antiguo colaborador, Song Kang-ho y Choi Woo-shik, quien estuvo en la última película de Bong, “Okja” (2017), antes de elegir a otros actores de la película mientras escribía el guión; siendo este filme la 4ª colaboración entre el director y Song, su actor fetiche, quien una vez más nos ofrece una interpretación tan impecable como hilarante:
Él es el padre de familia Kim, entre cuyos integrantes encontramos a los rostros más reconocibles del cine actual coreano; pero el trabajo del intérprete de Ki-woo, tutor en el hogar, fue elegido porque el director se dio cuenta de que, lamentablemente, el trabajo es la única forma en que las familias de 2 extremos del espectro de la clase en la Corea del Sur moderna, pueden cruzar sus caminos de manera convincente en el arco de la historia.
Así, Bong Joon Ho vuelve a dar una clase magistral de dirección de actores y de escena, manejando la cámara y el ritmo como nadie; y logra captar unas acrobacias formidables girando la cámara en interiores:
Dentro de la mansión, los actores se esconden en las esquinas, la cámara atraviesa habitaciones y pivotea para enfocar el espacio tras las paredes, revelando al espectador las intenciones de cada personaje.
Una coreografía salvaje a ritmo frenético que aumenta la tensión y el miedo a que los infiltrados sean descubiertos.
Mención especial merece la estantería de la cocina, iluminada, con la escalera del sótano justo en medio, un rectángulo de oscuridad del que puede salir cualquier cosa...
Al respecto, el director, utilizando el realismo en todas sus posibilidades, dijo sobre su experiencia en la filmación en un hogar coreano híper rico real, que su mano literalmente tembló de ansiedad cuando estaba devolviendo un bote de basura que se usaba como accesorio:
Ese bote de basura, era de una variedad de alta tecnología que permaneció en silencio incluso cuando la tapa estaba cerrada, y costaba $2,500
Por otro lado, el final, Joon-ho mantiene la atención del espectador, incrementa su tensión, no defrauda a la hora de desarrollar su clímax, y nos regala un epílogo triste que, sin ser redentor, defiende la unidad familiar como base para sobrevivir y subvertir la insensibilidad capitalista de nuestros tiempos.
Así, entre la sátira y la pesadilla, con malicia y sin arrogancia, el filme queda legitimado como la película más completa y compleja del genio surcoreano, porque aprovecha las posibilidades del género, a la vez que se compromete con la realidad, oriental u occidental, que nos circunda; y es que él intenta hacer una crítica social, pero con tanto miedo a ser tildado de comunista, consigue el efecto contrario, lo mismo que le ocurrió con “Snowpiercer” (2013)
Porque si ponemos a un lado de la balanza sus sutiles detalles humanistas, y al otro el trazo grueso de sus mezquinos protagonistas; está claro qué acaba predominando en el film, una estrategia ideológica ya criticada y conocida.
기생충 (Parasite) vendría a ser entonces un descarado tratado sobre la alienación de clase según La Teoría Marxista que toma la forma de un “thriller” doméstico sobre el engaño y la interpretación de roles sociales como construcción de la realidad; donde las relaciones de poder que basan su dominación en el capital están perfectamente retratadas en 3 niveles:
La clase alta vive a costa de la fuerza de trabajo obrera, sin maldad pero con altas dosis de narcisismo.
La clase media precarizada, que intenta mantenerse a flote pese a las inundaciones de un sistema salvaje y deshumanizado que quiebra sus aspiraciones.
Y una todavía inferior, apartada de la esfera pública y recluida en sus espacios de miseria, lejos de los demás ojos.
Pero el ascensor social es posible, pagando importantes precios, que sin embargo casi siempre funciona hacia abajo.
Por último, la banda sonora cuenta con una canción en los créditos finales, que está escrita por el propio director, y cantada por el actor principal, Choi Woo-Shik.
“내가이 모든 것을 가졌다면 나는 더 친해질 것이다”
(Si tuviera todo esto, sería más amable)
Con 기생충 (Parasite), Bong Joon-ho plantea algunas preguntas muy pertinentes respecto de este problema fundamental para el ser humano, pues a fin de cuentas, aquello que está en juego aquí, es la realización de la existencia.
La economía surcoreana, en particular, es un juego equilibrado de intercambios, donde cada uno de los actores aporta algo que tiene, y que el resto necesita...
Eso puede ser que unos aporten su creatividad y su talento, mientras otros su experiencia; unos su habilidad y conocimientos, otros sus cualidades personales de dirección y organización; otros, los medios físicos, el capital, las materias primas, y otros asumen los riesgos y hacen frente a las consecuencias…
Otros, como Los Estados, asumen la creación y el mantenimiento de las condiciones adecuadas, háblese de paz social, mecanismos de justicia, infraestructuras, educación, sanidad, etc.; pero a qué costo…
De la conjunción inteligente de todos estos factores, surge un excedente, un beneficio, una producción, de la cual se benefician todos y que se reparte de acuerdo a unas reglas previamente acordadas o aceptadas, “en teoría”
No obstante, donde hay riqueza, sea física o humana; donde hay algo que puede ser utilizado para provecho propio, es fácil que surjan “parásitos”
Ya hemos comentado que los parásitos son depredadores, que intentan aprovecharse de lo que producen otros sin aportar nada a cambio; por lo que hay condiciones materiales y sociales que condicionan el desarrollo, sin duda, pero también hay una disposición con la que cada uno hace frente a esas condiciones.
¿Es posible entonces, encontrar un punto de conciliación entre ambas?
¿Y cómo?
¿Qué tanto las circunstancias pueden cambiar, y qué tanto es esa disposición personal la que facilita o dificulta nuestro desarrollo?
No se sabe, pues la pobreza siempre existirá para que puede haber un balance económico, es inevitable, y a un alto precio.

“아빠, 오늘 밤 계획을 세 웠어요
계획의 가장 기본적인
나는 직업을 구하고 많은 돈을 벌고 대학에 가서 결혼도하려고합니다
요점은이 집을 사기에 충분한 돈을 벌 때까지 많은 돈을 벌 수 있다는 것입니다
우리가 움직일 때, 엄마와 나는 뒤뜰에서 많은 시간을 보낼 것입니다
햇빛이 정말 아름답 기 때문입니다
그런 다음 업로드 할 수 있습니다
하루가 올 때까지 조심하십시오
인사말”
(Querido papá, esta noche se me ocurrió un plan.
El más básico de los planes.
Voy a conseguir un trabajo, ganar mucho dinero, ir a la universidad y casarme también.
El punto es que voy a ganar mucho dinero hasta que tenga suficiente para comprar esa casa.
Cuando nos mudemos, mamá y yo pasaremos mucho tiempo en el patio trasero, porque la luz del Sol es realmente hermosa allí.
Y luego, puedes subir.
Hasta que llegue el día, cuídate.
Saludos)



Comentarios

  1. Quedo impresionado por tu capacidad de análisis y tu pasión por el cine, si yo quisiera hacer lo que tu haces (casí dos peliculas al día vistas y un extenso analisis de cada una) creo queno tendría tiempo de hacer nada más.
    Me permito el atrevimiento de hacerte una pregunta, ¿crees merecedora del Oscar a Parásitos?

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    Respuestas
    1. Hola Eduard:
      Gracias por la nota; últimamente he bajado el ritmo, llegué a ver 5 películas por día, pero contando cortometrajes, muchas notas ya las tenía hechas antes de subirlas al blog, y lo único que hice fue depurar.
      Es tiempo dedicado.
      ¿Parásitos se merecía el Oscar?
      Este año el Oscar para Mejor Película fue evidentemente muy político, apertura a cineastas extranjeros y todo lo que ello conlleva, el idioma y nuevos mercados.
      El filme arrasó con todos los premios pero no le fue bien en actores, sino en el guión y las formas cinematográficas.
      La película ha trascendido ya la cultura popular y eso es lo que la hace perdurable.
      Es una buena película que evidencia y denuncia mucho el mundo actual, y eso es lo que La Academia premió.
      Gracias nuevamente por leerme.

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