The Boy

“Every child needs to feel loved”

¿Se puede reflejar el sentimiento en los objetos?
Absolutamente sí, basta ver la cantidad de material que tiene La Iglesia Católica, que van desde simple cruces a imágenes de los santos.
¿Pero muñecos malditos, como seres perversos u objetos infestados?
También los hay y por miles en la vida real; porque existe un componente psicológico importante que gira en torno a lo perturbador de un objeto inanimado que adquiere capacidades plenamente humanas, que podrían rastrearse también desde el teatro de títeres o incluso El Teatro del Grand Guignol.
Psicológicamente pueden resultarnos inquietantes, pues en ellos descargamos nuestras virtudes y nuestros pesares; y no sólo muñecos con estas capacidades, recordar irremediablemente a la muñeca Annabelle de Los Warren; sino también la sonrisa de un payaso aparentemente inofensivo, “destinado a entretener” pero que esconde una máscara, que como en muchos casos, van dirigidos a un público infantil.
Pero hay fobias como la autonomofobia, que es el miedo de todo lo que falsamente representa un ser sensible; la pediofobia que es el miedo irracional a los muñecos como el paradigmático Chucky, no sólo diabólicos aunque también a robots o maniquíes; y la coulrofobia, que es el miedo irracional a los payasos, como Pennywise de “IT”; todos ellos que parecen compartir como denominador común:
Ser objetos aparentemente inanimados, que cobraran vida y, en algunos casos, se beneficiaran de una asociación vinculada al mundo de la infancia, la inocencia o del entretenimiento, donde la agresividad, peligrosidad o perversidad parecen no tener cabida.
En ese sentido, el cine principalmente de terror, ha sabido nutrirse de ello en múltiples ocasiones.
¿Pero sobre el temor de afrontar ser mujer, y todo lo que eso conlleva?
Ser mujer es tener miedo; miedo a caminar sola por la noche de regreso a casa, ya sea en las calles de una ciudad, en la frondosidad de un bosque o en la sequedad de un desierto... y eso ha sido alimentado desde la literatura.
No importa el lugar, y tampoco el tiempo, una mujer siempre está en peligro de ser agredida por uno o más hombres.
Así que ser mujer es también estar permanentemente expuesta a la posibilidad del acoso del varón, antesala de la agresión, que ejerce sobre ella algún tipo de poder; que la marcará de por vida, al tanto que una nueva relación le traerá de regreso traumas del pasado reciente.
La sociedad ha sido la culpable de hacer de la mujer el juguete del varón… o será al revés… lo cierto es que la sociedad es absurdamente patriarcal, y los asuntos de las mujeres lo resuelven los hombres.
“Follow his rules”
The Boy es una película de suspense, del año 2016, dirigida por William Brent Bell.
Protagonizada por Lauren Cohan, Rupert Evans, Ben Robson, Diana Hardcastle, Jim Norton, James Russell, Jett Klyne, entre otros.
El guión es de Stacey Menear, y se centra en la relación imposible entre una mujer y un muñeco; pero es cuando dicha relación se transforma en algo cotidiano que la cinta adquiere un cierto encanto turbio, y por supuesto, intrigante.
¿Miedo?
No necesariamente, pero si curiosidad; porque la propuesta te mantiene intrigado, logrando que creas múltiples teorías tratando de predecir qué está sucediendo.
The Boy es una coproducción internacional entre China y los Estados Unidos; que se tituló originalmente “In a Dark Place” y pasó luego a llamarse “The Inhabitant”
Fue en 2015, que STX Entertainment adquirió los derechos estadounidenses de la película, y la estrenó en 2016; y ya que la última película dirigida por William Brent Bell, “The Devil Inside” (2012) fue producida por tan sólo $1 millón y recaudó más de $100 millones en todo el mundo; y The Boy predijo ser el éxito que resultó:
Recaudó $68.2 millones contra un presupuesto de producción de $10 millones.
Y es que William Brent Bell, que ya lleva a sus espaldas un buen número de títulos de género donde, si bien no llega a triunfar plenamente con ninguno, ha demostrado solvencia a la hora de vender y posicionar sus historias, apoyándose para ello en nuevas formas narrativas para las tramas que el espectador reclama; y The Boy es a este respecto, su película más clásica, con caserón y una forma en que es rodada, dotan al film de una pátina atemporal y gótica, que sólo se rompe en su giro final, donde trama y espacio se dan la vuelta por completo para llevar el título de “ghost story” a otros derroteros que no sorprenderán a los espectadores más avezados.
Así, siendo un producto pensado para contentar a la marabunta del cine comercial, lo cierto es que la cinta destila nobleza y buen hacer por sus 4 costados; destacando un reparto atractivo y bien afinado; y una puesta en escena con una fotografía luminosa, que contrastan con el lúgubre argumento; con escenas oníricas que tienen como fin aportar sustos, y una secuencia de cierre que abre la puerta a una secuela; y a pesar de que el resultado dista de ser aterrador, y de lo predecible que se hizo todo el desarrollo, lo cierto es que The Boy está muy por encima de muchos filmes de “muñecos poseídos”, dejando entrever un drama psicológico de la vivencia de ser mujer.
Filmado en Victoria, Columbia Británica, en Canadá, en El Castillo de Craigdarroch, una histórica mansión baronial escocesa de La Época Victoriana; es un castillo de 4 pisos que todavía tiene lujosos muebles de la década de 1890, y es conocido por sus vidrieras e intrincados trabajos en madera.
La edificación se compone de 39 habitaciones y más de 20 mil pies cuadrados; siendo construido como una residencia familiar para los ricos Robert Dunsmuir y su esposa Joan.
Ese será el emplazamiento donde Greta (Lauren Cohan), una joven de EEUU acepta trabajar como niñera en Inglaterra, huyendo de su pasado… y para su sorpresa, el niño al que tiene que cuidar, es un muñeco a tamaño real llamado Brahms.
Además, en el cumplimiento de su trabajo, tiene que seguir unas reglas muy estrictas.
Todo cambia cuando ella se queda sola, y desobedece las normas, lo que desencadena una serie de eventos perturbadores que le llevarán a convencerse de que el muñeco podría estar vivo...
¿Acaso Greta ha perdido el juicio, o realmente el muñeco está poseído por el espíritu del niño muerto de la pareja dueña de la casa, y está planeando aterrorizarla hasta morir?
¿O será que el muñeco representará todo el sentimiento reprimido de una mujer perturbada?
The Boy es una película muy madura, escrita, fotografiada y actuada, que me recuerda un muy buen episodio de “Twilight Zone”, que se desarrolla gradualmente revelando las capas de misterio, en este caso, sobre las razones por las cuales una pareja de ancianos estaría cuidando un muñeco de tamaño natural, que es inquietante por derecho propio desde el principio; y habrán más preguntas que respuestas a medida que avanza la historia, donde el final permitirá al espectador llenar los espacios en blanco con una causalidad implícita al conectar los puntos mirando hacia atrás, que es la mejor manera de escribir una película y verla.
Tan eficaz como predecible en el camino, The Boy aprovecha el contraste entre conservadurismo europeo y modernidad americano para generar ciertos espacios de inquietud; y construye de forma muy efectista, la relación e incluso la vinculación emocional entre Brahms y Greta, y es capaz de poner en tela de juicio las expectativas de la audiencia en cuanto a la propia naturaleza de Brahms que juega con fobias irracionales, el imaginario cultural y el bagaje cinematográfico de ésta.
Por estos motivos, salen a la luz diferentes dilemas como el rechazo, la aceptación a lo diferente, la resignación, hasta se toca el tema del maltrato y los embarazos prematuros, la violencia en la pareja, la nostalgia y la pérdida… por lo que el filme no es de terror, aunque use elementos del género, toda la película es un drama de suspense muy psicológico, pues no hay sangre y sí muchos planos, realzando el terror de esos filmes de principios de casas embrujadas, donde importaban más las buenas interpretaciones, buenos planos que el argumento y guion en sí.
Y es que The Boy está bellamente estilizado, tremendamente iluminado, y tiene un ritmo similar a los espeluznantes, suspensivos e inquietantes “thrillers” británicos de los 60, solo con un final sorpresa adicional, y un ritmo más rápido; porque esta película no es lo que crees que es.
Y por ello ha sido muy subestimada, pues se dejan llevar por la sensación que les causa el terror y el miedo, sin darse cuenta que las escenas hablan por sí mismas... de un elemento muy femenino, que pocos se atreven a analizar.
El filme resultó ser un éxito de taquilla, pese a las críticas negativas, y ya se anunció que la secuela llamada “Brahms: The Boy II”
¿Hará falta?
“Be good to him and he'll be good to you.
Be bad to him and...”
Al igual que ocurrió con la saga “Annabelle” de hace un par de años atrás, The Boy tiende a lidiar con la carga extra que siempre significa “Child's Play”, o sea “Chucky” para aquellos trabajos que cuentan con alguna clase de muñeco diabólico… y es algo inevitable, pues en muchas ocasiones esto suele perjudicar de manera excesiva a la película en cuestión, porque se ve obligada a satisfacer las expectativas de un público que espera ver determinadas cosas que se encuentran totalmente alejadas de la idea central del filme.
En 10 años, a lo sumo, el director William Brent Bell ha realizado 4 películas en las que, siempre dentro de los contornos del terror, ha buscado variaciones:
Del “slasher” a posesiones demoniacas hasta pasando por el “mockumentary”; esta diversidad de acercamientos está también presente en The Boy, en 2 maneras:
La primera, porque supone un nuevo intento por parte de Brent Bell, de seguir trabajando dentro de los contornos del género, pero por otros derroteros diferentes a las anteriores; y en segundo lugar, dentro de la propia ficción de la película, dadas las variaciones internas de la narración; y según avanza el metraje irán variando las cosas, jugando con terror sobrenatural, y finalmente con elementos del “thriller” cercano al “slasher”
Porque Brent Bell, en un primer momento, establece un contraste entre los países, con la protagonista de EEUU y el mundo inglés, estricto y rígido, del matrimonio e, incluso, del hijo/muñeco, sujeto todo a unas reglas para después, introducirse en cuestiones psicológicas con respecto a Greta y su pasado traumático, que tiene mucho que ver con su nueva situación.
Después, una vez resuelta cierta cuestión, para dar un giro a la película que es tan efectista como efectivo.
Aunque algunos elementos puedan ser predecibles, se tiene la sensación que a Brent Bell y a su guionista, Stacey Menear, es algo que no les importaba demasiado; porque lo relevante es cómo todo va avanzando hacia una resolución que, en el fondo, aunque escondida, siempre ha estado ahí.
Y el recorrido es interesante, incluso jugando con unas cartas que ya conocemos, y que sus responsables parecen tener en cuenta; de ahí el tono desinhibido de una película que apuesta por entregar un producto psicológico bien armado, con algunas muy buenas ideas en la puesta en escena y no pocos golpes de efecto.
La acción inicia con un despertar… esa situación no es casual.
Una joven estadounidense llamada Greta, llega a trabajar como niñera a un pueblo del Reino Unido.
 Allí se encuentra en una casa antigua de tipo campestre, donde parece no haber nadie, por lo que se decide a inspeccionarla.
En el salón encuentra un retrato familiar, donde se aprecia a los dueños de casa, Los Heelshire y su pequeño hijo, de no más de 8 años de edad.
Al llegar a la cocina, se asusta al encontrarse con un hombre de su edad, quien se presenta como Malcolm (Rupert Evans), el hombre que trae el pedido del pueblo una vez a la semana, y poco después se encuentra con los propietarios de la casa:
El Sr. Heelshire (Jim Norton) y su esposa, quienes le muestran la casa y le comentan que cada vez que vengan a traer su pedido, será a Malcolm quien lo haga.
Luego proceden a presentarle a su hijo, Brahms, pero al girar la silla donde el pequeño está sentado, Greta descubre que el niño es un muñeco de porcelana.
A pesar de que al comienzo piensa que todo es una broma, poco a poco se da cuenta de que Los Heelshire de verdad ven al muñeco como su hijo.
La dueña de casa le indica a Greta todas las atenciones que requiere su hijo:
Desde despertarlo en la mañana, vestirlo y leerle, también le dice que Brahms es aficionado a la música, y le gusta oírla con un volumen muy exagerado.
Poco antes de la partida de los dueños, Greta llama a su hermana por teléfono, ya que su móvil no tiene señal, y comentan brevemente sobre el oscuro pasado que atormenta a Greta, y que implicó tener que salir de Estados Unidos para estar durante un tiempo en Inglaterra.
Posteriormente, Los Heelshire se despiden de su hijo; y al salir, La Sra. Heelshire se despide de Greta, indicándole que debe darle un buen trato a Brahms, ya que él responderá siempre de la misma forma, pero además le dice al oído:
“Lo siento”, dejando un poco confundida a la joven…
Después de su partida, Greta se comunica con su hermana, y hablan un poco más en profundidad sobre el tema que comentaban antes:
Greta había tenido un problema con su novio, Cole (Ben Robson) y éste se encontraba desesperado, queriendo encontrarla…
Más tarde, ella ve al muñeco de porcelana observándola, y le dice:
“Lo siento, Brahms, pero me das un poco de miedo”; cubriendo al muñeco con una manta para no verlo.
Al intentar dormir, Greta tiene una horrible pesadilla, donde sueña que se levanta por la noche, y al ver el retrato familiar de Los Heelshire, es atacada por Brahms.
A continuación, Greta se levanta para ver cómo está el muñeco, y descubre que ya no tiene su manta mientras la observa...
Al amanecer, Malcolm la visita, y le sugiere que vayan a recorrer el pueblo en la noche, y se autoproclama el deseo de todas las mujeres en el pueblo.
Pese a su arrebato de fanfarronería, Greta accede.
Durante la noche, Greta se arregla para su cita con Malcolm, y comenta el vestido que debería usar con su hermana, quien compara al nuevo chico con Cole.
Mientras Greta se da una ducha para salir, alguien entra en el baño, y se lleva su ropa y su collar.
La joven sale muy confundida del baño, con solo una toalla encima, y posteriormente, oye ruidos en el ático, por lo que decide subir…
En el ático, a pesar de que no encuentra a nadie, descubre un álbum de fotografías muy antiguas, donde ve a un pequeño niño junto a Los Heelshire mucho más jóvenes, por lo que descubre que en algún momento, los propietarios si tuvieron a un hijo llamado Brahms.
Cuando nota que el coche de Malcolm está afuera de la mansión, la puerta del ático se cierra, y ella queda atrapada.
Desesperada, intenta abrir la ventana rompiéndola, pero finalmente, Malcolm se da por vencido, cansado de esperarla, y abandona la casa...
A la mañana, la puerta del ático se abre, y Greta baja, y con quien se encuentra es con Malcolm; y le cuenta que sintió que alguien caminó por la casa de noche, y después de recorrer la casa y no encontrar a nadie, Malcolm le pregunta a Greta si quiere que la acompañe para que se sienta más segura, y ella accede.
Más tarde, juegan al billar en una de las habitaciones, y ella le pide que le cuente todo lo que sabe sobre el verdadero Brahms.
Él le cuenta que en algún momento los señores Heelshire tuvieron un hijo llamado Brahms, pero éste falleció, y luego por circunstancias extrañas, el muñeco apareció, y ellos lo cuidaron como su hijo, pero Greta quiere saber más, y está particularmente interesada en cómo era el pequeño Brahms, y Malcolm le dice que existen 2 versiones:
La verídica y “la versión bar”
La primera es que era un niño muy bueno, y su muerte resultó ser muy trágica; y la segunda era que fue un niño simplemente “extraño”
Según Malcolm, la verdad se esconde entre esas 2 versiones.
Más tarde, Greta decide que puede quedarse sola, pero al amanecer, le ocurre algo completamente extraño:
Encontró a Brahms sentado en la cama, y en su mano, la lista de cosas que ella tenía encomendado hacer, y no ha hecho, por lo que se asustó y se encerró en su habitación.
En vano, ella intenta comunicarse con su hermana, pero finalmente recibe una llamada de Brahms, que con una angelical voz de niño, le dice que tenía que respetar las reglas, y luego, fuera de la habitación le deja su platillo favorito.
Decidida, al abrir la puerta, Greta se encuentra con una bandeja y un par de sándwiches de su gusto.
Ello le lleva a pensar, que Brahms es aparentemente “un niño real” y tiene que seguir las reglas, por lo que comienza a hacer al pie de la letra las cosas que tenía que hacer en la lista.
En otro lugar, Los Heelshire escriben una carta a Brahms, después de eso se suicidan, ahogándose.
Más tarde, recibe la visita de Malcolm, quien no da crédito a las palabras de la chica, de que Brahms es un niño real, por lo que Greta decide colocar en una habitación al muñeco en el suelo, y marcar con tiza en la posición donde se encontraba, luego salen de la habitación, y se encierran en la habitación de Greta.
Ahí la joven le dice que es como un truco de magia, ya que Brahms realiza acciones cuando no hay nadie que lo esté viendo.
Luego salen de la habitación para ver si el muñeco cambió de posición, pero se encuentra intacto, y sin su posición alterada.
Luego, Greta le pide por favor a Brahms que se mueva, y le dice que si no lo hace, tendrá que irse.
Ambos deciden repetir el proceso, pero esta vez oyen pasos en la casa.
Salen de la habitación, y se encuentran con que Brahms realmente cambió de posición, y se ubicó detrás de la puerta.
Greta se siente muy feliz de que no sea la única en saber el secreto de los Heelshire, entonces abraza a Malcolm, y lo invita a caminar por los alrededores de la casa.
Ahí, ella le cuenta sobre su pasado, donde Cole, su novio, la golpeaba en múltiples ocasiones, y en la última oportunidad, ella sufrió un aborto; y dice que entiende a Los Heelshire, con lo que es la pérdida de un hijo.
Por la noche, Malcolm se queda, y después de un breve coqueteo, está a instantes de acostarse con Greta, pero los interrumpe la fuerte música que gusta oír a Brahms.
Ella se levanta de la cama, y encuentra a Brahms sentado junto al tocadiscos; y le habla como a un verdadero niño, diciéndole que no debe dañar sus frágiles oídos oyendo música muy fuerte; por lo que Malcolm comienza a preocuparse, deseando que él y Greta estén alejados de la casa.
Él le dice que a pesar de ello, todo es muy peligroso, y le cuenta sobre una pequeña niña que siempre jugaba con Brahms, pero un día fue encontrada muerta en el jardín de Los Heelshire, ella insiste en que debe quedarse en la casa.
Al día siguiente, Greta escucha ruidos en la sala de billar, pero Brahms está en sus brazos, por lo que decide ir a ver qué es lo que ocurre, y se encuentra con Cole, su novio, quien le dice que le pidió la dirección a su amiga para “enviarle una carta”, pero ella lo conoce, a él no le gusta escribir, y después de reírse unos momentos de Brahms, diciendo que se deshaga del muñeco...
Mientras cenan, Cole le comenta a Greta que tiene los pasajes para viajar la tarde del día siguiente y “volver a casa” pero son interrumpidos por Malcolm, quien entra a la casa y los ve cenando.
Greta le dice al oído a Malcolm, que tiene un plan para alejar a Cole, pero son interrumpidos por él.
Finalmente, Malcolm se despide; y por la noche, Greta va a acostarse junto con el muñeco, mientras le susurra que ella no va a dejarlo, pero necesita de su ayuda.
Esa noche, mientras Cole duerme, comienzan a caer gotas de sangre en su frente para despertarlo, y al abrir los ojos, descubre que en su maleta hay cadáveres de ratas, y escrito con sangre en la pared “lárgate”
Cole llama a gritos a Greta, y se pone violento con ella, cuando la tiene en el suelo para golpearla, Malcolm entra en la habitación y le grita a Cole que se vaya, por lo que ahora Cole piensa que es él quien rayó las paredes, y va a amenazarlo.
Cuando ambos le explican que fue el muñeco, entonces, en un acto de furia, Cole toma al pequeño Brahms, y lo revienta contra el piso, volviéndolo pedazos.
Greta grita aterrada por la acción de Cole; y al ocurrir eso, las paredes de la casa comienzan a moverse con fuerza, y los 3 se encuentran completamente aterrados, cuando un espejo se hace trizas, cayendo sobre Cole, y de él emerge una gran figura, un hombre con una máscara idéntica a la Brahms (James Russell)
Se deduce que todos esos años, Brahms había vivido tras las paredes, y seguía estando vivo, y ocupaba también una máscara de porcelana para que no vieran su rostro.
Al salir, Brahms ataca violentamente a Cole, hasta que lo asesina golpeándolo con un pedazo de porcelana del mismo muñeco.
Malcolm y Greta deciden huir, y se encierran en la habitación principal, donde Brahms intenta ingresar por distintos accesos secretos que tenía a través de las paredes, pero Malcolm lo golpea en la cabeza con un teléfono; y huyen por el pasadizo secreto, siendo atacados múltiples veces por Brahms.
Finalmente, Greta encuentra un acceso para huir, pero Malcolm es atacado por Brahms.
Malcolm le grita a Greta que huya y salve su vida, pero Brahms le dice que si ella se va, asesinará a Malcolm como ha asesinado a todos.
Ella huye, pero al llegar a la entrada de la mansión, decide regresar por Malcolm.
Toma un destornillador, se lo esconde en el bolsillo trasero del pantalón, entonces comienza a hablarle como le hablaba al muñeco Brahms, y le dice que tienen que seguir las reglas; que es hora de dormir; y Brahms obedece.
Una vez Brahms acostado, Greta se despide, pero él le dice que aún falta la última regla del día:
El beso de buenas noches; y solo pronuncia “beso” con su voz de pequeño niño, siendo en realidad un hombre mayor.
Greta dice que como castigo, esta noche no habrá beso de buenas noches, pero éste la amenaza, y ella decide besar la máscara, pero éste comienza a emocionarse, intentando besarla y obligarla a acostarse, pero ella toma el destornillador y se lo entierra en el estómago.
Brahms reacciona con furia, y de un golpe la somete contra la pared con una fuerza impresionante, la sostiene del cuello para ahorcarla, pero ella presiona el destornillador hasta que Brahms cae y no se sigue moviendo.
Ella huye hasta donde se encontraba Malcolm, y se van en el automóvil, dejando atrás todo lo ocurrido en la mansión Heelshire.
Finalmente se ve cómo Brahms no ha sido derrotado, y repara su muñeco...
Es evidente que la premisa de The Boy llama la atención, pero también es tan específica que las opciones que da para poder desarrollarla son muy limitadas.
Quizás por ello, el libreto del debutante Stacey Menear muestra un mayor interés en estirar todo lo posible el suspense alrededor de lo que está sucediendo realmente.
Esto podría haber dado la sensación de estar alargando innecesariamente la película, pero son varios los elementos que impiden que eso suceda; y que sea el elemento decepcionante del terror el que oculte un interés mucho mayor.
La idea de que una chica sea contratada como la niñera de un muñeco “siniestro”, al cual todos tratan como “un niño real”, es formidable; y más que un fetichismo, es una manera retorcida de poder lidiar con aspectos psicológicos propios de una mujer, como la muerte de hijo, creando un símbolo que lo mantiene vivo.
El tema es si todo ese trato bizarro ha terminado de algún modo, darle vida al muñeco, sea por la expectativa de los padres o, bien porque el espíritu del niño ha quedado encerrado en la figura; o bien, que es la teoría que propongo, que Greta ha asumido sus traumas como mujer y madre; y como todos los filmes de fantasmas, es la mente de los padres lo que está provocando los fenómenos sin que estos estén conscientes de ello; al tiempo que se ha añadido una subtrama en donde la niñera es una víctima fugitiva de su abusador ex-novio, el cual parece estar dispuesto a seguirla hasta Inglaterra para continuar con el maltrato.
Lo más destacable y evidente de la producción, es el estimulante trabajo de puesta en escena, donde se hace un inteligente uso del presupuesto para ir explorando la enorme casa; y no hay nada realmente revolucionario en su forma de abordarlo, inclusive recuerda por momentos al film “The Others” (2001), por lo que se demuestra el saber hacer para crear una atmósfera inquietante sin recurrir a burdos trucos, CGI, y tomándoselo con calma; aunque recurre a los viejos recursos de los golpes de sonido, lo hace sin abusar, y mostrando un mayor interés en resaltar que algo raro está sucediendo…
La principal meta es generar desde el primer instante una atmósfera amenazadora para Greta, por medio de extraños sonidos y una ambientación de corte gótica muy bien cuidada; aunque definitivamente lo que más resalta es la presentación de Brahms y la perturbadora naturalidad con la que lo tratan sus padres, lo cual resulta muy raro de ver, pero sin duda sirve como el principal conducto para sentir empatía con el personaje principal, dado a que con esto entiendes a la perfección su decisión de incumplir las reglas porque, en teoría, no está haciendo nada que cualquier persona normal no haría en la misma situación.
¿Pero las reglas son para Brahms o para Greta como mujer?
Ya entrando a la segunda hora, las cosas toman un ritmo mucho más pausado al centrarse en la cuestión del suspenso y en la construcción de situaciones que solidifiquen las dudas sobre, si Brahms tiene vida o no.
Todos sabemos que el muñeco es un “mcguffin” que sólo ha servido para explorar la vida de Greta y cómo ella misma debe de resolverlo teniendo en cuenta lo que tiene a mano, “el muñeco”, y sobrevivir el trauma del pasado.
Es ahí donde el espectador ve la decepción de un filme de terror, y otros ven cómo se empieza a tocar el tema del posible deterioro mental de Greta, y añade muchas más dudas sobre si esto se trata de una cuestión médica, algo que involucra espíritus, u otra clase de temas sobrenaturales...
Así la concepción del muñeco se torna compleja, y no por respuestas paranormales o de posesiones demoníacas materializadas en él mismo, sino más bien por el relieve psicológico y la recepción de éste en el entorno familiar del muñeco:
Brahms es un muñeco con historia, ya que el hijo de la familia murió a los 8 años y, en ese momento, apareció el muñeco para suplir la carencia de unos padres que harían lo que fuese necesario por vivir en una realidad de papel, aquella que se sustenta por apariencia y forma, y no por un valor verdadero.
Con ello se juega a lo extraño conocido, que nos conduce irremediablemente al concepto de “uncanny” o “unheimlich” freudianos; con el trauma familiar de Los Heelshire por la muerte en extrañas circunstancias de un hijo, y con el peso del silencio de la verdad.
Una verdad silenciada de una tragedia familiar que se torna en la vivencia de una farsa:
La manipulación emocional de unos padres por un hijo tirano encarnado en un muñeco de porcelana.
El muñeco de porcelana de tamaño de un niño de 8 años real, está sujeto a una disciplina y a unos horarios pactados con actividades que deben cumplirse.
De salirse de esos esquemas, la desobediencia se torna en consecuencias que pueden resultar perturbadoras para quien las incumple, en este caso, Greta.
Por ello, los padres insisten en sus rezos a Dios que tenga piedad de él:
“Ten piedad de este niño inocente”; o advierten a Greta de cuál es la fórmula adecuada para tratar con él:
“Pórtese bien con él, y él se portará bien con usted”
¿Acaso Los Heelshire representan la sociedad patriarcal a la Greta debe someterse?
Este arraigo exacerbado por las reglas pactadas:
Entiéndase vestirlo, alimentarlo, asearlo, leerle historias, jugar con él, darle el beso de buenas noches… connotan un “modus operandi” en el que subyace un modo metódico de actuar, que nos acerca a la necesidad de orden obsesivo patológico de un psicópata o un sociópata, ya que aquello que sale de las normas es aquello incontrolable y a la vez imprevisto.
Pero también es una norma de conducta impuesta a la mujer como madre.
De esa manera, lo imprevisible molesta al muñeco, al hombre; ya que le hace verse vulnerable por no poder ejercer su poder, por ver que éste se escapa de sus propias manos.
Sin embargo, Greta incumple estas normas, no cumple con sus horarios, lo deja solo, lo tapa con una manta porque no puede aguantar su mirada, lo tira en una silla hasta que comprueba que hay algo verdaderamente extraño en su comportamiento:
“El muñeco se mueve”, se coloca solo de su cama, la observa desde la distancia, le roba alguno de sus objetos, un vestido y un collar; es capaz de encerrarla en la buhardilla, e incluso recibe llamadas suyas con un claro tono de advertencia:
“Por favor, sal”; “¿Qué estás haciendo?”; “¿Por qué no sigues las reglas?”
Ella promete cuidarlo, y no se compromete a hacerlo temporalmente, sino para siempre, como una condena que impone a la mujer, seguir las reglas de comportamiento.
Por otro lado, el de Brahms, acudimos a una representación de una inocencia infantil violada por medio del perturbador juego de un sociópata que parece utilizar un muñeco para satisfacer sus propias necesidades:
Ser cuidado de por vida, adoptando un rol de un ser dependiente, en tanto que nula y supuesta capacidad de agencia, cuando en realidad es el dominador primero de sus padres; y segundo de su niñera que, por huir de sus propios fantasmas, recordar que ella tiene una historia sentimental tormentosa; acepta cuidarlo y pasa de ser un trabajo temporal, a un compromiso de por vida.
Al igual que vemos una evolución de su escepticismo inicial, incluso la burla por su incredulidad de que Brahms fuera realmente el hijo, y no un muñeco, de que pudieran existir muñecos infestados o depositarios de rituales demoníacos o entidades sobrenaturales que los gobiernan... todo ello es parte del genérico que muchos ven pero que pocos logran analizar de fondo.
Los padres del Brahms, afincados en una grandiosa campiña inglesa, acaban suicidándose, dejando una carta para despedirse de la niñera en la que manifiestan que ahora ella será la que se encargará de él, haciendo evidente que sus sospechas, de que Brahms no es un muñeco cualquiera que ocupa el rol de hijo con un recibimiento de un trato como tal, sino una persona que parece controlar sus acciones, haciendo de sus padres, unos sumisos en vida de su propio poder.
No obstante, Greta es una mujer inteligente, y adapta su comportamiento a las circunstancias que vive.
Ella es capaz de modificar su escepticismo y desobediencia a una mayor predisposición a creer, o a “querer ver” más allá de la imagen de un inquietante y “creepy” muñeco, que ya le ha mostrado que puede hablar, comunicarse, pero también de cambiarse de sitio mientras nadie le ve…
Ella le obedece y cuida como forma casi de sumisión, en una inversión de roles entre la cuidadora como al servicio de Brahms.
Sin embargo, la campiña inglesa no ha sido espacio suficiente para huir de su tormentoso ex novio de EEUU, quien acaba personándose en la casa hasta el estado de desesperación que la conducen a pedirle ayuda a Brahms.
Éste la ayuda poniendo un mensaje al ex marido:
“Get out”, lanzándolo hasta romperlo en pedazos.
De inmediato, la verdad sale a la luz; y un joven con la máscara del muñeco aparece para matar al ex marido.
¿Podría ser el psicópata que la observaba entre las sombras?
Éste desea que lo siga tratando como a un niño, con cuidados como recibir un beso de buenas noches cuando subyace la intención de besarla como una mujer. 
El hombre en la historia es Malcolm, el hombre que le trae los pedidos y la compra a casa, y con el cual han entablado una relación amistosa, que también acaba herido en los pasillos que conducen hasta la morada subterránea de Brahms, un psicópata obsesionado con Greta, y de naturaleza perversa, capaz de matar y ejercer violencia sobre los demás…
Pero hay algo en Malcolm que no es dicho, él sabe algo que se resiste en salir a la luz.
¿Acaso es el hermano de Brahms?
Por desgracia, a The Boy no le queda otro remedio que cumplir las mismas reglas del género, y explicarnos qué es lo que está sucediendo exactamente; y es ahí donde la película opta por la vía más fácil:
Resulta que lo terrorífico es, en ambos casos, un sueño de la protagonista… una realidad paralela del trauma de una mujer violentada y golpeada…
La parte final es la que destaca sin duda, con un giro de guión que pilla completamente desprevenido al espectador, y que hace que el filme sea diferente al resto de películas del mismo tipo:
Un giro que habrá que estar atento durante la película para darle el completo significado, que para algunos será un timo, ya que estaban pagando por otro tipo de historia.
Pero es arriesgado, y se agradece totalmente.
Partimos de la base de que tenemos unos padres que por trauma de la muerte de su hijo, hace 20 años, tratan a ese muñeco que apareció tras la muerte como si fuera su propio hijo; y nos deja con varias preguntas:
Resulta que no había fantasma, sino que al niño lo habían tenido sus padres encerrado entre las paredes de la casa, porque ya de niño era un psicópata... y se dijeron:
“Para qué vamos a meterle en un centro psiquiátrico y pagar, cuando lo podemos encerrar en casa y encima gratis”; pero aun así:
¿Por qué cuidar de un muñeco de porcelana, sabiendo que su hijo estaba viviendo dentro de las paredes?
¿Si el niño quería la atención de los padres, porqué dejar que un muñeco tomara su lugar?
¿Por qué el suicidio de los padres?
¿Suicidio en vez de parricidio por venganza?
En resumen, la respuesta a estas preguntas es que... no hay respuestas.
Y es un gran acierto que no veamos nunca moverse al muñeco, porque da más miedo con este tipo de terror psicológico; donde lo único “paranormal” respecto al muñeco es la velocidad en que el verdadero Brahms lo manipula... pues al parecer, el niño loco, que ahora es adulto, se dedica a meterse en la casa cuando nadie mira, mover al muñeco, y poner voz de niño siniestro.
Además, ha adquirido una fuerza descomunal haciendo, ¿nada? y que es derrotado por una mujer.
No tiene ningún sentido, en realidad debería ser alguien enfermizo y débil...
Eso no es creíble.
Como dato, cuando Greta le lee a Brahms, el extracto es de la novela “Jane Eyre” donde, como Brahms, la loca esposa del Sr. Rochester está confinada en el ático.
Cuando El Sr. Heelshire le da a Greta un tour por la propiedad, él le dice que ya no usan la chimenea por razones de seguridad...
Esto probablemente tenga más que ver con el hecho de que la quema de incendios en las chimeneas podría arruinar el espacio de vida de Brahms, y el rápido acceso a la casa; en ese sentido, el filme empieza a dar pistas de lo que realmente sucede en la casa; y cuando El Sr. Heelshire le muestra a Greta las trampas para ratas, la trampa tiene “BH” tallado, lo que probablemente sea una referencia a la aparente aversión de Brahms hacia los animales; recordar que los psicópatas empiezan su maltrato con los animales.
Otra curiosidad reside en que los miembros del elenco en realidad usaron al muñeco Brahms para bromear entre sí en el set; y en una ocasión, uno de los miembros del reparto lo apoyó afuera del baño del otro actor en su tráiler para asustarlo.
Al ver esto, arrojaron al muñeco fuera del remolque, rompiéndolo, por lo que el equipo tuvo que repararlo, y hacer otro de reemplazo.
Del reparto, este es el primer papel de Lauren Cohan en una película de terror; su actuación la considero correcta, sobre todo porque ella básicamente carga con el peso de la película por medio de una interacción con un muñeco, y eso no le da mucho margen de maniobra; al tiempo que hay que hacer valer que con este papel “dando la réplica” a un inanimado muñeco de porcelana habría sido tremendamente sencillo caer en el ridículo más absoluto y espantoso… en cambio, Lauren consigue triunfar, y logra que empaticemos por completo con su personaje.
Y al final, se nota cómo ella logra resolver su pasado, y termina como heroína, muy al contrario de “los cuentos de hadas” que ella misma dice al principio, siendo la que rescate a su prometido futuro.
Rupert Evans es ese interés amoroso, y logra hacer el mejor papel de su carrera, mostrándose enigmático y misterioso como resuelto; en contraste con Ben Robson, que es el verdadero villano del filme, la trasmutación real de un ser maligno.
Sin olvidar a los veteranos actores, Jim Norton y Diana Hardcastle como matrimonio “creepy” y padres del pequeño Brahms; que tienen poco metraje pero el suficiente para incomodar; curiosamente, en el matrimonio Heelshire, es la mujer la que da las órdenes, es la persona más activa que pasiva, y todo se puede dar a que es ella la que más vemos que se relaciona con Brahms; o sea, si Greta no logra controlar al muñeco, ella no será capaz de dejar su pasado atrás.
El filme es muy cuidadoso en su puesta en escena pero descuida que, mientras Greta, Malcolm y Brahms corren por los pasajes detrás de las paredes, las mismas tienen espacios entre los listones que permiten a Brahms espiar las habitaciones; sin embargo, no se muestra igual en las paredes interiores, que se ven impecables, bien pintadas o empapeladas.
Por otro lado, contado a los Heelshire, Emily Cribbs, la niña que Brahms mató en su infancia; y Cole, componen el recuento de cadáveres que se muestra en la película, como 4; y está implícito que puede haber más víctimas debido a Brahms…
Por lo que el recuento de cuerpos presentados serían 5, si se cuenta al hijo abortado de Greta; pero como se dijo, brevemente al inicio, que hubo otras niñeras que “fueron rechazadas por Brahms” antes de Greta.
Al final, el destino de Brahms es indeterminado, ya que una persona no identificada está reparando la muñeca rota en la escena final.
Sin embargo, lo más probable es que sea Brahms... o Malcolm.
Y es que en ningún momento le quité el ojo de encima a Malcolm, debido a que habían ocurrido y seguían ocurriendo cosas que no me terminaban de cuadrar:
La predicción tan atinada de Malcolm con respecto a la goma de mascar… si Brahms le hubiera querido hacer algo a Greta, en todo momento lo pudo haber hecho, o en cualquier momento se hubiera hecho cargo de Malcolm siendo tan entrometido a cada instante.
Si Brahms encierra a Greta para que no salga con Malcolm, éste ni siquiera entra siendo que eventualmente suele entrar sin preguntar, al tiempo que cuando Greta está encerrada, él no le hace caso, pero cuando peligra por Cole, él estando afuera y dentro del carro, con la ventana cerrada, escucha sus gritos…
Cuando Greta le quiere mostrar a Malcolm que el muñeco se mueve, aparece una escena en la que los 2 entran a un cuarto; Malcolm se encuentra más cerca de la cámara, y Greta detrás; ahí se puede apreciar cómo Malcolm observa las paredes, sin que Greta aún haya tocado la pared, esto da un indicio de que Malcolm sabe algo… o que Malcolm no se sorprenda cuando encuentran el escondite de Brahms, y él sabe exactamente por dónde salir; tanto que cuando salen de ahí, es Greta la que intenta abrir la puerta, y Malcolm solo le dice que ella se vaya, y él planea quedarse, hasta le dice a Brahms cuando lo ve:
“¡Vamos!”
Todos los planos de esta película están llenos de mensajes ocultos que indican a Malcolm como un verdadero peligro.
Y es que el verdadero peligro para Greta es el hombre mismo:
Como su novio maltratador, como Malcolm que no se sabe quién es, o el pasado, el hijo abortado proyectado en el muñeco.
Y aunque solo se insinúa, hubo versiones anteriores al guión final, que están en el corte:
Desde cuando se titulaba “In a Dark Place” o “The Inhabitant”, la película probablemente habría sido un “thriller” de terror con clasificación R; pero al final se catalogó como PG-13
¿Por qué?
La principal razón por la cual los padres de Brahms contrataron a Greta, fue porque quería tener una niña, y también se insinuó en el guión, que Brahms estaba planeando capturar y violar a Greta.
Por ejemplo, en la versión original guionizada de la escena en la que Greta sale de la ducha, y se da cuenta de que falta toda su ropa, pasa varios minutos caminando por la casa completamente desnuda… mientras Brahms la mira hasta que finalmente se cubre de una manta.
Luego sube al ático, solo para terminar encerrada por accidente, sin saberlo, salvándose de Brahms, que estaba a punto de atacarla y violarla.
La escena en el final, donde le pide a Greta que lo bese, también fue muy diferente, con él agarrando a Greta y comenzando a besarla y acariciarla hasta que ella lo apuñala con el destornillador...
¿Acaso el desatornillador es también un pene?
El guión también terminó con su asesinato de Brahms, y no como la película donde se implica que Brahms sigue vivo después de que Greta y Malcolm hayan escapado de la mansión.
Hay quizás alguna que otra reflexión velada sobre los que están al margen de la sociedad, presos de historias tan dolorosas como personales, representados en esos padres que no importa lo que pase, seguirán queriendo a su hijo, y hasta eso se traspasa a una protagonista que cree ver su sitio en ese caserón, cuidando de un niño que solo pide reglas muy específicas sin dar nunca cariño o calor...
“I'll treat him like my own”
Es un hecho que ningún varón conoce personalmente el miedo que vive una mujer por solo el hecho de serlo.
Un varón no sabe lo que es vivir en la inseguridad que genera la certeza de que, por ser lo que eres, por ser mujer, tu vida, tu integridad y tu dignidad siempre estarán en riesgo.
No es casual que entre los delitos de odio, la violencia contra la mujer sea el más reiterado y el más consentido; sin embargo, no es considerado como tal.
Por eso, el miedo de una mujer va más allá de la mera agresión física.
La violencia de género, la agresión o el acoso a las mujeres son, aún hoy, hechos normalizados.
Las causas, ya lo sabemos, son culturales, de una cultura extendida, patriarcal, que sobrepasa el tiempo y el espacio, las fronteras y las idiosincrasias; de una cultura en la que el poder del varón se impone por las buenas o las malas, y en la que las mujeres son objetos de su propiedad para la satisfacción de sus deseos sexuales o de procreación.
Pero no olvidemos el papel esencial de las mujeres en la transmisión de esta cultura del miedo a las hijas como mecanismo de protección.
En este contexto de violencia y de miedo, la víctima que sobrevive ha de afrontar una decisión en la que se dan miedos añadidos:
Miedo a vivir en el sometimiento y en el sufrimiento que van asociados al silencio, cargado siempre de culpabilidad, o miedo a vivir el calvario que implican la denuncia y la publicación de la agresión.
Cualquier mujer sabe que, de un modo u otro, con la denuncia pone en juego su credibilidad, y se expone a que caigan sobre ella acusaciones varias, desde las de viciosa o incitadora a las de pusilánime o mentirosa, todas tendentes a exculpar al agresor o agresores, y a culpabilizar a la víctima.
Para colmo, a los abusos sexuales suelen añadirse agravios judiciales.
Por ese motivo, las mujeres sometidas a acoso o a violencia sexual han optado y optan en su mayoría por el silencio; como si fueran precisamente “muñecas”
Un silencio que ahora, sin embargo, parece haberse roto, pues ahora la mujer está siendo empoderada.
¿Llegará un día en el que ser mujer no implique tener miedo?

“You wouldn't hurt me, would you, Brahms?”



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