Ensayo de un crimen

Terminando de ver “Ensayo de un crimen” (1955) de Luis Buñuel con Ernesto Alonso, Miroslava Stern, Ariadne Welter, Rita Macedo, José María Linares-Rivas, Andrea Palma, entre otros.     

Película de suspense mexicana, basada en la única novela, homónima, escrita por Rodolfo Usigli, publicada en 1944, que se centra en un aspirante a asesino en serie cuyos planes, aunque elaborados, nunca resultan en un asesinato real... 

Con una extraña y poderosa obsesión derivada de una infancia mimada durante los tumultuosos años de La Revolución Mexicana, el acaudalado soltero y ceramista, Archibaldo de la Cruz, oscila sin esfuerzo entre la fantasía y la realidad, el deseo y la alucinación; y obligado a probar una y otra vez la deliciosa fruta de la depravación que desencadena una intensa satisfacción oscura, él no rehuirá el uso de una de sus muchas maquinillas de afeitar rectas listas para afeitarse, empeñado en hacer todo lo posible para apagar su lujuria.  

Sin duda, la muerte rodea al intrigante Archibaldo, y los objetivos son siempre mujeres inocentes; sin embargo: 

¿Es realmente capaz de asesinar? 

La película se rodó en medio de una gran crisis económica para el cine mexicano; por lo que la producción estuvo a punto de ser cancelada un par de veces, de hecho, la famosa escena con el maniquí siendo incinerado fue filmada solo 1 vez porque no podían pagar otro maniquí; pero lo más difícil del proyecto fue la escritura del guión: 

Luis Buñuel y Rodolfo Usigli trabajaron en un guión juntos, pero en menos de 2 semanas sus caminos se dividieron porque Usigli no quería que se hicieran cambios en su novela, y Buñuel no estaba interesado en algunos elementos de la misma, y los abandonaría... total, Usigli puso muchas trabas a la adaptación que Buñuel hizo, e incluso lo denunció ante El Sindicato de Guionistas; pero al final resultó ser una de las películas más originales y atípicas en la filmografía de Buñuel, aunque en ella se pueden observar las constantes de su cine, sus obsesiones y sus fantasmas. 

El filme tiene mucho simbolismo, sobre todo en las mujeres que son presentadas como “vírgenes” cuando no lo son y solo están interesadas en hombres con dinero; eso en la sociedad mexicana del momento debió ser muy perturbador... y real; algo que muchas mujeres desean; pero también, en otro sentido, declarar querer matar a alguien con solo el pensamiento, también nos hace culpables a todos, de ahí la importancia de aquella escena de la confesión de Archibaldo ante El Comisario, y éste declara que “no se puede arrestar a todos los que quieren matar a alguien porque si no, la mitad de la humanidad estaría en prisión” 

Como fuera el caso, aquí vemos muchos temas que Buñuel desarrollaría en el futuro: 

La fantasía y la realidad, la moralidad de doble estándar y la iglesia, donde el único camino a la libertad parece surrealismo, con la fantasía superando a la realidad.  

Al tiempo recordar que todas las películas de Buñuel son sensuales y llenas de atmósfera, y aquí como siempre, la realidad no es lo que parece... 

Cada persona que se propone matar Archibaldo termina siendo asesinada por la mano de otro.  

En realidad, no debería decir “persona”, ya que las emociones violentas de Archibaldo solo surgen hacia las mujeres.  

Y aquí hay algo de simbología católica pesada en la imagen, y la violencia hacia las mujeres obviamente surge de las costumbres retorcidas del mismo catolicismo, de las vírgenes que son falsas; el maniquí que representa a Lavinia; la caja de música y la navaja recta como un símbolo fálico y de violencia sexual, como un niño traumado por el sexo, no sería raro que se vistiera de mujer, incluso, las mata por envidia... de ahí el uso del bastón como una muleta sexual; la rueda de cerámica que da vueltas y vueltas y no hay salida, representando la situación de Archie; la bebida en llamas, prefigura su fantasía para Lavinia; o la leche como el único recuerdo de una madre controladora; el trabajo de guía turística de Lavinia como intérprete, justifica la falta de comunicación no solo en la barrera del idioma sino en la represión de los verdaderos sentimientos de los personajes. 

Y es interesante notar que Alejandro, el hombre casado con quien Carlota está teniendo una aventura, que es casado, a menudo se le dirige como “Arquitecto” en lugar de por su nombre.  

Esto se justifica en razón que un arquitecto “crea y construye”, mientras que Carlota destruye... 

No es casual también que la película presente implicaciones misóginas, en realidad bastante más explícitas que implícitas; como el hecho de que Archibaldo, perfectamente interpretado por Ernesto Alonso, nunca logre llevar a cabo sus ensoñaciones de daño a las diversas mujeres de su vida, este hecho mutila a su personaje; y por tanto, las mujeres no son victoriosas, sin embargo, porque por cada Archie y sus intentos fallidos, todas las damas sufren a manos de los otros hombres en sus vidas.  

De ahí que la misoginia prevalece. 

Sin olvidar de la naturaleza irónica de la película, la salva de ser demasiado cruel; eso y el hecho de que, después de la charla con el médico, Archibaldo parece reformarse al final de la película... ahogando en efecto, enterrando o suprimiendo la caja de música, el símbolo de sus deseos desquiciados y el objeto al que atribuye dominio, poder y virilidad; tirando su bastón y marchándose con Lavinia, que parecía hacerlo más feliz durante la película, a diferencia de las otras mujeres... 

Así, los personajes de Patricia, Carlota y Lavinia en menor medida, son vistos como astutos y intrigantes, ciertamente todos tienen sus propias agendas y nunca se presentan como totalmente “inocentes”, lo que da sentimientos de simpatía hacia Archibaldo, que está siendo utilizado por todas ellas. 

¿Pero cuánto tiempo durará la reforma de Archie si es genuina en absoluto? 

Sentí pena por Archie por no ser capaz de llevar a cabo una de sus fantasías viles en su lugar, en cada caso, fue “salvado” por las circunstancias.  

Esta era sin duda la intención de Buñuel; y funcionó: 

Archie es culpable, en su mente, de cometer los crímenes, de ahí su “confesión” 

Por eso tira la caja de música, pensó que era parcialmente responsable en el estanque; y eso brinda un buen desarrollo del carácter, en la penetración de su psique.  

Además, creo que Buñuel fue inteligente en hacernos ver lo que le produjo el trauma durante la vida temprana de Archie en casa con su madre, que no parecía preocuparse por él; con la odiada niñera, cuya muerte inició la cadena de eventos; y el padre ausente.  

Al incluir este vistazo de su vida temprana, obtenemos una mejor comprensión del carácter de Archie, y tal vez podamos concluir que estos pueden ser factores que contribuyen a por qué hizo lo que hizo o por qué era quien era... 

De ahí que la mejor parte de la película es esa secuencia de apertura, que aparentemente tiene lugar alrededor del final del período de La Revolución Mexicana, allá por 1920, con Archibaldo como un hijo único insufriblemente mimado que da pena a su niñera sufrida pero estoica.  

Todo está filmada en el estilo característico de Buñuel, con tomas largas y movimientos de cámara apenas perceptibles, esta batalla de voluntades es fascinante hasta la llegada de la madre idiota rica del muchacho, pues los idiotas ricos son uno de los objetivos favoritos de Buñuel de toda la vida. 

Mientras tanto, la niñera observa a través de la ventana, como un tiroteo se desarrolla en la calle de abajo; y ella atrapa una bala perdida, mientras el joven Archibaldo se encuentra fascinado con su cadáver...  

Un corte hacia adelante, con Archibaldo adulto, ahora un idiota rico por derecho propio, más una obsesión por ser un asesino en serie... 

Es decir, si se tiene el dinero, todo se puede... pero el final de la película es lo más memorable, porque me dejó pensando en Lavinia: 

La joven actriz, Miroslava Stern, murió apenas 2 semanas después de terminar esta película, se dijo que fue un suicidó y fue incinerada. 

Tal como pudo pasar con la historia, y que de hecho se ensayó en el crimen del personaje. 

¿Realidad o fantasía? 

La película con su exploración del deseo obsesivo, ha sido comparada con “Vertigo” (1958) de Alfred Hitchcock, pero aquí hay mucho de “Psycho” (1960) también. 

“¿No estarías contento de morir, ya que significa felicidad eterna?” 

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