W./E.

“You must believe me when I tell you that I have found it impossible to carry the heavy burden of responsibility and to discharge my duties as King as I would wish to do without the help and support of the woman I love”

Edward VIII , primogénito de los monarcas George V y Mary de Teck, protagonizó una de las bodas más polémicas de la dinastía Windsor.
Tras la muerte de su padre, George V, el 20 de enero de 1936, se convirtió en Rey de Inglaterra pero su reinado apenas duró un año (352 días)
El 11 de diciembre Edward VIII abdicó para poder casarse con Wallis Simpson, una rica estadounidense dos veces divorciada y que acreditaba en su blasón hereditario ser descendiente de Mareen Duvall, una de las primeras mujeres que colonizaron Estados Unidos, un lazo de parentesco que la une a dos presidentes, Harry S. Truman; y el actual, Barack Obama y con el actor Robert Duvall; de la que estaba profundamente enamorado.
La relación despertó resquemores no sólo en la familia real, sino también en el “establishment” británico de la época.
Los motivos eran varios:
Entre ellos que Simpson, además de plebeya y estadounidense, demostraba una vida disoluta al estar divorciada, vuelta a casar y, encima, mantener un amor oculto con el Rey.
Por lo mismo, el descontento se extendía a los integrantes de la Iglesia Anglicana de la que Edward, por ser Rey, era su máxima figura.
Otro elemento que habría jugado en contra de la relación, pero sobre todo en contra de que continuara como Rey, era que Edward, que tenía 41 años cuando asumió el puesto, tenía un perfil demasiado moderno y anti convencional, conclusión a la que llegaron sus críticos seguramente producto de la debilidad de Edward por los amoríos con mujeres casadas y por su infaltable presencia en bailes, fiestas y casas de campo de la aristocracia.
En paralelo, también existía una impresión negativa general de Bessie Wallis Warfield, como fue bautizada, aunque ella se deshizo de su primer nombre porque "muchas vacas son llamadas Bessie"
Casada muy joven para escapar de la elite mojigata de su Baltimore natal, la chica pronto se divorció y llegó a tener amores con un diplomático argentino antes de casarse por segunda vez con Ernest Simpson, empresario con el que se fue a vivir a Londres.
Ahí conoció a Edward.
Fueron presentados por la por entonces amante del futuro Rey.
Simpson no era particularmente linda, pero sí seductora, por eso, cuando el Rey anunció su deseo de casarse ardió el Imperio Británico.
Se multiplicaron los debates de toda clase, tanto en la prensa como en el Parlamento, donde Winston S. Churchill sobresalió defendiendo los deseos reales.
Pero el entonces Primer Ministro Stanley Baldwin puso las cosas en claro, al Rey sólo le quedaban tres opciones:
Dejar a Simpson, que ya estaba tramitando su divorcio; aceptar la renuncia de todo el gabinete, lo que provocaría una crisis institucional, o abdicar en favor de su hermano, el después llamado George VI.
En noviembre de 1936, Edward decidió abdicar a favor de su hermano.
“He renunciado al trono a favor de mi hermano Albert y lo he hecho con todo mi corazón.
Todos ustedes conocen las razones que me impulsan a abdicar.
Me he dado cuenta que no puedo cumplir con mis deberes como Rey sin la ayuda y el apoyo de la mujer a la que amo”, argumentaba en su discurso.
Sin duda, las sinceras y románticas palabras de Edward VIII podrían haber ablandado el corazón de sus súbditos, pero éstos no le apoyaron ya que veían en él a un simpatizante del nazismo.
Hay muchas teorías acerca de esta abdicación:
Lo forzaron para evitar tener un Rey modernista, porque éste era nazi, porque le convino al gobierno y a la familia real, a la Iglesia, etcétera.
Al día siguiente de la emisión radiofónica del discurso, Edward se refugió seis meses en Austria para después, una vez que se hizo oficial el segundo divorcio de Wallis, reunirse con ella en Francia.
La única persona que apoyó a Edward en su ‘locura de amor’ fue su hermana, la princesa Mary.
Junto a su marido, el Conde de Harewood, se trasladó a Austria para estar cerca de su hermano y como prueba de su lealtad a él, no asistió al enlace de su sobrina, la Princesa Elizabeth, más tarde Elizabeth II, al no haber sido invitado Edward al enlace.
En 1937, George VI coronó a su hermano, Edward, como su Alteza Real el Duque de Windsor pero en el real decreto explicaba que “su esposa y sus descendientes, si los hubiere, no podrían recibir dicho título o atributo”
El 3 de junio de ese mismo año Edward y Wallis se casaron en una íntima ceremonia en el castillo francés de Cande a la que sólo asistieron sus amigos más cercanos, 16 en total, y por fin comenzaron a vivir su historia de amor libremente.
En una ceremonia íntima, el reconocido fotógrafo Cecil Beaton tomó imágenes de los novios, él con elegante jacket y ella con un vestido firmado por su habitual diseñador, Main Rousseau Bocher, que incluso creó un color al que llamó “Azul Wallis”
Durante la Segunda Guerra Mundial tuvieron que exiliarse a las Bahamas, por entonces colonia británica, y Edward fue nombrado Gobernador General, cargo que desempeñó hasta 1945.
A partir de ahí, una sombra persiguió al ex Rey, sobre todo cuando el mismo año de su casamiento viajó a la Alemania que gobernaba Hitler, que fue su anfitrión.
De hecho, su idea de que era necesario un entendimiento con los nazis pudo haber estado entre los motivos que provocaron su caída.
Y según informes del FBI descubiertos posteriormente, Simpson tenía mucho que ver con esas ideas.
Después, él y su esposa volvieron a otra vez a París, donde pasaron juntos la mayoría de su vida.
No tuvieron hijos y, aunque su relación estaba muy consolidada, la Familia Real Británica nunca aceptó a Wallis.
El Duque de Windsor falleció en París en 1972 y pese a su negativa fue enterrado en el Castillo de Windsor.
Él quería descansar en el Cementerio Real de Frogmore, Berkshire en Inglaterra, donde pensaba que iba a ser enterrada su esposa, pero cuando Wallis falleció, 14 años después, la Familia Real Británica decidió que sus restos descansaran junto a los de su marido.
W./E.es una película dirigida y coescrita por Madonna en el año 2011.
Protagonizada por Abbie Cornish, Andrea Riseborough, James D'Arcy, Natalie Dormer, Oscar Isaac, Laurence Fox, James Fox, Ryan Hayward, Ronan Vibert, entre otros.
Madonna desarrolló el guion con el director Alek Keshishian, basado en la historia del Rey Edward VIII y su amante, Wallis Simpson, una estadounidense divorciada dos veces y que, residiendo en Inglaterra, enamoró al Rey hasta el punto de hacerle abdicar al trono para que pudiera casarse con ella.
Madonna, junto a un equipo de colaboradores de primer nivel mundial, presenta este apasionado relato acerca de la búsqueda del amor y el significado de la felicidad.
W./E. por Wallis y Edward, por siempre entrelazados en esta historia de amor del siglo veinte, es un rico retrato cinematográfico sobre dos mujeres fuertes, determinadas a encontrar el romance.
W./E.es una exploración romántica sobre la misteriosa conexión, a lo largo de dos décadas, entre dos mujeres que se enfrentan a las consecuencias del deseo.
Atrapada en Manhattan en un matrimonio sin amor, la frustrada Wally Winthrop (Abbie Cornish) se obsesiona con la figura de Wallis Simpson (Andrea Riseborough), la elegante divorciada que capturó el corazón de Edward VIII (James D’Arcy), quien abdicó al trono de Inglaterra por ella, y que conoce a un oficial de seguridad ruso llamado Evgeni (Oscar Isaac) en una subasta.
Por supuesto, ambos se enamorarán.
Debo confesar que desde el punto de vista meramente cinematográfico, Madonna sale airosa, debido a que presenta maravillosos cuadros, encuadres y travellings bien cuidados, sin embargo, la cámara parece muy nerviosa en ciertas ocasiones que deja mucho que pensar en su propósito.
En el departamento de vestuario, es magnífico, soberbio trabajo, así como la dirección artística muy bien cuidada.
El único pero (ENORME) es que la historia no está bien entrelazada, el uso continuo de flashback entorpece mucho el avance de W./E. y hace que uno se desubique por completo de lo que está pasando:
¿Es una conexión etérea con el pasado?
La historia cuesta que despegue y hace que sea mucho más interesante la vida de W./E. (Wallis/Edward), naturalmente, que la vida de la otra pareja de W./E. (Wally/Evgeni)
Sin embargo, Madonna muestra un cuento apasionado y hermosamente elaborado (técnicamente) acerca de la búsqueda del amor verdadero en el mundo moderno, visto a través del prisma de uno de los romances más fabulosos de la historia.
Así entonces nos presenta el año 1998, en Manhattan, donde Wally se encuentra alborotada por la subasta de los bienes del Duque y la Duquesa de Windsor.
Pero el remate es mucho más que una distracción para ella, una chica sureña atrapada en un matrimonio infeliz y abusivo.
Obnubilada por los exquisitos efectos personales de la pareja, Wally se obsesiona con la historia de amor de Wallis Simpson, la elegante y carismática estadounidense que capturó el corazón del Rey Edward VII.
A medida que va conociendo los sacrificios que Wallis tuvo que realizar al elegir estar con Edward, Wally encuentra el coraje para seguir su propio corazón y así crear su propia felicidad.
W./E. es una interesante historia de amor que debía ser contada, visualmente con mucho estilo y con algún problema de montaje, la música es brillante aunque un tanto omnipresente, la interpretación de Andrea Riseborough es de altura, cuenta con varios momentos brillantes aunque con una estructura confusa, que a veces te puede apartar de cualquier sensación de clímax en W./E.
W./E. fue candidata y ganadora de un globo de oro en la categoría de la mejor canción original, con el tema “Masterpiece” de Madonna.
También estuvo nominada a la mejor banda sonora realizada por el compositor Abel Korzeniowski.
Y recibió una única nominación como mejor vestuario en los Oscar del año 2012.
La historia de Wallis Simpson y Edward VIII nos la han vendido como uno de las más bellas historias de amor de todos los tiempos.
Sin embargo, su relación fue más el retrato de una obsesión:
La del Rey de Inglaterra por una polémica mujer, que, según desvelan unas cartas recientemente publicadas en un libro, estaba enamorada de su ex marido.
Romántico, soñador, hermoso y elegante, Edward era el príncipe más amado del Imperio Británico, pero ocultaba un defecto:
Su amor por las mujeres "indecentes"
Su madre le rogaba que sentara cabeza, y su padre, el Rey George V, vaticinaba:
"Cuando yo muera, el chico lo echará a perder todo en doce meses"
Dicho y hecho.
Al ascender soltero al trono, en enero de 1936, Edward manifestó su deseo de casarse con su última conquista, Wallis, con fama de libertina, aprovechada y desagradable.
Sus dos maridos todavía estaban vivos, lo que representaba una vergüenza en la época.
Finalmente, con la oposición de su familia, el gobierno, las colonias, los políticos y la iglesia, Edward VIII abdicó.
La crisis política, el escándalo social y dinástico se zanjaron con la huida del país, a medianoche, y la coronación de su hermano, George VI.
La romántica salida, sin embargo, parece ocultar otra razón más que comprobada.
Caprichoso, obstinado en entrometerse en política, con inclinaciones dictatoriales y un fascismo declarado, los cortesanos, la familia real y los políticos ingleses supieron desde el principio que Edward VIII representaría un problema político y constitucional de magnitud.
Edward ya era un fanático de la ideología nazi, estaba convencido de que la Rusia soviética era una amenaza trágica para Europa y elogiaba abiertamente a la Italia de Mussolini.
Ese, según varios historiadores, habría sido el verdadero motivo de abdicación tan precipitada.
Inglaterra no podía tener un Rey fascista.
Por su parte, Wallis Simpson era una mujer de ojos azules y figura extremadamente delgada.
Su aspecto, según palabras del famoso fotógrafo Cecil Beaton, que la conoció muy de cerca, era inquietante, impresionaba más que nada su figura esquelética.
A ella pertenece la frase:
“Nunca se es demasiado delgada ni demasiado rica”
Quizás esto define algunos rasgos de su personalidad.
Wallis, era dura, competitiva, egocéntrica, anoréxica y, con el tiempo, a fuerza de estirarse tanto el cuello, cuando los médicos necesitaron intervenirla quirúrgicamente, tuvieron dificultades, debido a la cantidad de cirugías estéticas que se había hecho.
Tras el casamiento, Edward y su flamante esposa aceptaron como regalo, de parte de un amigo francés simpatizante de Hitler, un tour por Alemania, que se convirtió en una verdadera campaña propagandística en apoyo del Tercer Reich.
Edward, muy halagado por las recepciones multitudinarias que se sucedían, aprovechaba cualquier ocasión para hablar alemán, lo que hacía a la perfección, y respondía feliz a las aclamaciones del pueblo con el saludo nazi.
Hitler los agasajó con pompa y amabilidad.
Después de haberse despedido, acompañándola galantemente hasta el final de los escalones, Hitler dijo de Wallis:
“La duquesa habría sido una perfecta Reina.
Una lástima que no lo haya logrado.
Si por ese entonces el Rey me hubiese pedido ayuda, yo le habría conservado el reino”
En aquel entonces, Wallis conoció a Von Ribbentrop, que llegó a enviarle diecisiete claveles rojos para recordar las diecisiete veces que se acostaron juntos.
De regreso en Londres, en plena Guerra Mundial y bajo la poderosa influencia de Wallis, Edward empezó a propagar que la guerra era un desastre y que Inglaterra debía buscar un acuerdo pacífico con Alemania.
Detrás de ello, los nazis contemplaban seriamente la posibilidad de colocarlo como "Rey-títere" de Hitler y dominar el Imperio británico.
Era el plan perfecto.
Las cartas y telegramas oficiales que comprueban este plan, y una vasta serie de documentos diplomáticos que demuestran la simpatía del ex Rey de Inglaterra por Hitler, se encuentran ocultos bajo mil llaves esperando ser develados algún día.
Mientras tanto, entre la nube de sospechas e intrigas que se tejieron alrededor de los duques de Windsor, se seguirá contando su historia de amor, que duró 50 años.

“I am sure there is only one solution, that is for me to remove myself from the King's life.
That is what I am doing now”


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