Victoria & Abdul

“History's most unlikely friendship”

Los sirvientes cortesanos, siempre han sido fuente de fascinación por su proximidad con los poderosos; por lo que las relaciones de los miembros de la realeza con sus sirvientes, han causado fricciones en La Corte durante siglos, y en distintos países.
La vida amorosa de La Reina Victoria del Reino Unido, fue particularmente intensa:
Con El Príncipe Albert, tuvo nada menos que 9 hijos, y tras enviudar, ella halló consuelo en John Brown, el asistente favorito de su marido; intimaron tanto, que los rumores llegaron a hablar de una boda secreta...
Solo 4 años después de que Brown muriera, llegó Abdul Karim.
Para el año 1887, El Imperio Británico ocupaba una 5ª parte del planeta, Victoria del Reino Unido, era monarca británica desde la muerte de su tío paterno, William IV, el 20 de junio de 1837, hasta su fallecimiento, el 22 de enero de 1901; mientras que como Emperatriz de La India, fue la primera en ostentar el título desde el 1 de enero de 1877 hasta su deceso.
Como dato, El título de “Emperador de La India” fue utilizado por los monarcas británicos durante El Raj británico en el subcontinente indio desde 1876, según La Ley de Títulos 1876; hasta 1948, después de que India había logrado la independencia del Reino Unido, cuando durante un período de transición, el monarca británico también fue Rey de los dominios independientes de India y Pakistán; el término también se utiliza para referirse a los emperadores indios pre-británicos.
Un título en persa, que se traduce como “Emperador de La India” en inglés, que también fue utilizado en 1857 por el último Emperador Mogol, Bahadur Shah II, hasta que fue capturado por los británicos, siendo El Emperador anterior a Victoria; y luego de ella vendrían:
Edward VII, George V, Edward VIII, y el último Emperador, George VI.
Así pues, tras la rebelión de los cipayos en 1857, La Compañía Británica de Las Indias Orientales, que había gobernado gran parte de La India, fue disuelta, y las posesiones y protectorados británicos, fueron incorporados formalmente al Imperio Británico.
Por su parte, La Reina tenía una visión relativamente neutral sobre el conflicto, y condenó las atrocidades cometidas por ambos bandos; y escribió sobre su “sentimiento de horror y arrepentimiento por el resultado de esta guerra civil sangrienta”, e insistió, incentivada por Albert, que debía anunciar que la proclamación oficial, afirmando la transferencia de poder de la compañía al Estado, “debía mostrar un sentimiento de generosidad, benevolencia y tolerancia religiosa”
Por orden de La Reina, una referencia que amenazaba la “disminución de la religiones nativas y de sus costumbres”, fue sustituida por un pasaje que garantizaba la libertad religiosa.
En las elecciones de 1874, Disraeli volvió al poder, y su gobierno aprobó una ley de regulación de culto público que retiraba los rituales católicos de la liturgia anglicana, ley que Victoria apoyó:
“La Reina prefería misas cortas y sencillas, y le gustaba más la doctrina de la iglesia presbiteriana escocesa que la inglesa”
Fue este Primer Ministro, el que aprobó la ley que confería a La Reina, el título de “Emperatriz de La India”, el 1 de mayo de 1876; y el nuevo título fue proclamado en el Delhi Durbar, el 1 de enero de 1877.
Tras la muerte de John Brown, el 27 de marzo de 1883, quien fuera un sirviente escocés, favorito de La Reina Victoria del Reino Unido durante muchos años; en 1887, El Reino Unido celebró El Jubileo de Oro de Victoria.
La Reina celebró el 20 de junio de 1887, el 50º aniversario de su ascensión al trono, con un banquete, al cual fueron invitados cincuenta reyes y príncipes europeos.
A estas alturas, Victoria era de nuevo extremadamente popular; y 2 días después, el 23 de junio, contrató a 2 indios musulmanes para que fueran sus criados.
Uno de ellos, Hafiz Mohammed Abdul Karim, de 24 años cuando arribó a Inglaterra de Agra en 1887, fue ascendido a “Munshi” o “Maestro”, enseñando a La Reina hindi urdu, y se convirtió en su “escriba”, y se le concedió el puesto de “Paje Indio a La Reina Emperatriz”, por un salario de 12 libras al mes.
Mohammed Abdul Karim, nació en el seno de una familia musulmana en Lalitpur, cerca de Jhansi, en 1863.
Su padre, Haji Mohammed Waziruddin, era un asistente de hospital en un regimiento de caballería británico.
Karim tenía un hermano mayor, Abdul Aziz, y 4 hermanas menores.
Le enseñaron persa y urdu en privado, y como adolescente, viajó por el norte de la India y en Afganistán.
El padre de Karim, participó en la marcha decisiva a Kandahar, que puso fin a La Segunda Guerra Anglo-Afgana, en agosto de 1880.
Después de la guerra, el padre de Karim se trasladó a una posición civil en la Cárcel Central de Agra, mientras Karim trabajaba como un “vakil”, “agente” o “representante” para el Nawab de Jaora en la Agencia de Agar.
Después de 3 años en Agar, Karim renunció, y se mudó a Agra, para convertirse en un oficinista vernacular en la cárcel.
Su padre arregló un matrimonio entre Karim y la hermana de un compañero de trabajo.
Los prisioneros en la cárcel de Agra, fueron entrenados y mantenidos como tejedores de alfombras como parte de su rehabilitación.
En 1886, 34 convictos viajaron a Londres, para demostrar el tejido de alfombras en La Exposición Colonial e India, en South Kensington.
Karim no acompañó a los prisioneros, pero ayudó al superintendente de la cárcel, John Tyler, a organizar el viaje, y ayudó a seleccionar las alfombras y los tejedores.
Cuando La Reina Victoria visitó la exposición, Tyler le regaló 2 brazaletes de oro, elegidos nuevamente con la ayuda de Karim.
La Reina tenía un interés de larga data en sus territorios indios, y deseaba emplear a algunos sirvientes indios para su Jubileo de Oro; y le pidió a Tyler que reclutara a 2 asistentes que serían empleados durante un año.
Karim fue entrenado apresuradamente de las maneras británicas, y en el idioma inglés; y enviado a Inglaterra, junto con Mohammed Buksh.
El Mayor General, Thomas Dennehy, que estaba a punto de ser nombrado para La Casa Real, anteriormente había empleado a Buksh como sirviente; y estaba previsto que los 2 hombres indios, inicialmente esperaran en la mesa y aprendieran a hacer otras tareas...
Después de un viaje en tren desde Agra a Bombay, y por barco a Gran Bretaña, Karim y Buksh llegaron al Castillo de Windsor en junio de 1887; siendo puestos bajo el cargo del Mayor General Dennehy, y sirvieron primero a La Reina en el desayuno en La Casa Frogmore, en Windsor, el 23 de junio de 1887.
La Reina describió a Karim en su diario para ese día:
“El otro, mucho más joven, es mucho más liviano que Buksh, alto, y con un rostro serio.
Su padre es un médico nativo en Agra.
Ambos me besaron los pies”; y 5 días después, La Reina notó que “los indios siempre esperan, y lo hacen tan bien y en silencio”
El 3 de agosto, ella escribió:
“Estoy aprendiendo algunas palabras de hindustani, para hablar con mis sirvientes.
Es un gran interés para mí, tanto para el idioma como para la gente, naturalmente, nunca antes había tenido contacto real con ellos”
Para el 30 de agosto, Karim le estaba enseñando el urdu, el cual La Reina usó durante una audiencia en diciembre, para saludar al Maharani Chimnabai de Baroda.
A Victoria le gustaba mucho Karim, y ordenó que se le diera una licencia adicional en el idioma inglés.
En febrero de 1888, había “aprendido inglés maravillosamente”, según Victoria.
Después de quejarse a La Reina, de que había sido empleado en la India y, por tanto, su trabajo como camarero era inferior a él, fue promovido al puesto de “Munshi”, en agosto de 1888.
En su diario, La Reina escribe que ella hizo este cambio para que se quedara:
“Particularmente deseo conservar sus servicios, ya que me ayuda a estudiar Hindustani, lo que me interesa mucho, y él es muy inteligente y útil”
Las fotografías de él que estuvieron en la mesa, y que posteriormente fueron destruidas, hizo que se convirtiera en el primer empleado indio personal de La Reina.
Mientras Buksh permaneció al servicio de La Reina, pero solo como “khidmatgar” o “sirviente de mesa”, hasta su muerte en Windsor, en 1899.
Según la biógrafa de Karim, Sushila Anand, las propias cartas de La Reina testifican que “sus discusiones con los Munshi fueron de gran alcance, filosóficas, políticas y prácticas.
Tanto la cabeza como el corazón, estaban comprometidos.
No hay duda de que La Reina encontró en Abdul Karim, una conexión con un mundo que era fascinantemente extraño, y un confidente que no la alimentaría con la línea oficial”
Karim, fue puesto a cargo de los otros sirvientes indios, y se hizo responsable de sus cuentas.
Victoria lo elogió en sus cartas y diario:
“Le tengo tanto aprecio.
Es tan bueno y gentil, y entiende todo lo que quiero, y es una verdadera comodidad para mí”
Admiraba a “su empleado indio personal y Munshi, que es un excelente, hombre inteligente, verdaderamente, muy refinado, que dice:
“Dios lo ordenó”
¡Las Órdenes de Dios son las que se obedecen implícitamente!
Su fe como la de ellos, y tal escrupulosidad nos ponen en ejemplo”
En Balmoral Castle, la finca escocesa de La Reina, a Karim se le asignó la habitación ocupada anteriormente por John Brown, el otrora servidor favorito de La Reina, que había muerto en 1883.
A pesar de la forma seria y digna que Karim le presentó al mundo exterior, La Reina escribió que “él es muy amistoso y alegre con las doncellas de La Reina, incluso se ríe y bromea, y los invitó a ver todas sus bellas cosas ofreciéndoles tortas de frutas para comer”
Pero el rápido ascenso de Karim, comenzó a crear celos y descontento entre los miembros de La Casa Real, que normalmente nunca se mezclarían socialmente con los indios por debajo del rango de Príncipe…
Abdul comenzó a acompañar a Victoria en sus viajes oficiales, donde fue presentado a primeros ministros, reyes y miembros de la realeza, y poco después, Karim ya contaba él mismo con sus propios sirvientes, llegando en 1893, a disponer del carruaje privado de La Reina para uso personal.
La familia y los criados de La Reina, se asustaron y acusaron a Abdul Karim de ser un espía de la Liga Musulmana, e intentaron poner a La Reina contra los indios.
Frederick Ponsonby, hijo de Henry, El Secretario de La Reina, descubrió que Karim había mentido sobre sus padres, y le dijo a Lord Elgin, Virrey de La India, que “el indio ocupa el mismo puesto que ocupaba John Brown”
Victoria ignoró las quejas, al considerarlas racistas… y ella esperaba que recibieran a Karim, un indio de origen ordinario, en medio de ellos, pero no estaban dispuestos a hacerlo.
Karim, por su parte, esperaba ser tratado como un igual.
Cuando Albert Edward, Príncipe de Gales, más tarde Edward VII, organizó un entretenimiento para La Reina en su casa en Sandringham, el 26 de abril de 1889, Karim descubrió que le habían asignado un asiento con los sirvientes.
Sintiéndose insultado, se retiró a su habitación.
Para un indio de piel oscura, ponerse casi al mismo nivel que los sirvientes blancos de La Reina, era casi intolerable, que comiera en la misma mesa que ellos, compartir su vida cotidiana, era visto como un ultraje.
Sin embargo, La Reina estaba decidida a imponer la armonía en su hogar.
El odio racial, era intolerable para ella, y el “querido buen Munshi”, no merece más que respeto.
En julio, se asignó a Karim la habitación previamente ocupada por el doctor, más tarde Sir James Reid, el médico de Victoria, y se le dio el uso de una sala de estar privada.
Para sorpresa y preocupación de la familia, durante la estadía de Victoria en Balmoral, en septiembre de 1889, ella y Karim se hospedaron por una noche en una casa remota en la propiedad, Glassalt Shiel, en Loch Muick.
Victoria, a menudo había estado allí con John Brown, y después de su muerte, había jurado no volver a quedarse allí nunca más…
En 1890, La Reina tenía el retrato de Karim pintado por Heinrich von Angeli.
Según ella, von Angeli quería pintar a Karim, ya que nunca antes había pintado un indio, y “estaba tan impresionado con su bello rostro y colorido”
Abdul Karim, a la edad de 26 años, había recibido una concesión perpetua de tierras, que representaban un ingreso de más del doble de esa cantidad en reconocimiento a sus servicios como miembro de La Casa de Su Majestad.
En mayo de 1892, los 2 Munshi regresaron a la India, con 6 meses de licencia; y a su regreso, la esposa y suegra de Karim, lo acompañaron.
Ambas mujeres estaban envueltas de pies a cabeza, y viajaban en compartimentos ferroviarios con cortinas corridas.
Victoria escribió, “las 2 damas indias... que son, creo, las primeras damas de purdah musulmanas que alguna vez vinieron... mantienen su costumbre de aislamiento completo, y de estar completamente cubiertas cuando salen, a excepción de los agujeros para sus ojos”
Pero como mujer, Victoria las vio sin velos.
El Munshi y su familia, fueron alojados en casas de campo en Windsor, Balmoral y Osborne, el retiro de La Reina en la Isla de Wight.
Victoria las visitaba regularmente, por lo general, llevando a sus invitadas, incluida La Emperatriz de Rusia y La Princesa de Gales, a conocer a las parientes femeninas del Munshi.
Una visitante, Marie Mallet, la sirvienta de La Reina, y esposa del funcionario Bernard Mallet, registró:
“Acabo de ver a la esposa del Munshi, por Comando Real.
Es gorda y no poco agradable, un delicado tono de chocolate y magníficamente ataviado, anillos en los dedos y en la nariz, un espejo de bolsillo engastado en turquesas en el pulgar, y cada parte factible de su persona, colgada con cadenas y brazaletes y orejeras, llenos de anillos, un velo rosa en su cabeza bordeado con oro y seda espléndida, y rastros de satén alrededor de su persona.
Ella habla inglés de una manera limitada…”
El Dr. Reid, nunca vio a la Sra. Karim develada, aunque afirmó que cada vez que lo llamaban para examinarla, una lengua diferente sobresalía del velo para su inspección…
El año siguiente, durante las vacaciones anuales de Victoria en Europa continental, Karim fue presentado al Rey Umberto I de Italia.
En las palabras de un periódico contemporáneo:
“El Rey no entendió, por qué este magnífico e imponente hindú, debería haber sido presentado formalmente a él.
La idea popular en Italia, es que el Munshi es un Príncipe indio en cautiverio, que es atrapado por La Reina como un signo visible y externo de la supremacía, de Su Majestad en Oriente”
En 1893, Victoria enviaba notas a Karim firmadas en urdu… de hecho, a menudo firmaba sus cartas a Karim como “su madre cariñosa, VRI”, o “su madre cariñosa verdaderamente dedicada y cariñosa, VRI”
Pero los asesores de Victoria, temían la asociación de Karim con Rafiuddin Ahmed, un activista político indio residente en Londres, que estaba vinculado a La Liga Patriótica Musulmana; y sospecharon que Ahmed extrajo información confidencial de Karim, para pasarla al Emir de Afganistán, Abdur Rahman Khan.
No hay ninguna indicación, de que estos temores estuvieran bien fundados, o que el Munshi fuera siempre indiscreto...
En Los Honores de Cumpleaños de La Reina, en mayo de 1895, Karim fue nombrado, Compañero de La Orden del Imperio Indio (CIE); y a principios de 1896, Karim regresó a la India, y regresó a Inglaterra trayendo consigo a su joven sobrino, Mohammed Abdul Rashid.
Karim no tenía hijos propios; y Victoria había hecho arreglos para que un doctor examinara a la esposa del Munshi, en diciembre de 1893, ya que la pareja había estado tratando de concebir sin éxito...
Para 1897, según Reid, Karim tenía gonorrea…
En marzo de 1897, cuando los miembros de La Familia Real se preparaban para partir hacia Cimiez, para la visita anual de La Reina, insistieron en que Karim no acompañara a la realeza, y decidieron renunciar si lo hacía.
Cuando Harriet Phipps, una de las damas de honor de La Reina, le informó de la decisión colectiva, La Reina barrió el contenido de su escritorio al piso furiosa.
El Servicio retrocedió, pero las vacaciones se vieron afectadas por el creciente resentimiento y las disputas entre ellos y Victoria.
Ella pensó que su desconfianza y aversión por Karim, estaba motivada por los “prejuicios raciales” y los celos.
Karim, le pidió a Victoria el título de “Nawab”, el equivalente indio de un par, y nombrarlo como “Caballero Comandante de La Orden del Imperio Indio” (KCIE), lo que lo convertiría en Sir Abdul Karim.
Un horrorizado Elgin sugirió, en cambio, que convirtiera a Karim en miembro de La Real Orden Victoriana (MVO), que era un obsequio personal, no otorgaba ningún título, y tendría poca implicación política en la India.
Privy Purse, Sir Fleetwood Edwards, y El Primer Ministro, Lord Salisbury, desaconsejaron incluso el menor honor.
Sin embargo, en 1899, con motivo de su 80 cumpleaños, Victoria nombró a Karim, Comandante de La Orden (CVO), un rango intermedio entre miembro y caballero.
Al tiempo, los Munshi regresaron a la India, en noviembre de 1899, durante un año, y para cuando Karim regresó a Gran Bretaña, en noviembre de 1900, Victoria había envejecido visiblemente, y su salud estaba fallando; pues en 3 meses, ella estaba muerta.
La influencia de Karim sobre La Reina fue tan grande, que ella misma estipuló que el joven sirviente musulmán, tuviera el honor de estar entre los principales dolientes en el funeral en El Castillo de Windsor.
Abdul Karim, estuvo con La Reina hasta la muerte de esta, y después volvió a la India con una pensión…
“An extraordinary tale of a queen and her new best friend”
Victoria & Abdul es una comedia del año 2017, dirigida por Stephen Frears.
Protagonizada por Judi Dench, Ali Fazal, Eddie Izzard, Adeel Akhtar, Paul Higgins, Michael Gambon, Tim Pigott-Smith, Olivia Williams, Robin Soans, Jonathan Harden, Sukh Ojla, Kemaal Deen-Ellis, entre otros.
El guión es de Lee Hall, basada en el libro “Victoria & Abdul: The True Story Of The Queen's Closest Confidant” (2010) de Shrabani Basu; que recrea la historia real sobre la estrecha relación que mantuvo La Reina Victoria con el hindú, Abdul Karim.
Hasta que los diarios de Karim salieron a la luz, en el año 2010, nada se sabía de esta historia, sobre la sorprendente amistad que la soberana estableció al final de su reinado con su secretario.
Fue tras la publicación de estos diarios, cuando el escritor Shrabani Basu, escribió su novela sobre, cómo Abdul Karim, se convirtió en uno de los confidentes más cercanos de La Reina Victoria.
Es una comedia y drama, que sigue los hechos ocurridos tras el filme “Her Majesty, Mrs. Brown” (1997), tras la muerte de John Brown, La Reina Victoria está sumergida en el luto, hasta que recibió el servicio de un súbdito indio, que le mostró más allá de lo que cualquier miembro de la realeza le pudo demostrar:
Afecto, cariño y empatía.
Una historia sobre, cómo la amistad puede cambiar la vida de una persona; una historia que intentaron mantener enterrada desde 1901, hasta 2010.
La acción tiene lugar en Gran Bretaña, en año 1887; con motivo de la celebración de los 50 años de reinado de La Reina Victoria (Judi Dench), el joven Abdul Karim (Ali Fazal) viaja desde la India a La Corte Británica, para participar en El Jubileo.
Conocido como “El Munshi”, Abdul desempeñará el cargo de secretario indio, y en apenas unos meses, se convertirá en uno de los personajes más influyentes en la vida de Victoria.
Entre ambos, se acabará forjando un afecto especial, aunque esta estrecha amistad será mal recibida dentro de La Casa Real, debido al cambio de mentalidad que comienza a darse en La Reina; pues ella empieza a cuestionar las restricciones que conlleva su posición, y entre los 2 se fragua una alianza tan improbable como leal, que el círculo doméstico y el más cercano a La Reina, se empeñarán en destruir.
A medida que su amistad crece, La Reina Victoria empieza a ver un mundo cambiante con otra perspectiva, y recupera un humanismo que creía perdido.
Mientras Karim acabará siendo nombrado Secretario de La India, cargo que ejerció durante los últimos 15 años de vida de la monarca; rodeada de hienas a su alrededor, esperando a su muerte, se plasma de manera interesante, su forma de vida y la sensación de soledad que arrastra.
La crítica gentil que hace el director Stephen Frears al “imperialismo” británico es sutil y ambigua, pero no busco una lección de historia, ni una polémica estéril; sino un bonito canto a la amistad y a la tolerancia, que bien nos vendría aprender de lo que se nos cuenta en ella.
“Everyone I love has died and I just go on and on.
What is the point?”
Tradicionalmente, La Monarquía Británica se ha mostrado eficaz a la hora de guardar sus secretos, y tapar sus escándalos.
Hace siglo y medio, por ejemplo, La Casa Real intentó encubrir por todos los medios, los estrechos vínculos que La Reina Victoria mantenía con su sirviente indio, Abdul Karim.
Y lo lograron durante mucho tiempo, hasta que en el 2010, el descubrimiento de un diario personal de Karim, reveló una compleja relación, platónica, pero sin duda apasionada, que el director Stephen Frears captura con humor.
Victoria & Abdul, ofrece una versión ficticia de la relación entre Karim y La Reina; y presenta indudables paralelismos con la historia plasmada años atrás, en el filme de John Madden:
“Her Majesty, Mrs. Brown” (1997), igualmente protagonizada por Judi Dench en el papel de Victoria; y en aquella ocasión, La Reina viuda buscaba consuelo en John Brown, un caballero escocés, e igualmente el entorno cortesano haría lo posible por romper la controvertida relación amorosa.
Victoria & Abdul, escrita por Lee Hall, maneja con agilidad y nobleza las herramientas del cine más popular y académico:
Los elementos cómicos no ocultan el trasfondo dramático de la historia, las costuras de gran producción no se entrometen en el intimismo de la acción y, como virtud más relevante, las actitudes de los personajes no simplifican el complejo trasfondo ideológico e histórico del relato.
El argumento, basado en hechos reales, al menos “en su mayor parte” tal y como se especifica con humor al comienzo de la película; se centra en explorar la extraña y, hasta hace poco, desconocida amistad entre la monarca del Reino Unido y un sirviente indio musulmán.
El joven Abdul Karim, que trabaja en la prisión de Agra, es seleccionado en 1887 para viajar a Londres, y participar en El Jubileo llevado a cabo con motivo del 50° aniversario de su majestad en el trono.
Tras una larga travesía, Abdul y su compañero de viaje, Mohammed Buksh (Adeel Akhtar), se enfrentarán al choque cultural que supone su llegada a la metrópolis.
Así, por ejemplo, para participar en la gran cena de gala, les diseñan unas vestimentas excesivamente estereotipadas y, cuando ambos protestan ante la falta de veracidad de sus trajes, les responden que los dibujos indios del Museo Británico, en los que se habían basado “no parecían muy… indios”, lo que nos habla de la fabricación del exotismo oriental, prefiriendo algo que asemeje la imagen mental y romántica de la India, antes que la realidad.
Durante dicha cena, y en contra de lo que se le había ordenado, Abdul establecerá contacto visual directo con Victoria, lo que supone el inicio de una controvertida relación.
La Reina, una viuda deprimida y con sobrepeso, rápidamente sentirá un curioso interés por el joven indio, quien le devolverá las ganas de vivir que pensaba perdidas.
Poco a poco, Abdul se irá ganando la confianza de La Reina, pasando a ser su secretario personal, consejero y “munshi”, una especie de maestro, que introducirá a su majestad, en la cultura, gastronomía, e incluso en los idiomas de la India.
El urdu por ejemplo, es un idioma, hoy oficial en Pakistán, que junto al hindi forma el hindustaní, tal y como eran conocidos ambos por los británicos durante El Raj.
El urdu sería la variante utilizada por los musulmanes, utilizando la escritura persa, que deriva del árabe.
Así, el rápido ascenso social de un sirviente musulmán, es visto con recelo por los círculos más próximos a La Reina, desde su hijo y heredero, hasta El Primer Ministro, que se confabularán para detener lo que consideran una ofensa a las estrictas normas sociales de la época.
Haciendo gala de una mente abierta, y una determinación férrea, Victoria impondrá su criterio, y hará frente a la intolerancia de su entorno, aunque habrá de enfrentarse a todo tipo de confabulaciones y amenazas que pondrán a prueba su platónica historia de cariño, respeto y amistad con Abdul.
Para el primer acto, a medida que avanza la relación entre estos 2 insólitos compañeros, las bromas se llevan la palma, mayormente por la irónica interpretación del cómico Adeel Akhtar, que interpreta a Mohammed, obligado a volver contra su voluntad a la gélida Inglaterra, y uy a la sombra.
Su papel no es sólo el del sarcástico compañero de fatigas de Abdul, sino que también sirve como vaso comunicante para el público, explicando, cómo los hindúes escriben en sánscrito, pero hablan hindi; mientras que los musulmanes de la India, hablan urdu, y garabatean en árabe.
Cuando la pareja de indios llega al Palacio de Buckingham, lanzan comentarios desdeñosos sobre el inglés, y señalando la hipocresía y el barbarismo de los colonos; ojalá la película hubiera proseguido este camino…
Toda vez que La Reina Victoria reemplaza a Mohammed como principal compañero de Abdul, la película se vuelve más un ejercicio de méritos, con tal de encajar en el 70º aniversario del final del Raj Británico; pues la relación desafiaba los tabús victorianos de raza y clase, y por tanto, La Casa Real hizo desde el principio todo lo posible para sabotearla, y echar a Karim del Palacio.
Así, el hijo de La Reina, “Bertie”, El Príncipe de Gales, y heredero de La Corona, se alió con otros miembros de La Corte para someter al joven a constantes acosos y humillaciones a causa de su condición de musulmán, llegando incluso a acusarlo de espionaje.
Pese a ello, La Reina siguió dándole un trato de favor, regalándole casas en Gran Bretaña, y tierras en India, y sentándolo a su lado en sus citas con otros mandatarios europeos.
En 1897, cuando anunció que iba a nombrarlo Caballero de La Orden del Imperio Británico, el gesto fue percibido como una amenaza para la monarquía misma.
Victoria, solo cambió de opinión, al descubrir que la ciudadanía británica la tomaba por loca... pero Abdul supo despertar el anhelo dentro del cuerpo de Victoria, otra vez, como lo hizo anteriormente John Brown; pero no ese anhelo sexual del que todos sus contemporáneos detractores se burlaban, sino el de la mente, el del corazón, el cual siempre fue el más cercano e importante para una mujer como Victoria.
Como viuda, fue Abdul el que vertió en su oído, las palabras adecuadas cuando ya nadie lo hacía desde que El Príncipe Albert murió.
También fue Abdul, el que la distrajo y le enseñó la otra cara de su reinado, y le mostró la rica cultura india, su historia y costumbres.
Según muestra la película, la relación entre Abdul y Victoria, fue una relación especial, de esas que no se pueden catalogar, que por momentos hacen a La Reina volar hacia la felicidad más sincera de nuevo, como si fuera joven, con cosas tan simples como un mango, un pequeño teatro, o unas palabras escritas en hindi.
Realmente, aunque a sus contemporáneos no les gustara afortunadamente La Reina era Victoria, y su fiel amigo y sirviente, estuvo con ella hasta el final.
Seguro que él no fue el amor de la vida de ella, pero no sé si ella lo fue el de él, y no precisamente en el romántico, sino entre muchos aspectos, eso es lo que Frears pretende mostrar.
La escena final es demoledora, con Abdul besando los pies de su Emperatriz y mejor amiga; todo un símbolo del respeto.
Por tanto, Victoria & Abdul es un drama histórico bien intencionado, que sigue los hechos de manera amena, utilizando mucho la comedia para alivianar momentos tensos, como el racismo inglés, el estricto protocolo de la monarquía británica, la intriga política y de Palacio, así como otros detalles que se pasan por alto, como por ejemplo, las intenciones de Abdul.
Como dato, los consejeros de Victoria, la amenazaron con ser declarada loca; y aunque solo tenía 1 año cuando murió su abuelo George III, era consciente de que había sido declarado loco, y su hijo, su tío, gobernó como Príncipe Regente durante 9 años, desde 1811 hasta 1820.
Por tanto, ella sabía que era posible que sus asesores podían llevar a cabo su amenaza.
Está claro que en Victoria & Abdul se pone a los ingleses como los antagonistas, y al indio como bueno, aunque eso, históricamente no fue del todo cierto… aquí la única buena resulta ser La Reina, una mujer con una gran lucidez a pesar de sus 80 años, supo muy bien hacer su trabajo hasta el último momento.
Sorprendentemente, Frears olvida por Su Majestad, las atrocidades que en su nombre se cometen por el mundo, como si la película no pudiera lidiar con el verdadero legado colonial de Victoria.
Esto lo hace retratándola como una heroína liberal, que traba amistad con gente de otras culturas…
Con semejante premisa, el tono de la película cae inevitablemente en el de la comedia ligera, abandonando por completo los profundos comentarios sociales que sí aparecían en los mejores trabajos de Frears; y no oculta en ningún momento, que pretende establecer paralelismos entre la xenofobia de entonces, y la de ahora, y aunque algo más de sutileza y austeridad emocional no le hubiera ido mal a la película, no es de recibo olvidar, que discursos como el suyo, recuerdan lo importante que es mirar atrás, para encarar con asideros estables el futuro.
Frears, parece querer caracterizar a Victoria, como un ejemplo de amplitud de miras, pero en realidad queda más bien retratada como una completa ignorante, que al parecer, ignora las consecuencias políticas esenciales de acontecimientos sucedidos durante su reinado, o del tratamiento mismo que Gran Bretaña da a la colonia india, y a sus habitantes.
Y de ese modo, no solo exime a la monarca de culpa, sino que además, priva a la historia de buena parte de su potencial dramático.
En todo caso, no tiene interés real en explorar seriamente el legado colonialista británico, y también lo demuestra retratando a los miembros de La Casa Real como meros villanos de “cartoon”, que sacan espuma por sus racistas bocas nada más cruzarse con Abdul.
Y, hablando de Abdul, poco aprendemos de él en toda la película, aparte de que está contentísimo de servir a La Reina.
Vendría a ser algo parecido a lo que los anglosajones conocen como “magical negro”, un personaje de color, a menudo dotado de poderes casi sobrenaturales, puestos al servicio del personaje blanco, aunque también es comparable a otros estereotipos ofensivos, como “el noble salvaje” o “el tonto sabio”
“La vida es como una alfombra persa”, afirma el indio en un alarde de sapiencia orientalista, pero bien podría haber dicho:
“La vida es como una caja de bombones”, al estilo de Forest Gump.
¿Por qué se muestra el joven tan agradecido con El Imperio que ocupa su tierra natal?
¿Qué tipo de trato cree que recibiría en la India tras haberse aliado con el enemigo?
¿Cómo se siente alguien que pasa de ser un sirviente, a tener sirvientes?
Victoria & Abdul, en ningún momento se para a considerar quién es él como persona, y de ese modo se revela como una obra profundamente hipócrita:
Pretende ser un ataque contra las actitudes colonialistas, pero acaba siendo tan condescendiente como quienes en la película muestran esas mismas actitudes.
Asimismo, hay algo involuntariamente nostálgico en su retrato de la relación que Inglaterra e India mantenían bajo El Imperio británico.
Cuando Victoria se refiere a sí misma como Emperatriz de La India, mientras Abdul sonríe a su lado, la película a punto está de posicionarse a favor de ese “statu quo”; cierto que un intertítulo final nos recuerda que “India obtuvo su independencia en 1947” como para alivianar o sopesar todo lo dicho…
Técnicamente, la película es hermosa, elegante, bien cuidada en los encuadres, los planos hermosos y detallados del Palacio, los decorados y la cinematografía en general, así como el vestuario es precioso; de hecho, los trajes se exhibirán en la sala Durbar de La Casa Osborne en la isla de Wight, hasta el 30 de septiembre de 2017.
Osborne, es la residencia costera de La Reina Victoria en la isla, y se utilizó como ubicación en la película.
Del reparto, sobresale evidentemente Judi Dench, nadie como ella para hacer de Victoria; que cuando el rodaje comenzó, en septiembre de 2016, Dench tenía 1 mes más que la edad que tenía La Reina Victoria cuando murió.
Como dato, Judi Dench anteriormente hizo de La Reina Victoria en “Her Majesty, Mrs. Brown” (1997); y pocas dudas hay sobre la condición privilegiada de ella, en la gran familia del cine británico:
Sólo Dench podía ponerle rostro a la gran Reina Victoria, tal vez la más matriarca de todas cuantas ha dado la corona del Reino Unido; Casa Real, por otra parte, no escasa en monarcas con carisma a lo largo de su historia.
Porque Dench posee como pocas actrices, esa facilidad para bascular entre el gesto duro y el tierno, y su mirada parece aún repleta de curiosidad por las cosas.
Desde el inicio del filme, en el que no vemos su cara hasta que Abdul la mira fijamente a los ojos, la actriz varía su registro innumerables veces, transmitiendo el hastío de una soberana adulada por sus cortesanos, la fragilidad de la vejez, la determinación de una reina, o la felicidad más innata en el redescubrimiento de los pequeños placeres cotidianos.
De resultar seleccionada al Premio Oscar como Mejor Actriz, Judi sería la segunda actriz en ser nominada 2 veces por el mismo personaje, hito que ya consiguió Cate Blanchett interpretando a la también monarca británica, Elizabeth I en “Elizabeth” (1998) y “Elizabeth: The Golden Age” (2007)
Mientras Ali Fazal, en un personaje algo cómico, que raya la pantomima hasta el final, donde se le nota más dramático; y si podemos citar a alguien entre los antagonistas, sería Eddie Izzard como “Bertie”, el heredero al trono, un hombre más interesado en La Corona, que en los intereses de su madre.
Este hipócrita Príncipe de Gales, era un mujeriego que sucumbió a los encantos de Lady Brook, la ex concubina de Lord Beresford, y que más tarde se encaprichó de Alice Keppel, con la que tuvo una hija, Sonia, que fue la abuela de Camilla Parker-Bowles, actual mujer de Charles, Príncipe de Gales.
El personaje de Olivia Williams, Jane Spencer, La Baronesa Churchill, en realidad murió 1 mes antes que La Reina Victoria.
Ella sirvió como Dama de Alcoba, desde 1854 hasta su muerte, y fue el miembro del personal más longevo de la casa de La Reina.
Ella falleció de insuficiencia cardíaca, en la víspera de Navidad de 1900.
Pero en Victoria & Abdul vemos algunos errores:
Victoria dijo que era la gobernante de “casi mil millones de personas”
En el idioma inglés, se adoptó este americanismo por 1000 millones solo en la década de 1990.
Victoria dijo que era “Morbosamente Obesa”, y este término no se acuñó hasta la década de 1990.
Cuando Victoria lleva a su familia y a Su Servicio a visitar a la familia de Karim en su cabaña en Osborne, La Reina presenta a su nieta Sophie, como La Reina de Grecia; pero Sophie no se convirtió en Reina de Grecia, hasta 1913.
En una escena de la película, La Reina Victoria le dice a Abdul, que ella es la monarca reinante más longeva del mundo.
Esto no es correcto... hasta que La Reina Elizabeth II la alcanzó, ella era el monarca reinante más longevo de la historia británica, pero el monarca reinante más longevo de la historia fue El Rey francés, Louis XV, que reinó durante más de 70 años.
Cuando Abdul regresa a la India, se lo ve en Agra/Accra, visitando la estatua de La Reina Victoria.
La estatua que visita, está en Calcuta, pues no hay ninguna estatua de La Reina Victoria en Agra.
La película posee demasiado tono cómico, que debió ser más mesurado para no caer en la clasificación, porque de drama hay muy poco, y eso es lamentable, pues todo lo técnico es de primera categoría así como las actuaciones, pero la manera en que se cuenta el relato, más tratándose del único filme que muestra la muerte de La Reina, debió mantener mejor ese equilibrio, pues es difícil creer que así se dio “una inusual amistad”
Lo que no es óbice para disfrutar de los buenos momentos de comedia, y reflexionar sobre el ineluctable destino que reservan las clases dominantes a los diferentes.
Y es que, más allá de su curso tragicómico, Victoria & Abdul propone pensar el presente a partir de la observación del pasado.
En este caso, la amistad de una reina británica con un sirviente indio, le sirve a Frears para cuestionar el discurso conservador que ha marcado tanto el camino hacia la victoria del Brexit, como la emergencia de la islamofobia en el mundo occidental.
En este sentido, sorprende lo lejos que llega el director en su manifiesto en pos del diálogo entre culturas y credos:
¿Cómo no celebrar como un gesto político radical, la imagen de una reina inglesa aliviada espiritualmente por una plegaria musulmana?
A Victoria & Abdul, se le puede achacar una falta de rigor formal, una mayor austeridad no le hubiese venido mal, del mismo modo que es posible defenderla por su cercanía a los mecanismos humorísticos de Mark Twain.
Sin embargo, su mayor mérito reside en la valentía de su meridiano posicionamiento político, en contra de una cultura del odio que suele arraigarse en el desconocimiento del pasado.
La biógrafa de Victoria, Elizabeth Longford, escribió:
“Abdul Karim revolvió una vez más, la misma imaginación real que magnificó las virtudes de John Brown.
Sin embargo, insinuó en su confianza a una persona inferior, mientras que incrementó el enamoramiento mareado de la nación con un sueño inferior, el sueño del Imperio Colonial”
Los historiadores están de acuerdo con las sospechas de Su Servicio, de que los Munshi influyeron en las opiniones de La Reina sobre los asuntos indios, predisponiéndola contra los hindúes, y favoreciendo a los musulmanes.
Pero se desconocen las sospechas de que le pasó secretos a Rafiuddin Ahmed…
Victoria afirmó, que “no hay documentos políticos de ningún tipo en manos de Munshi, incluso en su presencia”
Él solo la ayudó a leer palabras que no puede leer, o meramente presentaciones ordinarias sobre órdenes de firma.
No lee el inglés con la fluidez suficiente para ser capaz de leer cualquier cosa importante.
En consecuencia, se cree que es poco probable que haya podido influir en la política india del gobierno, o haber proporcionado información útil a activistas musulmanes.
Hoy, su periplo en La Corte Británica tiene plena importancia política.
Preguntado por la relevancia hoy en día de una película sobre un jefe de estado que intima con un inmigrante islámico, Frears afirmó:
“Quise hacer un filme que pudiera gustarle a Donald Trump”
“I am cantankerous, greedy, fat, I am perhaps disagreeably attached to power, but I am anything but insane!”
Hasta la publicación de las memorias de Frederick Ponsonby, en 1951, había poco material biográfico sobre este Munshi.
El examen erudito de su vida, y su relación con Victoria, comenzó alrededor de la década de 1960, centrándose en los munshi como “una ilustración de los prejuicios de raza y clase en la Inglaterra victoriana”
Victoria murió debido al debilitamiento de su salud, el martes 22 de enero de 1901, a las 6:30, con 81 años.
En su lecho de muerte, estaba acompañada por su hijo y futuro rey, Edward, y su nieto mayor, El Emperador alemán, William II.
En 1897, Victoria había dejado escritas las instrucciones para su funeral, que quería que fuera militar, ya que era hija de un soldado, y jefe del ejército, y que el color dominante fuera el blanco, y no el negro.
El 25 de enero, El Rey Edward, El Káiser William, y El Príncipe Arthur, ayudaron a llevar el ataúd.
La Reina estaba vestida con su velo de novia; y a petición suya, el médico y las criadas que la vistieron, colocaron también varias fotografías y objetos de su numerosa familia, y de sus criados en el ataúd.
Así, colocaron una camisa de dormir de Albert a su lado, junto con un molde de yeso de su mano, y una fotografía y un mechón de pelo de John Brown, que escondieron en la parte izquierda, debajo de un ramo de flores.
Varias joyas fueron enterradas junto con Victoria, incluyendo la alianza de la madre de John Brown, que éste le había dado en 1883.
Su funeral se realizó el sábado 2 de febrero de 1901 en la capilla de San George del Castillo de Windsor y, después de 2 días de velatorio, fue enterrada junto a Albert en El Mausoleo Real de Frogmore, en el gran parque de Windsor.
Cuando fue enterrada, empezó a nevar...
Su muerte supuso el fin del poder de La Casa de Hannover en El Reino Unido.
Como su marido pertenecía a La Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, su hijo y heredero, Edward VII, fue el primer monarca británico de esta nueva dinastía.
Tras la muerte de Victoria, Edward VII devolvió a Karim a la India, y ordenó la confiscación y la destrucción de la correspondencia del Munshi con Victoria.
Sin embargo, Edward permitió que el Munshi fuera el último en ver el cuerpo de Victoria, antes de que se cerrara su cofre, y ser parte de su procesión fúnebre, como Victoria misma lo estipuló.
Pero casi toda la correspondencia entre Victoria y Karim, se quemó por orden de Edward:
Centenares de cartas que Victoria le había enviado, en las que se identificaba como “tu querida amiga” o “tu querida madre”, fueron quemadas.
Literalmente, lo borraron de la historia; y posteriormente, Karim vivió tranquilamente cerca de Agra, en la finca que Victoria le había regalado, hasta su muerte a la edad de 46 años.
El Munshi murió en su casa, Karim Lodge, en su propiedad en Agra, en 1909.
Le sobrevivieron 2 esposas, y fue enterrado en un mausoleo parecido a una pagoda en el cementerio de Panchkuin Kabaristan, en Agra, junto a su padre.
Como los Munshi no tenían hijos, sus sobrinos y sobrinos heredaron su riqueza y propiedades.
La familia Munshi continuó residiendo en Agra, hasta la independencia de la India, y la partición de la India en agosto de 1947, después de lo cual emigraron a Karachi, Pakistán.
La propiedad, incluida Karim Lodge, fue confiscada por el gobierno indio, y distribuida entre los refugiados hindúes de Pakistán.
La mitad de Karim Lodge, se dividió posteriormente en 2 residencias individuales, y la otra mitad se convirtió en un hogar de ancianos, y un consultorio médico.
La familia de Karim, que había emigrado a Pakistán durante La Partición, mantuvo su diario y parte de su correspondencia del tiempo oculto hasta 2010, cuando se hizo público, y comenzó a conocerse esta historia.

“Service, Your Majesty.
We are here for a greater purpose”



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