Enamorada

“Malagueña salerosa…”

En el contexto del capitalismo salvaje, sin sentimientos de culpa, ocupan su sitio en el mural fílmico, los campesinos y los revolucionarios, las campañas de alfabetización y los caciques, el amor que domestica a las fieras, y las etnias donde la belleza es la peor condena para una mujer.
La tragedia de La Revolución Mexicana y su lucha por quitar a los hacendados las numerosas tierras para entregarlas a la gente, tendrá su capítulo su capítulo romántico entre un guerrillero y la hija de un potentado en la película Enamorada (1946)
¿Por qué 6 películas de “La Doña” sostienen el tema “decorativo” de La Revolución?
Muy probablemente, porque ya desde la década de 1960, las mujeres “sin alma” corresponden al pasado fetichista, y porque también La Revolución es aquello-que-sucedió-para-que-ya-nada-más-suceda.
Al menos en teoría…
“Me aguanto otra cachetada con tal de volver a ver ese par de chamorros...”
Enamorada es una comedia mexicana, del año 1946, dirigida por Emilio Fernández.
Protagonizada por María Félix, Pedro Armendáriz, Fernando Fernández, José Morcillo, Miguel Inclán, Eduardo Arozamena, Manuel Dondé, Eugenio Rossi, Norma Hill, Juan García, entre otros.
El guión es de Emilio Fernández, Íñigo de Martino y Benito Alazraki; inspirados en la obra “The Taming Of The Shrew” de William Shakespeare; y la escena final fue inspirada por la escena final de “Morocco” (1930) de Josef von Sternberg.
Enamorada, fue una de las películas más personales de Emilio “El Indio” Fernández, y vista con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, sin duda una de sus obras más emblemáticas; y en su aparentemente distendida trama, que toca con mucho gusto, tanto el drama como la comedia, se esconden algunas de las obsesiones que el realizador cultivó a lo largo de su prolongada trayectoria.
Así nos hallamos ante una obra que hace descansar su peso en las bondades y miserias de La Revolución Mexicana, suceso muy vinculado a la vida personal del Indio, quien fue un destacado militar entre las filas revolucionarias, obligado a huir a los EEUU, tras una fuga de presidio planificada por sus hombres, en la que El Indio logró volar con dinamita la celda que lo custodiaba, después de haber caído en desgracia por diversos avatares del destino... y en EEUU vecino conoció a destacadas figuras del Hollywood Dorado, como Rudolph Valentino, quien lo adoptó como a un hermano, introduciéndole en el mundillo cinematográfico tras desempeñar duros trabajos; y uno de los objetivos de Fernández, era retornar a su país, para continuar con esa “Revolución” que dejó a la mitad.
Pero un buen amigo le dio un excelente consejo:
Emplear el cine como medio revolucionario, pues ninguna escopeta ni fusil ostentaba tanto poder como las imágenes desplegadas en las grandes pantallas de las salas de cine.
Y así, Emilio siguió la recomendación de su compadre, puliendo todo su arte con un claro objetivo:
Retratar los ritos, costumbres y raíces de su México querido.
Y lo consiguió; pues buena parte del imaginario que rodeó al Cine de Oro Mexicano, fue creado por la salvaje mirada de Fernández, permitiendo de este modo, construir un concepto que se extendió por todos los rincones del mundo:
Ese México de cielos colmados de nubes; habitado por charros puros y machos dominadores de la hípica y del uso del revólver; morado por mujeres con rostro de virgen, quienes luchaban contra el machismo presente en una sociedad patriarcal y, porque no decirlo, un México rumbero, que vivía de noche en cabarets donde se bailaba hasta el amanecer, borracho de tequila.
Enamorada está producida por Panamerican Films S.A., y se convirtió en la #12 de “Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano”, siendo la primera colaboración entre María Félix y Emilio Fernández; pues los otros fueron:
“Río Escondido” (1947), “Maclovia” (1948), “Reportaje” (1953) y “El Rapto” (1953); todas con El Indio dirigiendo; y juntos interpretarían un romance fílmico con tintes violentos en “La Cucaracha” (1958) de Ismael Rodríguez, junto a Dolores del Río.
Pero Enamorada es un melodrama de pasiones fuertes, con tintes de comedia de enredos, que representa el epítome del cine de Emilio Fernández; con sus imágenes que han cautivado a varias generaciones de mexicanos, gracias al director de fotografía Gabriel Figueroa, hemos caído hechizados ante el embrujo de los maravillosos ojos de María Félix.
En este momento, Fernández, Figueroa y Armendáriz, ya eran conocidos en Hollywood, y no solo por su reciente éxito “María Candelaria” (1944), con la ex estrella de Hollywood, Dolores Del Río; razones obvias para atraer mucha atención; y quizás es por eso que Enamorada no se distribuyó por igual, ni se popularizó en EEUU; pero la fama internacional adquirida por El Indio, lo llevó a realizar una versión hollywoodense de Enamorada, bajo el título de “The Torch” (1949), que Armendáriz repitió su papel, actuando en inglés; y el personaje de Beatriz fue interpretado por Paulette Goddard, famosa actriz ex-esposa de Charles Chaplin, que también produjo.
Aunque las comparaciones son odiosas, es preciso señalar que “The Torch” resultó ser una versión muy inferior de su antecesora; porque La Félix había logrado que Beatriz Peñafiel fuera un ser único e irrepetible dentro de la galería de personajes inolvidables del cine mexicano.
Enamorada fue nominada a La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes de 1947; y también recibió un reconocimiento a La Mejor Cinematografía para Gabriel Figueroa en el mismo Festival.
Rodada en México, en tiempos de La Revolución, las tropas zapatistas del General José Juan Reyes (Pedro Armendáriz), toman la tranquila y conservadora ciudad de Cholula, una ciudad aburguesada, ajena a las proclamas de los revolucionarios, habitada por toda una serie de ricachones y comerciantes que tratarán de cambiar de chaqueta para proteger sus bienes.
Casualmente, el cura de la villa, Don Rafael Sierra (Fernando Fernández), fue compañero de infancia de José, por lo que gracias a su mediación, algunos de los hacendados lograrán esquivar el fusilamiento que El General les tenía reservado; y entre ellos se encuentra Don Carlos Peñafiel (José Morcillo), un orgulloso burgués, padre de la caprichosa Beatriz (María Félix), una bellísima dama de ojos carnosos y magnéticos, que desprecia todo lo que huele a revolución…
Pero un encuentro casual a la salida de la iglesia, entre José y María, supondrá un auténtico choque de trenes que acabará con la mano de la muchacha abofeteando al militar… y desde ese preciso momento, éste quedará prendado de la ferocidad y descaro de Beatriz, tratando por todos los medios de conquistarla, aún a sabiendas de que ambos pertenecen a 2 mundos opuestos, que difícilmente podrán llegar a unirse en un mismo amor.
Así, el desprecio inicial que Beatriz siente hacia el revolucionario, da paso a la curiosidad, y finalmente, a un profundo y auténtico amor.
Enamorada acierta tanto en su contenido filosófico, como en su acabado artístico, que celebra la maestría innata de Figueroa, y sus tomas imposibles de pura belleza; en un drama que acaba convirtiéndose en comedia, o mejor dicho, una comedia que se apoya en la seriedad de La Revolución, para satirizar los aspectos más rocambolescos de la misma; y a través de los discursos y diálogos del General Reyes, el director daba mucho más campo a la expresión de su peculiar concepto de lo que había sido La Revolución, aunque esas palabras eran contrarrestadas en parte por el tono general de la cinta, que tendía a la comedia.
Y es que Emilio Fernández no fue un cineasta de películas triviales, y tras la historia principal, se esconden propuestas inteligentes, serias, sobre aspectos sociales y políticos de importancia, por lo que Enamorada es entretenida, en la que puedes sentir el rechazo de las clases altas hacia las fuerzas invasoras dominantes; pero trata sobre la redención y el arrepentimiento que, véasele por donde se le vea, aborda el empoderamiento femenino.
“Las revoluciones no se hacen para que algunos se hagan ricos a costa de la sangre de los que combaten por sus convicciones.
Cualquier causa puede tener enemigos porque los hombres tienen derecho a pensar libremente o no son hombres libres.
Se puede sentir respeto por el enemigo que lucha y muere por la causa que él considera justa, pero aquellos que se tambalean entre 2 bandos, los que quieren estar bien con todos, los que no son enemigos de nadie cuando hay una lucha en los que se juegan los destinos de la patria, ésos son los verdaderos traidores, los bastardos, las sanguijuelas que se alimentan chupando la sangre de sus hermanos”
Decía el director:
“Sólo existe un México:
El que yo inventé”, y remataba con la frase:
“¡Yo soy el cine mexicano!”
Aunque su vida estuvo marcada por el orgullo y la soberbia, el tiempo se encargó de separar a la bestia del hombre, enterrando en el olvido al misógino, violento y mitómano, e inmortalizando al cineasta, al genio, a la leyenda… y Enamorada construye su relato cinematográfico, genuinamente mexicano, sobre fuentes literarias universales, y con influencias que pueden rebuscarse en el cine de Hollywood de los años 50; y a la vez, se convierte en referencia para la futura representación del héroe revolucionario, y su plasmación en la pantalla en otras cinematografías, casi en forma de “amor fou” en su vertiente irracional, donde la mujer, prácticamente pierde su identidad y fuerte personalidad, para seguir al amado.
Pero también hay ecos en esa amistad de infancia entre el sacerdote y el revolucionario, en la construcción de una amistad entre antagonistas masculinos, que siguen caminos muy distintos, pero sin embargo, siempre hay un fondo que les une, y le hace fieles a esa amistad.
Así, Pedro Armendáriz y el hermano del director, Fernando Fernández, traen a la mente la relación entre James Cagney y Pat O’Brien, como el gánster y el sacerdote de “Angels With Dirty Faces” (1938) de Michael Curtiz; pero la magia de Enamorada adquiere una identidad original y propia, que la convierte en un melodrama perfectamente construido por el tándem profesional de Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, junto a los intérpretes, con una mitología propia en El Cine Dorado Mexicano, María Félix y Pedro Armendáriz.
Así, sus paisajes y localizaciones, el vestuario de María, y de todos los demás personajes que la acompañan, y los temas que plantea, como La Revolución Mexicana, las soldaderas, la lucha de clases, la presencia de la religión… convierten a Enamorada, en una de las piezas importantes para pintar un mural sobre el cine mexicano.
Y es que cuando 2 personas muy independientes, de orígenes opuestos se enamoran:
¿Qué se puedes esperar?
¡Nada más que problemas!
Y esta historia de amor tiene lugar durante los tiempos de La Revolución Mexicana, a principios de 1900, pero podría tener lugar en cualquier otro lugar o época del mundo.
Enamorada se divide en 2 partes climáticas:
Una primera, coloreada con una paleta más propia del cine de acción y aventuras, típico de las tramas situadas en ese período histórico; y una segunda que podría asimilarse con esas historias de “la guerra de sexos”
Estamos viendo al revolucionario mexicano, José Juan Reyes, guapo y formidable, que cabalga hacia la ciudad de Cholula; e inmediatamente se dirige a la burguesía local, con la intención de utilizar a los que son útiles, y deshacerse del resto, incluidos aquellos que profesan un apego deshonesto a La Revolución.
Pero no cuenta con 2 factores:
La intervención moral de su antiguo compañero de seminario, “Sierrita”, tal vez un amor homosexual adolescente… y el ardiente desprecio de una joven y bella muchacha bien.
La película comienza con un estallido, y una escena inicial extendida entre El Charro y El Cura, que recuerda “Ben-Hur” con sus dobles lecturas, que parece implicar que la película será una disertación larga y seria sobre la filosofía política mexicana… pero una vez que aparece Beatriz, la película se desvía en una dirección ligeramente diferente, con algunas divertidas escenas de romance cómico entre la hija del hombre rico y el poderoso General.
Si bien, al comienzo hay desprecio de ella hacia él, y un comportamiento violento entre ambos, se produce una suerte de metamorfosis, en la animadversión de ella y en la violencia del militar, que terminará por cederle el paso al amor entre ambos.
Beatriz, es hija de un hacendado y desprecia a los pelados, a los revolucionarios, dice que “no tienen corazón”, y a las soldaderas.
Mientras José Juan las defiende porque “son humildes y abnegadas”
Para él, conquistar a Beatriz es un reto, es como ganar una batalla en La Revolución; y le gusta precisamente por ser una mujer brava, de carácter fuerte, que le planta cara a los hombres, y les da de bofetadas, pero... es preciso domarla, como “a las yeguas salvajes”
Ella es, obviamente domada, y por amor lo deja todo, en primer lugar, se desclasa, deja a su familia, a su prometido extranjero, y en segundo, se deshace de su bravura, ya que se somete y se va tras él, a pie; mientras José Juan se aleja en su cabalgadura, y la mira desde arriba… en señal de dominación absoluta y conquistada.
Estas escenas, en que el hombre mira desde arriba a la mujer que está abajo, son recurrentes.
De esa manera, a primera vista, y de acuerdo con lo que expresa el cura, Beatriz representa lo que no cambia, la tierra, la tradición; y José Juan el cambio, lo revolucionario.
Sin embargo, ella es en realidad la que más cambia, ella no es la tradición, sino que lo deja todo para volverse otra, una persona que antes despreciaba, una soldadera…
Tal y como se desarrolla la historia, incluyendo las actuaciones, podría parecer un tanto cursi para el gusto moderno; pero si vemos la película desde su contexto cinematográfico, que no el histórico; y leemos más allá de la historia romántica que nos muestra, en el contexto histórico; y podemos valorarla tal y como debe hacerse.
Porque Enamorada es una de las películas más conocidas de La Época de Oro del Cine Mexicano, y frecuenta un periodo de vasta importancia para la mayoría de los mexicanos, La Revolución Mexicana, aunque su carácter esencial es el de un melodrama en el fondo, mantiene el perfil histórico, en algunos casos detrás de varias escenas, y en los otros, de ciertos personajes.
A pesar de la falta del criterio histórico, la película está bien hecha, y deja entrever algunos aspectos reales de La Revolución, por ejemplo, al final de la película, en una de las escenas se nota cómo El General va en su caballo, y la mujer va a pie, caso típico del machismo que persistía en aquellos tiempos.
Por otra parte, la película nos muestra a un revolucionario con una ideología sólida, hecho que justifica de alguna manera sus actos entorno al saqueo de las riquezas concentradas en pocas manos; sin embargo, no es posible insertar a esta obra en un tiempo histórico bien definido, aunque en uno de los personajes principales, Juan Reyes, se deja ver la figura de Pancho Villa; no obstante, este sujeto no fue participe de la revolución, al menos en la zona de Cholula…
En ese sentido, Enamorada fue una película 100% Fernández, que no fue para La Revolución; y no le dio un enfoque cristero a los problemas de La Iglesia / Estado y la redistribución de la riqueza; solo lo toma como una historia de amor ambientada en el período revolucionario, y trata de ignorar el sesgo político, aunque ahí esté.
El romance “in crescendo” entre los protagonistas, pasa por escenas de real violencia hasta escenas jocosas; y lo mejor delineado de esta historia, es el cambio actitudinal progresivo que sufren los personajes, tanto desde el punto de vista de la dirección, como de la actuación.
Sobre ésta última, muy poco podríamos añadir, pues son 2 íconos de la cinematografía azteca, donde el cambio gradual se siente, está implícito en las caras de Beatriz y de Reyes, aunque se vele por el diálogo áspero.
El “don nadie” accede a la mujer rica, es un tema recurrente en la literatura, el cine y la televisión; pero en las manos del “Indio” Fernández, María Félix, Pedro Armendáriz, y demás participantes, como Figueroa, da gusto verlo.
Más allá del romance que cuenta esta historia, están otros temas que la película toca sin esconderlos:
En tiempos de La Revolución, el acceso de los rebeldes a los ricos, a las mujeres ricas en este caso; es facilitado bien sea por la violencia o por cualquier otro mecanismo de fuerza, sea intimidación, coerción, etc.
Y no solo a las mujeres, también a los bienes, pues El General Reyes comienza confiscando bienes al llegar a Cholula; y lo primero que pregunta al llegar al pueblo, es qué tienen y quiénes son los ricos del pueblo.
A lo largo de la historia, sin embargo, el capitán se va humanizando, y pretende el amor de Beatriz de manera natural, sin tener que recurrir a su estatus de mandamás, que por cierto, es provisional, como todo en la vida, incluyendo a la vida misma.
También, ese cambio de actitud del militar, lo lleva a perdonarle la vida al padre de Beatriz, por razones obvias, a quien inicialmente había encarcelado.
Es decir, que La Revolución establece selectivamente las víctimas de acuerdo al interés personal del que selecciona dichas víctimas, no porque La Revolución tenga una agenda y unos lineamientos claros.
Esto no es nuevo, se diría que es inmanente a la naturaleza humana; y si no lo es a la naturaleza, lo es a la condición humana.
Por otra parte, la mujer termina por aceptar que su verdadero amor es el agrio rebelde, y no el ponderado burgués con el que se iba a casar.
Un aspecto interesante, es la escena en la que Reyes mantiene una plática, con cierta profundidad filosófica, con su antiguo condiscípulo, el cura del pueblo, Rafael Sierra.
En ese diálogo se resalta la similitud de las enseñanzas cristianas con el proceso revolucionario, y el hecho de que Los Reyes Magos, también en alusión al revolucionario con quien comparte el apellido Reyes; tan burgueses ellos, se postran ante el niño Jesús, como él también, un pobre nacido en un establo, que es donde reside en el pueblo.
La Iglesia, que se jacta de ser “la abanderada de los desposeídos”, siempre ha señalado como virtudes, la piedad, la misericordia, la caridad, y sus similares…
Se pregunta Reyes:
¿Qué diferencia hay entre los fines de La Iglesia y los de La Revolución, si ambas claman por justicia y por el apoyo a los pobres?
Y hay al menos, una diferencia formal:
La Revolución destruye, irrespeta, mata al que no está con ella; mientras que La Iglesia “pretende mejoras” acudiendo al poderoso, pero no destruyéndolo, al menos en principio, pero también aprovechándose de las situaciones a conveniencia.
Pero no es poca diferencia...
Tal pareciera que el director se pregunta, si los procedimientos de La Revolución son legítimos, si tanta violencia vale la pena, como bien lo hiciera en otros tiempos La Inquisición...
Otro elemento que figura en la trama, relacionado con la violencia, es el exacerbado machismo.
Después de tomar el pueblo, los revolucionarios se relajan platicando en la plaza principal, cuando Beatriz pasa rumbo a la iglesia, y se levanta ligeramente la falda para subir la escalinata.
Al verla, El General Reyes le silba… a lo que Beatriz se vuelve, violenta, y sin pensarlo 2 veces lo abofetea.
Extasiado, Reyes murmura:
“Con esta mujer me voy a casar”, y se lanza a perseguirla por los portales que rodean la plaza...
En otra parte de la trama, orgullosa pero inquieta, Beatriz escucha a lo lejos la serenata que el enamorado Reyes le lleva a su balcón...
Sólo vemos sus ojos, y con eso es suficiente para saber que ella también se está enamorando..
¡Inolvidable momento!
Un hito de la filmografía, en lo que respecta a conquista de una resabiada mujer que se resiste a un hombre intensamente enamorado de ella; y en verdad, la película debía llamarse “Enamorado”, en lugar de “Enamorada”, pues durante gran parte de la historia, es el varón cabrío protagonista, el que se siente irremediable y verdaderamente enamorado de la fémina, mientras que ella a cambio lo desestima y menosprecia.
María Félix, dijo una vez en una entrevista, que Gabriel Figueroa, el fotógrafo de la película, como principal responsable de esa toma, antes “le hizo lavarse los ojos 21 veces con té de manzanilla, hasta lograr el brillo que él requería”
El director, Emilio Fernández, quedó tan encantado con el clímax romántico de la toma, que felicitó al “Trío Calaveras” conformado por Miguel Bermejo y Pepe Zaldívar, que había sustituido al hermano del anterior que abandonó el conjunto 4 años antes, y a Raúl Prado haciendo de tenor; por la forma tan seductora y emocional conque habían interpretado “La Malagueña”; tanto le gustó al indio Fernández el resultado, que no hizo falta repetir la toma ni una sola vez.
Sólo intervienen Pedro Armendáriz, “El Trío Calaveras” y María Félix, pero la escena es fascinante, de una atmósfera enamoradiza extraordinaria, ante la cual, el más alejado espectador que la contemple en el tiempo, se transportará o quedará cautivado por la melodía, la letra de la canción, los ojos y las expresiones de la actriz; y cualquiera que vea esta escena de la serenata, en la época que sea, la considerará un momento arrebatador y excelso en la historia del cine mundial.
El fotógrafo fue Gabriel Figueroa, una leyenda en sí mismo, cuyas tomas y conceptos panorámicos del paisaje, además del emplazamiento de las cámaras para realzar la monumentalidad de la perspectiva, le valieron el reconocimiento internacional, tanto que existe un término llamado “los cielos de Figueroa” por este sello característico; que junto a la utilización de una lámpara a ras de piso, en las tomas finales nocturnas de la película, cuando los revolucionarios se marchan de Cholula, capta el movimiento proyectándolo en una escala mayor sobre las paredes, brindando un efecto hermoso.
Como punto y aparte, Gabriel Figueroa está a la misma altura de Emmanuel Lubezki, o tal vez mayor, sobre todo considerando las limitantes de la época.
Pero hay más momentos musicales hermosos, signo inconfundible de un buen melodrama, que van conformando el espíritu de Enamorada.
Así, en una taberna, mientras el hombre enamorado, que es un General revolucionario, pone el nombre de su enamorada, la rica del pueblo que han ocupado, en una mesa con una navaja… suenan de fondo los acordes de “Adelita”, el himno de las soldaderas de La Revolución, y en una escena anterior, El General ha salido en defensa de estas mujeres, cuando su amada, que no las conoce, las ha llamado mujerzuelas y aventureras… y ante los bofetones que recibe de la dama, él le devuelve otro bofetón…
El General, atormentado, reflexiona sobre su amor imposible… y otro viejo revolucionario le hace meditar sobre la posibilidad de perdonarse…
O ese momento, donde El General revolucionario entra a la iglesia, esa joya de Cholula, San Francisco de Acatepec; para preguntar a su amigo de la infancia, el sacerdote, quién es la mujer de la que se ha enamorado…
El sacerdote está cantando el “Ave María” de Schubert, y el revolucionario camina con respeto por las dependencias de la iglesia, como envuelto por la sacralidad del momento…
Después, ambos se sitúan delante de un cuadro de La Adoración de Los Reyes Magos, y El General realiza una interpretación de la pintura, que dota a la revolución de un misticismo espiritual.
Da una interpretación que también se ha perdido en la religión que representa su amigo… y busca situarlo en un lugar donde le dé la luz, donde no caiga en olvido, como signo para el cura de no distanciarse de su vocación, pues también es hombre y está enamorado de Beatriz…
Otro momento tiene lugar cuando las tropas del General Reyes se ven obligadas a abandonar Cholula, mientras Beatriz se está casando con su prometido...
Desesperada, la joven estira el collar de perlas que lleva al cuello, hasta que éste se rompe.
Las perlas caen al suelo, y ella corre a encontrarse con su verdadero amor…
Por supuesto que hay algunos huecos en la historia, como la aparición de la niña llamada Adelita, adoptada por El General Juan José Reyes, que sólo aparece un par de minutos en escena, y desaparece después por completo de la película; pero son minúsculos estos detalles si los comparamos con todos los aciertos del guión y la puesta en escena.
Como signo de la época, en la pantalla, la mujer va obteniendo el sitio que la sociedad le niega, y si al Indio Fernández le regocija el final, en el que María sigue a pie al General a caballo, la hembra levantisca reducida a la docilidad de la soldadera ignota; Figueroa la capta en el esplendor colérico, quizás la mutación más significativa de la belleza, que escena tras escena, en Enamorada, el mito de La Doña se afianza, porque aún en 1946, sólo ella hace creíble a una mujer que desafíe a los meros machos, como cuando María golpea a Juan y lo reta:
“Si es hombre, aguántese, que me vio los 2 chamorros”
¿Y qué más se dice?
Podríamos catalogar al personaje de Beatriz, como una especie de metáfora de La Revolución; algo inalcanzable, una utopía que embelesó los ojos de los intrépidos Generales del pueblo, haciéndolos caer en una espiral de sin razón y olvido de sus propios ideales, siendo esto, el principio del fin de la misma.
Pero también un emblema bello, idealista, caprichoso, porque no decirlo, que si finalmente fuera conquistado, acompañaría el galope de los guerreros que batallaron por ella sin ningún tipo de ataduras ni prerrogativas, garantizando un paraíso terrenal, donde el amor es posible, y las diferencias extinguidas bajo la inspiración de esos misioneros que se dejaron la vida para difundir la fe en La Iberoamérica de La Conquista, o de ese niño Jesús humilde y sin apenas recursos, cuya luz hacía arrodillarse ante su presencia a Reyes y pastores sin ninguna distinción de clase ni ostentación económica…
Pero sin duda, la sorpresa viene también de los ojos de Pedro Armendáriz y de su forma de interpretar al General revolucionario, tan macho y tan sensual.
Así hay una continuidad de esos ojos, esa mirada, y su forma de actuar, vestir y moverse, así como el misticismo espiritual sobre la figura del revolucionario… como cuando irrumpe la figura del General revolucionario, en su forma de actuar y pensar, y sobre todo, el desarrollo de la parte trágica y dramática del personaje.
Los diversos encuentros entre la pareja protagonista, alcanzan momentos de comedia de alta escuela, gracias a un guión armado a través de unos diálogos muy ácidos, propicios para la réplica romántica, y a unas situaciones que logran desprender la carcajada, y para muestra, ese primer encuentro en el que La Félix se levanta la falda con el fin de despreciar la presencia del General Reyes, atizándolo acto seguido, un par de bofetadas que conquistarán el corazón del mismo.
O esos infructuosos intentos de nuestro héroe, de visitar la residencia de su preciada y difícil presa, debiendo aguantar todo tipo de insultos e improperios, incluso ser llamado “feo”, golpes y situaciones ridículas, que no lo harán desfallecer, sino que supondrán un refuerzo de su hombría herida.
Sin olvidar al magnífico actor Miguel Inclán, que se divierte con su papel de leal lacayo de Reyes, como El Capitán Bocanegra.
Enamorada, vista en su totalidad, lisonja al orgullo mexicano:
Todos los mexicanos, ya que sean revolucionarios o no, salen bien.
Dicen que el ciudadano Fidel Bernal (Manuel Dónde), él que le rogaba al General por su vida sin vergüenza, no fue mexicano… y no se precisa de donde era…
Mientras el hombre a quien Beatriz pone en ridículo, Eduardo Roberts (Eugenio Rossi) es un gringo.
Los federales no se ven, y por eso se dejan de la cuenta, pues “el vencedor escribe la historias”, por tanto, todos andaban con Villa, al menos figurativamente; y los federales son no más que figuras anónimas con uniformes, y sin caras en el cine mexicano.
A fin de cuentas, la profundidad de la película es fingida:
Se esquivan las cuestiones difíciles; y en esas conversaciones entre Reyes y el padre Rafael, que dejan entrever la dicotomía existente en una Iglesia que predicaba la igualdad de razas y clases, pero que encontraba refugio y sostén bajo el paraguas de la aristocracia enemiga del alzamiento, y en unos generales que saqueaban sus bienes, pero que en su interior mantenían cierto respeto hacia las creencias de sus ancestros; sin duda, los diálogos protagonizados por Reyes y Don Rafael se observan como el lamento del Emilio Fernández militar, que no fue capaz de hacer prosperar su lucha revolucionaria; etc., queda en nada…
“Los reyes son símbolos de la riqueza y la opresión vistos de rodillas ante el niño Jesucristo”
Enamorada, película dirigida en 1946 por Emilio “El Indio” Fernández, fue una de las favoritas del director estadounidense Martin Scorsese, que en el año 2015, fue invitado de honor, y que la seleccionó para un homenaje que le dedica El Festival Lumiére, en la ciudad de Lyon, donde los hermanos Lumiére desarrollaron el cinematógrafo en 1895, hace 120 años.
Scorsese, recibió el “Premio Lumiére”, galardón que los organizadores del Festival pretenden convertir en el premio “Nobel del cine”, y para ello incluyó al filme del Indio Fernández, protagonizado por Pedro Armendáriz y María Félix.
Y además, Enamorada junto a Scorsese, dirá presente en La Edición 71ª del Festival Internacional de Cine de Cannes, a realizarse del 8 al 19 de mayo de 2018.
Esto como parte de la sección “Cannes Classics”, en la que se presentarán una treintena de clásicos del cine mundial.
Enamorada, será presentada por el oscarizado director de cine, aunque no se ha precisado la fecha; siendo la 3ª vez que el filme de Fernández se exhibe en El Festival, ya que según agencias, la primera vez fue en la edición del año 1947; y la 2ª vez que El Festival de Cannes proyecta este clásico, fue en 2005, presentada en la playa.
Además, Enamorada tuvo una restauración importante, gracias al trabajo en conjunto con La Filmoteca UNAM, La Fundación Televisa AC, UCLA Film, Film Archive y The World Cinema Fund, esta última fundada por el propio Martin Scorsese, para evitar la pérdida de grandes obras del cine que corren riesgo de desaparición física, por culpa del deterioro lógico de los materiales químicos y los soportes de originales y copias existentes; que con el financiamiento del World Charitable Foundation, la textura de este tipo de copia restaurada, gracias a la extraordinaria conservación de una copia de nitrato única, permite en las películas en blanco y negro, una calidad única para la remasterización de la imagen en 4k.
La fotografía de Gabriel Figueroa, de esa manera, resaltará maravillosamente.
La Universidad, también colaboró en el escaneo de los materiales que debido al nitrito, conlleva un grado de dificultad técnica importante.
Además de Enamorada, se proyectarán otros 30 largometrajes clásicos de todo el mundo en la sala Luis Buñuel del Palacio de Festivales del Puerto de Cannes, en el sur de Francia; que incluye:
“Ladri di Biciclette” (1948) de Vittorio De Sica; “Det Sjunde Inseglet” o “El Séptimo Sello” (1957) de Ingmar Bergman; “Vertigo” (1958) de Alfred Hitchcock; “The Apartment” (1960) de Billy Wilder; “2001: A Space Odyssey” (1968) de Stanley Kubrick; “La Hora de Los Hornos” (1968) del argentino Pino Solanas; y “The Eyes of Orson Welles” (2018) un documental de Mark Cousins; entre otros, junto a la presencia de Jane Fonda, Christopher Nolan, Agnès Varda, Mark Cousins, Pierre Rissient, Marin Karmitz, Alice Guy, y muchas más personalidades emblemáticas del cine, quienes presentarán los filmes.
Todo un honor.

“Vengo a pedirle perdón Beatriz, pero quizás usted no me quiera escuchar.
Yo le pido perdón y se lo pediré siempre sin esperar que me lo conceda.
Tal vez mis palabras se pierdan antes de llegar a sus oídos, porque tienen que subir muy alto y su balcón está siempre cerrado.
Por eso otras voces tendrán que decirle lo que usted no deja que yo le diga”



Comentarios

Entradas populares