Mr. Smith Goes to Washington

“I can promise you one thing, I'll do nothing to disgrace the office of the United States Senate”

Thomas Jefferson fue el 3º Presidente de los Estados Unidos, ocupando el cargo entre 1801 y 1809; y se le considera uno de Los Padres Fundadores de La Nación; su eminencia viene dada porque fue el principal autor de La Declaración de Independencia de 1776; siendo uno de los fundadores más influyentes, conocido por su promoción de los ideales del republicanismo, que anticipó la visión del país como el respaldo de un gran imperio de la libertad, que promoviera la democracia y la lucha contra el imperialismo británico; por lo que constantemente es calificado como uno de los más grandes Presidentes de Estados Unidos.
Jefferson dijo una vez:
“Una pequeña rebelión de vez en cuando, es algo bueno.
Y es tan necesaria en la vida política, como las tormentas en la naturaleza”
Empecemos por Jesús de Nazaret, que lucía débil ante los escribas y fariseos que lo crucificaron, pero tuvo una voluntad infinita para cumplir con la misión que le fue encomendada, y su muerte fue un triunfo; no una derrota.
Siddhartha Gautama fue un príncipe que abandonó todas las riquezas que poseía y, en un gran acto de humildad, conoció la pobreza y el hambre, permaneció durante largas noches y días en actitud de profunda meditación hasta poder encontrar al buddha dentro de sí mismo… y ahora es un dios para millones de hombres en todo el mundo.
David, el joven y humilde pastor, en un acto de fe y decidida voluntad, enfrentó al gigante Goliat, y lo derribó con una honda.
Gandhi era la más clara imagen del hombre flácido y débil, y derrotó al ejército inglés, al que hizo abandonar la India…
Es larga y bien interesante la lista de hombres subestimados en la historia, que luego triunfaron contra todos los presupuestos y los más viles contrincantes; que ahora puede verse como una máquina política, es decir, un grupo político en el que un jefe autorizado o un grupo pequeño recibe el apoyo de un cuerpo de partidarios y empresas, generalmente trabajadores de campaña que reciben recompensas por sus esfuerzos.
El poder de la máquina se basa en la capacidad de los trabajadores para obtener el voto para sus candidatos el día de las elecciones; y aunque estos elementos son comunes a la mayoría de los partidos políticos y organizaciones, son esenciales para las máquinas políticas, que dependen de la jerarquía y las recompensas por el poder político, a menudo aplicadas por una fuerte estructura de fusta de partido; y estas a veces tienen un jefe político, a menudo se basan en el clientelismo, el sistema de botín, el control “detrás de escena” y lazos políticos de larga data dentro de la estructura de una democracia representativa.
Las máquinas generalmente se organizan de forma permanente, en lugar de una sola elección o evento; y el término puede tener un sentido peyorativo que se refiere a las máquinas políticas corruptas.
De esa manera, el término “máquina política” se remonta al siglo XX en los Estados Unidos, donde tales organizaciones han existido en algunos municipios y estados desde el siglo XVIII; y a fines del siglo XIX, las grandes ciudades de los Estados Unidos:
Boston, Chicago, Cleveland, Kansas City, New York, Filadelfia, St. Louis… fueron acusadas de utilizar máquinas políticas; y durante este tiempo, las ciudades experimentaron un rápido crecimiento bajo un gobierno ineficiente.
Pues la máquina de cada ciudad vivía bajo un sistema jerárquico con un jefe que tenía la lealtad de líderes empresariales locales, funcionarios electos y sus personas designadas, y quienes conocían los botones proverbiales de presionar para hacer las cosas; los beneficios y los problemas fueron el resultado de la regla de esas máquinas políticas.
Este sistema de control político, conocido como “bossismo”, surgió particularmente en La Edad Dorada, cuya única figura poderosa, el jefe, estaba en el centro y estaba unido a una organización compleja de figuras menores, la máquina política, mediante la reciprocidad en la promoción del interés financiero y social; porque “sugiere que el interés de la organización se coloca antes que el público en general”
Por ello, las máquinas son criticadas como antidemocráticas e inevitablemente fomentan la corrupción.
Mientras tanto, se denomina “filibusterismo” a una técnica específica de obstruccionismo parlamentario, mediante la cual se pretende bloquear la aprobación de una ley o acto legislativo, gracias a un discurso de larga duración…
Esto es eficaz en los sistemas parlamentarios en los que los representantes de la voluntad popular no tienen fijado un tiempo límite para intervenir, y ha tenido significación histórica en algunos momentos de la vida parlamentaria de algunos países.
Las reglas son muy simples:
Un congresista puede hablar lo que desee, siempre que no se siente o se detenga.
Normalmente, se suelen leer en voz alta hasta que se pospone la sesión; y por extensión, se ha denominado “filibusterismo” a cualquier forma de obstruccionismo parlamentario o de interpretación interesada de los reglamentos y usos parlamentarios que resulte favorable a un bando.
“Either I'm dead right, or I'm crazy!”
Mr. Smith Goes to Washington es un drama del año 1939, dirigida por Frank Capra.
Protagonizada por James Stewart, Jean Arthur, Claude Rains, Edward Arnold, Guy Kibbee, Thomas Mitchell, Eugene Pallette, Beulah Bondi, H.B. Warner, Harry Carey, William Demarest, entre otros.
El guión es de Sidney Buchman; basado en la historia inédita de Lewis R. Foster “The Gentleman from Montana” que trata sobre la política de los Estados Unidos; una obra pensada y dirigida como instrumento de defensa y elogio del sistema democrático, único garante de las libertades públicas y privadas, y “del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, según palabras de Abraham Lincoln.
Un filme pensado con claras intenciones pedagógicas, que se posiciona contra los regímenes totalitarios, que tantos defensores tenían mes y medio después del estallido de La Segunda Guerra Mundial el 1° de setiembre de 1939.
El guión, fue comprado originalmente por Columbia, como un vehículo para Ralph Bellamy, con Harold Wilson para producirlo.
Una vez que Frank Capra se convirtió en director, el proyecto, planeado como continuación de “Mr. Deeds Goes to Town” (1936), se tituló “Mr. Deeds Goes to Washington” siendo inicialmente protagonizaría a Gary Cooper, repitiendo su papel como Longfellow Deeds.
Pero Cooper no estaba disponible para el papel, a lo que James Stewart fue prestado de MGM:
“Sabía que sería un gran señor Smith.
Parecía el chico del campo, el idealista.
Estaba muy cerca de él”, dijo Capra.
Y una de las razones por las que Frank Capra hizo esta película, fue para ayudarlo a superar la pérdida de su hijo recién nacido, que había muerto por complicaciones de una amigdalotomía.
Inicialmente, Capra quería hacer una película sobre Frédéric Chopin, pero el director de Columbia, Harry Cohn la rechazó, alegando que sería demasiado costosa.
Capra y Cohn, estaban constantemente enfrentados por los presupuestos, a pesar de que Capra era el director más exitoso de Columbia con 2 Premios Oscar en su haber.
Escrita en un tono pesimista, ácido y descorazonador, alejado del vibrante optimismo al que Capra era adicto, la obra compone un drama potente, que se explica como un cuento moral diseñado a la manera de fábula popular; por lo que exalta la inocencia de los niños, la autenticidad de los viejos ideales, los valores de la naturaleza en estado puro, la belleza de los paisajes rurales, la fuerza de la sencillez, el poder de la sinceridad, la capacidad de convicción de la generosidad, el encanto de la infancia, etc.
Y enfrenta el mundo alegre y transparente de los niños, con sus juegos, afanes, deseos, acciones, ocurrencias y preferencias; con el mundo oscuro, opresivo, complicado y corrupto de los mayores, que ha perdido la inocencia a manos de la codicia, el egoísmo, la ambición y la ausencia de escrúpulos.
Mr. Smith Goes to Washington fue controvertida cuando se estrenó, pero también tuvo éxito en la taquilla, e hizo de James Stewart una gran estrella de cine.
Como dato curioso, debido al tema del film, el director Frank Capra fue acusado de comunista, por su denuncia de corrupción en el servicio público, en especial a las cámaras legislativas estadounidense.
La información en La Colección MPAA/PCA en la Biblioteca AMPAS, indica que en enero de 1938, Paramount y MGM enviaron copias de la historia de Lewis R. Foster a la PCA, para su aprobación.
Respondiendo a un funcionario de Paramount, el director de la PCA, Joseph Breen, advirtió:
“Recomendamos encarecidamente que tome un consejo serio antes de embarcarse en la producción de cualquier película basada en esta historia.
Nos parece una que podría estar cargada de dinamita, tanto para la industria cinematográfica como para el país en general”
Breen se opuso especialmente a “la descripción, generalmente poco halagüeña, de nuestro sistema de gobierno, que bien podría llevar a que se tenga en cuenta ese filme, tanto aquí como más particularmente en el extranjero, como un ataque encubierto contra la forma democrática de gobierno”
Breen advirtió a Columbia, que el filme debía enfatizar que “El Senado está formado por un grupo de ciudadanos honrados, que trabajan mucho e incansablemente por los mejores intereses de la nación, en oposición al Senador Joseph Paine y sus cohortes”
Después de que se reescribió el guión, Breen escribió una carta a Will H. Hays en la que afirmaba:
“Es un gran hilo que hará un gran bien a todos los que lo vean y, en mi opinión, es particularmente afortunado de que este tipo de historia se haga en este momento.
Fuera de todas las dificultades del Senador Jeff, se ha desarrollado la importancia de una democracia, y se destaca espléndidamente el rico y glorioso legado que es nuestro, y que surge cuando se tiene un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”
La película se estrenó en Constitution Hall en Washington, D.C., el 17 de octubre de 1939, patrocinada por el National Press Club, un evento al que se invitó a 4.000 invitados, incluidos 45 Senadores jueces de La Corte Suprema y miembros del gabinete.
Frank Capra estaba sentado junto al Senador de Montana, Burton Wheeler, quien fue uno de los muchos funcionarios públicos a los que no les gustó la representación negativa de la política de Washington, y abandonaron el teatro a mitad de camino.
Capra describió las consecuencias como “la peor balacera de mi vida profesional”
Mr. Smith Goes to Washington fue atacado por la prensa de Washington, y por los políticos del Congreso de los Estados Unidos como “antiestadounidense y procomunista, por su interpretación de la corrupción en el gobierno estadounidense”; mientras que Capra afirma en su autobiografía, que algunos Senadores abandonaron el estreno, los comunicados de prensa contemporáneos no tienen claro si esto ocurrió o no, o si los Senadores respondieron a gritos en la pantalla durante la película… y algunos biógrafos han acusado a Capra de “sobre dramatizar” su relato del avance en su libro, y de que no hubo una avalancha de huelgas mientras escribía.
Sin embargo, la audiencia fue solo cortésmente superficial en el mejor de los casos, y hubo ciertamente fuertes reacciones de ciertos congresistas y miembros de la prensa en los días y semanas que siguieron.
Se sabe que Alben W. Barkley, un demócrata y líder de la mayoría en El Senado, calificó la película de “tonta y estúpida”, y dijo que “hace que El Senado parezca un grupo de ladrones”
También comentó que la película era “una grotesca distorsión del Senado, ¡tan grotesca como cualquier cosa que se haya visto!
¡Imagine al Vicepresidente de los Estados Unidos guiñando el ojo a una chica bonita en la galería para alentar a un filibustero!”
Barkley pensó que la película “¡mostraba al Senado como la mayor bobada registrada!”
Pete Harrison, un respetado periodista y editor de la revista de cine, Harrison's Reports, sugirió que El Senado apruebe un proyecto de ley que permita a los propietarios de los cines negarse a exhibir películas que “no beneficiaran a nuestro país”
Eso no sucedió, pero una de las formas en que algunos Senadores intentaron tomar represalias por el daño que sintieron que la película había hecho a la reputación de su institución, fue al presionar la aprobación del Proyecto de Ley Neely Antibloque de Reservas, que finalmente llevó a la ruptura de las cadenas de teatro propiedad del estudio a fines de la década de 1940.
Columbia respondió distribuyendo un programa que presentaba el patriotismo de la película y el apoyo a la democracia, y publicitó las muchas críticas positivas de la película.
Otras objeciones fueron expresadas también:
Joseph P. Kennedy, Embajador estadounidense en Gran Bretaña, escribió a Capra y al director de Columbia, Harry Cohn:
“Tengo un gran aprecio por el Sr. Capra... pero su excelente trabajo hace que la acusación de nuestro gobierno sea aún más condenatoria para el público extranjero...
Siento que mostrar esta película en países extranjeros hará un daño inestimable al prestigio estadounidense en todo el mundo...
Las imágenes de los Estados Unidos son la mayor influencia en la opinión pública extranjera sobre el modo de vida estadounidense.
Los tiempos son precarios, el futuro es oscuro en el mejor de los casos.
Debemos ser más cuidadosos”
Cohn y Frank Capra le enviaron a Kennedy muchos recortes de reseñas y editoriales estadounidenses, todos alabando la película, y expresando la opinión de que la democracia puede resistir, y de hecho fomenta, las preguntas que plantea la película; eso apaciguó a Kennedy hasta el punto de que nunca siguió con el tema, aunque en privado todavía tenía dudas sobre la película.
Por su parte, la película fue prohibida en la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, la España de Franco, y la URSS de Stalin.
Según Capra, la película también fue doblada en ciertos países europeos para alterar el mensaje de la película, para que se ajustara a la ideología oficial; y fue amargamente denunciado por miembros de Washington furiosos por sus denuncias de corrupción, siendo así el filme prohibido por los estados fascistas en Europa que temían que demostrara que la democracia funcionaba.
Cuando se impuso la prohibición del cine estadounidense en la Francia ocupada por Alemania en 1942, algunos teatros optaron por mostrar el filme como la última película antes de que la prohibición entrara en vigor.
Según los informes, un propietario de un teatro de París proyectó la película sin parar durante 30 días después de que se anunciara la prohibición.
Por otro lado, de acuerdo al New York Times, “los Boy Scouts of America se opusieron a tener parte en el movimiento de reforma del Sr. Capra”, y Frank Capra por tanto tuvo que usar el nombre ficticio de Boy Rangers.
La prensa de Washington, en general, estaba muy indignada por la forma en que fue retratada en la película; y en consecuencia, una gran parte de las revisiones iniciales del capitolio fueron muy negativas.
Una de sus principales objeciones fue que la película les hacía pensar que estaban bebiendo demasiado…
La respuesta crítica a la película fue más medida que la reacción de los políticos, nacionales y extranjeros.
El crítico de The New York Times, por ejemplo, Frank S. Nugent, escribió que “Capra está operando, por supuesto, bajo la protección de esa cláusula no escrita en La Declaración de Derechos que otorga a cada ciudadano con derecho a voto al menos un golpe libre en El Senado.
El balanceo del Sr. Capra es desde el piso, y con el mejor humor:
Si no logra sacudir al augusto cuerpo hasta los cimientos, tanto de la risa como de la dignidad lastimada, no será culpa suya sino del Senado, y realmente deberíamos comenzar a preocuparnos por La Cámara Alta”
Contra todo, Frank Capra recibió muchas cartas a lo largo de los años, de individuos que se inspiraron en Mr. Smith Goes to Washington para dedicarse a la política; siendo hoy considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, y candidata a 11 categorías de los premios Oscar:
Mejor película, director, actor (James Stewart), argumento, actores de reparto (Harry Carey y Claude Rains), dirección artística, montaje, banda sonora, sonido; y ganó la de Mejor Guión Adaptado; siendo la primera película en ganar 2 nominaciones al Oscar al mejor actor de reparto; que curiosamente perdieron contra su coprotagonista, Thomas Mitchell por su papel en “Stagecoach” (1939), que también tenía protagonismo en otros 2 filmes nominados como Mejor Película, ganando “Gone With The Wind”; además, Mr. Smith Goes to Washington se convirtió en la primera película en perder al menos 10 premios, en 9 categorías.
Hoy, Mr. Smith Goes to Washington ocupa el puesto #5 en las 100 películas más inspiradoras de todos los tiempos del American Film Institute (AFI), en su edición de 2006; y #26 “Greatest Movie of All Time” de 2007, también del AFI.
Mr. Smith Goes to Washington se rueda en escenarios reales de Washington, como:
El Union Station, El Capitolio, Lincoln Memorial... y en escenarios que reproducen los reales, como:
El Club de Prensa, Hemiciclo del Senado, Sala de Comisiones... y en platós de Columbia Studios en Culver City, Los Angeles, con un presupuesto estimado de $1,5 millones.
La acción dramática tiene lugar en una pequeña localidad de Montana, y en Washington D.C., a lo largo de unos pocos días; y sigue a Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable cuando es nombrado Senador.
Él ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe; sin embargo, gracias a su secretaria, Clarissa Saunders (Jean Arthur), una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en El Senado, una espectacular y maratoniana intervención, haciendo uso del “filibusterismo” en su intervención maratoniana en la que, amparado por la ley, se negaba a ceder el uso de la palabra, y en la que, además de defender apasionadamente la democracia, pone en evidencia una importante trama de corrupción.
Llama la atención que el protagonista es agente forestal, jefe de exploradores, director de la publicación infantil “Cosas de niños”, director de la orquesta de los Boy Rangers y líder de los niños y niñas del pueblo que le adoran con entusiasmo.
Es idealista, inocente, íntegro, honesto y valeroso; y tiene como modelos a:
Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Daniel Webster.
Y como personaje es puramente “capriano”, pueblerino, altamente honesto, listo pero ingenuo, capaz pero torpe, objetivo de la mofa pero que despierta finalmente compasión, admiración y respeto; y que de repente se encuentra en un mundo hostil, poderoso, ambicioso, manipulador, corrupto y amoral.
Y en Mr. Smith Goes to Washington Capra nos vuelve a presentar esa típica lucha entre David y Goliat, donde la heroína encarna la figura de la mujer moderna:
Decidida, independiente, inteligente e integrada en el mundo laboral; mientras el malvado es mucho más complejo y maligno que los modelos al uso en cine hasta entonces; pues maneja el poder económico, el político y el mediático.
Sus aliados son la corrupción, la manipulación de la verdad, la compra de voluntades y el crimen organizado.
De esa manera, Jefferson Smith representa la ingenuidad de creer en los valores morales, antes que en las obligaciones económicas.
Cree que el ser humano nace libre e igual, y no deudor y sometido, como hoy nos hacen creer cuando de ciudadanos nos convierten en deudores.
Y son esos valores que encuentra en su visita a los monumentos de Washington los que han sido olvidados y pisoteados por los Senadores, periodistas y los corruptores de éstos:
Los empresarios y banqueros con su avaricia y usura.
Mr. Smith Goes to Washington es Capra por excelencia, impactante, humana y absorbente; un drama que combina lo atemporal con temas actuales y un toque patriótico magistralmente mezclado con el conjunto; donde el humor de Capra se ha convertido no sólo en una broma ingeniosa, sino en un testamento emocionante e inspirador a la libertad, la simplicidad y la honestidad, y a la dignidad innata del hombre de a pie.
Por tanto, es una película importante por la representación que hace de la corrupción política, no es alarmista sino extenuante y triste; una obra ácida y a veces pesimista, que podríamos decir que es la película menos positiva de Capra, porque crítica a los poderes del estado, y que nos habla de cómo un hombre honrado puede ser capaz de luchar contra una sociedad contaminada por intereses económicos y personales, en donde casi todo tiene un precio.
Así vemos como es una historia atemporal, que sigue estando de rabiosa actualidad.
¿Cómo podemos luchar contra una sociedad que consideramos sin valores, corrupta y vacía?
Recomendamos sin duda esta obra maestra que nos muestra la potencialidad de la honestidad de nuestros ideales para luchar contra la adversidad, defender nobles utopías, y luchar de manera inquebrantable por las causas justas.
“I'll tell 'em the truth.
Might as well find it out now as later”
Frank Capra ha sido visto como el cineasta de La Depresión y del “New Deal” por sus películas referidas a esta época, especialmente las de la década de 1940.
Como forma y fondo, Mr. Smith Goes to Washington se considera como la “mejor puesta en práctica de las teorías de Eisenstein sobre montaje, y la más monstruosa atrocidad sobre sus teorías políticas”; pues es una obra cinematográfica que, junto a “Meet John Doe” (1941), ilustra el cine populista de izquierdas que llegó a hacer Capra, según se ha considerado por determinados autores, aunque es bastante matizable achacar de “izquierdista” a Capra.
Y es que la obsesión que tenía el director en aquella época, por aprovechar su popularidad para crear películas serias con mensaje, se materializó aquí mejor que en ninguna otra obra de su carrera.
Mr. Smith Goes to Washington, indudablemente tenía un fuerte mensaje detrás, e intentaba adoctrinar al público pero sin perder de vista el argumento y los personajes, ni cayendo jamás en el error de situarles por debajo de las ideas que se pretendían transmitir.
Se evitaba además un tono demasiado serio y solemne, para demostrar que la comedia también podía ser un vehículo para polemizar y tratar argumentos serios como éste.
Como producción, Columbia Pictures compró originalmente la historia inédita de Lewis R. Foster, llamada “The Gentleman from Montana” y “The Gentleman from Wyoming”, como un vehículo para Ralph Bellamy, pero una vez que Frank Capra se incorporó como director, después de que Rouben Mamoulian expresara su interés; la película iba a ser una continuación de “Mr. Deeds Goes to Town”, llamada “Mr. Deeds Goes to Washington”, con Gary Cooper repitiendo su papel como Longfellow Deeds
Pero como Cooper no estaba disponible, Capra lo vio de inmediato como vehículo para Jimmy Stewart y Jean Arthur.
Con los problemas de censura anteriormente descritos, en el estudio, para garantizar la autenticidad, se creó un complejo conjunto compuesto por salas de comités senatoriales, salas de manto y suites de hotel, así como monumentos específicos de Washington D.C., todos basados en un viaje que Capra y su tripulación hicieron a la capital .
Incluso el Club de Prensa de Washington se reprodujo en detalle, pero el mayor esfuerzo fue una reproducción fiel de la Cámara del Senado en el lote de Columbia.
James D. Preston, un ex superintendente de la galería del Senado, actuó como director técnico para el conjunto del Senado, además de asesorar sobre el protocolo político.
La producción también utilizó el conjunto de calles de New York, en el lote de Warner Bros., utilizando 1,000 extras cuando se filmó esa escena.
Además, el final de la película, aparentemente cambió en algún momento, ya que el programa original describía a Stewart y Arthur regresando a la ciudad natal de Smith, donde se encontraron con un gran desfile, con la implicación de que están casados y formando una familia...
Además, la máquina política de Taylor se muestra aplastada; Smith, en una motocicleta, visita al Senador Paine y lo perdona; y se incluye una visita a la madre de Smith.
Parte de este metraje se puede ver en el avance oficial de la película.
Todo inicia cuando el gobernador de un estado del oeste, no identificado, Hubert “Happy” Hopper (Guy Kibbee), tiene que elegir un reemplazo para el fallecido Senador estadounidense, Sam Foley.
Su corrupto jefe político, Jim Taylor (Edward Arnold), presiona a Hopper para que elija su títere “a dedo”, mientras que los comités populares quieren un reformador, Henry Hill.
Pero los hijos del gobernador quieren que él seleccione a Jefferson Smith, el jefe de los Boy Rangers…
Incapaz de decidirse entre el títere de Taylor y el reformador, Hopper decide lanzar una moneda; y cuando aterriza en el borde, y al lado de una historia periodística sobre uno de los logros de Smith, escoge a Smith, calculando que su imagen sana complacerá a la gente, mientras que su ingenuidad lo hará fácil de manipular.
El Senador menor Smith, es tomado bajo el ala del público estimado, pero secretamente torcido, El Senador Joseph Paine (Claude Rains), quien fue el amigo del fallecido padre de Smith; por lo que él desarrolla una atracción inmediata hacia la hija del Senador, Susan (Astrid Allwyn)
En la casa del Senador Paine, Smith tiene una conversación con Susan, inquieta y torpe, fascinada por la joven de la alta sociedad; donde su naturaleza ingenua y honesta, permite que la implacable prensa de Washington se aproveche de él, empañando rápidamente su reputación con ridículas imágenes de portada y titulares que lo tildan de “tonto”
Para mantener a Smith ocupado, Paine sugiere que proponga un proyecto de ley...
Con la ayuda de su secretaria, Clarissa Saunders, quien fue la asistente del predecesor de Smith, y había estado en Washington y la política durante años, Smith presenta un proyecto de ley para autorizar un préstamo del gobierno federal para comprar un terreno en su casa estado, para un campamento nacional de niños, para que los jóvenes lo paguen en todo Estados Unidos.
Las donaciones se vierten de inmediato; sin embargo, el campamento propuesto ya es parte de un esquema de injertos de construcción de represas incluido en una ley de asignaciones enmarcada por la máquina política de Taylor, y respaldada por El Senador Paine.
No deseoso de crucificar al adorado Smith para que su plan de injerto sea aprobado, Paine le dice a Taylor que quiere irse, pero Taylor le recuerda que Paine está en el poder principalmente a través de la influencia de Taylor.
A través de Paine, la máquina en su estado acusa a Smith de intentar sacar provecho de su factura, produciendo evidencia fraudulenta de que Smith ya posee la tierra en cuestión.
Smith está demasiado conmocionado por la traición de Paine para defenderse y huye.
Saunders, que despreció a Smith al principio, pero ha llegado a creer en él, lo convence de lanzar una maniobra obstruccionista para posponer el proyecto de ley de asignaciones, y demostrar su inocencia en El Senado justo antes de la votación para expulsarlo.
En su última oportunidad para demostrar su inocencia, habla sin parar durante aproximadamente 24 horas, reafirmando los ideales estadounidenses de libertad, y revelando los verdaderos motivos del plan de la represa.
Sin embargo, ninguno de los Senadores está convencido.
Los constituyentes intentan reunirse a su alrededor, pero la oposición atrincherada es demasiado poderosa, y todos los intentos son aplastados.
Debido a la influencia de la máquina de Taylor, los periódicos y las estaciones de radio en el estado de origen de Smith, por orden de Taylor, se niegan a informar lo que Smith tiene que decir, e incluso distorsionan los hechos contra El Senador.
Un esfuerzo de los Boy Rangers para difundir las noticias en apoyo de Smith, da como resultado ataques feroces contra los niños por parte de los secuaces de Taylor.
Aunque toda esperanza parece perdida, los Senadores comienzan a prestar atención cuando Smith se acerca al cansancio total.
Paine tiene una última carta bajo la manga:
Trae contenedores de cartas y telegramas del estado de origen de Smith, supuestamente de personas promedio que demandan su expulsión.
Casi quebrantado por las noticias, Smith encuentra un pequeño rayo de esperanza en una sonrisa amistosa del Presidente del Senado (Harry Carey)
Y Smith se compromete a seguir adelante hasta que la gente le crea, pero inmediatamente se desmaya…
Abrumado por la culpa, Paine deja la cámara del Senado, e intenta suicidarse con un disparo, pero es detenido por Senadores en espera.
Luego irrumpe de nuevo en La Cámara del Senado, gritando una confesión a todo el plan; Paine además insiste en que debe ser expulsado del Senado y afirma la inocencia de Smith, para deleite de Clarissa.
Al final, El Presidente del Senado observa el caos que siguió con diversión…
Frank Capra era de los pocos directores de la época que podía permitirse tener las agallas de llevar a cabo un proyecto semejante.
Aunque se le suele asociar siempre con películas joviales e idealizadas, llenas de valores puros y honestos en que siempre tiene lugar un bucólico final feliz, la realidad es que, examinándolas con más cuidado, son mucho más críticas de lo que pueda parecer, y no tienen mucho de comedia, sino de ácido drama; pero el truco del director siempre fue el mismo, y siempre le funcionó:
El final feliz; pues cuando sus films acaban con ese esperanzador final feliz que permite a los espectadores respirar aliviados, uno olvida con demasiada facilidad todo lo que ha sucedido antes.
Es el juego de mostrar todas las injusticias que asolan nuestra sociedad y, una vez nos ha echado en cara la corrupción y las desigualdades sociales, en el último minuto se desdicen y añade un “happy end” como diciendo, pese a eso, todo sale bien y todos los personajes tienen un final feliz.
Ese cierre que dejaba satisfecho a los espectadores y los productores, hacía que lo que mostraba antes pareciera menos grave, pero todo eso sigue estando ahí hasta el último momento.
Mr. Smith Goes to Washington no es un excepción, por mucho que el final acabe siendo optimista, eso no quita que durante las 2 horas de film se nos haya mostrado con total claridad, cómo una serie de hombres poderosos juegan con la democracia a su antojo; y exhibir eso en 1939 era una locura.
La primera parte del film es la que más nos recuerda al Capra más amable de sus anteriores comedias:
James Stewart, absolutamente pletórico como Jefferson Smith, el nombre de uno de los Presidentes más célebres de EEUU con el apellido más común posible en la nación; es durante este primer segmento el encargado de darle a la película un tono ligero y divertido, interpretando a ese nuevo Senador tan inocente y casi infantil; porque Smith es uno de esos héroes populares creados por Capra y su imprescindible guionista Robert Riskin, que no participa en este film pero fue el creador de este tipo de personajes con los que el público se sentía tan identificado.
Por lo que Capra era muy inteligente y había descubierto la fórmula infalible para crear comedias populares que le hicieran de oro, el tipo de films que tanto necesitaba la gente en los años 30, películas que les entretenían y, al mismo tiempo, les transmitían ideas y valores con los que se sentían identificados como el amor al prójimo, el triunfo del bien sobre el mal, y esa idea tan sumamente inocente, quizás incluso ya para esa época, de que el hombre humilde vive más feliz que los hombres ricos, demasiado preocupados por su dinero.
Teniendo eso en cuenta, Mr. Smith Goes to Washington era el filme más ambicioso hasta el momento, y Capra no quiso por ello desprenderse de su héroe prototípico que tan bien le funcionaba, y con el que el público se identificaría mucho antes que con un héroe más tradicional que destacara por su astucia.
El triunfo del sencillo Mr. Smith, era una victoria que todos acabarían asimilando más fácilmente como propia; y cómo no, la primera parte de Mr. Smith Goes to Washington no deja de ser la típica comedia populista, siguiendo la clásica idea de “sencillo chico de pueblo va a la ciudad”
Aquí es donde Capra y Stewart se sirven más de la faceta cómica del actor, explotando al máximo su ingenuidad:
El incorregible Senador se trae consigo palomas mensajeras para escribir a su madre; cada vez que habla con la hija del Senador Paine se avergüenza tanto que no puede tener las manos quietas, magnífico el detalle de Capra de hacer que durante todo el diálogo solo se vea como Smith sujeta su sombrero nerviosamente y se le cae continuamente, más tarde repetirá el gag usando el teléfono; y lo mejor de todo, cada vez que ve un monumento se vuelve loco, y lo señala gritando emocionado.
Entonces viene un segmento que seguramente se le hará incómodo a muchos espectadores, cuando contemplamos con Smith todos los monumentos de Washington como el Lincoln Memorial, y se nos iluminan en la pantalla todos los ideales patrióticos, que se muestran con un vistoso montaje en el que no faltan las clásicas campanas ceremoniosas… sin embargo, no nos dejemos engañar creyendo que esto es patriotismo barato, lo sería si estuviera al final de la película, pero la estrategia de Capra es inundarnos de todos estos valores en los que cree Smith, para después echarnos en cara, cómo todo eso se ha echado a perder con un gobierno lleno de corrupción y engaños; y metiéndonos todo este patriotismo y los discursos sobre libertad y democracia, Capra consigue que todo lo que suceda luego nos haga sentir más desencantados aún con el gobierno.
Porque la historia de Jefferson Smith nos habla de la honestidad y sus opuestos, la corrupción, la mentira, la traición o la falta de valores.
Nos muestra como necesitamos grandes dosis de civismo, coraje e integridad para no caer en estos opuestos, y poder así mantenerse firme y luchar contra los obstáculos que se imponen entre nosotros y la decadencia moral imperante.
Por ello, Jefferson Smith, caracterizado por James Stewart, dando vida a un provinciano de un estado de la costa oeste de los Estados Unidos que debe sustituir temporalmente a un Senador que ha fallecido; lo hace en un momento crítico, en que debe ser aprobada una ley encabezada por El Senador Paine de su partido.
Smith es un icono del hombre con modales y costumbres del campesino, y del luchador frente a la opresión del poder y defensor de los débiles.
Su elección se celebrará en su tierra natal, que nunca se nombra, como el triunfo de un hombre de provincias en su ascenso al Senado.
El personaje está magistralmente retratado y, al mismo tiempo, dibujado con una terrible evolución.
El Smith del inicio de la película es el defensor de los niños, el joven patriota, el personaje infantil e inocente con tono ligero; y el Smith de la última parte de la película es incluso agresivo, tenaz en la defensa de los derechos que considera inalienables, duro en El Senado.
Es un personaje cercano a los niños, y conforma un héroe prototípico al estilo de Don Quijote; siendo esta analogía presente en la misma película; y es posible relacionarlo con otros héroes históricos como Jesucristo, Siddhartha Gautama, David, o incluso Gandhi, todos ellos héroes subestimados en su vida, que acabaron triunfando; y todos ellos defendieron unos ideales considerados como sagrados, a pesar del ambiente hostil que vivieron.
Dicho ambiente llevó a Jesucristo hasta la muerte; y a Don Quijote hasta la locura máxima; pero en el caso de Smith, le lleva hasta el amargo triunfo.
Porque Jefferson Smith es un “David sin honda”, que sólo dispone de sus convicciones como armas, que le otorgarán la suficiente fuerza para atacar y vencer las corruptelas existentes.
Todo este sentimiento patriótico de Smith, de hecho se hace empalagoso hasta para el resto de personajes, que ya conocen cómo funciona todo en realidad.
Sin embargo, cuanto más contemplamos lo ilusionado que está con su nuevo cargo y su gobierno, más tememos por él cuando conozca la verdad…
Eso es lo que le sucede a su secretaria Clarissa Saunders, quien acaba estallando y echándole todo en cara, para luego dimitir al no soportar que se engañe así a ese pobre chico.
De hecho, en cierto momento le dice que él es un niño metido en un mundo de adultos, y le ruega que vuelva a su mundo de niños.
El momento decisivo de este choque entre su visión idealizada del gobierno y la dura realidad, se produce cuando escribe ilusionado su nueva ley sobre un campamento para niños en que se les enseñará valores estadounidenses rodeados por la naturaleza, y que se subvencionará con sus propias donaciones, creo que hay pocas ideas más “caprianas” que ésta; y pese a que la cínica Saunders intenta instruirle sobre el duro proceso por el que pasará su ley, Smith sigue adelante, y se decide redactarla enteramente en una noche.
En cierto momento, propone que el campamento se sitúe en la zona en la cual El Senador Paine y el magnate Taylor tienen pensado edificar una presa para enriquecerse…
Irónicamente, El Senador Paine, que ha cogido cariño a Smith porque su padre era su mejor amigo de infancia; fue quien le convenció para que llevara adelante ese proyecto, confiando que así no se enteraría de la nueva ley que pronto sería aprobada.
El suspense aumenta, porque sabemos que la colisión va a ser inminente y, efectivamente, así acaba siendo.
Aquí es cuando nuestro héroe deja al descubierto sus mejores cualidades y sus peores defectos:
Por un lado es tan íntegro que no se deja convencer lo más mínimo por los argumentos de Taylor o Paine sobre que deje las cosas como están; y por el otro, al ser un niño en un mundo de adultos, está condenado de antemano a perder la batalla.
Pocos momentos hay en la película que se nos antojen tan dolorosos como cuando el magnate Taylor le asegura que tiene comprado al Senador Paine, y Smith, que le tiene idealizado por la amistad con su padre, se lo niega rotundamente.
Es como ver caído al ídolo…
Y Capra supo utilizar mejor que nunca el recurso de que un personaje esté engañando a otro para beneficio propio, aunque los una un vínculo de amistad o amor que haga que la revelación de este suceso hunda al protagonista.
La charla entre Smith y Paine, en que le da a conocer la verdad se nos acaba haciendo tan violenta a nosotros, como a los propios personajes.
Pero:
¿De dónde surgen esas convicciones de Smith?
Son las convicciones y los ideales de Los Padres Fundadores de La Nación estadounidense, los ideales de La Independencia de 1776 y de La Constitución Federal de 1787, unidos a la redefinición y potenciación de la nación tras La Guerra de Secesión, y simbolizados en el nombre completo del personaje.
Jefferson Smith es un patriótico convencido de la moralidad de su nación, de la virtud de los ciudadanos, del amor por la “res publica” y la relación activa con lo público.
El orden republicano instaurado en Estados Unidos, sustentado e ideado por múltiples influencias:
Maquiavelo, Locke, Harrington, Milton, Paine, etc., crea la imagen de una tierra de la libertad y de las oportunidades, así como de la igualdad de las personas, cuya valía únicamente proviene de su habilidad, y no del origen.
Es la tierra de “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, alejada de los “abusos y usurpaciones”, según La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776.
Así, Smith participa de todo ello, personificando a un ciudadano patriótico y virtuoso, que pronto se ve atacado por la dura y cruda realidad; y también se ve imbuido del espíritu de Gettysburg y de Lincoln, hecho observable en sus visitas al Lincoln Memorial, en Washington D.C.
El discurso de Gettysburg, pronunciado por Abraham Lincoln en julio de 1863, se ha convertido en un clásico de la historia estadounidense, y ha sido leído por otros presidentes posteriores:
“Que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano”, es decir, la nación estadounidense se forja de nuevo con el fin de La Guerra Civil, siendo este hecho un hito fundamental en la construcción de la identidad nacional.
La escena que observamos en la película, en el momento en que Smith ve a un niño con un abuelo leyendo este discurso, fue escogida por Capra tras tener una experiencia similar en el mismo lugar.
“EEUU es la tierra de la búsqueda de la felicidad”, y Smith pretende, dentro de su idealismo y patrioterismo ortodoxo unido a su cierta ingenuidad, hacer realidad esta máxima.
Y con todo ello, Capra consiguió crear uno de los mayores clímax finales que se hubieran visto en Hollywood hasta entonces, llevando la lucha de Smith contra la corrupción hasta el mayor extremo:
Smith, justo antes de ser expulsado en la reunión del Senado, consigue el turno de palabra para defenderse, y acaba en una extraña situación en la cual si cede su turno será inmediatamente expulsado.
A modo de protesta, Paine moviliza al resto de Senadores para que no le hagan caso y, aunque lo consigue, Smith se propone seguir hablando indefinidamente confiando que la prensa difunda lo que sucede en El Senado.
Esta larga secuencia es en sí misma uno de los mayores logros de la carrera de Capra, y uno de los momentos cumbre de la carrera de James Stewart.
Es la gran lucha de Mr. Smith contra el sistema en la que se sirve no de su fuerza o astucia, puesto que no posee ninguna de esas 2 cualidades, veamos su físico… sino de su inquebrantable amor hacia su país y la justicia, que es lo que le mantiene en pie hablando sin parar durante 23 horas.
Una auténtica lucha de desgaste, y Capra y Stewart consiguen que incluso nos emocionen los manidos discursos de Mr. Smith sobre la libertad y la democracia:
“La libertad es algo demasiado valioso como para guardarla en los libros”
Por ello, La Constitución de 1787 y El Discurso de Gettysburg pronunciado por Abraham Lincoln, cuya frase final lee Jefferson Smith con emoción contenida, son el alimento de nuestro héroe cinematográfico, que representa a juicio de Capra, la esperanza de renacimiento de la nación, sojuzgada por el dinero y la hipocresía.
Y es cierto que Capra no puede evitar convertir al Senado en una especie de circo en que Smith aún hace alguna gracia, y el público asistente aplaude sus discursos, pero a medida que avanza el tiempo, el tono amable va desapareciendo progresivamente hasta llegar al duro final.
Por otro lado, la visión que da Capra en estos minutos del funcionamiento de los medios de comunicación puede parecer algo excesiva, pero visto hoy en día, uno no puede evitar pensar que no iba muy desencaminado:
Ningún medio de prensa accede a publicar lo que sucede realmente en El Senado, y todos se posicionan contra Smith, a causa del largo y poderoso brazo del magnate Taylor.
Cuando Clarissa sugiere usar a los “Boy Rangers” de Smith para que difundan todo en su periódico local, uno espera que ahí se encuentre ese giro final típico de Capra, esperanzador, dando la idea de que todos juntos podemos vencer al mal, incluso gracias a unos inocentes niños; pero esta vez el director iba en serio y no tiene compasión:
Los secuaces de Capra detienen a los niños, y llegan hasta a atacarlos.
Nunca en su carrera se ha atrevido a mostrar algo tan cruel y descorazonador.
Mientras la lucha de Smith por sí sola está condenada al fracaso, y creo que es una idea muy realista y atípica para una época en que los héroes podían con todo.
Los héroes de Capra por sí solos no pueden vencer, necesitan el apoyo del resto, y éste es uno de los mensajes más frecuentes del cine de Capra.
Como dato, Capra era católico, y reflexionaba sobre las consecuencias de su fe y sobre el mundo que le rodeaba, la patria que le acogió cuando llegó sin nada desde Sicilia; y como tantos estadounidenses sencillos, creía y admiraba los principios cristianos de La Constitución; por lo que hay un goteo continuo a lo largo de la película de frases de Las Sagradas Escrituras, grabadas con fuerza en La Constitución por los padres de la patria estadounidense.
Eran hombres creyentes, que se sabían parte de una civilización que debía al cristianismo sus valores de igualdad, justicia y fraternidad.
Y Capra no se resigna a ver atropellados esos principios vitales para la nación.
En su película, nos ofrece este mensaje profundamente cristiano:
“No os dejéis vencer por el mal, sino obrad el bien; es posible resistir al mal”
Y es más, Capra sabe que sólo en la resistencia frente al mal, el hombre se encuentra a sí mismo, y alcanza la felicidad; porque el mal es antinatural:
Al principio no existía el mal.
El mal entró cuando el hombre dejó de cumplir el bien, y dio la espalda a su Creador.
Pero por fin, un inocente ha resistido, y con su sacrificio hasta la extenuación ha cambiado el negro horizonte del mundo.
El mensaje encierra un claro eco de la figura de Jesucristo, reflejado en el idealista y valeroso Senador Smith.
Él no ha temido enfrentarse a las fuerzas trituradoras del mal; y en el simpático Presidente del Senado, adivinamos una discreta alusión a Dios Padre.
Cuando a Smith ya no le quedan fuerzas y está a punto de caer exhausto, El Presidente le dirige una sonrisa complacida, como diciendo:
“Ánimo, prosigue, conviene que lo hagas; sufres, pero aún te quedan fuerzas.
A todos conviene que te sacrifiques, todavía un poco más, porque tu sacrificio servirá para desenmascarar al mal y librar a todos de su poder.
Conviene, puedes…”
Son muchos los factores que limitan la democracia estadounidense en esta determinada visión de Capra; y uno de ellos es el propio funcionamiento del Senado que aparece retratado de manera ejemplar en la obra:
El rezo previo, el juramento de un Senador nuevo, la distribución de los Senadores, o el filibusterismo que ejerce Smith obstruyendo la palabra de los demás.
El proceso de aprobación de la ley, también se desarrolla de mano de Saunders, que explica a Smith la dificultad de poder llevar una ley al Senado y aprobarla por la burocracia y los trámites necesarios.
El Senado aparece como una máquina impenetrable, con una serie de Senadores uniformados y homogéneos; con un estricto reglamento, que los Senadores admiten no conocer bien, que hace cumplir El Presidente de la institución.
A pesar de esto, la crítica al Senado es clara:
Las sesiones aparecen dibujadas de modo burlesco, donde los Senadores duermen en el mejor de los casos, o simplemente no asisten a las sesiones si no es necesario.
Además, es un poder concentrado en los hombres blancos, como no podía ser de otro modo en este momento, ni siquiera hay mujeres, reflejando una sociedad todavía segregada.
En general, es una película actual y, como es lógico, recibió duras críticas por el modo en que retrató esta institución política.
La prensa es el segundo factor criticado por Capra:
Los medios de comunicación son, en un principio, garantes del pluralismo democrático y de la diversidad de opiniones.
La realidad observada en Mr. Smith Goes to Washington no puede ser más distinta:
La prensa es una herramienta de control social dominada por los partidos políticos.
Los diferentes periódicos aparecen como aparatos burocráticos que difunden informaciones elaboradas y pagadas por quienes los controlan, invalidando el mito de la prensa libre.
Es un mecanismo heredero directamente de La Segunda Revolución Industrial de las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, con una potenciación de las redes de comunicación global, y una aceleración en la información.
La prensa es una máquina manipulable, que cede al juego político representado por unas personas que conocen muy bien los métodos de manipulación, como el caso de Taylor.
No obstante, el final de la película abre una puerta a la esperanza en todos los sentidos.
No sólo la maquinaria política vuelve a su cauce natural, defendiendo una posible evolución positiva del ideal estadounidense, sino que se vislumbra un ejemplo de prensa libre:
La prensa de los “Boy Scouts”, cercanos a Smith, haciendo valer la autenticidad de los viejos ideales en el ámbito rural de la sencillez y la sinceridad frente a un mundo oscuro.
Se recurre, de este modo, a los EEUU originarios y puros, transmutados por la industrialización y la urbanización, recurriendo al agrarismo de Thomas Jefferson y la defensa de la naturaleza, personificado en el proyecto de ley de Smith acerca del campamento para jóvenes.
La corrupción es otra constante de la película contra la que arremete Capra, haciendo referencia implícita a los escándalos de los gobiernos republicanos de Harding, Coolidge y Hoover.
El proyecto de la presa en el lugar donde Smith planea construir el campamento, está defendido por una red de intereses privados y de especulación.
La corrupción llega a convertirse en amenaza hacia Smith, si no abandona su proyecto, tornándose ésta en una enfermedad de la democracia estadounidense.
El maniqueísmo es enorme:
El hombre rural e idealista, se ve amenazado por los intereses urbanos de la oligarquía industrial y financiera; la familia de Smith y los “Boy Scouts” frente a la maquinaria de los partidos e intereses industriales y del capital.
Con todo, Mr. Smith Goes to Washington, ha sido llamado una de las películas de denunciantes por excelencia en la historia de Estados Unidos; y a menudo ha sido incluido entre los mejores filmes de Capra, pero se ha notado que “marcó un punto de inflexión en la visión del mundo de Capra, desde el optimismo nervioso hasta un tono más oscuro y pesimista”
Sus filmes como:
“Lady for a Day” (1933), la oscarizada “It Happened One Night” (1934), “Mr. Deeds Goes to Town” (1936) y la también oscarizada “You Can’t Take It With You” (1938) habían pregonado su creencia en la decencia del hombre común; en cambio, en Mr. Smith Goes to Washington, el hombre común decente está rodeado por un grupo venal, mezquino y matón de ladrones.
Todos en la película, a excepción de Jefferson Smith y su pequeño grupo de creyentes, está pagado por la maquinaria política dirigida por James Taylor, o es cómplice de la corrupción de Taylor a través de su silencio, y todos se sientan mientras personas inocentes, incluidos niños, son brutalizados e intimidados, se violan los derechos, y se lleva a para al gobierno.
Sin embargo, el obstruccionismo de Smith y el aliento tácito del Presidente del Senado son emblemáticos de la creencia del director en la diferencia que un individuo puede hacer.
Este tema se ampliaría aún más en otro filme de Capra:
“It's a Wonderful Life” (1946) y películas posteriores.
Frank Capra y su equipo fueron a Washington, D.C. para filmar material de fondo y estudiar la cámara del Senado, que se reprodujo a gran escala con todo detalle en el lote de Columbia.
James D. Preston, que fue el asesor técnico de Capra para el conjunto del Senado y el protocolo político, fue un ex superintendente de la galería de prensa del Senado.
El interior del Senado de EEUU, como se muestra en la película, era una reproducción extremadamente precisa del real; y también se basaría en gran medida en los disparos de reacción de los muchos observadores en las escenas ambientadas en la cámara del Senado; pues quería mantener un flujo natural a estas tomas, por lo que no se podía utilizar la configuración habitual de una cámara:
“El equipo técnico ideó un método de disparo con múltiples cámaras y sonido múltiple que nos permitió, en un gran movimiento de equipo, filmar hasta media docena de escenas separadas antes de hacer otro gran movimiento”
Además, se enfrentó a un problema logístico desalentador al filmar las escenas del Senado.
La cámara del Senado había sido fielmente recreada en las etapas de Columbia por el director de arte Lionel Banks y un gran equipo de artesanos, y el set era solo eso, una cámara; era un conjunto alto y de cuatro lados lleno de cientos de personas.
La acción requerida para la historia, también tendría lugar simultáneamente en 3 niveles:
El piso del Senado, el estrado donde se sentaba el Vicepresidente, y las galerías que contienen la prensa y el público.
Como Capra lo puso en su autobiografía:
“Fue como encender, fotografiar y grabar cientos de escenas en 3 niveles de un pozo profundo, abierto solo en la parte superior, eran las pesadillas logísticas que enfrentaron los electricistas, los camarógrafos y los expertos en sonido”
La excelente fotografía, de Joseph Walker se apoya en un trabajo de cámara que respira transparencia, claridad y verdad; donde sobresalen 2 escenas nocturnas:
La del recorrido por la ciudad en coche, y la conversación en el Lincoln Memorial.
Como datos considerados errores:
El Presidente del Senado reconoce reiteradamente a Jeff Smith en El Senado como “El Señor Smith”, pero los Senadores no son reconocidos por su nombre sino como Senador junior o senior del estado que representan; y bajo Las Reglas Permanentes del debate gobernante del Senado, El Senador Paine técnicamente no habría podido atacar al personaje del Senador Smith y acusarlo de injerencia.
La regla establece:
“Ningún Senador en debate deberá, directa o indirectamente, mediante cualquier forma de palabras imputar a otro Senador o a otros Senadores de cualquier conducta o motivo indigno o impropio de un Senador”
Por otro lado, Mr. Smith Goes to Washington es de esas películas que pese a su gran guión y la magnífica dirección de Capra, es innegable que debe muchísimo a su asombroso plantel de actores:
James Stewart hace una de las mejores interpretaciones de su carrera, quizás la mejor dramáticamente, y eso no es decir poco.
El actor era perfectamente consciente de que ése sería el papel de su vida, y se lo tomó tan a pecho que, según comentaba sardónicamente Jean Arthur, se despertaba cada mañana tempranísimo para ir al estudio en coche conduciendo lo más lento posible para evitar un accidente de tráfico.
Anécdotas aparte, la transformación que hace en el film de actor cómico a dramático, es impresionante, la forma como pasa de ser un simple chico ingenuo a un hombre desesperado y hundido es increíble; y poquísimos actores podrían haberlo conseguido tan bien como él.
Lo más cruel de la película, con su personaje, es ver cómo se puede llegar a sentir una persona cuando la están acusando de algo que no ha cometido.
Eso debe ser verdaderamente demoledor; al tiempo que el actor estadounidense era uno de los mejores que han encarnado al estadounidense medio; y más allá de la memorable secuencia del discurso sin fin de Smith en La Cámara de Senadores, la película nos muestra la evolución del personaje y su firmeza ante los ideales:
Manipulado, calumniado, falsamente acusado y vilipendiado por los medios, Smith se aferrará a sus valores más importantes, la verdad y la razón, para exponer sus argumentos, sugestionado por el manifiesto tallado en piedra que lee en el monumento a Abraham Lincoln.
Especialmente inspirado resulta el montaje durante la secuencia que nos muestra a Smith recorriendo los principales centros conmemorativos de la ciudad del Potomac, como El Cementerio de Arlington y los monumentos a Thomas Jefferson, George Washington y el propio Lincoln.
Ese recorrido visual resulta emocionante, y no cae en el fanatismo y la intransigencia que otras manifestaciones han relacionado al ideario estadounidense, sino que apela al espíritu de sus fundadores y a sus principios democráticos como base para el mensaje del film y las convicciones de su protagonista.
También resulta meritorio el conjunto de imágenes que ilustran la represión contra los niños que intentan promulgar las ideas de Smith a través de su humilde periódico local.
Pero no se queda todo en Stewart, porque Capra aquí consigue uno de los mejores repartos de secundarios con los que podría soñar un director en aquella época:
Para empezar dándole la réplica a Stewart, tenemos al inmenso Claude Rains en la mejor actuación dramática como El Senador Joseph Paine, que además de representar el papel más dual y difícil, el rol del hombre venerable y ejemplar a los ojos de todos, que sin embargo es un sepulcro blanqueado por fuera, y por dentro todo un nicho corrompido de gusanos; y aun así, en tal nivel degenerativo aún conserva a la vez un cierto grado para la siempre posible resurrección, el cambio, el milagro y la esperanza; y el actor lo supo hacer con una admirable capacidad de convencimiento y realismo.
Este personaje marcará el equilibrio entre el triunfo de la verdad y la honestidad de Smith, frente a la corrupción, la especulación y el imperio de la falacia que representa Arnold.
Como personaje femenino, Capra volvió a contar con su actriz favorita, Jean Arthur, una de las mejores actrices cómicas del momento; que borda el papel de una muchacha aborrecida de la falsedad de la política, sin ilusiones en la vida, “una rata de ciudad” como ella dice, que sale del túnel gracias a un chico de campo.
Y en papeles más pequeños encontramos caras inolvidables como el por entonces popular actor de western, Harry Carey como Presidente del Senado; y Edward Arnold, recurrente en los papeles de villano de Capra, que siempre bordaba con mucha credibilidad, encarnando a Jim Taylor, el malo de la historia, pérfido hasta el fin, que para conseguir sus objetivos, chantajea, extorsiona e incluso agrede a una pandilla de niños; y uno de los secundarios favoritos de la historia, Thomas Mitchell, como periodista, amigo y amante no correspondido de Clarissa, un papel divertido en que el actor parece muy cómodo.
Ambos, Mitchell y Jean Arthur comparten juntos una memorable escena cómica en que acaban emborrachándose y deciden casarse, una escena que llama la atención por la forma como Capra se atrevió a mantener planos tan largos de los 2 personajes hablando sin introducir cortes, lo cual demostraba su total confianza en que ellos solos podrían llevar el ritmo.
Como curiosidad, ni los partidos republicanos ni los demócratas son mencionados en la película; ni siquiera el nombre del Estado al que pertenece Smith y El Senador Joseph Harrison Paine.
Aunque no se menciona a ninguna de las partes, las tácticas de “la máquina Taylor” sugieren que es un demócrata.
Del mismo modo, Jefferson Smith parece ser un republicano... y la película no dice cuál es realmente El Presidente del Senado…
Según los informes, el personaje de Harrison Paine se basó en el entonces Senador junior de Missouri, Harry S. Truman, entonces conocido como “El Senador de Pendergast”, por la máquina política que respaldó su primera carrera en política.
La capital del estado sin nombre de Paine y Smith, es “Jackson City”; y la capital del estado de Truman en Missouri, es Jefferson City.
Las escenas en las que James Stewart deambula asombrado por los monumentos de Washington fueron “robadas”, ya que El Servicio de Parques de los Estados Unidos había negado el permiso del estudio para filmar cerca de ellos.
Por último, Jean Arthur no se llevaba bien con James Stewart durante el rodaje, posiblemente porque había querido que su coprotagonista en “Mr. Deeds Goes to Town” (1936), Gary Cooper, se convirtiera en el señor Smith.
Arthur pensó que Stewart estaba deliberadamente demasiado lindo para su propio bien, y que Cooper era más masculino, y tenía una presencia de pantalla más fuerte.
Aunque el plan en el proyecto de ley Senador Smith del Senado pedía que la creación de un Campamento Nacional de Niños fuera una propuesta verdaderamente inusual para ese o cualquier día, su plan de financiación puede haber sido un obstáculo en sí mismo…
La razón es que las leyes que rigen la autoridad del Congreso, establecen que todas las facturas de ingresos deben originarse en La Cámara de Representantes, y no en El Senado.
Quizás, el único defecto es el excesivo patriotismo de la historia, pero se compensa por su temática política, ya que esta película podría valer para cualquier país:
La primera parte del film es la típica comedia de la época, explotando quizás demasiado la ingenuidad del protagonista, es solo una breve introducción y la única cómica que nos adentra en una segunda parte un poco más incómoda, donde se destacan mucho los ideales patrióticos estadounidenses, pero solo es un engaño de Capra para destacar todavía más si cabe, la falta de escrúpulos de los políticos corruptos, llegando a convertir por momentos al Senado y a los medios de comunicación en una especie de circo.
Todo lo visto hasta entonces, es una introducción para llegar a la larga secuencia final, probablemente una de las mejores de Frank Capra, la lucha de un hombre contra el sistema roto por la impotencia, despedazado y traicionado por el resto de Senadores, un final de esos que se recuerdan sobre todo por las grandes interpretaciones de sus protagonistas.
Además, Capra pretende demostrar que el sistema democrático representativo no es malo en sí, son las personas corruptas las que lo ensucian y denigran, seducidos por la ambición, el poder corrompe y compra voluntades y conciencias, el enriquecimiento ilícito alimenta la codicia; y narra con convicción, glosando en Smith, al hombre noble y sencillo que cree en la democracia y en la libertad, en la justicia y en la solidaridad; defendiendo y recordándole a la casta política adocenada, sumisa y corrupta, uno por uno todos los artículos de La Constitución estadounidense que todos ellos juraron defender, y que los políticos están al servicio del pueblo, y no el pueblo al servicio de los políticos u otros intereses espurios.
De esa manera, Capra consigue en algo más de 2 horas a través del personaje de James Stewart, hacernos sentir simpatía, pena, rabia y al final orgullo de un pobre campesino convertido en Senador, que cree que todo el mundo es bueno y se desengaña al llegar al Senado y descubrir que realmente el gobierno no pertenece al pueblo, sino a aquellos que controlan el capital y los medios de comunicación.
Notable resulta la banda sonora de Dimitri Tiomkin, que ofrece una partitura emotiva que acompaña y refuerza los sentimientos que Capra crea con la palabra y la imagen; y añade composiciones tradicionales, marchas populares e himnos patrióticos, como:
“Yankee Doodle”, “For He’s a Jolly Good Fellow”, “When Johnny Comes Marching Home” y “Battle Hymn of the Republic”, entre otros.
“I want to make that come to life for every boy in this land.
Yes, and all lighted up like that too!
You see, you see, boys forget what their country means by just reading 'the land of the free' in history books.
And they get to be men, they forget even more.
Liberty's too precious a thing to be buried in books, Miss Saunders.
Men should hold it up in front of them every single day of their lives and say:
“I'm free to think and to speak.
My ancestors couldn't.
I can.
And my children will”
Boys ought to grow up remembering that”
El tema de Mr. Smith Goes to Washington es de gran actualidad, aun 79 años después, es una película que habla del secuestro de la democracia por los mercados, por la avaricia de los bancos y las empresas; de la mentira de la política, una tapadera de los intereses de los capitalistas; de la violencia y chantaje sobre los ciudadanos ejercida por éstos y del papel de la prensa, que sólo es una herramienta al servicio de la mentira, la manipulación y la alteración fraudulenta de la voluntad del pueblo, en manos siempre de los poderosos.
Hoy en día, en pleno siglo XXI no somos conscientes de lo increíblemente atrevido que era este argumento en su época, y de la polémica asegurada que traería consigo.
Aunque la corrupción política no era un tema nuevo en Hollywood, pocas veces se había atrevido un director a hurgar tanto en la herida, y mostrar con detalle hasta qué punto la intocable democracia estadounidense estaba podrida por dentro.
El argumento que hoy nos parece tan tópico, en su momento era una auténtica bomba de relojería; y para muchos, los Jefferson Smith, llenas de coraje actúan a través de 4 fortalezas:
Siguen sus convicciones y creencias frente a cualquier peligro o dificultad, con valentía; viven sus vidas de acuerdo a sus valores personales, con integridad; se mantienen en pie a pesar de los obstáculos, visualizando sus metas hasta el final, con persistencia; y abrazan a la vida con brío y entusiasmo, con vitalidad.
De esa manera, las personas que poseen integridad viven sus vidas evitando cualquier tipo de doble moral, siendo consistentes en sus vidas a través de situaciones variables y comprometiéndose con otros individuos, instituciones, principios o ideales.
Por ello, Smith es un individuo coherente con los valores democráticos que defiende, sensible ante las necesidades de los demás y con una enorme valentía, lo que sin duda nos emocionará, y llegará a elevarnos al asistir a un extraordinario ejemplo de honestidad e integridad.
Porque la corrupción produce desconfianza en los partidos políticos, en los dirigentes políticos, y en la mayor parte de instituciones públicas; por lo que conduce a mucha gente a adoptar estrategias menos cooperativas, y fomenta la deserción con el objeto de no ser explotado por personas pertenecientes a redes corruptas.
Como consecuencia de lo anterior, en muchos países, genera abstención y pérdida del interés por la política, por períodos prolongados.
Eso sí, ocasionalmente aparecen movimientos de protesta que tratan de confrontarse con el poder político, y generan inestabilidad política y subsiguientemente, represión política o policial.
Para evitarlo, las causas pueden ser endógenas o internas; o exógenas o externas; y entre las muchas causas endógenas, las que tienen que ver con el individuo, podemos enlistar las siguientes:
Carencia de una conciencia social; falta de educación o de una cultura del compromiso; paradigmas distorsionados y negativos; personalidades antisociales y megalomanía; percepción sesgada del grado de corrupción presente; e infravaloración de la posibilidad de ser descubierto.
Y como elementos exógenos de la corrupción, los que dependen de la sociedad, tenemos:
Impunidad efectiva en los actos de corrupción; corporativismo partidista; modelos sociales que transmiten una falta de valores, realizando una carencia de estos; excesivo poder discrecional del funcionario público; concentración de poderes y de decisión en ciertas actividades del gobierno; discrecionalidad y escasez de decisiones colegiadas; soborno internacional; control económico o legal sobre los medios de comunicación que impiden se expongan a la luz pública los casos de corrupción; salarios demasiado bajos; falta de transparencia en la información concerniente a la utilización de los fondos públicos y de los procesos de decisión; poca eficiencia de la administración pública; y extrema complejidad del sistema.
Una clasificación de las causas de la corrupción, identifica también 3 tipos:
Económicos, político-institucionales, y culturales.
La lucha contra la corrupción implica 2 enfoques complementarios:
Uno concentrado en el combate frente a los actos realizados, y otro concentrado en acciones preventivas.
Entre las acciones preventivas se pueden nombrar la transparencia de las instituciones ante el uso de recursos públicos, mayor independencia de los medios de comunicación, y la revisión legal de las normas que se relacionan con el poder judicial para lograr una mayor independencia del poder ejecutivo y legislativo.
Si el poder legislativo y ejecutivo son controlados por ciertos partidos corruptos, estos pueden modificar la situación legislativa, entorpeciendo las labores judiciales o incluso convirtiéndolas en algo inocuo.
En ciertas épocas históricas, la aparición de manifiestos, figuras intelectuales o nuevos partidos políticos, provocaron el cambio necesario en la legislación para que actos de esta índole no sucedan.
No olvidar que la democracia, es el gobierno del pueblo, no de los mercados, ni de los acreedores.
Es un gobierno por el pueblo, no por el FMI…
Es un gobierno para el pueblo, no para los bancos.
Eso es, justamente, lo que hoy está en juego:
La democracia, tal como justamente la definió Abraham Lincoln.
Y Mr. Smith Goes to Washington es una película realmente fantástica acerca del valor de la honestidad, y de estos tópicos; que la hace realmente atemporal; pues los valores que infunde podrían servir para hoy en día; ya que muestra el cinismo de un grupo de políticos sin escrúpulos, que proclaman los ideales como base de su política cuando sus intenciones, encubiertas, son realmente otras.
Es una crítica brutal a los poderes del estado, y como un hombre honrado no tiene cabida en un mundo podrido por intereses económicos y personales, en el que todo el mundo tiene un precio, y el dinero lo puede todo.
Da miedo que una película rodada en 1939 sobre un tema tan controvertido, siga de tan rabiosa actualidad.
Hemos progresado muy poco, pero los Jefferson Smith, todavía abundan.

“I guess this is just another lost cause, Mr. Paine.
All you people don't know about lost causes.
Mr. Paine does.
He said once they were the only causes worth fighting for.
And he fought for them once, for the only reason any man ever fights for them.
Because of just one plain, simple rule:
“Love thy neighbor”
And in this world today full of hatred, a man who knows that one rule has a great trust.
You know that rule, Mr. Paine.
And I loved you for it, just as my father did.
And you know that you fight for the lost causes harder than for any others.
Yes, you even die for them, like a man we both knew, Mr. Paine.
You think I'm licked.
You all think I'm licked!
Well, I'm not licked.
And I'm going to stay right here and fight for this lost cause, even if this room gets filled with lies like these; and the Taylors and all their armies come marching into this place.
Somebody will listen to me”



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