Esteros

“Este es El Castillo del Bello Durmiente, y nadie ha venido a besarlo”

Un estuario es el lugar donde confluye la desembocadura de un río con el mar, haciendo que se unan el agua dulce del río con el agua salada del mar, cuando esta sube; y suelen tener forma de embudos, y es en la zona más ancha donde se mezclan los 2 diferentes tipos de agua.
¿Acaso alguien podría dar simbolismo a los esteros, con la idea de una relación de pareja de ambientes distintos, que naturalmente se atraen y confluyen?
Como dato, en las zonas de los estuarios, podemos encontrar arrecifes y bancos de arena, además de las marismas y los manglares.
También es una zona donde se pueden formar pequeñas islas que ejercen como barreras naturales, protegiendo la zona de las tormentas y olas, de modo que saber qué es un estuario, nos ayuda a entender la fauna y las características topográficas que nos vamos a encontrar.
La juventud, el despertar de la vida...
Muchas de las cosas que pasan allí, nos marcarán por el resto de la adultez; para bien, para mal, la forma de percibir el mundo comienza allí, y si bien no es absolutamente determinante, sí entrega el marco para continuar.
Todos tuvimos un estero en nuestra vida, una primera vez en que el universo conspiró para vivir el primer y verdadero amor.
“La próxima vez dame un mapa para entender lo que quieres”
Esteros es un drama argentino de temática gay, del año 2016, dirigido por Papu Curotto.
Protagonizado por Ignacio Rogers, Esteban Masturini, Joaquín Parada, Blas Finardi Niz, Renata Calmon, María Merlino, Marcelo Subiotto, Pablo Cura, Mariana Martinez, Felipe Titto, entre otros.
El guión es de Andi Nachon; y es la ópera prima del joven director Papu Curotto, quien se perfila como un artífice más en la factoría de películas de temática gay; y con Esteros, inspirada en un cortometraje propio de temática similar, es una historia de amor entre 2 hombres, desde niños; pero el conflicto se ancla sobre la represión del deseo, sobre el tabú que abunda en generaciones vigentes, y si bien sigue siendo una historia de amor entre 2 personas, no intentando superar demasiado ese margen, expone con claridad los límites impuestos por una sociedad unilateral y represiva; y bien se puede ver sin el epíteto de “temática gay”, pues Esteros se aproxima con sutileza a las razones de la sexualidad, al crecimiento personal, y al paso de la niñez a la adultez; y expone los obstáculos hacia la intensidad de la pasión, desarrolla las preguntas que su trama requiere, quedándose ahí, del lado de la denuncia romántica, de la pasión sexual; por lo que en Esteros importa es el comienzo de un amor, y aunque es una proclamación un poco ingenua decir que “no puede morir jamás”, se devela con lucidez la liberación sexual, quedando inmortalizada como una potencia pura.
Y es que esta producción no es otra triste película gay… es una película que toca todos los aspectos de la vida:
Familia, amistad, carrera, amor… y te hace pensar en lo que es importante en la vida, y en lo que se debe priorizar. 
Contra todo pronóstico, pues considero que la película tiene una historia ya vista pero muy bien estructurada, planificada y montada, la película tuvo su estreno teatral solo en Argentina, donde logró solo 2963 espectadores, con una taquilla total de $7,323… lo que no es justo.
La trama rodada en locaciones reales, cuenta el incipiente y latente amor de Matías (Ignacio Rogers) y Jerónimo (Esteban Masturini) en una pequeña población argentina, a finales de los 90.
Ambos se conocen desde la infancia, pero su amistad tomó un giro durante las vacaciones antes de comenzar la escuela secundaria, cuando ambos se despertaron sexualmente juntos; pero el padre de Matías rompió indirectamente su relación, al aceptar un trabajo muy lejos, justo cuando los 2 niños comenzaban a entender sus deseos e identidades sexuales.
Ahora, más de 10 años después, Matías regresa a su antiguo pueblo para el carnaval, con su novia Rochi (Renata Calmon) e inesperadamente se encuentra con Jerónimo.
Matías y su novia no son felices; ella es hermosa, sofisticada, boyante y amante de la diversión; mientras él es severo, odia el ruido y las multitudes; por lo que él y Jerónimo están mucho mejor emparejados en temperamento; sin embargo, Matías está bien educado, y tiene éxito como biólogo; y se sugiere que Matías está investigando plantas.
Por su parte, Jerónimo estudió cine, pero se dedica a hacer modelos FX, y maquilla a los asistentes a la fiesta, es abiertamente gay, y no tiene problemas en exponer su sexualidad.
Tras el encuentro y el recuerdo, los hombres deciden regresar a la casa de Jerónimo, cerca de un estuario.
La ciudad rodea la región, pero los padres de Jerónimo quieren preservar el área y mantenerla en su estado natural, lógicamente, los padres de Jerónimo se muestran más abiertos que los de Matías; y en cualquier caso, ellos han regresado al lugar donde habían estado muchas veces antes, excepto que ahora son 10 años más viejos.
Allí, en el entorno, los sentimientos reaparecerán lentamente, y alcanzarán un clímax, pero:
¿A qué precio?
Matías se deberá enfrentar a sus sentimientos tanto tiempo negados; y resolver esa parte de su pasado.
Esteros narra simplemente una bonita historia de amor, durante la narración, incluye varios “flashbacks” que explican la situación posterior de los protagonistas; pero en general, todo el relato pasa rapidísimo desde el primer momento, no hay bajón de ritmo y logra conectar con el espectador gracias a los silencios y al suspense que pone en juego al espectador para que “haga que los personajes actúen bajo su propia voluntad”
Eso sí, se agradece que no hay pluma, el gay sin estereotipos en un filme sin lugares comunes, excepto quizás con la letra de la canción de Los Charros que suena y vuelve a sonar, incluso sobre los créditos en una versión moderna vocalizada por Leo García; que llega a resultar tan forzada como obvia y esperada.
Pero la fuera de Esteros, es que es una bella y simple historia de amor, de ese primer amor que no se olvida, y que a la larga nos vuelve a encontrar; que nos da una segunda oportunidad; y en realidad se aprecia que, aunque la historia no es nueva, no está cargada de un drama innecesario, y no alargó el aspecto de la voluntad o el aspecto de ellos, aunque eso es en gran parte debido al hecho de que la película se lleva a cabo durante unos días, con “flashbacks” de cuando los personajes eran más jóvenes para rellenar la trama; y en esencia, el desarrollo real tiene lugar cuando son jóvenes y retoman lo que dejaron cuando se reúnen como adultos.
Por todo ello, me ha sorprendido muy gratamente esta historia de amor gay; donde hay mucha sensualidad, y donde la química de la pareja protagonista, ya adulta, es muy atrayente y respetuosa, para nada sexosa, aunque lo tiene, pero no raya en el morbo usual de este tipo de propuestas.
“Es tan duro contigo y con tus fobias”
Para la producción de Esteros, su director Papu Curotto, decidió continuar el camino del cortometraje “Matías y Jerónimo” (2015), donde los personajes se llaman igual, pero la idea de la amistad de infancia se expande a algo más concreto que lo que el corto muestra; por lo que este trabajo se intercala entre el pasado y el presente, y ahí hay una distancia marcada por el paso del tiempo y por la radicación de uno de los muchachos cuando se va a vivir a Brasil.
Interpretada desde una naturalidad y frescura que la hacen percibir muy auténtica, el film además aprovecha las bellas locaciones de Los Esteros del Iberá para terminar de construir esta historia de amor y deseo; por lo que los esteros del título, se refieren a una zona pantanosa cercana al lugar donde pasaban los veranos de adolescentes, y donde ahora vuelven a juntarse de adultos, sirviendo como metáfora de la relación entre ambos.
Un cuento familiar que se desarrolla con un lirismo poco común en el largometraje debutante del cineasta argentino, sobre la relación de 2 hombres durante años.
Y es que muchas otras películas han explorado el tema de un personaje central que aprende a aceptar su sexualidad después de años de auto-represión, pero Esteros destaca por su moderación y sensibilidad poco comunes; y sobre todo por unas actuaciones muy bien desarrolladas; al tiempo que es una mirada matizada y profundamente tierna del poder del verdadero amor ante la duda, ya sea auto-infligida y generacional; así, el filme centra su interés en la tensión sexual que surge entre ambos muchachos en la actualidad, cuando uno de ellos es homosexual, y el otro “heterosexual” y con novia estable.
De esa manera, los “flashbacks” de la adolescencia van aumentando las dudas y la tensión sobre si en la actualidad, y terminará pasando algo entre ellos…
Para el director:
“Esteros tiene muchas cosas de mi propia vida, pero no todas.
Me enamoré de un amigo mío cuando tenía 7 años.
Cuando nuestros padres nos descubrieron, hablaron con nosotros, y nos dijeron que no era bueno, y pusimos distancia entre nosotros durante mucho tiempo, casi 20 años.
Para mí eso fue muy duro.
Y para esta producción, le dije a Andi Nachon, un guionista amigo mío, que quería contar esa historia de amor, porque creo que todo el mundo tiene una historia de amor como esa en su infancia.
Nachon escribió el guión de Esteros, y con ella, junto y Santiago Podestá, un amigo que conocí en la universidad, creamos a Hain Cine, nuestra propia compañía de producción para rodar la película.
De ahí que Esteros es muy importante para nosotros 3, porque es nuestro primer largometraje.
Por otro lado, quería contar una historia con final feliz.
Algo simple, pero brillante.
¡Lleno de vida!
Para nosotros, era muy importante no caer en un estereotipo gay.
¡A veces siento que es muy fácil hacerlo!
Queríamos una verdadera historia de amor en una pequeña ciudad.
Donde el chico gay es un chico feliz, no alguien perturbado y lleno de traumas.
Una persona de la que podrías enamorarte.
Para mí, era importante hablar sobre el primer amor, y cómo puede marcar toda tu vida.
Todo ello mostrando la diferencia entre los años 90 y los días actuales en Argentina.
Además de todo eso, supongo que quería volver a ser mi propio amigo con esa parte de mi vida que ha sido olvidada durante mucho tiempo.
Elegimos a el equipo con mucho cuidado, sobre todo los actores jóvenes...
Queríamos muy buenos profesionales, pero también personas que querían trabajar con un principiante:
Eric Elizondo en fotografía, Santiago Guidi como asistente de dirección, Augusto Latorraca como director de arte, y Vicente Basili como productor de línea.
Todos son excelentes personas y excelentes profesionales.
Estoy muy contento de haber trabajado con ellos, por su trabajo y su amabilidad.
Y por otra parte, sobre la temática, siempre será más fácil ser gay en una ciudad grande que en una ciudad pequeña, no solo en Argentina, sino en todo el mundo.
Ahora las personas homosexuales pueden casarse, y las transexuales pueden elegir su género en su identificación; pero en los últimos meses, con la extrema derecha en el gobierno, el odio hacia las minorías se volvió más explícito.
No solo contra las personas LGBTI, sino contra todas las minorías:
Mujeres, etnias, religiosas...
Es algo serio, y estamos perdiendo derechos.
Y está sucediendo en todo el mundo también”
El filme sigue a Matías y Jerónimo, que eran mejores amigos durante la infancia y en el inicio del pasaje a la adolescencia, en el pueblo rural del Paso de Los Libres, en Corrientes, Argentina, en la frontera con Brasil.
Ambos jugaban, reían, se entendían sin hablarse siquiera…
Pero pasado el tiempo, ya son 2 adultos, y viven alejados, y no volvieron a verse…
Todo cambia cuando uno de ellos llega de Brasil, Matías, para el carnaval junto a su novia, y la promesa de un trabajo importante esperándolo; por lo que el destino hace que a su regreso, se reencuentre con aquel joven con quien pasó su infancia en los esteros, y que ahora hace maquillaje y algunas cositas más relacionadas a lo que le gusta, el cine.
Así, Matías es maquillado por Jerónimo como un muerto vivo, pero no se hace cargo de su personaje:
Matías es literalmente un muerto vivo, sin el deseo irrefrenable por la carne; enroscado sobre sí mismo, que se consume en su represión mientras asiste con su novia a la fiesta de disfraces, pero está ausente, anulado por sí mismo.
Esto lo lleva a forzar un segundo encuentro con Jerónimo al día siguiente, y quedan en volver juntos a visitar los esteros, aquel lugar donde fueron felices siendo niños.
Junto a la narración del presente, aparecen los “flashbacks” que reconstruyen los recuerdos de la niñez, en donde ellos paseaban juntos constantemente.
Ambos niños, se destacan con interpretaciones sensacionales; dejando ver algunas similitudes con el cortometraje “Matías y Jerónimo” (2015, y se ve fácilmente en Curotto, una sensibilidad especial para dirigir niños.
La construcción de estos recuerdos, describe el transcurso y el vaivén entre la inocencia y el despertar sexual, donde los niños comienzan a ser conscientes de su genitalidad, y con progresiva comodidad, comienzan a explorarse mutuamente.
La cámara parece introducirse en su intimidad, al punto de que olvidamos la distancia entre un encuadre y el mundo diegético; donde las elipsis nos permiten adentrarnos en su lenguaje puramente cinematográfico, cargado de lúcidas contrariedades, pero con respeto y sutileza; como la necesidad de generar vergüenza, proveniente del mundo ajeno a ellos, y no logra opacar el avance de su atracción “inocente”
Así, 10 años después, al regresar a los esteros, entre silencios incómodos, se detienen en el lugar donde solían ir de niños.
La cámara mantiene su distancia para acentuar la intimidad, pero se acerca cuando ambos se meten al agua, y comienzan simplemente a jugar, a empujarse entre ellos, como hacían cuando eran niños.
La belleza de su amor renace a través del juego, y por un momento recuperan esa inocencia que logra unirlos una vez más.
Regresan por la tarde a refugiarse de la tormenta que se avecina, que estalla dejando a Matías sin posibilidad de salir, agarrar el auto, y regresar a su vida heterosexual.
La secuencia en la casa, es el punto culminante del drama, donde Matías queda enfrentado a los ojos de Jerónimo.
Sin muchas posibilidades de escape y tras mucho whisky, se entregan el uno al otro, desatando esa contención que los oprime desde la pubertad; no queda otra manera que usar el alcohol para desinhibirse... y más allá de los deseos, las personalidades están muy claras:
Uno lleva su vida como quiere; Jerónimo hace muñecos para locales, escribe guiones, y es abiertamente gay en Paso de Los Libres.
Mientras tanto, Matías vive en Brasil con su novia, trabajando en un proyecto relacionado con la soja, puramente por plata, y no por la vocación, siendo lo opuesto a Jerónimo pero iguales en profundidad y aficiones.
Pero ahora hablemos de sus padres:
El padre de Matías es el típico empresario que piensa en el dinero, no tiene fondos, es una figura conceptual que ayuda a descifrar las razones del devenir empresarial y hetero-normativo de Matías.
El de Jerónimo es en cambio, el baqueano del Iberá e hippie que vive con lo que alcanza…
Esta exploración de la brecha entre empresarios y baqueanos, llega a manifestar en su trasfondo un vínculo simbólico entre la homosexualidad aceptada por un lado, y la industria reprimida de los “hombres” por el otro:
Así como Matías se debate sobre su sexualidad, nunca se hace cargo de que su trabajo con la deforestación para la soja destruye los esteros naturales, lugar de sus atesorados recuerdos.
Y no estoy seguro de si sus padres sabían lo que sentían el uno por el otro, pero a veces lo parecía, especialmente uno de los papás, que mientras mira a los niños bailar, por ejemplo, no parecía feliz, y corrió a buscar alcohol...
Pero  hablemos de la madre de Jerónimo, pues la madre de Matías no tiene diálogo y puede simbolizar perfectamente el resultado del machismo imperante y represor del esposo.
La madre de Jerónimo, la madre siempre lo sabe… puso un ojo en la relación entre los niños, ella permitió, dejó florecer y hasta influyó en que su hijo, que sin mostrar “pluma” tuviera una relación más que cercana con su mejor amigo, que curiosamente es quien despierta más temprano en la sexualidad, y es quien provoca todos los encuentros homosexuales, pues Jerónimo de niño, siempre se muestra natural, como parte del entorno donde vive, por tanto, la madre fue “la culpable” de la floración de una relación homosexual, y de ello es difícil objetarlo, pues es demasiado evidente:
Ella permite que se bañen juntos, hace que bailen juntos, hasta les toma fotografías cuando están dormidos… vaya usted a saber…
Pero no la culpemos, pues como filmes, Esteros se encuentra llena de simbolismos para los protagonistas, se centra en ellos y más en su sentir, empezando por la definición del estuario mismo dicho al inicio de esta nota; donde encontramos 2 aguas que se juntan, donde no hay nada que interponga entre ellos y el paisaje.
El paisaje es otro elemento interesante, algo seco, sin vida, aunque ellos nombres los bichos que los habitan, el filme no muestra insectos ni animales, y sí muestra un paraje donde en apariencia, nada crece en ese Paraíso de Adán y Adán; por ello considero que el paisaje es un protagonista más, pues al regreso a las marismas, es donde se renueva la energía y las relaciones; siendo obviamente el escenario en el cual la infancia de Matías y Jerónimo muestran sus inocentes juegos que irán tomando otro color.
Ahí, en ese lugar, tomando en cuenta lo técnico y lo narrativo, el film brilla, pues los personajes se cierran, como también se abren, como si formaran parte de la misma naturaleza.
También en la dirección y en elección de los planos, el filme es interesante para fortalecer el eje de la corporalidad de los actores.
Porque Curotto relata esta historia de amor, “amores como el nuestro quedan ya muy pocos”, como canta la canción que suena y se resignifica a medida que vuelve a sonar; a través de 2 tiempos paralelos:
El que los tiene a ellos como pre-adolescentes, y el que los reencuentra ahora como adultos.
El guión juega entre estos 2 tiempos intercalándolos, y así, a medida que reconstruye esa historia de su pasado, también va construyendo esta nueva, irremediablemente marcada una por la otra, dando los matices necesarios para conocer a los personajes y sobre todo, agarrarles cariño.
Como dato, ellos no han dejado de ser niños, aquel tiempo pasado ha quedado fuerte en la memoria, y se hace evidente en que los personajes usen los mismos colores de camisas y relojes que los niños y como adultos; por ejemplo, notar que Matías viste azul o negro; mientras Jerónimo viste de rojo o naranja.
El director dijo:
“Esteros es mi primer largometraje, así que todo fue un desafío.
Tenía mucho miedo de tratar de hablar sobre sexualidad con los niños, pero era muy natural.
Creo que lo peor que puedes hacer con un niño, es no ser sincero con él”
Y lo mejor de la propuesta son los “flashback” mostrándonos como nació ese amor en la temprana adolescencia, el retrato del interior de Corrientes, realmente es un lugar hermoso, también los diálogos entre los protagonistas están bastante logrados y sus interpretaciones, lo que se dicen, y lo que se quieren decir y no se dicen; pero sobre todo en la etapa de niños, que son los momentos que los marcaron de por vida en la adultez, y que se demuestra perfectamente en las personalidades.
Si bien, a primera vista, la película puede parecer casi frustrantemente poco destacable en su oficio, el verdadero poder dentro de ella proviene del enfoque íntimo y casi naturalista con el que se cuenta la historia, entre inocente y sentida.
La película, dividida entre los 2 períodos de tiempo mencionados anteriormente, pinta una historia texturada de amor y atracción reprimidos que finalmente concluye en un acto final que contiene un verdadero golpe emocional.
Rezumando el corazón de todos los poros, la primera película de Curotto es segura, una meditación encantadora sobre el poder de tener una segunda oportunidad de amor verdadero, donde el estilo puede no ser ruidoso o formalmente fascinante, pero los matices contenidos en la narrativa son muy atrayentes.
Sobre el elenco de actores:
Rogers y Masturini están bárbaros, dan giros conmovedores, sensuales y finamente modulados; mientras que sus pares en la niñez, Joaquín Parada y Blas Finardi Niz son vencedores e instintivos.
Todo ellos son simplemente magnéticos, y los 4 tienen una química real y matizada, impresionante porque se siente muy vivida y cercana.
No son actuaciones ruidosas ni esperpénticas, de ninguna manera plumíferas, sino como corresponde, a un filme silencioso, donde la mirada o el silencio grita por decir algo largamente oculto.
Por ello son muy buenas actuaciones, dando verdadero corazón a una narrativa por lo demás relativamente sencilla; y con un tiempo de ejecución que es solo un pellizco, menos de 90 minutos, por lo que Esteros es una mirada maravillosamente pintoresca y magnéticamente encantadora del amor y el poder que se encuentra incluso en la idea de una segunda oportunidad para encontrarlo.
Y confieso, el motivo de esta entrada para una película poco original, reside en que la historia es además de bonita, bien actuada, genera empatía y los personajes son naturales, donde el amor por el otro se percibe en el ambiente.
De ahí que la química entre los 2 personajes sea palpable:
Hay un sentido de la edad en su relación dinámica, que cuando interactúan por primera vez en años, se siente incómodo y tibio, como si estuvieran volviendo a aprender a estar cerca uno del otro.
Son esos pequeños detalles los que brindan honestidad y verdad a la relación, de modo que cuando se besan por primera vez, la película se ha desarrollado inmensamente hacia ella; por lo que es la devoción de Esteros a los pequeños detalles emocionales, lo que la hace tan satisfactoria emocionalmente, y conecta fuertemente en el espectador.
Repito, si bien no es innovador de ninguna manera, su dulzura es contagiosa, y siempre es agradable ver una película de temática extraña, que quiere que sus personajes obtengan el final feliz que merecen.
Lo malo... porque también lo tiene, es lo mal delineado que está Rochi, la novia de Matías, la pobre es un cliché andante, como la típica novia que no se da cuenta de nada, y cuando se da, quiere evitar lo inevitable, pero lo peor es que encima la hacen hablar en portugués en varias escenas innecesariamente, como para que los espectadores se den cuenta que ella está fuera de lugar en la historia, ya que luego con Jerónimo habla en castellano, no se entiende por qué con Matías no hace lo mismo...
Una bonita manera de crear conexión entre personajes de manera cinematográfica.
También se nota que algo no anda bien en la pareja heterosexual, posiblemente impuesta por unos padres exigentes para “salvar las apariencias”, no es casual que Rochi le pida siempre a Matías ir a la cantina para que él saque su lado heterosexual, vamos, lo usual en los que tienen una doble vida y recurren al alcohol para hacerle frente.
Y desearía que los personajes hubieran podido permanecer juntos cuando eran niños, en lugar de ser “destrozados”; así les habría ahorrado el dolor al corazón de la novia, pero todo sucede por una razón, y nosotros como espectadores, debemos abrirnos a que este tipo de relaciones, jamás se vean truncadas.
En cuanto a cómo reaccionó para descubrir a su novio estaba enamorado de alguien más, y que era otro hombre, no parecía real… pero por supuesto podría ser la diferencia cultural…
En definitiva, hay que felicitar a Esteros por su historia, y sobre todo por sus actores, los 4, y por hacer que el amor gane; es un placer ver una representación del amor y la vida de los jóvenes aceptarse y tomar la decisión correcta.
Por último, señalar la canción que acompaña a la película, y símbolo de unión de escenas; y se trata de “Amores Como El Nuestro” en una musicalización con el tema de Los Charros como central, fue muy acertada para mostrar su objetivo, y que lógicamente trasciende la barrera del género.
“¿Y si vamos a la cantina?”
Hay historias que tienen un recorrido justo en tu vida, y es el justo y el necesario.
Si te empeñas en que duren más, dejarán de abrigarte en las noches de gélidos lamentos y angustias, pues su manto de dulzura se sostiene en su final con misterios abiertos.
A veces hay que guardar quimeras de amor como un tesoro, pues ese sentimiento que nunca fue del todo en su momento, será auténtico toda la vida por ser inacabado.
Uno siempre vuelve ahí donde fue feliz, cuándo quiere volver a estar enamorado, para volver a sentir lo que se siente.
Uno siempre vuelve para ilusionarse con algo, para demostrar que podría ser capaz de hacerlo.
Vuelve con tristeza y arrepentido; pero con más pasión que nunca, pues pese a todo, la llama sigue encendida.
Y vuelve también para lamentar no haber sido valiente por miedos e inseguridades, y sin embargo, haberlo sido cuándo lo que ganaba no era la felicidad, sino la comodidad…
Ese tipo de certezas solo pasan una vez en la vida.
Esa forma de actuar libre, anárquica, imprevisible, rebelde y apasionada, es un obsequio que le regalaste a ese lugar donde fuiste feliz, porque lo amabas por la forma en que te hacía sentir.
No es una relación en la que alguien pierda:
Ambos recogieron la magia del otro para brillar más.
Y ese lugar brilla más después de saber que le has guardado fidelidad.
Es un secreto entre los 2 que no encarcela, sino que te hace ser libre.
Así, uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida.
Uno vuelve a ser valiente, porqué es consciente de que un día pudo evitar vivir la vida en ese sitio que amaba, pero no está dispuesto a irse de ella sin volver a agradecerlo, a sentirlo… a intentarlo.
Los estuarios son hermosos, tranquilos y relajantes…
Hoy en día se necesita un lugar así.

“¿Ahora me vas a decir que sueñas con envejecer con alguien?”



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