La Reine Margot

“Cette Margot est une pute diabolique.
Le mariage nous fait honte à tous”

Se llamó “Guerras de Religión” a un período prolongado de guerra y disturbios populares entre católicos romanos y hugonotes, que lo conformaban protestantes reformados y calvinistas en El Reino de Francia entre 1562 y 1598, exacerbadas por las disputas entre las casas nobiliarias que abanderaron estas facciones religiosas, en especial Los Bourbon y Los Guise; y por añadidura, La Guerra Civil Francesa tuvo dimensiones internacionales, implicando en la lucha a la potencia protestante del momento, la Inglaterra de Elizabeth I, con la máxima defensora del catolicismo; y mayor potencia de la época, la España de Felipe II.
Debido a ello, el conflicto influyó de manera determinante en el éxito de la rebelión de las Provincias Unidas contra el dominio español, y en la expansión de las confesiones protestantes en El Sacro Imperio Romano Germánico, regido por el tío de Felipe II, El Emperador Ferdinand von Habsburg-Lothringen.
Se estima que al menos 3 millones de personas murieron en este período por violencia y hambruna, o enfermedad, en lo que se considera “La Segunda Guerra Religiosa más mortífera en la historia europea” sólo superada solo por La Guerra de Los Treinta Años, que se cobró al manos 8 millones de vidas.
Los principales protagonistas de esta guerra fueron:
Los Valois-Angulema:
La Casa Real gobernante en Francia, era una rama menor de La Dinastía Valois, a su vez rama menor de Los Capeto; y estaba formada por La Reina Madre, Catherine de Médicis, viuda de Henri II, sus hijos:
François II, Charles IX, Henri III y François de Alençon, y las hijas Isabel, Claude y Marguerite a quien llamaban “Margot”
Los Bourbon:
Eran descendientes directos San Louis IX, y Los Bourbon eran príncipes de sangre y herederos de Los Valois; pero se hallaban divididos entre católicos y protestantes, y tendrán dificultades para encumbrar a un verdadero jefe.
Louis de Condé y su hijo Henri de Condé, Antonio de Bourbon y su hijo Henri IV, abanderan la causa de Los Hugonotes, frente al Cardenal de Bourbon.
Finalmente, Henri IV conseguiría imponerse con dificultades, y a la muerte de Henri III, asumiría La Corona de Francia.
Los Guise:
Eran primos del Duque Charles III de Lorraine, que ascendieron políticamente gracias a Claude y François de Lorraine, los 2 primeros Duques de Guise; y al matrimonio de Marie de Guise con James V de Escocia, del que nació Marie Stuart, Reina de Escocia, y esposa de François II.
Pertenecieron también a la familia, El Cardenal de Lorraine, El Duque Henri de Guise y Charles de Mayenne.
Los Guise lideraron al catolicismo francés, fueron inmensamente populares, y sirvieron de apoyo a la tambaleante Dinastía Valois, y aunque a causa de su intransigencia, La Reina Madre los marginó ocasionalmente, por lo que regresaron de modo triunfal a la primera fila política gracias a su popularidad y al apoyo de España.
El Rey Henri III, trató de librarse de las injerencias de Los Guise asesinándolos, pero sólo logró ganarse el desprecio universal de los católicos.
En 1588, La Liga Católica tomó París, y expulsó al Rey, que se entregó a los protestantes, y fue finalmente asesinado por un fanático católico.
A pesar de su derrota y de su sometimiento final a Henri IV, gozaban del suficiente poder como para que El Rey prefiriera pactar con ellos a destruirlos.
Los Montmorency:
Eran una de las familias con más abolengo y poder de Francia.
Anne de Montmorency, fue engrandecida por François I, que la nombró Duquesa y Condestable, es decir, ejercía en nombre del Rey, siendo el máximo poder en los ejércitos; y aunque perdió posteriormente el favor de este Rey, ejerció una gran influencia sobre Henri II, obteniendo una inmensa fortuna.
En esta familia se encuentran:
François de Montmorency y los hermanos Châtillon:
El Cardenal de Châtillon François d'Andelot y Gaspard II de Coligny.
Divididos entre católicos y protestantes, Los Montmorency se unieron contra la creciente influencia de sus rivales, Los Guise; y su pugna por el poder, hizo que la primera fase de Las Guerras de Religión fuera en buena medida una guerra privada entre ambas familias.
Pero Los Montmorency fueron los grandes perdedores del conflicto, ya que casi todos sus miembros murieron en combate, asesinados, encarcelados o exiliados; sin embrago resurgieron junto a Henri IV de Bourbon, con Henri de Montmorency-Damville.
Gran parte del conflicto, tuvo lugar durante la larga regencia de La Reina Catherine de Medici, viuda de Henri II de Francia, por sus hijos menores; y también implicaba una lucha de poder dinástica entre las familias nobles de gran alcance en la línea de sucesión al trono de Francia:
Los ricos, ambiciosos, y fervientemente católica ducal Cámara de Guise, una rama menor de La Casa de Lorraine, que se decía descendiente de Carlomagno; y su aliada Anne de Montmorency, condestable de Francia, es decir, Comandante en Jefe de Las Fuerzas Armadas Francesas contra La Casa de Condé, una de las menos ricas, una rama de La Casa de Bourbon, que eran príncipes de la sangre en la línea de sucesión al trono que simpatizaban con el calvinismo.
Los aliados extranjeros, proporcionaron financiamiento y otra asistencia a ambos lados, con Los Habsburgo España y El Ducado de Saboya apoyando a Los Guise; e Inglaterra apoyando al lado protestante liderado por Los Condé y por la protestante Jeanne d'Albret, esposa de Antoine de Bourbon, Rey de Naverre, y su hijo, Henri de Naverre.
Los moderados, principalmente asociados con la monarquía francesa Valois y sus asesores, intentaron equilibrar la situación, y evitar un derramamiento de sangre abierto.
Este grupo conocido peyorativamente como “Politiques”, puso sus esperanzas en la capacidad de un gobierno centralizado fuerte para mantener el orden y la armonía; en contraste con las políticas anteriores de línea dura de Henri II y su padre, François I, comenzaron a introducir concesiones graduales a Los Hugonotes.
Una moderada más notable, al menos inicialmente, fue La Reina Madre, Catherine de Medici; que sin embargo, más tarde endureció su postura, sobre todo en el momento de La Masacre del Día de San Bartolomé.
La Matanza de San Bartolomé, inscrita en el contexto general de Las Guerras político-religiosas de Francia, estuvo precedida de acontecimientos que ilustran esa violencia, pues fue resultado de un “proceso en escalada, cuyas últimas consecuencias no había deseado ni previsto”, expresó Catherine de Médicis, aunque se habló de premeditación:
La paz de Saint-Germain que puso fin a La Tercera Guerra Religiosa entre católicos y protestante, el 8 de agosto de 1570; y el matrimonio de Henri de Naverre y Marguerite de Valois, el 18 de agosto de 1572, fueron los detonantes.
La paz de Saint-Germain resultó ser muy precaria, dado que los católicos más intransigentes, no aceptaron varios de sus términos, como la infiltración del Partido Protestante a La Corte y la administración.
Tanto La Reina Madre, Catherine de Médicis, como su hijo, Charles IX, que estaban dispuestos a realizar concesiones para que no recomenzara la guerra y sabían de las dificultades financieras del reino; defendieron los términos de la paz, y permitieron que Gaspard de Coligny, líder de los protestantes, formara parte del Consejo Real; y para afianzar la paz entre los 2 partidos religiosos, Catherine de Médicis concertó el matrimonio de su hija Marguerite, con El Príncipe protestante, Henri de Naverre, futuro Rey Henri IV de Francia.
La boda, prevista para el 18 de agosto de 1572, no fue aceptada ni por El Papa Pío V, ni por su sucesor, Gregorio XIII, en funciones cuando tuvo lugar la matanza; mientras que El Rey Felipe II de España, condenó de manera rotunda la política de La Reina Madre, y acabaría siendo el beneficiario de los hechos.
La boda propició, en París, la presencia de un gran número de nobles protestantes que acudieron en apoyo del Príncipe.
París era una ciudad anti-hugonote, pues los católicos no aceptaban la ocupación de los protestantes.
Los predicadores católicos, en su mayoría capuchinos, hicieron patente su rechazo frontal hacia el matrimonio de una Princesa de Francia con un protestante; incluso El Parlamento de París decidió mostrar su malestar por este matrimonio.
Las protestas del pueblo se evidenciaron y se acentuaron ante el derroche de gastos y lujos que este matrimonio comportaba, más los rencores en ambos bandos por las masacres; y La Corte estuvo en tensión…
Catherine de Médicis no logró obtener el permiso del Papa para este matrimonio excepcional; y los prelados franceses no sabían qué actitud tomar.
La Reina Madre puso en juego todas sus estrategias, a fin de convencer al Cardenal de Bourbon para que oficiase los esponsales.
La rivalidad entre los bandos religiosos, finalmente reapareció.
La Casa de Guise, no estaba dispuesta a ceder su lugar a Los Montmorency.
François, Duque de Montmorency y Gobernador de París, no consiguió controlar las revueltas urbanas; y trató de eludir los problemas que se avecinaban, por lo que prefirió abandonar la ciudad días después de celebrado el matrimonio.
El atentado contra El Almirante Gaspard de Coligny, el 23 de agosto de 1572, fue clave para el inicio de la revuelta.
La rivalidad política entre católicos y protestantes franceses, Los Hugonotes, provocó la matanza de San Bartolomé en 1572.
El Rey Charles IX y su madre, Catherine de Médicis, temían que Los Hugonotes alcanzaran el poder; y por este motivo ordenaron el asesinato de miles de ellos.
La matanza comenzó el 24 de agosto en París, y se extendió a las provincias.
Continuaron las masacres anti-protestantes de hugonotes a manos de mafias católicas, en ciudades como Rouen, Orange y París; mientras que los asuntos en La Corte se complicaron, ya que El Rey Charles IX se alió abiertamente con los líderes hugonotes, especialmente El Almirante Gaspard de Coligny.
Mientras tanto, La Reina Madre se volvió cada vez más temerosa del poder no controlado ejercido por Coligny y sus partidarios, especialmente cuando se hizo evidente que Coligny estaba buscando una alianza con Inglaterra y los rebeldes protestantes holandeses.
Coligny, junto con muchos otros nobles calvinistas, llegó a París para la boda de La Princesa católica Marguerite de Francia con El Príncipe protestante, Henri de Naverre, el 18 de agosto de 1572; y el 22 de agosto, un asesino hizo un intento fallido contra la vida de Coligny, disparando él en la calle, desde una ventana.
Mientras que los historiadores han sugerido a Charles de Louvier, Sieur de Maurevert, como el posible agresor, los historiadores nunca han determinado la fuente de la orden para matar a Coligny; y es improbable que la orden fuera de Catherine…
En preparación para la boda de su hijo, Jeanne d'Albret había llegado a París, donde iba de compras todos los días…
Ella murió allí, el 9 de junio de 1572, y durante siglos después de su muerte, los escritores hugonotes acusaron a Catherine de Medici de envenenarla…
En medio de los temores de las represalias hugonotes por el asesinato, El Duque de Guise y sus partidarios, actuaron.
En la madrugada del 24 de agosto, mataron a Coligny en su alojamiento con varios de sus hombres.
El cuerpo de Coligny fue arrojado desde la ventana a la calle, y posteriormente fue mutilado, castrado, arrastrado por el lodo, arrojado al río, suspendido en una horca y quemado por la multitud parisina.
Este asesinato comenzó la serie de eventos conocidos como “La Masacre del Día de San Bartolomé”; y durante los siguientes 5 días, la ciudad estalló cuando los católicos masacraron a hombres, mujeres y niños calvinistas, y saquearon sus casas.
El Rey Charles IX anunció que había ordenado la masacre para evitar un golpe de Los Hugonotes, y proclamó un día de jubileo en celebración, incluso mientras continuaban los asesinatos.
En las próximas semanas, el desorden se extendió a más de una docena de ciudades en toda Francia.
Los historiadores estiman que 2.000 hugonotes fueron asesinados en París, y miles más en las provincias; en total, quizás murieron 10.000 personas.
Henri de Naverre y su primo, el joven Príncipe de Condé, lograron evitar la muerte aceptando convertirse al catolicismo; sin embargo, ambos repudiaron sus conversiones después de que escaparon de París; y en 1572, se puso del lado de Los Guise.
Este evento histórico fundamental, involucró un desglose completo del control estatal que resultó en una serie de disturbios y masacres en los que las turbas católicas mataron entre 5,000 y 30,000 protestantes durante un período de semanas en todo el reino.
La masacre provocó horror e indignación entre los protestantes de toda Europa, pero tanto Felipe II de España como El Papa Gregorio XIII, siguiendo la versión oficial de que un golpe de Los Hugonotes se había frustrado, y celebraron el resultado.
En Francia, la oposición de Los Hugonotes a La Corona se vio seriamente debilitada por la muerte de muchos de los líderes.
Muchos hugonotes emigraron a los países protestantes; y otros se reconvirtieron al catolicismo para sobrevivir, mientras que el resto se concentró en un pequeño número de ciudades donde formaron una mayoría.
El conflicto acabó con la extinción de La Dinastía Valois-Angulema, y el ascenso al poder de Henri IV de Bourbon, heredero del trono francés que, tras su conversión al catolicismo, promulgó El Edicto de Nantes en 1598, garantizando una cierta tolerancia religiosa hacia los protestantes.
Sin embargo, los conflictos entre La Corona y Los Hugonotes se reavivaron periódicamente, hasta que el nieto de Henri IV, Louis XIV, revocó tal tolerancia con El Edicto de Fontainebleau de 1685, proscribiendo toda religión excepto la católica, lo que provocó el exilio de más de 200.000 hugonotes.
Estos hechos fueron muy asimilados en la cultura popular, por ejemplo:
La ópera “Les Huguenots” (1836) de Giacomo Meyerbeer, está basada muy libremente en los eventos de La Masacre, siendo uno de los ejemplos más populares y espectaculares de La Gran Ópera francesa.
Mientras que la historia fue ficcionada por Prosper Mérimée en su “Chronique du Règne de Charles IX” (1829) que dio pie a la ópera; Alexandre Dumas, père, escribió “La Reine Margot”, una novela de 1845 que llena la historia como se vivió, pero con el romance y la aventura.
Sobre la obra de Dumas, père; las principales fuentes principales que tenía en uso en la historia de La Reina Margot fueron:
“Discours sur Marguerite de Valois, dans La Vie des Dames Illustres” (1590-1600) de Brantôme; “Les Mémoires de La Reine Marguerite”, publicado a finales de los años 1620 y reeditado muchas veces; “Le Divorce Satyrique de La Reyne Marguerite” (1663) en las memorias de Agrippa d'Aubigné; y “La Reine Marguerite (1959), que son “historiettes” de Gideon Tallemant des Reaux.
Mientras que la lista de figuras históricas citadas por Dumas, père, son:
Annibal de Coconas, Catherine de Médicis, Charles Danowitz, Charles de Lorraine, Charles IX de France, Claude de France, René Bianchi, François de France, Henri Ier de Guise, Gaspard II de Coligny, Henri III de France, Henri IV de France, Henriette de Nevers, Joseph Boniface de La Môle, Isaac de Vaudrey, Baron de Mouy; y Charlotte de Sauve.
La acción de la novela tiene lugar entre el matrimonio de Marguerite de Valois con Henri de Naverre, el futuro Henri IV, en 1572; y la muerte de Charles IX de Francia en 1574.
Alexandre Dumas, père, organizó intrigas en La Corte, el asesinato del Almirante Coligny, La Masacre de San Bartolomé, el idilio inventado entre La Reina de Naverre y El Conde de La Môle, y la práctica de la tortura judicial en el renacimiento; y convierte a Catherine de Medici en una figura perturbadora, que utiliza a su astrólogo y perfumista florentino, René Bianchi, para asesinar a sus enemigos.
La novela también presenta la conspiración para devolver a Naverre a su Rey.
Todo ello se ubica en París, en agosto de 1572, durante el reinado de Charles IX, un miembro de La Dinastía Valois; y Las Guerras de Religión de Francia.
Obviamente, la protagonista de la novela es Marguerite de Valois, hija de la mal afamada Catherine de Médicis y el fallecido Rey Henri II, y se centra en su historia durante La Matanza del Día de San Bartolomé, especialmente en su aventura romántica con el protestante La Môle y su matrimonio con Henri IV.
Sin embargo, la horrible masacre también es para Margot la oportunidad de conocer al Conde de La Môle, un señor protestante que vino a París para ofrecer sus servicios a Henri de Naverre.
Ambos tienen un romance, pero la salud del Rey Charles IX se está deteriorando, y pensamos en una conspiración, La Conspiración de los Malcontents…
Dado que se necesitan partes culpables, el amante de Marguerite es arrestado, torturado y ejecutado.
El antagonista del relato es la intrigante católica ansiosa de poder, Catherine de Médicis, madre de Margot; y aunque Margot está excluida del trono por La Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres y a sus descendientes; su matrimonio con un Príncipe protestante ofrece una oportunidad para la reconciliación doméstica durante el reinado del neurótico e hipocondríaco Rey Charles IX; mientras que los católicos compiten por el control político de Francia con los protestantes franceses, Los Hugonotes .
Es por ello que Catherine decide hacer una “muestra de buena voluntad” ofreciendo a Margot en matrimonio a los prominentes hugonotes, y al Rey de Naverre, Henri de Bourbon, que se supone, deben cimentar la lucha de la paz de Saint-Germain.
Al mismo tiempo, Catherine intenta lograr la famosa Masacre del Día de San Bartolomé de 1572, y asesinar a muchos de Los Hugonotes más ricos y prominentes, que se encuentran en la ciudad católica de París para escoltar al Príncipe protestante a su boda.
De ese modo, la masacre comienza 4 días después de la ceremonia de la boda, y miles de protestantes son asesinados.
El matrimonio continúa, pero Margot, que no ama a Henri, comienza un apasionado romance con el soldado La Môle, también un protestante de una familia acomodada… mientras siguen los asesinatos por envenenamiento, a medida que las intrigas de La Corte se multiplican, y el malvado complot de Catherine para colocar a su hijo, el futuro Henri III en el trono, amenaza las vidas de La Môle, Margot y Henri.
Esta novela forma parte de la llamada “Trilogía de Los Valois” que la compone junto a “La Dame de Monsoreau” y “Les Quarante-cinq”; y a pesar de que los personajes y acontecimientos son históricamente correctos, existen ciertas inexactitudes en la novela de Dumas, père, que los historiadores han reducido a “licencia artística” y al hecho de que el autor pudo haber sido influenciado por propaganda en contra de ciertos personajes, específicamente La Reina Catherine.
Una versión de esta novela, fue llevada al teatro por el propio Dumas, père, en un drama en 5 actos, que tuvo una duración de 9 horas; para la inauguración de su Teatro Histórico, el 20 de febrero de 1847.
Este fue un acontecimiento muy importante en las artes francesas; pero como figura histórica, Marguerite ha sido revindicada por víctima, como vilipendiada por guarra y amoral, pues nació con el dudoso regalo de un destino marcado, como peón que era y que fue del sangriento ajedrez religioso en la Francia del siglo XVI; y como víctima, según cuentan las crónicas, de una ninfomanía voraz e insaciable, que se pasó la vida saltando de abrazo en abrazo, de cama en cama, de hombre en hombre… y quizás porque el amor era el único campo de batalla en el que fue una reina por derecho propio; sin embargo, en la gran partida que se libró en su entorno, fue el más perjudicado de los peones.
Por ello, la novela ayudó a reforzar La Leyenda Negra de Catherine de Medici, y la reputación de ligereza en el mito de La Reina Margot.
La novela ha sido traducida al inglés, primero de forma anónima, y poco después por David Bogue como “Marguerite de Valois: An Historical Romance”; y ha tenido al menos 3 representaciones cinematográficas bajo el título “La Reine Margot” en los años 1910, 1914, 1954 y 1994.
En retrospectiva histórica, los judíos sufrieron “La Noche de Los Cristales Rotos” en La Segunda Guerra Mundial; y los protestantes tuvieron “La Nuit de La Saint-Barthélémy”; y es cierto que los contemporáneos no lo vivieron como un evento de especial violencia dado el clima de tensión de la época; pero más tarde se convirtió en el símbolo universal del fanatismo.
“Marguerite de Valois, prenez-vous...
Au nom de Dieu et de sa sainte Église, je me joins à vous dans le mariage”
La Reine Margot es un drama francés, del año 1994, dirigido por Patrice Chéreau.
Protagonizado por Isabelle Adjani, Daniel Auteuil, Jean-Hugues Anglade, Vincent Pérez, Virna Lisi, Miguel Bosè, Dominique Blanc, Bruno Todeschini, Pascal Greggory, Claudio Amendola, Asia Argento, Jean-Claude Brialy, entre otros.
El guión es de Danièle Thompson, y se basa en la novela histórica homónima de 1845, escrita por Alexandre Dumas, père, que describe los acontecimientos posteriores a La Masacre de San Bartolomé de 1572 en el siglo XVI en Francia.
El guión, que combina un ambiente asfixiante de tensión por el momento histórico con los numerosos enfrentamientos personales mal disimulados por la necesaria unión familiar; tienen una destacable dirección artística, vestuario y ambientación.
Sin olvidar las interpretaciones en general, destacando Daniel Auteuil y Virna Lisi; así como Jean-Hugues Anglade, Vincent Pérez e Isabelle Adjani.
Esta es una adaptación bastante libre, pero totalmente contundente, lo que significó un notable éxito internacional para el cine galo, y una estupenda muestra de cómo abordar un material de este calibre, sin traicionar el tono misántropo del original de un modo como pareciese que jamás podría hacerlo un artesano hollywoodense promedio.
Los hechos reales se mezclan con una trama novelesca y amorosa, pero tratado este material con un dinamismo y una sofisticación que conocía pocos precedentes; y añadía generosas dosis de sexo y violencia al cóctel.
Desde entonces, el combinado se ha reproducido hasta la saciedad, sin llegar a la grandeza del original; y en el filme de Patrice Chéreau se prescinde en gran parte del lado más escabroso de la sexualidad de Marguerite, centrándose en cambio en el juego político de La Corte que la rodea, en su malhadada boda orquestada por La Reina Catherine de Médicis, y en la matanza de San Bartolomé acaecida poco después de la celebración.
Un acierto por parte de este director, que ofrece un fresco vivo y apasionante, sumado a una mirada más íntima que indaga por los sentimientos e interacciones de los personajes, una mirada lúbrica y melancólica, como el vagabundeo de un cortesano aburrido por los aposentos reales... pero hay un inesperado milagro:
La cámara parece convertirse en pincel histórico, a ratos brillante, colorido y lúdico, a ratos embebido en la gelidez de los blancos y azules, y al final, una composición plástica y doliente que retrotrae a la memoria aquella “Balsa de La Medusa” prodigiosamente reinventada por la mano de Gericáult.
Y es que Chéreau era uno de los más importantes hombres de teatro en Francia, discípulo de Giorgio Strehler en Milán, consagrado desde su juventud por la puesta en escena del “Anillo del Nibelungo” de Wagner para El Festival de Bayreuth en la producción del centenario del estreno, y también había dirigido algunas películas de éxito minoritario.
Por su parte, la protagonista, Isabelle Adjani, era y sigue siendo una de las mayores estrellas cinematográficas francesas vivas.
Y Chéreau quería trabajar con ella a toda costa, pero al inicio, la actriz mostraba reticencias...
Primero, porque estaba semi-retirada del cine, y disfrutando de su romance con Daniel Day-Lewis; y luego porque el personaje de Margot era en realidad un secundario en la novela.
Chéreau y su coguionista, Danièle Thompson, la convirtieron en protagonista absoluta, y lograron convencer a la diva, alrededor de la cual se montó todo el proyecto; que fue una coproducción internacional realizada por varias compañías con sede en Francia, Alemania e Italia, y con la participación adicional de StudioCanal, y la compañía estadounidense Miramax; con el apoyo de Eurimages.
Sin embargo, una versión abreviada de la película, fue lanzada como “Queen Margot” en EEUU y en El Reino Unido; y fue por su distribuidor estadounidense, Miramax, que le pidió al director que reeditara la película a 145 minutos, y esta versión fue la versión que se vio en los cines fuera de Francia, y luego en video.
Por su parte, Patrice Chéreau editó el corte original de la película, aproximadamente de 160 minutos a 138 minutos para su lanzamiento internacional; y según parece, también se debió a un decepcionante desempeño de taquilla en Francia y las críticas de la película, por ser “demasiado violentas y a menudo, incoherentes”
La prensa francesa criticó esta “censura estadounidense”, y describieron a la película como “vista de cara” para el público estadounidense; pero la nueva versión fue defendida por varios críticos franceses, siendo ambos más coherentes y manteniendo la visión artística de Chéreau.
El corte más corto, fue lanzado más tarde en Francia también, con la esperanza de aumentar las recaudaciones de taquilla.
La versión completa estuvo disponible por un período limitado en El Reino Unido en VHS, en una caja de edición para coleccionistas en 1995, pero todas las versiones posteriores, incluido el DVD, han utilizado el recorte de 145 minutos.
La versión reeditada, no solo eliminó escenas, sino que también agregó una escena entre Margot y La Môle, en la que se encuentran al aire libre envueltos en una capa roja…
El director había cortado esta escena de la versión original “completa”; y la escena se reinsertó porque Miramax insistió en que la relación entre los 2 personajes sería más importante, ya que el romance se convertiría en el punto focal de la campaña de “marketing” estadounidense.
Así, la escena del “manto rojo” es la que aparece en la portada del DVD de los Estados Unidos; en contraste, la portada del DVD europeo de la Región 2, usa el póster original, que muestra a Margot, sorprendida y salpicada de sangre.
La película fue un éxito de taquilla en general, recaudando $ 2,017.346 en los Estados Unidos cuando se le otorgó un estreno teatral limitado.
Por otra parte, la película se presentó a concurso en El Festival Internacional de Cine de Cannes; y los críticos esperaban la típica superproducción “de prestigio” francesa; pero el resultado no tenía nada que ver con esto:
El tono de la película era muy oscuro, los personajes soltaban largos parlamentos en estancias lúgubremente iluminadas, la violencia era salvaje, excesiva, y había una chocante crudeza en el tratamiento de cuestiones como incesto o ninfomanía; por lo que hubo división de opiniones.
Finalmente, La Reine Margot se llevó El Premio del Jurado, pues La Palme d’Or fue para “Pulp Fiction”; y se llevó también el premio de interpretación femenina… que la secundaria Virna Lisi robó a Isabelle Adjani.
Se ha dicho que esta decisión fue promovida por Caherine Deneuve, miembro del Jurado, como agravio a su rival Adjani.
Además, para el premio Oscar, la película, sorprendentemente sólo estuvo nominada por mejor vestuario...
Entre los lugares de rodaje, se encuentran:
El Palacio de Mafra en Portugal, La Basílica de Saint-Quentin, Saint-Quentin, Aisne y el Château de Maulnes, Cruzy-le-Châtel en Francia.
La pieza de órgano tocada durante la boda de Marguerite de Valois y Henri de Bourbon, fue grabada por Pierre Pincemaille en el órgano de La Basílica de Saint-Denis.
La acción sigue a Marguerite de Valois (Isabelle Adjani), conocida como Margot, hija de Catherine de Médicis (Virna Lisi), una católica maquinadora del poder.
Si bien, Margot está excluida de ascender al trono a causa de La Ley Sálica, su casamiento con un Príncipe protestante, Henri IV de Naverre (Daniel Auteuil) brinda una oportunidad de reconciliación durante el reinado del neurótico, hipocondríaco Rey Charles IX (Jean-Hugues Anglade) que tiene lugar a finales del siglo XVI, en una época en que los católicos estaban disputando con los protestantes de Francia, Los Hugonotes, el control del país.
Por ello, Catherine decide tener un gesto de “buena voluntad”, y ofrece la mano de Margot a Henri de Naverre, un hugonote prominente, aunque maquina llevar a cabo La Matanza de San Bartolomé de 1572, en la que son asesinados miles de protestantes.
El casamiento se consuma, pero Margot no ama a Henri, y comienza un apasionado romance con el soldado La Môle (Vincent Pérez), que también es protestante, y proviene de una familia acomodada.
Numerosos asesinatos por envenenamiento se suceden, al multiplicarse las intrigas en La Corte y el complot de la malévola Reina Catherine para que su hijo, el futuro Henri III (Pascal Greggory) ascienda al trono, y amenaza las vidas de La Môle, Margot y Henri.
La Matanza de San Bartolomé y todo lo que conllevó a su alrededor, tiene lugar en una espléndida superproducción francesa que combina un definido retrato de personajes, todos ellos interpretados magistralmente con espectaculares y violentas escenas de gran realismo; por lo que su puesta en escena y ambientación, es de lo mejor del cine europeo de los 90; donde Patrice Chéreau describe uno de los episodios más sangrientos de la historia de Francia, pero  centrándose en los personajes, en sus miedos, odios, aficiones; con un Rey de marioneta sin prestancia ni voluntad; una regente calculadora y ambiciosa; un esposo asustado que se siente odiado y amenazado por todos; y una esposa sensual, imprevisible y cabezona.
Sin duda, una de las grandes obras maestras del cine francés post “Nouvelle Vague”; y quizás no hay nada que ayude a entender mejor la forma de ser de los franceses que La Matanza de San Bartolomé; donde el laicismo duro se comprende perfectamente luego de revisar la excelente secuencia de la matanza; o la escena del casamiento, de un humor negro negrísimo… y a decir verdad, esta debe ser una de las películas más anticlericales de toda la historia, por su significado histórico.
¿Y qué más?
Bueno, nada más que actuaciones sobresalientes, una fotografía única, una de las mejores bandas sonoras de toda la historia, de Goran Bregović; y una dirección de arte soberbia; porque en La Reina Margot, Chéreau utiliza preferentemente planos cerrados, donde la ágil cámara siempre sigue a los personajes, y utiliza los planos abiertos que sean absolutamente necesarios; como en la escena de la boda real.
Otra virtud de la película, es el uso del montaje que realiza Chéreau, donde cada encuadre parece tener una intención, y si a esto se le suma el magnífico uso de los silencios y miradas, la película transmite al espectador una sensación inquietante, de interrogantes que quedan en el aire respecto de las relaciones entre los personajes que quedan afortunadamente en el misterio.
Así, La Reina Margot es una muestra del poderío francés, y de lo que son capaces de hacer cuando aplican todas sus ganas a realizar una buena película sobre su historia; una muy despiadada que contiene amor, con una “granguiñolesca” lección de historia, sórdida reflexión sobre la intolerancia religiosa y los retorcidos caminos del poder, así como una declaración de principios, como una lección por parte de su realizador de cómo llevar a la gran pantalla, dentro de los márgenes de una superproducción, una obra de Alexandre Dumas, père, sin necesidad de malbaratar su contenido en pos de la espectacularidad o del comercialismo más ramplón.
En definitiva, una lección que a casi 25 años de su rodaje no se han tomado la molestia de asimilar o siquiera tratar de poner en práctica, como era de esperarse, los artesanos hollywoodenses; e incluso los propios paisanos de Chéreau, quienes continúan esmerándose en despedazar otros clásicos del escritor francés…
Piénsese en la imagen de Isabelle Adjani ataviada en un hermoso vestido blanco ensangrentado, solo eso se ha convertido en todo un ícono del cine de los años 90.
“Bienvenue dans la famille Henri.
C'est un peu particulier mais pas si mal”
La Reine Margot alumbra el relato de Alexandre Dumas, père, en un mundo muy diferente al del mismo Dumas, por el que han pasado Freud y Foucault, Stanislavski y Artaud, Francis Bacon y el péplum, hasta llegar a la música clásica con “Don Carlos” de Verdi y “Salome” de Richard Strauss, donde el sexo, la ambición y la religión mueven un país al borde de La Guerra Civil, y los que deben evitarla, no dudarán en trepar al trono sobre una pila de cadáveres.
Esa es la reconstrucción de la disfuncional familia real francesa de los hijos de Henri II, por donde también pasaron Marie Stuart o Nostradamus, años antes de estos hechos…
Pero esta película, es una coproducción europea que involucra a Francia, Italia y Alemania; y se rueda entre Francia y Portugal en más de 6 meses, en 1993; y requirió de un presupuesto inicial de 120 millones de francos, que supera los 20 millones; y para este proyecto de larga data, del cual Claude Berri es el productor principal, Patrice Chéreau y Danièle Thompson, encuentran paralelismos reales históricos en varias noticias, como La Primera Guerra del Golfo, guerras étnicas de la antigua Yugoslavia... que son las que vienen a alimentar la inspiración de los 2 autores; y el reparto, es ecléctico e internacional.
Además de las principales estrellas francesas:
Isabelle Adjani, Daniel Auteuil y Jean-Claude Brialy; Chéreau contrata a algunos de sus actores favoritos:
Jean-Hugues Anglade, Dominique Blanc y Pascal Greggory; y sus alumnos del Théâtre des Amandiers de Nanterre, como:
Vincent Pérez, Bruno Todeschini y Jean-Philippe Ecoffey; y entre los artistas internacionales se encuentran:
Los italianos Virna Lisi, Asia Argento y Claudio Amendola; el español Miguel Bosè, y el alemán Thomas Kretschmann.
El director dijo que “con La Reine Margot aprendí a hacer películas”; y en una clara ambición estética, la obra es juzgada por su autor más “isabelino” que “shakespeariano” y cerca de Christopher Marlowe a la idea de una violencia sorda, listo para saltar en cualquier momento.
Como dato, Chéreau también había puesto en escena en 1972, en el TNP Villeurbanne, La Masacre en París de Marlowe, que dedicada a la llamada “Noche de San Bartolomé”; y es cierto que la película llama mucho la inspiración del teatro y la literatura como la pintura de Francisco de Goya, Théodore Géricault, Delacroix y Francis Bacon; que también busca inscribirse en la tradición del cine de autor de prestigio, con la combinación de la familia, la energía, la locura, decadencia, el sexo y la barbarie como “La Emperatriz Escarlata” de Josef von Sternberg, “Ivan El Terrible” de Sergei Eisenstein, “Macbeth” de Orson Welles, “Hamlet” de Laurence Olivier, “El Crepúsculo de Los Dioses” de Luchino Visconti o “Aguirre, La Ira de Dios” de Werner Herzog.
“Me preguntaba, dónde encontrar un ejemplo moderno de feudalismo, vasallaje o dependencia... y pensé en la mafia.
A partir de ese momento, sustituí esas malas imágenes de “The Godfather” o “Godfellas” de Scorsese, que tuvo la buena idea de salir mientras estábamos trabajando; y recordé esta frase de Visconti cuando estaba preparando “Les Damnés”:
“Para contar la historia de una familia monstruosa en la que todos los delitos quedan impunes”, dijo Patrice Chéreau al referirse al germen de la película.
Así, nos lleva a finales del siglo XVI, donde los católicos y Los Hugonotes protestantes luchan por el control político de Francia, que se rige por el neurótico e hipocondríaco Rey Charles IX y su madre, Catherine de Medici, maquinista de poder intrigante.
Por lo que Catherine decide mostrar “buena voluntad” al ofrecer a su hija Margot en matrimonio con Henri de Bourbon, un prominente hugonote y Rey de Naverre, aunque también trata de lograr la notoria masacre en el día de San Bartolomé de 1572, cuando miles de protestantes son asesinados.
El matrimonio avanza, pero Margot, que no ama a Henri, comienza un apasionado romance con el soldado La Môle, también protestante de una familia acomodada; y  siguen asesinatos por envenenamiento, a medida que las intrigas de La Corte se multiplican, y el malvado complot de La Reina Catherine para colocar a su hijo, El Duque de Anjou en el trono, por lo que amenaza la vida de La Môle, Margot y Henri de Naverre.
Un libro con páginas pintadas con arsénico, está destinado a Henri, pero en su lugar, causa la muerte lenta y agonizante del Rey Charles.
Henri se escapa a Naverre, y envía a La Môle a buscar a Margot, pero Guise lo detiene.
La Môle es decapitado en La Bastilla, antes de que Margot pueda salvarlo, y El Rey Charles finalmente muere.
Margot finalmente escapa llevando la cabeza embalsamada de La Môle, cuando Anjou es proclamado Rey de Francia como Henri III.
El drama histórico de Patrice Chéreau es mucho más explícito que la versión de Jean Dréville de la misma historia, rodada unos 40 años antes, con Jeanne Moreau como protagonista; y en su adaptación, Chéreau yuxtapone piezas truculentas, como la devastadora masacre y una emocionante expedición de caza, con escenas de cámara austeramente eróticas; con sexo y muerte atacados simultáneamente en un guión de gran riqueza; donde por ejemplo, Margot anhela “ver la imagen de mi muerte en medio de mi placer”, mientras que el perfumista de Catherine es también un envenenador.
Así, La Reina Margot cuenta con un gran vestuario y producción, y una partitura coral inquietante, pero sobresale por sus actuaciones.
La pálida y etérea Adjani, se destaca como heroína titular, y el resto del elenco también brilla.
Sin embargo, Chéreau logra un brillante equilibrio entre la estilización operática y un realismo psicológico y visual casi documental; el mejor ejemplo es la secuencia de La Masacre de San Bartolomé, que es realmente terrorífica.
Pero hay que hacer notar, que Chéreau muestra la violencia con naturalismo, sin ocultarla ni tampoco haciendo hincapié en ella; al contrario de las películas yanquis, donde la violencia es mostrada como un vibrante espectáculo, como en “Gladiator” (2000), en que se utiliza hasta cámara lenta para que el espectador pueda ver los descuartizamientos con lujo de detalles.
Siendo Chéreau uno de los más prestigiosos directores de teatro y de ópera de Francia, en una apreciación superficial, podría decirse que La Reine Margot tiene factura teatral u operística.
En modo alguno es así, y se trata de una cinta sin contaminaciones, ni de la escena ni del “bel canto”; siendo tan genuinamente cinematográfica, que la violencia, tan de la pantalla como ajena a la escena, y no digamos a la ópera, es uno de sus principales pilares; y el sexo es el otro de los cimientos sobre los que Chéreau alzó su obra maestra.
La Corte de Charles IX, se nos presenta en un tono realista hasta la médula, bien podría ser una Sodoma en donde los escotes de las damas son igual de peligrosos que las espadas de los caballeros; y se ensarta a los invitados en las fiestas con las mismas que se les seduce.
Catherine de Médicis es consciente de que sus hijos mantienen relaciones incestuosas con El Duque de Guise (Miguel Bosè), y consiente...
Y no es de extrañar que El Louvre, donde habitan, sea tan sombrío como nos lo presenta Chéreau.
Mientras Henri de Naverre va a casarse allí con miedo... desata La Matanza de San Bartolomé en su noche de bodas, y también es entonces cuando su esposa quiere serle infiel por primera vez, y sale a buscar un hombre entre Los Hugonotes que duermen en las calles de París.
Y entre tanta muerte, encontrará el amor de su vida, en el joven hugonote, La Môle.
De ahí el simbolismo de su vestido, ensangrentado en una matanza tan cinematográfica como “La Noche de Los Cuchillos Largos” mostrada por Luchino Visconti en “El Crepúsculo de Los Dioses”; y de ahí la grandeza de La Reine Margot, en la historia de un amor más surgido en una de las grandes matanzas, que de la historia que registra.
Así vemos a una Reina Marguerite muy liberal, tal vez lo haya sido, pero no al extremo de buscar amantes en la calle y tener relaciones con ellos allí mismo… su esposo Henri de Naverre es muy débil, considerando que será el futuro Rey de Francia, Henri IV, y pareciera que ni él mismo se lo cree... 
Por otro lado, Catherine de Médicis luce cruel y muy astuta.
Y El Rey de Francia, Charles IX y sus hermanos, aparecen con un interés poco normal hacia su hermana Marguerite, aunque en la obra de Dumas esto solo es una insinuación, aquí se presenta de manera directa.
Ese retrato de la familia matriarcal, es uno de los mejores retratos de una época, que a pesar de no estar en La Toscana, sobrevive y se agita en las húmedas calles de Paris.
De la producción… decir que además de todo el vestuario usado por los actores principales, alrededor de 600 adicionales fueron hechos a medida en París para la película; y a pesar de su suntuosa apariencia, la ropa estaba hecha principalmente de lino y satén de algodón; y la ropa que parece estar elaboradamente brocada, como el vestido de novia de Margot, son simplemente estampados en la mayoría de los casos; mientras que las joyas se limitaban principalmente a perlas y los bordados elaborados, la norma de la época, se descartaban por razones estilísticas y presupuestarias; por lo que Chéreau procura alejarse casi por completo de los convencionalismos afines a la representación de una novela histórica, de los grandes valores de producción, tales como las escenas de batalla de rigor ejecutadas por cientos de extras; y prescinde también de vistosas locaciones parisinas, llenas de pseudo turísticas imágenes de imponentes palacios a la luz del atardecer, etcétera.
Por el contrario, el director apuesta hacia los prolongadamente sucesivos acercamientos de cámara, los primeros planos y los encuadres en los que predominan atmósferas de una lóbrega belleza, debidas a la excepcional lente de Philippe Rousselot, las cuales son violentadas repetidamente por tonalidades obscuras, chorros de sangre, sudor y semen salpicando la pantalla, con las cuales el director hace patente su poco velada inclinación por las escenas inscritas plenamente dentro de una línea “gore” y su inquietante habilidad para conseguir secuencias plenas de un salvajismo y violencia aterradoras, la cual queda de manifiesto en la secuencia de la carnicería llevada a cabo durante La Noche de San Bartolomé, puesta en escena potenciada por la ominosa partitura del compositor musical, Goran Bregović, en la que vemos a sus protagonistas cubiertos de, o regodeándose en la sangre; sin embargo, no debe tomarse como una mera voluntad de exhibir gratuitamente tales cantidades de hemoglobina y violencia por parte de Chéreau, ya que forman parte de un engranaje muy inteligente y preciso, orquestado magistralmente por el realizador y su guionista, la futura realizadora Danièle Thompson, en el cual termina percibiéndose dicha violencia, no de una manera espectacular o estilizada, sino como un fiel reflejo de la violencia interna de cada uno de los nefastos personajes, y el ámbito en el que se mueven, evidenciando la habilidad de Chéreau como un notable director de actores al servicio de una anécdota, casi totalmente carente de heroísmos y valores humanos; de posicionar a sus personajes como piezas de un perverso juego de ajedrez, llevado a cabo en un entorno denso, asfixiante, inmoral, donde las intrigas, la mentira, el odio y la traición, se encuentran a la orden del día, poniendo en evidencia en el menor gesto de cada uno de los involucrados en la historia, rasgos inconfundiblemente maléficos, siendo muy pocos aquellos que escapan a esa categoría, y los que lo hacen, se mueven de manera constante en una especie de indefinición moral, en un mundo en el que la integridad y la justicia han quedado fuera de la ecuación, donde cada bestial encuentro erótico, cada horripilante decisión de Catherine de Médicis, y cada acto venido de la malignidad subyacente de los demás personajes, dan la certeza de un ámbito definido por las bajas pasiones de cada uno de ellos, su sed insaciable de poder, y las inhumanas formas para preservarlo.
El primero y principal mérito técnico, es la iluminación, “il te frappe”, como dirían los franceses, “que te golpea”
Desde las primeras escenas, de repente, casi de manera terrorífica, nos arrastramos al siglo XVI, una época sin los cojines de la vida moderna.
La luz está en todas partes, y brilla de una manera que es implacable y reveladora; donde hay luz, hay “liminalidad” y donde hay sombras, incluso allí hay luz, pero es tenue, por tanto, no es liminal; y la carne cadavérica de los vivos, transmite más de lo que cualquiera podría decir en el diálogo:
Estas son personas “muertas”, que viven un drama que ya está predestinado para ellas, que es un concepto maravillosamente concebido del cineasta.
Y es que Chéreau está jugando con predestinación y destino aquí, y es a través del arte del cine que lo está haciendo.
La Adjani, por ejemplo, tiene una actuación de bravura, y es solo por gracia de Jeanne Moreau, tenemos cualquier escala de comparación.
La actuación de Moreau es genial, de hielo y política; pero la de Adjani es calor, amor y política; y es adecuada para su generación.
Vincent Pérez es adecuadamente heroico, sino mira cómo los tonos de rosa van y vienen en su carne a medida que cambia la luz.
Sin embargo, los elogios por las interpretaciones masculinas son compartidos por Jean-Hugues Anglade, durante mucho tiempo, un actor francés subestimado, y Daniel Auteuil, demasiado apreciado por sus valientes actuaciones en otros lugares, y no se le da suficiente crédito, por lo que puede hacer con un gesto, con una línea, con una mirada.
Auteuil, casi siempre está iluminado con una hipocresía genial, ámbar y verde, como se adapta a su desempeño; mientras Anglade cumple uno de los mejores papeles de su carrera, como el condenado Charles IX, y nunca se ve menos “en las puestas de la muerte”
Un actor naturalmente sensible, que agrega un toque de falta de alma a su Charles IX, que es inolvidable:
Débil, sí, Rey, sí, niño de mamá, sí, pero también, al final, niño necesitado.
Es sorprendente en su máxima simplicidad como una actuación para el cine.
Y muy pocas representaciones en una película, están a la altura de La Catherine de Médicis de Virna Lisi:
Ella es “incroyable” o increíble, y algo estuvo mal cuando no fue reconocida universalmente como la mejor actriz de reparto de los 94.
Su Reina, es de varias capas, amorosa, odiosa, profundamente cínica, pero ingenuamente supersticiosa, jugando hijo contra hijo e hija contra la realidad política, en otras palabras, una encarnación perfecta del siglo XVI en Francia.
Cualquier mujer política en la que puedas pensar, podría haberse sentado a sus pies y aprendido lecciones sobre “cómo hacerlo”
La propia Lisi podría haber sido una confidente de la verdadera Catherine, pues ella es tan buena en este papel, que fue coronada por esta actuación en Europa, pero debería haber sido coronada universalmente.
Mírela mientras vacila entre el amor y el odio y la política, y especialmente observe la iluminación, que cambia sutilmente según su papel en el momento, y se va pareciendo a una muerte cadavérica.
Mírala con cuidado hacia el final, mientras el destino termina las cosas, y observa a una actriz que se entrega totalmente al papel, al momento, para encarnar a un personaje que es absolutamente inolvidable.
Y, sobre todo, mirar la iluminación:
Ver cómo cambia sutilmente de acuerdo con su función del momento.
Aparentemente, Chéreau le hace saber a sus actores lo que está haciendo, porque responden de acuerdo con los matices de la emoción; y cuando la iluminación es tenue, o el enfoque es de rango medio, se confunden un poco, dando al espectador un sentido de su incertidumbre, pero si él enfoca, también se enfocan, y hay momentos aterradores de intimidad alucinante cuando casi quiero mirar hacia otro lado, es como ver a tus íntimos hacer el amor; demasiado, demasiado íntimo, y demasiado profundo.
Dominique Blanc, presenta una actuación casi impecable, como la mejor dama de honor de Margot; y también observa cómo se ilumina y cómo responde ella.
Una “conspiratrice” duquesa, mujer cínica enamorada a pesar de sí misma, es muy, muy buena.
Pascal Greggory como el futuro Henri III es maravilloso, y el resto del reparto se destaca.
Esto fue obviamente, un trabajo de amor e intensidad.
Y al final, uno sigue preguntándose de qué se trata la película que fue tan memorable, y los aspectos técnicos lo dejan perfectamente claro:
Las actuaciones; “la mise en scène”, el director desde luego; pero es el conjunto, la luz y las sombras, la oscuridad y el brillo, como en esas velas en las maravillosas linternas de papel cuadrado en la noche del Louvre, cuando la gente comienza a tejer sus maquinaciones, lo que lo hace memorable.
En definitiva, buenos actores, grandes actuaciones y un director impecable.
Como dato, aunque Isabelle Adjani y Daniel Auteuil tenían respectivamente, unos 30 años y unos 40, cuando se rodó la película; sus contrapartes de la vida real, Marguerite de Valois y Henri de Naverre, de hecho tenían solo 19 años cuando se casaron.
Por su parte, Isabelle Adjani contaba 40 años, y debía interpretar un personaje de 19; al parecer, cada mañana acudía desesperada a Philippe Rousselot, el director de fotografía, señalando su propio rostro y lloriqueando:
“¡Mira qué desastre, Philippe!”
Sin embargo, por la tarde y ya maquillada, estaba radiante.
Su mítica piel de porcelana aguanta bien los primeros planos, a pesar de notarse que se encontraba en los inicios de la escalada de cirugía estética que la llevaría hasta los desconcertantes mofletes siliconados que hoy flanquean su cara.
La estrella estaba arropada por un impresionante “casting” de intérpretes franceses y europeos:
Daniel Auteuil, Pascal Greggory, pareja de Chéreau, por cierto; Vincent Pérez, Jean-Claude Brialy, Dominique Blanc, Asia Argento, Claudio Amendola…
Y todos estaban perfectos.
Pero al mismo tiempo, todos eran eclipsados por Virna Lisi, actriz italiana de legendaria belleza, que acometía el papel de Catherine de Médicis, madre de Margot, afeada, y con la frente rasurada hasta la mitad del cráneo.
Y La Lisi está de miedo:
¿Cómo logra construir un personaje tan perverso y hacerlo creíble?
Catherine era la instigadora de la matanza, y cometía todo tipo de crímenes sin inmutarse, como un capo mafioso.
De hecho, para construir el personaje, Chéreau se había inspirado en el Marlon Brando de “The Godfather”; y antes de Lisi, se había hablado de:
Sofia Loren, Claude Cardinale, Monica Vitti e incluso de Marisa Paredes para interpretarlo; y la verdad es que el trabajo de Virna Lisi era milagroso.
Hablando de milagros, otro de los actores de la película era Miguel Bosè, que interpretaba al Duque de Guise, jefe de los católicos y amante de Margot.
Y el milagro consiste en que Bosè lo hacía muy, muy bien, y lo mejor:
Jean Hughes-Anglade, como El Rey, su personaje es digno de Shakespeare, con una interpretación sobrecogedora, que va desde la inocencia infantil hasta la depravación.
Y parece ser que, pese a contar con un nutrido grupo de actores jóvenes y deseables, el rodaje resultó bastante casto; con una excepción:
La actriz italiana Asia Argento, que se lo pasó bastante bien, según declaraba Pascal Greggory:
“Los actores Bruno Todeschini y Julien Rassam, estaban como locos alrededor de ella”
Por su parte, el actor Vincent Pérez, ofrecía a los espectadores un generoso desnudo integral, demostrando lo “grande” que es... y el impacto que su anatomía generó en el público fue impresionante, pues pocas producciones comerciales, se atrevían a mostrar el pene.
Y es que había mucho sexo en la película:
En su propia noche de bodas, Margot se ofrecía primero a Guise, para después echarse a las calles portando una máscara y al grito de:
“¡Necesito un hombre!”
Entonces encontraba a La Môle en un callejón, y los 2 se lo montaban en plan empotramiento renacentista contra la pared.
Más tarde, Guise y los 3 hermanos de Margot, que eran también sus amantes, trataban de violarla en grupo durante una fiesta...
O bien, algo había entre ellos mismos… en plan homosexual, y hasta con la propia madre… y todo ante su madre y su esposo.
Por otro lado, La Noche de San Bartolomé es una auténtica orgía de sangre en la que se suceden los acuchillamientos y degüellos.
Los cadáveres se amontonan en las calles, y son portados en carromatos hasta unas fosas comunes.
Hasta llegar a la larga escena de la muerte por envenenamiento del Rey…
Al final, La Môle, el objeto del amor de Margot, es decapitado; y ella hace embalsamar su cuerpo pero, en un arrebato de fetichismo necrófilo, se lleva como suvenir la cabeza envuelta en un trapo ensangrentado.
Puede decirse que el filme es perfecto, pero hubo algunas escenas que le llamaron la atención:
La Môle recibe un disparo en las piernas, y las heridas y las manchas de sangre son visibles cuando se dirige a la ejecución; pero cuando Margot ve su cadáver semidesnudo, sus piernas están sin marcar.
Además, la música utilizada en la escena de la boda, es una paráfrasis del final del Coro de Aleluya del “Messiah” de Handel, que fue escrita más de 200 años después de los eventos de esta película.
Como fuera el caso, esta obra maestra tiene una gran banda sonora del compositor serbocroata, Goran Bregović; que compuso una canción llamada “Elohi” o “Dios mío”, cantada en hebreo por la cantante israelí Ofra Haza, lo que también contribuía a la causa.
“Les protestants croient que vous les avez trahis.
Ils ne peuvent pas comprendre.
Qu'est-ce que la trahison si ce n'est sa capacité à suivre le cours des événements?”
Hace 25 años se estrenó La Reine Margot, que revitalizó el género histórico en el cine, le añadió sexo y sangre, e inspiró todas esas series de reyes y cortesanos que no puede dejar de ver.
Sobre La Casa de Valois, decir pues que era una rama menor de La Dinastía de Los Capeto; que sucedieron al trono francés, y fueron La Casa Real de Francia desde 1328 hasta 1589.
Los miembros más jóvenes de la familia, fundaron ramas en:
Orléans, Anjou, Borgoña y Alençon; donde las formas de dirigirse a Los Reyes y Príncipes de Valois, incluían “La mayoría de la majestad cristiana”, “Delfín”, “Su Gracia”, “Su Majestad” o “La Majestad Más Real”
Los Valois, descendieron de Charles, Conde de Valois de 1270 a 1325;  el 2º hijo sobreviviente del Rey Philippe III de Francia, que reinó de 1270 a 1285.
Su título al trono, se basó en un precedente en 1316, más tarde atribuido retroactivamente a La Ley Sálica Merovingia; que excluía a las descendientes mujeres de Joan II de Naverre; así como a los descendientes masculinos a través de la línea de Edward III de Inglaterra, desde la sucesión al trono francés.
Después de ocupar el trono durante varios siglos, la línea masculina de Valois fracasó, y La Casa de Bourbon sucedió a Valois en el trono, como la rama de la dinastía capetiana sobreviviente de La Tercera Edad.
Sobre Marguerite de Valois, como Reina de Naverre, también desempeñó un papel pacificador en las tormentosas relaciones entre su marido y la monarquía francesa.
Boleta entre los 2 cortes, ella se esforzó por llevar una vida conyugal feliz, pero la esterilidad de su pareja y las tensiones políticas inherentes a Las Guerras de Religión Francesas, causaron el final de su matrimonio.
Maltratada por un hermano sombrío, y rechazada por un marido oportunista, ella eligió el camino de la oposición en 1585; y se puso del lado de La Liga Católica, viéndose obligada a vivir en Auvernia, en un exilio que duró 20 años.
Conocida mujer de letras y mente ilustrada, así como patrocinadora extremadamente generosa, Margot tuvo un papel considerable en la vida cultural de La Corte, especialmente después de su regreso del exilio en 1605.
Era un vector del neoplatonismo, que predicaba la supremacía del amor platónico sobre el amor físico; y mientras estaba encarcelada, aprovechó el tiempo para escribir sus Memorias; siendo la primera mujer en hacerlo; y era de hecho, una de las mujeres más de moda de su tiempo, tanto que influyó en muchas de Las Cortes Reales de Europa con su ropa.
No obstante, ella ha sido víctima de una tradición historiográfica misógina, que ha demolido la importancia de sus acciones en la esfera política de la época, para reforzar la transición dinástica de Los Valois a Los Bourbon, dando crédito a la calumnia circulada en su cuenta, creada y transmitida a través de los siglos como el mito de una mujer hermosa y culta, pero ninfómana e incestuosa con sus hermanos.
Muchos de esas calumnias se extendieron a lo largo de la vida de La Princesa, pero los de “Le Divorce Satyrique”, panfleto escrito probablemente por Théodore Agripa d'Aubigné, contra El Rey Henri IV, fueron los que tuvieron más éxito; y posteriormente se dictaron como “establecidos”
En 1630, después del Día de Los Dupes, El Cardenal Richelieu y sus historiadores, iniciaron una campaña contra Marie de Médicis, un desprestigio sistemático hacia todas las mujeres, y su papel político revivió La Leyenda Negra de Marguerite.
Ya en el siglo XIX, nació definitivamente “El Mito de La Reina Margot”, como una leyenda que se ha cristalizado en torno al famoso sobrenombre de Reina, “Margot”, inventado por Alexandre Dumas, père.
Por su parte, el historiador Jules Michelet, explotó la figura de La Princesa Valois para denunciar la depravación del Antiguo Régimen; y entre los siglos XIX y XX, algunos historiadores como El Conde Léo de Saint-Poincy, buscaron rehabilitar a la figura de La Reina, tratando de discernir los escándalos de la realidad, describiéndolos como una mujer que desafió la agitación de La Guerra Civil, y que ella nunca se había sentido menos que sus hermanos, incluso queriendo participar en los asuntos del reino, abordando así también el comportamiento político de Marguerite, además de la vida privada.
Sin embargo, estos estudios permanecieron marginales, y no afectaron los textos oficiales.
Solo desde la década de 1990, algunos historiadores como:
Éliane Viennot, Robert J. Sealy y Kathleen Wellman, han contribuido a rehabilitar la imagen del último miembro de La Dinastía Valois, y recordar la distinción entre la figura histórica de Marguerite de Valois y la leyenda de La Reina Margot.
Sin embargo, las obras literarias y cinematográficas, como “La Reine Margot” de Patrice Chéreau, continuaron perpetuando la imagen de una mujer obscena y lujuriosa.
Como “única heredera de la raza de Los Valois”, como ella se denomina a sí misma, Marguerite materializa en sus últimos años la transición, no sólo entre su dinastía y la de Los Bourbon, sino también entre el espíritu del Renacimiento y el del Gran Siglo.
Ella es la más cualificada para desempeñar este cometido, servir de enlace entre 2 épocas, ya que mantiene excelentes relaciones con La Reina regente Marie de Médicis, a la que aconseja en esto; y con El Delfín, futuro Louis XIII, al que nombró su heredero.
Este fue un movimiento político extremadamente importante para La Familia Bourbon, ya que oficializó la transición dinástica entre La Familia Valois, de la cual La Reina Marguerite fue la última descendiente legítima, y la de La Dinastía Bourbon, que recién se instaló en el trono de Francia.
Fue a principios de marzo de 1615, que Marguerite se enfermó peligrosamente; y murió en su Albergue de La Reyne Marguerite, el 27 de marzo de 1615, a los 61 años.
Paul Phélypeaux de Pontchartrain, escribió:
“Murió en París La Reina Marguerite, única sobreviviente de la raza de Valois; una Princesa llena de bondad y buenas intenciones de bienestar y reposo del Estado, y quién era su único enemigo.
Estaba profundamente arrepentida”
La Reina Marguerite, fue enterrada en La Capilla funeraria de Los Valois en La Basílica de St. Denis; sin embargo, su ataúd ha desaparecido, y no se sabe si fue retirado y transferido cuando se realizó un trabajo en La Capilla, o se destruyó durante La Revolución Francesa.
De esta manera, se agrega un misterio más, siendo posible que sus series históricas favoritas no existiesen si no fuese por esta historia, y por esta película.

“Un jour, vous saurez qui vous êtes vraiment.
Promets-moi de ne pas m'oublier... celle que tu n'aurais pas dû aimer”



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