The Sweet Hereafter

“Sometimes courage comes from the most surprising places”

No hay nada que nos provoque más incertidumbre que el destino, pues a todos nos gustaría saber qué nos va a pasar… qué nos va a suceder.
Russell Banks, escribió de ello.
Banks es un novelista, cuentista y guionista de cine estadounidense de 79 años, cuyas muchas obras han sido llevadas al cine con un gran éxito de crítica; pero es mejor conocido por sus relatos detallados de las luchas domésticas y las luchas cotidianas de los personajes comunes, a menudo marginados; ya que sus historias generalmente giran en torno a sus propias experiencias de la infancia y, a menudo, reflejan temas morales y relaciones personales.
Y es que muchas de las obras de Banks, reflejan su educación de clase trabajadora; por lo que sus historias a menudo muestran a personas que enfrentan tragedias y recesiones en la vida cotidiana, expresan tristeza y dudas en sí mismas, pero también muestran resistencia y fortaleza ante sus dificultades.
“The Sweet Hereafter” (1991) es una novela emplazada en un pequeño pueblo después de un mortal accidente de autobús escolar, que ha matado a la mayoría de los niños de la ciudad.
La novela es una narrativa múltiple, en primera persona, que representa la vida en una pequeña ciudad en el estado de New York, a raíz de un terrible accidente de autobús escolar en el que mueren numerosos niños de la zona.
Apenas capaces de hacer frente a la pérdida, sus padres en duelo, son abordados por un abogado de la ciudad, astuto, que quiere que demanden por daños y perjuicios.
Al principio, los padres se muestran reacios a hacerlo, pero finalmente, el abogado los convence de que presentar una demanda colectiva, facilitaría sus pensamientos y también sería lo correcto.
Como la mayoría de los niños están muertos, el caso ahora depende de los pocos testigos sobrevivientes para decir la verdad en El Tribunal; en particular Nichole Burnell, de 14 años, quien estaba sentada en la parte delantera del autobús, y ahora está paralizada de cintura para abajo, cuya deposición es de suma importancia.
Sin embargo, ella inesperadamente acusa a Dolores Driscoll, la conductora, de acelerar, y por tanto causar el accidente.
Cuando lo hace, todas las esperanzas de recibir dinero se ven frustradas; y todas las personas involucradas saben que Nichole está mintiendo, pero no pueden hacer nada al respecto.
Solo su padre sabe por qué, pero él no puede revelar públicamente los motivos de su hija.
La novela captura la atmósfera en una pequeña ciudad repentinamente sacudida por una catástrofe; donde los padres toman mucho; los asuntos secretos terminan abruptamente; se mudan familias enteras...
Solo el lector/espectador sabe que Mitchell Stephens, el abogado, ha perdido efectivamente a su propia hija; alejada y adicta a las drogas, que le informa por teléfono que acaba de hacerse la prueba del VIH…
La novela se basó en un accidente de autobús real en Alton, Texas y sus consecuencias justo antes de que se escribiera el libro.
El hecho sucedió alrededor de las 7:34am, cuando un camión de reparto de Dr. Pepper, operado por Valley Coca-Cola Bottling Company, y un autobús escolar construido en 1977, con capacidad para 84 personas; del Distrito Escolar Independiente Consolidado de Misión, colisionó a lo largo de Farm to Market Road 676, en Bryan Road.
En el lugar no había ninguna barrera que hubiera detenido el autobús antes de que entrara en un pozo de caliche.
Los estudiantes a bordo, con edades comprendidas entre los 12 y los 19 años, asistían al Mission Junior High School y Mission High School en Mission, Texas; y pertenecían a la parte de Alton que tenía el nivel socioeconómico más bajo.
El autobús llevaba 42 estudiantes de secundaria, y 39 estudiantes de primaria.
El autobús cayó en un pozo de aproximadamente 3m de agua que se había llenado de agua de lluvia a medida que pasaba el tiempo; al no haber leyes que exigieran a los propietarios de los pozos que los rellenaran después de que se terminara la extracción.
De los 81 estudiantes a bordo, 11 estudiantes no sufrieron lesiones, 46 sufrieron lesiones leves, 3 sufrieron lesiones graves, y 21 murieron.
Las 21 muertes se debieron a ahogamiento o debido a causas relacionadas con estar en el agua; de ellos, 19 murieron el 21 de septiembre, y otros 2 murieron más tarde en el hospital, por complicaciones relacionadas con la asfixia que experimentaron, y la víctima fallecida final, murió el 29 de septiembre.
Tanto los conductores del camión como el autobús, sobrevivieron al accidente.
El autobús se llenó de agua en 30 a 60 segundos, como resultado de las aberturas en las ventanas laterales, la puerta frontal de embarque y el parabrisas que se había desalojado.
Los estudiantes no tenían una bolsa de aire que les hubiera dado tiempo para escapar; y ninguno de los pasajeros sufrió lesiones relacionadas con el trauma que les hubieran impedido salir del autobús.
La mayoría de los estudiantes fallecidos, estaban lejos de las salidas, en el centro del autobús.
La falta de visibilidad en el agua llena de caliche, impidió que los estudiantes vieran las salidas disponibles; además, algunos estudiantes quedaron atrapados en las ventanas, debido a sus grandes tamaños, y varios estudiantes intentaron las mismas rutas de egreso al mismo tiempo.
Por lo que se determinó que el tamaño pequeño de las salidas, fueron un factor que inhibió el escape; así como el tiempo disponible fue inadecuado para que 81 estudiantes desesperados, escaparan por las aberturas de ventanas disponibles y la puerta de emergencia trasera, que no permanecía abierta antes de que quedaran atrapados bajo el agua.
Los Agentes de La Patrulla Fronteriza de EEUU y 125 vehículos de emergencia de varias agencias, ayudaron en el rescate.
Este fue el peor accidente de autobús escolar hasta la fecha en la historia de Texas.
El conductor de la camioneta, Rubén Pérez, fue declarado culpable del accidente; sin embargo, algunos abogados se enfrentaron a cargos de ética en su apuro por presentar una demanda después del accidente.
Donde docenas de abogados se apresuraron a Alton, según informes, incluso acercándose a las familias en la morgue y en los hospitales.
Por otro lado, el camión de refrescos era propiedad de Valley Coca-Cola, una división del gigante de los refrescos; y el fabricante del autobús, fue demandado alegando que la puerta de emergencia trasera estándar, debería haber sido complementada con una salida en el lado izquierdo del autobús que hubiera permitido que la mayoría, o todos los niños escaparan; curiosamente, este accidente ocurrió solo unos meses después de otro autobús con causas similares en Kentucky, por lo que el número de salidas de emergencia jugó un papel importante en las muertes; mientras que la comunidad de Alton fue demandada porque la fosa no estaba completamente cerrada.
Otro dato es que los abogados del Estado de Texas, buscaron iniciar acciones contra los abogados a los que creía que se les estaba pagando a las personas para que les recomendaran clientes.
Algunas familias que se establecieron poco después del accidente, volvieron a demandar después de descubrir que otras familias habían recibido asentamientos más grandes.
350 demandas resultaron en acuerdos por un total de más de $150 millones.
Al final, Valley Coca-Cola pagó unos $144 millones en reclamos, de los cuales, los abogados tomaron aproximadamente $50 millones.
Las familias que perdieron niños, recibieron aproximadamente $4.5 millones de Valley Coca-Cola por cada niño que falleció, mientras que los 60 niños que sobrevivieron, recibieron un estimado de $500,000 a $900,000
Los beneficios de los juicios que compensaron las muertes de los estudiantes, causaron división en la comunidad de Alton.
Pocos de los ciudadanos de Alton, asistieron al juicio penal del conductor del camión; y muchos piensan que el dinero recibido de las demandas, solo trajo problemas a la ciudad.
Al final, el conductor de la camioneta, Rubén Pérez, fue acusado de negligencia por 21 cargos de homicidio en un tribunal penal, pero un jurado lo absolvió de todas las cuentas en 1993.
Respecto a la novela, muchos han admirado la escritura realista de Russell Banks, que a menudo explora los dilemas sociales y las luchas morales estadounidenses.
Los revisores han apreciado su representación de las personas de la clase trabajadora, que luchan por superar las relaciones destructivas, la pobreza, el abuso de drogas y la confusión espiritual; y los estudiosos han comparado la ficción de Banks, con las obras de Raymond Carver, Richard Ford y Andre Dubus; pues Banks escribe con una empatía intensamente enfocada, y un sentido del humor compasivo que ayuda a mantener a los lectores, sino a sus personajes, a flote a través de las desventuras y tragedias de sus libros.
¿Cómo continuar con la vida tras la pérdida irreparable de un hijo?
¿Cómo  puede sobrevivir una comunidad que ha perdido a todos sus niños?
“Nicole, did The Pied Piper take the children away because he was mad that the town didn't pay him?”
The Sweet Hereafter es un drama del año 1997, escrito y dirigido por Atom Egoyan.
Protagonizado por Ian Holm, Sarah Polley, Bruce Greenwood, Earl Pastko, Tom McCamus, Caerthan Banks, Gabrielle Rose, Alberta Watson, Maury Chaykin, Stephanie Morgenstern, entre otros.
El guión se basa en el libro de Russell Banks “The Sweet Hereafter”, y tiene como contrapunto la leyenda “Rattenfänger von Hameln” o “El Flautista de Hamelín” (1816); y está inspirada en el accidente de autobús, ocurrido en 1989 en Alton, Texas.
Por su parte, “The Pied Piper of Hamelin” conocido también como “Pan Piper” o “Rat-Catcher of Hamelin”; es una fábula o leyenda alemana, documentada por Los Hermanos Grimm, que se traduciría como “El Cazador de Ratas de Hamelín”, que cuenta la historia de una misteriosa desgracia acaecida en la ciudad de Hameln, en Alemania, el 26 de junio de 1284.
El autor, Russell Banks, dejó constancia de que pensaba que esta película era una mejora con respecto a su novela; por su parte, Atom Egoyan, es un director con una sensibilidad muy especial:
Sus primeras películas versaban sobre sentimientos tan universales como el amor paterno, tratadas con una sutileza y una delicadeza sin igual.
Aquí, un desgraciado accidente de autobús en el que perecen todos los niños de un pueblo de Canadá, le sirve a Egoyan para mostrar las complicadas relaciones entre los habitantes de la población.
Curiosamente, el filme no fue un éxito de taquilla, pero fue aclamado por la crítica; ganando 3 premios en El Festival Internacional de Cine de Cannes:
El Gran Premio del Jurado, El Premio Jurado Ecuménico y El Premio FIPRESCI.
Además, obtuvo 2 Nominaciones al Oscar:
Mejor director y guión original; siendo la única película de ese año en ser nominada al Oscar a Mejor Director, pero no a Mejor Película.
Filmada en Columbia Británica y Ontario, con un presupuesto de $5 millones, incorpora una partitura con influencias de la música medieval; y sigue a un abogado, Mitchell Stephens (James D. Watts/Ian Holm), que llega a un pueblo retirado de Columbia Británica, en Canadá, donde 14 niños fallecieron en un accidente de autobús escolar.
Él intenta convencer a los padres, de que se personen como acusación grupal en un juicio que demuestre posibles negligencias por parte del ayuntamiento o del conductor del autobús.
Los pocos testigos directos del accidente, son:
Dolores Driscoll (Gabrielle Rose), la conductora del autobús; Billy Ansel (Bruce Greenwood), un padre que seguía el autobús en coche, y que perdió a sus hijos en el accidente; y una chica de 15 años, Nicole Burnell (Sarah Polley), que quedó parapléjica.
El abogado se entrevista con los padres, reabre sus heridas del pasado y les propone llevar el caso a los tribunales; así veremos la realidad:
Los intereses de los abogados, los relatos de las familias y el dolor, se entrecruzan configurando un film único y excepcional, que dice mucho más de lo que parece, y deja en la mente del espectador un buen puñado de escenas memorables.
Quizás ello se deba a que los personajes están muy bien desarrollados, todos tienen matices, y están sujetos a múltiples interpretaciones; donde ninguno parece ser de una sola pieza, pues todos tienen algo que ocultar, y ninguno está exento de culpa.
Por ello, The Sweet Hereafter adquiere un registro cuasi-documental en su intención cronista, y se aproxima con sorprendente cautela y respeto a los secretos ocultos de un pueblo, contando en paralelo al clásico cuento de los hermanos Grimm.
Así, Egoyan compone un filme con un fuerte carácter y personalidad propia, y conmueve al espectador con una subtrama adyacente entre un padre frustrado y una joven superviviente; y sorprende con un magistral retrato del abismo de la desolación y del sinsentido de la pérdida en esta sensible y conmovedora película, que refleja como pocas, la tristeza y el vacío que cunde entre la población de un pequeño pueblo canadiense ante la brutal irrupción de la más dolorosa de las tragedias; que como “El Flautista de Hamelín”, es un cuento metafórico que Egoyan ha utilizado por sacar lo oculto de lo que no se dice, y realizar su habitual ejercicio de estilo y estética preñado de ensoñación y realidad, de tono borroso, difuso y flotante, con imaginería filosófica y críptica, envuelto en la bruma y apeado en lo concéntrico.
Así pues, Egoyan hace abstracción del argumento, se mete en la introspección psicológica, fragmenta la narración, y nos envuelve en un cruce laberíntico entre dudas morales y el sentimiento de culpa, con la destrucción de las apariencias al fondo, también es un sueño, una mentira, un contrato fingido la vida que tenemos a nuestro alrededor; donde los “flashbacks” van y vienen desordenados, y cuán si de una atracción de feria se tratara, en una descripción caótica, de choque, como el brutal hecho que cuenta; como analogía del choque emocional y mental que sufren los personajes trasladado al espectador.
Esta es una película sobre la que se podría decir:
“Eso no es entretenimiento”; son experiencias que están directamente frente a los ojos; es decir, es un filme que desafía las ideas básicas sobre la vida, el amor y “el gran sueño”; es una expansión de la conciencia, pero mostrada de una manera muy particular.
“You leave us alone, Stephens.
You leave the people of this town alone”
La filmografía de Atom Egoyan, conectada entre sí por la obsesión de la imagen, el video, la TV y la pornografía casera, lo ha convertido indiscutiblemente en un realizador de culto, recurriendo a los “home movies”, las cámaras vigilantes y otras nuevas tecnologías de las imágenes; y sobre todo, a los procesos psicológicos de sus personajes, cuyas historias están ligadas a sentimientos de culpabilidad, frustración sexual, pérdidas físicas y amorosas; y se ha dicho que su cine es la simple repetición de un solo tema y una sola situación; de ahí, la interconexión entre un filme y otro, ya sea por el uso del video y la TV, o por la coincidencia de lugares:
Hoteles, sitios en ruinas, o aeropuertos…
Por el contrario, el cineasta parte de una premisa similar para explorar nuevas situaciones límite, avanzando cada vez más, en una línea dramática y melancólica como ocurre en The Sweet Hereafter:
Pesimismo y pérdida, son en buena medida el eje de una de las filmografías más perturbadoras del cine contemporáneo; donde ahora  recurrió por vez primera a una fuente ajena.
Se trata de un realizador potente y minimalista, seducido por los temas de infancia y adolescencia vulnerada, y los procesos de duelo.
Así, Atom Egoyan adaptó el guión después de que su esposa, la actriz Arsinée Khanjian, sugirió que leyera la obra de Russell Banks, “The Sweet Hereafter”, una novela inspirada en un incidente real, ocurrido en Alton, Texas en 1989, en el que en un autobús murieron 21 estudiantes, lo que llevó a múltiples juicios.
Egoyan, inicialmente le resultó difícil adquirir los derechos, ya que habían sido asignados a otro estudio que en realidad no lo estaba produciendo.
Poco antes de que expirara la opción, la novelista Margaret Atwood, sugirió a Egoyan que se reuniera personalmente con Banks, después del éxito del director con la película “Exotica” (1994); y Banks estaba dispuesto a otorgarle los derechos.
Egoyan más tarde declaró, que se sentía atraído por filmar la novela, porque sentía que la película “es para enfrentar las cosas más extremas”
Como canadiense/armenio, Egoyan también vio la historia como una metáfora del Genocidio Armenio, en el que los culpables no han aceptado la responsabilidad.
Es un terrible relato realizado con una sobriedad y una sutileza tal, que convierte la trágica historia en un drama emocional complejo y potente, que crea un suspenso permanente, y una sensación de melancolía que invade la trama.
No obstante, al adaptar la novela, Egoyan cambió la configuración de Upstate New York a British Columbia, para ayudar a asegurar la financiación canadiense; y también agregó referencias a la historia de “The Pied Piper of Hamelin” de Robert Browning, para enfatizar, cómo Egoyan vio a The Sweet Hereafter como un “cuento de hadas sombrío”
No es casual que se vea a una joven leyendo el cuento a niños que luego mueren en el accidente…
Por lo que en esa historia, “el flautista” aleja a todos los niños para que nunca regresen, después de que sus padres se nieguen a honrar su deuda con él.
Así Egoyan escribió una nueva estrofa en “el flautista” donde el estilo de la escena en la que la joven testifica que la conductora estaba acelerando, en la que describe los labios de su padre como “congelados como la luna de invierno”
Egoyan, también convirtió al abogado en el personaje principal, e incrementó la importancia de la hija de Stephens, y trasladó la revelación de incesto más adelante en la película.
Todo inicia en un pequeño pueblo de Canadá, donde tiene lugar un funesto percance:
Un autobús escolar con rumbo al colegio, derrapa en el camino, y se hunde en un lago congelado con varios de los niños de la zona.
El ambiente del lugar, se trastoca por completo; se vuelve hostil, agresivo y frustrante.
Todos los familiares afectados, y las 2 únicas sobrevivientes del accidente:
La adolescente Nicole Burnell y la conductora del autobús, Dolores, se sumergen en sentimientos de culpabilidad y furia.
Al día siguiente de los trágicos sucesos, se presenta el abogado, Mitchell Stephens, con el fin de representar a las familias afectadas, levantando una demanda contra la empresa de transportes, ya que a pesar de que el pueblo ha aceptado el hecho como un accidente, por ser Dolores una mujer del lugar; para Mitchell siempre existe algo que perseguir, ya que para él, los accidentes no existen.
Su manera de actuar, está relacionada con su propia miserable vida a partir de los sentimientos encontrados hacia su propia hija, Zoe (Magdalena Sokoloski/Caerthan Banks), que él considera perdió por las drogas…
Finalmente, la mayoría de los padres convencidos de que sí existe culpable, optan por contratar a Mitchell; sin embargo, uno de ellos, Billy, padre de 2 niños y amante de Risa Walker (Alberta Watson), quien a su vez perdió a su hijo, se niega a aceptar; pues ya ha tenido antecedentes de la pérdida de su esposa, lo que le ayuda a mantener la calma y la sangre fría sobre lo sucedido con los pequeños.
Por otro lado, Nicole, quien ha vivido en la ilusión de convertirse en estrella de rock, se da cuenta que el accidente que la dejó lisiada, no solo se llevó ese deseo, sino también la intimidad acostumbrada con su padre, quien abusa de ella.
Billy, de alguna forma la sacará de ese marasmo emocional, al entender que su padre no es más que un mentiroso a quién le interesa el dinero.
Sam (Tom McCamus), el padre de Nicole, es “El Flautista de Hamelín” que la engaña para saciar sus deseos.
Este aspecto la lleva a declarar mentiras al aportar su testimonio ante los jueces, con el solo motivo de reprocharle a su padre el abandono.
El juicio contra la empresa de autobuses se pierde, y cada familia es esparcida a distintos pueblos para buscar un “dulce porvenir”
El director Atom Egoyan ha recurrido a temas como la alienación, la soledad y las estructuras de poder; y una característica importante en sus películas, es la estructura sin linealidad cronológica; y en The Sweet Hereafter, esto hace hincapié en la situación sentimental de cada personaje, como el foco de atención primando sobre la historia como hecho.
La estructura no lineal es clara al no permanecer como espectadores en todo tiempo con el personaje principal, Mitchell Stephens.
La línea del argumento, salta de uno a otro personaje, mostrándonos aspectos que los van relacionando; y de esta manera podemos evitar que el espectador cree expectativas prontas sobre lo que sucederá al final de una historia dramática.
Russell Banks comentó sobre la complejidad de la estructura de la novela:
“Este libro está construido como un espiral.
Cada narrador toma partes de lo anterior, o regresa a lo que se ha dicho…
En un libro, puedes regresar las páginas, esto es imposible de hacer en una película…
Atom Egoyan superpone varios periodos alrededor del corazón de la historia, y cambia entre el antes, el después y el durante”
Al inicio del film, vemos al abogado atrapado en un lavado de autos…
Esa no es una escena que aparentemente nos diga mucho, ni parece aportar nada de interés a la trama posterior; sin embargo, sirve para hacernos a la idea de cómo se siente el personaje, es un hombre atrapado que no puede avanzar en la vida:
Su hija aún vive, pero la ha perdido irreparablemente, y su existencia no tiene ya ningún sentido, excepto quizás, evitar que otras personas se sientan tan desamparadas como él.
Por eso se dedica a paliar, aunque sea económicamente, el dolor de las familias que han perdido a sus hijos.
Sin embargo:
¿Contra quién debe ir dirigida la demanda?
En un acto de pura desesperación, las familias y el abogado se embarcarán en un viaje en busca de los responsables de un desgraciado accidente, que quizás no tuviera responsable alguno…
Quizás todo se debió a la mala suerte, o a un cúmulo de casualidades.
La base del caso, es francamente débil, pero las familias deciden aferrarse a algo por improbable que sea; y desean que su tragedia tenga un responsable, un sentido; ya que la vida no puede golpearte de esa manera sin más.
Al resto de los personajes, quedan como muertos vivientes:
El abogado Mitchell empieza así la película:
Dice que quiere “dirigir la ira” de los padres del pueblo que han perdido a sus niños, pero en realidad es él el que quiere ciega y desesperadamente encontrar culpables para su fracaso como padre y como marido.
En el pueblo, Mitchell trata con “los ciudadanos respetables” que elige para presentar ante un jurado; y para ello cuenta con la inestimable ayuda del cotilla y amargado Wendell Walker (Maury Chaykin)
Pero esos ciudadanos respetables, se dejan engañar demasiado fácilmente por la verborrea del pobre Mitchell; excepto el íntegro y duro Billy, que sabe que no hay culpables en este accidente.
Billy ya no se recuperará nunca… como tampoco el antaño feliz matrimonio Otto, los únicos que salían juntos a despedir a su niño adoptado, abrazados, mientras decían adiós con la mano.
Inteligentes como Mitchell, pero igualmente derrumbados y sin esperanza.
¿Y los Burnell?
Nadie sabe en el pueblo el secreto que esconde Sam, con conocimiento de su mujer…
Ni Billy ni el cotilla Wendell sospechan nada.
Sus 2 hijas se salvaron:
Jennie (Allegra Denton) estaba enferma ese día; y Nicole queda paralítica.
El resto de su vida será un infierno para Los Burnell, y no precisamente por la parálisis de Nicole...
Con qué delicadeza cuenta Egoyan esta serie de tragedias:
El propio accidente está rodado de una manera exquisita, no necesitamos ruido para imaginarnos el infierno que está ocurriendo dentro del autobús; y sugiere con cierta sutileza, los horrores que subyacen en el relato del “Flautista de Hamelin” en la figura de un padre que abusa de su hija, y en la tragedia de un grupo de niños que son llevados al vacío, como sucede en el mismo relato infantil.
De esa manera, The Sweet Hereafter es una de esas películas que quedan grabadas para siempre en la memoria contada a través de los testimonios de varios de los implicados en la funesta historia, y en las propias reflexiones que atormentan al protagonista en relación al destino de su hija; o la joven Nicole, confinada a una silla de ruedas que representa a aquel niño tullido que “El Flautista” abandona y olvida; y sobre todo con la extraña y consentida relación de incesto que mantiene con su padre.
Lo curioso es que el futuro final, no es desolador, sino esperanzador, con la ilusión de dejar atrás las heridas abiertas.
Para Nicole, “El Flautista” es su padre:
Un hombre que abusa de ella, aunque sea consentida la relación sexualmente…
Ella al final, no va a ese “dulce porvenir” que “El Flautista” le promete, las promesas del padre, que se mezclan con la muerte como representación del “Dulce Porvenir”, no se cumplirán tras el accidente; es el chico cojo, que ha sobrevivido pero que queda lisiado; el que queda en tierra, y no llega a la cueva, el que descubre que los labios del “Flautista” están helados, plano detalle de los labios del padre; y se rebela contra este “Flautista” y contra el otro, el abogado.
Contra la avaricia de un pueblo que trata de “sacar tajada”, al no pagar al “Flautista” como prometieron...
Para el pueblo, “El Flautista” es el abogado, que les ofrece una solución y al que todos siguen; pero esto es más obvio.
Algunos han visto en este personaje, un tipo que trata de ayudar al pueblo por su propia situación personal; y creo obvio que no es así en absoluto.
Es un oportunista que alimenta la sed de venganza hurgando en la herida y, aunque al final se rinda ante el amor que siente por su hija, otra muestra más de la ausencia de esquematismo al perfilar a los personajes; sus motivaciones son el dinero e, incluso, su propio rencor y sufrimiento.
“El Dulce Provenir” del título, también puede ser el estado en el que queda el pueblo:
Lamiéndose ellos mismos las heridas, ayudándose unos a otros, sin abogados chupasangres, sin juicios, sin indemnizaciones...
Pero este tipo de interpretaciones serían interminables, también se podría decir algo similar del abogado y su hija…
Todo ello se consigue sin recurrir al morbo ni a la estridencia; y Egoyan nos invita a adentrarnos en la vida de sus personajes, y a convertirnos en espectadores silenciosos de su tragedia:
No juzga, no dicta sentencia, porque eso hubiese convertido la película en algo convencional, y Egoyan es de todo menos convencional.
Todo es suave, ligero, dulce y al mismo tiempo denso y amargo, profundamente amargo.
Así, Egoyan va entretejiendo a paso suave y comedido una historia triste, por momentos durísima e impactante en su relato, con algunos momentos de inquietantes sorpresas mientras vemos desarrollar la trama, la vida del pueblo o lo que queda después de la tragedia.
Lo más curioso y original, es el tipo de edición o montaje que el director ha querido utilizar; donde el resultado es una historia explicada no lineal mediante la sucesión de secuencias rodadas con una intención temporal distinta.
El juego en el tiempo, es utilizado por Atom Egoyan para combinar sensaciones, cargando el pasado de nostalgia, a través de escenas tan líricas como esa en la que el abogado recuerda aquel sereno amanecer junto a su mujer y bebé, con un presente amargo y doloroso, con una realidad desalentadora que se nos presenta en la gran parte de los planos del film.
Tenemos entonces, que el argumento está construido paralelamente en diferentes tiempos:
Primeramente tenemos la vida de Mitchell en pasado, presente y futuro, lo que nos demuestra que éste es el personaje principal en la película, pero también sirve para que conozcamos la razón por el cual está ahí.
Mitchell amó tanto a su hija, que él estuvo dispuesto a cortar su garganta en caso de ser necesario para que ella se salvara, y no quedara asfixiada a partir de la picadura de insecto; sin embargo, al crecer, él considera perderla, pues se ha convertido en una joven con problemas de drogadicción; y su disgusto lo lleva a matarla en su corazón para poder seguir amándola.
La razón por la que él esté en el pueblo tratando de “dirigir el enojo” de los padres, no es más que su deseo por cubrir la pérdida de su hija.
Al final, cuando pierde el caso, no sólo se da cuenta de que no puede hacerlo, sino que va descubriendo que en realidad, su hija sigue viva, y necesita de su ayuda, tal como la pudo haber necesitado en el momento de la picadura; o bien, la dicha que tiene de tenerla, cuando otros la han perdido.
Esto no lo podemos comprender como espectadores, hasta que Mitchell lo revela en su futuro, durante la charla con Allison:
La imagen que vemos de la pareja con la niña es él, su esposa y Zoe.
Esto último es lo que ha marcado su vida, y es hasta esa charla, donde él descubre que para amarla, no tiene que matarla.
El espectador infiere esto antes que el personaje, a partir de cómo se nos van mostrando los hechos entrelazados con la historia del accidente.
Es muy claro cuando Mitchell trata de convencer a Billy de contratarlo:
Aquí Mitchell menciona, que ambos tienen algo en común:
“Perdieron a sus hijos”, aunque el abogado miente...
La construcción del argumento de esta forma, nos lleva a trazar la historia de forma lineal, mientras más nos acercamos al final, mientras avanza el tiempo, como duración de la película; vamos entendiendo mejor lo que estamos viendo.
El espectador, de esta manera, queda atrapado en las dudas que surgen desde la primera escena, que no entendemos por qué se encuentra ahí… y el director va saciando la ansiedad de los espectadores poco a poco, para mantener su atención hasta el final.
Los hechos aún no se relacionan en su mente, y para comenzar a hacer esta relación en los diferentes tiempos paralelos, necesitamos considerar aquellos objetos, visibles o audibles, que el cineasta colocó para darle flujo al montaje.
Por ejemplo, Mitchell descubre el autobús destrozado por el accidente; como un futuro de la historia; e inmediatamente nos remiten al presente, con la imagen del mismo autobús completo, llevando niños a una feria...
Aquí es dónde deducimos que estamos viendo un “flash forward” de la historia; o a partir de cuándo Dolores comienza a contarle su versión de la historia a Mitchell, se hacen pequeños insertos del presente; mientras escuchamos su voz en el futuro; y sabemos que el presente y el futuro es el hilo de la historia  que se basa en el accidente y sus personajes, y es dónde Mitchell interviene.
Por tanto, tenemos de nuevo un “flash forward” de la historia.
En general, todas las líneas de tiempo van contadas en orden cronológico, pero es necesario que se examinen los hechos ocurridos para tener la relación de la temporalidad del argumento desde el pasado hasta el futuro, guiados por el presente, y posteriormente el cambio ocurre, siendo notable en el cambio de estación; con la presentación de la vida cotidiana de los personajes, los niños, Nicole, Dolores… que ahora es verano u otoño; mientras que en invierno es cuando ocurre el accidente.
De esta manera podemos saber si cuando Billy va detrás del autobús, se refiere a lo que hace comúnmente, o a minutos antes del accidente.
Mentalmente vamos organizando estas líneas, e iremos reconociendo los espacios a partir de localizar estos objetos que nos muestran un antes y un después.
Así, el argumento se define a medida que avanza la película junto con el esfuerzo del espectador por comprender la historia.
El “flashback” de Mitchell se explica sencillamente como cualquier “flashback” de un personaje, esto lo entendemos al ver la conversación de él con Allison en el avión.
Cuando menciona a Zoe, recuerda...
Así, el “flashback” funciona como un recuerdo generalmente.
Mientras que el “flash forward” de Mitchell nos es revelado casi al final, cuando al bajarse del avión, Nicole está narrando la historia de los personajes, y menciona que esto es 2 años después, y podemos corroborarlo al ver que Dolores ya trabaja de nuevo como chofer de autobús, en otra ciudad; y lo reconoce al mirarlo.
Mitchell, solo se muestra apenado, pero Dolores de alguna manera le sonríe ligeramente, pues ella ha logrado restablecer su vida, sin su ayuda, como ya antes el esposo de Dolores se lo había advertido.
Curiosamente, el argumento no confunde, puesto que las escenas describen los acontecimientos relacionándolos unos con otros; y el orden temporal es lineal en sus partes separadas, mostrado en la segmentación; sin embargo, al unirlos en el montaje, se crea un orden temporal no lineal, que solo se organiza en la mente del espectador, reconociendo el antes y el después.
Por ello, la narrativa en la película nos ayuda a definir el aspecto importante de la película que el director, Atom Egoyan, quiso mostrar a sus espectadores; y encontramos que el tiempo no-lineal, no es solo una forma de darle complejidad a la historia y encantar al espectador analítico en ella, sino que esto nos deja ver que la historia es solo el pretexto para contar la historia verdadera de cada uno de los personajes.
Aquí es donde se muestran como seres humanos sensibles, lo que nos importa es el cambio que se produce en sus sentimientos y los efectos que estos causan en su relación como integrantes de un pueblo y de una familia.
Por lo que Egoyan dirige nuestra atención con esta estrategia narrativa hacia los personajes, con el uso del “flashback” y el “flash forward”, que pasan de ser simples recursos para regresar o adelantarse en el tiempo, para servirnos de guías sobre cómo leer la película.
Del reparto, Egoyan reunió a muchos actores canadienses con los que había trabajado en películas anteriores, como:
Bruce Greenwood, Gabrielle Rose y Sarah Polley; y explicó el beneficio de trabajar con un elenco familiar:
“Cuando trabajas en un programa de producción limitado, es un alivio saber que conozcas a los involucrados, pues sabes lo que necesitan en lugar de tener que descubrirlo”
Capítulo aparte merece el protagonista de la película, un personaje magistralmente escrito, y todavía mejor interpretado por un soberbio Ian Holm.
Es la relación con su hija, telefónica y en apenas 2 escenas, la que define su perfil y sus intereses en la historia.
Gran mérito del guionista y de su intérprete; al mostrar el sufrimiento del abogado, los “flashes” de un pasado que recuerda con desgarradora nostalgia, unos tiempos perdidos en algún recodo, para dar lugar a un presente desalentador y muy penoso.
Bajo la fachada del letrado eficiente, aflora la figura del padre fracasado, cuyo drama personal no se distingue en gran medida del que padecen los habitantes del pueblo, cuya causa pretende defender.
Él es el único personaje realmente logrado, encarnado por un magnífico Ian Holm que destaca por la profundidad de unos matices que se echan de menos en el resto de los papeles.
Como dato, la debutante Caerthan Banks, es la hija del autor Russell Banks; quien además hace un cameo como médico, en la escena del hospital con Sarah Polley.
Un dato es que cuando Nicole lee el poema de Robert Browning a los niños, el libro, del cual está leyendo, presenta ilustraciones de Kate Greenaway que datan de 1888.
Las escenas que quedan en la retina son:
El accidente, donde realmente se siente aterradora sin llegar a mostrar nada; el diálogo en el avión, o la narración del incidente de la picadura de araña, están tratadas con una extrema delicadeza.
Son de esos momentos en los que uno sabe que el cine se ha creado precisamente para momentos así; para emocionar y sacar lo mejor de nosotros mismos.
Y no es difícil suponer que el autobús siniestrado simbolizaba el futuro del pueblo, pues en él, iban todos los niños del pueblo.
Tampoco nos cuesta demasiado suponer las motivaciones de la única superviviente a la hora de negarse a colaborar con la demanda…
Y es que Egoyan no juzga a sus personajes, sólo muestra sus actos sin intentar justificarlos, dejando que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones.
Sin embargo, a The Sweet Hereafter” se le puede achacar de ser demasiado lejano para involucrarse, demasiado vago para ser significativo, demasiado lento para ser atractivo, y demasiado frío para ser emocional.
El ritmo de la película, a veces es tan frío como su atmosfera, y solo la ocasional luz y el acrecentado deseo por conocer el desenlace, parecen alimentar el visionado, que en todo caso resulta atrayente, deleitable y genera reflexión, aunque pudo ser más notable con un mero cambio de ritmo.
Como dato, el libro trae a colación precisamente la formulación del eterno retorno de Nietzsche;  y tal idea resulta bien apropiada para dar cuenta de esa inquietante sensación de des-realización, de simulacro, que invade no pocas escenas en las películas del cineasta; con la puesta en marcha de esos mecanismos repetitivos que nos habla con claridad de aquello que la representación evoca, y que está irremediablemente perdido.
Esa carencia que no encuentra objeto alternativo, y que se repliega en la construcción del fantasma, proclama también que es del incesto de lo que se trata, como una situación a la que se desea retornar incesantemente…
Como curiosidad, las referencias del “Pied Piper” influyeron en la música del compositor Mychael Danna, que utiliza una flauta ney persa junto con instrumentos antiguos como grabadores, crumhorns y laúdes, creando una partitura pseudo-medieval.
De hecho, la partitura combinó así los intereses de Danna en la música antigua y exótica.
Egoyan dijo que la música de estilo medieval, se utilizó para hacer que la película se sintiera atemporal, evocando los cuentos de hadas de Los Hermanos Grimm y evitando la sensación de una película de televisión.
No es casual que el personaje de Sarah Polley, Nicole, es una aspirante a cantante antes del accidente, y se la ve en el escenario interpretando “One More Color” de Jane Siberry.
Danna y Polley, cooperaron para crear la música de Nicole:
Polley escribió las letras de las canciones originales de Danna, y Danna organizó las adaptaciones de “Courage” y “One More Color”
Las canciones fueron elegidas debido a su popularidad doméstica, lo que refuerza la naturaleza local de la música de Nicole, de hecho, la versión original de Tragically Hip de “Courage” también aparece en la película.
“Something's happening that's taking our children away”
Han sido muchas las teorías y conjeturas que han tratado de explicar, qué ocurrió con los niños de Hameln, desde terremotos, cruzadas, plagas...
Bruno von Schaumburg, Obispo de Olmutz, reclutó en 1281, 3 años antes de la fecha mencionada en la vidriera, a los niños de Hameln para enviarlos como colonos a Moravia, el misterio aquí radicaría en establecer si esa colonia de niños de Hameln llegó efectivamente a su destino, o si desapareció por el camino, dando así origen al misterio; como también hay muchas teorías contradictorias sobre “El Flautista”:
Algunos sugieren que era un símbolo de esperanza para la gente de Hameln, que había sido atacada por la plaga; que expulsó a las ratas de Hameln, salvando a la gente de la epidemia; y varias teorías sugieren que los niños murieron por algunas causas naturales, como una enfermedad o la inanición; y que “El Flautista” era una figura simbólica de La Muerte.
Los temas análogos que se asocian con esta teoría, incluyen La Danza de La Muerte, Totentanz o Danse Macabre, un tropo medieval común; y algunos de los escenarios que se han sugerido como adecuados para esta teoría, incluyen que los niños ahogados en el río Weser, fueron asesinados en un deslizamiento de tierra o contrajeron alguna enfermedad durante una epidemia.
Otra interpretación moderna, dice que la historia alude a un evento en el que los niños de Hameln fueron atraídos por una secta pagana, o hereje a los bosques cerca de Coppenbrügge, las misteriosas colinas de Koppen del poema, para bailes rituales donde todos murieron durante un derrumbe de tierra repentino o un sumidero colapsado.
La especulación adicional sobre la migración, se basa en la idea de que en el siglo XIII, el área tenía demasiadas personas, lo que dio como resultado que el hijo mayor poseyera toda la tierra y el poder, el “majorat”, dejando al resto como siervos.
También se ha sugerido que una de las razones por las cuales la emigración de los niños nunca se documentó, fue que los niños fueron vendidos a un reclutador de la región báltica de Europa del Este, una práctica que no era infrecuente en ese momento.
Otros han sugerido que los niños dejaron a Hameln para ser parte de una peregrinación, una campaña militar, o incluso una nueva “Cruzada de Niños”, que se dice que ocurrió en 1212; pero nunca regresaron con sus padres.
Estas teorías ven a “El Flautista” sin nombre, como su líder o un agente de reclutamiento; y la gente del pueblo inventó esta historia, en lugar de registrar los hechos, para evitar la ira de la iglesia o del Rey.
Otros proponen que “El Flautista” era un psicópata pedófilo, aunque para el período de tiempo es altamente improbable que un hombre pueda secuestrar a tantos niños sin ser detectado; además, en ninguna parte del libro se ofrecen pruebas de su descripción, de los hechos tal como los presenta.
Hace afirmaciones similares con respecto a otras leyendas, pero también sin evidencia.
Sin embargo, está cobrando cada vez más fuerza una teoría que podría dar validez a una interpretación que sostiene que el misterioso flautista era, en verdad, un carismático líder practicante de algún tipo de culto precristiano, que descarrió a los niños, llevándolos a practicar viejos cultos paganos en los cuales solía utilizarse entre otros adminículos, una flauta para las danzas rituales, lo que explicaría también su peculiar atuendo.
Su grupo habría sido detenido y ejecutado sin piedad en la zona del Calvario, lugar de ejecución que también se menciona en todas las versiones; conocida es la brutalidad con la que en esas épocas solían reprimirse las blasfemias y herejías, no resultaría por tanto demasiado descarrilado creer que esas referencias a cuerpos desmembrados, colgados de los árboles como un castigo eclesial u oficial a los proscritos, procesos muy habituales en la época y la zona, al tiempo que esa teoría parece hacer encajar otras muchas piezas del cuento, como la peculiar ropa del flautista, y la presencia de su instrumento musical como forma de atraer a los niños.
Y es que no nos engañemos, los cuentos sirvieron entonces, y su mensaje sigue siendo de actualidad hoy, lo que nos dice que hemos evolucionado poco a nivel moral y ético.
¿Entonces cuáles son los temas que toca esta historia?
Esta historia nos habla sobre la desconfianza y la confianza, la necesidad y la dependencia, el incumplimiento de la palabra dada, la venganza, el engaño, la avaricia, la autocomplacencia y el miedo.
La confianza que ponen los del pueblo en la palabra de una persona que asegura les librará de la amenaza que padecen, pero al mismo tiempo, la desconfianza en alguien ajeno a la comunidad, y que solo por ello será engañado.
La confianza del “flautista” en que las fuerzas políticas del lugar le pagaran tras realizar el trabajo, y la venganza que se toma cuando no cumplen con lo pactado.
La dependencia del pueblo, que no es capaz de resolver sus problemas, y deja que un extraño lo resuelva a cambio de una recompensa económica.
Tras resolverles el problema, la autoridad decide por avaricia, que no merece semejante recompensa, que este dinero está mejor en sus propios bolsillos.
También nos habla del miedo, de la enfermedad y a las pérdidas producidas por las ratas...
Miedo a la pérdida del poder por parte del Concejo y del Alcalde que no dudaran en dejar que un extraño les resuelva el problema para luego evitar pagarle, y así aparecer ante los ciudadanos como los ganadores.
Miedo a no recuperar a sus hijos, para lo que no pueden hacer nada.
Para recordarlo, prohibirán la música en la calle por donde se fueron sus niños...
Recordar que el flautista del cuento no aparece hasta el siglo XVI; y podemos imaginar que lo que se empleó anteriormente como poder de convicción, fue la voz:
Todos sabemos el poder que tienen las palabras en personas de gran personalidad, capaces de convencer a otros de hacer cosas atroces o maravillosas, y especialmente a los niños obligados a obedecer a los adultos.
La desaparición de los niños a través de una gruta que nunca había estado allí, nos remonta a las puertas de La Tierra que llevan al Cielo o al Infierno, o a un mundo mágico y mejor donde habitan hadas y demás seres mágicos.
Un mundo fuera del control humano al que solo tienen acceso unos pocos elegidos que portan un objeto mágico, que sirve de llave para acceder a estos mágicos lugares.
Por tanto, este cuento tiene 2 moralejas:
Que los niños no deben hacer caso de las dulces palabras de un extraño; y que se debe cumplir la palabra dada ante las consecuencias que puedan acarrear.
El filme como el cuento, que ya de por sí encierra mucho de terrible; siempre nos recordará como las consecuencias de todas las mentiras y suciedades que puede llegar a albergar el alma del ser humano cuando pierde la inocencia.
Ciertamente lo de “El Dulce Porvenir” se antoja pura ironía, pero siempre hay que esperar que lleguen mejores tiempos, porque siempre queda la esperanza.

“There is no such thing as the simple truth”



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