The Red Violin

“An instrument of passion.
A shocking secret.
An extraordinary journey”

¿Quién ha dicho que los objetos no tienen alma?
Un Stradivarius es uno de los violines, violas, violonchelos y otros instrumentos de cuerda construidos por miembros de la familia italiana Stradivari, particularmente por Antonius Stradivarius durante los siglos XVII y XVIII; pues según su reputación, la calidad de su sonido ha desafiado los intentos de explicar o igualar, aunque esta creencia se disputa; porque la fama de los instrumentos Stradivarius está muy extendida hoy que ha aparecido en numerosas obras de ficción.
Antonio Stradivari fue un “luthier” italiano, es decir, una persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda frotada y pulsada; y un artesano de instrumentos de cuerda como violines, violonchelos, guitarras, violas y arpas; siendo sin lugar a dudas, el más célebre constructor de instrumentos de cuerda de la historia de la música.
Como dato, la forma latinizada de su apellido, “Stradivarius”, así como el “Strad” coloquial, son términos que se usan a menudo para referirse a sus instrumentos.
Así, las parroquias de Stradivari, San Matteo y de Amati, San Faustino, comprendieron el centro de la fabricación del violín de Cremonese; ejerciendo influencia en la forma, el barniz y el sonido de los instrumentos, pero también en muchos de sus contemporáneos; y definieron los estándares de fabricación de violines para los próximos 300 años; sobre todo Stradivari, sin embargo, la presencia de una etiqueta “Stradivarius”, no confirma que el instrumento sea un trabajo genuino de Stradivari.
Se estima que Stradivari produjo 1,116 instrumentos, 960 de los cuales eran violines; y sobrevivieron alrededor de 650 instrumentos, incluyendo 450 a 512 violines.
El precio de los Stradivarius varía hoy dependiendo del instrumento, su estado de conservación y la calidad del sonido, entre otros aspectos, oscilando entre miles de dólares hasta las sumas récord de millones de dólares.
Un Stradivarius hecho en la década de 1680, o durante el período de “Patrón Largo” de Stradivari de 1690 a 1700, podría valer de cientos de miles a varios millones de dólares a los precios actuales; por lo que sus instrumentos se reconocen por la inscripción en latín:
“Antonius Stradivarius Cremonensis anno...” o “Antonio Stradivari, de Cremona, hecho en el año...”; y se considera en general, que sus mejores violines fueron construidos entre 1683 y 1715, superando en calidad a los construidos entre 1725 y 1730.
Fue después de 1730, que muchos violines fueron firmados “Sotto la Desciplina d'Antonio Stradivarius F. in Cremona anno…” y fueron probablemente hechos por sus hijos, Omobono y Francesco.
Los instrumentos de Stradivari, están considerados pues, como uno de los mejores instrumentos de cuerda con arco que se hayan creado, son muy apreciados y aún hoy los profesionales los tocan.
Solo otro fabricante, Giuseppe Guarneri del Gesù, tiene un respeto similar entre los violinistas.
Sin embargo, ni las pruebas de escucha a ciegas ni el análisis acústico, han demostrado nunca que los instrumentos Stradivarius son mejores que otros instrumentos de alta calidad, o incluso que se pueden distinguir de forma confiable de ellos.
Así las cosas, la ascendencia de Stradivari consistía en ciudadanos notables de Cremona, que se remonta al menos al siglo XII o XIII.
Antonio tuvo como maestros a los artesanos Nicola Amati y Francesco Rugeri, y habría comenzado su aprendizaje en 1656 y 1658; produciendo sus primeros instrumentos decentes en 1660, a la edad de 16 años.
Sus primeras etiquetas se imprimieron desde 1660 a 1665, lo que indica que su trabajo tenía la calidad suficiente para ofrecerse directamente a sus clientes.
Stradivari, probablemente desarrolló su propio estilo lentamente; y algunos de sus primeros violines fueron más pequeños, con una notable excepción a esto es el violín “Hellier” de1697, que tenía proporciones mucho más grandes.
Los primeros violines de Stradivari, antes de 1684, están en fuerte contraste con los instrumentos de Amati del mismo período de tiempo; pues los Stradivarius tienen una construcción más fuerte y masculina, y curvas menos redondeadas, con el arraigo más adentro.
Cuando Amati murió en 1684, Stradivari tuvo un notable incremento en la producción; y para los años 1684 y 1685, también marcaron un importante desarrollo en su estilo:
Las dimensiones que usó generalmente aumentaron, y sus instrumentos fueron más al estilo de la obra de Amati de los años 1640 y 1650; y los instrumentos no experimentaron ningún cambio importante en los próximos 5 años, aunque en 1688 comenzó a cortar un bisel más distintivo, y comenzó a delinear las cabezas de los instrumentos en negro, una mejora bastante original.
La carrera temprana de Stradivari, está marcada por una amplia experimentación, y sus instrumentos durante este período, generalmente se consideran de menor calidad que su trabajo posterior; sin embargo, la precisión con la que esculpió las cabezas e insertó el arado, rápidamente lo marcó como uno de los artesanos más diestros del mundo, un excelente ejemplo de ello es el violín “toscano” de 1690.
En 1680, Stradivari se mudó a La Piazza Roma N° 1, anteriormente llamada Piazza San Domenico N° 2; una casa que estaba a solo unas puertas de las de otras familias que hacían violines en Cremona, incluidos los Amatis y Guarneris.
Stradivari, probablemente trabajó en el desván y el ático, y él vivió en esta casa por el resto de su vida.
A principios de la década de 1690, Stradivari hizo un pronunciado abandono de este estilo anterior de fabricación de instrumentos, cambiando 2 elementos clave de sus instrumentos:
Primero, comenzó a hacer violines con un patrón más grande que los instrumentos anteriores; estos violines más grandes, suelen ser conocidos como “strads largos”
También cambió a usar un barniz más oscuro y rico, en lugar de un barniz amarillo similar al utilizado por Amati.
Continuó usando este patrón hasta 1698, con pocas excepciones; y después de 1698, abandonó el modelo “Long Strad”, y volvió a un modelo ligeramente más corto, que usó hasta su muerte.
El período desde 1700 hasta la década de 1720, a menudo se denomina “El Período Dorado” de su producción; y los instrumentos fabricados durante este tiempo, generalmente se consideran de mayor calidad que sus instrumentos anteriores.
A partir del número de formas a lo largo de su carrera, queda claro que experimentó con algunas de las dimensiones de sus instrumentos.
Las maderas utilizadas, incluían abeto para la parte superior, sauce para los bloques internos y forros, y arce para la espalda, las costillas y el cuello.
Algunos sostienen que los mejores Stradivari tienen superioridades únicas; y se han realizado varios intentos para explicar estas supuestas cualidades, pero la mayoría de los resultados no han sido exitosos o concluyentes.
A lo largo de los siglos, numerosas teorías han sido presentadas, y desacreditadas, incluida una afirmación de que la madera fue rescatada de catedrales antiguas; una teoría más moderna, atribuye el crecimiento de los árboles durante un período de bajas temperaturas globales durante La Pequeña Edad de Hielo asociada con una actividad solar inusualmente baja del Mínimo de Maunder, alrededor de 1645 a 1750, durante la cual se cree que las temperaturas más frías en toda Europa, causaron un retraso en el crecimiento del árbol; crecimiento que dio como resultado una madera inusualmente densa.
Y se ha conjeturado que la madera utilizada pudo haber sido tratada con varios tipos de minerales, tanto antes como después de la construcción de un violín.
Los científicos de La Universidad Nacional de Taiwán, han detectado trazas de aluminio, cobre y calcio en la madera de los violines Stradivari.
Las huellas pueden provenir de conservantes químicos aplicados por los madereros a la madera que vendían.
Además, los fabricantes de violines, aplicaron barnices a sus instrumentos.
El borato de potasio/bórax, puede haber sido usado para proteger contra el gusano de la madera; el silicato de sodio y potasio pudo haber sido usado para prevenir el moho, la podredumbre y el daño por insectos.
Y se sugirió que se podría haber usado “Vernice bianca”, un barniz al temple de huevo compuesto de goma arábiga, miel y clara de huevo.
Un estudio comparativo publicado en PLOS ONE en 2008, no encontró diferencias significativas en las densidades medias entre los violines modernos y clásicos, o entre los violines clásicos de diferentes orígenes; en cambio, la encuesta de varios ejemplos modernos y clásicos de violines destacó una distinción notable al comparar los diferenciales de densidad.
Estos resultados sugieren que las diferencias en los diferenciales de densidad en el material, pueden haber jugado un papel importante en la producción de sonidos de violines clásicos.
Una encuesta posterior, centrada en comparar las densidades medias en los ejemplos de violín clásico y moderno, cuestionó el papel que los materiales disponibles pueden haber jugado en las diferencias de producción, aunque no hizo comentarios sobre las variaciones en los diferenciales de densidad.
El contenido de cobre y aluminio, también es más alto que los instrumentos actuales.
Una hipótesis sobre la calidad de los instrumentos creados por Stradivarius, sugiere que el clima puede haber sido un factor importante en el extraordinario sonido que poseen.
Nuevamente se cita que durante las épocas de frío extremo, los anillos de crecimiento de los árboles son más angostos, están más juntos, y la madera tiene mayor densidad.
El “mínimo de Maunder” fue un período de frío entre 1645 y 1715 que afectó a Europa, mientras se talaba la madera que Stradivarius habría de utilizar.
Así, sin dejar de lado la extraordinaria calidad del trabajo de Stradivarius, se piensa que la singularidad del timbre de estos instrumentos puede tener su origen también en el uso de madera perteneciente a un período climático especial.
Otra singularidad de los instrumentos de Antonius Stradivarius, es su composición.
Sus instrumentos se someten a estudio, tanto de forma, sonoridad, etc.
Hoy en día, es posible obtener violines de excelente calidad; sin embargo, aún no se ha conseguido reproducir fielmente un violín de Stradivarius.
Cierto y sabido es que el violín debe “madurar su madera”; esto es, que la madera “esté viva”, y cuanto más vieja más curtida estará, mejor aún si el instrumento se ha estado usando.
De hecho, el que un instrumento antiguo suene como lo hace, se debe en gran parte a su edad.
De todas formas, y como se recalca, si esta fuera la fórmula para confeccionar un “instrumento perfecto”, actualmente se tendría.
Todos y cada uno de los materiales, madera, pinturas, etc., que Stradivari usó, pertenecen a la zona de Cremona, su lugar de origen.
Cuando acababa su instrumento, el barniz con el que cubría la madera, se consideraba muy importante debido a la transpiración de la madera, etc.
Este es uno de los misterios del “luthier”:
La fórmula de su barniz.
Se conoce la mayor parte de los componentes de su barniz; sin embargo, todavía se desconoce uno de ellos…
En lo personal, Stradivari se casó con su primera esposa, Francesca Ferraboschi, el 4 de julio de 1667; y con ella tuvo 5 hijos, hasta que ella murió el 20 de mayo de 1698.
Posteriormente, Stradivari se casó con Antonia Maria Zambelli, el 24 de agosto de 1699.
La única información que se sabe de ella, es que tenía 35 años en el momento del matrimonio; y que tuvieron 5 hijos
Stradivari murió en Cremona, el 18 de diciembre de 1737, a la edad de 93 años.
Está enterrado en La Iglesia de San Domenico; en una tumba que fue adquirida 8 años antes de su muerte, habiendo sido comprada a una familia cremonese, sustituyendo su nombre por el de ellos en la lápida.
Como dato, a pesar de que Antonio tuvo una vida laboral muy larga, es imposible para él, haber elaborado más de 1000 instrumentos totalmente por sí mismo, lo que significa que sus hijos, Francesco y Omobono, así como posiblemente un tercer hijo, debieron haber estado trabajando de forma intermitente en su tienda.
Sabemos que habiendo dejado el taller a los 18 años, Omobono hizo algunos instrumentos por su cuenta, como el “Blagrove” y otro violín que data de 1732.
Por su parte, Francesco hizo muy pocos violines de forma independiente, como el “Salabue” de 1742 y el “Oliveira”, pasando su vida en la tienda de su padre.
Esta fue una de las razones principales por las que Francesco tuvo una gran parte en la voluntad de Antonio, y Omobono una menor.
Una de las principales diferencias entre Antonio y la artesanía de sus hijos, fue la calidad del despeje en sus instrumentos.
Por otra parte, en el siglo XVIII, los “luthiers” de Cremona fueron los proveedores y los actores locales del lado de la demanda.
Después de la muerte de Stradivari, esto cambió drásticamente.
Aunque los “luthiers” de Cremona siguieron siendo los proveedores, el lado de la demanda consistió de coleccionistas, investigadores, imitadores y especuladores.
Muchos instrumentistas locales, ya no podían costear los instrumentos buscados, y la mayoría de los instrumentos comprados, se ocultaban en colecciones privadas, se colocaban en museos, o simplemente se devolvían a sus casos, con la esperanza de que ganaran valor con el tiempo.
Es entonces cuando despega la llamada “fiebre” de Stradivarius.
Cozio, Tarisio y Vuillaume, fueron los padres de este frenesí que se extendería hasta el siglo XXI.
Además, poco después de la muerte de Stradivari, la mayoría de los otros grandes “luthiers” de Cremona morirían.
En particular, el legendario violín llamado “Red Mendelssohn Stradivarius” (1720) ha sido célebre por muchas razones.
No mucho después de su creación, el instrumento desapareció… nadie sabe dónde ni a quién perteneció el violín durante más de 200 años, lo que engendró a un gran número de historiadores, escritores, periodistas, críticos, y también al cineasta canadiense, François Girard, para especular sobre la misteriosa historia del violín.
Las especulaciones imaginativas de Girard, en especial, se convirtieron en la narrativa de su oscarizada película, “The Red Violin”, que abarca 4 siglos, tejiendo una historia de los numerosos dueños de un violín manchado de sangre en sus 200 años de ausencia de la sociedad.
Si bien, estos propietarios del violín, así como el famoso tinte sangriento del instrumento, son ficticios, la verdadera historia detrás del Stradivarius, es convincente.
Conocido como “El Stradivarius Rojo” fue propiedad del legendario violinista Joseph Joachim Mendelssohn, de la familia Mendelssohn, que acabaría apareciendo en la década de 1930, en Berlín.
Había sido comprado por un heredero del gran compositor, Félix Mendelssohn; y en 1956, fue comprado por un industrial de New York, que mantuvo el instrumento en un estado de rendimiento impecable.
Gran parte de su barniz rojo bruñido original, permanece en el violín hoy, y se cree que es uno de los violines restantes de Stradivari con mejor sonido y más hermoso.
Luego, en El Día de Acción de Gracias en 1990, el destino del instrumento se activaría una vez más, cuando el industrial optara por poner “El Stradivarius Rojo” en el bloque de la subasta de forma anónima en Christie's de Londres.
Mientras que algunos de los más poderosos del mundo intentaron ganar el codiciado instrumento, llegó a las manos de la entonces solista violinista estadounidense de 16s años, Elizabeth Pitcairn, como un regalo de su abuelo; y ella no anunció el hecho de que ella era dueña del violín hasta 30 años después, cuando ella se había convertido en una de las mejores violinistas del mundo.
Fue entonces que su propiedad del violín se hizo pública.
Pitcairn, vendría a ver al violín como “el mentor y amigo más inspirador de su vida”; y muchos han dicho que el violín finalmente ha encontrado a su verdadera alma gemela, en manos de la talentosa joven violinista que es el primer artista solista conocido en llevarlo a las grandes salas de conciertos del mundo, y que se ha propuesto el objetivo de compartir la belleza mágica del sonido del violín con personas de todas las edades, profesiones y culturas.
Hoy en día, Pitcairn y el violín “Red Mendelssohn Stradivarius” continúan promoviendo una de las asociaciones más convincentes de la música clásica.
Más allá del tiempo, de la época y de la ideología imperante, ciertos elementos sagrados, forjados en la cuna metafísica de la historia, se imponen y trascienden con su magia, con su encanto atávico.
Esa es la historia del violín.
“What do you do when the thing you most wanted, so perfect, just comes?”
The Red Violin es un drama del año 1998, dirigido por François Girard.
Protagonizado por Samuel L. Jackson, Greta Scacchi, Jason Flemyng, Colm Feore, Carlo Cecchi, Irene Grazioli, Jean-Luc Bideau, Sylvia Chang, entre otros.
El guión es de Don McKellar y François Girard; y se inspira en uno de los violines de Stradivarius, “El Red Mendelssohn” (1720-1721), que anteriormente formó parte del cuarteto de instrumentos Stradivari de la familia von Mendelssohn en Berlín; y actualmente es poseído por Elizabeth Pitcairn, heredera de la fortuna de la Pittsburgh Plate Glass Company (PPG), a quien su abuelo se lo compró para su 16 cumpleaños en $1.6 millones, en una subasta de Christie's en Londres.
Por tanto, Elizabeth Pitcairn es uno de los pocos solistas del mundo que interpreta “la Chacona para El Violín Rojo”, compuesta expresamente para la película por John Corigliano.
Una vez a ella se le preguntó:
¿Cómo se siente al tocar esa música en el instrumento específico para el que fue escrita?
Y dijo:
“Es un poco espeluznante.
Cuando toco esa “Chaconne”, ahí es cuando el violín puede contar su propia historia; es cuando realmente puede hablar”
El violín se llama “Rojo Mendelssohn” debido a una franja roja que se observa arriba a la derecha, cuyos orígenes se desconocen...
A pesar de los rumores y la película, el violín está barnizado con borgoña en lugar de sangre; pues Stradivarius usó barniz rojo en muchos otros violines de 1704 a 1720, durante el llamado “Período Dorado”, y otros violines de color rojo, además del “Red Mendelssohn” sobrevivieron.
La película fue una coproducción internacional entre compañías en Canadá, Italia y el Reino Unido; por lo que está hablada en varios idiomas, con los subtítulos correspondientes; siendo la 2ª película, después de “Apocalypse Now” (1979) en tener más de 4 idiomas, en este caso 5:
Italiano, alemán, francés, mandarín e inglés.
Si bien, el título está expresado en los 5 idiomas, es mayormente conocido por sus versiones en inglés y francés:
“The Red Violin” y “Le Violon Rouge”, respectivamente.
El filme recibió un premio Oscar de La Academia por Mejor Música Original para John Corigliano; con solos interpretados por el violinista Joshua Bell.
La película fue filmada en Austria, Canadá, China, Inglaterra e Italia; y tiene lugar en 1681, 1793, finales de la década de 1890, finales de la década de 1960 y 1997.
La acción inicia en un taller de la Italia del siglo XVII, donde un maestro artesanal crea su obra definitiva, un violín perfecto y barnizado en rojo, para su hijo a punto de nacer.
A partir de ese momento, el instrumento viaja de mano en mano desde Europa a Canadá, pasando por China, hasta la época actual.
El llamado “Violín Rojo” es la ficción de un violín perfecto, que estaría siendo subastado en Canadá; conocido por su notable color rojo en el barniz; y desde el inicio, la historia es retratada, mostrando al violín viajando por todo el mundo por más de 300 años, iniciando en 1681, causando a su alrededor malestares, amores y sacrificios.
La historia es contada en distintas modalidades del mundo, con escenas de Cremona, Viena, Oxford, Shanghái, y Montreal.
En Italia, Nicolò Bussotti (Carlo Cecchi), está por terminar el violín perfecto; pero su criada, Cesca (Anita Laurenzi) le predice “el futuro” de su hijo a su mujer, Ana Rudolfi (Irene Grazioli), la cual fallece en el parto junto con el niño.
Curiosamente, el relato muestra cómo la adivina da pautas del futuro del violín perfecto, teniendo una suerte nómada:
Comienza a pasar de mano en mano, por varios países, por ejemplo en China, donde paso la gran parte de su tiempo, hasta llegar a nuestros días, cuando un coleccionista cree reconocer en un violín de color rojizo, que está siendo subastado en Montreal, el legendario “Violín Rojo”
Al final la película, muestra que El Violín Rojo fue robado de la subasta, y como se consiguió el barniz del violín, formado por 2 componentes líquidos especiales para el barniz y la sangre de su mujer ya fallecida, razón de las lecturas de la adivina.
Así las cosas, esta película resultó ser claramente una de las mejores experiencias de cine que he tenido en mucho tiempo.
Vemos esto a medida que la historia se desarrolla, y se cuenta de manera creativa a través de la lectura de la fortuna de la esposa de los fabricantes de violines con una baraja de cartas del Tarot.
Es la historia de una parte de la vida de un violín; pero también de los humanos que se atreverían a poseer su belleza.
Una obra maestra del arte de un artesano que es deseada por muchos por su perfección acústica.
Pero, como dijo Tolstoi, “cuán completa es la ilusión de que la belleza es bondad”; o más interesante, de San Agustín:
“La belleza es ciertamente un buen regalo de Dios; pero para que el bien no piense que es un gran bien, Dios lo entrega incluso a los malvados”
Y es que parece que hay una maldición en este instrumento, ya que afecta a aquellos que logran poseerlo...
Esto hace que el final sea especialmente extraño… pero parece muy interesante como el violín sobrevive por cientos de años, convirtiéndose en parte de la vida de distintas personas, de distintas épocas; paseándose por diferentes etapas históricas y en diferentes lugares.
Esto la hace una historia muy original, imaginativa y estimulante, que bien puede poner a pensar en el largo camino que han recorrido muchos de los grandes instrumentos musicales considerados de gran calidad; al tiempo que nos muestra una interesante trama, una verdadera fábula sobre el amor, la inspiración y la magia de la música.
“The last sale of the evening, lot number 72 on the turntable there.
The star of the night, and…
Where is she?
The last violin of Nicolò Bussotti, 1681.
A masterpiece of The Golden Age”
El director canadiense, François Girard, escribió junto a Don McKellar y dirigió este maravilloso homenaje a la música clásica, y en especial al instrumento que la protagoniza, el violín.
Un trabajo realmente completo, una excelente obra de ficción, inspirada en el llamado “Rojo Mendelssohn”, un Stradivarius que luce una franja roja de orígenes desconocidos; por lo que estamos ante un merecido homenaje al más pequeño y agudo de los instrumentos de cuerda clásicos, en el que se mima cada detalle, por pequeño que este sea, no limitándose tan solo a mostrarnos las virtudes del magnífico instrumento, sino haciéndolo en el transcurso de una historia que gana interés por momentos, contada de forma amena para, poco a poco, ir metiendo al espectador en ella, creando la necesidad de saber qué nuevo giro hará que el violín prosiga su tortuoso camino hasta llegar a nuestros días.
En otras palabras, sus creadores han conseguido realizar un trabajo que no se limita al homenaje, sino que busca llegar a una franja de público más amplio, para así dar a conocer mejor el instrumento a quien no le haya prestado el suficiente interés, o no haya podido disfrutar de él lo suficiente, todo un acierto poco valorado en su momento; y para ello se ha creado una historia dividida en varios episodios, algo que hemos visto ya en no pocas ocasiones, pero que en este caso destaca por resultar fluida y perfectamente entrelazada.
Así, el director François Girard, optó por hacer una película sobre un violín debido a su creencia de que “hacer cine es hacer música”, y el concepto de una historia de un violín, fue el punto de partida, ya que Girard no se dio cuenta inicialmente de que el proyecto requeriría 5 idiomas o un presupuesto inusualmente grande.
Su guión, escrito con Don McKellar, ve el recorrido del instrumento del mismo nombre en distancias más grandes, mientras que los años que separan cada segmento se vuelven más cortos.
Esto sugiere una estructura musical, aunque Girard dijo que esto no fue planeado, y solo se desarrolló mientras él y McKellar continuaron escribiendo…
Ambos, propusieron su historia y proyecto a varias compañías de Hollywood, pero no estaban dispuestos a renunciar al control creativo, ni a limitar la cantidad de idiomas que se hablan en la película, como lo solicitaron las empresas estadounidenses.
Como resultado, produjeron la película con Rhombus Media; siendo así una coproducción internacional, que permite acumular un mayor presupuesto de diversas fuentes, lo que convierte a The Red Violin en una de las películas canadienses más costosas producidas hasta la fecha.
Su presupuesto final fue de $15 millones; donde Girard y McKellar emplearon a algunos miembros del equipo de su película anterior, “Thirty Two Short Films About Glenn Gould” (1993), incluido el director de fotografía, Alain Dostie; el editor Gaétan Huot, y el actor Colm Feore.
La coproducción, también permitió rodar en Canadá, China y en toda Europa, incluidas las ciudades de Viena, Shanghái y Montreal.
Girard, McKellar y el productor Niv Fichman, fueron exploradores de locaciones al principio de la producción, visitaron Praga y Hong Kong, y se reunieron con escritores que ayudaron a corregir el diálogo en el idioma extranjero.
En última instancia, decidieron que necesitaban filmar en Viena y Shanghái para representar adecuadamente esas ciudades.
En Cremona, Italia, Girard visitó escuelas que hacen violines, y conoció a algunas personas que hicieron los instrumentos, reclutando a algunos como extras.
La parte más desafiante, fue obtener el permiso del gobierno de China para simular La Revolución Cultural en Shanghái, con Fichman viajando a China 7 veces antes de que el gobierno permitiera rodar, que tuvo lugar solo durante 5 días.
Así, el rodaje en Shanghái tuvo lugar en Hong Zhen Old Street, en el distrito de Hongkou; donde cientos de policías chinos, con armas de fuego, cerraron las calles donde se realizó el rodaje, debido a los 450 extras que pedían “La Revolución”…
Fichman afirmó, que “existía la posibilidad de que íbamos a causar una revuelta”
La acción en los segmentos de Montreal fue la más compleja, y Girard dijo que ponía la mayor tensión en él y en el elenco.
Total, la filmación se completó después de 6 meses, con filmaciones en 60 de esos días.
La historia es buena, y va sucediendo a las personas que poseen el violín, en un momento determinado, desde finales del siglo XV, hasta finales del XX, vamos contemplando, de forma muy irregular, diversas vicisitudes humanas, que tienen como elemento acreditativo, el dolor y la muerte de quienes lo van poseyendo.
A veces por muerte natural, otras por estar bajo el encanto o maleficio del citado instrumento.
Una historia de más 300 años; del final del barroco en Italia a la exigencia de “los niños prodigios” del clasicismo en Austria; del romanticismo, los viajes, la pasión desenfrenada y alocada en Inglaterra, a la supervivencia de la historia durante los cambiantes años de La Revolución Cultural en China.
De la espiritualidad de una abadía en los Alpes, a la vida errante de los gitanos, hasta la investigación científica a finales de los 90.
El primer episodio se da en Cremona, en el año de 1681, en idioma italiano:
Nicolò Bussotti es un fabricante de violines, cuya esposa, Anna Rudolfi, está embarazada.
Anna le pide a su sirviente Cesca, que prediga el futuro de su hijo por nacer; pero esta no puede determinar el futuro de alguien que no ha nacido, pero se ofrece a leer el futuro de Anna, usando cartas de tarot .
El primero, La Luna, significa que Anna vivirá una larga vida...
Mientras tanto, Nicolò ha creado un nuevo violín.
Él está a punto de barnizarlo, cuando descubre que tanto ella como el niño han muerto.
Angustiado, Nicolò vuelve a su tienda, y barniza el violín con un color rojo.
El violín, luego se dirige a un orfanato en Austria...
Así llega el segundo episodio, es Viena, en el año de 1793, en idioma alemán y francés:
Cesca entrega la segunda carta del Tarot, El Ahorcado, que significa enfermedad y sufrimiento para los que están cerca de Anna...
En el orfanato, el violín es propiedad de Kaspar Weiss (Christoph Koncz), un joven pero brillante prodigio de violín.
Los monjes en el orfanato, le piden a un instructor de violín, Georges Poussin (Jean-Luc Bideau), que adopte al niño para promover su desarrollo.
Poussin trae a Weiss y el violín a Viena; y se dan cuenta que El Príncipe Mannsfeld (Arthur Denberg) está de visita buscando un prodigio para acompañarlo a Prusia, prometiéndole una generosa recompensa.
De esa manera, Poussin pone a Weiss a través de un estricto régimen de práctica; sin embargo, los regímenes y el “medidor de Poussin”, un metrónomo primitivo, afectan el defecto cardíaco de Weiss; y el día del recital, cuando comienza a tocar, el corazón de Weiss se desahoga del estrés, y se desploma, muerto.
Weiss está enterrándolo en el orfanato donde creció; y cuando él pregunta por el violín, los monjes explican que lo enterraron con Weiss…
El violín es luego robado por ladrones de tumbas que viajan en una procesión gitana, que lo llevan a Inglaterra.
Llega el tercer episodio, en Oxford, a finales de los años 1890, en idioma inglés y romaní.
Al tiempo que se muestra la 3ª carta de Cesca, que es El Diablo, y ella explica que Anna se encontrará con un hombre guapo e inteligente que la seducirá...
Frederick Pope (Jason Flemyng) llega a través de la procesión gitana que acampa en su finca, mientras una mujer gitana toca el violín.
Él ofrece su hospitalidad a cambio del violín.
Posteriormente, Frederick encuentra grandes elogios en sus conciertos públicos con el violín, así como sus composiciones, también gracias a su amante, Victoria Byrd (Greta Scacchi) como su musa carnal; pero ella, como buena escritora, le anuncia a Frederick que necesita viajar a Rusia para investigar una novela en la que está trabajando.
Mientras Victoria está ausente, Frederick pierde su inspiración para componer y degenera…
Cuando Victoria no recibe sus cartas durante una semana completa, decide regresar inmediatamente, y sin avisar, y cuando llega, lo encuentra en los brazos de una nueva musa, la violinista gitana.
En un momento de rabia, Victoria dispara al violín, rozando su cuello, y separando las cuerdas y el cordal , antes de salir corriendo.
La última carta de Frederick a Victoria, indica que se suicidará, y que le está dejando todo su patrimonio a ella.
El violín termina en manos del criado chino de Frederick, quien regresa a Shanghái, y lo vende a un vendedor de antigüedades, quien repara el daño.
El instrumento se vende a una joven con su hija durante los años 30.
Así llegamos al cuarto episodio, en Shanghái, a finales de la década de 1960, en idioma mandarín:
Mientras Cesca predice que la cuarta carta, Justicia, significa tiempos difíciles por venir, con un juicio y persecución, donde Anna será culpable…
En el caos de La Revolución Cultural de China, cualquier idea o artículo que se considere “burgués” es denunciado y debe ser destruido.
Uno de los objetivos de la denuncia pública y la autocrítica, es un profesor de música llamado Zhou Yuan (Liu Zifeng), quien es reprendido por su afición a la música clásica occidental; pero un oficial político, Xiang Pei (Sylvia Chang), defiende con éxito a Zhou.
Luego, Xiang regresa a su residencia, y recupera El Violín Rojo, que le regaló su madre; sin embargo, varios guardias rojos allanaron el departamento de Xiang, después de enterarse de su existencia, sin encontrar nada...
Xiang llega a la casa de Zhou, y le suplica que tome el violín para mantenerlo a salvo.
Él cede y jura mantenerlo oculto, mientras que Xiang se va para enfrentar un posible enjuiciamiento de los funcionarios del Partido Comunista.
Años más tarde, la policía china ingresa a la casa de Zhou para encontrar su cadáver en medio de un santuario de docenas de instrumentos musicales.
Tras este descubrimiento, el gobierno chino actual, envía estos artículos a Montreal para su evaluación y venta en una subasta.
Así llegamos a la época actual, en Montreal de 1997, en idiomas inglés y francés:
La carta final, La Muerte, Cesca no ve como predicción de muerte, sino, debido a su posicionamiento al revés, como renacimiento…
Charles Morritz (Samuel L. Jackson) llega a Montreal como tasador de los violines enviados por el gobierno chino.
Casi de inmediato, se da cuenta del Violín Rojo, y cree que puede ser el último violín legendario de Nicolò Bussotti.
Tiene al restaurador Evan Williams (Don McKellar) que realice algunos trabajos en él, mientras envía muestras del barniz a un laboratorio de la Universidad de Montreal.
Al mismo tiempo, compra una copia del Violín Rojo de una colección privada en Londres, la copia más cercana al original disponible...
Cuando llegan los resultados de las pruebas de barniz, Morritz se sorprende al saber que el barniz de violín contiene sangre humana...
Aquí es donde se revela que Nicolò había llevado el cuerpo de su esposa a su tienda, después de su muerte, y le cortó la muñeca para recolectar sangre para hacer el barniz rojo.
De esa manera, Morritz admite al gerente de la subasta, Madame Leroux (Monique Mercure), que tiene el famoso “Violín Rojo”; y mientras se prepara para volar a casa, Morritz se detiene en la casa de subastas Duval's, con la copia de Londres en la mano.
Cuando finaliza la subasta del lote anterior, Morritz cambia El Violín Rojo por la copia de Londres, que se vende por $2.4 millones.
Por último, Morritz llama a su esposa a su casa en la ciudad de New York, y le pide hablar con su hija, diciéndole que tiene un regalo especial para ella a su regreso.
Este es el 3° largometraje del director, que luego de una amplia carrera en televisión, el canadiense François Girard se propuso aquí recorrer el largo peregrinaje de un violín que, construido en el siglo XVII en Italia, llega a nuestros días, tras pasar de mano en mano, y recalar en una subasta donde, finalmente, puede descansar de tan arduas odiseas vividas a través del tiempo.
Con indudable preciosismo en las imágenes y una serie de historias que tienen a ese violín rojo realizado por un artesano italiano que desea que su instrumento contenga tanto su propio genio como el alma de su esposa, el realizador imagina su encadenado relato como un tratamiento acerca de la sobrevivencia después de la muerte, y del valor, la tragedia y el amor de quienes se imponen como dueños de ese perfecto instrumento musical.
Este violín, viaja por todos los continentes, culturas y siglos, inspirando pasión en la existencia de todos los que lo tocan; por lo que nos entrega 5 historias, en 5 Cartas de Tarot, a modo de un intervalo entre cada una de las cuerdas de un violín.
Y no es casual…
El film de François Girard, es un mecanismo bien ensamblado.
La primera y la última historia, convergen desde el principio, actúan como 2 polos armónicos, mientras las demás historias parecen servir solo de puente entre pasado y presente, de un niño de débil corazón, un lúbrico compositor arrebatado, una militante comunista china seducida por la música europea; y sin embargo, hay más que un pasar de una mano a otra:
Cada uno de esos seres ha depositado en el violín parte de su propia esencia, el talento infantil, la pasión sexual, el sacrificio por el arte... mientras que el motivo musical se recrea una y otra vez en diversas variaciones remotamente cercanas, hasta que el tema original vuelve, a ambos extremos del tiempo, unida por una Luna Llena que cierra el ciclo, al mismo tiempo que cumple su símbolo de fecundidad.
Finalmente, 2 historias se dan la mano, 2 historias que empezaron y acaban ensambladas como un solo acorde, con 2 padres que brindan un presente a sus hijos:
El Violín Rojo, suma y cifra de sangre y sonido, de música y tragedia.
Con la historia final, el personaje de Jackson cumple la voluntad truncada del “luthier” Bussotti, allá a fines del siglo XVII.
Por ello, la película tiene 3 puntos de interés claros:
Por un lado, la narrativa utilizada es muy interesante, mezclando lo mejor de la linealidad temporal y rompiendo esa regla durante toda la película para la primera y la última historia, que son los 2 eslabones narrativos.
Esta última, que se desarrolla en nuestros días, está hábilmente estructurada, repitiéndose y completándose cada vez que sabemos algún dato más de la historia del violín.
El objetivo no es sino dotar de intriga y tensión a la última parte de la película, algo que se consigue.
El segundo punto de interés, está en el diseño de producción:
La azarosa aventura del violín, le lleva por todo el globo, desde Italia a Austria, pasando por Inglaterra, China y, por último, Canadá, pero con una diferencia de 300 años.
Pues bien, todos estos lugares, en cada una de sus épocas, están conseguidos estupendamente; y quizás se lleven la palma las escenas que recrean Shanghái, seguidas de cerca por las que se desarrollan en Viena.
Y por último, como no podía ser de otra manera, la música:
El violín es el protagonista, y se hace notar durante toda la partitura.
Pero los logros no acaban aquí, todos los actores están realmente bien.
La fotografía es muy atrayente, porque huye de buscar las típicas postales en la recreación de época para mostrar las escenas de una forma completamente realista, con puntos de luz naturales, incluidos la luz de las velas.
La dirección está muy conseguida, y la narrativa es clara y precisa.
Destacan algunas secuencias que muestran el paso del tiempo, muy bien resueltas; por lo que el resultado es un film imaginativo en el que la calidez, el drama, el amor a la música y la sucesión de situaciones de variado origen, logran atrapar con fuerza, teniendo a ese violín rojo como centro de sufridas experiencias, de diversiones aterradoras, de amantes románticos o de grandes renuncias.
Sin duda, François Girard quedó atrapado en la fascinación de su obra; y por ello, posiblemente, extendió estas anécdotas que por momentos pedían cierto resumen y una pequeña pizca de complicidad con el espectador, que debe esperar pacientemente el final de la historia.
Como dato, la historia de “Red Mendelssohn” es tan interesante como la película; de hecho, mientras que la película sí tomó mucha licencia poética, hay algunos paralelos con lo que sucedió en la vida real.
La  historia del violín real contiene muchas lagunas… pero sí sabemos que fue creado por Antonio Stradivari en 1720 en Italia.
Es allí donde la verdadera historia del “Violín Rojo” se vuelve un poco más complicada.
El relativamente nuevo violín, luego desapareció durante 200 años; y las teorías abundan sobre lo que le sucedió, pero nadie lo sabe con seguridad hasta que apareció en Alemania en la década de 1930, cuando fue comprado por uno de los descendientes de Félix Mendelssohn, antes de ser vendido nuevamente en 1956 a un industrial estadounidense.
Durante una subasta de Christie's en 1990, salió al mercado nuevamente, solo para terminar en manos de Elizabeth Pitcairn como regalo de su abuelo.
La mayor parte de la trama real del violín, es especulación por parte de los escritores.
El fabricante de violines fue introducido por el escritor, pero fue fácil ver que este personaje estaba basado en Stradivari; y debido a que la historia completa del violín es desconocida y, en ese momento, no se sabía que Elizabeth Pitcairn, la propietaria actual, había comprado el violín; la película no se considera basada en hechos.
Sin embargo, sea cierto o no, estamos seguros de que cualquiera de los mejores violinistas del mundo estaría muy interesado en poseer un instrumento así, con una historia que recrea ficción y realidad.
Para empezar, The Red Violin explica que el violín es rojo de la sangre de la esposa del fabricante.
Esto no es verdad… pues todavía hay partes de este barniz original en su lugar, incluso después de casi 300 años, por lo que sería fácil explicarlo en la película sobre la sangre que se utiliza para mancharla.
Es un testimonio de la artesanía de la pieza y el cuidado exquisito que se ha tenido con el violín a lo largo de los años, ya que aún conserva trazas del barniz original.
Una cosa está clara, era un instrumento muy querido y claramente valorado por sus diferentes propietarios.
Y cuando se acaba de terminar, habría sido una madera muy ligera, de color casi blanco; por lo que se supone que el violín se habría dejado al sol durante algunos días o semanas para permitir que se seque por completo.
Esto lo oscurecería naturalmente.
Una vez completamente seco, el violín se recubriría con un barniz rico en minerales que ayuda a endurecer la madera y resaltar su color natural, y teñirlo un poco.
Por tanto, el color rojo del violín, se debe a la aplicación de este barniz; y era una forma de ayudar a diferenciar los instrumentos de diferentes fabricantes.
La teoría es que el rojo también era un color muy popular entre la aristocracia en ese momento, y esto también podría haber influido en su elección.
Que el violín terminara en manos de un prodigio que vivía en Estados Unidos en la película, fue también una coincidencia espeluznante en la vida real.
Elizabeth Pitcairn usó el violín para practicar a lo largo de muchas décadas cuando estaba en su casa en Pennsylvania; pues ella quería llegar a ser verdaderamente exitosa, antes de revelar los orígenes del violín; y así pasó mucho tiempo antes de que el mundo supiera que estaba usando un violín de importancia histórica.
Pitcairn dio a conocer los hechos sobre el violín, cuando tocó un solo en 2003 en el Lincoln Center con la New York String Orchestra.
No hace falta decir que los paralelismos con la película se dibujaron de inmediato, y hubo un gran revuelo sobre ella y su violín.
Entonces, en cuanto a la clasificación de los hechos de la ficción, quién sabe, tal vez los escritores se inspiraron en el espíritu del propio Stradivari… eso sí, la película se basa en suposiciones, pero todavía vale la pena verla; porque es una forma posible de cómo las cosas hayan sido con el instrumento.
Por tanto, es una pieza de la historia cinematográfica muy imaginada, y el hecho de que el violín realmente exista, y que el final real fuera tan similar al de la película, añade un aire de misterio extra.
Por otra parte, el elenco brindó pruebas de solvencia en sus disímiles personajes, y así, todo el conjunto queda como una tangible prueba del valor de los sonidos en la vida y en la muerte, y en el dolor y la alegría; sin quitar nunca el protagonismo al virtuoso instrumento, pues hay que señalar que el reparto de la película es realmente extenso, ya que sus protagonistas van cambiando en cada época y lugar donde reaparece este.
Pero el nivel general es realmente notable, siendo una de las gratas sorpresas:
En Cremona, los protagonistas son Carlo Cecchi y Irene Grazioli, como el matrimonio Bussotti, y Anita Laurenzi como Cesca, la criada que le lee las cartas a ella; tal vez el elenco clave de la obra que va de “flashbacks” a “flash forwards”
En Viena son Jean-Luc Bideau y Christoph Koncz, como el maestro y su joven discípulo…
En Oxford destacan Jason Flemyng y Greta Scacchi, como el violinista y su amante…
En Shanghái destacan Sylvia Chang y Liu Zifeng, como la poseedora del violín y el maestro al que se lo confía…
Y finalmente en Montreal destacan Samuel L. Jackson y Don McKellar, un experto en violines y uno de sus ayudantes; donde aquí se cierra, o mejor dicho, se continúa la historia del instrumento.
Como dato, cuando Frederick Pope se recuesta en la bañera con la carta de su amante en la mano, la toma es una recreación del famoso cuadro “La muerte de Marat”; y cuando él se prepara para tocar su pieza original, inspirada por el violín, justo después de que el director se va, se puede ver a Joshua Bell, que es el verdadero violinista solista que actuó en la banda sonora de la película, como uno de los violinistas en la orquesta.
El mismo actor que interpreta al 5º violinista en el montaje musical gitano, también es el postor 442 al final de la película, que tiene lugar al menos 150 años después en la historia.
Christoph Koncz, que interpreta a Kaspar Weiss, el virtuoso huérfano, tenía solo 9 años cuando apareció en esta película.
En la vida real, él es un músico clásico austro-húngaro, que se convirtió en un violinista y director de renombre internacional.
Al tiempo notar que esta película es estructuralmente muy similar a “The Yellow Rolls Royce” (1964); pues en cada caso, la trama sigue las aventuras picarescas de un objeto hecho por el hombre, en torno al cual, los personajes humanos interactúan; donde las aventuras no están relacionadas entre sí, y tienen lugar de manera secuencial en diferentes épocas y geografías.
El filme también contiene algunos anacronismos; el más notable es que las cartas del Tarot no se usaron para la adivinación hasta finales del siglo XVIII, y antes de eso, eran cartas comunes; por lo que el mazo de Tarot de Cesca, parece haber sido especialmente diseñado para la película; donde las 5 cartas robadas, son todas de Arcanos Mayores, y se asemejan al Tarot de Marsella en su diseño, excepto que El Diablo tiene un prisionero en lugar de 2 en la carta del Diablo, y la bandera china se puede distinguir detrás de la figura de la carta de Justicia.
Como dato, la sustancia utilizada, la sangre, para darle al violín su color, no funcionaría realmente en la vida real:
La sustancia no se mezcla con el barniz, y se coagularía y oxidaría rápidamente a un color marrón oscuro o negro si se utilizara realmente como lo indica la película.
Sobre el final…
Este instrumento rojo, tocado por la mano de Dios:
¿Qué es lo que pasó, y a quién se ofendió?
Como objeto, estuvo ligado al futuro de una mujer, siendo la perdición para unos, lujuria para otros, en sinuosas formas, y sonido perfecto... donde el dinero lo compra todo, y un pedazo de madera, que ha naufragado a lo largo de los siglos, puede esconder demasiados recuerdos, nunca lo suficientes sentimientos, siempre presente, nunca del todo protagonista, pero con el dinero sólo se comprará la madera, nunca se llegará a mostrar su verdadera esencia, por muchas bellas melodías que se le consigan arrancar.
Por ello, el violín no debió estar en un museo, sino debió continuar siendo tocado y apreciado, porque su valor está en el uso, no en la contemplación.
Así, como todo, la vida y la muerte están ligados a la humanidad, pero los objetos perdurarán siempre, y cuando la humanidad se preocupe de su futuro... para ellos sólo existe la vida o el olvido.
Todas las historias a las que está ligado el violín, nos quieren transportar a un mismo punto, un nuevo futuro, un nuevo dueño que le aporte una nueva historia.
Finalmente acotar que François Girard no era un verdadero músico, pues trabajó principalmente como director de cine; por lo que la partitura de la película fue escrita por el compositor John Corigliano, y cada solo de violín en la película estuvo interpretada por el violinista Joshua Bell.
Bell, también hizo de doble violinista cuando los actores que no eran músicos debían mostrarse tocando el violín en primer plano, por lo que Bell se escondía detrás del actor, y su mano izquierda era la mano que veía la cámara en el cuello del violín.
Según Bell, François Girard lo regañó varias veces por sobreactuar...
El conductor de la banda sonora fue Esa-Pekka Salonen; y la partitura es principalmente del género “Chaconne”, mientras que la música ostensiblemente romaní, también fue escrita por Corigliano.
Bell dijo que estaba ansioso por unirse al equipo de filmación, citando su entusiasmo por el trabajo de Corigliano, y su uso de la forma.
Corigliano, en busca de una actuación musical romántica, también se refirió a Bell como “la opción ideal para un músico”, llamándolo “un aristócrata como violinista”
Por su parte, Girard declaró que Bell y Corigliano estuvieron involucrados desde el principio, y revisaron cada versión del guión mientras se desarrollaba.
Y es que gran parte de la partitura tuvo que ser escrita antes de la fotografía principal, lo cual es raro en el cine; y dado que los movimientos de violín vistos en la película tenían que coincidir con la música de Corigliano, Christoph Koncz, que fue un prodigio infantil de la vida real; Girard ató a 2 músicos al actor Jason Flemyng para ayudarlo a dar su actuación como violinista, según “El Método Octopus”; y después de completar la toma, Corigliano terminó “El Tema de Anna”
Corigliano basa su composición en esa bellísima melodía, a Anna, la esposa fallecida del constructor del violín; y es la primera música que se desliza fuera de las cuerdas del violín, un recuerdo por los que se han ido, y los que se irán; por lo que no ha sido ni será… es un triste lamento que comienza con una etérea voz de la que parece ir naciendo, poco a poco, el sonido del violín, y que acaba por arrastrar en un dramático “crescendo” a toda la sección de cuerdas de la orquesta.
Así, este tema se irá repitiendo a lo largo de las 5 historias; y da la impresión de que Corigliano hace lo mismo que hizo Elgar con sus variaciones “Enigma”
Si bien, de una forma menos críptica, es más bella.
También existe un tema central de 7 acordes que podemos intuir, y hasta podemos tararear, pero ese tema jamás suena completo o entero en la película… siempre falta una nota, un arpegio, o la música se desvía y emprende una sutil variación; y da la impresión de que, perpetuamente, está a punto de cerrarse y sonar completo, pero nunca lo hace.
Aun así, a través de las sombras que proyecta, podemos verlo.
Quizás por ello, ese tema ya de por sí tan triste, acaba teniendo mucha mayor profundidad, resultando desgarrador por momentos.
En definitiva, John Corigliano evita el tópico de usar la música propia de esas épocas, y centra toda la partitura en variaciones a partir de ese intemporal tema, incorporándoles, eso sí, pequeños elementos propios de las culturas y tiempos que retrata.
También crea otras melodías y piezas, más modernas y con elementos de vanguardia, para otros momentos de la película.
Eso sí, en todos ellas lo que sí resulta omnipresente es la presencia del violín como instrumento solista.
En conjunto, la banda sonora se centra en las cuerdas y el violín, magistralmente interpretado por Joshua Bell; es suave y sutil, sin usar ni abusar de la orquesta al completo, sin tocar apenas la percusión y los metales de viento.
Es una composición compleja y exigente, misteriosa, distante de los alardes y rimbombancias musicales tan propias de la música de cine de hoy en día.
Sin embargo, esta vez sí existe un tema principal, y de gran belleza, con lo que le resultó más asequible conquistar los corazones de los miembros de La Academia, y obtener su merecido premio Oscar.
Desde entonces, Corigliano ha vuelto a apartarse del cine, y no ha vuelto a componer nada para la pantalla.
Sólo ha escrito 3 bandas sonoras, distintas, personales, extrañas, misteriosas.
Un último dato, el verdadero violín que Joshua Bell toca en la banda sonora, es el “Tom Taylor Stradivarius”, que más tarde lo vendió por $2 millones para pagar su instrumento actual, el “Gibson Stradivarius”
“Tell me if she's wrong.
Is our little red violin the Red Violin?”
No hay duda de que el violín ha capturado la imaginación de cualquiera que aprecia las cosas más finas y una buena historia.
Tal vez, la verdadera historia sea esta, tal vez nunca lo descubramos…
¿Pero realmente queremos saberlo todo?
¿No es el misterio, parte del atractivo general del violín?
¿Saber hacer alguna diferencia para nuestro disfrute?
A veces, entretener el misterio es más agradable que descubrir la verdad.
No obstante, si no puedes poseer la cosa real, al menos puedes disfrutar de la idea de ello, lo que puede ser igual de gratificante.
Antonio Stradivari generó una riqueza sustancial en su vida; y su testamento, fechado en 1729, contaba con 8 herederos vivos, incluida su esposa.
Zambelli se quedó con su ropa, ropa de cama, artículos para el hogar y la mitad de sus joyas.
Antonio se convertiría en la responsabilidad de sus 2 hijos mayores.
Annunciata Caterina, se quedó con sus joyas, ropa, ropa de cama e ingresos por préstamos.
Paolo, el niño más pequeño, obtendría 6 violines terminados, valorados en 1,000 liras, así como algunos efectos domésticos y dinero en efectivo.
Otros 3 niños que se habían unido a órdenes religiosas, se quedaron con su parte de herencia:
María, una monja, obtendría una anualidad; Alessandro, un sacerdote, obtendría un ingreso fijo con un préstamo hipotecario; y Giuseppe, otro sacerdote, obtendría algunos ingresos con la mitad de una parte de una pastelería.
Sus 2 hijos restantes de su primer matrimonio, habían trabajado en la tienda familiar:
Omobono, que había dejado la vivienda de 18 años en busca de nuevas posibilidades de empleo en Nápoles, heredaría 6 violines; y Francesco, quien fue nombrado el sucesor de su padre, heredaría el resto de la finca, incluidas todas las herramientas, plantillas, acabados, violines, patrones y, aparentemente, la reputación de su padre.
En 1733, le había comprado a su hijo menor, una sociedad en una empresa textil local por la gran cantidad de 25,000 liras.
De los instrumentos resultantes, algunos violinistas y violoncelistas, usan instrumentos de Stradivari en su trabajo:
Yo-Yo Ma usa el “Davidov Stradivarius”, Julian Lloyd Webber emplea el “Barjansky Stradivarius” y hasta su muerte en 2007, Mstislav Rostropovich utilizó el “Duport Stradivarius”
El “Soil” de 1714, es propiedad del virtuoso Itzhak Perlman.
“La Condesa Polignac” es interpretada actualmente por Gil Shaham.
La Filarmónica de Viena utiliza varios instrumentos Stradivari que fueron comprados por el Oesterreichische Nationalbank y otros patrocinadores:
El “Chaconne” (1725); “ex-Hämmerle” (1709); “ex-Smith-Quersin” (1714); “ex Arnold Rosé” y “ex Viotti” (1718); y el “ex-Halphen” (1727)
El “Viktoria Mullova” lo posee Jules Falk.
Las ventas en Londres del “Red Mendelssohn” fue exactamente de $1,776.940 en 1990; y el “Kreutzer” por £947,500 en 1998, constituyen 2 de los Stradivari más vendidos.
Un precio récord pagado en una subasta pública para un Stradivari, fue de $2,032.000 para el “Lady Tennant” en Christie's en New York, en abril de 2005.
El 16 de mayo de 2006, Christie's subastó el “Hammer” (1707) para un nuevo récord de $3,544.000
El 2 de abril de 2007, Christie's vendió un violín Stradivari, el “Solomon, ex-Lambert” (1729) por más de $2.7 millones a un postor anónimo en la venta de instrumentos musicales de la casa de subastas.
Su precio, $2,728.000 incluyendo la comisión de Christie's, superó con creces su valor estimado:
De $1 millón a $1,5 millones.
El 14 de octubre de 2010, Tarisio Auctions vendió en línea un violín Stradivari de 1697 conocido como “The Molitor” por un precio récord mundial de $3,600.000 para la violinista Anne Akiko Meyers; en ese momento, su precio era el más alto para cualquier instrumento musical vendido en una subasta.
El 21 de junio de 2011, “Lady Blunt Stradivarius”, un violín de 1721, fue subastado por Tarisio a un postor anónimo por casi 10 millones de libras, con todas las ganancias destinadas a ayudar a las víctimas del terremoto y tsunami de 2011 en Tōhoku.
Esto fue más de 4 veces el récord anterior de la subasta para un violín Stradivari.
El Tarisio subastó el “Baron von der Leyen Strad” (1805), el 26 de abril de 2012, por $2,6 millones.
Las colecciones de instrumentos de Stradivari exhibidas públicamente, son las de La Biblioteca del Congreso de EEUU, con 3 violines, una viola y un violonchelo.
La Agencia de los Estados Nacionales de España, con un cuarteto de 2 violines, el “español I y II”, “el violonchelo español”, y el “español Corte viola”, exhibido en El Museo de La Música en El Palacio Real de Madrid y de La Real Academia de Música, tiene colecciones con varios instrumentos de Antonio Stradivari, incluyendo el “Joachim” (1698), “Rutson” (1694), el “Crespi” (1699), “Viotti ex-Bruce” (1709), “Kustendyke” (1699), “Maurin” (1718) y los ex violines de “Back” (1666), “Ex Kux” (1714) y las violas “Archinto” (1696), “Marquis de Corberon” (1726) y “Markevitch” (1709)
El Musée de La Musique en París, muestra varios hermosos instrumentos Stradivari que antiguamente pertenecían al Conservatorio de París.
La colección de La Orquesta Sinfónica de New Jersey, tenía el mayor número de Stradivari en su sección de cuerdas, comprada en 2003 de la colección de Herbert R. Axelrod, que hasta hace poco decidió venderlos.
Una colección reunida por Rodman Wanamaker en la década de 1920, contenía hasta 65 instrumentos de cuerda de maestros como Stradivari, Gofriller, Baptiste y Giuseppe Guarneri.
Se incluyó “The Swan”, el último violín de Stradivari, y un instrumento solista del gran virtuoso cubano del siglo XIX, Joseph White.
La colección, conocida como “The Cappella”, fue utilizada en conciertos con La Orquesta de Filadelfia y Leopold Stokowski antes de ser dispersados después de la muerte de Wanamaker.
La Filarmónica de Viena utiliza 4 violines y un violonchelo.
El Metropolitan Museum of Art, tiene 3 violines Stradivari con fecha de 1693, 1694 y 1717.
El National Music Museum, en Vermillion, Dakota del Sur, tiene en su colección una de las 2 guitarras Stradivari conocidas, una de las 11 violas conocidas de gamba, que luego se modificó en forma de violonchelo, una de las 2 mandolinas corales conocidas, y uno de los 6 violines Stradivari que aún conservan su cuello original.
En aras de la conservación, el violín “Messiah Stradivarius” expuesto en el Ashmolean Museum de Oxford, en Inglaterra, no se ha tocado en absoluto en los últimos años.
Según un artículo de 2019 en The New York Times, El Museo del Violino en la ciudad de Cremona, Italia, está emprendiendo un proyecto histórico para preservar el sonido de los instrumentos Stradivarius.
En enero de 2019, 4 músicos grabarán un extenso conjunto de escalas y arpegios en diferentes técnicas para mostrar los sonidos producidos por 2 violines, una viola y un violonchelo.
Estas grabaciones, conocidas como “Stradivarius Sound Bank”, formarán parte de una colección permanente en El Museo del Violino que permitirá a las generaciones futuras, escuchar los instrumentos de Stradivarius.
Para facilitar estas grabaciones, “El Alcalde de la ciudad, Gianluca Galimberti, imploró a los ciudadanos de Cremona, que eviten cualquier sonido repentino e innecesario”
¿Ustedes se imaginan, la historia detrás de todos esos violines?

“Passion Is Timeless”



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