Everest

“Human beings simply aren't built to function at the cruising altitudes of a seven-forty-seven”

El Monte Everest, es la montaña más alta del planeta Tierra, con una altura de 8.848 metros sobre el nivel del mar; localizada en El Himalaya, en el continente asiático, y marca la frontera entre Nepal y China.
En Nepal, es llamada “Sagarmāthā” o “La Frente del Cielo”; y en China, “Chomolungma” o “Qomolangma Feng”, es decir “Madre del Universo”
La montaña, fue nombrada en honor de George Everest, geógrafo galés, en 1865.
El Monte Everest, tiene 2 rutas principales de ascensión:
La ruta por la cara sudoeste, o Vía del Collado Sur, desde el Nepal; y la ruta noreste, o Vía del Collado Norte, desde el Tíbet; así como otras 13 rutas menos frecuentadas.
De las 2 rutas principales, la más fácil, técnicamente, y más utilizada, es la sudoeste.
Gran parte de los intentos, se ejecutan entre abril y mayo, antes de que comience el verano, La Estación de Los Monzones.
Un cambio en las corrientes en chorro, en esta época del año, reduce la velocidad media del viento, en cotas altas de la montaña.
Aunque se realizan intentos de escalada también después de Los Monzones, en septiembre y octubre, la nieve depositada por El Monzón, y el clima menos estable, hace la escalada más difícil.
Durante la temporada de escalada de 1996, 15 personas murieron en El Everest, convirtiendo este año, en el más mortífero de la historia del Everest; 8 de ellas, pertenecientes a 3 expediciones distintas, que murieron el día 10 de mayo, debido a una tormenta que afectó El Everest.
La expedición “Adventure Consultants” la formaban:
Los Guías, Rob Hall, líder de la expedición; Mike Groom; y Andy Harris.
Los Clientes eran:
Frank Fischbeck (53), intentó El Everest 3 veces, y llegó a la cumbre del sur en 1994; Doug Hansen (46), intentó El Everest con el equipo de Hall, en el '95; Stuart Hutchison (34), el más joven del equipo de Hall, con experiencias previas, que incluyen El pico K2, en la expedición de invierno de 1988, el Broad Peak West Ridge en 1992, y El Everest, del lado norte, en 1994; Lou Kasischke (53), había subido 6 las Seven Summits; Jon Krakauer (41), periodista asignado de la revista “Outside”, escalador de técnica consumada, pero sin experiencia a 8.000m; Yasuko Namba (47), había subido 6 veces las Seven Summits, estaba tratando de convertirse en “la mujer de mayor edad en la cumbre del Everest”; John Taske (56), antiguo escalador del equipo, pero sin experiencia a los 8.000m; y Beck Weathers (49), había estado subiendo durante 10 años, él también había hecho las Seven Summits, pero sin experiencia a 8.000m.
La expedición “Mountain Madness” la conformaban:
Los Guías eran Scott Fischer, guía de escalada; Neal Beidleman; y Anatoli Bukréyev.
Los Clientes eran:
Martin Adams (47), había escalado El Aconcagua, Denali, y Kilimanjaro; Charlotte Fox (38), había subido Los 53 de los 14.000 pies, unos 4.267m, y los picos en Colorado, y 2 picos de 8.000 m, El Gasherbrum II, y Cho Oyu; Lene Gammelgaard (35), alpinista consumado; Dale Kruse (45), a largo plazo, amigo personal de Fischer; fue el primero en inscribirse; Tim Madsen (33), subió el Canadian Rockies de Colorado pero sin experiencia en 8.000m; Sandy Hill Pittman (41), había subido 6 veces las Seven Summits; Klev Schoening (38), sobrino de Pete, esquiador pero sin experiencia en 8.000m; y Pete Schoening (68), uno de los primeros en escalar el Gasherbrum I, y El Monte Vinson, conocido por haber sido la única ayuda en salvar la vida de 6 miembros de un equipo, durante una caída masiva en la expedición estadounidense en El K2, en 1953.
Era mayo de 1996, mientras cumplía tareas como enviado especial por parte de la revista “Outside”, Jon Krakauer formó parte de 1 de las 4 expediciones que sufrieron víctimas fatales, al verse inmersas en una tormenta, mientras intentaban llegar a la cumbre del Monte Everest.
Su narración, hace foco en 2 de las expediciones:
La suya, que era liderada por Rob Hall; y la encabezada por Scott Fischer.
La intención inicial de la revista, era que llegara hasta el campo base, para escribir sobre “la comercialización de la montaña”, es decir, la presencia cada vez mayor de expediciones comerciales en El Everest y, en menor medida, en otras montañas.
Krakauer, solicitó un año de plazo, para ponerse en forma, e intentar alcanzar la cima.
Otro relator, es Anatoli Bukréyev, el escalador guía, responsable de la expedición “Mountain Madness”, una empresa rival, liderada por Scott Fisher.
La expedición, tenía 8 clientes, cada uno de los cuales, había pagado alrededor de $50.000, por un intento guiado de ascensión a la cima del Everest.
5 de ellos, eran experimentados escaladores, de ellos, 4 con experiencia en alta montaña.
La ascensión fue demasiado lenta, y los clientes llegaron a la cima, pasadas las 2 de la tarde, una hora demasiado tardía; lograron llegar con varios clientes a la cumbre de la montaña, pero sufrieron grandes dificultades en el momento del descenso.
Fischer, no lo hizo hasta las 15:45.
Bukréyev, que escalaba sin oxígeno, volvió rápidamente al Campamento IV, para reponer fuerzas, y coger suministros.
Durante el descenso del resto del grupo, se desató una fuerte tormenta que enterró en nieve las cuerdas fijas, y la huella abierta en la subida.
La escasa visibilidad, hizo el resto, y los escaladores no pudieron encontrar el camino de vuelta, hasta que Bukréyev encontró a 3 de ellos, y los guió hasta El Campamento IV.
Uno de ellos, Beck Weathers, después de haber pasado más de 24 horas en el collado sur, a la intemperie, en estado comatoso, logró volver por su propio pie, si bien sufrió congelaciones de las que tuvo que ser intervenido.
No tuvo fuerzas para salir nuevamente.
Scott Fischer, extenuado por la subida, no consiguió volver al campo base.
Al día siguiente, Bukréyev realizó 3 salidas en busca de los que no habían regresado, encontró a Fisher congelado, a 8.350 metros, en el collado sur, sobre las 19 horas.
Los líderes de ambas expediciones fallecieron, así como 1 de los guías de la expedición de Hall, que salió a buscarle a él, y a uno de sus clientes.
La tormenta y, en la opinión de uno de los autores, una serie de decisiones desafortunadas por parte de los guías de ambas expediciones, tuvieron como consecuencia varias muertes, entre las que se contaron, las de los 2 líderes.
Definitivamente, al día siguiente, 11 de mayo, Bukréyev conseguía llegar hasta Fischer, pero era demasiado tarde.
Se especula que Fischer estaba sufriendo de mal de altura o edema de pulmón, o cerebral.
En el mes siguiente, otras 4 personas murieron, como consecuencia de las lesiones producidas ese día.
El desastre, fue muy conocido, y levantó gran controversia sobre la masificación del Everest.
Tras la publicación de su artículo en la revista, Jon Krakauer fue criticado por otros montañistas, debido a su reseña personal de lo ocurrido en El Everest.
Algunos de los miembros de las expediciones involucradas, no compartieron los puntos de vista que Krakauer sugirió, como desencadenantes del desastre.
Por otro lado, Krakauer no quedó conforme con la cobertura de su artículo, sobre los hechos acaecidos, e investigaciones posteriores, lo llevaron a revisar algunos de los datos presentados.
En 1997, expandió su artículo de septiembre de 1996, publicado en “Outside”, en un libro que se transformaría en su obra más conocida:
“Into Thin Air: A Personal Account Of The Mt. Everest Disaster”
En él, destacaba el gran cúmulo de errores cometidos, y acusaba indirectamente a Bukréyev, de las 5 muertes acaecidas en su expedición, por haber abandonado a sus clientes, debido, según él, a haber escalado sin oxígeno, lo que mermaba su capacidad de ayudarles.
Le acusaba, incluso, de no llevar la ropa adecuada para afrontar la cima.
Aunque recogía que finalmente rescató a 3 de ellos.
En su libro, Krakauer, que admite haber sufrido “el síndrome de culpabilidad del superviviente”, es muy crítico con la existencia de las mencionadas expediciones comerciales.
En su opinión, éstas pasan por alto muchas veces, las más elementales normas de seguridad, en su intento de captar clientes, a menudo insuficientemente preparados, y llevarlos a la cima.
Estas críticas incluían, a los experimentados guías de dichas expediciones.
Por su parte, Anatoli Bukréyev, un guía que se sintió señalado por Krakauer, escribió un libro en respuesta, llamado:
“The Climb: Tragic Ambitions On Everest” (1997), citando diarios personales, y comunicaciones de radio realizadas en los días de la tragedia, en el cual refuta la visión de Krakauer.
Bukréyev, cuya actuación en 1996, había sido criticada por Krakauer, sostuvo hasta su muerte, al año siguiente, que “Into Thin Air”, presentaba una versión distorsionada de lo ocurrido.
Algunos de los hechos narrados en este libro, difieren de lo expuesto en el libro de Jon Krakauer, y otros escritos por otros 3 supervivientes de aquel día.
La acusación de Krakauer, de no llevar ropa adecuada, se desmontó simplemente aportando una foto de Bukréyev en la cima, con uno de los clientes experimentados, Martin Adams.
En el libro, se narra que otro escalador, se encontró a Krakauer totalmente exhausto, y lo vio a punto de despeñarse en un tramo sin cuerda fija, entre el “Escalón de Hillary” y la cima sur.
Krakauer, había omitido este incidente.
Además, Krakauer había cometido una serie de errores claros, como confundir a Martin Adams con Andy Harris, e informar al campo base, que Harris se encontraba refugiado en uno de los campamentos de altura, cuando no era así.
Krakauer admitió todo ello, y tuvo que rectificar su libro.
La disputa, encendió un largo debate en el mundo del montañismo.
Krakauer propuso la prohibición del oxígeno, excepto para casos de emergencia, argumentando, igualmente, que ello evitaría la contaminación de la montaña, pues gran cantidad de botellas se acumulan en las laderas, y evitaría que intentaran la escalada, los montañeros menos calificados.
El desastre del 10 de mayo de 1996, fue en parte causado por el gran número de escaladores, 33 en un día, que intentaban subir, lo que causaba atascos en el “Escalón de Hillary”, y retrasaba a los escaladores, por lo que muchos de ellos, alcanzaron la cima después de las 2 de la tarde, hora de regreso más tardía, considerada habitualmente.
Una pila de piedras conmemorativa, se encuentra en lo alto de una colina, cerca de Lobuche, en el sendero hacia El Campamento Base del Everest.
Los fallecidos de la “Adventure Consultants” son:
Andrew “Andy” Harris/Guía de Nueva Zelanda, su cuerpo permanece en la cresta sudeste, a 8700m, se desconoce la causa de su muerte, pero la hipótesis es de una caída durante el descenso, cerca de la cumbre; así como Doug Hansen/Cliente de EEUU, cuyo cuerpo yace en la cumbre sur; junto a Rob Hall/Guía de Nueva Zelanda; y Yasuko Namba/Cliente de Japón, cuyo cuerpo yace en la columna sur; la causa de su muerte de los 3, es por exposición a la intemperie.
Los fallecidos del “Adventure Consultants” son:
Scott Fischer/Guía de Estados Unidos, cuyo cuerpo yace en la cumbre sudeste, a 8300m, la causa de su muerte es por exposición a la intemperie.
Los fallecidos de La Policía de Fronteras, indo-tibetano son:
El Subedar, Tsewang Samanla; El Lanza Naik, Dorje Morup, y El Jefe Constable, Tsewang Paljor, todos de la India, cuyos cuerpos yacen en la cumbre noreste, a 8600m, la causa de su muerte, es por exposición a la intemperie.
El 6 de diciembre de 1997, Bukréyev recibía, junto a Todd Burleson, y Pete Athans, el premio “Memorial David A. Sowles”, concedido por el Club Alpino Estadounidense, por su heroísmo y dedicación, al rescatar a 4 escaladores perdidos durante esta expedición.
Este premio, es al valor más alto del Club Alpino, que también han recibido Ed Viesturs, y Ed Webster, entre otros.
El impacto de la tormenta, en el otro lado de la montaña, la Arista Norte, donde también murieron escaladores, se narra en primera persona, en el libro “The Other Side Of Everest: Climbing The North Face Through The Killer Storm” (1999), del director y escritor británico, Matt Dickinson.
En mayo de 2004, el médico Kent Moore, y el cirujano, John L. Semple, ambos investigadores de La Universidad de Toronto, declararon a la revista “New Scientist”, que un análisis de las condiciones atmosféricas de ese día, indican que un tiempo meteorológico extraño, causó que el nivel de oxígeno se redujera en un 14%
En el año 2012, Warner Rojas llega el 25 de mayo a la cumbre del Monte Everest, y se convierte en el primer costarricense en lograrlo.
¿Está hoy, realmente al alcance de cualquiera, “la gloria” de la ascensión a la cima más alta del mundo?
¿Cuáles son los riesgos del comercio de la aventura que se ofrece a llevarnos a la legendaria cumbre por $60.000?
“Never let go”
Everest es una película de aventuras, dirigida en el año 2015, por Baltasar Kormákur.
Protagonizada por Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal, Elizabeth Debicki, Keira Knightley, Sam Worthington, Robin Wright, Emily Watson, John Hawkes, Ingvar Eggert Sigurðsson, Clive Standen, Michael Kelly, Martin Henderson, Vanessa Kirby, Thomas Goodman-Hill, Mia Goth, entre otros.
El guión es de Lem Dobbs, Justin Isbell, y William Nicholson; y narra la tragedia ocurrida en El Monte Everest, el 10 de mayo de 1996, en la que 8 alpinistas fallecieron, debido a una tormenta.
La vida de Jan Arnold, cambió por completo hace 19 años, cuando su esposo, Rob Hall, falleció durante una terrible tormenta de nieve en El Everest.
Tuvo que enfrentar su dolor en soledad, y embarazada...
Desde entonces, hasta hoy, mucho ha pasado.
Su hija, Sarah, se convirtió en el motor de su vida, y el drama que vivió su esposo, sirvió para filmar una película, “Everest”
“Creo que la primer aproximación, para llevar la historia de los alpinistas a los medios, ocurrió cuando Sarah tenía entre 5 o 6 meses de edad.
Todavía era 1996, y era demasiado pronto.
Mucha gente se acercó, para tratar de contar la historia a través del cine, pero no entendía, qué tenía que ver yo en el proceso, ni tampoco cómo iban a poder ayudar el resto de los familiares de los otros alpinistas fallecidos”, comenta la viuda.
El paso de los años, le ayudó a la también doctora a tomar una decisión.
Y es que la lucha de su esposo, y otros alpinistas, por sobrevivir a la adversidad, merecía ser homenajeada en la pantalla.
“Con el tiempo sentí que era demasiada responsabilidad contar la historia, y hacerlo bien.
Fue hasta que se acercó hace 3 o 4 años, que Tim Bevan, el productor, regresó con una mejor perspectiva.
Además, Sarah ya era una adulta, y la idea no era hacer una película de alto presupuesto, sino una película mucho más humana, donde nosotras tuviéramos mayor control y opinión, sobre cómo contar las cosas”, comentó.
La esposa de Rob, sabe bien las condiciones a las que se tuvo que enfrentar su esposo, pues ella también practica el alpinismo, y 3 años antes del lamentable suceso, ambos ascendieron a la cima del Everest.
Sarah Arnold, le agradece a su madre, que haya esperado para tomar la decisión de contar la historia, y sobre todo, haberlo hecho en un tono “muy respetuoso, pues había muchas formas de que las cosas salieran mal, y al final cuentan la historia desde una perspectiva hermosa”
“Everest es un homenaje al amor, a la familia, y a la pasión con la que debemos vivir siempre”, concluye Jan Arnold.
Filmada en localizaciones reales, en la base del Everest, y en los clásicos estudios Pinewood de Londres; y Cinecitta de Roma; a medio camino entre el género de catástrofes, y el de aventuras épicas, el hecho de recurrir a un testimonio real, emotivo y con gancho, unido a la espectacularidad de los paisajes, y la envergadura de los retos a afrontar, bastan para certificar un producto entretenido, que ofrece algunos momentos de verdadero interés cinematográfico.
Inspirada en los acontecimientos que tuvieron lugar durante un intento por alcanzar el pico más alto del mundo, Everest narra el recorrido de 2 expediciones que se enfrentan a una de las peores tormentas de nieve, que el hombre ha conocido jamás.
El temple de los alpinistas, es puesto a prueba cuando deben luchar contra la furia desatada de los elementos, y superar obstáculos imposibles, en un desesperado esfuerzo por sobrevivir.
Es el año de 1996, un grupo de alpinistas menos preparados que el altamente cualificado Rob Hall (Jason Clarke), deciden atreverse a subir El Everest, con la fundamental ayuda de este último, y su mano derecha para la ocasión, Scott Fischer (Jake Gyllenhaal)
Entre los osados montañeros, se encuentran el millonario, Beck Weathers (Josh Brolin), Doug Hansen (John Hawkes), el cual fracasó en su primera tentativa de subir a la cima, y el periodista Jon Krakauer (Michael Kelly)
Así como el guía ruso, Anatoli Bukréyev (Ingvar Eggert Sigurðsson), a cargo de la otra expedición.
En tierra firme y segura, quedan a la espera, la coordinadora del Campamento Principal que sirve como punto de encuentro antes de la escalada, Helen Wilton (Emily Watson), mientras la esposa de Hall, Jan Arnold (Keira Knightley), y de Weathers, Peach (Robin Wright), son 2 mujeres que vivirán desde sus casas, la tragedia ocasionada por los más crueles actos de la naturaleza.
Subliminal maravilla que impresiona, y al tiempo hiere, magnificencia que corta la respiración por su impresionante belleza, hermosura que literalmente quita el aliento, y asfixia por su ferocidad agresiva, sin consideración ni escrúpulos, naturaleza amada y odiada por sus mismas espectaculares cualidades, eterno ser que permite tu presencia, siempre que ella lo quiera, decide, y juzga, sin posibilidad de recurrir sentencia, únicamente recoger los trozos y restos de un cuerpo, que ha padecido en sus carnes, la embestida de toda su potencia; el alma aguanta, no desfallece, pero las fuerzas se agotan, y la esperanza flojea, el diferente ánimo y esfuerzo de cada persona, marcará la resolución de la aventura, todos quieren, pero no todos pueden.
En definitiva, esta nueva vertiente del “hombre contra la naturaleza”, en este caso, “el hombre contra la montaña”, es de proporciones épicas.
“You my friends are following in the very footsteps of history...”
Everest representa todo lo bueno de ese gran cine, que prácticamente sólo asociamos a Hollywood.
Y no es de extrañar, en verdad, pues se trata de uno de los principales puntales sobre los que la industria de EEUU se ha labrado el nombre de este a oeste, llegando a ser casi los únicos capaces de arreglarlo, para que luzca de forma tan universal:
Gran producción, grandes medios, grandes nombres, gran drama; y por supuesto, grandísima solvencia, servida con sorprendente eficacia por Baltasar Kormákur, que presenta así, su permiso de residencia en una industria de la que puede ser un gran aliado.
Kormákur, pasa del primer plano al plano aéreo; del drama íntimo humano, al gran desafío y desastre natural:
“El hombre contra la montaña”
Una primera parte, de preparación para el gran evento, un verdadero y triste colapso, camino al éxito de coronar, convertido en todo un negocio turístico y lucrativo, que un atasco en las cuerdas, se le saca partido económico, por lo menos mientras no se lloré ninguna desgracia o perdida; la parte del sacrificio y sufrimiento llega más tarde, en ésta aún estamos en una etapa de escasez en cuanto a interés, inquietud, y apego, es más informativa que otra cosa, aclaratoria del maratón preparativo que hay que atravesar para llegar a tan honorable día.
Y, por fin, el 10 de mayo, día de salida, pues el tiempo apremia, la climatología da una tregua, y tendrás 5 minutos de plena satisfacción en la cabeza del mundo, tras una tortura exhausta, para iniciar inmediatamente el urgente descenso del Himalaya, y es en esa peligrosa bajada, en donde aparece la locura y el drama, el sinsentido y caos, la emoción y congoja, y donde, una pregunta ronda incesantemente en tu cabeza:
¿Dónde está la gracia de subir la montaña más alta del mundo?
¿Dónde quedó la diversión de todo esto?
Porque no hay por dónde cogerlo; supongo que únicamente un alpinista, devoto amante de la escalada, puede llegar a entenderlo…
Fatídico momento que eclipsa, tiembla y aflige, más por saber que es un hecho verídico, que por la intensidad y tensión de lo vertido.
Pero Everest sólo recoge, en parte, la grandiosidad de tan épica acción, el heroísmo de su aguante, su lentitud convertida en desdicha e infortunio, el resto es narración cómoda, crónica sin intimidad ni sentimiento, ni gran desvelo, sencillez de lectura explicativa, de cómo funcionan las cosas en dichos campamentos.
Los paisajes de las escenas, son uno de los puntos fuertes; y aunque está dirigida al público general, se ha esforzado por agradar al montañero, con planos que colocan en su sitio, los picos que rodean al Everest.
Tan impresionante y angustiosa por momentos, cómo chirriante.
Técnicamente es una gozada en pantalla grande, consigue poco a poco, generar un ambiente y tensión, desde un punto de vista general, pero en momentos más individuales y/o aislados, que además de no acabar de funcionar, se aprecian acelerados; cambio de plano, y en apenas 10 segundos, ocurre algo…
Y muchas veces, así sin más ni menos, perdiendo gran parte de la efectividad.
Otro problema de ambigüedad, son las distancias, no se sabe que tal lejos están unas cosas de las otras, y a veces se miran muy lejos, otras muy cerca…
Al final, aprovechan imágenes reales, de los auténticos montañeros que lograron sobrevivir, para ganarse el corazón del espectador; que es injusto, simplemente porque me muestran a alguien más llorando…
No hay perspectiva, no consigue que la experiencia sea lo suficiente “inmersiva”, como para lograr que el espectador invierta recursos en lo que está viendo.
Casi en ningún momento, se ha empatizado con los personajes, o me he preocupado o sufrido por ellos, salvo algún momento puntual de tensión.
No me causa ni un ápice de preocupación, al revés, me molesta ese viejo y manido ardid de, “qué pena, qué lástima, pobrecita… de la esposa embarazada, preocupada por su marido”
O la otra esperando en casa, mientras su marido se gasta $65.000 en darse un capricho, porque sus problemas le agobian… sí le agobiaran mucho cuando se puede permitir esos lujos…
Hay una exageración de tomas con las mujeres en la base, que está todo el rato con la radio, contactando con unos y otros por teléfono, que no lo veo necesario.
Mientras se preparan los días anteriores para iniciar el ascenso, no he entendido que se viera cada 2x3, a alguno bebiendo whisky… vaya forma de prepararse.
Y es que hay tantos personajes, que se pierde el foco; los otros que mueren, no profundizan demasiado en sus fallecimientos, aunque para los planos que eran sus personajes... no logra hacer que el espectador tenga empatía.
Algunos se quedan en meros bocetos, como Sam Worthington, y no es difícil que haya problemas de identificación.
Demasiados personajes, provocan momentos de confusión, que además tienen un protagonismo y tiempo en pantalla, absolutamente descompensado, aportando más confusión al espectador y, haciendo que varios momentos dramáticos, o con aspiración de superación y esperanza, no lleguen a funcionar, casi en ningún momento.
Casi todos los diálogos y situaciones suenan a ya vistos y rutinarios, como buena parte del guión, todo sea dicho, y algunos momentos, como las conversaciones telefónicas entre los personajes de Jason Clarke y Keira Knightley, están bastante cogidos por los pelos.
Como documento histórico, hay que reconocer que Everest es muy digno, de hecho, conocer la realidad, nos deja muy mal de cuerpo, y eso sí está muy bien plasmado; pero el drama que trata de meternos por vereda, como las historias de las esposas, desaprovechadas, sobran totalmente.
Lo más llamativo, es el verdadero valor de sus protagonistas.
La pregunta es clara:
¿Por qué quieren ir a la cima del Everest?
Algunas de las respuestas son muy interesantes; pero será en la bajada, cuando nos encontraremos con el verdadero dilema moral de algunos personajes, cuando viendo que tienen ante ellos la puerta a la muerte, está en sus manos el volver atrás, por sus compañeros, o quedarse.
Ahí es donde nuestra mente entra en juego, para hacernos la pregunta:
¿Qué haríamos nosotros?
¿Arriesgar la integridad física por llegar más lejos, más alto, por coronar la cima?
Everest está muy bien ambientada, no cabe duda, con ritmo pausado, que te permite disfrutar de la excitación de inicio de la expedición, que puede ser la aventura de su vida, y en la que como ellos, te vas aclimatando, y poco a poco vas descubriendo las inclemencias de la montaña, que te hacen reflexionar:
Hasta qué punto merece la pena el frio, el dolor, la falta de oxígeno... y hasta qué punto, eran conscientes, o estaban preparados para ello.
Por eso, como película falla, pero como relato verídico, es espeluznante.
Everest, también incide en un debate muy presente en el libro original, y que hoy sigue vigente, el de la comercialización de las expediciones a la montaña más alta del Himalaya:
“Antes, incluso de lo que acaeció́ en la temporada pre monzónica de 1996, la proliferación de expediciones comerciales durante la pasada década, era ya un tema peliagudo.
Los tradicionalistas, se echaban las manos a la cabeza, al comprobar que el techo del mundo, estaba siendo vendido a unos advenedizos con dinero, gente que, sin la ayuda de los guías, habría tenido problemas, incluso para escalar un pico tan modesto como El Monte Rainier, de 4.394m, en el estado de Washington en EEUU”, escribió Krakauer.
Everest, es un buen trabajo, digno de ver en la gran pantalla, y sufrir la experiencia de aquellas personas que dejaron su vida por un sueño, por convertirse en leyenda, o bien por ser su medio de vida.
¡En paz descansen!
“Our bodies will be literally dying”
Inmensidad y supervivencia, agresiva resistencia, superación extrema, pura adrenalina, ponerse a prueba, sólo que del afán maravilloso de esa cúspide, disfrutado paraíso encontrado, surge un inesperado martirio de agonía nada placentero; vida o muerte, a tan sólo un segundo de diferencia, afortunada y trágica casualidad, se confunde y alternan en ese precipicio vertiginoso que puede ser, en ocasiones, la existencia.
El número total de intentos en subir hasta la cumbre del Everest, en los últimos 50 años, supera los 10.000.
El 23 de mayo de 2003, el sherpa, Pemba Dorjie, partícipe de una expedición belga, dejó el tiempo récord de ascenso al Everest, en 12 horas y 45 minutos.
El ascenso más rápido, por la vía del collado norte desde el Campo III (ABC), hasta la cumbre, sin oxígeno adicional, es de 16 horas y 42 minutos, realizado por el austriaco, Christian Stangl, en 2007.
El ascenso más rápido, por la vía del collado sur, sin oxígeno adicional, es de 22:30h, por el francés Marc Batard, en 1988.
El sherpa, Pemba Dorjie, logró el ascenso más rápido, con uso de oxígeno adicional, vía la ruta sur, con un tiempo de 8:10h, en 2004.
El 11 de mayo de 2011, Apa Sherpa, escalador nepalí, alcanzó la cumbre del Monte Everest, por 21ª vez, batiendo su propio récord.
En 2003, Yuichiro Miura, se convirtió en el hombre de mayor edad, en llegar a la cima del Everest, con 70 años, el récord fue roto, pero Miura recuperó el récord el día 26 de mayo de 2008, a las 7:33 hora local, pues contaba entonces con 75 años, 7 meses, y 14 días de edad, en el momento de la hazaña.
Junko Tabei, fue la primera mujer que alcanzó La Cima del Everest, el 16 de mayo de 1975.
Reinhold Messner, logró el primer ascenso al Everest, en solitario, y sin ayuda de oxígeno, en 1980.
Y es que la mayoría de las expediciones, utilizan máscaras de oxígeno y tanques, por encima de los 8.000 metros sobre el nivel del mar.
Esta zona se denomina “La Zona de La Muerte”
Aunque las condiciones de cualquier zona, considerada como “Zona de La Muerte” pueden aplicarse al Monte Everest, con la altitud mayor a 8000msnm, la situación allí, es incluso más difícil para los escaladores.
Las temperaturas pueden descender a niveles muy bajos, lo que conlleva la congelación de cualquier parte del cuerpo, expuesta mínimamente al frío.
Con una temperatura tan baja, la nieve está totalmente congelada, y es muy resbaladiza, aumentando el riesgo de deslizamientos y caídas.
La velocidad del viento, es de 135 km/h, también, un peligro potencial para los montañistas.
La presión atmosférica en la cima del Everest, es alrededor de 1/3 menos de la presión a nivel del mar, y por tanto, la cantidad de oxígeno respirable, es igualmente de 1/3 de lo habitual.
El Everest, puede ser escalado sin oxígeno suplementario, un reto logrado por 154 personas, hasta el final de 2009, pero ello aumenta el riesgo del escalador.
Es difícil pensar con claridad sin oxígeno, y la combinación de bajas temperaturas, condiciones atmosféricas difíciles, y duras pendientes requiere, frecuentemente, tomar decisiones rápidas.
No obstante, los escaladores son una fuente importante de ingresos por turismo para Nepal.
Varían entre montañeros experimentados, hasta novatos que confían con los guías contratados que les llevarán hasta la cima.
El Gobierno de Nepal, obliga el pago de un permiso de escalada, que cuesta $10.000 por persona.
Hasta mayo de 2010, 3.431 personas han ascendido a la cima, en un total de 5.070 ascensiones.
De ellas, 253, al final de 2009, fueron logradas por mujeres.
216 personas han muerto en el intento, estado a final del 2009.
Recientemente, el día 18 de abril de 2014, un total de 13 sherpas fallecieron, y 3 más desaparecieron, al desprenderse un enorme bloque de hielo, en la zona conocida como “La Cascada de Hielo del Khumbu”, entre Los Campamentos I y II, en el lado sur de la montaña, en Nepal.
Las condiciones de la montaña son tan difíciles, que la gran mayoría de los cuerpos permanece en la montaña.
Muchos de ellos, son visibles desde las vías de ascenso habituales.
No debe haber competencia entre la gente.
La competencia es entre cada uno, y El Everest.
La última palabra, siempre la tiene la montaña.

“Something beyond the power of words to describe”



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