酔いどれ天使 (Drunken Angel)

Terminando de ver “酔いどれ天使” (Drunken Angel – 1948) de Akira Kurosawa con Takashi Shimura, Toshirō Mifune, Reisaburo Yamamoto, Chieko Nakakita, Michiyo Kogure, Noriko Sengoku, Eitarō Shindō, Taiji Tonoyama, Sachio Sakai, Choko Iida, Katao Kawasaki, Yoshiko Kuga, Shizuko Kasagi, Masao Shimizu, Sumire Shiroki, entre otros. 

Drama y cine negro japonés, primera película en representar la yakuza de la posguerra; aunque no sigue los temas comunes del género; si sigue a un médico borracho y dedicado que atiende a un hombre de la mafia japonesa muy enfermo; a partir de este momento se iniciará una extraña relación entre ambos. 

Considerada una de las primeras grandes obras de Kurosawa, destaca por ser la primera de las 16 colaboraciones entre el realizador y Toshirō Mifune; y con el compositor de muchos años, Fumio Hayasaka. 

El personaje principal se inspiró en un médico alcohólico de la vida real, que trabaja sin licencia en el distrito del mercado negro de Tokio con el que se encontraron Akira Kurosawa y su compañero de redacción y amigo de la infancia, Keinosuke Uekusa; pero aunque Mifune profundiza en el gánster y esto lleva a muchas escenas bien interpretadas, incluida la del borracho, en la que el gánster finalmente debe darse cuenta de la gravedad de su enfermedad; Shimura claramente se roba la película como el doctor borracho enojado, y muchas veces amargado, aunque todavía se preocupa... de ahí la cantidad de ira que muestra con su personaje, y al mismo tiempo nos hace entender por qué le importa tanto, la hace perfectamente el actor; mientras Cheiko Nakakita y Reizaburo Yamamoto también son muy buenos en sus papeles secundarios de enfermera y jefe de banda.  

Técnicamente la cinematografía también es de primera categoría, especialmente una secuencia de ensueño, en la que el gánster moribundo se invisibiliza a sí mismo como una criatura parecida a un zombi; y en general se combina comentarios sociales audaces con tierna simpatía hacia personajes imperfectos y oprimidos; porque la película es esencialmente un lamento por el estado de la sociedad japonesa de la posguerra; y no solo concierne a las víctimas de esa época, sino que también es una alegoría extendida que usa la enfermedad y la contaminación como metáfora del estado de La Nación. 

El título de la película, parecería referirse al doctor Sanada, sin embargo, nuestro ángel no es perfecto, como casi todos los personajes de Kurosawa, sino un hombre más próximo a la realidad; es decir, dotado de virtudes pero poseedor también de vicios y capaz de cometer errores. 

Entre mucha de la simbología presentada, esta el pantano como un reflejo de la corrupción en el pueblo, y es la forma en que Kurosawa presagia el futuro, ya que la ciudad está controlada por gánsteres inmorales; en este sentido, la historia da una notable cátedra de valores morales en estado puro; además viene fuertemente cargada de los ricos matices que hacen a la vida; y desde la sencillez, Kurosawa alcanza en este film la complejidad y la profundidad de los temas que trata. 

Pero también sufrió por los censores, al presentar prostitutas sin licencia conocidas como chicas “pan pan” que atendían a los soldados estadounidenses; los gánsteres y sus novias que visten ropa y peinados occidentalizados...  

La señalización en inglés tampoco estaba permitida, pero los mercados en el set tienen varios ejemplos del uso del inglés en sus carteles; y la gloriosa escena de baile en la discoteca, presenta una composición original, “Jungle Boogie”, cantada por Shizuko Kasagi con letra del mismo Kurosawa, satirizando la música de jazz estadounidense.  

Por dicha, la junta de censura no pudo detectar estas infracciones debido al exceso de trabajo y la falta de personal; y es que el tema que se muestra en la película, es que las personas sacrifican cosas por razones estúpidas, incluso cuando saben que las consecuencias de esos sacrificios son profundas.  

De ahí que la tristeza y la derrota impregna la historia con un final relativamente optimista, aportando una grata esperanza a las imágenes de una sociedad devastada por la guerra, que tiene que reconstruirse examinando primero sus valores.   

“A los japoneses les encanta sacrificarse por estupideces” 

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