Messalina

Terminando de ver “Messalina” (1951) de Carmine Gallone con María Félix, Georges Marchal, Memo Benassi, Delia Scala, Erno Crisa, Carlo Ninchi, Camillo Pilotto, Jean Tissier, Jean Chevrier, Germaine Kerjean, Ave Ninchi, Michel Vitold, entre otros. 

Drama italiano basado en la vida de La Emperatriz Messalina, 3° esposa de Tiberius Claudius Caesar Augustus Germanicus; por lo que la decadencia de la antigua Roma es vista por medio de este retrato de la sensual esposa del Emperador romano; una historia ambientada en el 44 d.C., que trata sobre las intrigas amorosas y políticas de la malvada mujer y su eventual persecución hasta la muerte. 

Valeria Messalina era prima paterna de Nero Claudius Cæsar Augustus Germanicus, prima 2° de Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus y bisnieta de Augustus; fue célebre por su belleza y por las constantes infidelidades a su esposo con miembros de la nobleza romana, así como con soldados, actores, gladiadores y otros; y aún así, ella tuvo una gran influencia política en las decisiones que tomó su marido durante gran parte de su periodo como Emperador de Roma. 

Por ello, Messalina dio rienda suelta a su ninfomanía; y según narra el poeta Juvenal, “llegó a prostituirse en el barrio de Subura bajo el apodo griego de Lycisca”, que significa “mujer-loba” 

Así las cosas, aquí, la disoluta Messalina planea poner en el trono de Roma a su joven amante favorito... 

El director, Carmine Gallone, considerado como uno de los creadores del “péplum” fue conocido fundamentalmente por sus películas históricas, cuya exaltación de la romanidad sirvió también de propaganda para El Régimen Fascista de Mussolini, hay que decirlo todo, y para esta producción filmada en Los Estudios Cinecitta, en Roma, no se guardaron gastos, siendo en su momento, la película más cara del cine italiano; una que fue parte de una tendencia creciente de películas históricas épicas de la década de 1950.   

El guión insiste en la reputación de Messalina como asesina y sexualmente rapaz, aunque se basa principalmente en las historias de Suetonio y Tácito, mientras que Juvenal en su 6° sátira estaba lejos de ser elogiosa...  

Como hija de su época, aquí tampoco hay humo sin fuego, por supuesto, pero la opinión posterior sugeriría que los relatos anteriores fueron asesinatos de personajes políticamente sesgados en los que los hechos históricos se mezclaron con los chismes.  

Todos sabemos que el chisme es como el barro, se pega; y no hace falta decir que su personaje ha resultado infinitamente fascinante para escritores, pintores, escultores y compositores, tanto de ballet como de ópera, y ha llegado al cine en muchas producciones como personaje principal o secundario y ha sido retratada en la pantalla desde 1910. 

Aquí, María Félix hace una Messalina cautivadora porque retrata a este personaje desagradable con una amplia gama de emociones: 

Imperiosa y altiva, atractiva y engatusadora, mientras engaña a su loco marido necesitado, suplica a su principal amante, Caius Cilius en la figura guapérrima de Georges Marchal, se muestra fría y calculadora mientras asesina casualmente a un joven enamorado; y finalmente aterrorizada cuando sus astutas maquinaciones salen mal, se ve privada de amigos o aliados.  

Aunque se toma una gran libertad con los hechos históricos reales, la película presenta a la mujer más notoria de la historia romana como una persona compleja y multifacética, de pasiones profundas y oscuras, que llega a un final ignominioso a través de sus excesos y locura.  

Y la magnífica María está a la altura del desafío, dando el mejor retrato de Messalina en pantalla hasta la fecha. 

Del resto del reparto, Benassi en particular es excelente como Claudius; y da un buen apoyo también de Jean Chevrier como Valerius, en una escenas cortas pero sustanciosas; sin olvidarme de Germaine Kerjean como La Bruja y Jean Tissier, adecuadamente extravagante como Mnester.  

Toda la producción está muy bien filmada por Anchise Brizzi y la banda sonora es hermosa y discreta, un gran trabajo de Renzo Rossellini; sin olvidarme de los decorados y del hermoso vestuario de Vittorio Nino Novarese.  

De la acción, que las hay, parece que los decorados inspiraron al oscarizado “Ben-Hur” de William Wyler, y los combates de gladiadores generalmente se manejan bien, y el concurso obligatorio unilateral de “Cristianos contra Leones” tiene un giro inusual por decir lo menos.  

En definitiva, históricamente inexacto pero extremadamente disfrutable, esta Messalina es diabólica, malhumorada, insaciable y magnífica. 

“Soy la mujer más envidiada y más desgraciada” 

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