Faraon

Terminando de ver “Faraon” (1966) de Jerzy Kawalerowicz con Jerzy Zelnik, Andrzej Girtler, Krystyna Mikolajewska, Piotr Pawlowski, Leszek Herdegen, Stanislaw Milski, entre otros. 

Drama polaco basado en la novela homónima de 1895, siendo la 4° y última novela del escritor polaco, Bolesław Prus; que es un estudio del poder político y del destino de las naciones, ambientado en el antiguo Egipto, en la caída de la XX Dinastía y El Nuevo Reino. 

La acción se emplaza en el siglo XI a.C., una época de decadencia para Egipto porque se encuentra en una difícil coyuntura: 

Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país, y por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor.  

Así, una vez proclamado Faraón, el joven Ramsés XIII decide poner remedio a esta situación, sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y de hecho también el político. 

Boleslaw Prus, el autor, fue un partidario del positivismo, un movimiento sociocultural que privilegia la razón sobre la emoción y la progresividad sobre la tradición; de hecho, los positivistas polacos apoyaron la obtención de la igualdad de derechos para los campesinos y las mujeres, y vieron a la sociedad como un “organismo social” de ahí que algunas de sus ideas se derivan de las obras del filósofo Herbert Spencer; y sus creencias políticas influyeron en una obra profundamente política. 

Por ello, El Faraón del título aprende que aquellos que desafiarían los poderes existentes son vulnerables a la cooptación, la seducción, el soborno, la difamación, la intimidación y el asesinato; y quizás la lección principal, absorbida tardíamente por Ramsés como faraón, es la importancia, para el poder, del conocimiento. 

La película fue tratada como una superproducción que socavó las reglas del cine peplum de Hollywood, que algunos consideraron una desventaja, otros una ventaja; y también hubo interpretaciones que lo apuntaban como una película “con un significado anticlerical” 

Y es que la creciente amenaza al poder de los faraones durante ese tiempo era el ambicioso sacerdocio; y durante el siglo XI a.C., una dinastía de sumos sacerdotes de Amón, por ejemplo, tomó el control de gran parte de Egipto; gobernaban como reyes de facto mientras que nominalmente estaban subordinados a una serie de faraones políticamente débiles. 

Así, los argumentos políticos presentados todavía parecen bastante razonables:  

No confíes en los sacerdotes, los políticos y especialmente en los sacerdotes políticos; eso es porque “Faraon” lanza preguntas fundamentales sobre el poder, la religión y un elemento no tan habitual en las películas, la economía.  

Y desde un enfoque muy realista, rodeado de intrigas y supersticiones; lo que surge es una historia trágica de la confianza excesiva de un joven en su destreza, contra algo mucho más siniestro, engañoso y despiadado, que él alguna vez ha imaginado 

Así era, muy probablemente, el mundo del Antiguo Egipto. 

No es casual que haya sido hecha bajo el lente de estrictos egiptólogos, que la convirtió en una de las películas polacas más taquilleras de todos los tiempos, haciéndolo sobre todo, un análisis penetrante de un sistema de poder, basta ver la escena del eclipse, donde se muestra de forma magistral, cómo los resortes de poder han ido utilizando los avances en el campo del conocimiento para la manipulación de un populacho, ignorante y supersticioso. 

Pero aun con el rigor histórico de la producción, Ramsés XIII es un personaje de ficción: 

Si bien el nombre Ramsés era relativamente común para los faraones de las dinastías XIX y XX, solo había 11 faraones históricos con ese nombre: 

2 de ellos eran miembros de la dinastía XIX, y 9 de la dinastía XX. 

Por tanto, lo mejor viene de la impecable cinematografía con efectos visuales poderosos y ritmo lento; sin olvidar de una actuación que lleva a la audiencia a estados de angustia, incertidumbre, miedo, rabia y a menudo sensualidad, con una actuación teatral perfecta de primera clase y economía de medios.  

En contraste con Hollywood, aquí la puesta en escena se caracteriza por una sobriedad que se aleja de la pompa y el cartón piedra; con una ambientación hiperrealista, destacando un vestuario parco y liviano, claramente influido por los frescos de la época, y una banda sonora que se limita a determinados cánticos rituales.  

Pero sobre todo, se hizo estudios en profundidad de los trajes y objetos comunes de la vida en el antiguo Egipto; y lo mejor, como todas las epopeyas antiguas que se remontan a La Era del Cine Mudo, no hay CGI o de apariencia falsa como el cine moderno tiene todo el tiempo... de ahí que se diga que este es el mejor espectáculo de las realidades antiguas que se creó en toda la historia del cine. 

“La locura es tan grande como el mar, rodeará cualquier cosa” 

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