Head On

Terminando de ver “Head On” (1998) de Ana Kokkinos con Alex Dimitriades, Paul Capsis, Julian Garner, Tony Niko, Elena Mandalis, Damien Fotiou, Eugenia Fragos, entre otros.  

Drama australiano de temática gay, basado en la novela “Loaded” (1995) de Christos Tsiolkas, que sigue a un joven griego, rebelde, drogadicto y obsesionado con el sexo, por lo que describe 24 horas de su vida; pero se siente incómodo con su homosexualidad, de ahí que favorece las conexiones sin ataduras con pretendientes anónimos y masculinos que lo degradan o degradan su propia homosexualidad, y regularmente está en desacuerdo con amigos y familiares, porque él está luchando con su identidad como hombre gay, y la identidad que su familia conservadora desea imponerle. 

Esta es una poderosa aunque repetitiva historia que rompe moldes al reflejar a un “antihéroe” gay y su viaje interior de autoaceptación en la sociedad greco-australiana; y parece ser una película de un solo actor, porque la actuación de Alex Dimitriades impresiona en su conjunto; y no solo por el talento o la inspiración, sino por la extraordinaria dedicación para hacer un papel complejo y especial.  

De ahí que la película es más que una “película gay” o un fragmento de una comunidad griega de Australia; el filme representa la imagen de una profunda soledad de una época, una opción, una sociedad; y utiliza herramientas poco razonables para contar su historia, de ahí que se puede percibir en muchos ángulos, o se puede reducir como la poderosa necesidad de escapar de uno mismo.  

En el fondo no es una película cómoda, pero ese es su propósito, decir lo que representa en muchas situaciones, el dominio del silencio, de ahí que más que una película, es un grito. 

La directora se adentra directamente en el corazón y el alma de este griego gay y drogadicto, a través de la cámara con un guión confrontativo que trata temas dirigidos a cualquier cultura migrante; pero la película fue famosa en su momento por sus escenas de contenido erótico, y por mostrar una escena explícita de masturbación interpretada por Dimitriades.  

Y es que el protagonista da muy bien el papel de esa generación que quiere liberarse de las ataduras del pasado al que sus padres todavía arrastran y que quieren mantener en sus hijos; eso provoca el choque generacional en este caso, y será de gran importancia para el camino que tome cada uno en su vida.  

Otro detalle para mostrar lo fuerte del arraigo familiar son los bailes griegos, abundantes, y la sensualidad con que los baila el protagonista, eso es un aliciente para ir avanzando en la historia.  

La sensualidad que el director aprovecha con camisas ajustadas que contonean el cuerpo del protagonistas, y que provocan el deseo de quitársela, cosa que ocurre a menudo y alegra la pantalla; lógicamente la música, y en concreto la griega, es un componente esencial de la película, y aparece con frecuencia y siempre bien colocada para subrayar o acompañar la acción. 

Pero todo el punto de la película se resume en la escena en la que Ari tiene sexo oral con Sean... pues lo estaba maltratando y amordazando egoístamente, minutos después que acababa de decir que lo amaba... esa fue la máxima brutalización del sexo por parte de un joven brutalizado en el armario, en una sociedad desesperada y brutal.  

En ese momento nos estremecemos, ya que Ari conscientemente rechaza el amor por el anonimato de la mamada de la esquina de la calle, pero “sí” entendemos por qué es incapaz de formar una relación:  

A su manera, actúa según su tipo, obedeciendo los insultos y las convenciones homofóbicas y racistas de la familia y la sociedad.  

De esa manera, simbólicamente, “levanta la cabeza” que alude al título de la película para recibir las mamadas pero al final, recordando a su amigo transgénero, llega la moraleja de la película, como ella dice: 

“Si no te defiendes, pasas la vida de rodillas” 

Esa moraleja tal vez sea irrelevante o lejana para los gays que han salido del armario, y se han afirmado en la sociedad al rechazar la hipocresía de una doble vida llena de compromisos, pero sigue siendo relevante para un gran número de personas en muchas culturas diferentes. 

No es causal que “Head On” dividió a la comunidad griega en Australia, pero que lo que hizo fue abrir un diálogo entre los griegos más jóvenes y sus padres; y lo que ha hecho la película es que ha derribado barreras. 

De todos modos, las dificultades que tienen los emigrantes, o los hijos de ellos, para integrarse en la sociedad a la que van a parar, se agrava muy a menudo con los problemas de sexo y drogas, sobre todo drogas, que es la forma más fácil de conseguir dinero; sin olvidar la pérdida de la esperanza... 

En definitiva, la película con su bajo presupuesto, brinda una buena oportunidad para reflexionar sobre la destrucción de las nociones de la identidad y la verdad en un mundo en que se difumina cada vez más los ejemplos que no son adecuados o no están de moda. 

“Soy marinero y puta, y lo seré hasta el fin del mundo” 

RECOMENDADA. 




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