The Women

Terminando de ver “The Women” (1939) de George Cukor con Norma Shearer, Joan Crawford, Rosalind Russell, Mary Boland, Paulette Goddard, Joan Fontaine, Lucile Watson, Phyllis Povah, Virginia Weidler, Marjorie Main, Virginia Grey, Ruth Hussey, Muriel Hutchison, entre otros. 

Comedia basada en la obra de teatro homónima de 1936, escrita por Clare Boothe Luce, sobre el divorcio, la malicia y la competencia en el círculo de “amigas”, un grupo de mujeres de la clase alta que pasa la mayor parte del día entre salones de belleza y tiendas de ropa, siempre murmurando, con cotilleos y rumores; y de repente, una de ellas descubre que su marido se ve a escondidas con una dependienta...  

Esta situación provoca un escándalo entre sus amigas, produciéndose diversas situaciones de celos, envidias y rumores.  

Si bien los hombres suelen ser el tema de sus animadas discusiones e impulsan la acción, nunca se los ve ni se los escucha; de hecho, el único momento en que los hombres están en esta película, es cuando las mujeres hablan de ellos.  

Por ello este es un estudio de la vida y los enredos románticos de varias mujeres interconectadas; y aunque no recibió nominaciones al Premio Oscar, muchos críticos ahora la describen como “una de las películas más importantes de lo que fue un año estelar en la producción cinematográfica de Hollywood” 

Esta es una “comedia de costumbres”, un subgénero dramático que describe con ironía y agudeza la vida cotidiana de una época o de una clase social concreta, por lo general, la clase media o burguesía, que cuestiona y comenta los modales y las convenciones sociales de una sociedad artificial enormemente sofisticada; donde la sátira de la moda, los modales y la perspectiva de la vida de las clases sociales, se realiza con personajes comunes. 

Así se presenta como una ingeniosa trama de comedia relacionada generalmente sobre un escándalo, presentado temáticamente a través del diálogo ingenioso de los personajes. 

George Cukor siempre tuvo esa reputación como “director de mujeres” y creo que esta película con el título obvio, probablemente es lo que le dio esa reputación; porque Cukor hace un trabajo increíble, al mantener todo y a cada una de las actrices en un enfoque nítido; al tiempo que la película continúa la tradición femenina de la obra, con todo el elenco de más de 130 papeles femeninos con dialogo, ambientada en los glamorosos apartamentos de la alta sociedad evocados por Cedric Gibbons; presenta un comentario ácido sobre las vidas mimadas y las luchas de poder de varias esposas ricas y aburridas, y otras mujeres con las que se encuentran...  

Como se citó, a lo largo de la trama no se ve ni se escucha ni un solo personaje masculino; por lo que la atención al detalle fue tal, que incluso en accesorios como retratos, solo se representan figuras femeninas, y varios animales que aparecían como mascotas, también eran mujeres.  

De ahínque la ausencia de los hombres tiene su propio tipo de implicación ética: 

Es una especie de abandono, y la estructura de no-hombres del drama, es un comentario satírico sobre su distancia emocional; y en torno a este drama de duplicidad e infidelidad, Cukor crea un espectáculo brillante, interrumpido por los momentos de devastación emocional asombrosamente grave de la estrella, Norma Shearer. 

Filmado en blanco y negro, asombrosamente incluye un desfile de moda de 6 minutos filmado en Technicolor, con los diseños más extravagantes de Adrian; a menudo cortado en proyecciones modernas; pero el guión es una maravilla, perversamente, despiadadamente divertido, de ritmo rápido, afilado como una navaja y lleno de inventivas memorables. 

Quizás, una de las cosas más interesantes es la forma en que el director vincula el comportamiento de sus personajes a su estatus social; poseídos de un ocio absoluto y una riqueza considerable, sus energías se dirigen inevitablemente a la competencia por el último símbolo de estatus: 

¡El hombre exitoso! 

De ahí que Cukor nos permite simpatizar con Shearer y reírnos de Russell; pero también requiere que tengamos lástima de ellas, e indirectamente fomenta la admiración a regañadientes por la tortuosa Crawford y la astuta y bellísima Goddard, todos personajes considerablemente más autosuficientes.  

En consecuencia, el filme no solo pinta un retrato venenoso y divertido de las mujeres como sexo, sino que también lleva un hacha a la sociedad que ha dado forma a sus personajes. 

Del reparto, este fue el último papel protagónico significativo para Norma Shearer, que en 1939 era “la reina de MGM”, siendo la viuda del jefe de producción del estudio, Irving Thalberg, por lo que tenía su elección de material y coprotagonistas: 

Crawford, aunque era poderosa por derecho propio, no tenía el tirón de Shearer, y se quejó amargamente por ello... así que tuvo que aguantarlo todo para trabajar con Shearer, que fue excelente como la esposa sufriente, que no tiene idea de cómo su esposo ha caído en los encantos de la bella Joan Crawford.  

Mientras que Rosalind Russell, Mary Boland, Paulette Goddard, Joan Fontaine y el resto del elenco, parecen divertirse mucho mientras interpretan a estas mujeres: 

Russell, antes no conocida como comediante, sorprendió a todos con su rápida expresión sarcástica, que continuaría perfeccionando el estilo mordedor durante 20 años hasta que alcanzó la cima con la tía Mame; y aquí ofrece la mejor interpretación de la película, como la maliciosa Sylvia Fowler, y no creo que Shearer o Crawford supieran qué las golpeó, una gran roba escenas. 

También, el filme representó el debut cinematográfico de Butterfly McQueen; y repitiendo sus papeles escénicos de la obra: 

Ruth Hussey, Virginia Weidler, Butterfly McQueen y Hedda Hopper, pero en papeles más pequeños.  

Como dato, Joan Fontaine fue la última actriz superviviente con un papel acreditado en la película; pues ella murió en 2013. 

Si algo se le puede achacar al filme es que las cosas vienen tan rápido que te perderás un poco de malicia brillante si dejas que tu atención divague por un momento. 

Eso sí, una cosa está clara, esas mujeres tenían un estilo y una sofisticación mucho más allá de la época en que vivían.  

Mis escenas favoritas fueron la escena de la pelea con Goddard y Russell, la escena del baño con Crawford y la última escena del baile. 

Por otro lado, Claire Booth Luce estaba muy por delante de todo, ya que entendía lo que sucedía a su alrededor; y nos da aquí muchas lecciones aprendidas de amor, humildad y orgullo. 

La ironía viene que el filme llamado “Las Mujeres”...  

“¡Se trata de hombres!” 

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