Ecstasy

“Die nackte Wahrheit eines weiblichen Verlangens nach Liebe”
(La cruda verdad desnuda del deseo de amor de una mujer)

La palabra “éxtasis” en general es un estado de plenitud máxima, usualmente asociado a una lucidez intensa que dura unos momentos; y tras su fin, la vuelta a la cotidianidad puede verse incluso transformada por el evento previo, pudiéndose sentir aún algún grado constante de satisfacción; es entonces, una experiencia de unidad de los sentidos, en la que pensar, sentir, entender e incluso hacer, están armónicamente integrados.
De esa manera, “el estado de éxtasis” implica una desconexión con la realidad objetiva, para conectarse con una realidad puramente mental, dirigida hacia sí mismo; y la persona que experimenta el éxtasis, a menudo desconecta sus sentidos hacia el exterior, y los enfoca hacia el interior.
En este sentido, “éxtasis” es sinónimo de mística; y con este significado tienen una relación más o menos directa las siguientes expresiones:
Con el orgasmo, que es llamado muchas veces “éxtasis sexual”; con un instante de iluminación mística o claridad espiritual, habitualmente es de tipo religioso, pero puede también ser de tipo existencial o filosófico; o bien, puede causar una respuesta sexual empática o un estado alterado de conciencia.
En el arte es notable la presencia del éxtasis, pero en lo social y/o moral, cuantas generaciones vivieron reprimiendo sus ímpetus naturales por instigación e intimidación de obtusas religiones:
Mujeres, por millones, que jamás conocieron un orgasmo porque les asignaban el rol pasivo de ser simples recipientes del engendrador semen masculino.
Hombres, también a montones, con algunas ideas de amenizar su vida íntima, pero incapaces de proponer, porque podían ser vistos como pervertidos.
Pero, los más, necios egoístas que con satisfacer sus deseos sentían que ya todo estaba consumado… a sabiendas de que era la mujer la que luego cargaba, durante 9 meses el retoño de lo que más parecía una violación…
Así fue, en pocas palabras, la proyección de la historia bíblica de Adán y Eva por generaciones y generaciones.
Así, en buena parte de la sociedad occidental, el erotismo estaba subordinado a nociones morales generales.
El gran novelista André Malraux sostenía una ética del amor, por la cual, “el erotismo de la literatura contemporánea toma un papel comparable al amor cortesano de la literatura medieval”
Aunque mientras la conexión del erotismo con la literatura, e incluso con pintura, sólo alcanza el estatus de unión accidental o accesoria, su relación con el cine es mucho mayor.
Decía Joseph-Marie Lo Duca que “la talla de las pantallas lleva en filigrana desde hace medio siglo un motivo fundamental:
El erotismo”; y con ello pretendía aludir el parentesco del cine con el erotismo, con la naturaleza onírico de la imagen animada, emparejando con ello la psicología del espectador y la del durmiente.
El análisis sobre la justificación del erotismo, como una realidad más inherente al cine que a cualquier otro arte sobre la base del sueño, adquiere su piedra clave con André Bazin.
Según el inclasificable crítico francés, en la psicología del durmiente existe cierta autocensura evidenciada en la simbología que se crea para camuflar esas imágenes ante nuestro espirito, negando con ello la supuesta libertad anárquica de la imaginación en el sueño.
Es de ese modo que surge un anhelo, como constitutivo dialéctico del erotismo en el cine, porque deseamos ver lo que no podría mostrársenos.
“Banned Until Now!”
Ecstasy es un drama erótico checo-austríaco, del año 1933, dirigido por Gustav Machatý.
Protagonizado por Hedy Lamarr, Aribert Mog, Zvonimir Rogoz, Leopold Kramer, Jirina Steimarová, Jan Sviták, André Nox, Eduard Slégl, Pierre Nay, entre otros.
El guión es de František Horký, Gustav Machatý, Jacques A. Koerpel y Robert Horký; y trata sobre una mujer joven que se casa con un hombre rico pero mucho mayor; y después de abandonar su breve matrimonio sin pasión, conoce a un joven muy viril que se convierte en su amante.
La película se filmó en 3 versiones lingüísticas:
Alemán, checo y francés; por lo que se promocionó internacionalmente como Ecstasy; en checo y en francés como “Extase” y en alemán como “Ekstase”
Pero ha pasado a la historia por ser un filme muy controvertido en su época, debido a las escenas en las que Hedy Lamarr nada y corre desnuda por el campo; y también es quizás la primera película “no pornográfica” que retrata las relaciones sexuales y el orgasmo femenino, aunque nunca muestra más que las caras de los actores.
Como dato, Lamarr, nacida Hedwig Eva Maria Kiesler, en Viena, Austria, aparece aquí acreditada como Hedy Kiesler.
También, por primera vez en la historia del cine, ninguna actriz se había atrevido a salir desnuda en un film con objetivo comercial; y para la época actual, las escenas resultan “sosas e intrascendentes”, pero en su época eran catalogadas como moralmente inaceptables.
La película se promocionó como “la primera película que incluía una escena desnuda”, en lugar de “la primera en mostrar relaciones sexuales”, por lo que tiene una mejor afirmación; pero ello no quitó que fuera prohibida para ser importada a los Estados Unidos por El Departamento del Tesoro en enero de 1935; siendo el propio Benito Mussolini quien exigió un pase privado para la película, proponiéndola inclusive para El Festival Internacional de Venecia; pero ello no le libraría de los múltiples problemas de censura, como por El Papa Pío XII que la denunció públicamente, causando indignación tanto en la Alemania de Hitler como en los Estados Unidos.
El estreno mundial tuvo lugar el 20 de enero de 1933 en Praga, Checoslovaquia; y en Austria, la película se estrenó el 14 de febrero, pero debido a problemas de censura, los cines alemanes no la mostraron hasta el 8 de enero de 1935, con el título “Symphonie der Liebe” o “Sinfonía de Amor”
Precisamente será para el estreno en EEUU, cuando se le añadiría el lema:
“La película más comentada en el mundo”
Todo inició cuando se trató de importar la película; y en 1935, los funcionarios de aduanas de los Estados Unidos la incautaron.
Antes de que se pudiera presentar una apelación, un Oficial Federal había quemado la película; por tanto, se trajo una versión muy editada; y entre los cambios, se utilizó la versión alemana de la escena del baño; se retiraron las tomas de caballos que cometían actos sexuales; y la película fue reeditada para dar la impresión de que al personaje de Lamarr se le había concedido el divorcio, lo que hacía legítima la relación adúltera.
Además, se agregó una foto al final, mostrando a Lamarr con un bebé, sugiriendo que ella y el nuevo amor se habían casado felizmente, y habían comenzado una familia juntos.
Esta versión fue aprobada por La Aduana en 1936, y se exhibió así con bastante éxito, aunque La Oficina del Código de Producción se negó a otorgarle un Sello de Aprobación; al tiempo que La Legión Católica de La Decencia la encontró moralmente objetable; y la condenó haciendo de Ecstasy, una de las primeras películas extranjeras condenadas por La Legión.
Y es que el distribuidor estadounidense presionó a La Oficina de Hays durante 10 meses, y Joseph Breen la calificó como “altamente, incluso peligrosamente indecente” en un memorando entre oficinas de Will H. Hays, y le dijo a los productores:
“Lamento tener que avisarle que no podemos aprobar Ecstasy, que se presentó ayer para nuestro examen, por el motivo que consideramos nuestro juicio unánime de que la película es definitiva y específicamente una violación del Código de Producción.
Esta violación es sugerida por la historia básica... ya que es una historia de amor ilícito y sexo frustrado, tratada en detalle sin suficientes valores morales de compensación...”
Ecstasy no se lanzó en los Estados Unidos hasta el 24 de diciembre de 1940; y continuó hasta el límite sin El Sello Hays, donde se proyectó en casas de arte en su mayoría independientes; y algunas juntas estatales de censura, como New York, aprobaron la película, pero la mayoría de las otras, solo lo permitieron con restricciones, pues exigieron cortes sustanciales o, en el caso de Pennsylvania, la prohibieron por completo.
Mientras tanto, el primer marido de Lamarr, el rico traficante de armas, Friedrich Mandl, supuestamente gastó $280.000, unos $5.29 millones en 2017, en un intento fallido de suprimir la película mediante la compra de todas las impresiones existentes.
Con todo, la historia comienza con aparente amor y optimismo, por una pareja de recién casados:
Emile (Zvonimir Rogoz), lleva a su joven novia, Eva (Hedy Lamarr), sobre el umbral de su hogar; pero siendo considerablemente mayor, se obsesiona con su rutina, y se queda dormido en el baño, mientras su novia se acuesta en la cama la noche de bodas...
Su falta de pasión y sus sueños de una feliz vida matrimonial se rompen, y la joven Eva se vuelve hacia su padre (Leopold Kramer), y le pide que vuelva a casa.
Su padre pregunta:
“¿Qué pasó?”
A lo que ella responde:
“¡Nada!”
Y Eva solicita el divorcio, citando que no hay nada en común.
Una vez de vuelta en la opulenta granja familiar, ella recupera la alegría de su juventud; y se despierta una mañana, coge su caballo y se va a un estanque donde nada desnuda; pero su caballo sale corriendo con la ropa en la montura, a lo que ella sale desnuda tras el animal…
El caballo corre a través de un campo de trabajo, donde un apuesto joven ingeniero, Adam (Aribert Mog), captura el caballo, y lo devuelve a la doncella.
Una vez vestida… ambos se sientan, disfrutan del paisaje, y se enamoran.
Más tarde esa noche, una noche tormentosa, ella camina hacia su humilde casa, y hacen un amor apasionadamente, durante el cual, ella rompe su collar de perlas... en señal que ella ha encontrado su pasión.
A la mañana siguiente, ella regresa a su casa para enfrentarse a su esposo separado, que la quiere de vuelta; sin embargo, ella explica que es demasiado tarde, y éste, abatido, se marcha.
Conduciendo a través del sitio de trabajo, él se encuentra con el nuevo amor de Eva, que quiere ir a la ciudad para que le reparen el collar.
Emile ve las perlas en la mano de Adam, y se da cuenta de que Eva ha encontrado a alguien más, y tiene un colapso.
Adam lleva a Emile a un hotel, y hace que Eva se encuentre con él allí, sin saber que él ha llevado a su marido, Emile, a ese mismo hotel.
A pesar de los sueños de felicidad, todos experimentan las trágicas repercusiones de la triste situación; y lejos de tratarse de una cinta pornográfica, esta película del director checo Gustav Machatý, supone un hito histórico como es convertirse en la primera en que aparece un desnudo integral y, lo que resulta más importante aún, reproducir un orgasmo femenino con toda su autónoma plenitud expresiva.
Ello le ha valido para erigirse como meritorio alegato de la sexualidad femenina, acallada bajo la crueldad de machistas y puritanos que esgrimiendo clichés moralistas, y recalcitrantemente tradicionalistas, contratacaron con la censura.
Por ello, Ecstasy es famosa por ser pionera en el tratamiento del erotismo; y hace un canto a una mujer con necesidades, sobre todo con derecho a satisfacerlas, tiene muy claro lo que quiere y, que si no lo encuentra en casa, sale a buscarlo; y si tiene que ser madre soltera, lo asume.
Por donde se mire, Ecstasy es una obra de arte que está lejos, pero muy lejos del morbo que sustrajo de ella La Iglesia, la crítica puritana, y el oportunismo de los exhibidores que quisieron servirse del escándalo para aumentar sus ganancias; tanto así que, con los años, Ecstasy se convirtió en el prototipo del erotismo fílmico, y un clásico del género .
“Daring!
Revealing!
Shocking!”
En 1933, Gustav Machatý, un evolucionado director de cine checoslovaco que se merecía todos los honores, sintió que teníamos ahora otra perspectiva de la vida, que el sexo era un regalo de la naturaleza que merecía ser exultado y que, por tanto, la historia de Adán y Eva había que contarla ya desde otros ángulos.
Esto fue lo que hizo con Ecstasy, un filme sobre el amor y sobre el derecho de la mujer a reclamar satisfacción sexual, lejos de cualquier sentimiento de culpa o de pecado, aunque el justo final queda apenas sugerido por la improcedente injerencia de la censura.
Aquel cine de antaño, oscilaba entre aquella plasticidad turgente de erotismo naif, y la sutileza de las elipsis, donde la representación panteísta de la naturaleza subrayaba, la lujuria que preside el proceder de millones de especies, la búsqueda entre seres que precisan del contacto sexual para reproducirse, en el caso de los animales, o para experimentar el goce de la unión, en el caso humano, esté de por medio o no el objetivo de la perpetuación; y con esa imponente base visual, heredera del expresionismo alemán, se desarma cualquier pretensión de artero morbo, presentando la atracción, el enamoramiento y la pasión como comportamientos perfectamente normales y necesarios, opuestos a la represión y la tibieza.
Ecstasy se filmó en el verano de 1932, con un guión en idioma alemán que contenía solo 5 páginas.
El guión original preparado, que 2 versiones anteriores fueron canceladas, estaba en checo, por lo que Lamarr fue útil en la traducción del alemán al francés.
Y después de la prueba de rodaje en el único set del estudio A-B con sonido en Praga, el equipo se mudó a Dobšiná, Eslovaquia, el 5 de julio de 1932, donde se filmaron las escenas al aire libre.
No fue hasta agosto que comenzó realmente el rodaje, principalmente debido a disputas sobre la versión francesa y los actores franceses.
Desde Dobšiná, se realizaron viajes cortos de uno o dos días a otros lugares:
Topolčianky para las escenas con caballos; Chust, Ucrania y la construcción del ferrocarril Červená skala – Margecany; pero la película no se terminó a tiempo.
Por tanto, algunas escenas de interiores se filmaron en los estudios Atelier Schönbrunn en Viena, Austria, en 6 días, lo que también fue comercialmente útil, porque el productor no tenía pagar la tarifa de importación/contingencia al mostrarla allí.
En el fondo, Ecstasy habla del amor y el deseo, del inconformismo ante la vida, del libre albedrío en nuestra existencia; todo ello dirigido con maestría por Machatý, con unos planos, un montaje y una forma de rodar moderna y atractiva; y aunque la película es de 1933, es casi muda, apenas hay diálogos, y todo se expone visualmente; es decir, se sigue con la tónica del cine mudo, en el que la música está presente todo el metraje, y va contando la historia; también los intérpretes basan su actuación en lenguaje corporal y facial, dejando el hablado, que también lo hay, para unas pocas frases recitadas sin mucho convencimiento.
De esa manera, la película es parcialmente sonora.
Para entonces, la técnica del sonido se iba extendiendo paulatinamente desde Estados Unidos hacia Europa y el resto del mundo en oleadas, y a Austria y Checoslovaquia llega tras su utilización en las primeras películas alemanas con sonido, la primera de todas, “Der Blaue Engel” (1930) de Joseph von Sternberg.
Por ello, tanto la construcción narrativa como el empleo de la música, la puesta en escena y el lenguaje visual utilizados por Gustav Machatý, son puramente deudores del cine mudo, siendo apenas 3 las escenas que poseen sonido y diálogos entre los personajes, pronunciados en alemán; con toda seguridad añadidas o modificadas a posteriori una vez concluido el rodaje y el montaje del filme; ello permite a la película alcanzar un alto grado de perfección, riqueza y sutileza, al presentar personajes y situaciones sin necesidad de palabras, pero también carencias en secuencias y momentos que, en equilibrio con las escenas dialogadas, precisarían de la expresión verbal de sentimientos e ideas.
De ello se resienten igualmente las interpretaciones, que mutan en su modo de obrar y proceder en función de la posibilidad o no de expresarse con palabras, con la consabida exageración de gestos y muecas propia del cine mudo en algunos casos, pero sin perder en general la sobriedad correspondiente al tono poético-trágico que impregna la cinta.
No obstante, la película en ningún momento resulta confusa, y siempre son claras las motivaciones del comportamiento de los personajes y la relación causa-efecto de lo que les acontece, así como la presentación y resolución de situaciones.
De la parte actoral, son todos estupendos; quizás Hedy Lamarr es la que flojea un poco, porque aún no tiene los rasgos físicos de años después, y parece una chica cándida e inocente, lo que quizá contradice su actitud en esta historia; salvo que el director lo quisiera así para añadir el morbo de esa contradicción…
El relato inicia con una noche de bodas:
Emil es un hombre mayor, fastidioso y ordenado, que lleva a su nueva novia feliz sobre el umbral de su hogar.
Él tiene muchas dificultades para abrir la cerradura de la puerta de entrada, e intenta llave tras llave… y Eva está muy decepcionada, porque ni siquiera Emil se acuesta con ella y se queda dormido en el baño...
Pero antes, él ha pellizcado su dedo en el cierre de las perlas de Eva cuando intenta quitarlas; y no puede consumar su matrimonio, en apariencia debido a ello… y continúa ignorándola durante muchos días, a menudo retirándose detrás de su periódico… a lo que Eva se niega a vivir en un matrimonio sin amor.
Ya no puede soportar ser la esposa de Emil solo de nombre, y regresa a la propiedad de su padre, un rico criador de caballos; donde ella busca y se le otorga el divorcio de Emil.
Pero un día, Eva monta a caballo por el campo que rodea la finca de su padre; y desnuda se baña en el lago, dejando la ropa en su caballo, que se aleja para encontrar a una yegua encerrada en un corral cercano… que obviamente está en celo.
Eva, todavía completamente desnuda, persigue a su caballo, y aparece Adam, un viril y joven capataz/ingeniero, que trabaja en la construcción de carreteras en esa área, y la encuentra tratando de atrapar a su caballo.
Finalmente, Adam es capaz de atraparlo; a lo que ella se muestra tan avergonzada, que se esconde entre los arbustos cuando él se le acerca.
Al principio, Eva se avergüenza de su desnudez, pero luego lo mira desafiante; mientras él le entrega a Eva su ropa; y cuando trata de irse, ella finge que le duele el tobillo.
Al principio, ella se resiste a los esfuerzos de Adam para ayudar, y luego asiente.
Esa noche, Eva está inquieta, y no puede dejar de pensar en Adam...
Finalmente, ella va a su residencia aislada, que se encuentra cerca del campo donde se reunieron; y después de algunas dudas, se abrazan y pasan la noche juntos…
En medio de la pasión, el collar de perlas de Eva se rompe y cae al suelo.
Ella se olvida de llevarlo con ella a la mañana siguiente; pero los jóvenes amantes prometen encontrarse en la ciudad, en el hotel local la noche siguiente; y cuando Eva regresa a casa a la mañana siguiente, encuentra un visitante no deseado:
Su ex marido, Emil, que la ha estado esperando toda la noche.
Él quiere reconciliarse con ella, pero ella le dice que ya es demasiado tarde.
Con el corazón roto, se va; y por casualidad, mientras conducía, Emil se encuentra con Adam en la carretera; Adam ayuda a guiar a Emil a través del camión, y entonces le pide a Emil que lo lleve a la ciudad.
Emil está de acuerdo, y se detienen en la residencia de Adam para empacar su maleta; y mientras empaca, Adam nota las perlas de Eva en el piso.
Él los lleva con la intención de devolverlos; y mientras viaja a la ciudad, Emil nota a Adam admirando el collar de perlas; y reconoce instantáneamente el distintivo collar como aquellos que pertenecen a su ex esposa.
Inmediatamente, Emil se pone celoso y se enfurece; y Adam no tiene idea de que Emil se había casado con Eva.
En su ira, Emil considera arrojarse a un tren que se aproxima en un cruce, pero en el último momento lo piensa mejor...
Esa noche, Emil se sienta solo en una habitación de hotel, mientras que una mosca trata de salir por una ventana cerrada, y varios más se ven atrapados en el papel...
Mientras tanto, abajo, Adam está arreglando flores, mientras espera en el restaurante del hotel a que llegue su amante, Eva.
Los jóvenes enamorados están muy felices de estar reunidos; y mientras beben champán y bailan, de repente oyen un disparo...
Emil se ha disparado a sí mismo; y todos en el hotel corren hacia la puerta de la habitación de Emil.
Adam todavía no sabe de la conexión entre Emil y Eva; y ella está profundamente triste por el suicidio.
Sin embargo, ella no divulga su relación con Emil a nadie, incluido Adam; por lo que la joven pareja debía tomar el tren a Berlín más tarde esa noche y comenzar su nueva vida juntos; y mientras espera en la estación de tren, Adam se queda dormido…
Una angustiada Eva se aleja silenciosamente, mientras Adam duerme; y se va en un tren diferente, sin Adam, debido a la culpa que siente por el suicidio de su ex esposo, Emil.
Cuando Adam se despierta, se da cuenta de que Eva lo ha dejado sin una palabra; y más tarde vuelve a su trabajo en la construcción y, a menudo, sueña despierto con Eva; y Adam la imagina felizmente sosteniendo a su bebé...
Este filme checoslovaco, trata sobre el amor y sirve de crítica a esos matrimonios aburridos en los que, por aquella época, la mujer solía cargar con una relación que rozaba el hastío; pues habitualmente eran matrimonios concertados por intereses, en general económicos, pero aquí no se exponen las razones por las cual la protagonista elige a una auténtica momia para pasar el resto de sus vidas.
Si no es por conveniencia, la cinta puede también hacer crítica de aquellos noviazgos que van a las mil maravillas, y después de pasar por el altar, la convivencia da un giro de 180°
Por tanto, es una película pionera para la época, con desnudo integral de la protagonista, escenas cargadas de erotismo, y hasta el mero hecho de que una mujer tenga la iniciativa y el valor de divorciarse o abandonar a su marido, es ya aplaudible.
Y es que nada más comenzar, se nos muestra a una mujer necesitada en todos los aspectos de sentirse mujer, de disfrutar de los placeres de la vida en compañía; y el director lo hace como un perfecto poema visual, donde los sentimientos y los pensamientos son filmados con una profunda eficacia, mientras que la palabra entra en un plano de absoluta austeridad.
Quizás, había en el director algo de aquella rebeldía contra el nuevo cine sonoro, pero siento que sobre todo primaba el virtuosismo de un cineasta que sabía extraer de sus protagonistas, toda la emotividad que reclamaba la historia; y a Machatý le basta una, o 2 imágenes para dejar sentada la personalidad de cada uno de sus personajes:
El ordenamiento riguroso de los objetos que hay sobre un tocador y el estiramiento de los hilos desordenados de un tapete en plena noche nupcial, dicen del orden obsesivo y del interés primario de Emil, el esposo de Eva.
Y con otros significativos detalles, Eva y luego Adam, desnudarán su alma hasta sentir que pueden amarse en libertad y en comunión plena con la naturaleza.
Machatý utiliza hábilmente los medios a su disposición para acompañar la historia de una atmósfera lírica y trágica, luminosa y lúgubre, dramática y esperanzada, y tampoco exenta de cierto humor, como algunas de las reacciones y comentarios del padre; o la secuencia del abogado que prepara en su despacho, junto a su secretaria, el proceso de divorcio.
Además, la secuencia del vehículo camino del paso a nivel, repleta de tensión y suspense, resulta muy meritoria, no se sabe realmente si el esposo de Eva va finalmente a estrellar el coche contra el tren, o a superar el paso a nivel antes de que caiga la barrera; importantísimo aquí de nuevo el empleo del sonido:
La advertencia continua del silbato del tren anunciando una más que posible desgracia; así como definitoria del hundimiento personal y moral que sufre el marido abandonado.
Del mismo modo, el final de este personaje, mientras Machatý ofrece notas de costumbrismo y folclore local, alcanza cotas trágicas de primera magnitud, y es presentada a la perfección utilizando las nuevas herramientas que el sonido pone a su alcance:
El disparo interrumpe la música y el baile de la fiesta, en un alarde de patetismo y oscura tragedia que contrasta con la alegría y la espontaneidad que reinan en el piso de abajo.
Por último, ese final un tanto postizo, esos minutos en los que Machatý invierte fotogramas en reflejar el pesado trabajo de los hombres en la obra al estilo de los cineastas soviéticos y sus documentales de labores del campo, o de duros trabajos de siderurgia o ingeniería civil, mientras que ya no se sabe muy bien dónde, pero se entiende que lejos, Eva extrae al bebé de la cuna, representan el renacimiento, la posibilidad de seguir adelante en un mundo cuyos mecanismos, cuya maquinaria, no deja de funcionar a pesar de los reveses, de los malos momentos y de los bloqueos trágicos.
Todo ello está mostrado y lo no mostrado es sugerido con gran calidad de sutileza, especialmente la referida al plano sexual que inunda toda la obra, pues en cada imagen, la emoción del momento se conjuga con una efectiva luz sombreada, herencia del expresionismo alemán; y melodías de un cuidado romanticismo realzan las imágenes con una serie de “close-ups” a objetos que sirven de metáfora, dan nuevos y sorprendentes significados a la pasión y al drama que comienza a disfrutar, y a padecer, la nueva humanidad que comienza a vislumbrarse.
En el fondo, Eva se solaza en el éxtasis de la juventud tras el fracaso de su matrimonio con un hombre mayor frío y soso, y abandonándolo, se deja llevar por su cuerpo que le pide acción, que para eso se nos ha concedido.
Tal audacia de desafiar la moralidad que asfixia los impulsos naturales, le costó a la pobre Hedy en su vida real, ser vendida por sus padres como una yegua a un magnate obsesionado con ella, que la mantuvo encerrada y la celó como un cancerbero, persiguiendo las copias del filme para impedir que otros viesen desnuda a su prisionera.
Hasta que con suerte y ardides, ella pudo escapar del degenerado fantoche; y por ello, real y ficción se dan la mano, junto a varios motivos destacables en la película:
En primer lugar, situemos toda aquella simbología con lo erótico que envuelve recursivamente el largometraje:
La noche de bodas que supone las primeras escenas, pone en evidencia que el matrimonio no se consumará.
La joven pierde ya la ilusión de esa primera noche, quedando sola y recostada en la cama, mientras juguetea con su anillo, sacándolo y poniéndolo con sutil sensualidad.
Ello evidencia tanto el deseo de ésta por consumar sexualmente el fruto de esa unión, como el reconocimiento de que tal cosa no va a tener lugar y, por tanto, sembrará de insatisfacción ese matrimonio resueltamente erróneo y precipitado.
Una mañana, ya recién emancipada de su marido, tendrá lugar un fugaz encuentro en el valle con un apuesto desconocido, que logra detener su caballo desbocado, como ella misma, que ella perseguía desnuda, dado que éste portaba en su lomo toda su ropa.
Además, este joven hermoso y de gran y evidente virilidad, le produce sentimientos enfrentados:
Le socorre ante la torcedura de tobillo que ella sufre como cervatillo confundido y huidizo; y al anochecer del mismo día, se torna aburrido, e inquieto para Eva.
La vemos recostada en el sillón, apoyando un vaso tras un sorbo, pero al volver se acaricia sutil y sensualmente ese tobillo, como evocando esas manos que aquella misma mañana se posaron en su piel.
Seguidamente enciende un cigarrillo, y se sumerge en sus pensamientos...
Estos son recreados por Machatý, con un rítmico montaje en que trae a primer plano detalles nada aleatorios de la decoración de su habitación:
Con 3 planos de caballos, un hombre con trompeta, otro de uno musculoso, un Cupido...
Ella reacciona huyendo hacia el salón, donde se topará con el cuadro de su madre que ya no luce tan joven como Eva es ahora, y ello le evocará aquellas palabras que su padre sentenciaba, comparando el infortunio de ambas...
La imagen de ese cuadro, se confrontará nuevamente con caballos en una atmosfera que se encrespará más aún con una tormenta que asoma tras las cortinas.
El recorrido hacia la casa de él, se sostiene en tensión tanto gracias a la penumbra desde la seguimos sus pasos a través del valle, como a la música trepidante que acompaña el recorrido.
Tras ojear por una ranura de la puerta, la abre violentamente para quedar parada a la entrada…
Ambos se miran, y ahí se suceden primeros planos hasta el beso.
Él la recuesta en la cama, y da pie a la escena del orgasmo, sin que para ello se despoje a la protagonista de sus ropas.
A partir de aquí, también dejamos de tener plano alguno de él, con lo que hay orgasmo sin que veamos exactamente qué lo induce, sino que sólo podamos suponerlo, como siguiendo la premisa del erotismo “sugerir, pero no mostrar”
Se cuenta que para conseguir la efectividad de esos primeros planos de ella, Machatý le estaba pinchando los talones con alfileres; y es también simbólico que cuando se produce el orgasmo, ella deje caer al suelo un collar de perlas roto que, a modo de aristocrático cinturón de castidad, simbolizaba el matrimonio anterior con el que acaba definitivamente de romper.
Ese collar volverá a aparecer en otras escenas más adelante, en las manos de su amante; y aunque podríamos seguir desglosando muchos más símbolos, pretendo quedarme con tan sólo uno más:
Tras la frustrada primera noche de bodas, ambos están una mañana en una terraza rodeada de aristocracia que bailan al son de una canción, orquestación a cargo de Giuseppe Becce, que dice:
“Las flores crecen y se marchitan, para luego florecer de nuevo cuando la dulce canción de los pájaros se escucha en campos y bosques.
Como el amor de un hombre vuelve con exigencias y reproches.
Como la sangre vuelve al corazón.
Así es como corre la vida.
Llora cuando el amor te rompe el corazón.
Llora…
¿Por qué no?
Y ríe, como la juventud y belleza cuando la vida promete alegría y felicidad”
Al compás de este tema se suceden a modo de videoclip, imágenes de quienes cantan este tema megáfono en mano para amenizar la velada de las parejas de aristócratas bailando, una en especial, en que ella parece haber superado la barrera de los 50, y del rostro de Eva que, al compás de la letra, oscila entre serenamente alegre y triste.
En los últimos compases de esta canción se suceden 2 cosas aparentemente intrascendentes, que primero describo para posteriormente presentar una posible interpretación:
En primer lugar, el marido topa con una abeja que le molesta mientras lee el periódico, y a la que no duda con sacudir certeramente rematándola desde el suelo.
Acto seguido, a la par que funde el tema musical, llegamos también al final de este segundo acto, al tiempo en que la cámara se va elevando para ir así desvelando la visión de una sucesión de terrazas anidadas que van quedando al descubierto, a medida que discurre el vertiginoso picado en ascensión.
Hacia el final de la película, otra abeja volverá a aparecer nuevamente, cuando se narra un momento de flaqueza de un marido resueltamente traicionado por su esposa.
Entonces, la abeja parece intentar querer pasar al interior de la habitación en que está éste a través del torpe refriego contra el cristal.
Apenas unos planos después del mismo acto, será el amante quien, ajeno a la habitación y circunstancias del marido, de por concluido un florero que adornará la mesa en donde cenará con su amada, librándose de la última flor que aún le queda en la mano, dejándola pegada a un carrete de celo atrapamoscas que cuelga del techo.
En dicho carrete, ahora quedan mezcladas flores y moscas, ambas en la misma trampa.
Siendo esto así, parece que podemos reinterpretar a las abejas como personas, pero en donde lo que interesa es el aspecto social típico de la uniformante pose aristocrática, donde la individualidad se difumine en el anonimato social.
Ahora entonces podremos juzgar esas terrazas anidadas como el gran panal de las abejas aristocráticas.
Si el marido se sentía capaz de cargarse una abeja, lo hacía en virtud de su posición incuestionablemente consolidada en ese enjambre al que pertenece.
Esa pertenencia le legitima para anular individualidades que atenten contra la homogeneidad establecida.
Las tornas cambian cuando su mujer lo abandona, y él se siente víctima, mostrando empatía por esa otra pobre abeja que se refriega contra el cristal.
Se evidencia pues, el error de semejante visión homogenizante y la inmunidad que pretende conferir la pertenencia a ese estatus social.
Finalmente, ya hundido, cae desprotegido e impotente ante la trampa del amor que tras rescatar sus propia individualidad diluida en el enjambre social, acaba por destapar una aciaga realidad que le une a ese lecho inmovilizador de la pérdida que sentenciará irrevocablemente su destino.
Aunque Machatý buscara provocar el éxito comercial con la polémica sexual, como ya había sucedido en 1929 con “Erotikon”, también hay que concederle el mérito de un enfoque particularmente nuevo.
Esto se debe a que “el éxtasis” al que se refiere el título de la película, es el de una mujer, e incluso en tales tomas centrales en que tiene lugar el orgasmo, hay que recordar que entonces, ella no está desnuda, y asimismo que en esos planos no se entremezcla ninguno de un hombre.
Hasta tal punto llega la primacía del rol femenino, que hasta pudiera plantearse la figura del hombre, si no tanto como instrumental, al menos sí como secundaria o accesoria.
Es tal el protagonismo de la iniciativa femenina, que llega incluso a ser ella la que va a buscarle, mostrando esa noche una actitud completamente distinta que por la mañana.
Se trata de todo un alegato a la sexualidad femenina, un retrato de mujer con identidad, no sólo política, sino incluso sexual, acorde al emergente panorama mundial que se empieza a abrir tras La Gran Depresión.
La idea propia de semejante enfoque rupturista, se justifica con el mismo espíritu inherente al cine, de actuar de motor social.
Desde luego que el metraje resultó entonces demasiado adelantado a su época, aunque desafortunadamente también ahora se muestre desfasado por el anacronismo de sus primitivos métodos narrativos.
Del reparto, el director, de forma inesperada, le dio un toque erótico al rostro de Hedy Lamarr en medio de la pasión con un alfiler para obtener las expresiones deseadas en su rostro.
Y Hedy para obtener el papel, mintió sobre su edad cuando hizo la audición.
Ella tenía sólo 17 años y está guapísima, está mucho más natural que en sus películas de Hollywood, donde siempre mostró una imagen sofisticada y glamurosa hasta el exceso, llegando casi a la “femme fatale” que aquí ya se dejaba entrever.
Y con el tiempo, la actriz confesó que esas “escandalosas” escenas tan revolucionarias de la película, que habían sido rodadas contra su voluntad, ya una vez firmado el contrato, algo engañada, y tras recibir fuertes amenazas por Machatý.
Fueron precisamente el éxito de estas escenas, de su ya 5ª película las que la catapultaron a Hollywood, firmando un contrato con el jefe de producción de la MGM, Louis B. Mayer, quien la rebautizaría como ahora conocemos, sepultando definitivamente el nombre natal de la actriz.
De ella se dijo en 1940, que era “la mujer más bella del mundo”, pero haber rechazado papeles como “Gaslight” o “Casablanca”, que darían la fama internacional a la sueca Ingrid Bergman, supondría el distanciamiento definitivo del mundo del cine.
Así pues, debido a la reclusión inicial que le impuso su marido, atacado por los celos tras el estreno de la cinta de Machatý; así se entiende que, ya bajo su formación de ingeniera en telecomunicaciones, patentara un sistema de radio que servirá de guía a los torpedos en La Segunda Guerra Mundial.
Aún hoy, el método “salto de frecuencia” sigue siendo usado, otros afirman que está ya desfasado, y se halla registrado con fecha 11/8/1942 bajo la patente número 2,292,387 denominada “sistema secreto de comunicaciones”
Del bello bellísimo y viril actor alemán, Aribert Mog, se supo que interpretó una mezcla de papeles principales y de apoyo durante los años 30; fue miembro de La Liga Militante para La Cultura Alemana y de La Organización Celular de La Fábrica Nacional Socialista; y en mayo de 1940, fue llamado al servicio militar, y murió a los 33 años, luchando en El Frente Oriental al año siguiente.
Finalmente, el actor croata, Zvonimir Rogoz, que se hizo famoso en Checoslovaquia entre Las 2 Guerras Mundiales; apareció en muchas películas checoslovacas de la década de 1930, pero el más conocido de todos ellos fue este filme.
A partir de la década de 1950, Rogoz apareció en películas croatas, pero las generaciones más jóvenes de Croacia lo recuerdan mejor por su vida privada:
Él tuvo un hijo a la edad de 96 años.
Este y otros eventos, se convirtieron en el tema de su libro autobiográfico “Mojih prvih 100 godina” o “Mis Primeros 100 Años” casualmente, él murió en Zagreb, unos meses después de cumplirlos.
A Ecstasy se le podría reprochar su formato de cine mudo, en el que las imágenes y la música de fondo tienen todo el protagonismo frente a unos pocos diálogos.
Algunos también han achacado a Machatý la oportunista extensión gratuita e injustificada en la duración de planos, para lograr así un metraje que alcanzase los 90 minutos, sin el oportuno guión que lo sustentara.
Ello supone un exceso ya respecto del propio ritmo lento habitual del cine clásico, con larguísimos planos secuencia que le confieren aún un matiz muy teatral a estas primeras películas; especialmente los últimos 10 minutos resultan injustificados, por la sensación de tratarse de un “bello collage” añadido a posteriori.
Semejantes escenas extras, muestran como en un videoclip, un montaje de notoria musicalidad “in crescendo”, de planos de obreros trabajando, que debido a su más que aparente desconexión con el resto del film, podría llevarnos a pensar que se trata de todo un alegato comunista-sindicalista, o del pago de alguna deuda política inconfesable del director…
Aunque rizando el rizo, pudiéramos llegar a esforzarnos en argumentarlo, lo cierto es que el resto del metraje tampoco posee una carga conceptual suficiente como para justificar semejante búsqueda interpretativa.
Aparte de lo novedoso que fue en el uso de la sutileza sexual y el simbolismo, queda como un notable film checoslovaco, amenazado sin éxito por un loco pro-nazi, que quiso convertir en su pelele a una estrella, un trozo de celuloide de una Era que conviene evocar, con una heroína que destacó por su belleza, su inteligencia, su labor contra los nazis, su contribución a la ciencia, sí, nuestra Era de las telecomunicaciones le debe una parte a ella; al cine, y cuya aventurera vida fue digna de ser considerada como una película por derecho propio.
“Wer könnte widerstehen?”
(¿Quién pudo resistirse?)
Evidentemente, la producción de Ecstasy eran tiempos inocentes, cuando se salía un desnudo con toda espontaneidad, sin que la diva del momento estuviera pensando en cobrar millonadas por lucir sus divinas carnes, y hasta contratara seguros para salvaguardar el trasero, las tetas, la manos o las partes del cuerpo que se aseguran los famosos cuando les da por esas extravagancias.
Hoy día, un desnudo en películas de ámbito comercial, es tan exorbitantemente caro, y no es que sean desnudos integrales siquiera, ni mucho menos los hombres, tan pudorosos ellos, que uno tendría que darse por eternamente agradecido y afortunado, porque el semidiós o la semidiosa de la pantalla se digna mostrar su olímpico palmito para inaudito disfrute de los ordinarios mortales.
Y es que el cine que tira más a lo suyo, que no se gasta unos dinerales de campeonato y que no se preocupa tanto por los resultados en taquilla, tiende a ser más humilde, así como los intérpretes que por módicos precios a veces se avienen a aparecer con toda naturalidad como los trajeron al mundo, sin montar un revuelo por ello.
Por eso se echan de menos aquellos tiempos en que Hedy Lamarr salía completamente ligera de ropa, sin los menores remilgos ni con tanta pamplina de sobresueldos y demás.
Era la inocencia del cine, parecido a los desnudos en las pinturas de Michelangelo.
Mientras otros de mirada sucia, sólo veían perdición carnal, el artista concebía sus obras como tributos místicos a un dios que creó algo tan fascinante como la figura humana.
También se podría aludir a la falta de vergüenza de la infancia, la que en La Biblia portaban Adán y Eva, felices en su desnudez hasta que aprendieron lo que era el pecado.
Es incuestionable la inclusión de esta cinta entre El Olimpo del cine, al menos por tratarse de la primera cinta “no pornográfica” en que puede verse un desnudo integral, así como un orgasmo femenino destacable por la originalidad de dicho tratamiento extásico que se suman ya como estilemas al diccionario cinematográfico de todo realizador futuro.

“The Picture That Made Her Famous!”



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