Story of G.I. Joe

“For those beneath the wooden crosses, there is nothing we can do, except perhaps to pause and murmur, Thanks pal, thanks”

Primeramente vale definir que “G.I. Joe” significa “Government Issue, Joe” en referencia a la representación del Gobierno estadounidense en sus soldados, apodados “Joe” durante La Segunda Guerra Mundial.
Uno de ellos fue Ernest “Ernie” Taylor Pyle, un periodista que escribió como corresponsal de guerra de la cadena de periódicos Scripps Howard, desde 1935 hasta su muerte en combate durante La Batalla de Okinawa.
Como corresponsal itinerante, Pyle obtuvo gran reconocimiento por sus relatos de personas comunes en “La América Rural” y más tarde, de soldados estadounidenses comunes durante La Segunda Guerra Mundial.
Su columna distribuida, se publicó en más de 300 periódicos de todo el país; y está considerado como uno de los mejores corresponsales de guerra, visto no sólo como periodista, sino como un escritor; pues imprimió sus historias con su estilo simple y directo, bajo su perspectiva única sobre los acontecimientos, que le dio al mundo una cara más humana a los horrores de guerra; estando cerca de la gente, describió la guerra de los soldados, lejos de los movimientos de tropas y los Generales, y habló de la valentía, el coraje, la suerte y la ironía, los grandes actos de heroísmo de los “Little People” que han cumplimentado sus funciones lo mejor posible.
Pyle nació en una granja cerca del pequeño pueblo de Dana, en el estado de Indiana; siendo hijo de William C. Pyle y Maria Pyle.
Cuando tenía 18 años, se unió como voluntario a La Armada de los Estados Unidos, y participó en La Primera Guerra Mundial, pero sólo durante 3 meses.
Después de La Gran Guerra, Pyle asistió a La Universidad de Indiana, donde fue editor del periódico estudiantil; pero dejó la universidad unos meses antes de graduarse, por un trabajo en el periódico La Porteen de Indiana.
Trabajó allí 3 meses antes de trasladarse a Washington DC, donde consiguió un trabajo en el The Washington Daily News; y allí conoció a su futura esposa, Geraldine Elizabeth “Jerry” Siebolds, y se casaron en 1925.
Geraldine sufriría ataques intermitentes de enfermedades mentales y alcoholismo…
En 1926, Pyle, cansado de trabajar en un escritorio en la sala de redacción, renunció a su trabajo, y emprendió un viaje por carretera para ver EEUU con su esposa; y viajaron más de 9.000 millas antes que Ernie volviera a su trabajo en el The Washington Daily News.
En 1928, se convirtió en el primer columnista de aviación, un papel en el que continuó durante 4 años; y más tarde fue redactor en jefe del mismo periódico.
Al regresar de unas vacaciones en California, se le pidió si podía escribir algunas columnas sobre su viaje en la sección de vacaciones del periódico.
La serie de 11 columnas fue un éxito; tanto que G.B. Parker, editor en jefe de la cadena de periódicos Scripps-Howard, dijo que había encontrado en los artículos de Pyle sobre sus vacaciones, una gran calidad.
En 1935, Pyle fue relevado de sus funciones como jefe de redacción, y comenzó a escribir una columna para la cadena de periódicos Scripps-Howard.
Su nueva columna, le dio la oportunidad de viajar por todo EEUU, y escribió columnas sobre lugares inusuales y personas que iba conociendo.
Sin embargo, Pyle sufrió ataques de depresión profunda, y no se encontraba satisfecho con la calidad de sus escritos.
Su columna siguió apareciendo hasta el inicio de La Segunda Guerra Mundial; y cuando estalló la guerra, se convirtió en corresponsal militar, y se fue con el ejército, siguiendo sus conquistas y sus derrotas.
Cubrió todos los acontecimientos en África del Norte, Italia, Inglaterra, Francia como El Desembarco de Normandía y La Liberación de París; y ganó El Premio Pulitzer en 1944 por sus escritos.
Su obra periodística, no obstante, quedó recogida en 4 libros sobre La Segunda Guerra Mundial:
En Inglaterra “Ernie Pyle in England” (1941), en África “Here Is Your War” (1943), en Europa “Brave Men” (1944) y en El Pacífico “Last Chapter” (1946)
Estos fueron los únicos libros en cuya elaboración participó directamente; pero también existen recopilaciones de columnas realizadas por y junto a otros.
Después de terminada la guerra en Europa, Pyle se marcha al frente del Pacífico, donde murió en el fuego cruzado de japoneses y estadounidenses en la isla de Okinawa, el 18 de abril de 1945.
Tenía 44 años de edad.
“If this War don't kill me first, my feet will”
Story of G.I. Joe es una película bélica del año 1945, dirigida por William A. Wellman.
Protagonizada por Robert Mitchum, Burgess Meredith, Freddie Steele, Wally Cassell, Jimmy Lloyd, Jack Reilly, entre otros.
El guión es de Leopold Atlas, Guy Endore y Philip Stevenson; y es un homenaje al soldado de infantería estadounidense, al llamado “G.I. Joe” durante La Segunda Guerra Mundial, contado a través de los ojos del corresponsal de guerra ganador del Premio Pulitzer, Ernie Pyle, con diálogo y narración levantados de las columnas de Pyle; por lo que la historia se concentra en La Compañía C, la 18° de Infantería, que Pyle acompaña al combate en Túnez e Italia.
Las amistades que surgen de su cobertura, llevaron a Pyle a relacionar la miseria y el sacrificio inherentes a su difícil situación y su heroica resistencia.
Sin embargo, aunque La Compañía tiene la designación de una unidad real, esa unidad no participó en el combate en Italia, que constituye la preponderancia de la película, y en realidad representa a las unidades de las 34 y 36 Divisiones de Infantería que Pyle cubrió en Italia.
La película también está acreditada en afiches como “Ernie Pyle's Story of G.I. Joe”, siendo nominada a 4 Premios de La Academia:
Mejor guión, canción original “Linda”, banda sonora, y la primera y única nominación par Robert Mitchum como Mejor Actor de Reparto.
Por lo que esta fue la película que lo estableció como una de las estrellas de cine más grandes del mundo.
Por su parte, en el cine, William A. Wellman tocó prácticamente todos los géneros; y gustaba sobre todo, narrar historias en las que sus personajes se enfrentaban a una situación extrema; sacando entonces lo mejor, y sobre todo lo peor del ser humano, retratado sin piedad.
Y es que Wellman no tenía nada que envidiar a directores más “famosos”, apodado “Wild Bill” debido a lo tiránico y bestia que era en los rodajes, fue piloto de combate en La Primera Guerra Mundial y odió a La Infantería; por tanto no tenía interés en hacer una película sobre ellos... pero el productor Lester Cowan, intentó varias veces convencerlo para que dirigiera la película, incluso presentarse en Navidad con regalos para los niños de Wellman; y finalmente accedió al trabajo solo después de reunirse y pasar varios días con Ernie Pyle en la casa de Pyle en Nuevo México, donde vio cuánto lo adoraban los ex soldados de infantería.
Aunque filmada con la colaboración de Pyle, la película se estrenó 2 meses después de que Pyle fue asesinado en acción en Ie Shima, durante la invasión de Okinawa.
Antes de la realización del filme, en su publicación del 14 de febrero de 1945 titulada “In The Movies”, Pyle comentó:
“Todavía lo llaman “Story of G.I. Joe”
Nunca me gustó el título, pero nadie pudo pensar en uno mejor, y yo también estoy aperezado para intentarlo”
De esa manera, el corresponsal de guerra, Ernie Pyle, actuó como asesor de la película; y El General Dwight D. Eisenhower, la llamó “la mejor película de guerra que jamás había visto”
Estrenada apenas 3 meses después de la rendición de Alemania, The Story of G.I. Joe es un descarnado retrato de la guerra.
El corresponsal de guerra, Ernie Pyle (Burgess Meredith) entra en La Compañía C, y acude junto a ellos al norte de África.
Su marcha con los soldados y la cercana unión que crea con ellos, supone un relato nuevo sobre la guerra, con historias narradas en gran detalle, incluso mencionando el nombre real de los soldados; y acompaña al Teniente Bill Walker (Robert Mitchum) con quien muestra la soledad que supone el ser El Comandante mientras, a su vez, enseña la capacidad de sobrevivir que tienen los soldados a pesar del terror del combate.
La trama se basa en los artículos de este corresponsal de guerra, que siguió las andanzas de un grupo de infantería desde el norte de África hasta Italia; mientras marchan a través de una devastada ciudad italiana, uno de los soldados expresa la opinión general sobre la guerra:
“Cuando acabe esta guerra, voy a comprarme un mapa y averiguar dónde he estado”
El estilo con el que Ernie Pyle interpreta la guerra, un estilo directo y humano, es el que lógicamente usa la película para interpretar la guerra también:
Los “G.I.”, pues, son aquí seres humanos que viven, sufren, enloquecen, matan y mueren.
La ternura que sienten los soldados de la patrulla, liderada por Walker, por un perrito, es también una forma de humanizarles.
Así, Wellman se mueve entre una intención realista, periodística, casi neorrealista, y un estilo visual sombrío, casi expresionista para algunas escenas; porque uno de los elementos de interés en la carrera de posguerra de William Wellman, fue esta producción de 1945, diseñada para contravenir las convenciones de las películas de propaganda que inmediatamente la precedieron.
Una historia extraída de las memorias del corresponsal Ernie Pyle, suelta y anecdótica, con la dirección habitual y sarcástica de Wellman, sirve bien para las pretensiones documentales del proyecto.
Y no era la primera vez que Wellman trataba la guerra en su filmografía, ni sería la última, y este filme queda como una emocionante película bélica, y seguramente como una de sus mejores obras.
Una obra que es tanto un homenaje a los soldados de infantería, como al periodista y corresponsal de guerra.
“The new kids that come up, that's what gets you.
The new ones, some of them have just got a little fuzz on their faces.
They don't know what its all about.
Scared to death.
You know, Ernie, I know it ain't my fault that they get killed, but it makes me feel like a murderer.
I hate to look at 'em, the new kids”
El concepto de la película Story of G.I. Joe, se originó con Lester Cowan, un productor independiente, en septiembre de 1943, cuando se acercó al Departamento de Guerra para colaborar en la realización de una película sobre la infantería, con el mismo alto grado de prestigio que La Fuerza Aérea.
En octubre, llegó a un acuerdo con United Artists para el apoyo financiero y la distribución de la película propuesta, y luego desarrolló un bosquejo de la historia basado en las columnas de Ernie Pyle, reproducidas en “Here is Your War”, que El Ejército aprobó el 27 de noviembre; por lo que se intenta escribir un guión que traduzca con precisión el estilo y los sentimientos de Pyle a la pantalla, y sea aceptable para todos los lectores y fanáticos de Pyle que demoraron la filmación durante 1 año.
A Cowan se le ocurrió su concepto final, “la aventura amorosa de Pyle con el soldado de infantería común”, en junio de 1944, pero desarrollar una trama resultó más difícil…
Después de La Invasión del Día D, de Normandía, creyendo que el final de la guerra estaba a la vista, el guión se dirigió hacia Pyle, que cubría a la infantería en su avance final hacia la victoria.
Sin embargo, la forma final del guión se desarrolló a través de la colaboración de varios corresponsales de guerra y asociados de Pyle, principalmente Don Whitehead, Lee Miller y Paige Cavanaugh, quienes ayudaron a los escritores a seleccionar los detalles de las columnas de Pyle, para incluirlos en la película, y de los deseos del director William Wellman, quien trabajó directamente con Pyle.
Además, varias de las líneas de humor habladas por G.I.s en la película, están tomadas, sin acreditar, de los personajes “Willie and Joe” del dibujante de La Segunda Guerra Mundial, Bill Mauldin.
La primera elección de Cowan para el director, fue John Huston, a pesar de que solo había completado 2 películas antes de ingresar al servicio.
Cowan quedó impresionado con 2 documentales de combate que Huston había realizado para el esfuerzo de guerra, “Informe de Las Aleutianas” y “La Batalla de San Pietro”, pero no pudo obtener los servicios de Huston del Ejército.
En agosto de 1944, al no poder completar la escritura del guión, Cowan buscó los servicios de William A. Wellman.
Una historia dice que Cowan fue a la casa de Wellman sin ser motivado, haciendo una fuerte propuesta para los servicios de Wellman, y luego entablaron una acalorada discusión, y Wellman se negó.
Wellman le dijo a Cowan que “odiaba a La Infantería” debido a sus propias experiencias como piloto de combate en La Primera Guerra Mundial, y porque El Comandante de Infantería asignado por El Departamento de Guerra para ayudar en la fabricación de la aclamada y oscarizada “Wings” (1927) no le gustó que el Air Corps había intentado renunciar a la cooperación y obstruir la filmación; por lo que Cowan hizo otros 2 intentos para convencer a Wellman de que aceptara la tarea:
Primero, llevar una carta personal de Pyle a Wellman, quien fue citado diciendo que era “como agitar una bandera roja frente a un toro”, a lo que Wellman le cerró la puerta a Cowan; y otra fue, sobornando a Wellman con regalos para sus hijos.
El último intento, resultó en que Wellman amenazó a Cowan si regresaba de nuevo.
Sin embargo, Cowan insistió, y Ernie Pyle, quien había regresado a Albuquerque para descansar del combate; llamó personalmente a Wellman.
Pyle superó la resistencia de Wellman invitándolo a su casa donde 2 días de discusiones resultaron en un cambio total de corazón por parte de Wellman.
De esa manera, aunque Wellman fue dictatorial en su gestión de la filmación, y crucial para el estilo y la forma final del guión, el mayor impacto de Wellman fue como “el catalizador para el proceso colectivo” a diferencia de la filosofía más moderna del cine como “medio de un director” de reunir a Pyle, sus historias, los actores y El Ejército, para crear una película excepcionalmente realista.
La intención de la productora era, la de incluirla en el grupo de films bélicos que en aquella época se hacían para levantar el ánimo a La Nación, y sobre todo a las tropas en El Frente.
Una preparación que duró más tiempo del estimado, llegando a ser una de las últimas películas visionadas durante La Gran Contienda; pero Wellman, tipo listo, fue mucho más allá de la propaganda.
Atravesando ideales, metió el dedo en la llaga, y se quedó hurgando en el lado humano; de esa manera el film narra el día a día de la primera unidad de soldados estadounidenses que combatió cuerpo a cuerpo en la guerra; desde Túnez a la Italia ocupada, tienen lugar las desventuras de un grupo de personajes a los que Wellman trata por igual, sin que ninguno destaque por encima del resto.
El espectador los irá conociendo a todos en el desarrollo, y tendrá su guía particular en el rol de Robert Mitchum.
Esta historia, o más bien historias entrelazadas de diversos soldados anónimos, se centra más bien, precisamente, en la vida, las penosas condiciones de vida, y en ello se incluyen las penurias físicas y logísticas, y también, muy especialmente, las penurias del pensamiento y el espíritu, cuestiones como la ansiedad, la desorientación o la nostalgia por el hogar, que son las que dotan al filme de un hermoso ribeteado lírico, que es el que termina de apropiarse del todo, ribeteado acogido en las propias situaciones planteadas, algunas trágicas, y otras desenfadadas, pero estas últimas siempre contrastadas por una ironía o un elemento amargo que las empaña; y en la forma directa y nada sofisticada que tiene Wellman de filmar a los personajes, individualmente o en sugestivas composiciones de lo coral, siempre bañadas por una labor fotográfica genial de Russell Metty, en cuyas texturas muy contrastadas, de una belleza plástica indudable, las proposiciones dramáticas encuentran un corolario tonal que tiende a lo abstracto, a las nociones realistas que abanderan las intenciones del todo.
La historia comienza con los soldados no probados de La Compañía C, XVIII Infantería del Ejército de los EEUU, cuando suben a unos camiones para viajar al frente por primera vez.
El Teniente Bill Walker, le permite al corresponsal de guerra, Ernie Pyle, también un novato para combatir, unirse a La Compañía.
Ernie sorprende a Walker y al resto de los hombres, al decidir ir con ellos hasta el frente; y llegar allí a través de la lluvia y el barro es una tarea ardua, pero el diminuto Ernie, de 42 años, logra mantenerse al día; y llega a conocer a los hombres cuyos caminos cruzará y escribirá una y otra vez en el próximo año:
El soldado Robert “Wingless” Murphy (John R. Reilly), un hombre de buen carácter que fue rechazado por El Cuerpo Aéreo por ser demasiado alto; a Dondaro (Wally Cassell), un estadounidense de origen italiano de Brooklyn, cuya mente siempre está centrada en las mujeres y el sexo; y está dispuesto a estar con una a como dé lugar; El Sargento Warnicki (Wally Cassell), quien extraña al hijo recién nacido, al que llama “Junior” y que nunca ha visto; y el soldado Charles R. Mew (William Murphy), de Brownsville, Texas, que no tiene familia en su casa, pero encuentra una en el ejército, dando nombramientos como “beneficiarios de su seguro de vida” a su grupo “G.I.”
El “bautismo de fuego” de Pyle, estará en La Batalla de Kasserine Pass, una sangrienta derrota caótica; y estará presente en la sede del batallón, cuando El Teniente Walker llegará a ser Comandante de su compañía; pero él ya se ha convertido en un soldado siempre cansado, aparentemente sin emociones y sucio…
Posteriormente, Ernie y La Compañía van por caminos separados, pero meses después los busca, y confiesa que, como el primer ejército que cubrió, son en su mente “el mejor”, los encuentra en una carretera en Italia, a punto de atacar a una ciudad controlada por los alemanes, justo cuando los soldados están entusiasmados o decepcionados por “el correo”:
Con cartas para Murphy y Dondaro, un paquete con un registro fonográfico de la voz de su hijo para Warnicki… pero nada por ahora para Walker.
A lo que Ernie descubre que La Compañía C, se ha vuelto muy hábil para matar sin remordimientos, y en el combate casa por casa, capturan la ciudad.
La fatiga, sin embargo, es un enemigo siempre presente pero nunca vencible; y cuando se hacen los arreglos para que Wingless Murphy se case con su novia, la enfermera Elizabeth a la que llama “Red” (Dorothy Coonan Wellman), en la ciudad que acaban de capturar, reclutan a Ernie para que regale a la novia, pero Murphy, cansado de la batalla, apenas puede mantenerse despierto…
La Compañía avanza a una posición frente a Monte Cassino, pero, al no poder avanzar, pronto se ve reducida a vivir en cuevas excavadas en el suelo, soportando la lluvia y el barro persistentes, conduciendo interminables patrullas, y sometidos a salvajes bombardeos de artillería.
Cuando sus hombres se ven obligados a comer raciones frías para la cena de Navidad, Walker obtiene para ellos una salsa de pavo y arándanos de un Teniente de Suministro en la retaguardia a punta de pistola.
Pero las bajas son pesadas:
Los reemplazos jóvenes se eliminan rápidamente antes de que puedan aprender los trucos de supervivencia en combate, que Walker le confiesa a Ernie, lo hace sentirse como un asesino; pues Walker siempre está corto de Tenientes y los veteranos pierden hombres, incluido Wingless Murphy...
Después de una patrulla nocturna para capturar a un prisionero, Warnicki sufre una crisis nerviosa cuando, finalmente, al escuchar la voz de su hijo en el disco, se liberan sus frustraciones reprimidas en la guerra.
Walker dirige tristemente a los demás para someter al sargento histérico, y lo envía a la enfermería.
Ernie regresa a las habitaciones de los corresponsales para escribir un artículo sobre la muerte de Murphy, y sus reporteros le dicen que ha ganado El Premio Pulitzer por sus informes de combate.
Ernie vuelve a ponerse al día, del lado de la carretera a Roma después de que Cassino finalmente se ha tomado, y saluda a Mew y a algunos de sus viejos amigos, pero la agradable reunión se interrumpe cuando una hilera de mulas se introduce en medio de ellas, cada una de las cuales lleva el cadáver de un G.I. para ser colocado suavemente en el suelo.
Una última mula, dirigida por Dondaro, lleva el cuerpo del Capitán Walker.
Uno por uno, los G.I. se presentan a regañadientes para expresar su dolor en presencia del cadáver de Walker:
“Luego, el primer hombre se agachó y tomó la mano muerta, y se quedó allí sentado durante 5 minutos completos, sujetando la mano muerta con la suya, y mirando fijamente la cara muerta, y nunca pronunció un solo sonido en la hora que se sentó allí.
Finalmente, bajó la mano, se levantó y enderezó suavemente las puntas del cuello de la camisa del Capitán, y luego reacomodó los bordes rasgados de su uniforme alrededor de la herida; se alejó por el camino, solo”
Finalmente, Ernie se une a La Compañía a medida que avanza la carretera, y narra su conclusión:
“Para los que están debajo de las cruces de madera, no hay nada que podamos hacer, excepto quizás hacer una pausa y murmurar:
“Gracias amigo, gracias”
El final, en el que comprobamos que el propio personaje de Mitchum es uno de los caídos, sorprende por la sobriedad con la que se enfrenta la desolación que produce ese descubrimiento.
Pyle sigue su camino hacia Roma, y teniendo en cuenta el destino que la guerra le deparaba, es un final muy amargo, con un tono de elegía que podía extenderse de los soldados a los corresponsales de guerra.
Por lo que es justo que no haya absolutamente ningún crédito al final de la película, ni siquiera las palabras “The End”, porque la guerra seguirá allí, en la mente de los sobrevivientes hasta la muerte; por ello, lo más destacable del filme, es la renuncia al heroísmo y su total credibilidad, que quizás deviene de sus orígenes periodísticos; y supera además otras películas bélicas, mucho más famosas y bastante más mediocres y arquetípicas; porque este es uno de esos films en que podemos oler la mugre, notar cómo el barro consume a los soldados, y sentir cómo malviven en condiciones infrahumanas.
De hecho, la película parece sufrir una batalla interna entre el mensaje propagandístico típico de la época en plan “qué buen trabajo están haciendo nuestros muchachos”, y el crudo retrato de las realidades de la guerra.
Sí, Wellman nos ofrece algunas escenas de acción, como no podía ser menos, pero el grueso del film parece centrarse en el duro día a día de los soldados.
Por otro lado, el hecho de que se evitara en medida de lo posible utilizar a actores, y se empleara en su lugar a soldados reales, contribuye a ese toque realista, una de las pocas excepciones es un excelente Robert Mitchum en su primer gran papel de relevancia; por lo que el trabajo de dirección es espléndido, destacando detalles como al principio, cuando vemos a uno de los soldados, que está riendo con los otros, volverse directamente a cámara y mirarnos.
Como si Wellman nos quisiera presentarnos una última instantánea de la humanidad, antes de que caiga sobre ella la conciencia de la sangre y de la muerte.
La película, además no tiene un desarrollo convencional con presentación, nudo y desenlace; sino que sigue el día a día de un grupo de reclutas, por diferentes momentos de la contienda, a manera de crónicas o epístolas, y nos muestra los pequeños detalles de la compañía:
El hombre que quiere escuchar a su hijo, el reportero, el pobre perro, etc.; y son estos los que conforman el retrato global, los temas y sentimientos que muestran los soldados, y cómo van evolucionando.
En su afán por el verismo, muchas veces la película se acerca a un tono documental, la voz “en off” del personaje que representa a Pyle, es además de una gran fuente de información, la razón que contrasta con la locura que se despliega ante nuestros ojos.
El personaje del periodista, es de lo más interesantes de la película, y resulta todo un logro; al igual que el espectador medio, no conoce la guerra por sí mismo, sino que queda un poco al margen de ella, y resulta como un nexo entre el espectador y los soldados.
Los soldados, por otra parte, forman un grupo más o menos homogéneo, ya que a Wellman no le interesa individualizarlos del todo, sino que prefiere crear un personaje colectivo, quizás la excepción es el personaje interpretado por Robert Mitchum; donde cada uno tiene sus deseos y manías que son detalladas perfectamente, pero es un gran acierto que La Compañía resulte más o menos anónima; porque Wellman buscaba actores poco conocidos para la película, para resaltar este aspecto, aunque Mitchum no era demasiado conocido por aquella época, hay que destacar que hace un papel excepcional, sino sólo vean su mirada…
Por ello, el trabajo de dirección es meticuloso, hay que destacar la labor de Wellman, pese a que no se trata de una súper producción, véase las escenas de lluvia para más INRI; y las escenas bélicas están perfectamente rodadas.
No es casual que no se muestre nunca al enemigo, sea alemán o italiano, no hay intención de ensañarse con ellos, de hecho sólo aparece gente del pueblo italiano, y no es mostrada como bárbaros, sino como gente corriente.
También tiene un buen montaje detrás, inteligente, planos que se entrelazan rápidamente durante momentos de acción, y lentos cuando aparece los momentos de tensión, aquellos en los que una bomba puede caer en cualquier momento.
Así, el protagonista absoluto son los miedos, los sueños, los recuerdos, el compañerismo, la rabia… lo que viene sintiendo el ser humano a través de la historia cuando está en presencia del devastador jinete del Apocalipsis:
La Guerra.
Y Wellman no escatima en mostrar su crudeza:
El atroz realismo, sorprendente para la época, uno puede notar el cansancio de los soldados, el barro, la suciedad, el hambre… se combina a la perfección con la visión de la muerte; y el director acierta al mostrarla siempre fuera de plano; jamás vemos una muerte en pantalla, solo los personajes van desapareciendo, sorprendiendo tanto a sus compañeros como al espectador, desde el primer muerto, atención al detalle del perro; hasta el último, probablemente el más sentido por totalmente inesperado.
Fotografiada por ese grande que fue Russell Metty, Story of G.I. Joe es un claro precedente de la oscarizada “Saving Private Ryan” (1998), con la que guarda paralelismos en las situaciones, y cómo no, en el carácter grupal del relato; pero también reclama una cabal influencia en “The Thin Red Line” o la serie “Band of Brothers” y quizá especialmente “The Pacific”, que Steven Spielberg y Tom Hanks produjeron para HBO, siendo herederas directas y naturales de “Saving Private Ryan” (1998) que acercándose a las latitudes del filme de Wellman, abandonaban progresivamente las aspiraciones de centrar el relato en hechos concretos, para sondear de forma intensa en este caso, según una fórmula espectacular pero no por ello menos cruda, en los entresijos vitales, emotivos, espirituales de los protagonistas del enfrentamiento en los campos de batalla.
Y es que la sombra de Wellman es mucho más larga de lo que por lo general se admite o siquiera se imagina.
Desoladora de principio a fin, como cualquier guerra lo es, la película no realiza concesiones de ningún tipo; y uno puede simpatizar con determinados personajes, hay donde elegir; con unos primeros planos que refuerzan la belleza de sus rostros; para en el momento menos inesperado, sentir un puñetazo anímico sin la más mínima contemplación.
Es por eso que Story of G.I. Joe tiene más de film antibélico, que de película de propaganda:
Sus imágenes finales, con hombres cansados de luchar, caminando hacia el atardecer, posee un tono elegíaco que nos deja mudos, y la convierte en una obra maestra.
Pero además de todo eso, la película contiene algunos detalles muy interesantes relacionados con el fuera de campo y la impersonalización de la muerte:
Al inicio de la película, mientras los protagonistas viajan en jeep, sufren su primer ataque aéreo.
Todos los soldados se lanzan a tierra, los aviones enemigos pasan, y vuelve la tranquilidad…
El ataque no ha durado nada; un soldado remarca que ni siquiera han visto los aviones, efectivamente nosotros tampoco; y todo ha parecido una especie de juego… hasta que un plano nos muestra al pelotón horrorizado mirando fuera de plano.
Sus miradas nos lo dice todo, pero no se nos muestra nunca lo que han visto:
Su primer contacto con la muerte de un compañero.
Más adelante solo veremos el cadáver del soldado en un plano muy lejano mientras los jeeps avanzan.
Todo, tanto el ataque como la muerte del joven, ha sucedido prácticamente fuera de plano.
Más adelante hay otro momento extraordinario en que el periodista protagonista espera en el refugio la llegada del pelotón, que ha ido a combatir en las líneas enemigas.
Finalmente, éstos van entrando, fatigados y prácticamente sin pronunciar palabra, como hacen siempre que vuelven de una patrulla.
El periodista los va mirando uno a uno… y nota una ausencia, la de uno de los soldados a quien había cogido cariño.
Nadie dice nada al respecto, ni siquiera parecen afligidos, únicamente fatigados.
El periodista mira el rincón del soldado, y finalmente se hace a la idea de lo que ha pasado.
Para confirmarnos esa sospecha, un soldado huérfano, que tenía apuntada una lista de los compañeros a quienes quería hacer beneficiarios de su seguro de vida, tacha el nombre del soldado ausente... ¡Murphy!
De nuevo, la muerte fuera de plano.
Incluso los propios compañeros del soldado se muestran casi indiferentes ante la desaparición de su amigo; y solo de esa forma pueden racionalizar el horror de la guerra.
Nosotros, al igual que el periodista, meros espectadores, estamos horrorizados también; porque el contraste entre esta muerte y la primera de la película, es espeluznante.
Ambas suceden fríamente fuera de campo, pero la reacción de los compañeros es diametralmente opuesta una vez se han acostumbrado a ello; y porque nosotros ya los vamos conociendo.
Siguiendo con esa idea, al final del metraje sabemos de la muerte de uno de los protagonistas, de nuevo con un enfoque muy similar; mientras el pelotón descansa en mitad de su camino hacia Roma, llegan unos burros que transportan cadáveres, entre los cuales se encuentra dicho personaje.
No sabremos nunca, cómo ni cuándo ha muerto, el film nos enfrenta a ese hecho de forma repentina y brutal con su cadáver apareciendo a lomos de un burro, como si fuera algo inerte a transportar, como un saco o una alforja.
No hay heroicidad, nunca vemos a los soldados morir heroicamente en pantalla, pero tampoco excesivo dramatismo, más bien la terrible rutina de la muerte.
En ese sentido, Story of G.I. Joe está mucho más cerca del sentido antibelicista que impregnaría el género unos cuantos años después que del espíritu patriótico que lo caracterizaba en esa época.
Del reparto; el “casting” para el papel de Ernie Pyle comenzó en junio de 1944, después de que la especulación sobre el papel dio lugar a un gran número de nombres como posibilidades para el productor Lester Cowan.
Pyle fue visto por los estadounidenses como “parte santo, parte vidente y parte hombre común”, y él mismo suplicó a un compañero corresponsal, que se dirigió a Hollywood para contribuir a la trama:
“Por el amor de Dios, no permita que me hagan ver como un tonto”
La elección se redujo rápidamente a 3 actores de personajes que se parecen a Pyle o su persona percibida:
James Gleason, Walter Brennan y Burgess Meredith, que era poco conocido y que se desempeñaba como Capitán en El Ejército.
Meredith fue elegido porque era menos conocido; y se le informó a Cowan, que si El Capitán Meredith aparecía en la película, todas las ganancias tendrían que ser donadas al Fondo de Ayuda para Emergencias del Ejército, y El Ejército se negaría a liberarlo del servicio activo.
Según Meredith, el asesor presidencial, Harry Hopkins lo anuló del ejército, y su licencia honorable fue aprobada personalmente por El General George C. Marshall.
Para la caracterización, el mismo Meredith pasó tiempo con Pyle mientras el corresponsal se recuperaba de los efectos emocionales posteriores a la supervivencia de un bombardeo accidental de Las Fuerzas Aéreas del Ejército al inicio de “La Operación Cobra” en Normandía.
El estudio de cine, inicialmente quería colocar un tipo de hombre para el papel principal, pero Wellman quería un hombre físicamente más pequeño para retratar mejor a Pyle de mediana edad.
Como compromiso, Robert Mitchum fue elegido para interpretar al Teniente, más tarde Capitán Walker; siendo esta uno de sus primeros papeles protagonistas.
Además se contó con 9 corresponsales de guerra reales, que figuran como corresponsales de guerra en créditos de asesores técnicos:
Don Whitehead de Associated Press, George Lait del Servicio de Noticias Internacionales, Chris Cunningham del United Press, Hal Boyle de AP, Jack Foisie  del Stars and Stripes, Bob Landry de Life Magazine, Lucien Hubbard del Readers Digest, Clete Roberts de Blue Network, y Robert Reuben de Reuters.
De ellos, 3 aparecen como ellos mismos en la escena en la que Ernie se entera de que ha ganado El Premio Pulitzer.
Además, la esposa de Wellman, la actriz Dorothy Coonan Wellman, apareció en un papel no acreditado como La Teniente Elizabeth “Red” Murphy, la novia de “Wingless” Murphy.
El director y ella, permanecieron casados hasta su muerte en 1975; y ella murió en 2009, a los 95 años.
Por otra parte, El Ejército de EEUU aceptó la solicitud de Wellman de 150 soldados, que luego fueron llevados de California a un mayor despliegue en El Pacífico, junto a todos los veteranos de La Campaña Italiana también aparecen en el filme, para usarlos como extras durante las 6 semanas de filmación a fines de 1944.
El entrenamiento de los 150 soldados continuó cuando no estaban filmando para presentar la mejor imagen posible del Ejército, aunque El Departamento de Guerra les permitió crecer las barbas para sus roles, al tiempo que Wellman insistió en que los soldados reales hablaran el diálogo “G.I.” para darle autenticidad.
También, insistió en que los actores de Hollywood, que eran el menor número posible del reparto de la película, debían vivir y entrenar con los soldados asignados, o no serían contratados.
Muchos de ellos, los soldados reales utilizados como extras, murieron en los combates en Okinawa, en la misma batalla en la que Ernie Pyle fue asesinado por un ametrallador japonés, sin haber visto nunca la película en la que aparecieron…
Sobre la base histórica, y algunos anacronismos de Story of G.I. Joe; gran parte de esta película gira en torno a las batallas en torno a Monte Cassino y el polémico bombardeo de la abadía, con varias referencias al monasterio utilizado por los alemanes como un puesto de observación.
Aunque la película reconoce que los alemanes lo utilizaron como una posición defensiva después del bombardeo, no menciona que la abadía había sido desocupada por los alemanes, y que el bombardeo era innecesario.
Dado que esta película fue filmada en 1945, mientras la guerra aún se estaba librando, tal vez sea comprensible que este hecho no haya sido mencionado.
Por otra parte, Ernie Pyle cubrió La 1ª División de Infantería, incluida La 18ª Infantería en Túnez, de enero a mayo de 1943, y escribió una columna sobre la derrota estadounidense en El Paso Kasserine.
También aterrizó con La 1ª División durante La Invasión de Sicilia en julio de 1943.
Sin embargo, después de La Campaña Siciliana, que se menciona pero no se describe en la película, La 18ª Infantería se mudó a Inglaterra para prepararse para la invasión aliada de Francia, mientras que se dice que La Compañía C de la película hizo un aterrizaje bajo fuego en Salerno…
Mientras los guionistas elegían El 18º Regimiento de Infantería para ser representado en la película, Pyle dejó en claro que su grupo favorito, “mi compañía”, estaba en El 133º Regimiento de Infantería, originalmente parte de La Guardia Nacional de Iowa, de La 34ª División de Infantería, una unidad que había cubierto en 1942 mientras aún estaba estacionado en Irlanda del Norte, luego nuevamente en Túnez; por lo que Pyle dedica el capítulo XIII, “La fabulosa infantería”, de su libro “Brave Men” a esta Compañía anónima de La 133ª Infantería, a la que acompañó entre diciembre de 1943 y febrero de 1944, concentrándose en 8 G.I. que fueron los últimos supervivientes del original 200 enviado a Europa.
Las viñetas del capítulo, son muy similares a la forma final de la película, incluido el retrato del popular y competente Comandante de La Compañía, El 1° Teniente John J. “Jack” Sheehy.
Al menos, 3 personajes se basaron en este equipo, incluido El Sargento Warnicki, El Sargento Jack Pierson, quien nunca había visto a su hijo “Junior”, y al perro mascota de La Compañía, en este caso, una pequeña hembra, de color blanco y negro llamada “Squirt”
¿Por qué será?
Por cierto, en el filme, rizando mucho el rizo, hay muchos detalles sutiles de homoerotismo, de hecho, bastantes para el ojo agudo.
Los eventos en Italia retratados en la película, se basan en las experiencias de Pyle con soldados de La 36ª División de Infantería en La Batalla de San Pietro, y La 133ª de Infantería en La Batalla de Monte Cassino.
El personaje de Mitchum, El Capitán Bill Walker, se inspiró en 2 soldados que impresionaron profundamente a Pyle:
Walker fue un suplente del Capitán Henry T. Waskow de La 36ª División de Infantería de La Compañía B de La 36ª División; y el vehículo para transmitir las reflexiones expresadas a Pyle por El Sargento Frank Eversole de La 133ª Infantería.
La muerte de Walker, y la reacción de sus hombres, es una recreación fiel de la muerte de Waskow, en la colina 1205, Monte Sammucro, el 14 de diciembre de 1943, que fue el tema de la columna más famosa de Pyle, “La Muerte del Capitán Waskow”
El Sargento “Buck” Eversole, era un líder de pelotón en La Compañía del Teniente Sheehy, y fue tema de varias historias de Pyle.
Como dato curioso, durante La Segunda Guerra Mundial, el soldado de infantería Frank Feldman, escribió una carta a su esposa, describiendo, cómo su unidad vio la película una noche lejos del campo de batalla.
Escribió que la película era muy precisa, y que muchos soldados abandonaron la sala “con lágrimas en los ojos”
La carta sobrevive hasta nuestros días.
El creador de los muñecos “G.I. Joe”, el ejecutivo de Hasbro, Donald Levin, tuvo la idea del nombre de las figuras de acción de esta película.
Originalmente iba a tener varios nombres como “Rocky, The Marine”, “Ace, The Hunter Pilot”, “Salty, The Sailor”; hasta que le dijeron a Levin que se decidiera por uno, vio esta película, y le otorgaron la licencia para usarla.
Como dato, dado que los censores del día nunca lo habrían permitido, una conversación hacia el final de la película entre Pyle y el obsesionado por el sexo Dondaro, está oscurecida por los sonidos de un ataque aéreo, pero por los fragmentos que se pueden distinguir:
“Has estado en Hollywood, ¿verdad?”, “Carole”, “Real” y “Nunca pregunté, pero supongo que sí”
Es obvio que Dondaro pregunta si el busto de Carole Landis es verdadero, o el resultado de usar “falsificaciones”
Landis era una joven estrella, apodada “The Chest” en el apogeo de su breve fama en el momento en que se hizo Story of G.I. Joe.
“Look, this is a modern war, ain't it?
And I'm a modern guy, and the modern age is up in the air, not down here”
Cuando Ernest Taylor Pyle se convirtió en corresponsal de guerra, aplicó su estilo íntimo a los informes de combate; y en lugar de relatar los movimientos de los ejércitos o las actividades de los generales, Pyle generalmente escribió desde la perspectiva del soldado común.
Su vida consistía total y exclusivamente en la guerra, ya que eran y siempre habían sido hombres de infantería de primera línea; y sobrevivieron porque los destinos eran amables con ellos, ciertamente, pero también porque se habían vuelto duros e inmensamente sabios en formas de auto-conservación similares a las de los animales.
Y fue cierto que a menos que El Premio Pulitzer fuera muy prominente, la mayoría de los soldados preferían aparecer en un artículo de Pyle, a recibir una medalla.
George Biddle escribió sobre cómo un comandante de batallón le dijo que Pyle era un escritor pobre, pero que era muy popular porque “escribe sobre el gran promedio anónimo de Estados Unidos.
Ellos... tienen sed de reconocimiento y publicidad”
Por este enfoque fue que Pyle ganó El Pulitzer para periodismo; y entre sus columnas más leídas y reimpresas está “The Death of Captain Waskow”
Reforzando su estatus como el mejor amigo del “dogface”, Pyle escribió una columna en 1944, instando a los soldados en combate a que cobraran “pago por lucha”, así como a los aviadores se les pagaba “pago por vuelo”; por lo que El Congreso aprobó una ley que autoriza un pago adicional de $10 al mes para los soldados de infantería de combate.
La legislación fue llamada “El Proyecto de Ley de Ernie Pyle”
También, Pyle interrumpió sus informes varias veces durante la guerra con permisos para regresar a casa, y cuidar de su esposa mientras aún estaban casados.
Después de su regreso a los Estados Unidos de vacaciones, le escribió a su compañera de cuarto de la universidad, Paige Cavanaugh:
“Geraldine estaba ebria la tarde que llegué a casa.
Desde allí siguió bajando.
Se fue completamente a la mierda.
Una noche tuve que llamar a un médico”
Los 2 se divorciaron el 14 de abril de 1942, y se volvieron a casar mientras Pyle estaba en África, el 10 de marzo de 1943.
Además de las dificultades conyugales, Pyle también tuvo que recuperarse del estrés del combate, que a menudo escribía de manera conmovedora; y después de las campañas norteafricanas e italianas, se mudó a Inglaterra para cubrir el desembarco aliado en Normandía, El Día D donde escribió:
“La mejor manera en que puedo describir esta vasta armada y la frenética urgencia del tráfico, es sugerirle que visualice la ciudad de New York en su día más ajetreado del año, y luego amplíe esa escena hasta que abarque todo el océano que el ojo humano puede alcanzar.
Claro, alrededor del horizonte y sobre el horizonte”
Pyle, casi murió 1 mes después en el bombardeo accidental de Las Fuerzas Aéreas del Ejército al inicio de “La Operación Cobra”, cerca de Saint-Lô en Normandía en julio de 1944; y 1 mes después de presenciar La Liberación de París en agosto de 1944, Pyle se disculpó públicamente con sus lectores en una columna el 5 de septiembre de 1944, diciendo que había “perdido la pista del punto de la guerra” y que otras 2 semanas de cobertura, lo habría visto hospitalizado con “neurosis de guerra”
Esperaba que un descanso en su hogar en Nuevo México restaurara su vigor para ir “a cabalgar por El Pacífico”; y al planear cubrir las actividades de los Estados Unidos allí, Pyle se enfrentó a La Marina de los Estados Unidos; que tenía una política que prohibía el uso de los nombres de los navegantes en los informes; y ganó una insatisfactoria victoria parcial, ya que la prohibición fue levantada exclusivamente para él.
Su primer crucero, fue a bordo del portaaviones USS Cabot; y pensó que la tripulación tenía “una vida fácil” en comparación con La Infantería en Europa, y escribió varios retratos poco halagüeños de La Marina.
Como resultado, compañeros corresponsales, editoriales de periódicos y G.I.s, criticaron al ex hombre de La Marina Pyle, por dar aparentemente poca importancia a las dificultades de La Guerra Naval en el Pacífico.
Y durante ese tiempo, admitió que su corazón estaba con los soldados de Infantería en Europa, pero perseveró en informar sobre los esfuerzos de La Marina durante La Invasión de Okinawa; y destacándose por tener premoniciones de su propia muerte, predijo antes de aterrizar, que no estaría vivo dentro de 1 año…
El 17 de abril de 1945, Pyle llegó a tierra con El 305º Regimiento de Infantería del Ejército de La 77ª División “Liberty Patch” en Iejima, entonces conocida como Ie Shima; una pequeña isla al noroeste de Okinawa.
Al día siguiente, después de que aparentemente se neutralizó a la oposición del enemigo local, viajaba en jeep con El Teniente Coronel Joseph B. Coolidge, El Comandante de La 305ª, hacia el nuevo puesto de mando de Coolidge; cuando el jeep se encontró con el fuego de una ametralladora enemiga.
Los hombres se cubrieron de inmediato en una zanja cercana.
“Un poco más tarde, Pyle y yo nos levantamos para mirar alrededor”, informó Coolidge.
“Otra ráfaga golpeó la carretera sobre nuestras cabezas...
Miré a Ernie, y vi que había sido tiroteado”
Una bala había entrado en la sien izquierda de Pyle, justo debajo de su casco, matándolo instantáneamente.
En el momento de su muerte, Ernest Taylor Pyle se encontraba entre los corresponsales de guerra estadounidenses más conocidos, además de ganador del Premio Pulitzer en 1944 por sus relatos conmovedores de soldados de infantería “dogface” desde una perspectiva en primera persona.
“Ningún hombre en esta guerra ha contado tan bien la historia del hombre de combate estadounidense, como lo querían los hombres de combate estadounidenses”, escribió Harry Truman.
“Se merece la gratitud de todos sus compatriotas”, sentenció.
Pyle, fue enterrado con su casco puesto, entre otras bajas de batalla, con un soldado de infantería a un lado, y un ingeniero de combate al otro.
Los hombres de la unidad del Ejército que él cubría, erigieron un monumento que todavía está en pie, en el lugar de su muerte.
Su inscripción dice:
“En este lugar, La 77ª División de Infantería perdió un compañero.
Ernie Pyle, 18 de abril de 1945”
Por su parte, Eleanor Roosevelt, quien frecuentemente citó los reportajes de guerra de Pyle en su columna del periódico, “My Day”, le rindió homenaje al día siguiente:
“Nunca olvidaré lo mucho que disfruté al conocerlo aquí en La Casa Blanca el año pasado, y cuánto admiré a este hombre frágil y modesto que podía soportar las dificultades, porque amaba a su trabajo y a nuestros hombres”
Aunque los periódicos informaron que Geraldine, su esposa, “se tomó la noticia con valentía”, su salud declinó rápidamente en los meses posteriores a la muerte de Pyle, muriendo el 23 de noviembre de 1945.
No tuvieron hijos...
Después de la guerra, los restos de Pyle se volvieron a enterrar en el cementerio del Ejército en Okinawa, y más tarde en El Cementerio Memorial Nacional del Pacífico en Honolulu.
En 1983, Pyle fue galardonado con El Corazón Púrpura, un raro honor para un civil, por la unidad sucesora de La 77ª División, La 77ª Comando de Reserva del Ejército.
No es casual que los productores de la película de 1945, Story of G.I. Joe, donara una gran parte de las ganancias para becas en Indiana.
En La Universidad de Indiana, La Escuela de Periodismo se encuentra en el “Ernie Pyle Hall”; y las becas, establecidas poco después de su muerte, se otorgan a los estudiantes con un registro del servicio militar, una habilidad periodística y la promesa de éxito futuro.
En 1947, la última casa de Pyle en Albuquerque, Nuevo México, fue adaptada como la primera sucursal del Sistema de Bibliotecas del Condado de Albuquerque/Bernalillo, nombrada en su honor.
La Biblioteca Ernie Pyle, tiene una pequeña colección de libros para adultos y niños, así como recuerdos y archivos de Pyle.
Sus documentos y archivos, se encuentran principalmente en La Biblioteca Lilly de La Universidad de Indiana, en El Sitio Histórico Estatal de Ernie Pyle en Dana, Indiana, y en La Sociedad Histórica del Estado de Wisconsin.

“Yep.
It's a world the other world will never know.
Even the Air Force.
Up there, they approach death differently.
When they die, they're clean-shaven, well fed, if that's any comfort.
But the G.I., well, he lives so miserably and he dies so miserably...”



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