Another Country

Terminando de ver “Another Country” (1984) de Marek Kanievska con Rupert Everett, Colin Firth, Michael Jenn, Robert Addie, Betsy Brantley, Anna Massey, Cary Elwes, Frederick Alexander, Rupert Wainwright, Tristan Oliver, entre otros.
Drama de temática gay, basada en la obra de teatro homónima de 1981, escrita por Julian Mitchell. 
La narración es un largo “flashback” que tiene lugar en los años 30, cuando 2 jóvenes entablan amistad en un colegio británico de clase alta, donde la homosexualidad de uno y las ideas marxistas y revolucionarias del otro, los convertirán en unos “outsiders” en el marco de férrea disciplina victoriana del internado. 
Años después, ambos se convertirán en espías de La Unión Soviética, usando como tapadera su condición de funcionarios del Gobierno Británico. 
El filme se basa libremente en la vida del espía y agente doble, Guy Francis de Moncy Burgess, un diplomático británico y agente soviético, miembro de la red de espías “Cambridge Five” que funcionó desde mediados de la década de 1930 hasta los primeros años de La Era de La Guerra Fría; por lo que su deserción en 1951 a La Unión Soviética, junto con su compañero espía, Donald Maclean, condujo a una grave violación de la cooperación de inteligencia anglo-estadounidense, y causó interrupciones y desmoralización duraderas en los servicios diplomáticos y extranjeros de Gran Bretaña. 
De esa manera, el filme explora su homosexualidad y su exposición al marxismo, al tiempo que examina la hipocresía y el esnobismo del sistema escolar público inglés. 
El título se refiere no solo a la Rusia soviética , que es “el otro país” al que el protagonista recurre al final, sino que se puede ver que adquiere una serie de significados y connotaciones diferentes... 
Como producción, desde el principio disfrutamos de la espléndida cinematografía de Eton College, sus terrenos y el campo circundante; esto contrasta con las monótonas escenas de Moscú, desde donde Guy Bennet cuenta su historia. 
Todo está bañado en un resplandor dorado, respaldado por el sonido de voces infantiles que cantan himnos, no es casual también, que el título en sí provenga del popular himno escolar “Te prometo mi país”, que curiosamente se cantó en el funeral de La Princesa Diana en 1997.
Esto contrasta marcadamente con la brutalidad del sistema disciplinario de la escuela respecto a la práctica homosexual conocida por todos, hasta que uno de los jóvenes se ahorca; así, los que cuestionan el código de la escuela, se convierten en parias, como los protagonistas, Bennet y Judd, a menos que sean “útiles” de alguna manera.
Un hecho importante es que casi nunca se ve a un maestro en la escuela, y nunca se ve a los niños en las lecciones; esto muestra a Eton no solo como una escuela, sino como un microcosmos de la sociedad con su propia jerarquía específica.
También, hay un desarrollo interesante del personaje de Bennett, inicialmente un filántropo que no se toma nada en serio, hasta que finalmente se da cuenta de que es un homosexual confirmado, y comienza a comprender la visión de Judd de una sociedad perfecta posible a través del comunismo; y de manera similar, Judd se da cuenta de que a veces es necesario sacrificar los principios para el bien mayor.
¿Entonces, cuál es ese otro país al que hace referencia el título? 
No se trata de la URSS, aunque el destino de los protagonistas nos lo sugiera. 
Ese otro país era un lugar ideal, un sueño adolescente que sólo existía en las mentes de Guy Bennett y Tommy Judd.
Para Bennett, el futuro era un París idealizado en el que podría vivir su homosexualidad provocadora, artísticamente, haciendo de la existencia una creación estética; y para Judd no se trata de París, sino del paraíso, del porvenir preconizado por Lenin, y que muy poco tiene que ver con la sórdida habitación moscovita en la que arranca el filme antes de que un larguísimo “flashback” devuelva al espectador a Inglaterra.
También, el “otro país” no solo asume lo que era ser gay en Gran Bretaña a fines de la década de 1930, sino que también retrata la brutalidad absoluta que se produjo en la escuela pública, donde los niños eran enviados a vivir a estas escuelas, obligados a realizar trabajos manuales para los mayores. 
No obstante, el ambiente en la película es la de otro país, literalmente, donde la mayoría de los estudiantes mantuvieron su sexualidad oculta lo mejor que pudieron. 
Al tiempo, como es un filme de temática, no faltan elementos trillados como el “bullying”, los prefectos sádicos, los niños angelicales con flecos que cantan himnos de la capilla, las frases rebeldes comunes, etc., y ni siquiera mencionaré el ridículo maquillaje de Guy Bennet; pero en general, es una hermosa pieza de cinematografía con buena actuación del joven Colin Firth, en su debut cinematográfico, aunque Rupert Everett es el destacado aquí, sin olvidar a Cary Elwes y a Charles Spencer, 9° Conde de Spencer, el hermano menor de Diana, Princesa de Gales, que es un extra sin diálogo en 3 escenas.
La película nunca es frontal en el tema que pretende denunciar, eso incrementa la tapadera y el secretismo y jamás revela el destino de Robbins, el otro estudiante junto a Martineau, atrapado por el director en un “acto indecente”
Y es que todos los personajes principales hablan de Martineau debido a la trágica circunstancia de su muerte, pero Robbins nunca es mencionado por nadie después…
Eso sería típico de Gran Bretaña en el período que solo Martineau fuera responsable, y no Robbins.
A fin de cuentas, el academicismo de Kanievska forma parte de ese entorno agobiante del que quieren huir los personajes, hartos de una sociedad reglamentada en la que se admiten todos los pecados si éstos no alteran la plácida y bien ordenada superficie de las cosas.
Aquí, Bennett es un dandi que no soporta la mediocridad y la hipocresía; por lo que su elección política se convertirá con los años en espía al servicio de la URSS, no es fruto de su pasión homosexual, pues ama a Harcourt y no a Judd; ni de sus convicciones políticas, sino de su desprecio hacia todo lo que representan la escuela pública y sus disciplinados compañeros, y del orgullo herido por el hecho de haber sido preterido a la hora de repartir determinados cargos dentro de la jerarquía estudiantil.
Total, hasta ahora el cine sobre espías acostumbraba a mostrarnos a éstos en el momento del trabajo, convertidos ya en oscuros héroes del romanticismo contemporáneo, en magnificación del burócrata; y de esa manera, “Another Country” viene siguiendo con el proceso de exculpación o comprensión de los casos hasta qué punto un país y unas instituciones pueden fomentar el deseo de huida, y la necesidad de traición como acto de libertad.
“Fama o infamia, ¿qué importa? 
No seré olvidado”
RECOMENDADA.



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