Big Wednesday

“Three friends. 
Twelve turbulent years. 
And one day we all must face”

Crecer no es cosa de cambios físicos, es un cambio en la mente y el entorno.
Llegar a la mayoría de edad se refiere a la transición de una persona joven de ser un niño a ser un adulto; y continúa durante la adolescencia de la vida; por lo que la edad específica en la que tiene lugar esta transición varía entre las sociedades, al igual que la naturaleza del cambio; de esa manera, puede ser una simple convención legal, o puede ser parte de un ritual o evento espiritual, como lo practican muchas sociedades. 
En el pasado, y en algunas sociedades hoy en día, dicho cambio está asociado con la edad de madurez sexual, adolescencia temprana, especialmente relacionada a la menarquia, o primeras menstruaciones y el esperma; y en otros, se asocia con una era de responsabilidad religiosa; particularmente en las sociedades occidentales, las convenciones legales modernas que estipulan puntos en la adolescencia tardía o la edad adulta temprana, más comúnmente 17 a 21 años cuando los adolescentes generalmente ya no se consideran menores, y se les otorgan todos los derechos y responsabilidades de un adulto; que son el foco de la transición. 
En cualquier caso, muchas culturas conservan ceremonias para confirmar la mayoría de edad, y las historias de mayoría de edad son un subgénero bien establecido en la literatura, la industria del cine e incluso los cómics.
Un ejemplo de ello, lo vemos en el deporte, donde la experiencia los hace pasar de amateur a profesionales, como si se tratase de un rito de iniciación, el cual tiene 3 fases: 
Separación, liminalidad e incorporación, que son ritos de separación de un mundo anterior, ritos preliminares, aquellos ejecutados durante la etapa de transición, ritos liminales o umbrales, y las ceremonias de incorporación a los nuevos ritos postliminales mundiales.
En la primera fase, las personas se retiran de su estado actual, y se preparan para moverse de un lugar o estado a otro. 
La primera fase de separación, comprende un comportamiento simbólico que significa el desapego del individuo o grupo... desde un punto fijo anterior en la estructura social; y a menudo hay un desapego o separación del antiguo yo en esta fase, lo que se traduce en acciones simbólicas y rituales. 
Por ejemplo, el corte de cabello para una persona que acaba de unirse al ejército... y así está “cortando” al antiguo yo, el civil.
La fase de transición/liminal, es el período entre etapas, durante el cual, uno ha dejado un lugar o estado, pero aún no ha ingresado o se ha unido al siguiente.
Los atributos de liminalidad o de persona liminal, o “personas umbral” son necesariamente ambiguos…
Y en la tercera fase, de reagrupación o incorporación; el pasaje es consumado por el sujeto ritual; y una vez completado el rito y asumida su nueva identidad, uno vuelve a entrar en la sociedad con su nuevo estado. 
De esa manera, la reincorporación es caracterizada por elaborados rituales y ceremonias, como montar una la esperada durante mucho tiempo, y por símbolos externos de nuevos lazos; y así en los ritos de incorporación hay un uso generalizado del vínculo sagrado, el cordón sagrado, el nudo y formas análogas como el cinturón, el anillo, el brazalete y la corona; algo que está muy ligado al surf.
Y es que a fines de la década de 1970, el surf se había convertido en un deporte mundial popular y de moda; por lo que el llamado “verano sin fin” era una expresión paradójica, que contiene a la vez una mentira y una verdad esencial sobre el surf; pues cualquier surfista confirmará, que las mejores llegan en invierno, cuando tormentas lejanas envían su agitado rastro a cientos de kilómetros de distancia; y el verano es por lo general para los bañistas, no para cazar olas…
Y sin embargo, hablar de “verano sin fin” es referirse al estado de ánimo en el que se instaló el imaginario del surf:
Sol, bikinis, fiestas en la playa, canciones de Dick Dale, promiscuidad y diversión sin el acecho de la responsabilidad. 
En definitiva, la libertad asociada a la práctica del surf, incorporó hace tiempo una serie de clichés que perduran ya débilmente, en parte por el decaimiento del cine consagrado a retratar este deporte, en parte por el incremento exponencial de gente que sube a una tabla por primera vez; y en realidad, la misma imagen convertida en postal y deteriorada con el paso del tiempo, ya había sido refutada desde el mismo medio y por otras vías. 
Frente al estereotipo enquistado, la respuesta venía de la mano de surfistas que se tornaron cineastas, o de cineastas que, ante todo, eran surfistas, que cambiaron e iniciaron el rito de paso de muchas personas.
“Will you delinquents shut up? 
Someday you'll have to straighten out and earn a decent living. 
Pay attention and grow up sometime. 
Turn into a respectable person”
Big Wednesday es un drama del año 1978, dirigido por John Milius.
Protagonizado por Jan-Michael Vincent, William Katt, Gary Busey, Patti D'Arbanville, Lee Purcell, Sam Melville, Fetty Darrell, Gerry López, entre otros.
El guión es de John Milius y Dennis Aaberg; y se basa libremente en sus propias experiencias en Malibú, como surfistas de California que enfrentan la vida y La Guerra de Vietnam en el contexto de su amor por el surf.
Criado en el sur de California , John Milius hizo Big Wednesday como un homenaje al tiempo que pasó en Malibú durante su juventud, donde él y sus amigos, George Lucas y Steven Spielberg, acordaron intercambiar un punto porcentual de este filme, “Star Wars” y “Close Encounters Of The Third Kind” antes del lanzamiento de las 3 películas durante 1977 y 1978. 
Spielberg en particular, estaba seguro de que Big Wednesday iba a ser un éxito de taquilla, opinando que era como “American Graffiti conoce a Jaws”, 2 de las películas más exitosas de la década. 
Por su parte, John Frederick Milius, hoy de 76 años, es un guionista, director y productor de cine consagrado, que fue escritor primero, siendo uno de los más buscados en Hollywood, pero visto como un personaje colorido con talento para entrevistas animadas. 
Su autodenominado personaje de “Zen anarquista” o “samurái americano”, lo hizo destacar en Hollywood; y su primera producción fue una de surf autobiográfica, a la que llamó “un How Green Was My Valley del surf”, con su propia compañía, The A Team, siendo esta su primera producción, y obtuvo financiación de Warner Bros.
Y es que Milius fue un surfista apasionado durante gran parte de su vida, pero lo abandonó cuando cumplió los 50 años.
John Milius recordó:
“Cuando hice Big Wednesday, mis primeras impresiones fueron que iba a hacer esta historia de la mayoría de edad con connotaciones artúricas sobre surfistas que nadie tomó en serio, sus vidas problemáticas se hicieron más grandes que la vida por su experiencia con el mar. 
Y eso es lo que es la película. 
Nunca se desvió de eso. 
Hubo mucha presión para que se pareciera más a “Animal House”, pero la película tiene muchos seguidores ahora porque tenía ambiciones más elevadas. 
No era solo una historia sobre alguien que intentaba montar la ola más grande o algo así. 
Eso no es suficiente”
Las escenas de surf utilizadas en el final, no fueron filmadas en California, donde se desarrolla la película, sino en Sunset Beach en Pupukea, Hawái; y otros lugares de rodaje incluyeron El Paso, Texas; Hollister Ranch cerca de Santa Bárbara; Playa Surfrider en Malibú; Ventura, California; y La Libertad, El Salvador.
El título “Big Wednesday” se refiere a un mito del surf, según el cual, todos los grandes días de surf del año caen los miércoles. 
La yuxtaposición aparentemente paradójica entre un día ordinario, miércoles y un adjetivo épico “grande” también coincidió con la doble ambición de Milius de proporcionar una descripción realista de la subcultura del surf, y crear una mitología del surf duradera.
Pero Big Wednesday fue un fracaso de taquilla, siendo retirado rápidamente de los cines después de recibir solo $4.5 millones de un presupuesto de $11 millones
El actor, William Katt, explicó que creía que el fracaso de la película se debió a que el marketing se centró solo en las escenas de lucha y el ángulo de navegación; aunque se ha convertido en una película de culto.
La película se desarrolla en California, entre 1962 y 1974; y cuenta la historia de 3 jóvenes amigos, cuya pasión en la vida es el surf, ellos son:
Matt Johnson (Jan-Michael Vincent), un tipo autodestructivo que tiene una actitud rebelde; Jack Barlowe (William Katt), el tranquilo y responsable del grupo; y Leroy “The Masochist” Smith (Gary Busey), cuyo apodo dice mucho sobre su personalidad…
Sus vidas de surf se remontan desde el verano de 1962 a sus intentos de esquivar el reclutamiento a La Guerra de Vietnam en 1965, incluida la locura fingida, la homosexualidad y todo tipo de dolencias médicas; hasta el final de su inocencia en 1968, cuando uno de sus amigos es asesinado en Vietnam. 
Entre tanto, los 3 hacen la difícil transición a la edad adulta con fiestas, viajes de surf, matrimonio y guerra.
Al final, los amigos se reúnen años más tarde, después de que Barlowe haya servido en Vietnam, para “El Gran Oleaje del 74”
En última instancia, La Guerra de Vietnam interrumpe su idilio, dejándolos preguntarse si sobrevivirán hasta ese “Gran Miércoles”, el día mítico en que vendrá la ola más grande, limpia y trascendente de todas; y con esta reunión, la transición en sus vidas se convierte en el punto final de lo que la década de 1960 significó para muchos, ya que ven que los tiempos han cambiado, y lo que fue un tiempo de inocencia se ha ido para siempre.
De esa manera, en la última secuencia de la película, los 3 se reúnen para enfrentar el momento final de este proceso de maduración, “El Gran Miércoles”
En particular, Big Wednesday tuvo un gran impacto en la subcultura del surf, tanto en la configuración de la percepción internacional del deporte, como en proporcionar una de las representaciones más auténticas de los surfistas californianos durante las décadas de 1960 y 1970; por lo que Big Wednesday llegó a moldear la iconografía del surf; y aunque hoy se le considera una de las mejores películas de surf jamás hechas, el camino que condujo a su estado de culto fue largo y complicado. 
Sobre todo porque es una película nostálgica, íntima y personal, que retrata ese cambio tan drástico que supuso para EEUU, una década como los 50, de sosiego y extremado conservadurismo; a otra, los 60, donde la juventud dio paso al Rock and Roll, al movimiento hippy y a La Guerra de Vietnam.
Fueron tiempos de duro crecimiento, en que el único escape para uno, era el surf.
“If you send me to Vietnam, I'll just die”
Big Wednesday se ha calificado como una declaración importante, y tiene grandes ideas sobre la adolescencia, la amistad y la década de 1960.
Se cuenta que John Milius escribió el guión con su amigo y compañero surfista, el periodista Denny Aaberg; y se inspiró en una historia corta que Aaberg había publicado en una revista Surfer de 1974 titulada “No Pants Mance”, y la vida de un grupo de amigos que solían surfear con Aaberg y Milius.
Todo empezó cuando Milius tenía 7e años y se mudó a California, donde se convirtió en un entusiasta surfista. 
Allí, Milius se convirtió en un lector voraz, y comenzó a escribir cuentos:
“Aprendí muy temprano, a escribir en casi cualquier estilo. 
Podría escribir con fluidez en Hemingway, o con fluidez en Melville o Conrad, o Jack Kerouac y lo que sea”, dijo; y también fue influenciado por la narración oral de los surfistas en ese momento, que tenían una tradición “beatnik”
“Mi religión es el surf, y la otra cosa que me influyó durante mi juventud, fue mi participación en las cosas japonesas. 
El Zen es muy sensible, toda la forma de sentir las cosas es lógico, mientras que muchas de las cosas motivadas por Occidente, como el género, el sentido comercial… no me siento cómodo, no entiendo su lógica”, agregó.
También, Milius dice que intentó unirse al Cuerpo de Marines y ser voluntario para el servicio de La Guerra de Vietnam a fines de la década de 1960, pero fue rechazado debido a un caso de asma “crónica” y “a veces incapacitante”
“Como surfista, pasé mucho tiempo saliendo con los marines de Pendleton, y tenía toda la intención de unirme... 
Estaba devastado, sentía que había sido rechazado como ser humano.
Fue totalmente desmoralizante”, dijo más tarde. 
“Extrañé ir a mi guerra. 
Probablemente me hizo obsesionarme con la guerra desde entonces”
Milius dijo que estaba “muriendo por poder... ir a demostrarme a mí mismo en la batalla, lo mismo que todos los jóvenes anhelan hacer, si son honestos consigo mismos, ya sea correcto o incorrecto o incluso sensato, lo cual es un debate que ha estado sucediendo desde que salimos de las cuevas. 
Solo que no había forma de que pudiera encontrar mi propia unidad, así que hice lo mejor, que fue escribirla. 
Cada escritor desea poder hacer lo que escribe”
Y fue durante un día lluvioso en unas vacaciones de verano en Hawái en 1962, que se topó con un cine que mostraba una semana de películas de Akira Kurosawa y se enamoró del cine.
Así, Milius estudió cine en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad del Sur de California , que eligió porque era una escuela elitista que capacitaba a personas para Hollywood; y sus compañeros de clase incluyeron a George Lucas, Basil Poledouris, Randal Kleiser y Don Glut. 
Al escribir el guión de Big Wednesday, Milius y Aaberg entrevistaron a muchos de sus amigos de la década de 1960:
“Fue un momento especial”, dijo Aaberg de la década de 1960, pues “el surf era un deporte completamente nuevo con su propia aristocracia”
Y dijo que “tomó cerca de 1 año escribir el guión. 
Queremos que sea auténtico. 
Eso es importante para mí, porque soy un verdadero surfista. 
También lo es John”
“Me sucedieron muchas cosas en la película.
Muchos de los personajes son yo y, en otro sentido, ninguno de ellos soy yo.
Tomó mucho tiempo escribir el guión. 
Es muy personal. 
Se trata de crecer y las relaciones y el surf es el fondo exótico. 
Nosotros todos sabían que era especial, sabíamos que no duraría. 
Y sabíamos lo bueno que lo teníamos. 
El surf es algo extraño. 
Mucha gente nunca lo abandona. 
Siempre sientes que le debes algo. 
Fue una experiencia central en nuestras vidas. 
Todo ha cambiado ahora”, dijo Milius.
Y describió la película como “un How Green Was My Valley del surf, sobre la pérdida de una aristocracia, el final de una era, el paso de un tiempo más inocente a un crecimiento más corrupto y complejo, que es el paso de la inocencia. 
Se basa en la vida de 3 amigos hace 10 años. 
Se trata de su amistad y el valor de la amistad. 
No creo que los niños de hoy tengan el mismo tipo de valores que esas personas tenían entonces; no veo películas sobre ese tipo de cosas. 
Esta película trata sobre la amistad: 
El surf es solo el fondo. 
Se trata del amor a un lugar, el amor a un tiempo, el amor a tus contactos humanos y la pérdida de esas cosas. 
Es la película más personal que probablemente haré, y pensé que debería hacerlo ahora, antes de alejarme demasiado de ella. 
Al menos la mitad de las personas que participaron están muertas ahora. 
La tasa de deserción entre los surfistas es muy alta. 
Muchos de ellos murieron en Vietnam y bajo el flagelo de la droga.
Y debido a que surfeé, soy el único director en el mundo que podría haber hecho su película; y puedo decirte que es tan difícil que nadie volverá a hacerlo”, dijo el director.
Y es que la autenticidad de la película fue mejorada por la conexión de Milius con el mundo del surf, que le permitió traer al experimentado documentalista de surf, Greg MacGillivray; y este a su vez, supervisó un equipo de cinematógrafos de surf, junto a varias leyendas del surf como:
Peter Townend, Ian Cairns, Jay Riddle y Bill Hamilton, que participaron en la realización de la película como coordinadores de dobles o dobles. 
La estrella del surf, Gerry López, quien más tarde aparecería como actor en otras películas dirigidas por Milius, hizo la última secuencia de la película.
Así las cosas, el filme sigue a Matt “The Enforcer” Johnson, Jack Barlow y Leroy “The Masochist”, los 3 mejores surfistas de la playa. 
Y como es de esperar, en la mañana del “oleaje del sur”, Matt está borracho, pero le pide prestada una tabla a un niño y, de todos modos, logra dar una excelente actuación.
Los 3 amigos generalmente toman sus tablas gratis de “Bear” (Sam Melville), un hombre que cree en su éxito, y que posee ilegalmente una tienda en una cabaña en el muelle.
Un día, Jack conoce a Sally (Patti D'Arbanville), una linda chica de Chicago, en el café donde trabaja como mesera. 
Él la lleva a su casa, a una fiesta frenética y caótica que se produce una pelea cuando llega un grupo de cazadores de fiestas y causa un alboroto.
Otra vez más tarde, Matt, Jack y Leroy se van de viaje a Tijuana, México, donde Peggy (Lee Purcell), la novia de Matt, anuncia al grupo que está embarazada; y  ella y Matt tienen un bebé. 
Así, Matt, Jack, Leroy, Sally y Peggy se divierten y se meten en una pelea de bar en un club de striptease; y todos logran escapar de la policía local, pero descubren que su auto fue despojado y asaltado, de todos modos se las arreglan para reemplazar los neumáticos robados y regresar a Malibú.
Poco tiempo después, la policía de Malibú cerró la tienda de Bear, pues el muelle será demolido...
3 años después, en 1965; tiene lugar “el oleaje del oeste”
Jack, el más serio de los 3, está trabajando como salvavidas en la playa y todavía está con Sally; mientras Matt vive con Peggy y su pequeña hija; es el mejor campeón de surf, pero siempre está borracho y deprimido; y odia ser un héroe; un día de borrachera provoca un accidente de tráfico frente a la playa, donde Jack lo golpea y lo arroja fuera de la playa.
Los 3 amigos, como muchos otros, han recibido el reclutamiento para La Guerra de Vietnam, y esto significa la muerte, pues es una guerra impopular.
Por otro lado, “Bear” se ha enriquecido, posee una nueva tienda de surf en el centro de Malibú, y está a punto de casarse; y en su boda, le habla a Jack sobre la importancia de la amistad, donde Matt y Jack hacen las paces.
Así las cosas, los chicos tienen que presentarse en la inducción el mismo día; y para esquivar el reclutamiento, Leroy finge estar mentalmente loco, Matt simula un problema grave en su pierna, Waxer (Darrell Fetty), otro amigo de la playa finge ser homosexual, pero no se lo cree… y Jack no hace nada, probablemente piensa que es su deber patriótico.
Matt y Leroy logran evitarlo, pero Jack y Waxer son reclutados en El Ejército.
En un instante hacia 1968, se revela que Waxer ha muerto en Vietnam. 
Matt ahora trabaja como salvavidas en una piscina; y lo invitaron al estreno de un documental de surf, con algunas escenas sobre él. 
Pero al ver la película, está decepcionado, pues la película muestra cómo su estilo ha sido superado por un nuevo héroe del surf, Gerry López.
Y ahora, “Bear” ha perdido todo su dinero y su esposa lo ha abandonado. 
Jack regresa a casa desde Vietnam, pero Sally no lo está esperando... pues se ha casado con otro hombre (Steve Kanaly), uno de los muchachos que estaban en la fiesta en 1962.
En el cementerio, frente a la tumba de Waxer, los 3 amigos recuerdan a su amigo muerto, y recuerdan nostálgicos el pasado.
3 años más tarde, en 1971; “Bear” se ha convertido en un borracho y un indigente, pero todavía está orgulloso de sus amigos surfistas; y ahora se acerca el mayor oleaje de la historia, el día de su máxima intensidad, “El Gran Miércoles”, los socorristas advierten a las personas que se mantengan alejadas de la playa; pero Matt, Jack y Leroy se encuentran en la orilla y surfean por última vez, por los viejos tiempos. 
Lo mismo hace López, el nuevo surfista, que los mira con admiración y respeto. 
Todavía son geniales, pero Matt se desliza de su tabla y parece desaparecer bajo una ola gigantesca. 
Cuando reaparece, en la playa, él y sus 2 amigos están listos para reconocer la supremacía de López, el nuevo campeón de surf. 
Big Wednesday termina con Matt, Jack y Leroy saliendo de la playa por última vez, y dejando su pasado y su juventud, que ya no existe.
Estructurada en 4 capítulos, 62, 65, 68 y 74, Big Wednesday desarrolla las diferentes transformaciones que sufren los 3 amigos:
Empiezan como 3 bohemios que solo viven para el surf, las fiestas, las peleas y las mujeres, pero tras un accidentado viaje a México, el trío se resquebraja, esto pretende ser el punto de inflexión en la pérdida de la inocencia, tomando cada uno un rumbo distinto, marcando este sino el reclutamiento para La Guerra de Vietnam, mientras Jack se alista voluntariamente por su patriotismo.
Recordar que Milius se apuntó voluntario y fue rechazado por asma crónica, y los otros 2 en una divertida escena donde se alistan para ser examinados, fingen diferentes problemas para ser rechazados, lo cual refleja su desapegó al sentido del deber patriótico, por lo que cuando Jack vuelve del conflicto está marcado visiblemente por la tragedia sufrida.
A los 3, el tiempo los ha vuelto melancólicos, reservados, pero siempre habrá algo que los una, su fe en la religión surfera, siempre a la espera del advenimiento del “Gran Miércoles”
La verdad es que la historia entretiene desde el principio, y uno se deja envolver en ese mundo del surf que casi es como una religión; de cómo respetan el mar y cómo construyen una tabla; las alianzas que se forman, y el deseo por conseguir esa ola soñada que los enmarque en la historia como los grandes surferos.
Todo esto es lo que refleja una película que recorre varios años de un grupo de amigos que viven para el mar y para el surf, pero que el paso del tiempo les va haciendo plantearse otras cosas, formar un futuro y una familia; un futuro donde su deporte siempre tiene un hueco, aunque los problemas y las situaciones políticas a veces intenten impedir que encuentre su lugar y consiga mantenerse a flote.
Creo que Big Wednesday es una película que no cuenta con ninguna pretensión de ser un gran film, pero que consigue enganchar y entretener desde el principio, con unas tomas de cámara bastante avanzadas para su época, y una historia que se disfruta; son la esencia de que funcione sin ningún problema; porque es una película emotiva, que trata los conceptos del surf y la amistad desde un punto de vista nostálgico, pero llamativo que le hace a uno pensar que será de sus amigos con el paso del tiempo; porque también tiene todo ese “feeling”, magia, mística, tipos de amistades e historias de juventud, paso del tiempo, siempre en un marco y fondo del surf, donde este siempre tiene un lugar privilegiado en ese entorno y vidas de cada uno.
Técnicamente la película es buena, bien rodada y contada, quizás falla en un principio al parecer típica película playera, pero con el paso de los minutos la calidad aumenta, y la intención del director se refleja. 
Las tomas de surf están realmente logradas, sobre todo las de los tubos, las cuales resultan fascinantes y sobre todo el último cuarto de hora. 
La realización de estas secuencias, que trasladan al espectador dentro del mar, en mitad de las olas, con cámaras lentas, teleobjetivos o cámaras en mano sobre las tablas, que en el film están concentradas en los últimos 20 minutos de metraje, son lo mejor y más interesante de la proyección. 
No se trata de imágenes en las que la luz o incluso la coherencia lumínica o de actores, puesto que es relativamente fácil discernir cuándo una toma contiene a los actores principales o a sus dobles, tengan una gran importancia, sino de lograr un creíble espectáculo de surf. 
Esas imágenes encuentran en planos detalle de los pies sobre la base misma de la tabla, primeros planos de los surfistas descendiendo la ola con vertiginosa velocidad hacia la cámara, y de nuevo planos subjetivos que miran al pie flirteando con el “no sé” de la tabla. 
En el primer tramo del filme, Milius apuesta por una inmersión total en el ejercicio, al tiempo que comienza a perfilar una narrativa a la deriva, construida con la misma anarquía en la que nadan sus personajes. 
Así, Big Wednesday es, una vez más, un estado perenne de vida efervescente entre olas aptas para la presunción, fiestas desmadradas en las que canciones de Ray Charles sobrevuelan una monumental pelea, ligues de verano y locas escapadas a México. 
El primer tercio muy sin embargo cobija una amarga sombra que se va proyectando a medida los recorridos vitales de sus protagonistas se dispersan en las decepciones, Vietnam y la madurez forzosa. 
El tiempo, pese a ser derrotado tantas veces sobre la tabla, ejerce una erosión inexorable sobre ese empeño en prolongar ese estío tanto como sea posible; y en algún momento de sus vidas, surfear juntos dejó de ser una rutina incuestionable para ser un motivo de celebración y, finalmente, una excusa para la nostalgia; así, para cuando los 3 amigos se encuentran, presumiblemente por última vez para afrontar su “Gran Miércoles”, Milius dibuja un océano más amenazante que nunca:
Tubos diabólicos, violentos revolcones subacuáticos y paredes insalvables de agua toman el encuadre y acaban hundiendo a Matt como un muñeco de trapo antes de ser sacado a rastras por sus compañeros. 
Y en la playa, un surfista más joven hace el ademán de devolverle su tabla, perdida en el fatal “wipeout”, pero Matt la rechaza, invitándole a quedársela y a utilizarla la próxima vez que haya olas grandes. 
El relevo generacional pone finalmente de manifiesto la finitud largamente denegada por los héroes, mientras el mito de Gerry López emerge en ese preciso momento sobre un enorme muro de agua. 
Finalmente, los 3 amigos lo observan con una agridulce sonrisa, aceptando su caducidad y satisfechos por el papel que desempeñaron: 
“¿Marcamos la pauta, no?”
Y se funden en un abrazo, pero Jack y Leroy se marchan, mientras Matt aguanta unos segundos su mirada sobre el mar, antes de desaparecer detrás de las ruinas y dar paso al crepúsculo. 
Esas ruinas simbólicas, que son el escenario del inicio y el fin de una Era, como descenso de dioses y regreso al Valhala.
Ese es el final que se escurre del salvaje vitalismo del surf, una consciencia de los límites que aparece dramáticamente en el camino del surfista. 
Es en esa dualidad que el subgénero encuentra su punto y final. 
Una cascada de destellos, de arrebatados instantes que culminan en un éxtasis mortífero de agua y espuma, o bien en un sol que desciende en el horizonte.
Son magníficas tomas desde dentro del tubo, de hecho las primeras que se hicieron, que junto a la historia hicieron de la película una obra de culto para millones de surfistas; porque todo está hecho desde el punto de vista de un grupo de amigos con ideales y expectativas muy dispares en la vida con un nexo de unión, el surf; donde la nostalgia le aborda a uno desde el principio, con esa voz “en off” recordando los buenos tiempos surfeando con amigos y con esa música mágica de Basil Poledouris; para dar paso a un ritmo que acentúa esa melancolía del paso del tiempo y de la inevitable madurez que parece enjaular a ese espíritu libre que encuentra en el surf su “tantra”
Y es que aquí el surf es sinónimo de amistad y camaradería, pero también de libertad y espiritualidad; pues define a los personajes que como monjes budistas que acuden a su sabio maestro “Bear” a modo de Obi Wan-Kenobi de Lucas, y encuentran en el surf su realización personal. 
Pero les llega la hora de afrontar responsabilidades y admitir la inevitable madurez que, con La Guerra de Vietnam de por medio, les aparta de su noble camino “Óctuple”
Ya lo dice Bear: 
“Nobody surfs forever”
¡Triste pero cierto!
Porque el surf es algo más que contexto, una clave, y aquí estamos ante la película más importante e influyente jamás hecha sobre el tema; donde sus secuencias de riesgo, especialmente todo el tramo final, están realizadas con enorme destreza, la relación con el mar y las diferentes estaciones son motor, elemento aglutinador de la historia; todo ejecutado con pasión, devoción y conocimiento, remedando o sobrevolando con nuevos matices sobre el superficial, o casi siempre trivial “cine de playa” que se había ofrecido en la década de los 60, en aquellos musicales con Annette Funicello y Frankie Avalon... donde el surf no tenía la dimensión de fascinación, cierto es, casi infantil; que posee en esta película, ya que el mito, la épica y las metáforas se apoderan del relato.
Así entonces hay nostalgia, romanticismo, camaradería, respeto y aprecio por los personajes retratados, gusto por lo clásico y hasta una tendencia de evocar mundos masculinos, o cómo el éxito pasa de repente por delante de tu puerta y puede no volver jamás, es contemplar marcados por la fuerza, la energía y la amistad.
Del reparto, los protagonistas fueron interpretados por Jan Michael Vincent, Gary Busey y William Katt.
“Fue la película más personal que hice.
Había vivido esa vida desde que tenía 10 años”, dijo Katt; mientras que Busey ya era un actor consolidado, Vincent era poco conocido, sobre todo en la TV.
Como dato, Milius en una etapa pretendía desempeñar el papel del propio “Bear”, “pero no pude.
La parte es simplemente demasiado grande para mí”, dijo.
Por otro lado, esta es la película final de Barbara Hale, madre en la vida real de William Katt.
Como dato, el personaje de Matt Johnson se basa en el surfista de la vida real, Lance Carson, quien luchó contra el alcoholismo durante las décadas de 1960 y 1970; mientras el papel del “The Masochist” se basó libremente en el ícono de Malibú, y el hombre del agua, Ray Kunze, que se ocupó del director y coguionista John Milius y del coguionista Dennis Aaberg, a fines de la década de 1950.
El personaje de Jack Barlow, se basaba libremente en el surfista Kemp Aaberg; además, el hermano menor de Kemp, Dennis Aaberg, coescribió el guión de esta película. 
No es desdeñable para los aficionados a este deporte, recordar la aparición de una figura legendaria, el hawaiano Gerry López, artífice de la revolución de las tablas cortas.
Sin embargo, John Milius tiene un cameo, y aparece brevemente como un vendedor de drogas que vende marihuana en las calles de Tijuana, México. 
Además, el director que también escribió “Apocalypse Now!”, tiene a un surfista llamado Lance Johnson.
Por otro lado, la hija de Peggy y Matt, fue interpretada por la hija de la vida real de Jan-Michael Vincent, Amber.
Los campeones australianos surfistas, Peter Townsend e Ian Cairns, doblaron para William Katt y Gary Busey en las secuencias de surf; mientras Bill Hamilton, padre del surfista Laird Hamilton, dobló al personaje de Jan-Michael Vincent, así como para la escena en la que los socorristas abandonan su pequeño bote en el pozo de una gigantesca ola que se aproxima. 
Posteriormente, Hamilton comenzó a darse a conocer bajo el apodo de “Bear” que representada en la película; pero el éxito fue fugaz, ya que John Milius demandó por los derechos de patente, dejando a Hamilton donde comenzó…
Y es que Milius inventó la marca de tablas de surf “Bear” como una marca ficticia para usar en la película, e incluso hizo tablas de surf hechas y arregladas para que un diseñador californiano creara un logotipo. 
El logotipo, un diamante rojo con un oso en él, ocupa un lugar destacado a lo largo de la película, en escaparates, camisetas y tablas de surf. 
Las primeras tablas se hicieron en 1977, por el famoso moldeador de tablas, Bill Hamilton; y la distribución internacional de la película, promovió la etiqueta “Bear” en todo el mundo, con personas que querían tablas con el logotipo del oso; y la marca se transformó en una compañía exitosa después del lanzamiento de la película, produciendo cientos de tablas, y todavía está activa hoy en día, con varias personas produciéndolas con la marca del oso en diferentes países. 
Pero también no olvidar al gran protagonista, un mar que atrae a cada surfero como si fuera una sirena, y ellos acuden obviando a veces el peligro que implica.
En el fondo, sé que la palabra “amigo” y una nariz cubierta con protector solar es un estereotipo fácil... pero la experiencia espiritual que altera la vida detrás del surf, es a menudo mal entendida. 
¿Cuál es tu pasión, si es que tienes uno? 
Pueden ser tus hijos, caballos, hockey… pero no importa lo que salga mal en tu vida, o quién muera o lo que suceda, en el fondo está tu pasión, traducida como espiritualidad, que es algo puro. 
En el corazón de esta película está esa pureza... y después las relaciones, las adicciones y la locura adolescente, donde los personajes descubren que su amistad sigue viva debido a un amor común. 
Por ello, algunos comentaristas atribuyeron el temprano fracaso crítico y comercial de Big Wednesday a su excesivo sentimentalismo. 
Según el periodista de surf, Paul Gross, los surfistas incondicionales encontraron la película demasiado cursi; y otras posibles explicaciones sugirieron que a fines de la década de 1970, de la herida de Vietnam que todavía estaba demasiado fresca, y el consumo excesivo de alcohol, una característica destacada de la película, había perdido su sabor. 
Lo más importante, tras su lanzamiento, la premisa de Big Wednesday de que la pasión por el surf tenía una fecha de vencimiento, era impensable… 
Sin embargo, la rápida mercantilización de la cultura del surf que ocurrió a fines de los años 70 y 80, hizo que la celebración nostálgica de Big Wednesday, de una cultura del surf pura volviera a ser relevante; y después de su lanzamiento de video casero en la década de 1980, la película adquirió gradualmente el estatus de culto; y se convirtió en una de las películas de surf más influyentes jamás hechas; donde el éxito del culto radica en su capacidad para combinar la observación precisa de personas y eventos reales, la reproducción de acrobacias y actuaciones creíbles, y un sentido sobrealimentado de lo mítico; sin olvidar gran parte de la autenticidad de la película, que se debió al hecho de que John Milius era un ávido surfista. 
Así, el éxito de Big Wednesday, como lo demuestra su gran popularidad en países como Italia, donde el surf no es un deporte frecuente, no se limitó a su descripción de la subcultura del surf; pues la película aborda temas universales como el paso a la edad adulta y la celebración nostálgica de una edad de oro irrevocablemente perdida. 
No es casual que también veamos otras lecturas o influencias, pues mientras trabajaban en el guión, Milius y Aaberg usaron historias de samuráis, “la saga arturiana” y “Moby Dick” de Herman Melville como fuentes de inspiración; y Milius creó un aura mítica en torno a los protagonistas; que fueron representados como figuras titánicas, mitológicas que encarnan la perfección física, y bárbaros que se niegan a ajustarse a las reglas de la sociedad civilizada. 
Las secuencias de apertura y cierre, presentan a los 3 protagonistas caminando por las ruinas de un pórtico en descomposición, como los reyes de una antigua civilización donde aún se mantienen los valores tradicionales como el heroísmo, el coraje y la lealtad.
Así, la celebración nostálgica de la amistad está fuertemente asociada con la crítica de la sociedad capitalista estadounidense contemporánea; del mismo modo, el océano y la costa oeste de Estados Unidos, simbolizan la posibilidad de un retorno a la frontera, el hogar físico y simbólico del personaje estadounidense “auténtico”; y en la película de Milius, los surfistas son los últimos verdaderos pioneros estadounidenses, cuyo coraje y heroísmo se forjan por su capacidad de vivir en la intersección entre la naturaleza y la cultura.
La idea del océano, como el nuevo “Far West”, se ve reforzada por las referencias de la película a los westerns favoritos de Milius, incluyendo “The Wild Bunch” en la escena en la que 4 personajes caminan a la oficina de reclutamiento; y “The Searchers” con Hank Worden, el actor que interpretó Mose Harper en el clásico de Ford, fue elegido como uno de los personajes secundarios en Big Wednesday.
Y aunque Milius, un autoproclamado anarquista zen, amante de las armas, culpó a los ejecutivos de Hollywood por ponerlo en “La Lista Negra” por sus creencias francas de derecha, su declive fue causado, muy probablemente, por una serie de fracasos de taquilla.
Si bien, la mayoría de los espectadores y críticos contemporáneos han olvidado a Milius, el legado de Big Wednesday continúa vivo, 40 años después de su lanzamiento, la pasión y el lirismo de la película son aún más convincentes, y continúa fascinando a las nuevas generaciones de espectadores.
Sobre la banda sonora, Milius renuncia a la música surf, pese al ofrecimiento de The Beach Boys, e introduce una banda sonora sinfónica, con los trazos grandiosos que aporta Basil Poledouris.
“You've got a great figure”
Big Wednesday fue la mejor película de Jan-Michael Vincent, un actor que tenía los ojos azul eléctrico y el físico tenso de un surfista, alto y apuesto que le valió roles en más de 70 producciones en las pantallas grande y chica, al lado de estrellas como Burt Reynolds, Ali MacGraw, Charles Bronson y Kim Basinger. 
Pero su estrella no se hubiera apagado antes de tiempo, de no ser porque sus excesos con la bebida, cocaína y heroína, le ganaron la partida...
Como actor malogrado, de talento limitado y tremenda belleza física, tuvo una vida difícil, desordenada tanto por problemas de salud como financieros; pues luchó contra el alcoholismo y el uso de drogas intravenosas durante gran parte de su vida. 
En 1977, 1978 y 1979, fue arrestado por posesión de cocaína, y en 1984 y 1985, fue arrestado después de 2 peleas en bares… siendo acusado de agresión grave en 1986, pero fue absuelto después de que su abogado argumentara que la mujer tropezó y cayó en un cable telefónico en su casa…
Luego Vincent fue arrestado por conducir ebrio, pero evitó la cárcel al ingresar a rehabilitación en 1988; y en 2000, se emitió un fallo por incumplimiento de $374,000 contra él, después de que su ex novia alegara que la había agredido físicamente después de su separación, y la había llevado a abortar a su hijo...
Durante la década de 1990, el actor estuvo involucrado en 3 colisiones graves de automóviles, que apenas sobrevivió. 
En un accidente en agosto de 1996, Vincent se rompió 3 vértebras en el cuello, sufrió una lesión permanente en sus cuerdas vocales debido a un procedimiento médico de emergencia, dejándolo con una voz ronca permanente. 
El primer accidente casi mortal, ocurrió en febrero de 1992, y el 3° ocurrió en septiembre de 1997. 
Además, Vincent fue acusado de conducir ebrio nuevamente después de su accidente de 1996, y una vez más sentenciado a rehabilitación y puesto en libertad condicional. 
En 2000, Vincent violó la libertad condicional por sus arrestos anteriores relacionados con el alcohol, al aparecer borracho en público 3 veces, y agredir a su prometida. 
Como resultado, fue sentenciado a 60 días en La Cárcel del Condado de Orange; además estuvo involucrado en otro accidente automovilístico en 2008.
En 2014, Vincent reveló que su pierna derecha fue amputada justo debajo de la rodilla en 2012, después de contraer una infección como resultado de complicaciones de la enfermedad arterial periférica; y después de eso, caminó con una prótesis, aunque a veces se vio obligado a usar una silla de ruedas.
De esa manera, trágica, como los dioses griegos, el final de su vida lo paso en el olvido y la pobreza, acaso víctima de aquello “toda belleza es una maldición”
Y antes de morir de un paro cardíaco en un hospital de Carolina del Norte, el guapo y fornido surfista rubio, se había convertido en un anciano escuálido, lívido y con dificultad para moverse. 
Un triste final para un artista de su talla.
Jan-Michael Vincent murió el 10 de febrero de 2019, a la edad de 74 años en Asheville, Carolina del Norte, debido a un paro cardíaco mientras estaba hospitalizado en Mission Hospital Memorial Campus. 
La bradicardia, una disminución de la frecuencia cardíaca, figuraba como una causa subyacente de muerte. 
Su muerte no se anunció públicamente hasta el 8 de marzo, y le sobreviven su 3ª esposa, Patricia Ann Christ, y su hija de su primer matrimonio, Amber Vincent.
Decir que será muy extrañado puede sonar hipócrita cuando nunca se le dio la mano en sus peores momentos, eso sí... 
Ya no tendrá más dolor.

“I don't want to be a star. 
Have my picture in magazines, have a bunch of kids looking up to me. 
I'm a drunk, Bear, a screw up. 
I just surf because it's good to go out and ride with your friends. 
I don't even have that anyone”



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