Taekwondo

Terminando de ver “Taekwondo” (2016) de Marco Berger & Martín Farina con Gabriel Epstein, Lucas Papa, Nicolás Barsoff, Francisco Bertín, Andrés Gavaldá, Darío Miño, Juan Manuel Martino, Gaston Re, Arturo Frutos, entre otros.
Drama argentino de temática gay, que sigue a 2 jóvenes que se hicieron amigos durante sus clases de Taekwondo, por lo que uno invita al otro a pasar unas pequeñas vacaciones en su casa de campo junto a sus otros amigos.
Allá, mientras disfrutan de diversas actividades lúdicas, todos se relajan, mientras las miradas van y vienen entre los 2 amigos.
Esta película ratifica y consolida las carreras de los 2 prolíficos directores, cada vez más maduros, dueños de estilos propios; y confieso que realmente me gusta el estilo de Berger, que filma todo a un ritmo lento en escenas para “voyeurs” en la vida de chicos muy guapos en sus actividades cotidianas, donde generalmente visten solo pantalones cortos y ocasionalmente nada, esto último es el estilo de Farina, donde el primer plano del cuerpo llena la pantalla.
Y si bien la película no cuenta con una trama en sentido estricto, es encomiable la forma en que recrea un universo masculino heterosexual, en el que hay un infiltrado gay que, al no saber el resto del grupo de su condición, aunque hay uno que sospecha, hace de privilegiado testigo de todas las confesiones, miedos y fantasías, así como recrea su vista con los hermosos cuerpos que campean a su alrededor, inadvertidos de ser objeto de deseo; y por ello, la película destila homoerotismo a raudales; belleza masculina pura, donde la cámara encuadra torsos, piernas, pecho, muslos, penes… pues trata sobre el arte de capturarlo todo en su mejor tono; de ahí que el desarrollo es lento, para absorber esa belleza sin llegar al porno; aunado a momentos de silencio que se compaginan a través de las miradas, dando la oportunidad de absorber lo que la cámara ha capturado.
Y como película que toca el tema de las relaciones masculinas, es refrescante cómo aborda el tema desde una postura no estereotipada; pues se trata de descubrir y sentirse cómodos el uno con el otro, a partir de un diálogo mínimo; de estar presente.
Eso es por lo que aplaudo a Marco y Martín; pues no se trata de completar la conversación, sino de darle a la audiencia la oportunidad de crecer con los personajes, al apreciarlos, al conocerlos; pues ellos están quizás más idealizados de lo que muchos están acostumbrados a ver, ya que este es un mundo donde la ropa es “opcional”, los amigos no discriminan con respecto a la sexualidad, y los conflictos superficiales se resuelven rápida y fácilmente.
Este subtexto ficticio, proporciona un contrapunto conmovedor a la realidad, al tiempo que resalta todo lo que es genial en la interacción humana.
Como dato, el título es un “macguffin”, a nadie se le ve practicar taekwondo, ese solo ha sido un medio para llevar al objeto de deseo a un ambiente privado.
Una vez más, Berger demuestra que el erotismo es mucho mejor que sexo; aunque todavía es una noción animal de atracción humana combinada en contacto y vínculo; se aferra a su narrativa, a menudo pensando en “lo harán o no”, siendo reducida a una angustia adolescente, al juego erótico y a las ganas saciadas solo estando 100% seguro.
Este es un tema recurrente en casi todas las películas de Berger, y en una de las películas de su codirector, que parecen estar obsesionado o fascinado con hombres latinos heterosexuales y de constitución promedio, lo que se agradece, pues muchos no son bellos sino atractivos, que son 2 conceptos diferentes y aquí se aprecian ambos.
Y a pesar de lo atractivo que es cada uno de ellos, todos caen en otras categorías también, ligeramente extravagantes o sexys, o simplemente atractivos, y nada de pluma.
No obstante, el filme abusa del primer plano del cuerpo; y agrega 3 visitas de mujeres:
La vecina, la sirvienta y la novia con la amiga, que bien pudieron ser cortadas, pero evidentemente se usaron para demostrar la heterosexualidad de la mayoría.
Todos los actores son convincentes en su entrega, en las conversaciones en su mayoría intrascendentes, ocasionalmente ofensivas y sexualizadas; pero sobre todo se agradece la entrega por hacerlo real, natural y erótico, demostrando que están seguros y contentos con la escasez de sus armarios, y la agradable desnudez casual; y por ello el filme no entra en lo soez, pues agrega el sentido del humor, la fluidez y el buen rollo, por eso y más hay una notable dirección de actores, donde bien podemos acordarnos de quien es quien, aunque sea por el estereotipo, sin dejar a nadie por fuera, aunque es una lástima que el asunto del amigo que presiente la homosexualidad, Leo, no se resuelva satisfactoriamente.
¿Acaso Fér había traído a todos sus amigos de la manera que lo hizo con Germán, y a Leo “le cayó tarde la moneda”?
Sólo Diego confronta a Fér de manera directa y respetuosa, tal vez para los demás, eso está en el aire, y poco les importa… y si se le puede achacar algo, es que a veces creo que el filme está hecho para todos aquellos homosexuales que tienen como fuente de excitación estar con hombres heterosexuales; es como vivir en un mundo de ensueño/fantasía, y parece que el objetivo final es provocar que los espectadores comiencen a masturbarse…
En el fondo, el filme es una colección muy bien fotografiada e iluminada de un montón de hombres sexualmente atractivos, con una pareja frustrada y desafiada mentalmente cuando se trata de comunicar adecuadamente sus sentimientos.
La tesis innegable es el amor y la falta de vergüenza; el amor al cuerpo humano, a los amigos, a la diversidad, al sexo y aquel que se desarrolla lentamente entre 2 personas preocupadas por convertirse en una entidad, en lugar de caer rápidamente, una sobre la otra, en una noche de borrachera y libertinaje.
La desnudez, especialmente la masculina, está mal vista en muchas sociedades occidentales, lo que ridículamente conduce a la vergüenza, un nivel poco saludable de preocupación y curiosidad, y a tientas rápidas en rincones oscuros; de ahí que la premisa de “Taekwondo” es presentar cuerpos desnudos sin vergüenza, sin miedo, sin disculpas por los dictados de la sociedad moderna; porque en el centro de este mundo, el amor florece descaradamente.
 “¿Te puedo dar un beso?”
RECOMENDADA.



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