Sauvage

Terminando de ver “Sauvage” (2018) de Camille Vidal-Naquet con Félix Maritaud, Eric Bernard, Nicolas Dibla, Philippe Ohrel, Marie Seux, Lucas Bléger, Camille Müller, Jean-Pierre Baste, entre otros.
Drama francés de temática gay, que sigue a un trabajador sexual de 22 años, que usa drogas mientras los hombres van y vienen; él no sabe que traerá el futuro, pues lo único que tiene es el camino escogido, la esperanza de un amor efímero y un corazón que late con fuerza.
Este es el debut de Camille Vidal-Naquet, que hizo una documentación en la Bois de Boulogne por 3 años, donde conoció muchos prostitutos, por lo que todo lo visto proviene de historias reales, lo que le da una voz honesta a los marginados y a los desfavorecidos; porque aquí hay una descripción desgarradora, cruel, brutal y honesta de un prostituto que vive en una existencia muy destructiva, y si bien hay mucha desnudez, sexo y uso de drogas, no se siente gratuito o barato, y lo mejor es que el director no da un enfoque crítico ni moralista, pese a su tono lúdico, es más un viaje íntimo; por lo que la película nunca es banal; pues con lo explícito de todo, ocultarlo o enmascararlo se habría sentido falso. 
En el fondo hay un reclamo social hacia la falta de vivienda y la vergüenza humana de una sociedad que se mantiene alerta, observa e interviene solo cuando se la estimula al retratar un sector que merece tratamiento.
Técnicamente asombrosa, Vidal-Naquet usa su cámara como “voyeur”, registrando y espiando el comercio más antiguo del mundo mientras el personaje que sigue encuentra refugio en su naturaleza salvaje, porque estamos en un mundo donde “perro-come-perro”, un mundo donde campa en el sexo perverso, la degradación y la fantasía, por lo que “Sauvage” patina al borde de “Cinéma Vérité”; y por ello la película está diseñada con cuidado, amor, atención, y lo más importante, respeto, pues los temas son intensos, caóticos y estimulantes, lo que nos brinda una visión real del trabajador sexual gay; y así vemos momentos tiernos e incluso íntimos que admiran la depravación de la que somos testigos, y esto se debe al brillante talento que Félix Maritaud que interpreta al protagonista con tanta empatía, honor y comprensión, gracias al trabajo intimista del director de fotografía, Jacques Girault, que emplea una estética pseudo-documental; con cámara en mano, pérdida ocasional de enfoque, composiciones frecuentes e incómodas, e incluso se pierde momentáneamente al sujeto en el cuadro antes de volver a levantarlo; y esto tiene el efecto de no representar la sexualidad como algo pervertido y sucio, ni valorarla como la parte más importante de la trama; pues lo presenta simplemente como parte de la vida de Léo, que Vidal-Naquet lo normaliza.
Ciertamente no pasa por alto los problemas de este tipo de vida, o las perversiones sexuales que uno puede encontrar, pero no presenta el trabajo sexual como, en sí mismo, fundamentalmente inmoral.
En cambio, él representa ambos lados de la moneda:
De la intimidad no sexual con un hombre mayor a una pareja sadomasoquista; pero ojo, los aspectos compasivos también se muestran explícitamente, donde los de edad avanzada son retratados con más ternura que los más jóvenes, lo cual es un giro de otras películas de temática.
Todo lo anterior hace un retrato trágico y brutalmente honesto, que no es fácil de ver, pero el gran actor, Félix Maritaud, que es abiertamente gay, es fascinante porque ciertamente tiene una perspectiva única de la vida, una que dudo tenga algo que ver con el hecho de que el personaje sea gay; y Maritaud actúa de una manera muy convincente, tiene poder al tiempo que hace un personaje que puede no ser capaz de cambiar su existencia por razones que no sabemos...
En contraste está el otro personaje, un “gay-for-pay” lleno de toxicidad machista, otro más comprensible pero que lo utiliza para el delito y un personaje “redentor” que muy probablemente le cortaría las alas de libertad.
Y si se le podría achacar algo, es que nunca escuchamos cómo el personaje principal llegó a hacer lo que hace, o cuáles son sus antecedentes, por lo que no hay justificaciones ni explicaciones freudianas del joven con problemas ni nada, por lo que muchas de las decisiones que toma generan más preguntas que respuestas, pero se dan pistas que gran parte de lo que hace está vinculado a sus “nociones de libertad personal”
Incluso su elección final, que es indudablemente egoísta y desaconsejable, es consistente con la psicología del personaje, porque de vez en cuando conoce a alguien que le proporciona un grado de felicidad transitoria.
De hecho, durante gran parte de la película, tiene un alma pseudo-trascendentalista, ya que está relativamente libre de las normas de la sociedad y sus instituciones, está en paz en y con la naturaleza, y vive mucho en el momento, no tiene necesidades materialistas en absoluto, y confía completamente en sus propios instintos, nunca dejando de lado su esperanza de encontrar el amor.
Por ello, la brutal escena de la doctora es esencial, es como un “reset” de todo lo vivido, donde Léo espera que un desconocido lo trate con respeto y empatía, y no tiene nada que ver con sexo sino con amabilidad y apoyo emocional; por ello, el trabajo sexual es solo una pequeña parte de un personaje muy complejo, que es profundamente fuerte, ingenuo y bello, casi soñador, pero muy frágil... donde El SIDA está casi por sonar la alerta.
En definitiva, Léo no es la víctima, es un alma herida que continuamente toma malas decisiones, de ahí que el final tiene un poder abrumador:
No se trata de elegir, sino de la inevitabilidad del dolor que la sociedad inflige a los más sensibles y gentiles de nuestro mundo, por ello se logra representar a un ser humano bello en un mundo despiadado, donde sus pares lo humillan constantemente, pero la naturaleza “Salvaje” del título lo acoge al final.
Así, la película retrata que las elecciones tomadas tienen consecuencias, más en personas que eligen vivir su vida muy diferente de la mayoría.
“¿Por qué quiere que deje las drogas?”
RECOMENDADA.



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