Ausente

Terminando de ver “Ausente” (2011) de Marco Berger con Carlos Echevarría, Javier De Pietro, Antonella Costa, Alejandro Barbero, Rocío Pavón, Luis Mango, Lautaro Machaca, Joan Alsina, Nicolás Fernández Rubio, Laura Dozo, Alejandra Lang, Fabio Cendra, entre otros.
Película de suspense argentino de temática gay, que sigue la relación que se establece entre un estudiante adolescente de 16 años y su entrenador de natación.
A partir de una revelación, nada será igual para los 2 personajes, donde la situación se tensa, alternando la postura de cada uno, quienes se muestran esquivos un momento, y determinantes al siguiente.
De esa manera la historia avanza hasta que un hecho inesperado cambia la perspectiva del relato, lo que propicia que el título de la película alcance su sentido.
Esta película es una grata sorpresa, toda una revelación desde todo punto de vista, y es el tipo de película que me encanta, para escudriñar y develar sus lecturas sobre qué es lo que se nos está contando; pues nunca había visto una escena tan larga de tensión sexual acumulada; sin escenas de terror, ni melodramáticas, sensacionalistas, lascivas o explotadoras; sólo utilizando la sugerencia como herramienta para una historia de conflicto, seducción y tentación incómoda; donde al final obtenemos una patada poderosa para poner todos los elementos en el orden correcto.
Como producción, “Ausente” es el 2° filme del director, con un guión original, una estética innovadora y un enfoque sofisticado, lo que crea una combinación única de deseo homoerótico, suspenso y tensión dramática, que nos habla de las faltas, las negaciones, las pérdidas y del reconociendo tardío de lo que pudo ser… porque es una historia ambigua, contradictoria, que utiliza el enigma y lo velado; como un ensayo sobre la atracción, la obsesión, la culpa y la manipulación; un juego de provocación llevado hasta sus últimas consecuencias.
Y es que a lo largo de la trama, el acoso y la seducción serán los ejes, siendo la ambigüedad su mayor virtud; por lo que analiza la naturaleza del deseo, enfatizando las sensaciones, con prolongados silencios y miradas, eróticas más que sexuales, con intenciones que dejan entrever inhibiciones y sentimientos reprimidos; lo que permite atisbar los sentimientos y las sensaciones sugeridas; todo ello en encuadres que, a pesar de su aparente sencillez, dicen más de lo que muestran, y da pie a las interpretaciones.
Como dato, el término “ausente” connota, en el plano físico y emocional, distintas acepciones:
En el primer caso se refiere a lo que ya no es, lo que no existe, lo que no está presente, lo que falta; y en el otro, alude a lo que es ajeno, a lo que se evade, que es indiferente, al silencio; y es entre estos 2 parámetros que se desarrolla la narración; y de forma, dan la imagen que levanta el morbo en el espectador por saber que va a pasar…
Pero ojo, la película aborda la noción del acoso sexual, pero el director cambia la dinámica:
Aquí, en apariencia, un joven quiere atraer a su maestro a una relación sexual, en lugar de al revés; es decir, cuando un individuo mayor en una posición de autoridad o confianza se enamora de un menor, y lo atrae a una relación sexual.
Por ello el director es divaga… y en muchos momentos no está claro si los hechos realmente sucedieron, o solo ocurrió en la mente de Sebastián… y tampoco está claro el final de Martin…
Todo el filme mantiene al espectador contemplando si se ha producido una relación romántica, y si lo hizo, si es inmoral en sí mismo, independientemente del consentimiento; por eso el guión es estupendo por darle al espectador su propia versión de lo que pasó.
Del reparto:
Carlos Echevarría como Sebastián, el maestro, transmite a través de sus gestos, la incomodidad que le produce la realidad de sus deseos reprimidos, tal vez él es homosexual… atrapándolo en sus impulsos y castigándolo en sus prejuicios a través de las actitudes cuestionadoras y silenciosamente reprobatorias de las personas que lo rodean, como si estuviera pendiente del “qué dirán” o del “se darán cuenta”
Mientras que Javier De Pietro como Martín, es la gran revelación en su filme debut, haciendo de un joven de 16 años cuando el actor ya pasaba los 25… y está perfecto en su personaje, uno que me recordó al Tadzio de Visconti; pero a diferencia de aquel, éste sí está consciente de lo que busca y desea, como “millennial” o como chapero descarado, sea consciente de su orientación o dispuesto a buscar quien lo mantenga; digo esto porque vemos que hay diferencia de clases notable…
Pero Martín no es el típico oportunista, pues “es considerado y respetuoso”, y aunque manipula situaciones en un intento de acercarse al maestro, nunca amenaza ni se comporta de manera más irresponsable que cualquier adolescente, y con mucha más responsabilidad que la mayoría.
Por otro lado, hay poco espacio para los personajes femeninos, y se les deja abiertamente de lado; eso sí, la pareja de Sebastián es más abierta, y desea que él sea igual de abierto, pero ella no presiona, tal vez por temor a perderlo… mientras la compañera de Martín es más enamorada, pero no arrojada, algo que logra ver el amigo en común, Juan Pablo, que él es catalizador para saber que Martín no es homosexual, y que más bien “busca a alguien que lo cuide…”, digo esto porque me reúso a pensar que Martín busca a Sebastián por sexo…
Y es que todo lo que hemos visto en la película, ha sido a través de los ojos de Sebastián, y por ello hay una gran carga de homoerotismo en su mirada, porque él logra ver la belleza del púber e imagina lo que se puede dar, sino veamos toda la escena de la noche en su apartamento.
Y es que el comportamiento obsesivo no se afronta y mucho menos se caricaturiza, sino que hay demasiadas sutilezas para el espectador; y “lo peor” es que como estamos acostumbrados, esperamos el estallido de la bomba que en cualquier momento explota; pero lo magistral del director/guionista es que resuelve la acción de un modo distinto al que imaginamos, y “los hubiera” quedan resonando en la mente del espectador.
Se le puede achacar que no hay un desenlace definitivo, y nunca se nos indica el destino de los protagonistas... pero lo que le interesa a Berger es más el camino que se recorre, no el lugar al que se llega.
Al final, Sebastián tiene que lidiar con sus emociones… puede que él lamente la ausencia del título porque él pudo haberle dado a Martín algunas pistas… o pudo haberle ayudado en sus dudas…
¡Nunca lo sabremos!
Así, la culpa lo golpea, por lo que él se mete en el laberinto de su mente creando situaciones con la esperanza de ser perdonado…
En definitiva, “Ausente” atrapa al espectador desde el inicio, precisamente por la subjetividad con que plantea las situaciones, de una verdad no identificada y una culpa inevitable hasta el dolor de la ausencia.
¡La veré de nuevo!
“¡Perdóname!”
RECOMENDADA.



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