Diana Vreeland: The Eye Has to Travel
Terminando de ver “Diana Vreeland: The Eye Has to Travel” (2011) de Lisa Immordino Vreeland, Bent-Jorgen Perlmutt & Frédéric Tcheng con Diana Vreeland, Richard Avedon, David Bailey, Lauren Bacall, Lillian Bassman, Marisa Berenson, Pierre Bergé, Cecil Beaton, Manolo Blahnik, June Burns Bove, Dick Cavett, Felicity Clark, Truman Capote, Bob Colacello, Rae Crespin, entre otros.
Documental sobre la vida y carrera de Diana Vreeland, la columnista y editora de moda franco-americana que trabajó para Harper's Bazaar y Vogue, y como Consultora del Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de New York; siendo tan distinguida que fue agregada al Salón de La Fama de Los Mejores Vestidos.
Y es que durante décadas, Vreeland fue una de las principales autoridades de la moda gracias a su habilidad autodidacta excéntrica, y su atrevida audacia estilística que desafió ideas preconcebidas para presentar una nueva definición de belleza y vivacidad, donde la ropa bonita era solo el comienzo de algo más profundo.
Así, su impacto en la moda, la fotografía y la creación de una experiencia en las páginas de estas revistas de moda, entretuvieron y dieron fragmentos de geografía, historia y conocimiento al lector, legado que fue y sigue siendo inconmensurable.
La película presenta audio grabado y entrevistas filmadas de Vreeland, así como entrevistas con colegas, familiares y amigos como George Plimpton, Jack Paar y Dick Cavett, así como material de sus hijos y nietos; y clips de entrevistas que le dio a Diane Sawyer y Jane Pauley, entre otros.
Nacida rica “pero fea”, como habría dicho su madre, descendiente del hermano de George Washington, el filme explora su infancia, destacando que era prima lejana de la escritora y socialité, Pauline de Rothschild; y que una sobrina se casó con el 2° hijo de John Jacob Astor, Primer Barón Astor de Hever; al tiempo que ofrece un vistazo a “La Belle Époque”, una época en la que Vreeland tuvo acceso a los amigos influyentes de sus padres, como el bailarín de ballet Sergei Diaghilev; incluso afirmó haber visto a Nijinsky, Charles Lindbergh y haber montado con Buffalo Bill Cody, aunque el documental deja en claro que Vreeland ocasionalmente exageraba al contar historias, convirtiéndola en una fuente mitómana de la época en que vivió; declaraciones que se convierten en lo que ella llamó “facción”, una palabra que combina “Fact/Hecho” con “Ficción” que es una historia inventada que es mejor de como realmente fue; tanto que dice que conoció a Coco Chanel, a Wallis Simpson, que usó su lencería que muy probablemente provocó la abdicación del Príncipe de Gales, Edward VIII, así como haber conocido al Rey George V y a La Reina Mary del Reino Unido.
Luego la película se centra en el traslado de Diana a la ciudad de New York en la década de 1920, donde se inspiró en el baile, el jazz y la moda de la época, y su posterior traslado a Londres con su esposo, Reed Vreeland.
Ahí abrió una tienda de lencería, comenzando así su carrera en la moda…
Poco después de regresar a New York, cuando estalló La Guerra en Europa, se le pidió a Vreeland que hiciera una columna en Harper’s Bazar llamada “¿Por qué no...?” siendo allí donde conoció a Cecil Beaton, quien se convirtió en su amigo de toda la vida; al tiempo que descubrió a la actriz Lauren Bacall; y rápidamente se convirtió en la editora de moda de la revista, revolucionando la moda al popularizar el jean azul y el bikini como “lo más importante desde La Bomba Atómica”, y trabajó en estrecha colaboración con Louise Dahl-Wolfe, Richard Avedon, Nancy White y Alexey Brodovitch; pero era conocida por sus maneras exigentes y groseras con sus asistentes, una de las cuales sorprendentemente era la futura actriz de cine, Ali MacGraw.
En Harper's Bazar, Vreeland mostró muchas de las características que la hicieron tan única; como una visionaria increíble con instintos de moda aparentemente impecables, y como transformadora de las páginas de la revista.
También tenía un ojo increíble para la belleza en las modelos que fueron fotografiadas y sabía cómo acentuar sus características que nadie más veía; así hizo famosas a Cher, Barbra Streisand, Lauren Hutton, Twiggy, Marisa Berenson, Penélope, Veruschka, y todos prosperaron bajo su supervisión.
Muy a pesar de ser extremadamente exitosa, La Corporación Hearst del magnate de los medios, William Randolph Hearst, propietario de Harper's Bazaar, le pagaba un salario relativamente pequeño, y Diana dejó la revista para convertirse rápidamente en la editora en jefe de Vogue.
En esta 3ª etapa del documental, presenta varios relatos de modelos, fotógrafos y editores discutiendo el impulso de Vreeland y su visión de la revista; como asesorar a La Primera Dama de EEUU, Jacqueline Kennedy en cuestiones de estilo, y ayudar a conectarla con el diseñador Oleg Cassini, quien se convirtió en jefe de diseño de La Primera Dama; también descubrió a la estrella de los años 60, Edie Sedgwick, y puso a diseñadores como Yves St. Laurent en el mapa.
Ella descubrió una sucesión interminable de modelos como Iman, quienes volvieron las nociones de belleza al revés; y originó la idea de celebridades como modelos.
La película termina con la época de Vreeland como consultora para El Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de New York, tras ser despedida de Vogue, con los recuerdos finales de Vreeland y su legado de moda.
Si bien ella murió en 1989, de un ataque cardíaco a los 85 años, ese último detalle no se muestra, pues como dijo ella, “siempre fue joven”
Como documental, es un film bastante especializado, sin embargo no hay controversia sobre Diana, no es casual que la directora y productora sea la nieta política de la protagonista; y desconcierta que no haya subtitulaje para mostrar el nombre de los entrevistados, un hecho que limita a quien ve el documental sin saber quién está hablando; o bien la falta de subtítulos en idiomas diferentes al inglés, pues deja a su audiencia en la oscuridad…
En honor a la verdad, el documental muestra a Diana Vreeland como una mujer sin formación académica pero con mucho olfato, mucho estilo, innovadora, conocedora de la historia y el mundo, detalles que quiso fueran vividos por sus lectores; total, ella misma no exuda ese elitismo, ese clasismo y ese desprecio por lo vulgar que se puede advertir en otros autoerigidos capitostes del buen gusto y la modernidad, haciendo que el espectador nunca se aburra, pues “el ojo viajó” en sus trabajos.
“Vive la vida que sabes que quieres, hazla tuya”
RECOMENDADA.
Documental sobre la vida y carrera de Diana Vreeland, la columnista y editora de moda franco-americana que trabajó para Harper's Bazaar y Vogue, y como Consultora del Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de New York; siendo tan distinguida que fue agregada al Salón de La Fama de Los Mejores Vestidos.
Y es que durante décadas, Vreeland fue una de las principales autoridades de la moda gracias a su habilidad autodidacta excéntrica, y su atrevida audacia estilística que desafió ideas preconcebidas para presentar una nueva definición de belleza y vivacidad, donde la ropa bonita era solo el comienzo de algo más profundo.
Así, su impacto en la moda, la fotografía y la creación de una experiencia en las páginas de estas revistas de moda, entretuvieron y dieron fragmentos de geografía, historia y conocimiento al lector, legado que fue y sigue siendo inconmensurable.
La película presenta audio grabado y entrevistas filmadas de Vreeland, así como entrevistas con colegas, familiares y amigos como George Plimpton, Jack Paar y Dick Cavett, así como material de sus hijos y nietos; y clips de entrevistas que le dio a Diane Sawyer y Jane Pauley, entre otros.
Nacida rica “pero fea”, como habría dicho su madre, descendiente del hermano de George Washington, el filme explora su infancia, destacando que era prima lejana de la escritora y socialité, Pauline de Rothschild; y que una sobrina se casó con el 2° hijo de John Jacob Astor, Primer Barón Astor de Hever; al tiempo que ofrece un vistazo a “La Belle Époque”, una época en la que Vreeland tuvo acceso a los amigos influyentes de sus padres, como el bailarín de ballet Sergei Diaghilev; incluso afirmó haber visto a Nijinsky, Charles Lindbergh y haber montado con Buffalo Bill Cody, aunque el documental deja en claro que Vreeland ocasionalmente exageraba al contar historias, convirtiéndola en una fuente mitómana de la época en que vivió; declaraciones que se convierten en lo que ella llamó “facción”, una palabra que combina “Fact/Hecho” con “Ficción” que es una historia inventada que es mejor de como realmente fue; tanto que dice que conoció a Coco Chanel, a Wallis Simpson, que usó su lencería que muy probablemente provocó la abdicación del Príncipe de Gales, Edward VIII, así como haber conocido al Rey George V y a La Reina Mary del Reino Unido.
Luego la película se centra en el traslado de Diana a la ciudad de New York en la década de 1920, donde se inspiró en el baile, el jazz y la moda de la época, y su posterior traslado a Londres con su esposo, Reed Vreeland.
Ahí abrió una tienda de lencería, comenzando así su carrera en la moda…
Poco después de regresar a New York, cuando estalló La Guerra en Europa, se le pidió a Vreeland que hiciera una columna en Harper’s Bazar llamada “¿Por qué no...?” siendo allí donde conoció a Cecil Beaton, quien se convirtió en su amigo de toda la vida; al tiempo que descubrió a la actriz Lauren Bacall; y rápidamente se convirtió en la editora de moda de la revista, revolucionando la moda al popularizar el jean azul y el bikini como “lo más importante desde La Bomba Atómica”, y trabajó en estrecha colaboración con Louise Dahl-Wolfe, Richard Avedon, Nancy White y Alexey Brodovitch; pero era conocida por sus maneras exigentes y groseras con sus asistentes, una de las cuales sorprendentemente era la futura actriz de cine, Ali MacGraw.
En Harper's Bazar, Vreeland mostró muchas de las características que la hicieron tan única; como una visionaria increíble con instintos de moda aparentemente impecables, y como transformadora de las páginas de la revista.
También tenía un ojo increíble para la belleza en las modelos que fueron fotografiadas y sabía cómo acentuar sus características que nadie más veía; así hizo famosas a Cher, Barbra Streisand, Lauren Hutton, Twiggy, Marisa Berenson, Penélope, Veruschka, y todos prosperaron bajo su supervisión.
Muy a pesar de ser extremadamente exitosa, La Corporación Hearst del magnate de los medios, William Randolph Hearst, propietario de Harper's Bazaar, le pagaba un salario relativamente pequeño, y Diana dejó la revista para convertirse rápidamente en la editora en jefe de Vogue.
En esta 3ª etapa del documental, presenta varios relatos de modelos, fotógrafos y editores discutiendo el impulso de Vreeland y su visión de la revista; como asesorar a La Primera Dama de EEUU, Jacqueline Kennedy en cuestiones de estilo, y ayudar a conectarla con el diseñador Oleg Cassini, quien se convirtió en jefe de diseño de La Primera Dama; también descubrió a la estrella de los años 60, Edie Sedgwick, y puso a diseñadores como Yves St. Laurent en el mapa.
Ella descubrió una sucesión interminable de modelos como Iman, quienes volvieron las nociones de belleza al revés; y originó la idea de celebridades como modelos.
La película termina con la época de Vreeland como consultora para El Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de New York, tras ser despedida de Vogue, con los recuerdos finales de Vreeland y su legado de moda.
Si bien ella murió en 1989, de un ataque cardíaco a los 85 años, ese último detalle no se muestra, pues como dijo ella, “siempre fue joven”
Como documental, es un film bastante especializado, sin embargo no hay controversia sobre Diana, no es casual que la directora y productora sea la nieta política de la protagonista; y desconcierta que no haya subtitulaje para mostrar el nombre de los entrevistados, un hecho que limita a quien ve el documental sin saber quién está hablando; o bien la falta de subtítulos en idiomas diferentes al inglés, pues deja a su audiencia en la oscuridad…
En honor a la verdad, el documental muestra a Diana Vreeland como una mujer sin formación académica pero con mucho olfato, mucho estilo, innovadora, conocedora de la historia y el mundo, detalles que quiso fueran vividos por sus lectores; total, ella misma no exuda ese elitismo, ese clasismo y ese desprecio por lo vulgar que se puede advertir en otros autoerigidos capitostes del buen gusto y la modernidad, haciendo que el espectador nunca se aburra, pues “el ojo viajó” en sus trabajos.
“Vive la vida que sabes que quieres, hazla tuya”
RECOMENDADA.
Comentarios
Publicar un comentario