Entre Tinieblas

“Una de las bases de nuestra comunidad es la auto mortificación y la humillación.
Es por eso que tenemos nombres tan extraños”

En 1984, como es bien sabido, El Alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, animó a los madrileños “a colocarse”
Eran los años en los que la cocaína y El SIDA empezaban a hacer estragos en España, y muy en particular en Madrid, pero aquello no restó popularidad al “viejo profesor”, al contrario…
La Movida Madrileña fue un hecho cultural que supuso la ruptura con el clima de represión de los 40 años de dictadura Franquista, un movimiento que nace en Madrid, y se extiende a otras ciudades españolas como Vigo y Barcelona, y que viene precedido de una cierta rebeldía de los jóvenes de los barrios periféricos de la capital.
Esta juventud, deseosa de libertad y nuevas diversiones, “toma” el centro de la ciudad, y hace de Malasaña y sus locales nocturnos como La Vía Láctea, El Penta, El Sol su barrio de referencia.
De allí saldrán fotógrafos, pintores, dibujantes, músicos, cineastas, cronistas e incluso, aunque en menor medida, escritores, unidos por las 2 notas características que impregnan todo el movimiento:
La alegría y el desenfado.
Pero a mediados de la década de los 80, el movimiento, tal como se concibió, estaba muerto:
Los Pegamoides se habían separado, Eduardo Benavente, el líder de Parálisis Permanente había muerto en un accidente, la polémica actuación de Las Vulpes en Caja de Ritmos acabó con el programa, y Rockola fue clausurada por una reyerta entre “rockers” y “mods” que se saldó con un muerto por arma blanca.
¿Esas cuáles fueron las causas del fin de la movida?
No solo estos incidentes tuvieron la culpa:
Por un lado, La Movida tuvo también un lado oscuro:
Las drogas, de las que se usaba y se abusaba, a las que se unieron la aparición de una nueva enfermedad que pronto causará estragos:
El SIDA.
Además, la popularización del movimiento, que dejó de ser espontáneo y casi marginal para convertirse en algo comercial y masivo.
A esto contribuyeron:
La adscripción al movimiento de quienes hasta ese momento lo aborrecían:
Hasta 1983, los grupos de La Movida no se emitían en radio fórmulas, puesto que las emisoras de radio cobraban unos derechos de emisión que los sellos independientes no podían pagar; pero ese año, Sindicato Malone consiguió colocar uno de sus temas en Los 40 Principales, y esto abrió la puerta al resto de los grupos, y poco a poco los fue convirtiendo en “artistas para mayorías”
Otro hecho fue el cambio producido, a consecuencia de lo anterior, en los propios cantantes, como Alaska, que comienza a aparecer en los especiales de Nochevieja televisivos; o Gabinete Caligari, que dan un giro enorme a su estilo en su mini elepé Cuatro Rosas, con el que asombraron al gran público.
Por último, el apoyo institucional ya comentado, que alejó a los artistas de las pequeñas salas de conciertos, que no podían competir con los presupuestos municipales, y empezaron a apostar por grupos de rock desconocidos, con lo que los primeros perdieron, también, una parte importante de sus señas de identidad.
“De tanto admirarlos me he convertido en uno de ellos”
Entre Tinieblas es una comedia española del año 1983, escrita y dirigida por Pedro Almodóvar.
Protagonizada por Cristina Sánchez Pascual, Julieta Serrano, Marisa Paredes, Carmen Maura, Lina Canalejas, Chus Lampreave, Mary Carrillo, Manuel Zarzo, Cecilia Roth, entre otros.
Posiblemente, Entre Tinieblas es la película de Almodóvar en donde se ve con mayor claridad la devoción del director manchego por lo extravagante y por lo que no es políticamente correcto; tanto que en ella se adentra en el mundo de la religión y de su relación con la realidad en la rápidamente cambiante España de los años 1980; por lo que la película es una exploración de la anacrónica situación de la religión institucionalizada en la sociedad española contemporánea.
Como marco histórico, La España Franquista que apoyaba firmemente a La Iglesia Católica, había promovido películas sentimentales, como “La Hermana San Sulpicio” y “Marcelino, Pan y Vino”, en las que los sacerdotes de buen corazón y similares figuraban de manera prominente.
Junto con los musicales y la comedia ligera en la que aparecieron las monjas, formaron parte de un intento de propaganda para hacer que el cine español se sintiera bien y nuevo.
Además, Entre Tinieblas tiene una variedad de influencias cinematográficas.
Por los melodramas de Douglas Sirk, las cualidades románticas y a menudo sentimentales de sus películas son evidentes; al tiempo que la película debe algo a las películas de terror de Hammer de los años 60 y 70, con “El Grand Guiñol” aunque Almodóvar ha dicho que estaba menos influenciado por su tema que por sus dramáticos colores y su inquietante atmósfera barroca…
También ha señalado que, para él, el melodrama es una forma en la que el amor y la pasión son la fuerza impulsora que obliga a las personas a hacer las cosas más extraordinarias, ya sean espantosas o maravillosas.
Sin olvidar las reminiscencias de Robert Bresson con “Les Anges du Péché”, donde la fusión idiosincrásica de Almodóvar es altamente formalizada, imágenes visuales a menudo surrealista con colores primarios saturados, silenciado y la iluminación, interiores kitsch difusos; y el melodrama cómico que sirve como hoja temática con el fin de explorar las crisis de fe, la hipocresía innata y la invasión del secularismo en la religión institucional:
La reunión irónica entre las prostitutas exitosas y las monjas indigentes que venden una extraña variedad de productos como pasteles, flores y pimientos en el mercado; la balada melancólica y sentimental de amor y pérdida no correspondidos que expresa secretamente la crisis espiritual de La Madre Superiora; la huella facial de Yolanda en un pañuelo que sirve como reliquia sustituta para la Sábana Santa de Turín…
Es a través de los intentos extraños y equivocados del convento de reconectarse espiritualmente a través del escapismo, la distracción y la ilusión, que Entre Tinieblas refleja la incongruencia y corrupción inherentes a la búsqueda de la redención y el propósito existencial en un mundo cada vez más caótico, amoral y hedonista.
Esta es la 3ª película de Almodóvar, ahora producida por Tesauro, siendo rechazada por El Festival Internacional de Cine de Cannes debido a su tratamiento aparentemente sacrílego de la religión, y aunque tuvo su estreno en El Festival de Cine de Venecia, algunos miembros del comité organizador lo consideraron blasfemo y anticatólico, y no se mostró en La Sección Oficial.
Hoy, considerada una película de culto con todo el rigor, hizo de Almodóvar un verdadero heredero del aclamado director de cine italiano, Pier Paolo Pasolini, por el frontal “ataque al cristianismo”, y cimentó la reputación de Almodóvar como “el enfant terrible del cine español”
Y si bien la película es algo más oscura que sus primeras películas, es muy suave, proporciona suficiente comedia y los personajes, sobre todo, siguen siendo muy humanos, pues todos tienen sus virtudes y vicios.
No obstante, Entre Tinieblas es la primera película de Pedro Almodóvar en tener un productor de alta gama, siendo hecha para una compañía cinematográfica de igual calibre, en lugar de ser hecha de manera independiente como en sus proyectos anteriores; y se cuenta que desde entonces, Almodóvar se ha distanciado de la película, pues sintió que tenía que inclinarse ante las consideraciones comerciales.
La trama sigue a un cantante de cabaret, que desesperada encuentra refugio en un convento de monjas excéntricas…
Ella es Yolanda (Cristina Sánchez Pascual), que canta en una discoteca de mala muerte.
Cuando su novio muere por una sobredosis, teme a la policía y busca refugio en el convento de La Orden de Las Redentoras Humilladas, que salva a las mujeres de las calles…
Estas monjas poco convencionales, incluyen a:
La Madre Superiora (Julieta Serrano) una mujer adicta a la heroína y la cocaína con un lado lésbico; a Sor Estiércol (Marisa Paredes) una mártir enganchada al LSD; a Sor Perdida (Carmen Maura) una monja preocupada por la limpieza y el cuidado de un tigre que recogió de cachorro; a Sor Víbora (Lina Canalejas) con un amor oculto a un padre (Manuel Zarzo); y a Sor Rata de Callejón (Chus Lampreave) una monja un poco lianta, escritora de novelas muy famosas con seudónimo, y la que se encarga en el convento de las plantas y las flores.
Con la llegada de Yolanda, las monjas planean un espectáculo nocturno para celebrar el cumpleaños de La Abadesa, y convencer a su adinerado mecenas de que no los abandone…
La película es divertida, impredecible y entrañable de una manera retorcida, con monjas maravillosas de rostros rectos y miradas de piedad, pero que hacen cosas escandalosas sin pestañear.
Probablemente hay muchas formas de interpretar la película, pero creo que se trata de aceptación.
“Todos somos pecadores de una forma u otra”, como dirían las monjas, y no depende de nosotros juzgar o condenar a otras personas.
Las hermanas son muy indulgentes, de hecho, aman a los pecadores; y crean un pequeño refugio donde las personas marginales pueden encontrar refugio.
Son excéntricas, hacen cosas que la sociedad dominante condena; pero realmente no hacen daño a nadie, e incluso pueden ayudar a algunas personas a encontrar su camino en la vida…
Esta no es la idea de La Iglesia Católica de cómo debería ser un convento, y entiendo que la gente muy devota se ofendería por la forma en que Almodóvar trata el tema…
Aun así, lo hace de una manera amable y de buen humor, y ofrece una visión alternativa de la devoción religiosa que puede hacerte reír si no estás demasiado tenso sobre estas cosas.
Porque las cosas no siempre tienen sentido, pero está bien, a veces las cosas tampoco tienen sentido en la vida… de ahí ese final, una oda a alegría de vivir y de amar a pesar de cualquier adversidad.
Por tanto, Entre Tinieblas no se toma en serio a sí misma y se nota, el reparto es de quitarse el sombrero, y tiene momentos en los que el guión y las actrices se salen por los 4 costados de la pantalla.
“Muy pronto, este lugar estará lleno de asesinas, drogadictas, prostitutas, como antes”
Pedro Almodóvar firmó con Entre Tinieblas, una de sus películas más extrañas, alocadas y libres, que dista mucho de la sobriedad de los films que ha realizado posteriormente, en su etapa de madurez; pues esta es como una caja de sorpresas entregada el día de Los Inocentes, llena de ingeniosa y desprejuiciada comedia, no exenta de mordaz crítica política y social; y desde su planteamiento, es más propio del cine de suspense tanto en argumento como en estilo.
Se cuenta que cuando esta película fue filmada, España se encontraba en un período muy contradictorio, tanto económica como culturalmente; ya que el país acababa de salir del Franquismo, un régimen que tenía como una de sus características principales, el catolicismo extremo.
Este catolicismo fue plasmado en el área cinematográfica; de hecho El Régimen de Franco apoyó el rodaje de películas de temática cristiana, era una época en la cual la moralidad de La Iglesia Católica estaba dada por supuesta, y nadie se atrevía a cuestionarla.
Fue después de hacer Laberinto de Pasiones que Almodóvar fue abordado por Hervé Hachuel, un multimillonario que quería comenzar una productora para hacer películas protagonizada por su entonces novia, Cristina Sánchez Pascual; y se creó Tesauro Producciones, y le pidió a Almodóvar que escribiera una película con ella en mente.
La idea detrás de la comisión, se convirtió en el concepto del estilo de la película; y Almodóvar lo explicó así:
“Se me ocurrió la historia de una niña que enloquece tanto a hombres como a mujeres, una niña que canta, bebe, toma drogas, ocasionalmente pasa por períodos de abstinencia, y tiene las experiencias extraordinarias que uno nunca tendría si uno viviera 100 años; y mientras escribía, tenía en mente el trabajo de Marlene Dietrich con Josef von Sternberg, especialmente “Blonde Venus” (1932), donde interpreta a una esposa que se convierte en cantante, espía y prostituta, que viaja por el mundo viviendo una vida de aventura sin fin”
Esta fue la película que Almodóvar pretendía hacer; pero Cristina Sánchez Pascual tenía habilidades de actuación limitadas, y debido a esto, Almodóvar reescribió la película, dando un papel más destacado a las monjas del convento donde se esconde el cantante.
Y como 3ª película de Almodóvar, supuso un cambio de registro en su hasta entonces aún corta filmografía.
Sin dejar de lado el humor, el director se introdujo también en el terreno del melodrama a través de una historia tan original como turbadora, en la que un conjunto de estrambóticas monjas se afanan por acoger a mujeres de mala vida, sin percatarse de que ellas mismas son capaces también de caer ante las tentaciones más terrenales, tanto o más como el resto de los mortales.
Y uno de los grandes aciertos de Entre Tinieblas, es sin duda alguna su contundente puesta en escena, cuidada hasta el más mínimo detalle, y en las que cualquier imagen tiene una explicación y razón de ser, sirviendo de apoyo a la historia que se nos pretende contar.
Nada es casual; incluso cuando determinadas imágenes podrían pasar por irreverentes y provocadoras, pero si se ve sin prejuicios, la película no es más que una historia de amor o desamor entre 2 personas desorientadas, que no encuentran su destino, ya sea dentro o fuera de los muros del convento.
Por tanto, Entre Tinieblas supuso la primera inmersión del director en un universo casi exclusivamente femenino, en el que brillan con luz propia tanto los personajes como las actrices que les dan vida.
La acción sigue a Yolanda, una cantante que, tras presenciar la repentina muerte de su novio por una sobredosis, decide recuperarse reflexionando un tiempo en la supuesta paz de un muy particular convento.
Allí descubrirá atónita las adicciones y pasiones de las gentiles y excéntricas monjas.
El enclaustro resultará ser un mundo de trama donde la mismísima Madre Superiora ha sido una ferviente admiradora de Yolanda, quien será una experiencia en la vida de la religiosa, al igual que las otras redimidas damas que han pasado por la caridad del convento.
Las Redentoras Humilladas, que así se llama La Orden a la que pertenecen las monjas del convento, está en un periodo de crisis económica, agravada por la agonía de La Madre General y por la negación de la madre millonaria, La Marquesa (Mary Carrillo) de una antigua redimida hija suya, a financiarles con la renta de su marido antes de su muerte.
Así, una vez en el convento, Yolanda se da cuenta de que las hermanas redimidas, tienen nombres estrambóticos como:
Sor Rata de Callejón, Sor Perdida, Sor Estiércol y Sor Víbora; según La Superiora, para que se den cuenta de que el hombre, “el ser más despreciable de la creación, no se salvaría nunca”
Pero todavía más sorprendente resulta su cada vez mayor indulgencia en la penitencia y en la vida de clausura.
Aparentemente, el aburrimiento, la curiosidad por el mundo exterior y los problemas económicos de la congregación, antaño llena de asesinas y prostitutas, hacen que cada redimida haya buscado su propia válvula de escape para hacer más llevadera la vida de la clausura.
Mientras La Superiora es heroinómana, Sor Estiércol se auto lesiona y suele cocinar tartas, estando dopada con LSD con las consiguientes alucinaciones, en este caso, divinas…
Sor Perdida tiene como pasatiempo entretener a un tigre que en su tiempo, trajeron al convento, y que vive encerrado en el claustro y Sor Rata de Callejón se entretiene escribiendo libros sensacionalistas bajo el pseudónimo de Concha Torres, siendo editados por su hermana (Eva Siva)
Mientras tanto, Sor Víbora, es aficionada a la costura y diseña varios modelos, algunos de los cuales pueden resultar vanguardistas para los iconos religiosos del convento…
De esa manera, Yolanda, al entrar en el convento, es recluida en la habitación de Virginia, una antigua redimida hija de un rico Marqués, que había marchado a África para trabajar en las misiones, pero que encuentra la muerte siendo comida por caníbales… por lo que Yolanda va descubriendo, a veces con miedo, la enorme admiración que La Superiora tiene hacia ella, y al mismo tiempo entabla una fuerte amistad con otras monjas como Sor Rata.
Consciente del hundimiento de su vida, Yolanda se decide a escapar del mundo de las drogas, reto al que La Madre Superiora también trata de enfrentarse; pero en el caso de Yolanda, ésta consigue vencer la adicción, pero La Superiora, no es capaz de soportarlo y muestra su naturaleza pecadora.
Un día, llega una carta desde las misiones desde África, que da información privilegiada acerca de un hijo que tuvo Virginia, la antigua monja del convento, antes de morir; por lo que La Madre Superiora intenta chantajear a La Marquesa para conseguir financiación para el convento a cambio de la carta, pero fracasa en su intento.
Más tarde, visita a la traficante que le suministra drogas y ácidos, decidiéndose muy a su pesar, a conseguir dinero para la creación de su propia congregación mediante el tráfico de drogas…
Para demostrar que todavía no habían decaído en su empeño para sacar el convento adelante, se hace una gran fiesta con motivo del Santo de la moribunda Madre General, a la que están invitadas la nueva Madre General y La Marquesa.
La Marquesa, conoció allí a Yolanda, y le cuenta la historia personal de su hija; por lo que Yolanda se hace con la carta entrando en el despacho de La Superiora, y le pide a Sor Rata que se le entregue a La Marquesa pasando desapercibida.
En la fiesta, después de haber cantado, Yolanda se va con Sor Rata a la casa de La Marquesa, que se muestra agradecida por haberles hecho llegar la carta.
La Superiora, al entrar en su celda y descubrir la marcha de Yolanda, da un grito de dolor y la película acaba con una última escena de ella destrozada y siendo consolada por Sor Estiércol, su fiel compañera.
Entre Tinieblas fue realizada después de las primeras películas escandalosas más optimistas de Almodóvar, siendo una película que narra el final de La Movida Madrileña, un movimiento existente a principios de los años 80 en Madrid, que se definió por una mezcla de nuevo punk y pop romántico, y el uso irónico del folklore español y “la cultura de las amas de casa”
Fue cuando las personas en esta subcultura comenzaron a usar heroína, la caída del movimiento comenzó.
Por ello, esta película trata sobre las elecciones que la gente tuvo que hacer al final de esa era:
Algunos se quedaron drogadictos, otros murieron, algunos regresaron a las pequeñas ciudades donde se habían mudado, otros abandonaron las drogas y se volvieron más constructivos.
No es casual que el convento donde residen las monjas puede interpretarse como la habitación de este movimiento irreverente, frecuentado por búsquedas policiales, traficantes, artistas y drogadictos.
Pero lo interesante, más allá del perfecto humor tan característico del realizador español, es observar las críticas descarnadas que se operan sobre una institución tan respetada e idealizada como lo es La Iglesia Católica.
Todo lo bizarro que sucede dentro de este convento, es tomado con total naturalidad, donde la supuesta inocencia de estas devotas se convierte en sólo un medio para conseguir con más facilidad las drogas y atraer mujeres corrompidas para tener sexo con ellas.
Y es con esta naturalidad con la que el director nos plantea lo natural de esta situación.
Sí, puede decirse que al ser tan hiperbólico se pierde un poco el condimento verosímil, pero no creo que sea el objetivo retratar la realidad tal cual es, sino efectuar una denuncia con un tono humorístico y transgresor; y entre este desastre, el tigre, el animal salvaje a quien se supone que debería temérsele, viene a ser por un lado el contraste con estas monjas desacatadas y a la vez, claramente un símbolo de esta ferocidad y amoralidad desatada sin límites dentro del convento.
Y creo que es justamente en la amoralidad donde más hurga el film, con escenas desopilantes y con un marcado estilo bizarro, Almodóvar nos libra del pecado, poniendo a las monjas en lo más bárbaro de la condición humana.
Y para demostrar esto no hay mejor forma que el humor.
No faltan, por ejemplo los musicales típicos de algunos films del director, los vestuarios extravagantes y coloridos, “Las chicas Almodóvar”, la musicalización tan particular, etc.
Porque con esta película, Pedro Almodóvar se atrevió a romper con la tónica, planteando los problemas de corrupción moral que podía haber en el seno de la iglesia; y de ese modo, vemos a La Madre Superiora, uno de los personajes principales, mezclando lo humano con lo divino de manera casi demencial, pues su enorme devoción es acompañada por su adicción a las drogas y la admiración hacia personalidades que han tenido cierta relación con ellas, o que han estado en contacto con otros pecados.
Por el otro lado, vemos cómo Yolanda se decide a acabar, y consigue acabar con sus adicciones a pesar de estar viviendo refugiada en un convento en el que no podía huir de las drogas debido a los vicios de la ya citada Madre Superiora.
Y al comparar Entre Tinieblas con sus 2 primeras películas, Almodóvar ha sugerido que hay un cambio de tono, y que las emociones se expresan más claramente con los personajes impulsados por ellas.
En resumen, es una película más profunda y seria; pero Almodóvar ha negado que sea antirreligioso.
“Las monjas se han alejado de Dios y ahora dirigen sus energías hacia aquellas personas que viven en mujeres caídas en desgracia y cosas por el estilo.
Esto implica, es la verdadera religión:
Poder amar al pecador y, de hecho, llegar a ser como el pecador, porque solo así se puede apreciar la naturaleza del pecado.
La implicación de la película es que los hombres y las mujeres deben ser amados y aceptados en todas sus imperfecciones”, dijo el manchego.
Es una visión que vincula a Almodóvar con Luis Buñuel, particularmente en “Viridiana”, donde la monja epónima descubre que, a pesar de sus intenciones idealistas, no puede cambiar la naturaleza de la humanidad…
Así, la reclusión de la protagonista en el convento, se convierte en el hilo conductor de la película y la peculiar relación que establece Yolanda con cada una de las hermanas, en símbolo de la libertad y falta de corrección política y de prejuicios que desprende la película, con un tigre en el jardín como protector de ese microcosmos que se ha creado dentro del convento.
Veremos muchas clases de humor alternadas, desde el absurdo, hasta un humor más negro y mordaz, pasando por el humor kitsch y del mal gusto; en personajes, los de las monjas, cada uno con una personalidad extrema y única, como la alucinada por la cocaína, Sor Estiércol, cuya percepción del mundo nos deja clara Almodóvar mediante unas graciosas subjetivas de colores.
Ese mundo extravagante y alternativo que encierra el convento, contrasta con un exterior que apenas veremos a lo largo de la película, y se erige en símbolo de lo que pudo significar la transición y de cuantísimos esquemas se vio replanteados, como el de La Iglesia en este caso.
Pero el personaje más interesante no es otro que el de La Madre Superiora (Julieta Serrano), en el cual se focalizan todos los temas principales que sirven para descomponer la película pieza a pieza; el principal, la lectura personal sobre los valores cristianos sin llegar a desprestigiarlos con charlatanería barata como acostumbran otros artistas cómicos; la discersión entre el bien y el mal desde un punto de vista sentimental y de necesidad; la comprensión hacia los grupos marginales de la sociedad; la hipocresía escondida bajo grandes institutrices eclesiásticas y, lo más importante, la perseverancia e importancia de la figura de la mujer frente a aquello que la rodea, sobresaltando el carácter humanista ante la superficialidad.
Los otros personajes también forman parte de un espectáculo de maneras frente a apariencias, prevaleciendo la personalidad frente a los hábitos, como es el caso de Sor Rata de Callejón, monja de pocas luces, muy poco convencional en la cual la crisis de fe es la más potente, actuando a su manera y según su forma de ser, ofreciendo una reflexión muy interesante sobre el carácter inquisidor de La Iglesia; o Sor Estiércol, brindando una actuación maravillosa sobre el tormento de la culpabilidad que aun teniendo un personaje más plano que el resto, sirve como detonante para que la acción suceda.
A nivel interpretativo, es una brutalidad, en la cual debo mencionar a Julieta Serrano que me ha embaucado tanto por su personaje como por la forma que ha tenido de representarlo, a través de una interpretación tan ácida como melancólica, transmitiendo al espectador todo aquello que su personaje no era capaz de decir con palabras.
Obviamente, nos encontramos ante una Chus Lampreave en estado de gracia que atenúa la tensión de la trama, dándose íntegramente al recurso humorístico sin ser por ello menos trascendental.
Y sí que es cierto que no se puede reconocer a Almodóvar por el apartado visual, algo muy bien compensado por la conceptualización del espacio que fabrica con esmero, empleando muy pocos escenarios para el desempeño de la acción, y aun así se puede observar ciertos toques kitsch en algunos decorados que, aunque podrían ser de Almodóvar o cualquier otro director, encuentra el perfecto balance entre la sobriedad y la extravagancia sin que ambos caracteres choquen en el desarrollo ni en el espectador.
A parte de que Almodóvar ya sabe manejar muchísimo mejor la cámara; sólo le falta aún pulir un poquito los diálogos, pero es curioso, porque se empieza a ver al Almodóvar que todos conocemos ahora, es como ver a un niño pequeño que sabe crear el clima y la tensión provocadora para que el celuloide diga su mensaje, porque juega con los conceptos y les confiere identidad nueva, trastoca las formas, invierte los caracteres y, sin embargo llega un momento en que es capaz de ordenar el caos, y consigue que el espectador acepte la nueva realidad.
Afortunadamente a medida que avanza la historia, uno va empatizando con los personajes, viendo sus anhelos y preocupaciones, sus miserias, y es aquí donde Pedro tiene mano maestra, en mostrar sin tapujos, sin coartadas religiosas, una posible vida, con óptica algo surrealista, excesiva, de un grupo de monjas recluidas precisamente por mucho que esconder o redimir.
El relato puede interpretarse como una crítica o no, pero en cualquier caso, Pedro vuelve a representar con mano firme una historia kafkiana dentro de lo cotidiano, en este caso un convento, surrealismo y costumbrismo codo con codo sin chirrío alguno y escasas dosis de humor que emplea Almodóvar esta vez y todas ellas, dosis de humor negro negrísimo.
Como dato, Entre Tinieblas tiene un elenco con muchas de las principales protagonistas favoritas de Almodóvar:
Julieta Serrano, Carmen Maura, Marisa Paredes y Chus Lampreave; tanto que Entre Tinieblas supuso la primera de las 7 colaboraciones de Lampreave en las películas del director manchego que la convirtió en una de sus actrices fetiche; tanto que esta mujer podría leer la guía telefónica y hacerla irresistiblemente divertida.
También tiene una aparición muy breve de Cecilia Roth como Mercedes, una ex redentora y amante de La Madre Superiora.
Cristina Sánchez Pascual no es Greta Garbo, pero de nuevo, como la película en sí, tiene algo en su personalidad que lo cautiva cada vez que está en la pantalla.
Sin olvidar al personaje de La Marquesa, Mary Carrillo, es Almodóvar al 100%, cuando le comenta a la abadesa Julia:
“Soy una esteticista”
“¿En serio?”
“Por supuesto, ¿me ves la cara?”… y ella muestra un rostro increíblemente payaso que solo un cosmetólogo ebrio hubiera hecho.
Y aquí también veremos signos de su brillantez posterior en películas como “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Todo sobre mi madre” donde el elemento religioso entrelazado con la homosexualidad vuelve a proliferar en “La Mala Educación”
Ya ni hablar de la religión:
Todas las monjas del convento tienen nombres extraños “porque la humillación es sagrada” aunque realmente no hay una razón convincente para que las monjas consuman drogas, eso es algo más metafórico, para ser detectado como El Fin de La Movida, pero para cualquiera es solo un detalle impactante y humorístico; y creo que a Buñuel le hubiera encantado, aunque la película en sí no es particularmente blasfema; pues no ve a las monjas o al catolicismo cínicamente, simplemente existen en el propio universo extraño de Almodóvar.
¡Ni siquiera hay una escena de sexo!
Sin embargo, en general, la idea de que las monjas vivan en secreto entre las drogadictas y confíen en prostitutas para recibir orientación, es un poco extrema y puede ser muy ofensiva para quienes pertenecen a la fe católica.
La línea de la historia vinculante de la lucha de La Madre Superiora entre su sexualidad, religión, amistad, heroína y privación económica, se aborda en un formato bien alineado.
Almodóvar vincula las diversas indiscreciones del mundo exterior con una comprensión realista de los efectos psicológicos de las personas expuestas a ellos.
Luego contrasta sus ideas con el trasfondo del amor prohibido y la pérdida de La Madre General.
Esto permite a la audiencia, la experiencia del impacto social en la religión al tiempo que aumenta la conciencia del sacrificio y la lucha que pueden enfrentar los representantes de la fe católica.
Recomendaría ver esta película con cierto grado de discreción con respecto al equilibrio del arte y el reflejo del idealismo; y por ello destaco algunas escenas:
“Es heroína, te relajará”
La escena de La Madre Superiora ofreciendo a Yolanda una dosis de heroína e inyectándosela posteriormente, es una de las más plásticamente interesantes de todo el cine español.
Un plato fuerte que sucede en el primer tramo de la película.
Absolutamente magistral.
Las Clases de Besos:
La lección de besos que lee Sor Rata de Callejón al resto de monjas está cargada de ternura.
La mirada ensimismada de Sor Perdida en esta secuencia es de auténtica magia.
“Salí porque salí”
En número musical del final nos posibilita ver a 3 monjas tocando instrumentos como los bongos africanos, pero también una serie de primeros planos de Julieta Serrano absolutamente estremecedores.
Increíble que se pueda decir tantísimo con apenas elementos expresivos; o el inicio de la película, desde los títulos de crédito hasta que Yolanda entra en el convento, está cargado de una atmósfera pesada y sórdida que anticipa muy bien lo que vendrá después, donde Madrid se deja ver muy poco, y solo veremos el famoso convento.
Y por último, el final.
Ese maravilloso final con el grito de La Madre Superiora lleno de rabia, impotencia y desasosiego ante aquello que no pudo ser, y que además se aleja para siempre.
Justo antes de que suenen, nuevamente, los compases de “Encadenados” de Lucho Gatica; se nos viene un desenlace agrio pero genial que el mismo director ha comentado que surgió improvisado al ver a Julieta Serrano interpretar; y sin más, decidió terminarla ahí.
Si se le puede achacar algo es el problema, como el de muchas obras de la llamada “Movida”, es la sensación de que la provocación es lo más importante.
No es verdad que Entre Tinieblas sea ni irreverente contra la religión ni contra las monjas, ni siquiera contra la clausura, sino que el autor simplemente está poniéndole color al asunto.
Además, el lesbianismo no es ni mucho menos el tema de la película, señalado en sentido positivo, ciertamente, sino que es una cuestión no explícita, no es objeto de juicio de ningún tipo.
Es más, dado el tono general de la película, podría tratarse de una alucinación del director... y definitivamente no es una película de lesbianas.
El otro asunto es, o una simpleza o una ocultación por parte de la censura, pero desde luego no tiene nada que ver con las monjas, que siendo el colectivo social femenino más ignorante, cerril y dañino de cuantos han existido en este planeta, salen francamente bien paradas.
Deduzco que Almodóvar las conoce por alguna razón familiar, y quizá está haciendo más bien una extrapolación de la situación entre los curas, contra quienes ya después se atrevía a enfrentar...
Para resumir, me parece que Entre Tinieblas es una reivindicación de la labor de las monjas, que en la vida real se resume en hacer rosquillas y venderlas sin pagar impuestos, en adoctrinar a los niños indefensos y no una crítica de ningún tipo a La Iglesia.
Es más, creo que Almodóvar era profundamente creyente al menos cuando hizo esta película, y eso no dice nada bueno en su favor ni en el de la película.
Una vez más, la música juega un papel primordial como refractor de los sentimientos que manejan sus personajes, empleada con dulzura y mucho saber estar, con un gran trabajo del siempre bien recibido Bernardo Bonezzi.
La música, como en todas las principales películas de Almodóvar, también tiene un papel importante, y aquí está el bolero, considerado por él como expresivo de grandes emociones, se usa en momentos clave para apuntalar tanto los sentimientos La Madre Superiora por Yolanda, como los sentimientos de Yolanda por ella cuando cantan juntas en una memorable escena, es simplemente tan hermoso que uno podría derretirse en el acto por completo deleite.
“Soy La Hermana Rata de Las Alcantarillas.
Tenía ganas de conocerte”
Existe el rumor de que si alguien recuerda algo de La Movida Madrileña, se debe a que nunca estuvo allí… pero eso ya era evidente desde el final de la década de 1980, pues es verdad que la ola arrasó, dejando en la resaca una estela de jóvenes cadáveres y una mitología urbana de proporciones legendarias.
Quizás el elemento clave reside en que los actores de esa efervescencia eran personas insospechadas, un peluquero devenido en genio, el vecino transformado en estrella del rock, la libertad, tomada de los pelos por una panda de muchachos que se embriagan y la ultrajan.
En ese momento había un ambiente de creación que no se tomaba en serio a la fama, un universo de artistas que se reconocían como parte de algo que crecía desde el asfalto, porque quizás lo más importante de todo era la gente, la marcha, en una palabra:
¡Salir!
La Movida dejó lo mejor de mucha gente y el recuerdo de mucha gente, de un momento que se vivió “entre tinieblas”

“El hombre no se salvará hasta que se dé cuenta de que es el ser más despreciable que se haya creado”



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